Gracias a Li por su lectura previa.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 11
Puse mi peor cara.
― ¡Kate! ―exclamé sin emoción― ¿qué ocurrió ayer en mi ausencia?
Me di el tiempo necesario para guardar la imagen de Nicole entre otros documentos que estaban en el escritorio. Por supuesto que todo fue realizado bajo la intensa mirada de ambas mujeres.
Ninguna quitaría el dedo del renglón, menos lo haría Kate que era adicta a saberlo todo.
― No me cambies de tema, Edward Cullen ―espetó mi amiga―. ¿Quiero saber por qué tienes una foto de la hija de Bella?
― Señorita… ―Ángela se dirigió a ella― ¿cómo sabe qué Bella tiene una hija?
Enfoqué mis ojos en Kate. También estaba interesado en su respuesta ¿cómo lo sabía?
― Todos lo saben, es el último chisme de pasillo ―murmuró―. En cambio, no es lo importante, sino el porqué tú ―me señaló― tienes una foto de su niña.
Resoplé. Esa mujer todo lo volvía difícil.
― Ángela, déjanos solos ―pedí.
Ella hizo una mueca, mirándome bajo sus gruesos anteojos.
― ¿Puedo llevarme la foto? ―se atrevió a preguntar, inclusive alargó la mano, en espera que le entregara la fotografía.
― Por favor, Ángela ―señalé la puerta.
Empujó con brusquedad el armazón de sus anteojos y aceptó de mala gana mi petición. Imitó los pasos de un militar y salió a toda prisa de la oficina.
Enarqué las cejas y sonreí. ¿A qué venía esa molestia?
― Quita esa sonrisa cínica ―Kate farfulló―. Y mejor explícame la razón de la foto.
Centré mis ojos en Kate.
― ¿Has hablado con James? ―quise saber mientras me deslizaba en mi lugar.
Kate encogió sus hombros y negó con la cabeza.
― Entonces, la historia será larga ―añadí sin quitar mi sonrisa.
― ¿Qué quieres decir? ―inquirió dudosa mientras rodeaba el escritorio y se sentaba en el borde, frente a mí.
― La niña de Bella es mía ―confesé.
Mi amiga palideció. Sus ojos irradiaban sorpresa y a la vez confusión.
― No juegues conmigo, Edward Cullen.
― Será mejor que te sientes porque te creo capaz de ponerte a saltar ―invité― evita hacer algún tipo de aspaviento que es un tema serio.
― No me quiero sentar, prefiero estar cerca de ti por si te ganas una zancadilla.
― Bien ―apreté mi pelota antiestrés.
Con Kate todo era fácil. Conforme fui detallando lo que sucedía entre Bella y yo, traté de que sus expresiones faciales no me distrajera, ya que sus muecas rayaban en lo gracioso.
Fue paciente, comprensiva. A pesar de que no dejaba de mover los dedos y retorcerlos entre sí, se notaba que estaba a nada de bombardearme con sus preguntas para aclarar sus dudas.
Y cuando terminé de contarle me lo hizo saber, al arrebatarme la fotografía de Nicole.
― ¡Es una belleza! ―exclamó al contemplar la imagen―. Se parece mucho a ti, pero en versión mejorada. Es realmente hermosa.
― Lo sé, no te llevaré la contraria. Nicole es preciosa y dulce ―suspiré―. Sabes que James quiere que le haga un prueba de paternidad.
― ¿Tienes dudas?
Negué.
― No ―respondí convincente―. Según entendí en un requisito para poder darle mi apellido.
― Hazlo, no pierdas el tiempo ―opinó―. ¿Lo sabe tu familia?
― Aún no.
― ¿Y qué esperas para contarles? Es mejor que hables sobre la niña, recuerda que tienes otros hijos que merecen saber de la existencia de Nicole.
Me sentía esperanzado de que mis hijos tomaran de buena manera que ahora tenían una hermana menor.
De pronto vi cómo una de las cejas rubias de Kate se enarcaba.
― ¿Qué pasará con Bella? ―Indagó―. Supongo que con mayor razón la conquistarás,
― Kate, dejemos esa conversación para otro día ―me incorporé―. Es tiempo de trabajar, cuéntame sobre la reunión de publicidad.
Rodó los ojos al tiempo que se ponía de pie.
― Qué fea manera tienes de apaciguar la llama del chisme, lo arruinas todo. ¡Ogro!
Reí.
― Ella me gusta ―dije lo evidente mientras la acompañaba a la puerta―. Solo que Bella está en otra etapa, se nota que la crianza de la niña la consume demasiado.
Kate me miró con una sonrisa pícara.
― No seas idiota. La gorda es el pretexto perfecto para acércate a la madre.
― No le digas así a mi hija ―espeté indignado.
Kate rodó los ojos.
― ¿Te das cuenta que le gustas?
Negué. Claro que lo sabía, Bella no sabía ocultar nada ni su mal carácter.
Las largas uñas de Kate se deslizaron por mi corbata.
― Puedo ayudarte para hacerla explotar de celos ―propuso coquetamente.
Suspiré.
― No te metas ―advertí, fingiendo enfado.
Hizo una mueca.
― Entonces, ¿puedo conquistarla?
Cerré la puerta en su cara. No quería saber más de sus locas ideas.
.
.
Los días que siguieron cancelé el viaje a Italia y dediqué mis tardes a visitar a Nicole.
Una vez más comprobé lo dedicada que era Bella en su papel de madre. Podía hacer absolutamente todo y seguir sonriendo a pesar de su cansancio.
Admiraba su fortaleza.
― Quiere decir qué estás de acuerdo en que Nicole lleve mi apellido.
― Está bien, no tengo porqué oponerme. Así cómo tampoco diré nada por la prueba que dices necesitan ―me dio un guiño―. Si yo fuera hombre y tú mujer, realizaría esa prueba genética ―se burló.
Realmente admiraba todo de ella; era una mujer completa con un buen sentido del humor y una manera tan única de ser.
Cómo ahora que llevaba más de media hora dándole de comer a Nicole a pesar de que ella estaba por caer dormida junto a la niña.
― Deberías descansar y yo me hago cargo de mi bebé.
― Ya está por terminar de comer ―respondió.
Observé a Nicole. Había terminado su papilla de la tarde, ella nunca se negaba un bocado más, aunque parecía que ese puré no era su favorito.
Abrió la pequeña boca recibiendo su última cucharada de puré y haciendo una nueva arcada.
― ¿Por qué las madres se aferran a que los bebés consuman judías verdes? ―manifesté.
Bella enarcó una ceja cuando vio que saqué a mi bebé de la trona donde comía. No me importó que ensuciara mi camisa blanca, mi niña tenía que ser salvada de ese puré nada apetitoso.
Mi niña parecía un pequeño ogro con su hermosa cara y manitas manchadas de batido de judías.
― Es importante que consuman vegetales ―dijo―. Además, es comida orgánica, yo misma la preparo para mi oruga.
Miré a Bella. Se notaba algo sorprendida y no entendía el porqué.
― ¿Sucede algo? ―pregunté, mirando hacia el piso, quizá había hecho algo mal, pero no, no era así.
― Nicole acaba de arruinar tu camisa.
― La ropa se lava, Bella.
Ella suspiró asintiendo.
― No creí que fuera así ―murmuró―. De hecho, llegué a imaginar que nunca te acercarías a mi bebé ―empezó a limpiar el rostro de Nicole con una toalla húmeda―. Y que estés aquí cada tarde y me ayudes, o con tus llamadas cada mañana… en verdad gracias, Edward.
― Quisiera hacer mucho más ―me sinceré.
― Es suficiente, créeme.
― Puedes ponerme más tareas ―propuse―. Me atrevo a todo; ya cambié un pañal, la dormí y le di papilla, ¿en qué más puedo ayudar?
― ¿Mmmm? ―dudó―. ¿Crees qué puedas vestirla?
― Dame la ropa, lo haré en segundos ―alardee.
― Vamos a mi habitación, será más fácil.
Caminé detrás de Bella apreciando de buena manera su nueva figura. Lo hice con respeto y también porque él contoneo de sus caderas me distraía.
Al entrar aprecié que no había ninguna cuna. Lo que me hizo deducir que Nicole dormía en la cama con Bella.
Dejé suavemente a mi niña sobre las mantas blancas. Estaba dispuesto en demostrarle a Bella que mis habilidades no se reducían en dormir a Nicole.
― Primero tienes que verificar si su pañal está seco ―explicó cómo si fuera primerizo―. Aquí está el pijama ―comentó.
Era un enterizo en color blanco con estampado de patitos amarillos. Sostuve la pequeña prenda infantil entre mis dedos, no había duda que Bella tenía buen gusto para vestir a Nicole.
― Edward, no la pierdas de vista.
Levanté la mirada. Nicole iba gateando al otro extremo de la cama, me incliné a velocidad sobre el colchón y detuve su pierna.
― A ningún lado irás pequeño correcaminos ―le dije, ganándome una risa gritona.
Cuando me incorporé con la niña en brazos, me percaté que Bella no dejaba de verme de esa manera que sabía bien lo que significaba, tan solo sonreí al verla mordisquear sus labios.
Me tomé mi tiempo para vestir a Nicole. Probablemente lo hacía para seguir disfrutando de la forma en que Bella me seguía observando, era algo… halagador.
― Ves que sí puedo ―mostré a mi hija como si fuera un trofeo.
Bella asintió esbozando una sonrisa.
― Creo que te juzgue mal ―murmuró―. Creí que no sabías nada del cuidado de niños, realmente se nota que sabes lo que haces.
― Yo cuidé de mis hijos ―conté orgulloso―. Disfruté su niñez; es algo que sigo valorando porque no me perdí nada, ni siquiera cuando perdieron un diente y me convertí en el ratón Pérez.
― Me encantaría que de esa forma estés con la oruga ―su voz se apagó.
Me acerqué a ella, trayendo a mi niña en brazos, dejé mi mano en la de Bella.
― Estaré todo el tiempo que tú me dejes.
Nuestras miradas estaban enganchadas. No podía quitar mis ojos de ella, porque tenía la sensación que ella quería decir más y por el momento sabía que se estaba conteniendo. Necesitaba saber la razón de su silencio.
― Edward… ―pronunció haciendo una gran pausa― ¿me podrías cuidar mañana a Nicole? Necesito hacer algunas compras y es un poco complicado traerla conmigo.
Mis hombros se desplomaron por alguna razón. Quizá porque me sentí desilusionado, pero ¿qué más podía esperar? No era cómo sí ella fuera a proponerme nada… Al menos, no sería nada que no fuera relacionado con Nicole.
.
Al día siguiente adentré en casa con Nicole en brazos.
Estaba lleno de nervios, era la primera vez que tenía a mi bebé bajo mi cuidado, así que esperaba que fuera un tiempo perfecto. Me sentía capaz para echar andar todo lo aprendido con mis dos hijos mayores.
Dejé la maleta con las pertenencias de Nicole encima del sofá y seguí caminando, de alguna manera mostrándole la casa… su casa.
― Espero te guste ―dije― aún no tengo una habitación acondicionada para ti, pero estoy en ello, quiero que todo sea rosa y que no haya nada de carpetas ni peluches. Tu mami dijo que no es recomendable.
Mi niña balbuceó cuando llegamos al ventanal, se apreciaba toda la vegetación en el jardín trasero.
― Mira… ―le señalé― ahí estarán algunos juegos de patio para ti, habrá columpios, resbaladillas y quizá alguna casita de muñecas. ¿Crees que te gustará?
Nicole frunció el ceño y un puchero apareció en sus labios.
Empecé a mecer su cuerpo.
― Tranquila, si no te gusta, buscaremos otra opción. ¿Está bien?
Ella soltó un quejido seguido de un sollozo, antes de empezar a llorar con fuerza.
― Shhh… vamos cariño, no llores ―traté de calmarla, pero mis palabras solo incentivaron su mal humor.
Su lloriqueo se hizo desgarrador.
― No, no por favor princesa ―musité mientras la apretaba a mi pecho― no me hagas esto.
Quedaré como un idiota ante Bella. Quise darle su espacio, ayudar más y que ella pudiera realizar su día de compras y aquí estaba fallando porque no era capaz de cuidar de mi propia hija.
Angustiado quise calmar su llanto. Sin embargo, mis arrullos no eran suficiente.
Anduve hacia la cocina y la senté en la encimera; gruesas lágrimas caían de sus ojos y mojaban su rostro.
Su semblante me removió sentimientos.
Me dolía verla así. Sobre todo, me descolocó su mirada asustadiza.
― ¿Quieres comer un durazno? ―pregunté mirando los duraznos sobre el frutero, siendo consciente que la fruta estaba limpia, se me ocurrió darle un poco de néctar con una cuchara.
Apenas separó sus diminutos labios y la boca saboreo un poco de pulpa, los ojos de Nicole se ampliaron llenos de emoción.
Sonreí a la vez que limpiaba sus lágrimas.
― Así qué la clave es comer ―articulé.
Los gorgoreos por más se hicieron presentes. Nicole siendo impaciente sostuvo el durazno acercándolo a su boca.
Sacudí la cabeza mientras tomaba la llamada, mi celular tenía un minuto sonando.
― ¿Hola?
― Papi, vamos para tu casa ―dijo Elina―. Christopher y yo tenemos una sorpresa para ti.
Rasqué mi nuca. No era momento aún de presentarles a Nicole, no quería que fuera así, pero a la vez me sentía tan egoísta y embustero.
― No estoy en casa ―mentí.
El timbre sonó al mismo tiempo que Nicole soltó un balbuceó. Miré a mi bebé y luego hacía la entrada.
― Papá, ¿con quién estás?
Elina y Christopher no merecían una mentira mía, así como tampoco Nicole debía permanecer oculta, ella también era inocente.
Suspiré hondo.
No era un cobarde, era tiempo de afrontar las consecuencias de mis actos.
Hola, aquí estamos de nuevo. Ya sabemos quien llegó a la oficina, no se preocupen por Kate que ella viene con toda la buena actitud. También el acercamiento entre Edward y Bella se está dando de forma lenta, pues ambos apenas se están conociendo por el bien de su bebé. ¿Creen que es tiempo de que Edward hable con sus hijos?
Las invito al grupo de Facebook para que se unan a las encuestas que estoy haciendo *
Aquí los nombres de quienes comentaron el capítulo anterior: Lily Pattinson Stewart, Rosemarie28, Santa, mirylion, marisolpattinson, Diannita Robles, Pepita GY, Daniela Masen, Mabelli Masen Grey, Cassandra Cantu, Jade HSos, Flor McCarty-Cullen, Car Cullen Stewart Pattinson, Dulce Carolina, lunadimm, Ary Cullen 85, mrs puff, lilydiazcb150, Cary, Adriana Molina, Iza, Isis Janet, miop, Adriana Molina, tulgarita, Smedina, Pao pao, Antonella Masen, Lizdayanna, Maria Isabel Per, Jimena, NarMaVeg, sandy56, Noriitha, Mapi13, LOQUIBELL, Dess Cullen, Perla, Lili Cullen-Swan, Sonia, Vodkakalhua, rociolujan, The Vampire Goddess, angi marie cullen, Sofia, cocoa blizzard, saraipineda44, kasslpz, krisr0405, Adriu, y comentarios Guest
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