Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 391. Alguien En Quien Confiar (1)
De vuelta al Palacio del Oeste, las manos de Irina temblaban mientras tiraba de su cabello.
Nunca imaginó que los Vizcondes Greengrass la traicionarían al final de esta manera.
El intento de engañar al emperador era un crimen sumamente grave, que no podía compararse con el intento de matar a Astoria.
Por esa razón, el Juez de la Corte Suprema los sentenció a muerte en el acto.
Más adelante, la sentencia podría ser anulada en función de los resultados de la prueba de paternidad del templo.
No será anulada.
Irina sacudió la cabeza. No era su verdadera hija, así que el resultado de la prueba de paternidad era obvio. La sentencia definitivamente no sería anulada.
Ahora que esto había sucedido, sólo había un escenario posible. Morirían como malvados y miserables nobles caídos que se aliaron con la concubina del emperador para engañarlo, por otro lado, Irina...
—¡No! ¡No!
Irina gritó y rompió el juego de té. Hubo un estruendo, pero no lo encontró tan fuerte.
Irina respiraba con dificultad. No podía creerlo. Sus crímenes se agravarían debido a la escandalosa confesión de los Vizcondes Greengrass.
Una parte de su vida se había convertido rápidamente en una farsa.
¡Por las mentiras de personas despreciables!
Ya era un crimen grave hacer creer al emperador que Glorym era su hija, pero ahora era como si el propio matrimonio hubiese sido una artimaña.
—¡No! ¡No es así! ¡Ese bastardo de Jasper fue quien me pidió que me casara con él!
Irina gritó, empujando la mesa y pateando la silla.
—¡Y el Duque Riddle fue quien trajo a los Vizcondes Greengrass!
Apretó el puño, pateó la cama con furia, mordió una almohada y la tiró al suelo.
—¡Vizconde Vulturi, maldito bastardo! ¡No estaré satisfecha incluso si lo torturo hasta la muerte! ¡Debí matarlo primero! ¡Debí matarlo primero!
A pesar de desahogarse, su ira no disminuyó. Irina gritaba, se retorcía, tiraba de su cabello y sollozaba.
El Vizconde Vulturi. El Vizconde Vulturi siempre fue una maldita basura, pero a los Vizcondes Greengrass realmente los quería. Incluso llegué a desear que fueran mis verdaderos padres.
La última traición de los Vizcondes Greengrass se convirtió en una lanza enorme que se clavó en su corazón.
Irina sollozaba de rodillas.
¿Por qué todos me traicionan? ¿Por qué todos me atacan? ¿Por qué nadie me apoya?
Irina recordó a las personas que lanzaban huevos y frutas a Alec mientras maldecían. Junto con las horribles voces que pedían a gritos que la Emperatriz Irina fuera arrastrada con ellos de una vez...
Eventualmente, el miedo se hizo más fuerte que la ira.
—Debo, debo huir.
Irina murmuró nerviosa,
—La propuesta de huir del Barón Lant no es un disparate. No puedo permanecer aquí por más tiempo. ¡Todos me culpan!
Irina llamó desesperada a Arian, la sirvienta más experimentada. Aunque Irina tampoco confiaba en ella, no podía abandonar el Palacio del Oeste por su cuenta.
Sólo el Barón Lant podía ayudarla a huir, así que tenía que pedirle a Arian que lo llamara.
—¿Su Majestad?
Arian se sobresaltó al ver cómo Irina había puesto la habitación patas arriba.
Irina pidió a Arian con ojos llenos de lágrimas.
—El Barón Lant... Llama al Barón Lant. Por favor, ¡date prisa!
Arian dudó un momento antes de salir.
Irina no estaba segura de que Arian le haría este favor, pero al cabo de un rato el Barón Lant sí apareció.
En cuanto Irina indicó a Arian que saliera de la habitación, se aferró al Barón Lant y le suplicó entre lágrimas.
—Tengo miedo. Tengo miedo, Barón Lant. Todos me culpan de sus propios errores. Exageran mis errores para tratar de salvarse. A este paso definitivamente me condenarán a muerte. No quiero morir. ¡No quiero morir! Por favor, ¡ayúdame a escapar!
El Barón Lant levantó las manos torpemente con una expresión complicada.
Le había propuesto huir en un impulso momentáneo, ya que pensó en la inocente Irina de los días de concubina, pero ahora estaba entrando lentamente en razón.
Todavía se compadecía de ella, pero había demasiados factores a tener en cuenta como para actuar sólo por compasión.
Además, la situación era peor que cuando le propuso huir. El Vizconde Vulturi se declaró culpable, y los Vizcondes Greengrass soltaron una bomba que nadie previó.
—Su Majestad...
—Por favor, Barón Lant. Por favor.
Mientras el Barón Lant dudaba, Irina lo miró con ojos suplicantes como un cachorro.
Se veía tan lamentable que haría estremecer el corazón de cualquier persona. Sus ojos negros parecían los de un animal acorralado en un momento de desesperación.
—No puedo ayudarte del todo, pero... te ayudaré a salir de la capital.
Al final, el Barón Lant cedió. Aunque podía hacer oídos sordos a la petición de Irina, sentía que tendría pesadillas el resto de su vida si no la ayudaba.
—¡Gracias! ¡Muchas Gracias!
—Debemos salir de aquí de inmediato.
—Pero los caballeros me impiden salir del Palacio del Oeste.
—Puedo distraer a los caballeros por un tiempo. No es fácil hacerlo muchas veces, pero una sola vez es suficiente para tener éxito, así que date prisa y toma todo tu dinero.
A Irina no le quedaba mucho dinero. Esto debido a que cuando les pidió a los Vizcondes Greengrass que se fueran de este lugar, les dio la mayoría de las joyas que tenía porque se sintió apenada.
Nunca tuvo acceso directo a los fondos de los que disponía la emperatriz, así que no podía utilizarlos.
—Espera unos minutos.
Aun así, Irina comenzó a buscar en cada centímetro de la habitación. En un sitio donde no tendría conexiones, identidad ni parientes, lo único que podía ayudarla era el dinero. Así que decidió tomar todo lo que pudiera ser usado como dinero.
—Me adelantaré para hacer los preparativos...
El Barón Lant recordó el carruaje que había preparado para Irina hace unos días, confirmó su reloj y dijo.
—En 30 minutos haré que los caballeros abandonen sus puestos en la puerta principal del Palacio del Oeste. Sal por ahí, dirígete al corredor y sigue en línea recta.
—De acuerdo.
—Vístete como lo harías normalmente hasta llegar a la puerta principal del Palacio del Oeste. Una vez afuera, ponte inmediatamente una capa para cubrir tu ropa y tu cara.
El Barón Lant salió de la habitación después de que le dio algunas explicaciones. Irina todavía se movía afanosamente por la habitación, recogiendo joyas y objetos de valor. Al mismo tiempo, no se olvidaba de comprobar la hora.
Irina dejó la habitación cuando faltaban 15 minutos. Consideró que sería mejor irse antes que quedarse sin tiempo.
Sin embargo, cuando pasó por el salón se encontró con Arian, que parecía estar esperándola. Irina se detuvo sorprendida.
—¿No dijiste que... que ibas a lavar la ropa?
Irina tartamudeó y examinó a Arian. La expresión de Arian era firme, no su habitual expresión obediente e indiferente.
En cuanto Irina vio esa expresión, supuso que Arian había tomado una decisión importante.
Es evidente que quiere delatarme.
Irina miró amenazadoramente a Arian mientras su rostro palidecía.
Arian le aconsejó como si estuviera preocupada.
—Su Majestad, huir solo empeoraría su situación. En vez de huir, es mejor enfrentarse a las acusaciones.
Pero a Irina, estas palabras le sonaron falsas.
¿Desde cuándo ella se preocupa por mí?
Incluso cuando las sirvientas dejaron de obedecerla, Arian, la más experimentada de las sirvientas, no las disuadió.
Si no hubiera sido por el artículo sobre que sustituía a sus sirvientas con demasiada frecuencia, Irina habría asignado inmediatamente a Arian a otro lugar o simplemente la habría despedido.
Le resultaba sorprendente que ahora hablara así.
—Su Majestad, si ha hecho algo malo, debe pagar el precio, y si no es así, debe defenderse. Huir no es lo correcto.
