Capítulo 20: 1997


La habitación estaba iluminada cuando despertó, el sol comenzaba a salir por la ventana, ya era martes 1 de julio, si es que no había perdido el conocimiento por más de un día. Se levantó con dificultad aún mareada por la maldición que Snape había utilizado.

Inspeccionó con atención la habitación, era una novedad para ella. La cama era amplia y cómoda, con sábanas amarillas, el empapelado era de un tono verde pastel, con sillones rosados con borlas doradas. Un pequeño escritorio rojo con varios pergaminos y plumas había varios libros en un gran librero.

Había un espejo enorme en el que se podía ver por completo, debajo de este se encontraba un tocador hermoso lleno de cremas y lociones. Cuando vio su reflejo se sorprendió un poco, llevaba una elegante túnica azul oscuro, con una amplia falda negra que le llegaba hasta los pies y una blusa ajustada con un escote corazón del mismo color que la túnica. Su cabello estaba rizado y parecía tener maquillaje en el rostro. De inmediato buscó su varita, la pulsera donde siempre la guardaba se había ido, en su lugar estaba una hermosa esclava plateada con un brillante diamante coronándolo. Fue a través del espejo que vio abrirse la puerta.

Ginny miró sin miedo a los ojos a Voldemort, no… se corrigió mentalmente; a Tom. Era la primera vez que lo veía en persona, afortunadamente sus visiones la habían preparado para ver su rostro. Era tan diferente del Tom Riddle de 16 años que ella había conocido y amado. Tragó saliva y asintió hacia él, haciendo un gesto de invitación y dirigiéndose a los sillones, tomando asiento.

–Hola Tom, ha pasado tiempo.– Dijo tras unos segundos de silencio, se regocijó al observar la expresión de sorpresa en el rostro de ese hombre, él creía que ella estaría aterrada.

–Ginevra, asumo que sabes todo y espero que tu comportamiento continúe impecable cuando te conviertas en mi esposa.– Tom le dijo con la voz suave como seda.

–¿Cómo sabes que me casaré contigo?– Preguntó ligeramente divertida, él no podía ver el futuro.

–Tengo las runas de tu familia, querida Ginevra, y sin el consentimiento de tu padre, servirá el de otro hombre de tu línea de sangre sólo utilizando tus runas, te casarás conmigo quieras o no, tengo a tu familia en la palma de mi mano y si no cooperas ellos pagarán las consecuencias.– Dijo él con furia al ver la falta de miedo de la arrogante muchacha.

–Pareciera que no me conoces bien Tom, sacrificaría todo para salvarme, además sabes que sin mi consentimiento no puedes tomarme, es uno de los principios básicos de Lucrecia castitate.– Le dijo Ginny con una sonrisa tranquila, se levantó y se sentó junto a Tom, girándose hacia él para quedar de frente. –Dejemos de fingir y pongamos ¿cómo dicen los muggles? Las cartas sobre la mesa.

–Estoy de acuerdo querida.– Dijo él acercándose a ella como una serpiente a su presa.

–Haremos un contrato, respaldado por un juramento inquebrantable, no admitiré otra cosa Tom, te aseguraré mi lealtad y a cambio quiero promesas tuyas. Pondré mis habilidades en tus manos y a cambio quiero poder, te seré leal y a cambio quiero honestidad absoluta. Seré tu esposa pero no seré un adorno.– Dijo con firmeza, era un momento clave, no podría mostrar debilidad o perdería todo sin haber ganado nada.

–¿Por qué necesitaría tus habilidades, querida? La profecía sólo dice que tengo que tomar tu castidad.– Preguntó Tom con burla mostrando una mueca espantosa a ojos de cualquiera.

–Porque sólo así podremos vencer en la guerra que se aproxima.– Le contestó ella cuidadosamente, borrando su sonrisa.

–La guerra ya casi acaba, con Dumbledore muerto, el ministerio caerá pronto.– Le dijo casi burlándose.

–No Tom, lo que acaba de pasar sólo es una rencilla entre magos, la guerra más importante pronto vendrá y si no lideramos el lado de la magia los muggles nos eliminarán de la faz de la tierra, será una nueva cacería de brujas, pero esta vez no estará entorpecida por la religión y los muggles tienen armas que antes no poseían.– Le dijo, perdiendo el control por primera vez, era la primera vez que le decía a alguien esto, se obligó a detenerse por unos segundos y cerrar los ojos, respirando profundamente, trajo a su memoria varios recuerdos de sus visiones, sintió la intrusión en su mente y le permitió entrar. Hace tiempo había descubierto que las visiones no se podían distinguir de los recuerdos.

Ambos vieron la alternativa, Harry derrotando al Señor Oscuro el 2 de mayo del siguiente año, ella casándose con Harry, un nuevo gobierno ingenuo y amable, uno que buscaba cooperación con muggles y aceptaba todas la líneas de sangre, el error del nuevo milenio, la magia que quedó grabada y se difundió en el mundo entero, cómo comenzaron las cacerías, gobiernos muggles enteros que no estaban enterados de la existencia de la magia y su reacción al enterarse. Las revueltas en India, donde estaba la mayor comunidad de magos y el exterminio de los muggles allí, Estados Unidos lanzando una bomba de hongo a la áfrica subsahariana, China con sus purgas, el exterminio de los magos y brujas en América, el colapso del Reino Unido iniciado por el asesinato de la Familia Real de parte de los magos en represalia al descarrilamiento del expreso a Hogwarts.

El exterminio total de la magia con esas armas muggles raras, el que nadie en el mundo estuvo dispuesto al principio a usar magia negra, y cómo al final eran muy pocos para que esto surtiera efecto en la guerra. La derrota del mundo mágico al completo.

Tom la miró con sorpresa, evidentemente nunca había esperado nada como aquello. Ambos se quedaron en silencio, sólo viéndose a los ojos, ella con lágrimas brotando y él con incredulidad en sus facciones.

–Debo admitir que no esperaba esto.– Dijo él en un tono que no había utilizado en décadas.

–Lo sé, eres la primera persona que ve esto.– Le dijo, recuperándose de las visiones, debía hacer el trato de una vez. –Es por eso que cooperaré contigo, no quiero ese futuro y eres el único que puede cambiarlo.

–¿Yo? ¿Un salvador?– Dijo con incredulidad, mientras cerraba sus ojos.

–No para los muggles, pero sí para el mundo mágico, debemos comenzar a actuar Tom, eres la única persona que puede lograrlo y sólo podrás hacerlo con mi apoyo.– Le dijo Ginny tomando su mano entre las suyas y apretándola.

Tom le quitó la mano casi con miedo mientras le dirigía una mirada iracunda –No creeré en tus mentiras ¿es este tu pequeño plan para salvar a tu precioso Potter? Eres una estúpida si crees que caeré en esto.

–¡Las viste! Tú viste lo que yo he visto, no seas cobarde y acéptalo Tom, estás aterrado y por eso me acusas, pero no servirá de nada, me necesitas para cambiar esto y lo sabes, algo más te impulsa a creerme, algo te impulsó a buscarme y traerme ante ti.– Ella gritó mientras volvía a tomar sus manos. –Hay una razón para que alguien frío y pragmático crea en la adivinación y en las profecías.

Él quedó en silencio, después retiró su mano con lentitud y salió de la habitación en silencio.

Ginny se quedó sola, sollozando, llorando realmente por primera vez en 4 largos años. Sabía que regresaría, pero odiaba perder tiempo.

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Lord Voldemort regresó casi a regañadientes al cuarto de esa mocosa, sabía que ella tenía razón y detestaba tener que confiar en alguien. Ella pidió un contrato matrimonial y lo tendría, pero él tenía que protegerse de esa bruja y de sus tretas, tendría que ceder en algunos aspectos, pero en otros ella lo haría. Siempre había sabido lo que pasaría si los magos confiaban en los muggles, y él nunca permitiría que esas asquerosas ratas corrompieran y destruyeran el mundo mágico.

Cuando entró, ella seguía sentada en ese maldito sillón rosa, Narcissa tenía un gusto tan horrible. Ella no pareció sorprenderse de verlo, casi parecía estar esperándolo, como si siempre hubiera sabido que volvería. Avanzó y se sentó frente a ella.

–Tenemos que encontrar una piedra, una grande que he visto en mis sueños, si consumamos el matrimonio en ella volverás a tu aspecto original.– Fue lo primero que salió de su boca. Voldemort se sorprendió, ¿de que diantres estaba hablando? ¿Por qué querría volver a parecerse a su estúpido padre muggle? –Será más fácil que te sigan las demás comunidades mágicas con tu aspecto antiguo, si te presentas como líder ante los demás no confiarán en ti por como luces ahora.

–¿Cuál piedra?– Preguntó finalmente, lo único que le agradaba de ella era su pragmatismo, era directa y prefería lo que era mejor sin ninguna consideración moral, si tenía que ser su consorte, la prefería mil veces que a la niña llorona y melindrosa que había esperado que fuera.

–No lo sé.– Casi la mata en ese momento por su estupidez. –La he visto debajo de un trono, en la coronación de Reyes y Reinas que no conozco.

–La piedra de Scone.– Dijo de inmediato, asintiendo hacia ella, por lo menos sería fácil de conseguir.

–¿La conoces?– Preguntó con sorpresa –Estuve leyendo pero no encontré nada de ella, pensé que podría ser algo muggle, pero como ha habido reyes en el mundo mágico creía que tal vez era algo de nosotros.

–También la llaman la piedra del destino, es una piedra que se utilizaba para las coronaciones de los reyes escoceses hasta que el rey Eduardo I de Inglaterra saqueó la Abadía de Scone y se apropió de ella como botín de guerra, la instaló en la Abadía de Westminster para su uso en las ceremonias de coronación, incluso le construyó una silla especialmente diseñada, sobre la que desde entonces han sido coronados todos los reyes británicos. Lo último que supe es que está en la Abadía de Westminster.– Le dijo pensando para sí mismo, podía ser que fuera una runa, la piedra era muy antigua y bien podía ser una runa celta, después de todo era originaria de las Tierras Altas…

–Tenemos que tenerla antes de 3 de julio, la luna nueva de la madrugada del 4 de julio será el momento ideal para la consumación.– Le dijo sonriendo, un paso a la vez sería suficiente. –Otro asunto antes de nuestro matrimonio es tu nombre. Como sabes, mi nombre cambiará al tuyo cuando nos casemos, no es prudente que me convierta en la señora de Tom Riddle y todos puedan ver el registro, sabrán tu nombre verdadero y no creo que tus seguidores conozcan tu verdadero origen.

–Tienes razón, tendremos que cambiar mi nombre formalmente.– Le dijo, era algo fácil que no había hecho antes porque no había tenido motivo, pero la magia seguía atada a su antiguo nombre. –Tendré que cambiar el nombre en el departamento de registro administrativo, con ese cambio será suficiente, Pius Thicknesse podrá hacerlo sin mayor problema

–¿Usarás Voldemort como apellido Tom?– Preguntó con curiosidad, él pensó por un momento y después asintió, sería ridículo utilizar Lord como nombre propio, tendría que conservar el Tom…Thomas, sólo después, una vez que tomara el control sin títeres y sobrepasara a la Confederación Internacional, podría adjudicarse el "Lord" como título oficial, habían pasado siglos desde que abolieron la nobleza en el mundo mágico, pero como hijo de los Gaunt tendría derecho a reclamar títulos, a pesar de descender por línea materna.

–Escribiremos el contrato de inmediato.– Le dijo poniéndose de pie, tenía que llamar a algunos súbditos para enviar a buscar la piedra y cambiar su nombre legalmente. –Prepara un borrador, regresaré en un par de horas para revisarlo y hacer una versión final.

Salió de la habitación y se dirigió al salón principal, llamó primero a Severus y a Lucius quienes acudieron de inmediato. Ante la orden de su amo de traer antes del amanecer la piedra de Scone ambos asintieron, Lucius con pánico en su rostro, evidentemente sin saber de qué estaba hablando su amo, y Severus con expresión fría, él era de ascendencia muggle, seguramente sabría sobre la piedra.

Cuando los hombres se fueron llamó a Pius, quien apareció ante él temblando, normalmente cuando los llamaba a esa hora era para castigarlos. Le ordenó simplemente que lo llevara al Ministerio de Magia, a esa hora ya estaría vacío, antes de partir se miró al espejo y lanzó encantos glamour sobre el, hasta hacerse ver medio humano, no reconocible como Lord Voldemort.

Ambos se aparecieron en Londres y entraron por la puerta de visitantes, cuando él dijo su verdadero nombre, Pius casi se desmaya, reconociendo que el apellido de su amo indicaba que no era un sangre pura. Subieron al segundo piso y Pius lo escoltó al Departamento de Registro Administrativo, en donde entraron al Registro de Magos y Brujas con autorización de Pius, era después de todo el lugar donde se registraban mágicamente nacimientos, matrimonios y defunciones, por lo que el acceso era restringido.

Voldemort vio por primera vez el gran archivo que llevaba el control de las personas del mundo mágico. Al igual que en Hogwarts, una pluma escribía automáticamente cada vez que un niño mágico nacía y llevaba el registro de cada cambio en la vida de los magos y brujas. Buscó su propio nombre en el gran libro que tenía su año de nacimiento.

Tom Marvolo Riddle nacido el 31 de diciembre de 1926 en Londres, Inglaterra, hijo legítimo de Merope Cirse Riddle née Gaunt y Tom Fitzwilliam Riddle

–Cambia este nombre.– Le ordenó a Pius quien asintió con miedo y se acercó a él, murmurando un encanto largo y extraño, las letras empezaron a revolotear, después tomó la pluma mágica y la inclinó hacía Voldemort, pidiéndole que colocara su sangre allí. Una vez hecho se dirigió hacia el libro y colocó la punta sobre el papel, mirando hacia su Amo, esperando sus indicaciones.

–Escribe; Thomas Marvolo Voldemort nacido el 31 de diciembre de 1926 en Londres, Inglaterra, hijo legítimo de Merope Cirse Voldemort née Gaunt y Arthur Marvolo Voldemort.– Le ordenó a su sirviente, quien hizo lo pedido con rapidez, mientras el veía. Si usaba el nombre Merlín, sería una ridiculez. Una vez hecho, Pius volteó para ver si lo aprobaba, ante su asentimiento murmuró otro hechizo y las letras cesaron su movimiento, quedando plasmado ese nombre. –¿Se modifica algún otro registro?

–No, mi Señor, este registro es el principal, toda la información mágica deriva de él y cambia automáticamente con este.– Se quedó mirándolo sin expresión, aterrando al hombre, quien intentó llenar el silencio –Por su puesto que normalmente no es tan fácil cambiar el registro de un nombre, usualmente se requiere un juicio ante el Winzegamot, y se entra a la sala con la autorización de pocas personas, sólo 3 personas, incluyéndome, pueden modificar este registro, cada año el Jefe de aplicación de la Ley Mágica revisa el registro de cambios, afortunadamente la señora Bones acaba de hacerlo el mes pasado.

–¿El registro de cambios menciona los nombres que cambiaron?– La expresión de Pius casi hace que lo mate, tenían que borrar ese registro también, estaba rodeado de estúpidos.

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Terminó el contrato y lo revisó varias veces, era sólo un borrador, pero en ese momento detestaba escribir de manera tan horrible, Tom tendría que escribir de su puño y letra el contrato final.

Abarcaba lo importante, con algunas cláusulas menores que no le importaba mucho que Tom cambiara, pero que mantendría un balance entre lo que se borraba y se quedaba. Su familia, su posición como esposa y el poder que ejercería, su posición como consejera principal, el plan de conquista. Todo estaba incluido allí. Incluso la cláusula final sobre el silencio de ambas partes sobre la misma existencia del contrato.

Tom entró de pronto, con un poco de furia. La miró y asintió, como para decirle que todo estaba resuelto. Se levantó de la silla y lo invitó a sentarse en ella, para que revisara el contrato con comodidad.

–Tu letra es muy horrible Ginevra, casi no puedo entender tus garabatos.– Tom le dijo burlón. –Lo pasaré en limpio una vez que esté revisado.

Ginny le dio una sonrisa torcida, casi parecía estar bromeando. Tomó una silla y se sentó junto a él, leyendo cada clausula a su lado.

Ginevra Molly Weasley decidirá cómo tratar con los miembros de su familia, sin importar las ofensas cometidas ella estará a cargo de sus castigos, eso se cambiará, imagino que tratabas de decir que tú decidías como tratar a tus padres y hermanos, pero en cuanto nos casemos seré tu familia y no me vas a ordenar, cambiaremos esa oración, decidirás cómo tratar con los Weasley, no interferiré en ello.– la chica asintió con una sonrisa, la había atrapado en su primer intento…

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La ceremonia de matrimonio fue preparada con rapidez, en un parpadeo Ginny se encontró vestida con un vestido celta blanco frente a un espejo. Admiró sus ojos cafés brillantes de la emoción desbordante en su pecho, después de toda esa meticulosa planificación había subido el primer gran escalón hacia su meta. El vestido blanco había sido idea de Tom, ella quería el vestido celta verde, pero Tom tenía ideas muggles bastante retorcidas sobre el color blanco y la pureza de una mujer. Una idea ridícula y absurda que revelaba el origen muggle de su futuro esposo.

Casi parecía un traje medieval, el solo casarse sin túnica la molestaba, pero ya se había salido con la suya en el contrato y no quería tentar al destino tan pronto. El prístino vestido blanco sólo mostraba un escote corazón, con largas mangas abullonadas pegadas a sus brazos con un listón dorado atado a sus brazos terminando en sus dedos medios, con unas mangas sobrepuestas más anchas que colgaban hasta su cintura, estaba cerrado por detrás, atado en un corsé compresivo, la falda caía hasta cubrir sus pies. Su vibrante cabello rojo fue atado en una trenza y retorcido hasta hacer un moño en su nuca, un delgado y casi transparente velo blanco cubría su cabeza hasta sus hombros y tenía una tiara dorada coronándola.

Parecía…su garganta se cerró y sus ojos ardieron al pensar en el vestido que habría usado en su boda con Harry si hubiera decidido permanecer a su lado a pesar de las consecuencias. Cerró los ojos y se obligó a respirar y calmarse, no le servían de nada tener remordimiento ni arrepentimientos, y ella no era, no podía ser, el tipo de chica que se quejara y lamentara sus propias decisiones.

Se casaría con Tom, con Lord Voldemort, y en su conciencia no podía permitir dudas.

Cuando abrió los ojos el profesor Snape estaba detrás de ella, mirándola con sus penetrantes ojos oscuros. Sintió escalofríos en sus hombros, a pesar de todo, el profesor era bastante intimidante.

–Su hermano ya está aquí, señorita Weasley.– Dijo el hombre arrastrando las palabras, con tanta frialdad como de costumbre.

–Gracias profesor, ¿puede hacerlo pasar, señor?– Ginny volteó de su tocador y le ordenó a su profesor con toda la educación, el hombre asintió con evidente molestia y salió del cuarto. Dejó soltar un gran suspiro, prometiéndose que sería el último del día.

La puerta se abrió con fuerza y alguien arrojó a una persona desde fuera, para después cerrarla. Ginny vio a su adorado hermano aturdido en el piso y de prisa se inclinó y le ayudó a soltarse de las ataduras de sus manos y pies.

–Hermana.– Percy dijo con incredulidad al reconocerla, Ginny tomó las manos de su hermano y las apretó, para después abrazarlo y darle un beso en la mejilla, tenía que ser rápida en la explicación.

–Percy por favor no preguntes nada y escucha, no tenemos mucho tiempo. – Dijo Ginny con rapidez mientras le susurraba al oido, lo ideal sería lanzar un encantamiento alrededor de ellos, pero no, aún no le devolvían su varita, cubrió la boca de su hermano con una mano para evitar que la interrumpiera. –Me casaré con Thomas Marvolo Voldemort y tú aprobarás el matrimonio, como hombre Weasley de mi sangre lo puedes aprobar con las runas familiares, papá te explicó como es la ceremonia matrimonial, estoy segura.

Percy asintió ante esto, se moría de ganas de preguntarle muchas cosas, pero Ginny no lo permitió, hablaba con urgencia. –Serás el nuevo Ministro de Magia, Percy, Tom te nombrará, serás la cara de nosotros y necesito que realmente nos apoyes y no cuestiones las decisiones que tomemos. ¿Trajiste el anillo?

Él asintió y sacó el anillo del brazalete extensor que llevaba siempre, la argolla de compromiso que Harry le había entregado a su hermana, ella se lo había mandado hacía una semana con una detallada carta de instrucciones de un encantamiento que debía comenzar a preparar en él. Un recipiente de memorias.

–Tengo que casarme con Tom, Percy,– Repitió Ginny con lentitud, como intentado explicar la situación a ella misma. –El futuro del Mundo Mágico depende de que este matrimonio me una a Tom y seamos un solo ser, no puede haber dudas en mi corazón ni en mi mente, debo estar consagrada completamente a Tom para que funcione. Para que eso pueda pasar tengo que borrar de mi mente el amor por Harry, sólo dejaré mi cariño y afecto, también sobre los horrocruxes y sobre lo que pasará cuando las runas se encuentren por fin. En el momento en el que diga mis votos matrimoniales quedará activo un juramento inquebrantable que le hice Tom y seré forzada a detalatar todas las amenazas que yo sepa con certeza. El encanto de memoria que hiciste ¿funcionará?

–Por supuesto– Percy respondió con rapidez y seguridad, ese tipo de encantamiento eran nivel superior a EXTASIS, pero no le representaba dificultad. –Sólo tienes que hacer lo que te dije por carta y en este momento haré el encantamiento.

–Sí hermano, debes guardar muy bien este anillo, me lo darás cuando sea el momento, si es que llega. – Dijo Ginny con el susurro más bajo, para después soltarlo y comenzar a concentrarse en sus memorias, no olvidaría su historia con Harry por su puesto, sólo quitaría fragmentos vitales para la caza de horrocruxes así como gran parte del amor que sentía por él (la parte que lo amaba con desesperación y se aferraba a lo único que la conectaba a sus hijos), no podría continuar y entregarse a otro hombre si lo recordaba con tanta intensidad, y otra cosa que ella debía sacar de sus memorias, la verdadera razón de la acción que haría esta noche, y otra acción que haría en unos años, cuando sería completamente inocente de lo que pasaría. No permitiría que sus votos matrimoniales la ataran en esos asuntos.

Pronto, cuando ya habían terminado el encanto, Severus regresó por ellos y estuvieron listos para partir hacia la ceremonia que la uniría a Tom.

Hasta que la muerte los separe.


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