Capitulo 42
Mientras Shun aun combatía a Atavaka…
Mei se limpio la sangre que caía de su ceja rota. Estos Espectros estaban pateándolo como pelota de futbol. Lo peor, no podía evitarlo, el Cosmos de Perséfone lo mantenía inmóvil contra el suelo, dejándolo víctima a los golpes de los Espectros.
Los tres Espectros lanzaron al mismo tiempo golpes cargados de Cosmos que mandaron a volar a Mei al Muro de los Lamentos, su espalda choco con la pared y escupió saliva con sangre antes de caer al suelo.
-Es satisfactorio golpear a un Caballero Dorado- dijo un Espectro.
-Si. Me alegro de haber revivido- dijo el otro.
-Con esto, es posible que consigamos un ascenso en las filas- dijo el tercero.
-¿Por que no mejor me matan y ya? Así no escucharía sus tonterías...- dijo Mei, colocando un brazo pegado al muro como apoyo para levantarse.
-¡¿Qué dijiste, impertinente humano?!-.
-Aparte de estúpidos, los Espectros también son sordos-.
El Espectro golpeo a Mei en el rostro, mandándolo a adentrarse a agujero en el Muro.
Al ver a donde fue lanzado Cáncer, Perséfone tuvo una idea.
-Mis Espectros- los aludidos miraron a su reina. -Se que debe ser satisfactorio para ustedes golpear a este impertinente humano, así como para mi verlo sufrir, pero es momento de acabar esto. Láncenlo a la Hiper Dimensión y dejen que su cuerpo sea destruido-.
Los Espectros sonrieron malignamente. La Hiper Dimensión, o también conocida como el Camino de los Dioses, es una dimensión creada por el mismo Hades que conduce a los Campos Elíseos. Es llamado el Camino de los Dioses porque la presión y energía del lugar era tan grande que cualquiera que no sea un Dios, o este protegido por la bendición de uno, sería destruido al instante.
Aunque Hades la creo, cualquier Dios es capaz de abrir portales a ese camino desde cualquier lugar.
-Oh no...- Mei, que escucho las palabras de Perséfone, sabía que estaba en verdadero peligro. -Se terminaron los juegos-.
Perséfone hizo presión con su Cosmos para inmovilizar a Mei, mientras sus Espectros se acercaban y tomaban al Santo de la pierna, arrastrándolo hasta donde termina el agujero y da paso a la Hiper Dimensión.
-¿Últimas palabras, Santo?- Pregunto el Espectro riéndose.
Pero toda acción se detuvo al sentir la elevación de un poderoso Cosmos desde la Esfera de Tolomea.
-¿Shun?- Mei reconoció el Cosmos de su hermano. Sabía que en Cosmos y poder destructivo, Shun era el más poderoso de los Caballeros Dorados en ese ámbito, pero hasta él se sorprendió por todo el Cosmos que hacía arder.
Sintieron dos Cosmos chocar, pero el primer Cosmos supero y elimino al segundo.
-Parece que tu último guerrero cayo- Mei sonrío mostrando los dientes al sentir como el Cosmos de su hermano era el único que persistía. Le preocupo sentir su Cosmos descender, pero como aun se sentía, supuso que Shun quedo agotado después de tal liberación.
La Reina del Inframundo apretó con fuerza el tridente, su hermoso rostro hizo una expresión de furia. Toda sus acciones al final fueron en vano, pero si podía al menos, eliminar a uno de los Santos de su hermana, entonces se daría satisfecha.
-¡Ya tírenlo!- Ordeno enfurecida.
Antes que el Espectro arrojara a Mei, este había aprovechado la conmoción del gran Cosmos de Shun para crear unas llamas infernales en su mano. Toco la pierna del Espectro que lo tenía agarrado, haciendo que las llamas se extiendan por todo su cuerpo y lo quemaran.
-¡Aaah! ¡Aaah! ¡Quítenmelas! ¡Auxilio!- Pidió el Espectro desesperado, tropezando y cayendo al interior de la Hiper Dimensión, donde su cuerpo y armadura se hicieron añicos.
-Uno menos, quedan dos-.
-Te quitaré esa petulante sonrisa de tu rostro yo misma- Perséfone elevo su Cosmos, creando una esfera de Cosmos en la punta de su tridente, donde lanzaría un ataque que golpearía y empujaría a Mei adentro del Camino de los Dioses, terminando con su vida.
Pero se detuvo al escuchar el graznido de un fénix.
-¡Alas Ardientes del Fénix!- Un fénix de llamas surco todo el camino hacía ellos. Perséfone dio un salto para evitarlo, y los dos Espectros que le quedaban recibieron el impacto, siendo incinerados.
Ikki y Hyoga llegaron a la sala del Muro de los Lamentos. Ambos con notables heridas de sus combates y viéndose fatigados, pero con sus espíritus y Cosmos aun ardiendo.
-¿Por que tardaron tanto?- Mei vio feliz la llegada de sus medios hermanos.
-¡Imposible! ¿Cómo pueden mantenerse de pie ante mi Cosmos?- Pregunto sorprendida la Reina del Inframundo.
Ikki saco del interior de su armadura un pergamino que tenía escrito el nombre de Athena en griego y en sangre.
-Athena me dio este pergamino que esta escrito con su sangre, protegiendo a cualquiera cerca de este del Cosmos de cualquier Dios que sea más débil que ella. Por lo que veo, tu eres el caso-.
-¿Y no pudiste darme uno también?- Pregunto Mei retóricamente.
-Por el tiempo, y por que se le ocurrió cuando ya nos íbamos, Athena solo pudo hacer uno. Me lo confío a mi, creyendo que sería el más indicado para salvaguardarlo-.
Era cierto. A Athena se le ocurrió hacer este sello cuando estaban saliendo ya del Templo Patriarcal. Se lo dio a él por ser el último en salir, y por ser de todos quien más probabilidades tenía de salvaguardarlo. Shun y Mei estaban bajo la mira de Perséfone, por lo que era un riesgo que cualquiera de los dos lo tuviera, y Hyoga tenía el deber de líder de la misión. Este era su deber en el grupo: cuidar el pergamino con la sangre de Athena.
-Este pergamino no solo nos ayuda a protegernos del Cosmos de Perséfone, sino que también funciona como un sello; en el momento en que te toquemos con este pergamino, debilitará lo suficiente tu Cosmos como para hacerte vulnerable a nosotros- explico Ikki, mirando a la Diosa.
-Me están subestimando si creen que será tan fácil- dijo Perséfone, aparentando firmeza, a pesar de que en el fondo estaba nerviosa; pero como Reina del Inframundo, no debía mostrar debilidad.
La Diosa pelirroja levanto su arma, creando una esfera violácea de Cosmos que libero descargas por todas direcciones que destrozaban el suelo y las paredes. Ikki y Hyoga se movieron rápidamente cerca de Mei, para que el Cosmos del sello lo cubriera. El Santo rubio coloco las manos sobre el suelo y creo un muro de hielo como escudo, pero que fue destruido fácilmente por el Cosmos de Perséfone, que lo lanzo a chocar con una parte del Muro de los Lamentos.
Ikki cargo Cosmos en su mano que se materializo como llamas que lanzo contra la Diosa, quien las aparto con un movimiento de mano, para posterior lanzar más descargas a sus enemigos. Perséfone no era tonta, sabía que si los Caballeros se acercaban a ella lo suficiente, sería su perdición. No confiaba en poder derrotar a los Caballeros de Athena en una lucha cercana, así que la mejor oportunidad de ganar era mantenerlos a raya y atacar con su Cosmos.
-¡Llamas Infernales!- Ahora que podía moverse, Mei reunió almas que uso como combustible para crear Fuego Fatuo, lanzándolo en contra de la Diosa, esperando que le dañara mucho.
Pero se vio infructuoso cuando los ojos de Perséfone brillaron de poder cósmico, generando ondas de tono purpuras que se extendieron como una barrera. Los Fuegos Fatuos se detuvieron a centímetros de la Diosa, suspendidos en el aire, antes de cambiar en dirección y devolverse como ataques contra quien lo lanzo.
-¡Plasma Llameante!- Ikki desplego los millones de golpes de fuego a la velocidad de la luz que chocaron con las Llamas Infernales, neutralizando la técnica. -Primer consejo cuando enfrentas a un Dios: ten cuidado al usar tus técnicas, ya que pueden devolvértelas. Aunque según Athena, no muchos Dioses tienen esa habilidad-.
-Tienes que mejorar en tus avisos, ¿sabes?-.
Perséfone libero más de su Cosmos como descargas. Extendió la mano, creando una esfera gigantesca de Cosmos que lanzo hacía Ikki y Mei. En su avanzar, destruía el suelo por el que pasaba.
Cuando la esfera se acercaba, un muro de hielo se levanto en medio del ataque y sus objetivos. Una explosión violácea sacudió toda Giuddeca, iluminando por segundos la habitación. Cuando la luz se fue, el muro de hielo estaba con varias grietas, pero seguía de pie.
-Muro de Hielo- Hyoga fue el que creo el muro, y con su Cosmos, reparaba las grietas. -Es una variante del Ataúd de Hielo que desarrolle. Es un muro hecho de un hielo que esta a la temperatura del Cero Absoluto, y es tan resistente que ni un ejercito de Caballeros Dorados podrían destruirlo con solo fuerza bruta- explico.
-Bien pensado, Hyoga- dijo Mei, levantando el pulgar.
-Tal vez sea resistente para estándares humanos, ¡pero soy una Diosa!- Perséfone hizo estallar su Cosmos violentamente. -¡Ahora les mostraré la diferencia entre ustedes y yo!-.
-Tiene razón: tu muro parece formidable, pero no creo que sea suficiente para pararla- dijo Ikki.
-Lo se; pero servirá para darnos tiempo en pensar un plan- respondió Hyoga. -Y creo tener uno ahora-.
En el Inframundo Bíblico, en donde Xenovia llevaba a cabo su entrenamiento, que era un gran bosque donde no había problemas en desatar cualquier poder, la ex-sacerdotisa seguía con su entrenamiento bajo la tutela de su mentor.
-No pelees contra la Energía Sagrada de Durandal, deja que fluya por tu cuerpo, siéntela y úsala de manera controlada-.
Quien instruía a Xenovia en el control de Durandal era un hombre de mediana edad de 2 metros, pelo blanco, ojos azules y arrugas en la cara; a pesar de ser un anciano, tiene un cuerpo extremadamente musculoso y grueso.
Este hombre era Vasco Strada, el portador de Durandal anterior a Xenovia, y tenía una compatibilidad tan alta con Durandal, que se dice que su habilidad con esa arma era igual, o hasta superior a Roland, el portador original de la Espada Sagrada. Sobre todo, es conocido en las Tres Facciones como el humano sin Sacred Gear más poderoso del mundo.
Aquellos que lo han visto pelear, dicen que solo sus puños pueden destruir hasta el acero más fuerte como si fuera nada, que un aura dorada lo rodea al pelear, como si el mismo poder divino lo cubriera para luchar.
A pesar de su gran poder y su gran compatibilidad con Durandal, Vasco decidió dejar de usarla por su avanzada edad, no porque tuviera problemas, sino porque él pensaba que era momento de que alguien más joven usara la espada. Por eso no tuvo problemas cuando Durandal eligió a Xenovia y la Iglesia se la entrego.
Ahora, con Xenovia convertida en Demonio, y gracias a la Alianza de las Tres Facciones, él fue asignado por el Arcángel Michael a ayudar a la actual portadora de Durandal en el manejo y control de la espada.
Xenovia soltó aire y cerró los ojos, sintiendo la energía de Durandal. Era un poder crudo y grande que hacía que el agarre en el empuñadora fuera difícil de mantener firme. La energía que la recorría siempre que sostenía a Durandal era poderosa, pero no tenía control de ese poder.
Pero eso cambiaría.
-¡IIIIAAAAH!- Balanceando la hoja de arriba hacía abajo, libero un corte de energía sagrada que se arrastro por la tierra hacía adelante, derribando a todos los árboles que estaban en el camino.
El resultado fue un camino de destrucción en donde no quedo nada, ni árboles ni césped que estuvieron en el radio del ataque.
Vasco asintió, luciendo complacido. -Bien. Finalmente pudiste controlar la energía de Durandal para lanzar un ataque de gran poder, pero que no desperdicia energía. Ya estas tomando más ritmo-.
-Todo gracias a sus enseñanzas, Strada-sama- dijo Xenovia, limpiándose el sudor de la frente con su brazo izquierdo. -Pero es realmente difícil controlar la energía de Durandal, aunque sea un poco-.
-Te entiendo, a mi también me costo en un inicio...-.
-¡¿A usted, Strada-sama?!- Exclamo Xenovia sorprendida. No daba cabida en su mente que la persona más poderosa en combates en la Iglesia tuviera las mismas dificultades que ella.
-¡Ohohoho! ¡Pues claro, hermana Xenovia! Nadie nace siendo fuerte. Incluso los llamados "prodigios", tienen que entrenar para pulir sus habilidades y mostrarlas al máximo- Vasco camino hasta estar frente a Xenovia, quien tenía que levantar la cabeza para verlo a la cara por la gran diferencia de alturas. -Te puedo decir por experiencia propia, que tú y Durandal son muy similares. El hecho de que sea difícil controlar su energía, y siempre libere grandes cantidades de poder cuando ataca, demuestra que Durandal es del tipo que ataca sin pensar con su abrumadora fuerza, al igual que tú, hermana Xenovia-.
Xenovia tardo tres segundos en procesar por completo las palabras. -Gracias por la comparación, Strada-sama, pero... ¿me llamo bruta?-.
-Creo que es hora de descansar. Descansar bien es tan importante como entrenar- Vasco cambio rápidamente la conversación.
Minutos después, ambos espadachines estaban sentados arriba de un mantel bien colocado, comiendo sándwiches preparados que estaban guardados dentro de una canasta con té.
-Casi olvido lo bueno que son los sándwiches de la Iglesia- comento Xenovia contenta, comiendo su sándwich.
Vasco asintió en señal de estar de acuerdo. -Es cierto, pero estos no son los mismos. Fueron hechos por la hermana Griselda-.
Al escuchar ese nombre, Xenovia trago un pedazo grande de sándwich, atorándose en el proceso. Bebió rápidamente de su té para que el pan pase y respire.
-¿La-La hermana Griselda?- La peliazul tembló al escuchar el nombre de su tutora. -¿E-Ella sabe que usted me entrena?-.
-Por supuesto. Como tu tutora en la Iglesia, me pareció adecuado contarle antes de venir- respondió Strada calmadamente.
-Y... ¿cómo esta?-.
-Si te refieres a como esta ante la noticia de que ahora eres un Demonio, pues parece que la tomo bien, aunque escuche que cuando se entero, entreno ese mismo día con los novatos de la Iglesia, y todos terminaron con huesos adoloridos-.
Xenovia le mando una disculpa mental a esas pobres almas que sufrieron la des quitación de Griselda por su culpa.
-No debes preocuparte a que la hermana Griselda te odie, hermana Xenovia. Creo que esta más molesta por las situación y razones en que te viste obligada a reencarnarte, que la decisión en si-.
-Eso espero- Xenovia suspiro. -No he tenido el valor de contactarme con ella por temor a lo que diría ahora que soy un Demonio. No quiero que me repudie, no se si lo soportaría-.
Vasco palmeo gentilmente la cabeza de Xenovia como forma de consuelo. -Estoy seguro que no te odia, solo debe estar preocupada por tu salud. Debería llamarla y hablar del asunto, las ayudaría a ambas, aunque eso ya es un asunto en el que no me puedo meter-.
-Lo pensaré... gracias por el consejo, Strada-sama-.
-Es deber de los viejos guiar a las futuras generaciones a crecer y desarrollarse, para cuando sea hora de dejar el mundo, nos vayamos sin preocupaciones- Vasco alzo la mirada al cielo, sus ojos contenían nostalgia. -Mi maestro me enseño eso-.
-¿Tuvo un maestro?- Pregunto Xenovia, interesada.
Vasco asintió. -Fue cuando era joven, debía tener tu edad cuando entrene con él. Sus enseñanzas me ayudaron mucho a ser quien soy ahora, tanto como guerrero, cómo persona- termino su sándwich. -Él no pertenecía a la Iglesia, de hecho, era seguidor de otro Dios; pero tenía un sentido de la justicia y del deber más grande que haya visto en mi vida, junto con una sabiduría que pocos pueden alcanzar-.
-Suena como alguien realmente asombroso...-.
-Lo era...- sonrió con nostalgia, para posteriormente levantarse. -Creo que descansamos suficiente. Hay que reanudar el entrenamiento-.
-¡Si!-.
Xenovia termino su sándwich, y ambos reanudaron su entrenamiento para que Xenovia controle a Durandal.
(En Giuddeca)
-¿Entendieron el plan?- Dijo Hyoga, viendo a sus medios hermanos.
-Bien claro, Hyoga- dijo Mei.
-Terminemos con esto- dijo Ikki.
Mientras planeaban su ataque, Perséfone había atacado con su Cosmos para destrozar el escudo que era el Muro de Hielo, pero Hyoga había usado todo de su Cosmos y aire frío para mantener el muro y no se destruyera, demostrando su fuerza al resistir los ataques de un Dios, y lo débil que era Perséfone a comparación de otros Dioses como Athena, o Thanatos e Hypnos.
Pero todo tenía un límite, y Hyoga había llegado al suyo.
Todo la planeación y resistencia había sido cosa de dos minutos, pero dos minutos decisivos.
Perséfone dio una estocada con el tridente, destruyendo finalmente el muro de hielo y creando una explosión que daño los alrededores de la sala. Se vio una figura salir expulsada del humo, y Perséfone lo identifico como el Caballero de Acuario con heridas por su ataque.
Otras dos siluetas se movieron a los lados del humo, siendo los otros dos Caballeros. Al estar furiosa y concentrada al atacar, Perséfone había dejado de presionar el ambiente con su Cosmos, permitiéndole a sus enemigos moverse.
-¡Niños Perdidos!- Mei creo hilos con las almas que recolecto y los uso para envolver el cuerpo de Perséfone, rodeándola de almas. -Quieta-.
-¡No me das ordenes!- Perséfone envió una ola de Cosmos que destruyo los hilos de almas y golpeo a Mei, mandándolo a chocar contra el Muro de los Lamentos, escupiendo sangre por el impacto y la careta de Cáncer saliéndose de su rostro.
Pero ese segundo en que ataco, le dio la oportunidad a Ikki de acercarse. Con su Cosmos en su puño derecho, lanzo un golpe al aire, lanzando un fino rayo de energía naranja que golpeo y atravesó la cabeza de la Reina del Inframundo. El mismo Ikki pareció moverse con la técnica, desapareciendo y apareciendo a gran velocidad a espaldas de la mujer.
-¿Eso debió hacerme algo?- Pregunto Perséfone con burla. No sintió ningún dolor por el ataque. -¡Ahora muere!- Aprovecho la cercanía para dar una estocada con su tridente, clavándolo en la cabeza de Leo, atravesando su cráneo. La sangre comenzó a escurrir al suelo. -¡Todos mueran por el bien de Hades!-.
Hizo estallar su Cosmos al máximo, liberando una explosión que se expandió y cubrió a todos los Santos e hizo estallar el techo de Giuddeca.
Al despejar el humo, la zona de combate estaba destruida, gran parte del techo del templo también, pero no quedaba rastros de sus enemigos.
-Lo hice... gane... jajaja... ¡Hahahaha!- Perséfone rio a carcajadas. -¡Yo sola derrote a la Elite de Athena! ¿Viste eso, Hades? También soy fuerte. Puedo protegerte. No tienes que preocuparte por nada, yo protegeré el Inframundo de quien sea. Athena, Zeus, o mi propia madre, Deméter. Todos ellos me dan igual, solo quiero que estemos juntos de nuevo en los Campos Elíseos. Una vez que use el cuerpo del humano Shun como tu nuevo cuerpo, será así-.
-Así que por eso querías a mi hermano- Una voz retumbo en la oscuridad.
-¡¿Qué?!- Perséfone miro en todas las direcciones, buscando el origen de la voz que sonó. -¿Quién eres? ¡Muéstrate!-.
Para sorpresa y confusión de la Diosa, de las cenizas, surgió Ikki de Leo. Su mirada estaba ensombrecida, pero Perséfone podía sentir que la estaba viendo.
-¡Imposible, yo te destruí! ¡No debería quedar nada de ti!- La Diosa dio un paso atrás cuando Ikki dio un paso adelante, y luego otro. -¡Atrás!-.
-La única persona que no le quedaran ni cenizas, eres tú- Ikki levanto su mano y llamas comenzaron a salir del fuego, rodeando a ambos por completo.
Las llamas se acercaron a Perséfone, quien intentaba apartarlas con su Cosmos, pero no reaccionaba. Las llamas comenzaron a cubrir su cuerpo, y la Diosa solo podía gritar de agonía, sus gritos se volvían cada vez más fuerte, y el humano no parecía apiadarse de su dolor.
Cuando las llamas la cubrieron hasta la cabeza y sus gritos parecían extinguirse por la agonía... despertó.
Cuando fue consiente de su entorno, no estaba cubierta de llamas, sino de rodillas y con las manos en el suelo, sudando por completo, algunos cabellos pegándose a su rostro.
-¿Q-Qué...?- La pelirroja estaba luchando por respirar. El miedo en su cuerpo estaba presente en como temblaba y el sudor que caía. Hizo esfuerzo por levantar su rostro, viendo a los Caballeros que creía haber asesinado, estar de pie con heridas que le causo y que comenzaban a cerrar por sus Cosmos. -¿Qué paso...?-.
-Puño Fantasma del Fénix. Es una técnica que le provoca ilusiones a quien la recibe al punto de destruir su mente, o debilitarla demasiado si sobreviven- Ikki explico. -No sabía si en verdad funcionaría contra un Dios; pero no imagine que sería tan efectiva. Si estas viva, es solo porque eres una Diosa-.
-¿Una ilusión...? ¿Todo eso fue... una ilusión?- Perséfone no daba crédito. El fuego que vio, el calor que sintió, el dolor que le ocasionaban las llamas... todo se sintió demasiado real como para en verdad creer que solo fue una ilusión.
-Se termino- declaro Hyoga, acercándose a pasos serenos y con la guardia alta. -Perdiste, Reina del Inframundo. No opongas más resistencia. Te llevaremos ante Athena como prisionera, y con eso, terminar definitivamente las Guerras Santas contra el Inframundo-.
Miro a Ikki y le asintió, señal para que se acercara y le colocara el sello de Athena a la derrotada Diosa. Con el sello puesto, el Cosmos de Perséfone será tan débil que no será un problema en el camino. Aun hace falta que vayan por Shun, pero no será ningún problema a este punto.
Cuando Ikki estaba a punto de colocar el sello en la espalda de la Diosa, un oscuro y poderoso Cosmos estallo no muy lejos de donde estaban. Los Santos Dorados se les erizó la piel al sentir ese Cosmos, y por instinto, dieron un brinco hacía atrás.
Perséfone reacciono de manera opuesta a ellos. Levanto su cabeza y miro hacía la única entrada del lugar. Su mirada tenía un brillo de sorpresa con esperanza en lo más profundo, y una sonrisa amenazaba por aparecer en sus hermosas y cansadas facciones.
-Ese Cosmos...- Ikki reconocía ese Cosmos, nunca podría olvidarlo.
Un Cosmos oscuro como la noche más oscura, en donde las estrellas no podrían verse, porque no hay luz en esa noche.
Los pasos metálicos resonaron en los oídos de los presentes, haciendo eco por lo cerrado de las paredes. No eran ruidosos ni demasiados suaves, pero se oían como pasos firmes de alguien que no podría ser detenido.
Una silueta rodeada de un aura violácea oscura comenzó a notarse mientras más se acercaba. Cuando la silueta se acerco lo suficiente como para ser vista, los tres Santos se horrorizaron al ver facciones que conocían de sobra, pero que en ese momento, les eran irreconocibles.
Ojos azules vacíos de vida, pero que contenían una fuerza y rabia en estos momentos dirigida hacía ellos. Un cabello sucio por las batallas, que ahora era de un fino color rojo vino, y una voz dura que demandaba respeto y obediencia.
-No se atrevan a tocar a mi reina-.
Radamantys no esperaba abrir de nuevo los ojos y ver el cielo del Inframundo. Esperaba que su alma volviera a ser sellada por Athena después de perder y que su cuerpo pereciera, pero no era el caso. Se medio incorporo, notando rápidamente que sus heridas fueron curadas completamente.
Cerca suyo, estaba la Sapuris de Wyvern en su forma de estatua, lo que lo confundió, ya que estaba seguro que había sido destruida a pedazos por el último ataque de su adversario, pero en cambio, estaba de pie sin ningún rasguño, ¿cómo era posible eso?
Escucho un quejido a su izquierda, y vio a Triptolemos despertar. Él también parecía curado de las heridas que debió de haber sufrido en su combate, y su armadura también estaba completamente reparada y en su forma estatua. También noto que estaban en el destruido Templo de Caina.
-¿Radamantys?- Triptolemos llamo al británico lentamente, con sorpresa en su voz. -¿Cómo...?- Iba a preguntar como seguía vivo, ya que había sentido como su Cosmos desaparecía lentamente, pero recordó su propia condición después de perder ante Acuario, y se vio a si mismo, completamente curado. -¿Qué esta pasando?-.
-Ambos fueron salvados por el Cosmos de Hades-.
Al escuchar una tercera voz sonar frente a ellos, vieron a una persona sentada en escombros.
-¿Aiacos? No...- Radamantys lo llamo así inicialmente al ver que la persona usaba la Sapuris de Garuda, pero solo basto verle el rostro para notar de inmediato que no era su camarada Juez de esta Era. -Tú no eres Aiacos. ¿Quién eres y porque estas usando la Sapuris de un Juez del Inframundo?-.
-Por que soy un Juez del Inframundo, aunque no de esta Era- respondió el desconocido lentamente mientras se ponía de pie. -Y sobre quien soy... soy alguien que Hades revivió y condeno a servirle por necesidad-.
-¿El señor Hades te revivió?- Repitió sorprendido Triptolemos. -¿Cómo? Él es solo un alma...-.
-Eso no parece ser un obstáculo para él...- vieron al desconocido sonreír. -Pero no creí que en esta Era, Hades fuera reducido a una simple alma. Los Caballeros de esta Era deben ser excepcionales-.
-Aun no nos dices quien eres- dijo Radamantys tajantemente, poniéndose de pie.
Al hacer eso, pudo mirar mejor las facciones del desconocido: era un hombre de veinte años, por sus facciones era de origen Griego, de tez clara y ojos azules. Su cabello era un azul oscuro desordenado que le llega hasta poco más de la nuca. Como observo antes, usaba la Sapuris de Garuda con el casco en el brazo.
-Considérenme actualmente su compañero, pero si quieren mi nombre... soy Suikyo, ex-Santo de Plata de Crateris, pero por el bien de la paz de las personas de la tierra, fingí traicionar al Santuario en la Guerra Santa anterior como Espectro y caí en combate. Y ahora, 200 años después, Hades me resucito como Espectro debido a una mayor amenaza que pone en peligro todos los reinos-.
-¿Un ex-Santo de Athena?-.
-¿Una mayor amenaza que pone en peligro todos los reinos?-.
Radamantys y Triptolemos repitieron lo que más importante les pareció de las palabras del ahora identificado Suikyo.
Suikyo cerró los ojos y enfoco su vista en Giuddeca. Los otros dos hicieron lo mismo por reflejo, haciendo que abrieran los ojos al sentir el Cosmos de su señor en su templo.
-Ese Cosmos es de...-.
Triptolemos no pudo terminar porque Radamantys lo corto al comenzar a correr. De alguna manera, su señor Hades estaba en Giudecca, y la calma que parecía haber indicaba que la lucha era ahora en ese lugar, por lo que no podía perder el tiempo, debía ir a apoyarlo.
Pero una estaca de hielo frente a sus pies lo detuvo.
-¡¿Qué haces?!- Gruño hacía Suikyo, quien tenía la mano levantada, donde su palma estaba rodeada de una capa de agua y hielo. -¡No te interpongas en mi camino!-.
-La batalla ya termino, el Inframundo perdió, pero esa no es la prioridad ahora- Suikyo hablo con calma, bajando su brazo. -Hades me dio tres ordenes para ustedes, y que debemos seguir-.
-¿Qué ordenes?- Pregunto Triptolemos.
-¡No le escuches, Triptolemos! ¡Fue un Santo de Athena, debe estar mintiendo!- Señalo Radamantys a Suikyo.
-La Sapuris lo esta vistiendo, tu debes saber lo que significa eso- dijo Triptolemos. -Si viste una Sapuris, es porque una Estrella Maligna esta en su cuerpo, y si tomamos como verídicas sus palabras, entonces si fue un Juez del Inframundo en la última Guerra Santa, lo que explica porque puede vestir una Sapuris, aun sin la Estrella no esta en su cuerpo, lo estuvo alguna vez-.
-¡No podemos confiar en él!-.
Triptolemos ignoro el gruñido de su compañero para enfocarse en Suikyo. -¿Cuáles son las ordenes del señor Hades?-.
-Evito que ustedes mueran porque hay que seguir protegiendo el Inframundo. Dentro de poco, vendrán seres a atacarlo, porque hay algo que esta oculto bajo el mar helado de Cocytos, algo que escondió por petición del Dios Bíblico-.
-¿El Dios Bíblico?- Triptolemos había escuchado del Dios que dominaba la actual religión y de las Tres Facciones, así que sabía de quien hablaba. -¿Por que el señor Hades ocultaría algo de otro Dios?-.
-No lo se, pero es lo suficientemente importante como para no dejarlo caer en malas manos-.
-¿Cuáles son las otras dos?- Radamantys se acerco a los dos, sus ojos eran dagas hacía Suikyo.
-Esta orden es más para mi, y te conecta completamente, Radamantys-.
-¿A mi?-.
-Hades me dio la orden de entrenarte-.
-¡No te burles!- El Cosmos de Radamantys rodeo su cuerpo. -¡Soy uno de los Tres Jueces del Inframundo! ¡No necesito entrenamiento, y menos de parte de un Santo de Athena!-.
Suikyo no se inmuto. -¿Ese es todo el Cosmos que puedes generar sin la armadura? Qué débil-.
-¡¿Qué dijiste?!-.
-La mayor debilidad de los Espectros no es su arrogancia, sino su dependencia al poder de las Sapuris. La razón por la que Athena siempre gana las guerras, es porque sus guerreros están entrenados en el arte de la guerra y del Cosmos, y no dependen del poder que las armaduras les otorga, a diferencia de los Espectros, que escogen cuerpos humanos no entrenados en el Cosmos y dependen de sus armaduras, pero si les destruyen estas, no serán diferentes a cualquier humano ordinario-.
No soportando más las palabras, Radamantys cargo su puño de todo el Cosmos que pudo reunir y lanzo un golpe, que Suikyo detuvo con un solo dedo, para su gran sorpresa. No pudo hacer nada más porque fue mandado al suelo y estrellarse con unos escombros por una onda de Cosmos que se genero del dedo de Suikyo.
-¿Lo ves? Tus puño fue tan débil en ese golpe, que hasta mi alumno te hubiera derrotado en esa forma-.
Radamantys se puso de pie. -¡No te burles! ¡Eso fue porque tenías tu armadura puesta!-.
-¿Y si tuvieras la tuya sería diferente? Eso solo prueba que tengo razón. En las batallas de guerreros que usan el Cosmos, lo que define la victoria no es la armadura, sino quien más pueda hacer arder su Cosmos, y el tuyo, Radamantys, es tan débil y pequeño como una vela-.
Radamantys apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se enterraron en su piel, pero el dolor no era nada comparado al dolor en su orgullo por las palabras del desgraciado que tenía en frente, porque aunque no lo dijera, tenía razón.
-Así que Hades no le quedo de otra que hacerme tu niñera y entrenarte. Si te sirve de consuelo, a mi también me desagrada la idea- Suikyo no oculto en su voz el asco que le daba el ayudar a fortalecer a alguien del ejercito enemigo de Athena.
-¿Por que el señor Hades te revivió a ti, especificamente?- Pregunto Triptolemos.
-Ya veo que no todos los Espectros son descerebrados- dijo Suikyo, mirando a Triptolemos antes de responder. -Eso fue porque a pesar de unirme a su ejercito, mi lealtad siempre fue a Athena, solo me uní a él por los problemas que afrontaba el Santuario y parte del plan que el Patriarca de mi época, un amigo cercano y yo, ideamos para solucionar eso-.
-Un agente doble- Radamantys escupió cada palabra.
-Si. Por eso, mi alma fue la de un Santo hasta el final, por lo que no se contamino con la maldad de la Estrella Maligna, así que Hades pudo revivirme sin verse obstaculizado por el sello de la Torre de los 108 Espectros- termino de aclarar.
-¿Cuál es la tercera orden del señor Hades?-.
-También mencionaste una amenaza que peligra a todos los reinos. ¿De que amenazas hablas?-.
-La última orden de Hades fue que busquemos el escondite de la Brigada del Khaos, porque el ser de quien hablo, se esconde, junto con las verdaderas mentes maestras detrás de ese grupo terrorista que usan a Ophis como portada- Suikyo estaba serio al hablar. -Al buscar su escondite, nos ganaremos el favor de las Tres Facciones y de Athena, evitando que se vuelvan enemigos por ahora. Y sobre quien es la amenaza, pues es...-.
(En Giuddeca)
Los tres Santos de Oro se encontraban en total guardia con sus Cosmos listos para estallar. La opresión del Cosmos que salía de Shun era grande, mucho mayor al poder de cualquier humano.
-¿Qué es este Cosmos tan opresor y poderoso que viene de Shun? ¿Por que su cabello cambio de color?- Pregunto Mei.
-Es Hades- declaro Ikki, sus ojos eran dagas hacía el cuerpo poseído de su hermano. -Cuando Hades poseyó el cuerpo de Shun cambio su color de cabello. Al inicio es del color que vemos ahora, y cuando lo poseyó totalmente, su cabello cambio a uno tan oscuro como la noche- como el único de todos, aparte de Athena, de haber visto a Shun en su estado poseído, fue su deber notificar esto a sus camaradas.
-¿Cómo lo poseyó? En ningún momento sentimos su Cosmos- pregunto Hyoga.
-Debió ser después de que lo dejáramos para terminar su combate con aquel Espectro. Aprovecho su estado débil para poseerlo- Ikki apretaba los dientes. -Pero aun hay esperanza, ese color de cabello significa que no ha poseído totalmente el cuerpo y alma de Shun-.
-Lo que nos da una oportunidad para salvarlo- reconoció Mei.
-No nos queda de otra más que luchar- dijo Hyoga.
Los cuerpos de los tres estaban agotados y al limite, físicamente estaban al límite, pero sus Cosmos estaban ardiendo por el deseo de salvar a su camarada de armas y de sangre a cualquier costo. No sería la primera vez que superan los limites humanos para obrar milagros, en tanto haya esperanza.
-No estoy interesado en ustedes, Santos- la voz ronca y lúgubre de Hades se mezclaba con la voz de Shun. -Es con Athena con quien quiero hablar-.
Levantando la mano, atrajo el sello que Ikki tenía en mano hasta la suya. El Cosmos de Athena reacciono al suyo, y Hades lo uso como un comunicado a su sobrina y mayor enemiga.
En el Santuario, Athena levanta la cabeza al sentir una perturbación. Siente como el Cosmos que impregno en el sello con su sangre que le dio a Ikki volvía a ella de una manera que no debería.
-Athena- un escalofrío recorrió la espalda de la Diosa al reconocer la voz que le hablo. -Athena, ven a mis dominios. Tenemos que hablar. Si te niegas, mataré a tus Santos y me quedaré con el cuerpo de Andrómeda-.
Ese fue todo el mensaje antes que el Cosmos desapareciera.
-¿Qué pasa, Athena?- Pregunto Nicole, viendo la absoluta seriedad que tomo el rostro de la Diosa.
-Algo malo esta pasando en el Inframundo, tengo que ir de inmediato- Athena llamo a Nike hasta su mano.
-Es demasiado peligroso que vaya sola al Inframundo- intervino Nicole rápidamente. -Si algo les paso a los Caballeros que fueron a terminar el combate, entonces necesitamos tiempo para reunir un grupo más grande de guerreros-.
-No será necesario, iré yo sola, pero no como la primera vez, esta vez, será mi alma la que vaya al Inframundo. Hades me ha invocado-.
-¡Con más razón no puedo dejarla ir! Estará vulnerable- dijo preocupado el Patriarca.
-Hades amenazo con asesinar a mis Caballeros si no voy a hablar con él, no tengo opción- los rasgos de Saori se relajaron y le regalo una dulce sonrisa a su Patriarca. -No te preocupes, Nicole, estaré bien. Encárgate de todos en lo que tardo-.
Sabiendo que no podría hacerla cambiar de opinión, el Patriarca no tuvo de otra que agachar la cabeza y desearle fortuna. Odiaba ser impotente en estos casos en que su Diosa se ponía en peligro, pero al menos debía asegurarse de mantener la paz y estabilidad del Santuario. Era su responsabilidad como Patriarca.
Athena, con Nike en mano, se sentó en su trono y encendió su Cosmos divino que rodeo su cuerpo. En un instante y haciendo uso de su autoridad y el Octavo Sentido, separo su alma, que tenía la forma de su cuerpo mortal actual, y descendió al Inframundo.
Entre que Hades tomo el sello de Athena para llamarla, solo fueron tres segundos. Terminado eso, el sello callo al suelo sin Cosmos. Sus ojos azules se enfocaron en su esposa.
-Hades- pronunció la pelirroja con sorpresa e inmensa felicidad el nombre de su esposo.
-Te agradezco todo lo que has hecho por mi, Perséfone; pero no quiero verte involucrada o sufriendo por mi causa- Hades/Shun se acerco a la Diosa, ayudándola a levantarse. Perséfone se apoyo en su cuerpo abrazándolo, tanto porque aun estaba débil por la ilusión que sufrió, como por la necesidad de sentir a su esposo, aun si no era su verdadero cuerpo. -Mi amada Kore-.
Ikki ya estaba perdiendo la paciencia e iba ser el primero en atacar, pero un destello dorado y divino lo detuvo. El alma de Athena se manifestó frente a sus guerreros.
-¡Saori!- La llamaron los tres humanos, sorprendidos por su aparición.
-Mis amigos- Saori les sonrió a sus leales guerreros y amigos. -Ustedes han hecho un gran trabajo luchando en el Inframundo. Ahora yo terminaré todo-.
-Lamentamos mucho nuestra incompetencia Athena. No pudimos completar la misión y ahora Shun volvió a ser poseído por Hades- se disculpo Hyoga profundamente arrepentido, como líder del grupo, todo era su culpa. Ikki y Mei no dijeron nada, pero en sus miradas estaba la misma culpa que en Hyoga.
Saori negó con la cabeza. -Ustedes hicieron un trabajo más que excelente, no tienen nada de que culparse. Dejen que yo me encargue de Hades ahora-.
Se giro hacía el Dios del Inframundo en el cuerpo de Shun, que rompió su abrazo con su reina para encararla.
Los enemigos mortales volvían a estar cara a cara. La tensión en el ambiente crecía a cada segundo que se miraban a los ojos.
-¿Qué es lo que quieres, Hades? Si quisieras luchar contra mi, no me habrías invocado-.
-Quiero una tregua- las palabras de Hades salida de los labios de Shun sorprendió a todos los que la escucharon. -Soy consciente de lo que sucede en el Panteón, por lo que no te conviene luchar contra mi si estas ocupada lidiando con Ares. No tiene sentido que luchemos entre nosotros ahora-.
-Perséfone fue quien comenzó esta batalla, rompiendo la regla del Gran Zeus de no provocar más Guerras Santas. Mi padre quiere que la lleve hasta él para que reciba el castigo que merece- dijo Athena, señalando a Perséfone con Nike.
-Zeus podrá ser el Rey del Olimpo, pero yo soy el Rey del Inframundo. Su palabra no tiene cabida en mi reino, y mientras Perséfone este en mis dominios, no puede hacer nada-.
-Sabes que Perséfone no puede estar siempre en tus dominios-.
Las palabras de Athena eran verídicas. Como parte del acuerdo entre Hades y Deméter, para que la Diosa volviera a sus deberes como Diosa de la Agricultura a la tierra que se estaba quedando seca y sin vida sin su Cosmos, Perséfone debía volver con ella, pero como consumió la Granada del Inframundo, ella debe estar seis meses en el Inframundo, y seis meses en la Tierra. De los seis meses en el Inframundo, hasta ahora han pasado 3. Perséfone solo podría ocultarse de la ira de su Padre otros tres meses más antes de que tenga que volver a la Tierra, donde será vulnerable a Zeus.
-Deméter nunca dejaría que Zeus le hiciera daño a su hija. Ambos sabemos lo sobreprotectora que es-.
Las palabras de Hades también eran ciertas. Desde la Era del Mito hasta la actualidad, Deméter odia a Hades por tener a Perséfone seis meses en su dominio. Aun sabiendo el amor que su hija le profesa, esta en desacuerdo con su relación, y cuando llegaba el tiempo de estar juntas, la cuidaba con la mayor de las adoraciones posibles.
Deméter nunca dejaría que Zeus le hiciera algún tipo de daño a Perséfone.
-¿Condenarías a tu propia hermana a sufrir un castigo, sabiendo que lo hizo por amor?- Dijo Hades lentamente.
-No intentes burlarte de mi, Hades- dijo Athena con despreció. -Nada puede justificar los errores de Perséfone contra mi Santuario y mis Caballeros. Como hermana las desapruebo, pero como Diosa protectora de la Tierra, las condeno-.
Athena podía poseer un gran amor, pero había aprendido a no ser ingenua, ni tan indulgente. Fue Perséfone quien comenzó esta lucha, y las consecuencias que sufriría serían solo culpa suya. En un inicio, Athena pensaba encerrar a Perséfone en Cabo Sunión como prisionera antes que Zeus le diera la orden capturarla para llevarla ante él.
-Sabía que dirías algo como eso, así que le he asignado a mis Jueces la misión de no solo proteger el Inframundo, sino de buscar la guarida en donde se esconde la Brigada del Khaos- la declaración sorprendió a Saori y sus guerreros. -Si se repara el daño cometido, no hay porque afectarla a ella, Athena-.
-Hades...- Perséfone estaba conmovida por lo que Hades hacía por ella, pero a su vez, la hacía sentir culpable por los riesgos que estaba tomando.
Ikki, Mei y Hyoga prestaron atención a lo que dijo Hades, y concentrándose, notaron que en la Primera Esfera, estaban tres Cosmos: dos de ellos eran Radamantys y Triptolemos, y por su Cosmos, estaban vivos y en buena salud. Hades debió salvarles la vida antes de que murieran, pero Mei y Hyoga no reconocían el tercer Cosmos, pero sin era el de un Espectro.
Ikki era el único que reconocía ese Cosmos. -Este Cosmos se me hace familiar...- abrió los ojos ampliamente al identificar de quien era. -Pero no es posible, según Shun, murió, y fue hace más de 200 años- miro a Hades. -A menos que lo haya revivido, de la misma forma que revivió a Saga y al resto-.
-Tienes que liberar el cuerpo de Shun- declaro Athena, su voz indicaba que no era una petición.
-Dejaré parte de mi Cosmos en el interior de Andrómeda como precaución y un seguro, ya que sin mi cuerpo, mi alma no puede dejar el Inframundo, y debo mantenerme en el Inframundo para que este no colapse y las almas que están aquí vayan al mundo humano y causen un desequilibrio-.
-¿Por que debería confiar en ti, Hades? Nunca has hecho nada digno de confianza, causando millones de muertes de inocentes y de mis guerreros a lo largo de los siglos, queriendo destruir a la Tierra y a la humanidad- Athena apunto a Nike hacía Hades/Shun. -Una buena acción no cambiara todo el dolor y muertes que has causado por tus ambiciones, y yo tampoco tengo intención de perdonarte tan fácil-.
Hades rio suavemente, para extrañeza y precaución de Saori. La expresión que hacía en el cuerpo de Shun no era de alguien que se sintiera amenazado, sino de alguien que tenía a todos en la palma de su mano.
-No es cuestión de que quieras confiar en mi o no, sobrinita. Es que no tienes de otra. Tú, Zeus, los Ángeles, Caídos y Demonios. Incluso puede que yo también. Todos son parte de un plan mayor de un ser que se esconde en las sombras, que usa a la Brigada del Khaos y a Ophis como tapadera para actuar con libertad. La única razón por la que establezco esta tregua contigo es por ese ser, que si no se le detiene, destruirá todo lo que existe-.
Para que Hades recurra a tales acciones, el ser de quien habla debe ser realmente peligroso e inmensamente poderoso para que el mayor enemigo de Athena tenga que tragarse su orgullo y odio hacía ella para proponer una tregua y evitar el fin de todo.
-¡¿Quién?! ¡Quiero un nombre, Hades! ¡¿Quién es el que dices que se esconde detrás!?- Exigió Athena.
-Uno de los Primordiales que dieron forma a la Tierra. El concepto y manifestación del mar, el mismo ser que libero a los Titanes del Tártaro hace años y los hizo enfrentarse a tus Santos Dorados para cumplir sus planes. ¡El Mar Oscuro, Pontos!-.
En otra parte del mundo, un ser más antiguo que la historia observaba el mar con calma desde lo alto de un risco. Su piel blanca sentía el viento del mar y su cabello celeste desordenado se sacudía por el viento. Sus ojos verdes observaban con calma el paisaje que tenía delante, mientras su cuerpo, oculto por una túnica café, se sacudía.
-¿Qué observas, mi buen amigo, Pontos?-.
Pontos giro la cabeza al escuchar la voz, viendo la llegada de un hombre de mediana edad de cabello plateado y barba y de ojos azules. El traje que usaba el anciano era igual al que usaba el Maou Lucifer, y lo más destacable, era su gran parecido con Vali.
-El Mar... su esencia sigue intacta. No importa cuanto pase el tiempo, el mar siempre se mantendrá igual de bello-.
-Muy profundo. Deberías dar clases psicología, amigo, te iría bien- comento el anciano de manera bromista.
-El hecho de que vengas a verme, es porque necesitas de mi ayuda, ¿no es así, Rizevim Livan Lucifer?-.
La persona con la que el Dios Primigenio hablaba era nada más ni nada menos que el hijo del Lucifer original con Lilith, registrado en la Biblia como Lilin, y el abuelo de Vali. Fue él quien creo en secreto la Brigada del Khaos, quien convenció a Ophis de ser la líder del grupo y darles poder a todos quienes la servían, a cambio, ellos la ayudarían a expulsar a Gran Rojo de la Brecha Dimensional.
Una gran mentira por supuesto, pero Ophis ni sospechaba. Podía ser una de las existencias más poderosas del mundo, pero era muy fácil de manipular, sirviendo como un líder títere, para que sus enemigos no sospechen de él ni de sus aliados.
Mientras Ophis le da poder a todo los grupos que se forman en la Brigada del Khaos y luchan contra las Facciones, él y sus aliados trabajan en sus planes tras bambalinas sin que nadie se diera cuenta.
-Tan perceptivo como siempre, amigo mío- Rizevim sonrió. -Lo encontramos-.
Al decir esas dos palabras, Pontos finalmente lo miro. -¿En serio? Creí que tardarían un poco más en hallarlo-.
-Mi hijo es listo. Ahora me alegro de no haberlo matado. El problema es que al encontrarlo, tiene varios sellos a su alrededor que impide que siquiera nos acerquemos. Mi hijo identifico que los Sellos están hechos de una combinación de Magia y Cosmos, así que quiere que vayas a verlo y ver que puedes hacer- se lo pidió amablemente. -Se lo pediría a tu amigo, pero esta más concentrado en entrenar a la Facción de los Héroes. No se porque esta obsesionado con esos niños, que no tienen nada de héroes-.
-A él le interesa el progreso humano, por eso los entrena y se niega a entrenar a cualquiera que no sea humano- respondió Pontos.
-Si, lo se, lo dejo bien claro cuando nos conocimos. Solo divagaba- dijo Rizevim. -¿Irás?-.
-Sabes que te ayudaré, por el acuerdo que hicimos. ¿Quieres que destruya esos sellos?-.
-¡No!- Dijo dramáticamente. -Incluso si pudieras, ¡aun es muy temprano! Apenas conseguí la muestra de ADN de Ophis, y tomara más tiempo para avanzar en mis planes. Además que estoy interesado en como Azazel-Ojisan y el resto de mocosos de las Facciones actúan antes de hacer cualquier cosa. Calculo que en algunos meses podremos mostrarnos ante todos. ¡Imagina sus caras cuando nos vean!-.
-Nunca entenderé tu gusto por lo dramático...-.
-Lo que diferencia a alguien ordinario y a un personaje principal es la presentación. ¡Cuando llegue el momento, tenemos que presentarnos de tal modo que impresione a todos!-.
Pontos suspiro ante las payasadas de su aliado, pero era lo de menos. Las habilidades de Rizevim, su influencia, inteligencia y poder eran algunas de las razones por las que decidió aliarse con él.
Espero siglos, esperar un poco más antes de la ejecución de su plan no era nada para él, un Primordial, un ser que supera en existencia a los mismos Dioses.
No importaba la espera, lograría su cometido.
(En Giuddeca)
Saori quedo helada ante ese nombre, la fuerza en sus manos era tan débil que casi provoca que su báculo caiga... conocía ese nombre, no existía Olímpico que no conociera ese nombre, y todos los nombres relacionados.
-Pontos... no puede ser... los Primordiales desaparecieron hace milenios-.
-Desaparecer no es lo mismo que dejar de existir, eso lo debes saber bien, Athena- dijo Hades. -Pontos es el último de los Primordiales en mantener una forma física. Pero él estuvo detrás de la liberación de mi Padre, Kronos, y el resto de Titanes hace años, liberándolos con solo el 30% de sus fuerzas, lo que los hizo lo suficientemente débiles para que tus Caballeros Dorados los derrotaran. No se cual es la naturaleza de su plan, pero si se que buscara destruir a los Olímpicos, y a todo el mundo, eso incluye mis dominios-.
Hades/Shun comenzó a acercarse a Athena, Hyoga, Mei e Ikki se pusieron en guardia ante cualquier movimiento que hiciera Hades para dañar a su Diosa, pero solo se paro más cerca de Saori.
-Lo que le pase a los humanos me da igual, pero no dejaré que destruya el balance entre la vida y la muerte, que destruya mis dominios, ni que le haga daño a mi reina- sus ojos escudriñaron a Athena. -No puedo hacer mucho en mi forma actual, y de nada sirve intentar apoderarme del cuerpo de Andrómeda, sabiendo bien que puedes expulsarme de su cuerpo como lo hiciste años atrás. Avisarte de la amenaza que se acerca, así como prestarte la fuerza y habilidad de los pocos guerreros que me quedan, es todo lo que puedo ofrecerte. Solo quiero una cosa a cambio-.
-¿Qué cosa?- Pregunto con rabia Saori.
-Tu palabra- dijo con total seriedad. -Vas a jurarme Athena, que cuando termine el plazo en que Perséfone debe estar en el Inframundo, ella no será juzgada ni por ti, ni por Zeus, ni por ningún otro Dios. Cualquier crimen o acto que haya hecho serán retirados y ella no sufrirá ningún castigo por sus acciones, que daño no le hicieron a nadie-.
-Perséfone actuó en mi contra y en contra la palabra de Zeus- dictamino duramente.
-¿Y desde cuando tu eres obediente a Zeus? No juegues a la niña buena, Athena. Ya luchaste contra mi y contra Poseidón antes, irías contra el mismo Zeus para proteger a los humanos. Estoy seguro que un día lo harás-.
-Hades...- Perséfone se llevo una mano encima de donde tenía el corazón.
-Te seré claro, sobrina: tú vas a impedir que los demás Dioses juzguen a mi esposa, de lo contrario, personalmente me aseguraré de escarmentar y torturar a cualquier alma de un Caballero tuyo por cada uno de los Infiernos, y cuando me canse, voy a desintegrar para que jamás reencarne-.
La mirada de Hades/Shun se enfoco en los Dorados presentes, quienes le devolvieron la mirada con fiereza.
-Empezando con estos tres-.
-No tienes el poder de hacerlo, Hades- Athena se planto firme ante la amenaza del Rey del Inframundo, él cual se había tornado agresivo y lascivo en su contra.
-Estas en mis dominios, Athena, y en ellos hago lo que me plazca- Hades aferro con fuerza la muñeca de Athena con la mano de Shun, y a pesar de ser un alma, la estrujo. Saori uso un poco de su Cosmos para que la soltara. -Ten la seguridad de que cumpliré mi palabra, si no obtengo la tuya. Un día, recuperaré la fuerza suficiente para volver a tomar otro cuerpo humano. Perséfone, aun cuando enfrente un castigo, es inmortal, y se que Zeus no la destruirá, y cuando recupere fuerzas, destruiré todo para rescatarla, incluidos tú y el Olimpo. ¿Qué fue lo que dijiste cuando luchamos? ¿Qué el amor nos hace a los humanos sensibles y fuertes? Pues te aseguro, que por el amor que siento a Perséfone, no limitaré recursos por ella. Soy de capaz de abrir las puertas del Tártaro y más. El Olimpo no conoce mi ira. La guerra que se avecina no será nada comparado a lo que yo haré por vengar a mi reina. Las vidas humanas serán incalculables. La tortura, el dolor, el sufrimiento que haré pasar a cada humano que muera sera tal que blasfemaran contra ti...-.
-¡Basta, Hades!- Saori exploto su Cosmos furiosa y apunto a Nike a su cuello. Si no atacaba, era porque tenía la conciencia suficiente para recordar que el cuerpo por el que Hades hablaba era de Shun.
-¡Athena!- Los Dorados se sorprendieron por el arrebato de furia de Saori. Nunca la habían visto así de furiosa.
Perséfone también estaba sorprendida. Por un momento, vio en la Athena de ahora la actitud que tenía la Athena de la Era del Mito antes de ser la Diosa protectora de la Tierra.
-Tal vez estos sean tus dominios, pero no olvides quien te derroto. El Cosmos de Zeus permite a tu alma seguir existiendo, pero si vuelves a hacer una amenaza como esa otra vez, yo personalmente me aseguraré de que no quede nada de tu alma-.
Hades sonrió ladinamente. -Esa forma de hablar me recuerda a como eras antes de que Zeus te dejará la Tierra- divago. -Ya te he dado el aviso para que te prepares, Athena, así como las dos opciones para el futuro. ¿Tu orgullo, o la seguridad de tus preciados humanos? La decisión es tuya, Athena-.
-Nunca más vuelvas a amenazarme de esa forma, Hades- siseo la Diosa mordazmente. -Liberarás el cuerpo de Shun, Perséfone tendrá que revertir su error, y yo a cambio te prometo que intervendré por ella para que no enfrente el castigo de mi Padre-.
-¿Tengo tu palabra?- Hades/Shun sonrió vilmente y extendió su mano.
-Si- Athena miro la mano, pero se negó a tomarla.
Hades bajo la mano e hizo una mueca de disgusto que no combinaba con el rostro de Shun, al hacer una tregua con su enemiga mortal desde la Era del Mito, pero por el bien general de todo el mundo humano y sobrenatural, y sobre todo, por la seguridad de Perséfone. era la mejor opción.
-Liberaré el cuerpo de Andrómeda, dejando una parte de mi Cosmos en su interior, y te puedes llevar a tus Santos a la Tierra, pero quiero un momento para despedirme de mi reina- Hades volteo a ver a Perséfone un segundo.
Saori no sintió mentiras o malicia en su pedido, y no era tan cruel como para negar la última reunión de dos amantes, aun cuando se tratara de Hades.
-Tienes tres minutos- Saori miro a sus Santos. -Es hora de que vuelvan a casa-.
Extendió a Nike frente a ellos y los rodeo de su Cosmos divino, haciendo que resplandezcan y desaparezcan. Los teletransporto de vuelta al Santuario. Miro a Hades/Shun y cubrió el cuerpo de Shun con su Cosmos. Cuando el alma de Hades deje su cuerpo, Shun inmediatamente será teletransportado al Santuario.
-Una última cosa, Athena- la voz de Hades/Shun detuvo a la Deidad de volver a su cuerpo. -No subestimes a Pontos. Puede que seas la Diosa de la Guerra Estrategica, pero él te lleva siglos de ventaja. Desconozco la naturaleza de su plan, como te dije, pero si se que el conflicto entre usuarios del Cosmos es parte de su plan, así que esta Guerra Santa de Ares debe ser cosa suya. También te digo que un aliado suyo es una Diosa que estaba bajo mi mando, al igual que Thanatos e Hypnos-.
-¿Quién?- Pregunto Athena. Necesitaba cualquier nombre de aliados para prepararse.
-Su nombre es Ker, la Diosa de la Muerte Violenta, hermana menor de Thanatos e Hypnos. Tiene el poder de implantar maldad en los cuerpos y almas de seres, es lo que ella hizo con el Santo de Géminis que yo reviví para que fuera en tu contra. A diferencia del resto de Dioses, ella puede manifestarte en la Tierra con su cuerpo verdadero-.
Athena prestó atención a todo lo dicho por su enemigo, y viendo que no tenía nada más que decir, se rodeo de su Cosmos, devolviendo su alma a su cuerpo.
Estando completamente solos, Hades se acerco a su amada y le puso una mano en la mejilla, acariciándola con el pulgar. Perséfone beso esa mano, sin importarle que el cuerpo fuera el de un humano.
-Hades... yo...- Perséfone no sabía que decir. Estaba conmovida por las palabras y acciones de Hades por ella, pero la hacían sentir una inútil.
-No digas nada- Hades la cayo suavemente. -Tú jamás juzgas mis acciones, ¿por que yo tendría que hacerlo? Mi reina-.
Perséfone abrazo el cuerpo que usaba Hades con fuerza. Ella podía ser firme, fría e indiferente con cualquier otro, incluso con su madre, pero con Hades, volvía a ser esa dulce y joven Diosa de la que el Dios se enamoro, aquella que estaba dispuesta a sacrificar todo por él.
Hades acarició la cabellera de fuego de su amada, sabiendo que no tenía mucho tiempo en su actual cuerpo, decidió recordar el tacto, el calor y olor de su amada y guardarlo en su alma, porque sabia que no podría sentirlos en mucho tiempo.
-Perséfone- Hades separo a su amada, y a pesar del deseo que sentía por besarla, nunca dejaría que labios que no fueran los suyos de su verdadero cuerpo probaran los dulces de su reina. -Debes tener mucho cuidado. Si hay algo que nos caracteriza a ambos, es que no tenemos aliados en ninguna parte. Athena no perdonará fácilmente tus acciones en su contra, y los Dioses no te verán con buenos ojos. Jamás aceptarán lo que viene debajo de la tierra, aun si es una dulce flor-.
Perséfone sonrió ante el dulce apodo por el que la llamo.
-Los Demonios con los que hiciste un trato te perseguirán por traicionarlos. Radamantys, Triptolemos y Suikyo te protegerán en el Inframundo, pero cuando tengas que subir a la superficie, tienes que ir al Panteón Bíblico, busca al Arcángel Gabriel-.
-¿El Panteón Bíblico?- Pronuncia sorprendida. -¿Por que?-.
-Durante la Gran Guerra de las Tres Facciones, el Dios Bíblico se acerco a mi, porque una criatura que mantenía sellado se libero y descontrolo todo en su guerra. Cuando lograron calmarlo, el Dios Bíblico vino a mis dominios a pedirme que sellara a esa criatura en lo más profundo de Cocytos. Accedí a mantenerla sellada en mis dominios por respeto a ese Dios que puso en su lugar a Zeus. Desde entonces, el Cielo tiene una deuda conmigo, y esa Arcángel fue la única testigo de mi trato con Dios-.
Aunque a Hades no le gustaba la idea de mantener a su Diosa cerca de seres fuera de su Panteón, y que además, eran aliados de Athena, Perséfone estaría más asegura lejos del Olimpo. Confiaba en que Deméter cuidaría de su hija, pero ni ella podría hacer algo si la furia de Zeus supera su limite.
Su hermanito siempre fue fácil de provocar.
-Te amo, Perséfone- fueron las últimas palabras de Hades, antes de abandonar el cuerpo de Shun, dejando un poco de su Cosmos en el interior del humano en caso de que lo necesitara y para que lo protegiera de otros Gobernantes del Inframundo.
Mientras su alma se alejaba y el cuerpo de Shun volvía al Santuario, vio a su esposa soltar lágrimas que le rompieron el corazón. Aquella joven que encontró jugueteando y canturreando en los prados del Olimpo, aun seguía siendo una joven excepcional, y era tan temerosa y decidida que podía arriesgarlo todo por alguien como él.
Perséfone parecía ser una dulce rosa inofensiva a ojos de otros, pero las rosas tienen espinas.
Solo con ella mostraba su lado más amable y débil. Aun cuando otros pensaran que su relación era de carcelero-prisionera, él siempre la había protegido de un mundo más mundano y cruel que el Inframundo. Incluso en sus guerras contra Athena, se aseguraba de mantener a su amada lejos de la situación, sin nunca involucrarla.
Siempre había cuidado de ella, porque esa joven de cabello rojos como las hojas de otoño era la parte buena de él, y hasta el ser más malvado, tiene algo que proteger.
Athena se equivocaba al pensar que él no conocía el amor, porque Hades si conocía el amor: todo su amor era para su reina.
N/A: 10k. El capitulo más largo del fic, y creo que me quedo fenomenal. A veces me arrepiento de no darles títulos a los capitulos.
Con esto finalmente se termina el arco del Inframundo de Hades, y ahora volveremos a DxD, para quienes no recordaban que esto era un crossover. ¿Cuáles son sus opiniones con este arco? ¿Les gustaron las batallas y los personajes?
Vinieron muchas revelaciones en este capitulo. Se revelo que quien revivió Hades es Suikyo, compañero y amigo de Dohko y Shion. Quienes siguen Next Dimensión lo conocerán. Más adelante explicaré a detalle sobre su renacimientos y esas cosas.
También se revelo a Pontos que trabaja con Rizevim. Un dúo para nada bueno, y que aparte de Pontos, hay otro más con él, lo que confirma que no es Pontos quien entrena a la Facción de los Héroes. Viendo los comentarios, será una gran sorpresa cuando revele la identidad de este ser. La apariencia de Pontos es la que tiene en Episodio G: Requiem.
Y un pequeño espacio para Xenovia y la presentación de Vasco Strada, que es presentado mucho más adelante en la Novela.
Con este arco terminado, dejaré de actualizarlo por un tiempo para volver a concentrarme en mis otros fics. No digo que lo abandonaré, eso nunca.
Y otra cosa... ¡Al fin vuelve el manga de Next Dimensión! ¡Y su final! Espero que Kurumada lo cierre bien y aclare las dudas que quedan con Asclepio y la armadura Dorada de Ofiuco.
horakty: Creo haber aclarado lo suficiente que el Hades de SS no es el mismo que el DxD, y los papeles no serán los mismos obviamente, y no te equivocaste, es Pontos, con RIzevim, quienes están detrás de todo. Espero que el final del arco te haya gustado.
Guest: Adivinaste correctamente amigo.
Roy4: Que bueno que te gusto la batalla entre Shun y Atavaka. Ambos son opuestos del otro, lo que hacía su combate más poderoso al leerlo, y ayudo a Shun a madurar. Se bien lo que SS escribió de Hades, pero por ser un fic, puedo darme ciertos lujos creativos mientras tengan coherencia, y yo creo que Hades existiendo solo como alma y que solo pueda mantener de pie el Inframundo, que Zeus ahora tenga Elíseos y sea quien lo mantenga, y la Hiper Dimensión, es como una dimensión que es mantenida por diferentes Dioses, un tema que tocaré en otro momento... creo que todo eso sirve en este caso.
Las repercusiones no serán tantas como uno esperaría, porque esto fue un conflicto aislado del Panteón Olímpico que no afecta a otros Panteones.
Sin nada más que decir me despido. Visiten y comenten el resto de mis historias por favor. CHAO.
