iLa mañana del domingo daba la mejor demostración de ser ese día de descanso obligatorio para más de una persona. Un clima cálido para nada bochornoso se establecía a las afueras de la ciudad y un cielo azul con ninguna amenaza de alguna nube negra se expandía entre la llanura verdosa. La autopista solo era utilizada por varios automóviles que se dirigían a la gran urbe mientras que otros se disponía alejarse de ella; entre estos un Audi A5 de tonalidad negro.
Dentro de este, la joven heredera de Industrias Sato conducía con algo de nerviosismo al aeropuerto. En tan solo media hora saldría su vuelo que la llevaría a donde su madre. Un nudo en la garganta y pequeños espasmo en sus manos como muestra de su nerviosismo, le provocaba al ver que cada vez estaba más cerca. Un canción de Coldplay, 'See you soon' intento calmarle con sus tonalidades apaciguadas era de aceptar que escuchar algunas canciones de ese grupo le provocaba tranquilidad, cosa que en ese día debía tener para afrontar su cruel realidad.
Rio para ella misma. Le parecía tan irónico que en el día anterior era la joven más feliz del mundo, pues había despertado en los brazos de una mujer de la cual se había enamorado y en la noche en medio de una gran conclusión, ahora esa joven de tez morena y ojos azules era su novia. Sin embargo, hoy era diferente, su sonrisa que permaneció hasta largas horas de la madrugada se esfumo. Se preguntó en sus pensamientos si en verdad estaba preparada para verla y un silencio en su conciencia fue su respuesta. Era su madre, esa mujer que siempre estuvo a su lado hasta que una falla en sus pulmones generara un gran muro entre ellas dos.
― ¿Estas segura de los que dices?
Fue lo que le ella exclamo aquella tarde de febrero hace un año atrás.
― Así es, los últimos exámenes ya no pueden mentirme a esta verdad, Hija, mi quería niña, ahora solo debes ser fuerte tanto como yo lo seré.
Su madre con la ternura más grande que pudo demostrar le respondió mientras acaricio su mejilla y luego acomodaba algunos mechones negros que caían a su rostro. Sus ojos tan claros y verdosos como los de su hija, mostraban tanto dolor mientras que los de ella se cristalizaban para luego dejar ser liberados por varias lágrimas.
―Esto es injusto ―dijo―, juro que buscare con mi padre alguna buena clínica y te trataran con los mejores profesionales y pronto te mejoraras ¡lo juro mamá!
Le prometió entre un gran abrazo. Sus palabras tan esperanzadoras hicieron que su madre sonriera, pues Asami siempre había mostrado ser una gran persona hasta con sus padres.
Apretó con impotencia el volante. la pelinegra al recordar aquel día, todas esas promesas fueron en vano pues por más que busco los mejores tratamiento o doctores, su madre cada día había empeorado al punto de solo sobrevivir gracias a una bomba de oxigeno que le acompañaba a donde fuera.
El sonido del despegue de un avión le anunció que solo se encontraba a un kilómetro del aeropuerto. Su mirada seria y distante hizo que de camino del estacionamiento al Check-In de la agencia de vuelos, las personas se intimidaran. Aunque no pudo esto evitar ganarse algunas miradas coquetas de algunos hombres que admiraban su belleza y porte, pues sus pasos perfectos y decididos más su ropa que algo informal por ser domingo, le hacía destacar entre las demás personas.
En la sala de espera del aeropuerto, minutos más tarde escucho el llamado de vuelo. Una sensación de vacía combinada con ansiedad sintió al dar cada paso hacia la aeronave. No le temía a la altura ni mucho menos a volar, le tenía miedo al encontrar una situación menos esperada de su madre al otro lado del país.
Quiso ignorar toda información que brindo el piloto y desde su silla ejecutiva, se dispuso a colocarse sus auriculares dejando que nuevamente Coldplay lograra su propósito con ella. Miro por un momento el ventanal, ver el despegue y el vuelo de esa gigantesca maquina era un espectáculo aunque en sus adentros deseaba que a su lado estuviera aquella chica, pues seguro ella lo disfrutaría más.
…
Así como llego la mañana del domingo, se esfumo y un nuevo inicio de semana se posicionaba. El famoso día del examen había llegado. Un silencio sepulcral invadió el salón mientras muchos de los jóvenes respondían cada pregunta escrita en una hoja de papel.
Unos ojos azules que intentaban concentrarse, rebeldemente se desviaban hacia aquel puesto vacío de adelante. Korra quería contestar cada pregunta pues gracias a su ahora Novia, conocía muy bien las respuesta y formulas; pero cómo iba a responder si su tutora no se encontraba en el salón.
― ¿Dónde estás Asami? ―susurro muy bajo―.
Una pequeña tos de parte del maestro hizo que la morena quitara la vista de aquel puesto y volviera a la hoja. Se sentía tan preocupada y angustiada que estaba que dejaba a un lado la hoja para así salir a buscarla. Pues desde la tarde del día anterior no había recibido noticia de ella o algún mensaje.
Intento concentrarse en las preguntas pero su preocupación crecía al pasar los minutos.
―En media hora recojo los exámenes, así que señorita Korra y joven Bolin espero que terminen pronto..
El nombramiento de su amigo hizo que la morena viera a su lado, allí se encontraba su amigo con una mirada de concentración que con cuidado respondía cada formula. Estaba tan preocupada por la peli-negra que se había olvidado de su amigo aunque parecía que estaba correcto en cada una de sus preguntas.
Volvió su vista a la hoja al volver a sentir que su profesor la miraba fijamente. Golpeteo la punta del lápiz varias veces contra la mesa, solo le falta una pregunta; había respondido las otras con más facilidad gracias a Asami.
― Cinco minutos… ―les recordó el profesor desde su puesto.
Ambos jóvenes se quejaron y con la mayor velocidad que podían tener, respondieron la última pregunta. Siendo el primero Bolin se levantó de su asiento y tomo aire para caminar hacia el profesor no sin antes dar una pequeña sonrisa a la morena que le siguió los pasos, ella también ya había acabado tal tormento.
El profesor alzo una ceja al ver como dos de sus estudiantes que estaban al punto de perder la materia se acercaron con la confianza de sus hombros, hizo que le pareciera curioso.
Tomo los dos exámenes y de inmediato los reviso, primero si ambos jóvenes se habían copiado las respuesta, pero era notable que en las dos hojas posean dos fórmulas completamente distintas pero con el mismo resultado; siendo todas las respuestas válidas. Mientras que aquel hombre revisaba cada pregunta, Korra y Bolin le miraban con nerviosismo, pues su rostro tan poco expresable más un silencio tan lúgubre parecía una escena de la película más tenebrosa.
― y…. entonces ¿Cómo nos fue? ―pregunto nervioso el muchacho oji-verde.
El hombre quito la vista de las hojas y con sus ojos marrones les miro mientras dejaba a un lado de su escritorio los exámenes. Peino con sus dedos su cabello oscuro que delataba algunas canas; el silencio de este hizo que ambos jóvenes ya se sentenciaran a la hoguera.
―Me impresiona como dos jóvenes que por casi cinco meses les enseñe, vinieran aprender todo en una semana ―Comento―, Es admirable ―alzo sus cejas mientras cerraba sus ojos―, en serio es admirable que dos personas como ustedes ―volvió abrir sus ojos, mirándole aun con seriedad y calma―, Revisando solo por encima, puedo decirle que la suerte está de su lado y esta vez han salvado su materia.
Tanto Bolin y Korra no creían lo que escuchaban, en un principio sentían como todos sus sueños se iban por la borda pero luego con esa última conclusión no pudieron evitar su emoción. El muchacho oji-verde abrazo con fuerza a la morena mientras reía de emoción.
― ¡Lo logramos Korra! ¡Lo logramos! ―exclamo Bolin.
―Así es… pero Bolin, me estas asfixiando… ―susurro con poco aire.
― ¡ups!
El joven la soltó y con una gran sonrisa volvió a su puesto para tomar su morral. Korra mientras tanto volvió a mirar hacia aquel puesto que le correspondía a su novia. Un rostro de preocupación no se pudo ocultar para el profesor que al notarlo también miro hacia donde ella tenía la vista.
― La Señorita Sato ha pedido que aplace su examen por motivo de encontrarse en un asunto familiar ―le dijo el hombre.
Korra volteo a mirarlo, estaba respondiendo su gran preocupación con tan solo mirar su reacción.
― ¿Es por eso que has estado mirando en todo el examen ese pupitre? ¿No es así?
― Lo siento… ―respondió apenada pasando su mano por su cuello.
― No se preocupe señorita Korra, pero para la próxima debería disimularlo muy bien o terminara cometiendo algún error en un examen por fijarse más en la señorita Asami, está bien que es bonita pero no para perder la cordura en sus estudios.
Así es, el profesor está notando su atracción hacia aquella chica de ojos color esmeralda. Esta con un gracias se retiró sin creer aun lo que estaba escuchando, pues por primera vez en su clase le estaban regañando por estar enamorándose de otra compañera de clases o simplemente le estaba dando una recomendación, cualquiera de las dos opción fue un momento extraño para ella.
Camino hasta su pupitre, sonrió al ver que su amigo ya había tomado su morral. Lo recibió para así ambos salir del salón con gran emoción de victoria aunque en uno de ellos era algo superficial, pues por dentro ahora se cuestionaba que asuntos familiares estaba haciendo Asami.
¿Su madre empeoro? ¿Su padre se enteró de que la relación con ella no era pasajera y ahora estaban en algo serio y por eso la alejo de ella ¿Hizo ella algo malo en aquella cita? Eran tantas preguntas que se hacía que no había notado que había llegado con su amigo hasta la salida de la universidad.
― ¿Sabes que es lo mejor de este grandioso lunes? ―cuestiono el muchacho volteando a ver a su amiga.
― ¿Qué? ―respondió secamente, pues su mente aún seguía en un caos de preguntas.
― Que no tenemos más clases ―dijo con una media sonrisa.
Korra parpadeo varias veces, era cierto que ese día no tenía más clases puesto que su otro profesor estaría de viaje para una exposición de sus obras y por abarcar las horas faltantes hasta el mediodía. Era en sí, una mañana completamente libre.
― A razón de que me dejaste vestido y alborotado el sábado pasado, ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta al Centro comercial? Te invito a comer algo ―propuso el muchacho masajeando su cuello con su mano y un leve sonrojo en sus mejillas.
Korra ignorando lo nervioso y sonrojado que estaba el muchacho, pues su mente estaba en otro lado. Con una sonrisa ella afirmo. No sabía a qué había aceptado, pues solo había escuchado sobre dejarlo plantado el sábado pasado, ya que en aquel día prefirió pasar un rato con Pema y los niños para luego irse con Asami; dejándole no más que otra opción que aceptar para compensar aquella falla.
Caminaron hasta el estacionamiento. Korra por fin reacciono o dejo a un lado sus preguntas al ver que se encontraba frente a una Kawasaki ZX 10R negra y rojo frente a ella.
― ¿Desde cuando tienes una moto? … y tan lujosa como esta ―comento de inmediato la morena con una expresión de sorpresa.
Bolin rio mientras desenganchaba los dos cascos que se encontraba en cada manubrio de la motocicleta.
―Es de mi hermano, me la presto para poder llegar temprano al examen ― le respondió mientras le entregaba uno de los cascos―, además quería cobrar mi cita contigo ―guiño un ojo.
Korra no respondió, acaba de ver a su amigo coquetear con ella y no sabía qué hacer. Bolin se había vuelto su gran amigo y compañero de clases. Sus gustos muy parecidos, su personalidad y su alegría eran tan congeniada con la de ella que quizás para el mundo exterior, serian una gran pareja; de esas que duran hasta la vejez. Sin embargo, para la joven su corazón le estaba perteneciendo a una mujer de cabello negro y labios rojos.
―Bolin yo…
Intento dejar clara las cosas antes de que todo se fuera de malentendido.
― Espera ¿qué dije? ¿Cita? ―rio nervioso―, quise decir salida de amigos, no es que no quería una cita contigo pero si quieres podemos volverla una…. O solo como amigos, como tú decidas para mí está bien ―balbuceo dando pequeñas risas nerviosas.
―dejémoslo en salida de ami-gos ―exclamo la morena colocándose el casco.
―S-si… ―respondió algo decepcionado y apenado.
Los dos amigos se subieron a la dominante motocicleta y aquella sensación tan olvidada para la morena, volvió a surgir dentro de su ser. Aunque no era tan emocionante como la motocicleta de su hermano que aumentaba su adrenalina por el rugir se su motor. La ansiedad de sentir la velocidad se le hizo agradable.
― ¿antes de qué arranques, si sabes cómo manejar esto? ―pregunto la morena con una sonrisa que ocultaba el casco negro.
La morena quería eliminar esa sensación de decepción de la cual mostraba su amigo, bromeando con una pregunta que al ver como el joven se volteaba a verla con las cejas levantada y esos ojos verdosos que demostraban su peculiar alegría; todo esto detrás del casco negro que cubría su rostro. Le hizo saber que aquella sensación amarga se había ido o lo había escondido.
― tres clases en una semana ¿puede contar como garantía?
― ¡tres semanas! Hombre, nos vas a matar con este mastodonte metálico ―le respondió al punto de bajarse la motocicleta.
―no, no, no ¡espera! –le dijo pasando su brazo derecho hacia atrás para evitar que la morena se bajara―, antes manejaba una TT 150 que era de unos de mis cuantos primos… larga historia que luego te contare, pero no te bajes por favor…
― Muy bien ―rodeo sus ojos y se volvió acomodar en la pequeña silla del caballo de metal―, ¿por lo menos tienes pase para conducirla?
― Claro que sí, por algo maneje la motocicleta de mi primo… aunque fue hace mucho tiempo y solo era los fines de semana…
Bolin volteo a ver a la morena.
― no me pongas nervioso y no me hagas más preguntas…
Korra rio ahogando el sonido gracias al casco. Apoyo su mano en el hombre de su amigo y le miró fijamente.
― Confió en ti, pero la próxima usaremos el autobús.
― Trato hecho ―respondió volviendo su mirada al frente.
Encendió la Kawasaki y con cuidado arranco para así salir a una velocidad moderada del parqueadero de la universidad, para luego tomar la carretera que los llevaría al Centro comercial. La adrenalina de Korra al sentir la velocidad de aquel vehículo se esfumo al mismo momento en que su mente volvió a ingresar la preocupación por Asami. Quería llamarla o dejarle un mensaje pero tal como ella le dijo el sábado por la noche.
"Donde estaré no hay señal de móvil, es extraño siendo un lugar clínico pero casi es un lugar hueco a la señal de las telefonías."
Para la morena también era algo extraño cuando le escucho, pero algo imposible no creer, no tenía otra opción que intentar relajarse y pensar que ella está bien. Asami volvería en algún momento; ella era responsable con su estudio que faltar a una clase era algo trágico.
A mitad del camino Bolin bajo la velocidad de la motocicleta y se estaciono a un lado de la calle de la ciudad.
―Te parece bien si primero vamos a otro lugar ―pregunto girando su vista hacia ella.
Desde el visor del casco de la morena se logró ser como esta alzaba una ceja.
― ¿qué otro lugar? ―Cuestiono.
― es una sorpresa
Korra meneo su cabeza, tenía tan preocupación por Asami que no estaba para sorpresas, sin embargo aquella mirada de su amigo hizo que en su mente se arrepintiera después.
―muy bien, vamos…
Bolin le miro con alegría y volvió arrancar.
Tomo camino hacia las afueras de la ciudad. Poco a poco se fueron alejando el paisaje llenos de edificios, dejando a su paso un gran camino que ascendía en una zona montañosa. Korra nuevamente se perdido en sus preocupaciones pero también dejar nuevamente plantado a su amigo, no le agradaba esa idea.
Un letrero de desvió y una carretera no pavimentada, condujo el muchacho. Aquel lugar comenzó a volverse un camino en medio de un bosque haciendo que el calor que pasaban los jóvenes en la ciudad ahora fuera húmedo y fresco.
El crujir las rocas con la tierra cada vez que pasaba la motocicleta era el sonido que acompañaba a varios cantos de las aves del bosque. Todo ese bello paisaje tenia sorprendida a la muchacha que curiosa miraba a los lados. Era tan diferente a los lugares que había conocido que no podía creer que aquella belleza natural solo se encontraba a pocos minutos de la ciudad.
El viaje termino cuando la motocicleta se detuvo al tomar un segundo camino que les llevaría hasta una vieja cabaña.
Era algo vieja pero bien cuidada, la entrada tenia algunos tablones rotos y desgastados mientras los barandales solo pocos se encontraban intactos. Algunas plantas en un estilo de matera colgante le adornaba alrededor de ella e igual que al lado de los escalones.
Bolin apago el motor del mastodonte metálico mientras Korra se bajaba y se quitaba el casco. Era un lugar tan desconocido pero tan maravilloso que aunque seguía preocupada por Asami, no podía evitar sentirse sorprendida.
―Bienvenida a mi viejo hogar ―exclamo Bolin quitándose el casco para luego estirar sus brazos.
― ¿tu viejo hogar?
Pregunto mientras daba algunos pasos hacia la casa, era un mal momento de haber dejado su cámara en la casa.
― así es, aquí nos criamos mi hermano y yo… y mis otros primos.
Korra rio y volteo a ver a su amigo.
― ¿es que cuantos primos tienes?
― Creo que perdí la cuenta hace años atrás, pero a todos los quiero… he igual que a mi abuela, es una hermosa familia, un día te la presentare.
Korra le sonrió cálidamente volviendo a ver la cabaña con admiración, se veía tan acogedora y tan familiar que le fue inevitable imaginar a su amigo jugar por esos lares con sus miles de primos y hermano.
―Vamos a dar una vuelta quiero mostrarte la razón del porque estamos aquí.
Bolin tomo su mano y la comenzó a arrastrar hacia un pequeño camino que salía a un lado de la casa.
Un sendero en medio de varios árboles, la mayoría pinos los llevo hacia un pequeño desnivel de la montaña. Una gigantesca roca que apuntaba al paramo fue final del camino. Bolin con emoción brinco encima de ella y miro por un momento el bello paisaje para luego voltearse hacia su amiga.
― Hemos llegado! Aprecia esta gran roca! ―dijo con emoción el muchacho.
― si… ¿me trajiste a ver una roca? ―pregunto atónita.
Korra se sentía sorprendida y decepcionada, ella debería estar buscando alguna razón del porque Asami no se había comunicado, no viajar tan lejos para ver una roca desgastada en medio de un bosque. Sin embargo, ver la emoción de su amigo y de haberla llevado a un lugar aparentemente importante para él hizo que cambiara de pensamiento.
― No solo es una roca, Korra ―protesto―, ¡es la roca de los deseos!
Exclamo con tanta emoción, haciendo ver que la roca era algo universal y desconocido.
― ¿la roca de los deseos? ―alzo una ceja incrédula mientras se cruzaba de brazos―, muy bien Bolin ¿te has bebido nuevamente ese capuchino de la cafetería antes del examen?
― ¿qué? ¡No! ―se bajó de la roca de un salto―, es cierto, es una roca de los deseos.
Korra rio, le era imposible creer tal locura que no le importo aquel puchero que por las risas de ella se formó en el rostro de su amigo.
― Muy bien no me crees, ¡te lo voy a demostrar ¡
Tomo nuevamente a su amiga de la mano y la llevo hasta la roca, la obligo a subir encima de ella y él le siguió. La morena con una sonrisa divertida por toda la locura que le estaba colaborando a Bolin, no pudo ignorar aquel paramo que se podía apreciar; en aquel momento lamento no haber llevado su cámara.
― ¡Pide un deseo! ―le ordeno el muchacho cruzándose de brazos.
Korra rio.
― yo no lo voy hacer ―dijo entre risas―, es algo ilógico que una roca conceda deseos.
― Pero quizás no sea así, vamos pide un deseo…
La expresión del joven cambio a una súplica que la morena estaba que aceptaba, pues fue para Korra como si hubiera visto a Naga cada vez que pedía salir a dar un paseo o comida.
―Agh! Esta bien… ¿Cómo hago para pedirlo?
― solo tienes que cerrar tus ojos y pensar lo que quieres, es fácil.
― ¿en serio? Solo es pensarlo ¿y ya? Pensé que tocaba hacer algo más loco… como alabar la roca, hacer un canto raro, reunir esferas doradas… algo así fantasioso.
Bolin rio.
―esto no es Dragón Ball, korra ―dijo, mientras apoyaba una mano en su barbilla―, aunque cuando éramos pequeños pensábamos que si manteníamos limpia la roca iba a salir un gran dragón…
― ¿y les concedería dos deseos? ―Korra volvió a reír―, Bolin, esto no tiene sentido
― Claro que lo tiene, vamos pide el deseo ―suplico el joven.
Korra meneo su cabeza a un lado para luego hacer lo que le indico su amigo. Cerró sus ojos y aunque quería reír por lo ridícula que se sentía, su mente deseo una sola cosa… Quería saber de Asami, se sentía tan preocupada que quería saber de ella así sea por un mensaje de texto.
― ¿y bien? ¿Ya lo pediste? ―preguntó curioso.
― Supongo que si… ―respondió la morena encogiendo sus hombros y volviendo abrir sus ojos.
― ¡perfecto!
Bolin dio una gran sonrisa que fue imitada por su amiga.
― Ahora me toca a mí...
Bolin hizo lo mismo que su amiga y cerrando sus ojos pidió un deseo. Luego de un minuto los abrió encontrándose con una Korra que le miraba curiosa.
― ¿qué pediste? ―pregunto ella.
― es un secreto.
Con una expresión seria Korra se quedó, pues Bolin al responderle se bajó se la roca con una gran sonrisa.
― ¡Hey! Dime que pediste ―exclamo Korra desde la roca.
― por qué debo decírtelo, acaso me vas a decir el tuyo ―respondió el muchacho viéndola con una expresión divertida.
― pues no… ―se sonrojo―, pero tu si deberías, eres mi amigo y como amigo debes decirme que pediste.
― eso no sería justo ― respondió alzando una ceja.
― Claro que si ―se cruzó de brazos.
― Claro que no ―imito a su amiga.
― ¡Que sí!
― ¡Que no!
― ¡Si!
― ¡No!
― ¡Si!
― ¡No!
― está bien no me digas nada ―pronuncio Korra, bajándose de mal humor de la roca―, me haces venir a una roca mágica y no me vas a contar que pediste... ¡que injusticia!
― Pero… pero si yo no te he pedido que me digas tu deseo, si me lo dices te digo que pedí ―dijo Bolin entre risas.
― Yo no te voy a decir mi deseo
― Entonces no te diré el mío ―dio una media sonrisa y un guiño el oji-verde.
Korra bufo y camino a lado del joven tomando camino hacia la casa, pero al pasar a su lado le dio un empujo con su hombro simulando su enojo.
― ¡Korra a dónde vas! ―grito el muchacho al ver como se alejaba.
― ¡a la casa, tu roca mágica ya no me gusto y fijo ni me va a cumplir el deseo! ―le respondió desde lejos.
Su intento de molestar no logro sacar aquel deseo de su amigo, quien le provoco saber pues cuando lo pidió su rostro mostro un sonrojo y una ilusión en una sonrisa que unas ganas de saber que había pedido le había obligado saber, sin embargo, ella no iba contar el suyo, así sus ganas de saber fueran tan grandes.
A poco pasos de volver aquella casa, su celular dio un pitido anunciando un nuevo mensaje. Un escalofrió recorrió por su espalda, pues lo primero que atravesó su mente fue aquel deseo que pidió hace minutos atrás. Con algo de duda saco su móvil de su bolsillo y deslizando su dedo a un lado en la pantalla de este lo desbloqueo. Busco el mensaje en las notificaciones con la esperanza de que ese nombre estuviera como remitente.
― Estúpida piedra ―se dijo para ella misma.
Por un momento ella había pensado que aquella piedra había cumplido su deseo, pero solo un mensaje de la telefonía fue lo que recibió.
―Korra! ―le grito mientras la alcanzaba―, lo siento, no quería que te molestaras… si quieres te digo el deseo, pero no te enojes!
Korra sonrió, pues por lo menos sabría que deseo había pedido su amigo. Se volteo para escucharlo, pero cuando lo iba a hacer pequeñas gotas de agua chocaron en sus mejillas. Ambos jóvenes se miraron sorprendidos al ver como esas escasas gotas se volvían una llovizna y luego un diluvio.
No teniendo otra opción, los jóvenes entre risas corrieron a la casa para refugiarse de la tormenta que caía sin anuncio.
Al entrar la morena se encontró con un lugar que no se había imaginado, a la entrada que era un pequeño pasillo se podía apreciar una gigantesca sala con un mueble antiguo cubierto de una cobija de colores rojo y blanco, un tapete malgastado que encima una pequeña mesa también algo vieja acompañaba a otros dos muebles individuales a los lados junto con el mueble ya mencionado. A lado de este una chimenea algo deteriorada le decoraba y le explicaba que aquel lugar era común una helada en la noche.
En una esquina de la sala una amplia escalera dejaba ver un pasillo corto con barandales que dejaba ver desde arriba el primer piso, mientras tanto al otro lado otro pasillo parecía que dirigía hacia las habitaciones.
Volviendo al primer piso al lado derecho de esta, se encontraba una pequeña cocina y un pequeño comedor que se encontraba al fondo. Los dos lugares era notable que el tiempo había pasado en su mueblería y un estado algo deteriorado de madera fue lo que dejaba ver.
― el lugar está un poco desgastado desde que nos fuimos a vivir a la ciudad, pero como buen nieto es mi deber de cuidarla o por lo menos no dejar que caiga abajo. ―comento el muchacho pasando a la sala mientras sacudía su cabello y ropa.
― No esta tan mal, solo sería mejor si prendieras esa chimenea ―exclamo la morena que agradecía tener ese día un buzo negro que aunque no abrigara mucho por su delgada tela, no dejo que su blusa debajo se mojara, aunque lastimosamente su pantalón y sus zapatos se emparamaron un poco.
Bolin quien reacciono al comentario de su amiga corrió a prender la chimenea pues el lugar tras la lluvia comenzó a enfriar. Cuando por fin prendió, Bolin no pudo evitar sentarse en el suelo frente a la gran fogata, se sentía cálido y ayudaba a que su ropa se secara.
― Es extraño este lugar ―comento Korra sentándose a lado de él.
Tanto como su buzo, sus zapatos y medias se encontraban esparcidas en un sillón, dejando solo a la joven con su pantalón claro y una blusa esqueleto blanca. Su cabello tuvo que ser soltado de la coleta que siempre mantenía. Dejando ver otra imagen de la muchacha que provoco que su amigo sintiera arder sus mejillas a verla.
― ¿Pasa algo? ―pregunto ella al ver a su amigo tan nervioso y sonrojado.
― N-no… nada… este lugar siempre suele llover y en la noche baja la niebla, volviéndolo un lugar muy frio ―paso su mano sobre su cuello nervioso.
―Ya veo…
Korra miro en silencio como el fuego se comía la vieja madera mientras que su amigo en silencio la apreciaba y a cada segundo que pasaba sus mejillas se tornaron más rojas.
―Korra…
Bolin intento decir algo pero de su boca no salió otras palabras, se sentía intimidado cuando sus ojos se perdían en su amiga que le miraba expectante mientras la luz de la chimenea contrastaba con ella.
― no es nada… ―susurro, volviendo su vista también hacia el fuego.
Se sentía inseguro, su plan había dado un paso muy delante de lo que había pensado. Solo en su mente estaba en llevarla a su viejo hogar, mostrarle un pequeño recuerdo de su infancia y luego al finalizar la tarde decirle lo que sentía. Llevaba meses aguantando un sentimiento que surgió la primera vez que la conoció pero tan solo unas semanas atrás comenzó aceptar que le gustaba su mejor amiga.
Un silencio se formó entre ellos, Bolin seguía nervioso por tener a su amiga a su lado.
La miro nuevamente de reojo, notando que su rostro se encontraba tan perdido en sus pensamientos de la cuales parecían ser angustiosos. Por más consejos que recibió de parte de su hermano días atrás, no sabía cómo confesarle su querer ni mucho menos adivinar si Korra lo quería más allá que un amigo.
-Mi… mi hermano hará una fiesta este viernes por la noche… ―comento para quitar aquel silencio tan incómodo.
Korra volteo a verlo con una media sonrisa.
― Genial, supongo que es para darle la bienvenida.
―Así es, si quieres… puedes venir ―le dijo en un tono dulce.
―claro, no hay problema ―respondió con una sonrisa y volver su mirada a la fogata.
― hasta podemos invitar a Asami…
― ¿por qué Asami? ―pregunto ella volviendo a ver.
― Porque es tu amiga ¿no?
Korra dio una pequeña risa. Le fue imposible creer esa palabra sabiendo que Asami ahora era algo más que una amiga.
― Claro, también hay que invitarla… si es que vuelve a la ciudad ―susurro lo último con amargura.
― ¿estás bien? ―pregunto él al ver como la mirada de la morena se opacaba.
― Estoy bien… solo tengo frio ―dijo mientras recogía sus piernas y luego las abrazaba con sus brazos.
Bolin de inmediato se levantó de su puesto para así sentarse junto a ella. Paso su brazo por los hombros de la morena haciéndola pegar a su cuerpo mientras sentía como su corazón se aceleraba.
Korra no dijo nada pues sus pensamiento estaban tan perdidos en Asami que aquel abrazo de su amigo aparte de darle calor le ayudo a calmar su tormenta de preguntas e hipótesis que tenía. Apoyo su cabeza en el hombro de su amigo y mantuvo su vista en el fuego.
―Bolin…
― dime… -respondió mientras disfrutaba la cercanía de ella con los ojos cerrados y su cabeza apoyada a la de ella.
― ¿Cuál fue tu deseo?
Bolin dio una pequeña risa.
― eres perseverante…
― Y curiosa…
Bolin respiro hondo y luego dio un largo suspiro.
― Mi deseo fue tener el valor de decirle todo lo que siento a la chica que me gusta…
― ¿te gusta una chica? ¿En serio?―bromeo la morena.
― tengo derecho de hacerlo.
Korra dio pequeñas risas provocando que su amigo con la mano que le rodeaba su cuello, le pegara en la frente con su palma.
― ¡hey! ―se quejó sin voltearlo a ver, pero si frunciendo el ceño―, solo era una pequeña broma.
― Pues no fue gracioso para mí ―le respondió aun sin abrir sus ojos.
Otro nuevo silencio se formó y solo el sonido de la lluvia se lograba escuchar junto con aquellos chasquidos de la madera quemándose.
―Tu piedra mágica no sirvió… ―susurro ella sintiéndose adormilada.
― No es instantáneo… pero da pequeños avances de cumplirlo…
Esto último Bolin no pudo evitar sonreír cuando lo dijo, pues para él tampoco se había cumplido pero había dado un pequeño momento que debía apreciar.
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Pobre Bolin, hasta yo me sentí mal y eso que soy quien escribió este capítulo… pero ya que, he aquí el capítulo nueve.
Lo siento si me demore en subirlo, tengo un proyecto nuevo y lastimosamente está tomando un poco de mi tiempo libre… pero como una niña responsable, le entrego esta continuación (?)
Quiero agradecer a los comentarios que recibí, me ayudaron a tomar una decisión con esta historia y más adelante lo verán.
Y… Creo que mi tiempo por estos lares es algo corto, así que, espero que hayan disfrutado el capítulo que también vieran que tan horrible es la Friend Zone… no dejen a sus amig en ese lugar, eso es feo jajaja… Ya en serio, no lo hagan o después les llega el karma, lo digo por experiencia :'C
No olviden, cualquier comentario sobre este capítulo será bien recibido y nos vemos la otra semana.
