Notas Iniciales: No recuerdo si di una advertencia de Erotismo pero, cuidado, aquí lo comenzamos.
The more, the merrier.
Los días habían pasado pero la relación de los gemelos se encontraba en un punto incierto. Aunque la tensión entre los dos hubiera sido reducida considerablemente durante su escapada nocturna, lo cierto era que para ambos seguía siendo imposible tratarse como hubiese sucedido antes de ese último pacto familiar. Para Andy no era tal una guía absoluta ya que consideraba sólo estar siguiendo los deseos de su hermana menor, pero la indiferencia ya no era total por parte de Andrew y eso le generaba un sentimiento extraño en el pecho y estómago, unas sensación similar al miedo o a las ansias que genera un viaje sorpresa en la escuela secundaria.
Fue impensable esa ocasión que juntos coincidieran en su salida de clases y se encontraran de camino, así que sin mediar palabras siquiera se dirigieron juntos al departamento que tenían por hogar. La Sra. Graves ya comenzaba a sugerirle a Andy que optara por rentar alguna de las habitaciones del campus para que fuera más simple su traslado pero no querer dejar a Ashley sola había hecho que su respuesta fuera bastante ambigua para su madre que parecía más impaciente de que los gemelos salieran de casa cada día. Andy no podía culparla, sabía desde el principio que ellos tres eran un estorbo total para la mujer que les dio la vida; seguro todo ese tiempo deseó que cumplieran pronto la edad adecuada para aventurarse a la independencia, de esa manera ya no debería ocuparse del valor monetario.
—Andy, ¿aún me odias? —la pregunta sorpresiva lo hizo detenerse, incitando a Andrew imitarlo.
Los autos seguían circulando por la carretera a sus costados y los edificios casi parecían inclinarse hacia ellos para encerrarlos en una prisión de concreto. La idea pudo hacerlo sentir claustrofóbico por unos instantes pero ahogó los escenarios que se le ocurrían mientras contemplaba la expresión inusualmente indiferente de su gemelo, a quien siempre vio como un enemigo prometido. Pero ahora no percibía hostilidad alguna de su parte, era mera curiosidad, más nada que ocultara dobles intenciones con su inocente interrogante.
—Tal vez —bromeó con una sonrisa tensa. Sus intenciones habían sido reducir la incomodidad que empezaba a pesar sobre sus hombros pero su gemelo no tomó el anzuelo.
—A mí me está costando trabajo no hacerlo, ya nada es como antes, como cuando podía ignorar el hecho de que me despreciabas a Ashley o a mí —se sinceró Andrew mirando brevemente a su alrededor para asegurarse que nadie pudiera escucharlos, no porque le importase, sino porque era consciente de que para su gemelo las apariencias lo eran todo—. A decir verdad, hubo un tiempo en el que conspiré en terminar tu vida en el momento que estuvieras distraído. Muchas veces fantasee asesinándote cualquier fin de semana, y eso fue cuando todavía éramos pubertos.
Andy se estremeció frente a la seriedad con la que su gemelo le decía aquello, lo que le indicaba que no se estaba conteniendo; Andrew hubiera podido ser más grafico en su confesión de no ser porque se encontraban en vía pública. Los ojos turquesa de ambos gemelos se encontraron.
—Me estás contando esto porqué —se rindió a preguntar.
—Desde nuestra pelea mi cabeza está en conflicto. Quiero que desaparezcas, pero no quiero herir a Ashley. Siento la necesidad de concentrar este odio que te tengo en algo que no termine con tu muerte. Es… ¿cómo decirlo? Quiero castigarte por hacerme enojar tantas veces.
—Pues no creas que eres el único con deseos de sólo tener a Ashley para arruinar mi vida —espetó Andy, por fin abandonando la cordialidad inicial.
—Sí, veo que me entiendes. Eso es bueno. ¿Qué te parece si buscamos una solución a esto? Será una divertida actividad de gemelos, la primera de posiblemente ninguna otra.
—…No se me ocurre nada además de enterrar mi puño en tu cara.
Andrew se rió con ganas en respuesta, eso ayudó a que Andy redujera el temblor de sus piernas, pues había temido que iniciasen otra pelea callejera; así de jodida era su relación.
—Por el momento volvamos a casa, debe de ocurrírsenos algo mientras caminamos en silencio.
Los gemelos Andrew siguieron caminando y se adentraron en el edificio con sus neuronas trabajando en lo recién hablado. Por eso cuando estuvieron envueltos en la privacidad, Andy casi sintió que el bombeó de su corazón era el único sonido del universo, estaba tan nervioso de trabajar en sus deberes con Andrew merodeando la habitación también, algo que hacía tiempo no ocurría sin la presencia de su hermana menor. Pasaron las horas pero la inquietud se mantuvo para los dos hasta que Andrew se apartó de su zona de estudio para acercarse al escritorio donde su gemelo trabajaba.
—Tengo una idea —dijo y sin dar tiempo a Andy de reaccionar, sujetó sus manos para encintar sus muñecas de un movimiento tan veloz que el mayor de los gemelos todo lo que pudo hacer fue levantarse de la silla y patear hacia atrás para obligarlo alejarse.
— ¿¡Qué carajo!? —Andy luchó por romper la cinta pero su gemelo se las arregló para para empujarlo contra la cama y subirse sobre su regazo para reducir sus movimientos, aunque no demasiado—. ¡Andrew! ¡Suéltame, maldito psicópata! ¿¡Qué te crees que estás haciendo!?
—Silencio, perra. —Andrew aprovechó para cubrirle la boca con el mismo tipo de cinta una vez reforzado las ataduras en sus muñecas. Andy seguía luchando con sus piernas pero la constancia había reducido sus fuerzas—. Para que estés tranquilo, no voy a matarte, pero me conviene que estés calladito. No quiero que arruines mi diversión. Por culpa de tu maldita vigilancia he estado muy lejos de Ley mientras tú tienes el descaro de invitarla a dormir en tu cama. Es justo que me permitas tener un tiempo con ella.
Los ojos de Andy se abrieron conmocionado por lo que las palabras de Andrew sugerían, así que forcejeó sobrepasando sus límites después de que lograse tirar a su gemelo, aunque de nada le sirvió cuando trató de levantarse y se dio cuenta que la cinta en su boca había conseguido que se mareara por la forma en que había olvidado respirar correctamente por la nariz. Andrew aprovechó esto para devolverlo al colchón y comenzar amarrarle las piernas.
—Vamos, sólo serán unos minutos ya que ni siquiera sabemos si nuestros padres tendrán la decencia de volver a la hora de siempre. No seas un maldito egoísta y déjame estar con Ley. —Andy balbuceó algo incomprensible bajo la apretada cinta, lo que hizo reír a Andrew un poco que también estaba visiblemente cansado por la lucha—. ¿Qué? ¿Dices que quieres ver? No sabía que mi gemelo fuera un voyerista de mierda. —Andy negó con la cabeza apresuradamente mientras una expresión de pánico puro se asentaba en su rostro—. Supongo que eso dependerá de ella, aunque si te ve así dudo que quiera acceder a lo que quiero hacerle. Una pena que no tengamos armario para esconderte, ¿verdad?
Andy balbuceó de nuevo pero más enojado cuando la puerta se escuchó, los gemelos esperaron expectantes por verificar quién había entrado pero la voz de Ashley hizo que los cuerpos de los dos se llenaran de emociones diferentes. No pasó mucho tiempo para que la susodicha accediera a su habitación compartida, encontrando la extraña escena con sorpresa.
— ¿Qué es esto? Andrew, ¿qué estás haciéndole a mi Andy?
—Sólo una charla fraternal, así que llegas justo a tiempo. Tú y yo tenemos que hablar.
— ¿En serio? —inquirió confundida mientras veía cómo Andrew abandonaba la cama donde Andy había empezado a retorcerse, no pudo evitar tensar el entrecejo cuando el menor de los gemelos se acercó a un centímetro de ella—. ¿Y tiene que ser mientras Andy está atado?
—El imbécil me lo habría puesto difícil de otra forma, además recuerdo que me dijiste lo mucho que te había molestado que peleáramos de la forma en que lo hicimos. Este es un acuerdo entre nosotros, así que puedes estar tranquila ya que esto mejorará nuestra relación.
—O la empeorará —sugirió en cuanto el mayor de los gemelos pareció gruñir enojado desde la distancia—. Andrew, no soy una experta en los acuerdos de hombres pero Andy no parece nada complacido con lo que está sucediendo, por eso creo que me estás mintiendo para salirte con la tuya.
— ¿Te he mentido alguna vez para que me acuses de esa forma? Que yo sepa, el único que no se ha cansado de mentirte es Andy. Siempre actuando tan correcto e inocente mientras en su interior sus deseos más viles queman al grado que debe inventarse excusas creíbles para que nadie sospeche su verdadera naturaleza. ¿Sabías que finge varias de sus pesadillas para poder dormir contigo? —Una queja por parte de Andy irrumpió en su conversación—. Y no es sólo eso, lo he visto agarrarte el trasero disimuladamente. ¿Eso haría un hermano normal?
—Buena charla, Andrew, pero eso no responde porqué ataste a nuestro hermano.
—Para esto —dijo instantes antes de que la tomara del rostro y la atrajera a sus labios para besarla apasionadamente. Andy se quedó helado y Ashley apenas correspondió al beso, sólo pudo reaccionar empujándolo, colorada hasta las orejas.
— ¡Andrew!
— ¿Por qué te asustas? No es como si fuera la primera vez que nos besamos. ¿Me dirás que no lo extrañaste? Vamos, para mí fue un infierno no poder tocarte.
—No podemos hacerlo frente a…
—Andy ya lo sabía, peleamos por eso. Es obvio que no admitirá cuánto te desea, pero yo sí. Te deseo, Ley. Y ya estoy harto de esperar.
Andrew volvió atraerla para capturar su boca con hambre, Ashley se agitó y luchó pero después de unos momentos de estar encerrada entre su hermano y la puerta acabó correspondiendo al beso, demostrando con ello que también lo había extrañado. Al separarse la hermana menor no pudo evitar jadear por la falta de aire, a pesar de que Andrew compartía su agitación él controlaba su respiración un poco mejor. Andy dejó de hacer el menor ruido con la vista, pues no tenía idea de cómo sentirse. Tenía deseos asesinos sobre Andrew pero el semblante de Ashley logró que su cuerpo respondiera a un estímulo que no obtuvo de sus revistas, ni siquiera de su ex.
—Andrew… Andy… —dijo la hermana menor sin estar segura cómo ponerlo en palabras por culpa de todas las emociones que la abordaban en esos momentos. Andrew miró hacia su gemelo que parecía haber recibido una apuñalada, su expresión yacía en blanco, por ello se le ocurrió poner a prueba algo un poco más divertido que seguramente ayudaría a exasperar a su gemelo.
— ¿Quieres ver un poco más, hermano?
Andy no respondió y aun así –después de compartir una mirada llena de nerviosismo– Ashley y Andrew llevaron su juego más cerca del mayor de los gemelos, quien apenas reaccionó, demasiado ocupado devorando con la mirada las reacciones de Leyley y los sonidos que hacía. Debería estar sintiendo repugnancia, mostrarse ofendido pero su cuerpo fue honesto ya que sintió nacer una erección bajo sus pantalones. Trató de cerrar los ojos para apartar las imágenes que ya se habían grabado en su cerebro pero más tardó en hacerlo de lo que un gemido de Ashley lo obligó mirar de nuevo. El rostro de Andrew estaba oculto con el cuello de su hermana pero siguiendo la posición de sus manos Andy se dio cuenta que una había irrumpido entre sus estilizadas piernas. Eso hizo que quisiera gritar pero también unirse. Apartó la mirada.
Por fortuna el sonido de la puerta terminó con su suplicio. Andrew y Ashley debieron apresurarse en desatar a Andy para que las cosas lucieran relativamente normales entre los tres cuando la Sra. Graves fue asomarse al cuarto. Y aunque el menor de los gemelos se esperaba un puñetazo de su hermano en el transcurso de la noche, este nunca ocurrió, ni a la mañana siguiente ni en los momentos posteriores que se quedaron a solas; nunca mencionó lo que pasó.
No sabía si Andy había accedido a su trato después de todo y estuviera pensando en una forma de vengarse también de él. No le quedaba otra cosa que esperar por lo peor.
