295 16 años
Nueva ciudad
- ¡Se dice que Braavos es la ciudad más rica de todas! ¡Con el respeto que los Braavosi se merecen, eso quedo en el pasado! ¡La casa Bolton sabe que no hay ciudad más grande y poderosa que esta! ¡Puedo asegurar por mi vida! ¡Este lugar siempre será el hogar de los hombres que busquen la riqueza bien ganada! ¡El lugar ideal para los inconformistas de esta sociedad opresora y la fuerza de la perseverancia para los que jamás se rinden ante la adversidad! ¿Fue demasiado? Se preguntó.
Los rostros dubitativos de su gente se empezaron a teñir de dudas sobre su Lord. La plaza aun en silencio poco a poco se llenó de susurros incomodos. Daba por sentado que la gente aún no estaba lista para un discurso tan revolucionario.
- ¡Es por todo ello que doy por inaugurado el Banco Bolton!
Grite con entusiasmo, sabía que continuar con el alboroto provocaría más mi discurso proverbial. No todos los días se cambiaba el panorama financiero de todo un reino.
- ¡Plas! Plas Plas
- Aplausos
Algunos aplausos tímidos respondieron mí grandioso llamado. El entusiasmo que espere no llego, tristemente la dura realidad lo golpeó, como esperó. Se desconocía la ventaja de contar con una institución financiera sólida, los braavosi por otro lado sabrían muy bien todo el asunto.
- Ahora le daré la palabra al primer magister. Dije con desgana.
Con el tiempo seguramente algún pobre diablo, cuente su experiencia en el Banco de los Bolton, para entonces las cosas caerán por su propio peso.
Las palabras desvergonzadas del cierto magister braavosi hicieron eco en su mente "¿Inaugurara una casa prestamista, mi lord?" Recordó las vergonzosas palabras de Belys, incluso su magister sabía que su "banco" era solo escusa de casa prestamista. Maldijo la pobreza de las casas norteñas, si tuviera más oro probablemente ampliaría los astilleros y construiría barcos mercantes, lo suficiente como para dominar el comercio marítimo del mundo…Soñar no costaba.
En ese instante de reflexión un hombre avejentado de aspecto caballeresco se acercó a su encuentro, subió al estrado y doblo la rodilla.
- Mi lord, ha llegado un mensaje desde Braavos. El Snow por fin obtuvo una respuesta del Banco de Hierro. Dijo Dyron
El caballero canoso entrego un pequeño rollo de papel. El pequeño estrado desprovisto de parafernalias fue testigo del momento solemne, el norte seguiría su ritmo austero y lúgubre, independientemente de los avances que haga.
En ese instante Arren estaba dando su discurso de bienvenida al banco. Promocionando los bonos de su casa, así como los nuevos bonos del gremio de comerciantes. Comprendería por qué Arren tenía más conexión con los ciudadanoscuando los aplausos parecieron cobrar impulso, al parecer garantizar los bonos con tierras era buena idea.
"Al menos están contentos" Su anterior discurso revolucionario lo avergonzó al recordarlo.
- Dyron, pensé que tu trabajo era entrenar a mis hombres ¿Desde cuando haces recados? Pregunte a mi espada jurada.
- Fue una orden, cosas del Rivers que dice ser la "Mano" …Explico Dyron algo molesto.
- Ja, ja, ja…También puedes tener un lugar en mi corte, pero necesitas saber leer y escribir para que eso ocurra.
El rostro ligeramente esperanzado de Dyron se puso aprensivo "La vejez nos pasaba factura a todos" Pensé. El reto del aprendizaje para un guerrero mostraba sus propias dificultades.
- Agradezco su consideración, pero estoy satisfecho sirviendo como su espada, mi Lord.
- Lamento tu falta de ambición. Dije poniéndome de pie.
Dyron lo acompañaría al lugar más lejano de la ciudad, donde la "mano" rondaba.
.
.
.
En un cierto lugar apartado de la ciudad, las personas que transitaban detenían su viaje para ver un raro espectáculo. Largas colas de caravanas compuestas de cientos de campesinos y comerciantes ansiosos por vender sus recientes cosechas, muchos de ellos contrariados por la grandeza de su destino, los grandes almacenes de la nueva ciudad. La casa Bolton tenía el mejor precio del mercado, al menos en el norte.
Una serie de enormes graneros se alzaron a la vista, colindaron con una enorme hacienda, dando la sensación de un centro de recolección que servían de almacén para el grano y la lana. El ruidoso rio Weeping Water con su afluente fuerza no dio descanso a las enormes ruedas que giraban incesantemente en todo el lugar. Por todo ello, era el lugar idóneo para iniciar nuevos proyectos. Una locación apartada de la Ciudad, que aun así estaba cerca, una enorme hacienda rio arriba.
Por supuesto que todo no fue de un día para otro, tuvieron que "comprarlo" a los dificultosos propietarios sureños. Aunque no se fueron felices tuvieron suficiente oro para iniciar en cualquier parte de Westeros, ventajas de ser un Lord. Luego de una expansión agresiva la construcción llego a terminarse hace meses. Fue entonces cuando la verdadera actividad del lugar fue cobrando forma…
Si los aserraderos estaban cerca de Dreadfort, entonces, las futuras destilerías de los Bolton deberían estar cerca de la Ciudad.
- Cada ciudad tiene grandes almacenes, no seremos la excepción. Dije cuando las monturas llegaron a vislumbrar el lugar después de un tiempo de cabalgata.
- No lo pongo en duda, mi lord. Agrego Dyron, al ver el lugar atestado de comerciantes en filas.
- Vamos…
.
.
.
El aire frio del ambiente cambio estrepitosamente, cuando ingreso al lugar con la guía de uno de los capataces. El aumento de temperatura lo llevo a recordar las viejas fábricas de su mundo. El fruto de años de planificación se hacía realidad lentamente.
Fue todo un problema convencer al viejo Jorah (el herrero de Dreadfort). Traerlo a él y sus aprendices también resulto caro; sin embargo, el secretismo del proyecto valía el precio y los herreros de Dreadfort siempre eran fieles a la casa Bolton. Por otro lado, sus desacuerdos tuvieron que ver con hecho de hacer enormes calderos, en vez de espadas. Gracias a los dioses que el oro era un favor universal y así los herreros forjaron, sin importar el metal que pusiera en sus yunques.
El enorme salón subió aún más de temperatura, las brasas comenzaron a calentar los enormes alambiques de cobre dispuestos en filas paralelas. Empezó el proceso y la "mano" comenzaba a repartir órdenes y a calmar mis quejas.
- Existía la posibilidad de que el banco de hierro se negara, el Snow solo acelero las cosas. Dijo Tylan cuando vio mi rostro osco.
- Lo sé, no espere otra cosa, ahora solo tenemos que mantener nuestra convicción. Respondí.
- El Snow dijo que ya no comerciaríamos con Braavos. ¿Es prudente? Pregunto Tylan preocupado.
Era parte de la fuerza de negociación, negarles el comercio fue un doble engaño, no espero que tomaran en serio sus amenazas. Los usureros detuvieran radicalmente el comercio.
El Banco de Hierro presiono fuerte y tendríamos que demostrar que no jugábamos, aunque no estuviera en los planes, por pequeña que fuera nuestra pataleta para ellos.
- Eso ya no importa, desde ahora negociaremos mayormente con los sureños.
- Parece que tengo que repetir mi pregunta, mi lord. ¿Es prudente?
- Prudente o no, cierto Tyrell parece muy predispuesto a ayudarnos con este asunto y no quiero involucrar a la rata de Baelish más de lo necesario. Dije
Little finger no podía ser tratado tan fácilmente, no sin pagar un precio ridículamente alto. "Un problema a la vez, un problema a la vez" Susurre en mis pensamientos.
Por otro el Tyrell era más predecible. "Es muy codicioso, aunque, ¿quién no?" Me pregunte, pensando en el viejo maestre que solía discutir la "producción de oro" como si de producir vino se tratase.
- ¿Gormon? ¡¿Ese Gormon Tyrell?! ¡El tipo que te acosaba en la ciudadela! Farfullo Tylan.
- Creo que el término correcto sería "admirar", pero sí. Estuve tratando de traerlo a nuestro juego y mordió el anzuelo. Respondí sonrientemente.
- ¿Anzuelo? ¿Qué anzuelo? Escucho la voz dudosa de su mano.
- El del dinero por su puesto ¿Crees que el Banco de Hierro es el único que puede jugar ese maldito juego?
Una sombra de duda se mostró en el rostro del Rivers. Tylan sabía de curas y venenos, los asuntos del dinero le eran ajenos.
Mire lentamente los gigantescos alambiques de cobre, calentados por las brasas, seguramente alimentado por los hombres en el sótano del lugar. La producción de nuestro licor también tendría que buscar nuevos destinos ahora.
- Domeric ¿Qué crees que hará ese anciano Tyrell? Pregunto Tylan
- Si estuviera en su pellejo, probablemente negociaría con Braavos. La distancia y el oro braavosi lo harán babear. Las otras ciudades libres son más reticentes y la casa Tyrell tiene suficiente influencia para negociar con todo Esos. Dije
- Entonces, sería mejor comerciar de otro modo, en vez de depender de ese anciano.
- Tienes razón, pero no es el momento idóneo, ahora necesito depender de alguien. Y veremosque hace una rosa con nuestro oro. Dije
Un olor fresco entro por mis fosas nasales. El leve aroma fermentado asalto el lugar cuando hombres llegaron en filas con toneles. Los alambiques empezaron a ser llenados con la mezcla fermentada de los toneles. Dentro de unos días nuestro licor llegaría a los mercados para nunca más salir de él.
- Salgamos de este lugar. Aprendí que incluso el simple olor puede marear. Dijo el Rivers
Con una última mirada al lugar me dispuse a ser guiado por la mano.
.
.
.
Una espiral descendiente llego a una tercera planta subterránea rocosa y algo claustrofóbica. Estábamos relativamente seguros de los oídos ajenos. Por tanto, la conversación derivo en un tema más insospechado.
- ¿Y cuándo te vas a casar? Pregunto el Rivers
Suspire levemente. Era un tema recurrente últimamente.
- ¡No construí este maldito lugar para hablar de esos temas! Dije airadamente.
- Ja… no es menos importante que la guerra. Tener descendencia es importante para los nobles, en especial en tiempo tan inciertos. Dijo el Rivers, cuando sus comisuras se elevaron imperceptiblemente.
"¡Puedo solucionar ese inconveniente en cualquier momento!" Me dije, aunque era una molestia hacer alianzas y no quería ataduras tan pronto. Por otro lado, las futuras guerras cambiarían el panorama político "Nuevas alianzas surgirán y otras se romperán". Quería esperar y ver como se desarrollaba su fuerza, y luego tal vez busque tener descendencia.
- Prioricemos Tylan, primero tengo que matar algunos Karstark para que eso suceda.
- Por supuesto mi Lord, lo que usted diga. Porque no empezamos entonces.
Dijo su mano cuando abrió una puerta que se encontraba al final del corredor. Era exagerado, pero no tenía más remedio que exagerar, había hombres que podían cambiar el rostro al otro lado del mar angosto.
Dentro de la habitación, en una mesa circular, aguardaba un gran mapa de las tierras adyacente a mis dominios con todo lujo de detalle. Era un trabajo fenomenal, producto de años de informantes y redes de información bien pagada por Arren.
Algunos conversos de Alaryc también se encontraban en el lugar, eran huérfanos adolecentes de mis dominios. Muchos parecían serios y provistos de una mirada deificada hacia mi persona "¿Fui demasiado lejos con el lavado de cerebro?" Se preguntó. A ellos no parecía importarle y Alaryc parecía disfrutar del ambiente sectario.
POV GrennFlashback
Ganar, ganar y ganar mucho más. El robo fue una pasión que vivió por una gran cantidad de años, que se podía esperar de un huérfano en una gran ciudad. Su supervivencia dependía de ello, pero todo tenía un final.
Quizá fue el destino que lo puso en su lugar cuando tuvo que enfrentarse a la justicia por primera vez en su corta vida. Encarcelado por robar alguna hogaza de pan, que ya no recordaba ni siquiera su sabor.
- Aun es un niño, quizá pueda serle útil a nuestro lord.
Recordó escuchar aquella frase de su captor, un carcelero de poca monta encargado de la prisión del Lord.
- Yo decidiré si puede serle útil a lord Bolton.
Escucho decir a un hombre vestido en túnicas de monje, recordó los fríos ojos que poseía el hombre. La situación era idónea para actos nefastos y abusadores sin escrúpulos. Y aunque intimidado por su futuro incierto, intento escapar de su celda con todas sus fuerzas, lamentablemente al final no logro nada más que hacerse daño.
- Supongo que hasta un animal entiende cuando le llega su hora.
Le dijo el monje cuándo fue puesto en la carreta enjaulada junto a otros niños de su edad.
- ¿Sirve a los Bolton? Pregunto con la poca valentía que logro reunir.
- No, sirvo al "fundador", al igual que ustedes ahora.
Así empezó su nueva vida…
.
.
.
- Cuando el miedo te consume, las ideas se vuelven fatídicas. Dijo la voz. Las ideas propias de un suicida fueron impuestas a su persona.
Fue un gran cambio en su corta vida. Ser entrenado para servir a los Bolton lo cambio de cierta manera, pues al menos llego a tener una visión clara de su futuro. Tenía motivos y deberes suicidas ahora.
- El miedo es una ilusión, la esperanza una maldición. Uno debe perder la esperanza, entonces uno perderá el miedo.
Quería gritar en aquel momento, pero las ataduras y la mordaza no lo dejaron; de hecho, no era el único, varios compañeros del camino suicida se retorcían de cansancio e indignación.
- Convierte el miedo en la nada que es, solo entonces la verdad será revelada. Dijo el monje, con un látigo en la mano.
La finalidad de aquella perversa situación era ver cuál de ellos toleraba mejor el miedo a las alturas. Por supuesto, al tratarse del maldito monje, eso implicaba amarrarlos y amordazarlos desde un acantilado. Aquel que se queje sería acreedor de un castigo físico, los latigazos fueron los preferidos por aquel monje por alguna razón.
- Desde que me encomendé a servir al fundador no hay día que pueda descansar. Para bien o para mal solo ustedes pueden librarme de ese destino. El quejido del monje fue seguido de un latigazo a uno de sus compañeros menos afortunados.
- A pesar de su dedicación me temo que, al finalizar el año, más de ustedes terminaran muertos. Pero no se culpen, sucede siempre, las muertes son inevitables.
El discurso intimidante continuo por un tiempo antes de terminar el asunto. A estas alturas la mayoría aprendió a perder la esperanza y dejar a la suerte su existencia.
- Grenn… Inesperadamente fue nombrado por el monje.
- Si, maestro.
- La próxima semana será tu ocasión y recibirás la sangre del fundador.
- Si maestro. Respondió.
- Comienza tu ayuno.
- Entendido maestro. Volvió a responder.
Había pasado hambre muchas veces antes de conocer al maldito monje. De hecho, una de las pruebas del monje era ayunar por varias semanas. Aprendió mucho de su cuerpo durante esas semanas sin comer nada más que algunos hierbajos que logro esconder.
Se preguntó, y como muchos antes que él, si la "sangre del fundador" lo cambiaria en algo. Durante la iniciación muchos tuvieron problemas con la "revelación", afortunadamente ese no fue su caso.
.
.
.
La vista fue fascinante, era una larga fila de caravanas que no tenía fin a simple vista. Por mucho que le gustase su nueva vida, había motivos superiores a su realidad. Era una cuestión de realizar lo necesario y dejar el resto a discreción de Alaric, su maestro, el monje loco.
En sus pensamientos resalto la cantidad de grano registrado en ese día. Era tan grande que pensó que la capacidad de los almacenes no sería suficiente, por supuesto, eso no fue así, ya que fueron vaciados ese mismo día y un olor a licor impregno el ambiente.
- ¡Ciertamente es el mejor licor norteño! Escucho las alabanzas de su "compañero".
- ¡La próxima vez conseguiré un manojo de esas cartas que la gente de la ciudad suele jugar, eso y este licor solo pueden ser superados por alguna buena niña! Grito a todo pulmón.
- Deberías parar. Lord Tylan prohibió distracciones en el trabajo. Escucho, cuando el olor alcohólico inundo el ambiente.
- ¡Ja! Si no puedes disfrutar del fruto de tu trabajo, entonces no tiene sentido trabajar tanto. Procuro no exagerar con sus nuevos "amigos", aunque muchas veces era mejor tenerlos con la guardia baja
- ¿Disfrutar del fruto de nuestro trabajo, Grenn? Pregunto un compañero confundido.
- Es verdad, solo registrarnos los cargamentos, Grenn
- Bah, amargados como siempre. Dijo.
- Tipos como tu suelen despedir de este lugar la primera semana. A los muchachos no les agradaras si continuas con esa actitud de mierda…
El sonido de la conversación se puso tenue. En sus ratos libres de trabajo tuvieron el tiempo suficiente para entrar en conversaciones poco profundas muchas veces, ventajas de trabajar en este lugar.
- Entonces voy a terminar este elixir norteño yo solo. Después iré a ver a las lindas tejedoras de Lord Bolton. Seguro que puedo convencer a una de ellas hoy, ja, ja, ja. Dijo.
- Buena suerte. Escucho desinteresadamente.
- Gracias, pero no lo necesito, ya tengo a una prácticamente en el bolsillo…
Había pasado una semana desde que recibió la sangre del fundador. Una sensación de lealtad inexplicable se acento en su ser cada que veía la imagen de Lord Bolton. Creía que tenía que ver con el trance que experimento en la sala de iniciación, donde la imagen del fundador decoraba el lugar con una escultura magnánima.
No cuestiono esa situación, ya que al final era su deber servir al fundador de todos modos. Como ahora, que se encontraba por terminar su consigna.
- "Uno menos".
Susurro en su mente, cuando su "correcto" compañero cayó lentamente al suelo. Fue una caída asistida que termino con un esfuerzo extra por la constitución rechoncha del su amigo. Seguramente sería encontrado ebrio y sin pulso en alguna callejuela de la ciudad, luego de ser torturado por su puesto. El destino de un espía era lamentable cuando no se era cuidadoso.
- Los inventos del fundador atraen gente de todo tipo. Susurro, sabiendo de cierta presencia que lo vigilaba.
Pensó en las nuevas formas de hacer tejidos y lo revolucionario de su diseño. Estas innovaciones solo podían salir de la mente del fundador.
- Definitivamente el fundador debe ser bendecido por los dioses, te encargaste bien. Escucho la respuesta.
- ¿Maestro? La presencia de Alaric fue envuelta en misterio cuando apareció prácticamente de la nada.
La mirada de Alaric lo perturbo por un momento, aunque fue por unos segundos su descuido no pasó desapercibido para "la mano izquierda" del fundador.
- Hola Grenn ¿Está todo en orden?
- Si maestro, no fue fácil, pero este sujeto posiblemente sea de Braavos.
- Bien, nuestro trabajo casi ha terminado…
POV ClariseLas imágenes de una niñez atormentada fluyeron por su mente, como el caos de un rio profundo o el angustiante entierro en la nieve. Fuertes impresiones resultaron en una fugaz fuerza de voluntad.
- ¡Crees que lo permitiré! ¡No me avergonzaras!
- ¡No es su culpa!
Recordó aquellos momentos traumáticos. El incesante castigo que una de sus hermanas recibió cuando se descubrió que estaba embarazada, su madre defendiendo lo incontrolable. Maldijo su suerte, deseaba poder abandonar su hogar y ser libre. Libre de la opresión de su padre y de la debilidad de su madre.
No recordaba con claridad su huida, pero si recordaba el hambre que sintió en todo el proceso. Nunca fue fácil alimentarse de la naturaleza salvaje. Aun con sus esperanzas intactas fue el sueño de una vida mejor lo que la impulso en ese momento de desesperación. No tenía nada que perder o eso pensó.
Es entonces que se topó de una realidad que nunca nadie le explico, que no existían límites para salvajismo de los hombres.
Una paria como ella en un lugar de oportunidades, no había muchos lugares a los cuales acudir. Lamentablemente, con cuentos insensatos cayo en mano de personas sin escrúpulos.
- Tienes buen aspecto detrás de toda esa mugre, niña. Si obedeces entonces servirás de lo contrario volverás a la cloaca de donde te rescatamos. ¿De acuerdo?
Recordó escuchar la pregunta de la señora del lugar al que la trajeron, una casa en los suburbios. Consiente de su situación respondió.
- Si… Tonos apagados se escucharon de su tímida respuesta.
Los meses en detrimento que paso en aquel chiquero que llamo hogar, ayudo a su resolución y con una afirmación había sellado su destino. Aun con todo, el conflicto interno solo se hizo peor, pues cayó en cuenta de lo que verdaderamente estaba sucediendo en su "nuevo hogar".
Semanalmente, una de las tantas niñas que conoció en su nuevo hogar, era devuelta en situaciones miserables. Violentadas, con moretones, arañazos y por supuesto maltratos. El lugar se volvía silencioso con el pasar de las semanas, el silencio se hizo premonitorio para todas.
Era nuestro deber soportar el dolor. El dolor es soportable, la pobreza es inaudita. Recordó la oración que le enseñaron repetir incesantemente en sus mentes. El dinero un objetivo que la mayoría se había autoimpuesto.
- Clarise, hoy es tu turno querida, acompáñame…
Escucho un día, después de terminar con sus quehaceres del día.
- Si…
Aun con el miedo en su ser, se preparó lo mejor que pudo. Escucho mencionar que no todos los visitantes eran violentos. Era entonces cuestión de suerte, pero trato de ser agradable, al menos para evitar el peor de todos los males.
.
.
.
- Es de su agrado, es una de mis mejores chicas, se lo puedo asegurar. Escucho decir a la mujer que la superviso todo este tiempo.
- Si, puedes irte. Respondió, un tipo viejo, alto y de grandes ojos…la miro con molestia, sin saber el porqué.
Ya en la habitación solo quedaron ambos, cuando la mujer se retiró. El incómodo silencio reino antes de obtener una respuesta a su duda.
- Nunca había pagado tanto por una puta…espero que valga la pena…
Escucho, antes de sentir un golpe y cerrar los ojos…
.
.
.
Había días en los que pensó escapar. Y aunque la lucha interna fue intensa, se dijo a si misma que escapar no ayudaría a su situación. Una niña abandonada no tendría a nadie más que así misma.
¿Podría ser que acabo? Pensó cuando despertó lentamente. En ese instante de inconciencia temporal logro ver con asombro una figura amordazada en una silla…Era… el ¿visitante?
Noto lentamente una situación rara, pues su visitante no estaba sentado, si no amordazado.
- ¿Visitante? Dijo lentamente, cuando el hombre mostro un rostro de espanto.
Aun con los ojos irregulares y los temblores de su cuerpo, el visitante solo pudo forcejear sus ataduras. El sudor cubrió su cuerpo y su rostro de temor se plasmó en sus recuerdos.
- No puede hablar, esta catatónico …Escucho desde atrás de ella.
El ruido de los pasos retumbantes la tuvo en vilo, no movió ni un musculo. Sabía que pasar desapercibida era su única opción para no llamar a la atención innecesariamente.
Un hombre en túnicas entro en su línea de visión, cuando este se acercó al visitante amordazado.
- Odio a los niños, por desgracia para ti odio aún más a los de tu clase…
¿Odia a los niños? Pensó, aunque no tuvo tiempo para ordenar sus ideas, ya que entonces raudamente un frio puñal entro en el cráneo de su primer y último visitante. Fue rápido y contundente, no había duda en absoluto. La frialdad del asesinato puso una sombra de terror en sus esperanzas de vida. ¿Sería este el día de su muerte, era esta la libertad? Aun deseaba despedirse de su madre y de sus hermanas al menos.
- Es tu día de suerte, niña. Escucho decir… La purga de tu nuevo Lord comenzó.
.
.
.
El frio ambiente empedrado de la sala hizo de la situación algo intimidante. Era la primera vez que venía a este lugar alejado y especial.
La sala estaba desprovista de objetos a excepción de una enorme escultura en el centro, si la imagen no la engañaba, definitivamente era el rostro de su benefactor. Lord Bolton era apuesto. Pensó, cuando su maestro le indico que se arrodillase ante la escultura.
- La sangre del fundador es especialmente eficaz en los jóvenes...No debes dejarte llevar por su embriagador encanto, contrólalo y entonces entenderás de lo que hablo. Dijo su maestro.
- Si maestro. Respondió cuando se arrodillo ante la estatua y junto sus manos. – Siento el miedo y veo su curso, es mi debilidad, reconozco su existencia, pero entiendo su intrascendencia.
- Bien dicho, comencemos…Dijo cuándo un líquido rojizo embotellado entro mi visión.
La mano de su maestro destapo la botella. Aun con la intriga de las consecuencias de lo que estaba por venir, no tuvo miedo. Un entrenamiento altamente implantado llego a controlar sus miedos y depender más de sus ellos para afrontar los problemas.
El entrenamiento no fue sencillo, años de sufrimiento sirvieron para llegar a este punto. Muchos fracasaron, pero no tenía miedo, eso ya se lo habían quitado.
- Sentirás el despertar de tus sentidos y entenderás él porque Domeric Bolton es nuestro todo…Escucho decir a su maestro, cuando lentamente sus sentidos se alejaron de este mundo.
