El viento soplaba, no estaba húmedo, ni cálido, tampoco te calaba en los huesos para huir de él, era fresco, casi otoñal; Del viento que se lleva las hojas con ligereza, y te revuelve los cabellos con gracia

—No tuviste que pasar por todo eso—Soltó, intentando romper la distancia entre ellos

En cuanto Mía notó esta acción retrocedió, su sonrisa desvanecía pues ya no tenía el control de nada, lo que parecía divertido ahora era con un tono asquerosamente azul. Kawaki le indicó con un gesto que subiera a la camioneta y esta frunció el ceño mirando a Sarada y luego en dirección a él, no entendía lo que le quería decir, ¿Acaso le estaba diciendo que los dejara solos? ¿Qué ella ocupaba un segundo plano en esta historia? ¿Qué importaba más el dolor de la pelinegra a lo que ella sintiera?

Y aquellas palabras dedicadas a su tristeza, parecían ser arrastradas por el mismo viento que se las hizo llegar en aquella ocasión, pero esta vez a los oídos correctos. Aquellas letras ya no se sentían tan propias como la primera vez que se lo dijo, ahí fue cuando la esfera de cristal se rompió: Él no era tan suyo como pensó. Era agrio escuchar la dedicación hacia otra persona que no fuera ella, callarse los celos y recitar un mantra de tranquilidad intentando darse conforte. La batalla interna a penas comenzaba, coloco un rostro ofendido pero el ceño fruncido fue desapareciendo al notar a aquella chiquilla.

No puso ningún pretexto para quedarse, sabía que no querría escuchar lo que vendría a continuación porque ella perdería en todos los sentidos posibles. Y si se quedaba más tiempo, corría con el peligro de empatizar con la situación ajena, porque con tan solo echarle una mirada a aquella pelinegra veía la fragilidad que alguna vez se incorporó en ella. ¡Pero que pensaba! Ella no debería sentir lastima, no debería tener sentimiento alguno, ella era…era alguien del pasado.

Se suponía que su trabajo era evitar que Kawaki tuviera sentimientos por ella, ese fue el acuerdo, mantenerlo alejado de los pedazos que quedaron en aquella relación para que no recayera nuevamente. Era el propósito que se le había encomendado y ahora ¿Él rompía el pacto como si nada?

Era egoísta querer solo la atención de Kawaki para ella, querer alejarlo de su pasado, de aquella persona que le había causado daño, pero su terapeuta lo había dicho, él no era una especie de salvador o superhéroe que estaba ahí para rescatarla, solo fue una vía de escape y ella hacía lo que fuese para complacerlo, ya que se había acostumbrado a ello con Jigen.

Odiaba el hecho de que Jigen aún tuviera poder sobre ella, odiaba solo centrarse en el dolor ocasionado cuando las similitudes pasaban al lado de ella y devoraban su cuerpo, paralizando cada centímetro desde los pies, hasta el último cabello en ella, su corazón buscaba un escape y su garganta se secaba evitando mencionar palabra alguna para su auxilio.

Los observó soltando las lágrimas, impotente por no saber accionar, confundida ante las acciones de este y tambaleante ante la pelinegra, no, ella no podía sentir una conexión, no debería querer abrazarla y decirle que la entendía ¡Ella era la competencia! Ella le estaba robando la atención de Kawaki cuando no debería ser así, debería bajar, hacer un escándalo, reclamar su lugar y decirle que ella es la ex, cuya cercanía debería ser ausencia, donde las palabras no pueden ser recibidas en ambos lados y la ignorancia sobre sus vidas debería fluir en una constancia acordada. Así que contemplar esta escena le quemaba, la envidiaba con su ser ¿Por qué no podía tener un ex normal? Alguien que no la hiciera mi/erda hasta en los sueños, ni la atormentara en las mañanas perfectas, pese a que las olas chocaban contra su puerta, veía el rostro de Jigen con una inquietante sonrisa que no delataba emoción alguna, puesto que era la misma para cuando estaba furioso o contento, el sonido la sobresaltaba, y la imagen venía a ella como vil relámpago en una tormentosa noche.

Intentó mirarse al espejo, decirse a sí misma que él no estaba presente, y lo observó detrás de ella, sujetando su cabeza, haciéndola voltear a la escena.

—Mía, mía, mía, solo eres la otra pu/ta, a la que mantienen a oscuras como un sucio secretillo de mier/da—Cantó

—No estás aquí—Mencionó a gritos, repetitivamente

La otra mujer, la privada, la que consuela y sonríe, la que no tiene permitido estar triste, aquella que puede embriagarse y divertirse solo cuando él se encuentra presente, mientras que los otros días de mi/erda espera para que vuelva a su segunda vida, sin dar una pu/ta queja de lo infeliz que se siente. La historia secundaria con drama incluido, aquella cuya tinta se borra ante el contacto del dedo en el papel, cual destino borrable se desvanece con la mano que describe su aplazada e inconclusa historia llena de huecos y altibajos. La que se elige en la obscuridad y se opaca en la luz. La que nunca será protagonista inicial del cuento, aunque se hable de ella, la que se repudiará y se odiará hasta el final solo por usurpar un lugar que no estaba escrito en la historia, por permitir que el amor del protagonista se desviara de la verdadera pureza y felicidad.

.

—Quiero entender tus acciones, pero sé que no estaré del todo en tus jo/didos zapatos porque son muy grandes

Ponerse en el lugar de Sarada aún le costaba, pero si podía entrelazarlo a lo que él hacía por Mía, quizá podría entenderla un poco.

Cuando llegó al pueblo su madre le había hablado sobre ella, había perdido a su abuela reciente y ya nada la ataba a quedarse ahí, no se dirigía a ella de forma amable, pero sabía que era demasiado joven para que también viviera el infierno que le tocó vivir a ella. Esa chiquilla había llegado al pueblo porque había enviudado, tan joven perdió a su esposo en un accidente y solo ella sobrevivió, estaba molesta con la vida, había dejado todo por él y él la abandonó por seguir a su dios. Cuando dio con su abuela esta hizo que se comportara como si su vida amorosa quedara hasta ahí, incapaz e ignorante de reconocer que podía amar nuevamente, pero su amor era tan enfermizo cuando conoció a Jigen. No era que su madre simpatizará con Mía, mucho menos que fuese de un agrado tolerable, pero entendía que una vez echadas las anclas no había nada que volviera a levantarlas a menos que tuvieras la ayuda; Y el hablar de Mía a estas alturas será el tema más difícil de desenredar, era cansado y estaba viviendo las secuelas junto con ella, notaba las trabas y los conflictos que se ocasionaban desde su partida.

Sarada seguía dudosa de mostrarse frágil, porque cuando intentó hacerlo este no la trato de la forma más amable posible.

—Tú solo querías ayudarlas—Repitió las palabras de Boruto, ahora entendía la insistencia de estar presente aquella noche solo para que coincidiera con Sarada—No fue tu culpa que ellos y me incluyo, decidiéramos comportarnos como unos pen/dejos de una forma tan mi/erda, estoy arrepentido de mis pu/tos actos y no voy a intentar justificarlos porque no tendría motivos

Detestaba darle el beneficio de la duda al rubio, pero esta vez tenía razón sobre los comportamientos de Sarada, y no era la culpa que lo motivó a tener esta conversación, sino la preocupación, ella ya no era la persona con la que coincidió, el tiempo les había pasado factura de diversa manera pero no creyó que rompería de esta forma a Sarada; Se la imaginaba incapaz de sufrir por alguna experiencia amorosa, fría y sin temor ante aquellos hombres a los que alguna vez les juraba amor eterno por parte de las propuestas, no creyó que alguien le jo/de/ría el corazón o al punto de mantenerla ahogada en alcohol y dependiente de otras sustancias para encontrar un alivio, al instante se sintió como un pen/dejo egoísta lleno de celos, ella no poseía el estado por experiencias amorosas, eran las historias las que la marcaban, narraciones donde los protagonistas de su anhelo no eran representados por el rol masculino, sino más bien ellas, las chicas a las que deseaba brindar su ayuda; Cuando la palabra ellos tomaba lugar era debido a las acciones que empleaban en ella, las decisiones que ayudaron a que Sarada se arrepintiera en el proceso.

Entendió que las chicas no eran responsables de las acciones que ellos decidieron tomar y que eran el centro de esta iniciativa que ella tuvo, y con esta conversación quería que supiera que finalmente lo había entendido, despejó la neblina de furia y dolor para empatizar con una situación que le seguía rebasando, y sentenciaba con esfumar los sentimientos de culpa de los que habló Boruto, ella no tenía la culpa de absolutamente nada.

Durante meses estuvo rabioso con las acciones a conciencia que ella ejerció, usando sus sentimientos como moneda de cambio para la tranquilidad de otra, como si él no existiese o fuese un objeto irreal, dirigiéndolo a lugares familiares y reviviendo los traumas que creyó haber superado.

Intentó olvidarla, sepultar sus jo/didas acciones dentro de su pasado, y creyó superarlo hasta que el reencuentro lo arrastro sin consentimiento a los lugares de los que ya había zarpado, y el miedo de que lo tocará nuevamente con mentiras se transformó en enojo, era lo único que podía ofrecerle por el miedo a ser lastimado y enviado a la obscuridad;

Volvió en sí después de darse el trasfondo, de saber que estaban ahí frente a frente y habitaba en la empatía y la preocupación después de saber que no era la pe/rra que jo/dio su corazón a consciencia y que él no era el vil parasito que la engañó; Y sobre todo que ella no era la culpable de todo lo que le había sucedido.

El silencio le demostró que había verdad en aquellas palabras, ella solo quería ayudarlas, quería que salieran de esa relación y conocieran una vida distinta a lo que ellos les ofrecían. Que no se durmieran llorando sin tener una explicación del porque eran unos inútiles hijos de la mi/erda con ellas, que no malinterpretaran las acciones indiferentes como muestras de amor, que no esperaran cambios que jamás llegarían, porque en algún punto aquello la atravesó haciendo que tuviera un lugar entre ellas.

No quería rebuscar entre esas acciones porque sabía que se encontraría, en su versión más reciente, ella no podía ser como esas mujeres desesperanzadas y aferradas, ella no podía ser tan vulnerable a una relación que no tiene salida, ¿Por qué tendría que ser parte de ellas? ¿Cómo ella podía caer si estaba informada? ¿Cómo le podía suceder a una persona que sabía que las muestras de agresión no se trataban de afectos mal curados? ¿Perdonarlos tan fácil porque tomaba en cuenta su turbio pasado? No, ella no cedía ante la manipulación, ella gritaba y golpeaba a tiempo, huía si era necesario, ella no esperaba los cambios por amor, ella sabía que con amor no cambiarían.

Pero lo hizo, les dio otra oportunidad para que le demostraran que no eran tan malos como para que ella llegara como vil terremoto a sacudirles las vidas, que ella podía enmendar los golpes que soltó a seres inocentes de sus acciones déspotas.

¿Qué mi/erda le había sucedido? En el pasado lo único que tenía presente era que ellos decidieron ser así, no podía seguir justificándolos ni esperar una segunda cita para que mostraran el latente cambio de reconocer su valía, para esforzarse en demostrarles que era importante ¿Cómo pudo suceder eso? ¿Cómo llegó a eso? Era arrastrarse por la mi/erda suplicando un perdón que no le tocaba pedir, ellos le escupieron y ella se disculpaba. Y vaya, había que mirar en retrospectiva para darse cuenta de lo que eran capaces de hacer, así que empezó a presionarse, a decir la acción en voz alta, a aceptar que Mía tenía la razón, si se reconocía como víctima tal vez todo cambiaría…Sí, eran relaciones ficticias, pero acciones reales, los golpes, las palabras, el silencio hiriente, y ella los recibió.

—Lo que sea que hayas hecho en el pasado, no fue motivó para que él te lastimara de esa manera—No dudó en traer el evento pasado, haciéndole notar los rasguños y moretones en sus brazos

—Solo me besé con ella—Ofreció su pecado con un hilo de voz—no tenía que intentar abu/sar de mí—se hacía cada vez más pequeña, abrazándose a sí misma, susurrándose palabras de consuelo; Se sintió satisfecha ante lo dicho, los ecos resonaban con armonía, solo fue un beso, una acción mínima que no merecía tal maltrato. Y poco a poco se encontró reconociendo conductas cuestionables que en el pasado no creyó que le afectarían de manera futura—quería ser amable con todos ellos, no tenían por qué ignorarme mientras hablaba, ni cortarme las conversaciones o interrumpirme—Parecían ser pequeñas, pero entre ese diminuto espacio su confianza se iba machacando por algo tan mínimo, que no la tomaran en cuenta le restaba capacidad—Me hicieron creer que molestaba, que era un estorbo…Quería hablar de lo que me dolía, pero tomaba mi dolor y lo convertía en burla, como si no fuese suficiente comparado a lo que él había vivido, me arrebató los refugios y dejó de interesarme aquello que me podía servir porque no fui suficiente; solo me hacían sentir importante porque era bonita, y cuando intentaba decir algo me recordaba que era mejor no decirlo porque cualquier mi/erda que saliera de mí hacía que mi perfección se acabara…No puedo creer que me quitaron más de la cuenta—Observó como él intentaba poner su mano encima de la de ella, estaban cara a cara, sentados en aquel tapete rojo—No creo merecerlo, lo único que trataba era sobrevivir a una relación, de ser una novia para ellos, una buena persona que les daba atención y los escuchaba, sé que fingía, pero daba lo mínimo indispensable en relaciones a comparación de ellos, porque cuando les pedía respeto no era motivo para que me dejaran de hablar y me dijeran que era mi culpa porque yo no me daba a respetar, y cuando estaba poniendo mis limites aquello no era motivo para que se enojaran y aventaran objetos cerca de mí—Gimió, reconociendo el dolor de esas pequeñas acciones—Te juro que quise darles una oportunidad más, o dármela a mí porque no era tan mi/erda como para ser la per/ra que solo jugaba con ellos…no era esa mujer que se burlaba de ellos o alardeaba de jugar con sus sentimientos, no estaba en el mismo nivel como cuando ellos se burlaban de mí besándose con otra sin importarles que teníamos una relación…y traté de ser congruente con lo que mostraba, no como él…Sé que quería mostrarse amable, pero yo ya lo conocía, decía ser caballero pero me empujaba cuando no le prestaba atención, me rompía los teléfonos porque no quería que hablara con alguien más, ¿eso es ser buena persona?

—No—Tragó con dificultad—¿Ellos te lastimaban?—Asintió

—Me gritaban si veía a alguien más por la calle, me abrían la puerta de sus autos y me dejaban a media carretera porque les pedía que no miraran a alguien más ni le silbaran cuando iban conmigo, se quedaban con mis cosas y me las devolvían si yo accedía a tener se/xo con ellos—Frunció los labios notando las acciones violentas que creyó mantener en control—No estaba exigiendo mucho, solo quería respeto, que no me obligarán a hacer acciones que pudieran denigrarme o ponerme en peligro…me agotó sostener relaciones cuyo peso no estaba en mis capacidades y no podía…seguir; y sé que debí dejarlo, pero yo no podía irme—Se excusó—No podía dejar que volvieran con ellas, nadie se merecía esa clase de actitudes, solo quise ayudarlas, ellas no podían soportarlo más

—¿Tú sí?—Frunció el ceño, las acciones se iban iluminando lentamente en una imagen que deseó no tener tan vivida, imaginarse a Sarada soportando eso

—Yo podía…sí, lo repase muchas veces en mi cabeza, me repetía que no podía ser real si todo había sido un simple pagó para mí, ellos no me humillaban cuando yo era la que tenía el dinero en mano—Las palabras estaban más alejadas a su realidad, ya no podía abrazarse a esa opción, la había dejado atrás hace mucho—Yo era la que no se creía las palabras…ellos eran, unos imbéciles de mi/erda—Se burló—Lo sabía, lo sabía…¿Cómo no verlo? ¿Cómo iba a creer que ese pedazo de mi/erda era amor? Que me dejaran llorando mientras ellos dormían plácidamente, que al siguiente día iban a ignorar lo que había sucedido hablándote como si fueses lo más maravilloso del mundo, eso no era…ni que te soltaran la mano en cuanto veían a alguien más, pero luego juraban que te amaban; Yo sabía que aquello era despreciable—Lo miro a los ojos—Eso no era amor… lo sabía, porque tú y yo…—Se le acabaron las palabras dándose cuenta con quien entablaba la conversación, la misma persona que le demostró cierto repele en cuanto la vio—¿Fue real?—Negó con la cabeza, despejando esa pregunta, no era momento de debatir, no lo soportaría, el arrepentimiento llegaba a ella nuevamente comiéndosela viva—Es que debí buscarte…debí decirte todo, pero estaba muy molesta—Hablaba muy rápido, como si en esa frase quisiera mostrarle toda la verdad sobre ella—Y herida…y estabas con Sumire, ella me dijo que lo harías y volverías porque era algo que siempre hacías…yo no quería saber nada de ti, lo siento…lo siento…pensé que no había sido real, que también fuiste igual a todos ellos, fingiendo que solo era de tu agrado para no volver con tu ex—La abrazó sintiendo sus espasmos, y unas lágrimas se escaparon de él, no podía quebrarse en ese momento si estaba siendo el pilar

Intento controlar su respiración, relajar sus músculos y su mandíbula, cobraba sentido aquello que había soltado la noche previa, esos hombres hubieran terminado matá/ndola. Frotaba con delicadeza la espalda de ella, permitiéndole que bufara y soltara gemidos, haciéndole saber que no la soltaría tan fácil, ya habían tocado el tema que pensó que vendría hasta después pero no toleraría más el silencio que cada noche lo aturdía, necesitaba las palabras, darse un consuelo por aquello de lo que terminó huyendo de manera literal y al menos si esta vez se iba a ir, necesitaba avisarle, despedirse; Pero no la abandonaría, le repugnaba la idea de estar en la misma línea de los sujetos que la hirieron de maneras que podía imaginar, pero él tenía presente que su enojo había llegado en un momento caótico, tampoco podía hacerlo menos, ya que tenía una historia por detrás que le pisoteaba las espaldas en una carrera que creyó que acabaría en el momento de ser adoptado, su dolor fue real y lo seguirá siendo.

—Aquel día parecía irreal, creí que tendrías aquella chispa que arreglaría la relación, pero no debí responsabilizarte para que me salvaras de mis pu/tos errores de mi/erda, debí decir una pu/ta palabra, hablarte acerca de quién era ella, y porque no podía sacarla de mi vida…aceptar mis acciones, y asumir las consecuencias, no solo quedarme frente a frente sin decir una mi/erda dejando que todo se consumiera—Pensó en voz alta, él sabría que no podía dar consuelo alguno respecto al pasado, ni curar las heridas que quedaron abiertas después de lo sucedido porque hasta el día de hoy seguía lidiando con ellas

En aquel momento aún tenía presente la esencia de Sumire, quien había sido cuidadosa al momento de su partida, avisándole que la estaba perdiendo en diversas ocasiones y quería que Sarada le diera las mismas señales, pero esta no era como Sumire, ella aceptaba que era el final con honor, sin mirar atrás; Él temió flaquear y ser un bache en su vida, Sarada era una chica centrada y no se detendría en su camino por un interés amoroso fallido.

Y ahora que Kawaki rememoraba aquella despedida le hubiese gustado accionar de una forma diferente, evitando que se consumiera la relación en esa despedida tan nefasta y si el consuelo no llagaba a ellos, que aquel adiós pudiese ser más sano y afectivo, que no les doliera su ausencia ni se culparan lo suficiente para jo/derse.

Suspiro—Nos debimos tanto que nos quedamos sin nada—Se aferró a él, porque quizá sería uno de sus últimos abrazos prolongados. Las deudas que tenían entre ellos causaron la distancia, no pretendían evitar el pago, pero tampoco había razones para que accionaran, ¿Ya con qué fin? ¿Solo el decir adiós? Porque sabrían que eso les sería imposible, seguirían topándose sin querer, tendrían que recitar mínimo tres palabras en un encuentro

—Sí hubiese persistido, nada de esto te hubiera pasado, no saldrías con ellos, no te hubieran lastimado de esas formas—Habló desde su ser pequeño, aquel ser impotente que no realizaba acción alguna ya que era incapaz de volcar el tiempo

—Aunque hubieses sido insistente—coloco media sonrisa, separándose de él—estaríamos destinados a la separación, estaba la propuesta entre nosotros, un engañó que sé que te duele—Se separó lentamente, no podía figurarse la imagen que estaba dando, tenía que hacer pausas para hablar de todo ello, él no podía consolarla después de que ella le rompió el corazón, ¿Por qué le había dicho todo eso? Él no era el indicado para escucharlo, porque aún se dolían

Kawaki ladeó la cabeza, intentando dar una explicación que no tenía, haciendo que Sarada juntara las cejas preocupada, ya no quería lastimarlo

—Estoy hecha una mi/erda y sé que no lo soportas—Esta vez él no dudó en dejar caer las lágrimas, tenía miedo de voltear a otro lado, darse cuenta del aquí y el ahora, porque para él coexistían en el momento

Creyó que era lo bastante fuerte para decir que el amor no podía romperlo, pero aquí estaba, temblando ante la impotencia de no exponerle el sentir a Sarada, no podía prometerle que estaría todo bien, que se recuperarían y pronto lo dejarán en el pasado, y sentía que el momento se le estaba yendo de las manos para hacer esa clase de acciones, pero quería demostrarle que seguían siendo ambos, que confiara en un futuro.

—Podré soportarlo, no vas a andar por ahí cargando esta mi/erda sola

—¿No entiendes? No quiero aferrarme a t-i otra vez, quiero soltarte, quiero que sigas tu vida…

Negó, una y otra vez, ¿ella podía soltar la idea de que en un futuro podían ser de nuevo ellos? El escalofrío lo recorrió, claro, estaba en su derecho, él no podía aprovecharse de su vulnerabilidad y decirle que esperara por un futuro mejor para ambos, no quería hacerle una promesa vacía. Ella no necesitaba recordar con más dolor el pasado, y él no quería estorbarle.

Agachó la mirada, no debería convertir esta escena en algo que él necesitaba. Se trataba de la necesidad de Sarada—Solo dime ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Necesitas hablar del pasado? No de nosotros, sino de lo que sucedió

—¿Quieres una explicación?

—No quiero una pu/ta explicación, quiero que estés bien, que nuestra presencia no siga siendo incomoda en cualquier escenario…—Negó—No quise decir eso,,,no estuvo bien la forma en la que juzgue tus acciones, y no quiero seguir lastimándote por mi ignorancia—Esto no se trataba de él, esto se trataba de Sarada, de su dolor, de lo que necesitaba—solo, sí te ayuda, lo de nosotros fue real ¿Sí? No sabría decir si es amor, pero sé de nuestros momentos íntimos al patinar, de sentarnos en la cima esperando a que se metiera el pu/to sol sin que hubiese separación alguna de nuestros dedos…De lo importante que eran las manos para nosotros—Le hablo en señas—"De hacer una conversación más íntima entre ambos" Y—Dijo en voz alta—Si a esos detalles no le podemos nombrar como formas de amar, no sé qué otra etiqueta podemos darles. Trato de ponerme en tu lugar, de saber de qué manera te herí, que fui un pen/dejo al negar tu existencia, no pienses que todo fue un pu/to error que no debió suceder…Estoy consciente que no puedo arreglar lo pasado, pero sé que puedo mejorar y quiero hacerlo para ti, de verdad lamento mi forma de interpretar lo que sucedió, no quiero hacerte sentir de esa jodi/da manera de nuevo

—No lo merecía

Él negó—No merecías que fuera cu/lero contigo

—Solo quería enmendarlo todo—Tenía la voz quebrada nuevamente—No soy una mala persona…pero sé que te lastimé

—No estamos hablando de mi—La cortó—No quiero que hablemos de lo que me pasó, estamos hablando de ti, sé que mis palabras te hicieron creer que eras una persona de mi/erda, lo lamento demasiado, me arrepiento de haber sido un pen/dejo, de no saber manejar lo que sentía y callármelo evitando preguntar

—No vayas a justificar lo que hice—Soltó nuevamente el llanto, ahí venia la culpa ¿Cómo pudo hacerle eso a esta persona?

—No justifico tu acción, pero ahora sé que no tengo que dudar de lo que sentías, de que hayas sido genuina conmigo y no estabas interpretando un pu/to papel

—No sigas…no me hables de lo que fui, ni siquiera quiero que me veas de esta forma…contigo se guardan las memorias de lo que fui…y no quiero…

— ¡Sarada, no somos seres que deben llevar una armadura puesta por miedo a que les hieran, nos jo/dimos, y estábamos jo/didos cuando nos conocimos, y en el camino nos seguirán machando con vil presunción, no deberíamos ocultarnos las heridas cuando nos tenemos y sabemos que nuestro recorrido será el mismo!

Y ella solo pensó en que no era así, propensa a que la lastimaran con facilidad, a que un par de palabras la hicieran sentir humillada toda la semana, no sobre pensaba las situaciones con tanta facilidad, ni tenía pensamientos acerca de la muerte. No lloraba frente a las personas que la dañaron, ni dejaba que la trataran como la mie/rda, ella iba por delante, tomando decisiones, dando la cara para el primer golpe, sin temor, con orgullo.

—Solo quédate con esa imagen, lo que estas conociendo ahora, no soy yo—Mencionó temblorosa, ella no quería ser esta versión, temerosa, antipática, frágil, rota…tan sola, sin su capacidad de enfrentarse a los problemas con osadía, ella era la que protegía, nunca a la que protegían, ella no era la dama que estaba en apuros esperando rescates, ni valientes príncipes que la sacarían de una miseria—no estoy llegándole a los talones a lo que solía ser

Y al parecer ahora todos la veían de esa manera, desde las personas externas a ella, hasta las menos ajenas como su madre, quien ya no le preguntaba opiniones, y parecía que escondía sus actos y decisiones y lo detestaba, le restaron su capacidad, la convirtieron en alguien débil que es incapaz de estar para los demás.

Él notaba como podía ser un infierno ella misma, miraba en otra dirección y fruncia sus labios, como si alguien le estuviese reprimiendo, estaba demasiado herida y vulnerable para que ella misma se pudiera ver de esa forma. Lentamente y sin que ella pudiese notarlo se acercó, cauteloso de sus acciones, no quería sorprenderla, primero tomo sus muñecas, y cuando ella tomó sus manos supo que era el momento de hacer el recorrido por sus brazos hasta fundirse en ese abrazo.

—Deja de ser tan mi/erda contigo, hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir a las mi/erdas que te hicieron, y no solo de una pu/ta forma egoísta para un beneficio propio—Suspiró, no creyó que Chigo vendría a ayudarlo en este momento, así que sacó aquello que una vez le dijo—¿Qué pasaría si esa Sarada de hace tiempo te conociera?

No lo pensó mucho—Me miraría con asco y pena

—¿Y qué harías tú si pudieras regresar con esa Sarada? ¿Le harías lo mismo?—Esta negó

Se limpió las lágrimas, tallándose con más fuerza, como si eso pudiera lograr que ya no salieran—La abrazaría…yo, si pudiera evitarle todo el sufrimiento, lo haría

—Entonces, ¿Con cuál de las dos te quedarías?

Colocó la mano en su boca, evitando que salieran más sonidos, no podía creer que en el pasado haya sido poco amable incluso con ella misma, ¿Por qué tenía que presionarse de formas tan hostiles? ¿Por qué ahora era distinto? Y a su mente vino Sasuke…él la trataba con amabilidad y respeto, intentaba lidiar con ella de una manera distinta a la que su madre lo hacía, con paciencia, utilizando la soledad como privacidad, guiándola por caminos de admiración con acciones que parecían irritar a otros. Él le estaba enseñando a ser más amable, a no ser fuerte y dejarse proteger. Él le demostraba preocupación y estaba al pendiente de lo que sucedía, y Sarada no había sentido tanta seguridad que lo confundió con paranoia.

Ya no solo tenía que protegerse como su madre y ella habían aprendido, ahora ya tenía otra figura de la cual aprender, de su padre, quien a pesar de que detestaba a su familia se portaba con amabilidad, explicándoles con calma, también como se guardaba palabras y después encontraba una forma menos agresiva de soltarlas.

Y tal vez Shiho tenía razón, las crisis eran parte de un proceso de adaptación donde dos energías distintas chocaron y estaban buscando un equilibrio en ella.

No había razones para tratarse de una manera cruel, solo tenía que entender los motivos, descubrirlos.

—Gracias—Intentó soltar una risa, pero solo salió un suspiro de alivio, entendió que todo eso era material para su psicologa, Kawaki no tendría que escuchar aquel vomito verbal. Se separó lentamente de él, esta vez no lo miraba, pero movía con timidez su pie, justo como cuando se habían conocido, temerosa ante las siguientes acciones por parte de él—por tu preocupación, sé que no tenías que escuchar y pasar por todo esto de nuevo

Las manos, las malditas manos que no podían sostenerse las metió en sus bolsillos evitando el contacto a pesar de que quería tomarlas, sabía que no sería nada extraño si lo hacía, pero, era tan íntimo, él lo había dicho, las manos eran algo sagrado para ellos y lastimosamente se percató de que no solo habitaban ellos dos en un mismo plano, también estaba Mía, y no podía ser tan cruel como para hacerle sentir inseguridades, ella no quería que pasará lo mismo que con Sumire. Empezó a moverse, esperando que él entendiera que la conversación había terminado

—Sarada

El maldito silencio que emanaban sus pausas le provocaba besar aquellos labios que algún día fueron suyos, como una jo/dida promesa de que todo estará bien.

—¿Sí?

Negó—Los hombres no valemos ver/ga—Soltó, sintiéndose estúpido, haciendo que esta sonriera

—Ya lo sé

.

.

.

Después de que Sarada tuviese su verborrea con Utakata su intranquilidad estaba creciendo, creía que entendía un poco más a su hija y al trabajo que debería tener con ella, su esposa le pedía tener calma y paciencia, pero ella había sido madre por veintiún años, a él le faltaban veinte años de experiencia, no quería sobreprotegerla, pero ¿Cómo le podía dar seguridad?

—Confía—Le había propuesto su esposa

Pero ¿Cómo podía? No estuvo tranquilo con sus salidas nocturnas, ni con sus siestas en el jardín, para él eran señales de que algo andaba mal pero su esposa quería pensar que era parte de que ella conociera los excesos que no tuvo, no los aprobaba, pero tenía que confiar en que su hija notará por sí misma las consecuencias de ello, pero Sarada lo hacía de una forma que era poco sana, una forma en que aterró a ambos al ver la naturalidad con que ella lo comentaba. Entendía que ella podía defenderse y tenía ciertas herramientas, pero eso no le quitaba a él su trabajo, él debía proveerla de fortaleza, al menos darle un escudo para que pudiera ir al frente, pero solo había pasado un año desde que se conocieron y aunque su relación iba mejorando a veces sentía que era poco trabajo el que había hecho.

—No fue justo que me atacará por besarme con su novia—Decía molesta y con la cabeza gacha—pero era una persona de mi/erda, ella no merecía estar con él, se merecía algo mejor, y yo solo estaba con ella porque no quería dejarla sola, nunca supe que estaba enamorada de mí o algo así

Él estaba a punto de preguntarle quien era el tipo de mi/erda que le había hecho todo aquello, llamar a Suigetsu para que lo encerrará y pagara por aquello que le hizo a su pequeña. En ese instante quería terminar con el sufrimiento de ella y darle el merecido a aquella persona que le había causado tanto daño, ese hijo de pu/ta. Pero Sakura colocó un tono de preocupación acompañado de palabras como "Te creo" "No merecías eso que te sucedió" "La forma violenta en la que se desenvolvió todo no nos guío a nada" Y finalizo preguntándole si quería hacer algo al respecto. Ella mantuvo la calma, centrándose en lo que ella quería y validando su discurso, si él se hubiese dejado llevar por la situación, haría que Sarada le dijera el nombre de él y lo encontraría. Después de que Sarada haya respondido un "nada" le sorprendió la respuesta de su esposa, "Respetaremos tu decisión" ¿Qué era eso? ¿Quedarse con los brazos cruzados sin hacer nada? Era como si validaran que ella se mereciera eso

—¿Cuál será nuestra manera de accionar?—Le había preguntado cuando estuvieron solos

—Solo podemos acompañarla en sus decisiones, ella sabe que este asunto fue algo personal…pero si considerará que este tipo fuese un peligro, estoy segura de que haría algo al respecto—Se intentó convencer, ella también dudaba que fuese el agresor por "motivos", si era agresor, era agresor, punto; Pero tenía que respetar la respuesta de su hija, al menos a que ella perdiera el miedo de proceder

—¿Qué sentido tiene eso?

—Tenemos que hacerla sentir segura. No decirle que fue su culpa o presionarla; Tiene que ver que podemos confiar en sus elecciones y su capacidad para tomarlas. Sé que ella es capaz de decidir la forma de accionar para la situación.

No estaba convencido del todo, sobre todo la mirada perdida de su esposa le decía que había algo más, algo que estaba callando ante él, pero no quiso presionar más. Tenía que encargarse de esa parte de él, de encontrar el camino para guiarla sin interferir en sus decisiones o sobreprotegerlas.

Le había externado que estaría más inquieto si estos días continuara con el estilo de vida que optaba por seguir, y que en parte estaba molesto ante sus actitudes, había decidido irse a beber en lugar de estar presente en el nacimiento de sus hermanos, encerrarse en su habitación sin tomar participación en los momentos familiares, y luego la desaparición nocturna que duraba toda la semana.

Intentó relajarse y volver un poco a aquellas actividades que ella mencionó que extrañaba en el hogar, aunque estaba cansado, deseaba conectar con ella. Así que decidió preparar la cena, ella sonrió cuando notó aquel detalle, comiendo con más energía y hablando con su madre sobre temas pasados. La pelinegra noto la seriedad en él, pero no dijo nada más, se retiró a su habitación pensativa ante aquella actitud, pero las ganas de volver y preguntarle directamente que le sucedía la hicieron volver. Quería decirle que ella también estaba aprendiendo a caber en ese lugar, a pedir permisos y no guiarse solo por su voluntad, que esta imagen que ella estaba dando era errónea, no siempre fue "rebelde", ella fue una niña obediente y tranquila.

Lo observó tarareando aquella canción de fondo You've got to learn-Nina Simons mientras se dedicaba a limpiar aquella amplia mesa, colocó media sonrisa cuando él le dedico un verso.

Tienes que aprender de las situaciones duras y escuchar consejos y algunas veces pagar el precio y aprender a vivir con un corazón roto—Cantó para ella

Se acercó lentamente, tomando algunos trastes y colocándolos en su lugar, mientras se escuchaban ambas voces, ella colocaba media sonrisa.

—No volverá a pasar

Mencionó con un tono melancólico. Sasuke trataba de entender que estaba procesando demasiadas situaciones, pero tenía miedo de que iniciara con el abuso de sustancias, que se perdiera en ese camino sin pedir ayuda. Él entendía lo difícil que era la soledad, que costaba salir de noches ansiosas y encontrar una trayectoria digna, que sintiera vergüenza y temor al pedir ayuda.

—Lo sé, porque las consecuencias te estarán esperando—Señaló los trastes sucios

—¿Es como un castigo lavar la vajilla fina?—Se burló

—Bajo mi supervisión

Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha tratado con amor, porque nadie me ha querido nunca oír…yo soy rebelde porque siempre sin razón, me negaron todo aquello que pedí y me dieron solamente incomprensión y quisiera ser como el niño aquel, como el hombre aquel que es feliz…

Miro a Sasuke de reojo, mientras cantaba la canción metiendo sus largos dedos en aquellas copas asegurándose de que quedaran limpias como si no supiera que a propósito ponía esas canciones para ella. Se acerco a su padre mientras este le daba instrucciones sobre el acomodo de la vajilla y era un dolor en el cu/lo lo perfeccionista que podía llegar a ser, definitivamente si era un castigo.

Le pareció demasiado obvio que Jeanette y Mecano estuvieran en el repertorio musical de su padre, y que había una posibilidad que su madre influenciará en aquellos gustos, pero la imagen de su madre venía a ella, cantando canciones de Los panchos con tanta tranquilidad mientras limpiaba: Las horas más felices de mi amor fueron contigo…

Empezó a notar como su padre fingía tocar el piano, la miraba con media sonrisa de lado mientras disfrutaba de su acción imaginaria

Poniendo la mano sobre el corazón, quisiera decirte al compas de un son, que tú eres mi vida, que no quiero a nadie…que respiro el aire, que respiro el aire que respiras tú…

Agustín Lara acompañaba su cantar, tomó a Sarada, bailando con ella, haciéndola reír. Sus recatados pasos no los podía asimilar, así que solo se dejó guiar, mientras este desaprobaba los torpes movimientos de ella indicándole cada posición corporal que debería tomar en el baile.

Permite que ponga toda la dulce verdad que tienen mis dolores, para decirte, que tú eres el amor de mis amores

Se despedía, dejándola ahí yéndose por el pasillo y tarareando aquella canción.

Miro la pila de trastes una vez más antes de tomar aquella decisión así que bebió de un sorbo la botella que tenía entre sus manos y avanzó hasta quedar frente al lavabo. La ventana que había encima reflejaba las luces del patio, una tranquilidad difícil de procesar la invadió, podía escuchar los grillos, podía escuchar el ruido que hacían algunos electrodomésticos. Empezó con su tarea, remojando los trastes para quitarles la comida, y cuando sus manos cruzaron por aquella espesura de jabón decidió poner canciones para no sentir la soledad que había quedado con la partida de su padre.

El cantó empezó pavoroso, casi rayaba en la alegría, pero conforme la canción se repetía, los ánimos se iban apagando, como si con cada repetición la significancia fuese distinta.

Hoy volví a dormir en nuestra cama y todo sigue igual, el aire nuestros gatos, nada cambiará, difícil olvidarte estando aquí

Tallaba con delicadeza aquellas manchas, intentando quitarlas a la primera lavada, aunque pareciera que la concentración estaba totalmente en la acción, la canción la guiaba a momentos de su pasado, observaba a sus compañeras escribiendo mensajes de texto rápido mientras que Chöu narraba la historia de consuelo hacia otra compañera. Después venía a ella la imagen donde sentadas encima de la barda, cantaban a todo pulmón "Tu tanta falta de querer" y como una de sus compañeras lloraba ante la relación fallida que acababa de dejar ir. Sin advertencia vino a ella ese recuerdo donde esperaba aquella llamada que no llegaría, dudosa de aquella acción que la llevó a una historia que se llenaría de recuerdos dolorosos. Tomó el plato y lo abrazo, no con la suficiente fuerza para romperlo, pero si para que le empapara la playera.

Me siento mutilada y tan pequeña…¡Ven y cuéntame la verdad! ¡Ten piedad, y dime ¿Por qué?! ¿Cómo fue, que me dejaste de amar? Yo aún podía soportar tu tanta falta de querer

Cantó, soltando el plato, este volvió a caer en el agua con jabón, no se imaginaba que la crisis estaba a la vuelta de la esquina, asechando. La letra le estaba pegando duro, en conjunto con lo vivido con él. Ahora estaba posicionada en un lugar donde podría entender ese dolor, quemaba la ausencia de Kawaki porque quizá hubiera sido más fácil sobrellevar las propuestas con su apoyo, al final de cuentas él le dijo algo que cambiaría su percepción, ¿Qué le diría a su yo del pasado?

Y aunque seguía deseando que su accionar pudiese borrarse con la facilidad que desaparece la espuma con el agua ya se encontraba en una posición donde podía ser más empática con ella.

Podía regresar y decirse que no sintiera pena alguna por lo que les estaba haciendo, que no enmendará aquellas situaciones porque ellos eran capaces de elegir y sostener su forma de actuar, no era responsabilidad de ella las decisiones que tomaron. Porque como recordaba, desde los catorce años empezaron a sufrir por amor, a llorar penas no correspondidas, a consolarse entre ellas cuando conocieron la razón por la que sus madres querían protegerlas de las relaciones, a entender aquellas canciones de amor que narraban con frialdad la crueldad de los amores y las infidelidades.

Entendió que había aceptado las propuestas por aquello vivido en piel ajena, por los mensajes que quiso responder en nombre de sus amigas, por las palabras que quiso dedicarles a los novios de estas cuando empezaron a prohibirles salidas, porque quería que ellas se dieran cuenta que no cambiarían ni, aunque estuvieran con otra mujer. Era la misma historia, ellos querían ser reparados y cuidados, tener a una mujer incondicional como lo era su madre, alguien quien los aceptara con su mal carácter y su historial de amoríos sin terminar.

Colocó ambos brazos en el lavabo, no pudiendo soportar la realidad de lo que sucedía, sostenía su peso, respirando cada vez más consciente para intentar tranquilizarse y no caer en aquellos extremos que la hacían emprender marcha. Se deslizo hasta recargar la cabeza en la orilla del lavabo susurrándose que, si podía soportarlo, que podía deslizar el pasado y seguir en sus labores.

Intentaba comprender como aquellas historias tan ajenas se entretejieron en su ser, enredándose en la misma trama, formando una con ellas, todas se sujetaban del mismo hilo y por más que tirara con la esperanza de que alguna tuviera una historia distinta, se repetiría y aunque intentara sacudir aquella atadura no podría salir ilesa, no podría desprenderse ni destejerla. Ahora ella también lo vivió, recibió amor y se lo arrebataron, la atención ofrecida era condicionada, los golpes se acompañaban con palabras de amor y los juramentos eran sobre un cambio esperanzador que no llegaría.

—Piensa en un lugar en el que quieras estar—Se dijo a sí misma, cerrando los ojos, necesitaba encontrar un refugio

La imagen se volvió lucida, y era la habitación en la que actualmente se encontraba, estaba sorprendida de que ahora ese fuera uno de sus lugares seguros

—¿Qué hay en ese lugar?—Susurró para sí misma, intentando calmar la ansiedad analizando los detalles alrededor. Así que divagó por la habitación en su mente, dándose cuenta de detalles que ignoró como los cuadros que había hecho su madre para ella, ni siquiera notó cuando los había colocado, ni que su madre había retomado la pintura, ni siquiera recordaba una mi/erda de todo lo que había hecho su madre desde que llegaron a vivir con Sasuke.

¿Cuánto más le iban a arrebatar? No podía recordar lo que habían hecho en navidad, ni como habían celebrado el año nuevo, no recordaba las veces que había acompañado a su madre a las ecografías, ni siquiera a sus rituales de celebración. Su vida estaba pasando y ella no lo notaba, no parecía estar en el presente ya que pasaba más tiempo en sus equivocaciones.

Estaba ingenua ante aquella manera de accionar para enfrentar la realidad, estaba en el pozo, y sentía que por más que escalaba la luz quedaba fuera de su punto de enfoque.

¿Cómo fue que me dejaste de amar? Yo aún podría soportar, tu tanta falta de querer…

Se levantó para ir al baño, y se desconcertó ante el ruido. Notó a su esposo tapado de la mitad del cuerpo, como si estuviese alerta ante cualquier necesidad que se presentara, y notó a sus bebés durmiendo plácidamente.

—¿A esta hora está escuchando música?—Murmuró molesta, ¿Acaso los estaba retando?

Sasuke había optado por la prohibición de sus salidas nocturnas, y ahora su hija estaba protestando ante esa ridícula idea.

El ruido la había guiado hacia la cocina, y observó aquella escena.

—Sarada…—Mencionó a una distancia prudente, se acercó un poco más y nuevamente menciono su nombre, pero no hubo respuesta hasta que rompió la distancia y toco su hombro, sorprendiéndola—¿Qué pasa?—Con cuidado cerro la llave y levanto el tapón para que el agua pudiera drenarse.

—¿Yo hice eso?—Preguntó desconcertada, notando sus calcetines empapados de agua y un charco a su alrededor, tomó el trapo y comenzó a limpiar

Su madre la detuvo agachándose a su altura—¿Qué sucede? ¿Qué tienes?

Se meció un poco antes de fruncir los labios y que sus ojos se llenaran de agua. Se quito los lentes y se limpió las lágrimas

Hubo silencio

—Lo único que teníamos que hacer era buscarlo—Se cubrió el rostro, mientras su madre la abrazaba, lo único que ella tenía que hacer era buscar a Kawaki, decirle lo que había sucedido, esperar a que la entendiera y elegir otro camino

El sonido metálico llego a ella, estaba sintiendo demasiada presión que creyó que la verdad saldría a flote por su boca, ya no pudo escuchar las palabras de su madre, pero sintió aquellas caricias que la traían de vuelta; Se sentía dentro del agua, con los sonidos y los ruidos tan ajenos…

Es verano, y la vida es fácil, los peces están saltando, y el algodón, el algodón está creciendo…oh tu papi, él es rico…y tu mamá, ella es muy guapa, así que calla pequeño bebé, no llores.

—Ya basta—Sonaba tan exhausta—Ya no quiero vivir en él hubiera…ya no

El cansancio de sobre pensar las situaciones le rendía cuentas, sus manos se sentían tan heridas de arrastrar el pasado por miedo de perderse, el temor de soltarse a sí misma y mantenerse en el recuerdo de lo que solía ser.

Su madre intento darle consuelo sobre la situación haciéndole saber que aquel discurso era válido, el hubiera era un enorme peso que cargaban sobre los hombros, pero no por eso tenían que llevarlo como una pena. Pero lo que realmente le hizo sentido fue "no debimos pasar por muchas situaciones, pero esas situaciones no nos van a definir…tuvimos que hacer lo que tuvimos que hacer para sobrevivir" De ahí pudo agarrar fuerzas para continuar y explicarle sobre no creer ser merecedora de la tranquilidad que las rodeaba, "Pudimos encontrar la paz dentro del entorno caótico, pero no significó que teníamos que quedarnos ahí por siempre y aunque físicamente no lo estemos, sé que puede ser difícil dejar cada cosa en su lugar, el caos no nos pertenece ya" Le respondió su madre, intentando darle herramientas para que empezara a construir un mejor mañana.

En cuanto la pelinegra se retiró de ahí ella empezó la marcha, limpiando aquello que no había podido terminar. Intentó ponerse en el lugar de ella, una niña que conoció las carencias de cerca, que vivió la violencia a su alrededor y todos los días intentaba sobrevivir al entorno, estuvo despierta y alerta a una edad donde no le correspondía y ahora no sabía estar en paz. No podía disfrutar de la vida porque aprendió que necesitaba ganársela, era como le dijo, intentar llenar un vaso sin fondo. Y supuso lo sola que debió sentirse, alejada de aquel lugar donde vivió lo indispensable para forjar aquella personalidad resiliente, cansada de recibir situaciones sin dar nada a cambio, privada de la comunicación con las personas con las que había crecido. Y por más que trataba de justificar aquella depresión, no encontraba la respuesta adecuada…¿Por qué su hija se sentía de esa forma? Pensó que la adaptación al cambio iría de la mano conforme se daba cuenta que el esfuerzo ya no tendría que ser excesivo.

Lo único que ella podía ofrecerle era la comodidad de una familia, pero tampoco entendía los movimientos en el tablero, a penas y sobrevivía al encierro con dos seres demandantes y ahora lidiaba con la soledad de su hija mayor, Deseaba partirse, y ofrecerle lo poco que le quedaba para aliviar las penas y el dolor.