El verano por fin había llegado, era una suerte que la universidad terminara más pronto que la secundaria y la primaria. Chema, un joven estudiante de origen mexicano, había convencido a Denahi, su mejor amigo y compañero de cuarto, de acompañarlo por primera vez a México para que conociera, no solo su país de origen, si no también a su familia.

Cuando Denahi conoció a Chema en el primer año ni se imaginó que Chema fuese mexicano. Ya que Chema tenía la piel blanca, el cabello castaño oscuro, una ligera barba y ojos cafés. Además de que era bastante alto, como de la misma estatura de Denahi.

Los dos amigos habían preparado sus maletas día anterior a su vuelo a México, no hubo imprevistos durante el registro o el abordaje, pero aún así Denahi estaba muy nervioso. Era la primera vez que abordaba un avión, ya que la universidad se situaba cerca de su comunidad y sólo requería de un autobus para transportarse.

-¿Estás bien?- le preguntó Chema al ver su rostro.

-Es la primera vez que me subo a un avión.

Chema miró a su amigo con una sonrisa tranquilizadora, colocando una mano reconfortante sobre su hombro.

-Tranquilo, Denahi. Es normal estar nervioso la primera vez. Te prometo que todo va a estar bien. Además, ¡imagínate la aventura que nos espera en Ciudad de México! Va a ser increíble.

Denahi asintió lentamente, intentando relajarse mientras observaba por la ventanilla del avión cómo las nubes comenzaban a moverse rápidamente a medida que la aeronave se preparaba para despegar. Se aferró con fuerza a los reposabrazos de su asiento, tratando de ignorar el ligero temblor que sentía en su estómago.

-Aquí vamos -murmuró para sí mismo mientras el avión empezaba a moverse por la pista de despegue. Cerró los ojos y respiró profundamente, recordando los consejos que había leído sobre cómo manejar el miedo a volar.

Chema, notando la tensión de su amigo, continuó hablando en un tono relajado para distraerlo.

-¿Recuerdas cuando planeábamos este viaje desde hace meses? ¡Finalmente estamos en camino! Vamos a conocer a mi familia, disfrutar de la comida mexicana y explorar la ciudad juntos. Será genial.

Denahi asintió de nuevo, agradecido por el apoyo de Chema. Se sintió reconfortado al pensar en las historias que su amigo le había contado sobre su familia en México, especialmente sobre su abuela, que siempre parecía tener una comida deliciosa lista para cualquier visita.

-Gracias por traerme contigo, Chema -dijo Denahi sinceramente, abriendo los ojos para encontrarse con la mirada de su amigo.

Chema sonrió ampliamente.

-¡Por supuesto, amigo! No podría imaginarme haciendo este viaje sin ti. Estoy emocionado de presentarte a mi familia y mostrarte todo lo que Ciudad de México tiene para ofrecer.

El avión aceleró y comenzó a elevarse suavemente, llenando la cabina con el sonido constante de los motores. Denahi se aferró con más fuerza a los reposabrazos, pero esta vez con una mezcla de emoción y anticipación por lo que les esperaba al llegar a su destino.

-¡Vamos a Ciudad de México! -exclamó Chema emocionado, mientras el avión ganaba altura y pronto estarían en camino hacia su aventura en un lugar completamente nuevo para Denahi.

Así, con la promesa de nuevas experiencias y la amistad sólida entre ellos, Denahi y Chema comenzaron su emocionante viaje hacia Ciudad de México.

...

Mientras el avión se deslizaba suavemente por el cielo, Denahi decidió hacer una videollamada a su familia en Alaska. Sacó su teléfono y marcó el número de casa, esperando ansiosamente que alguien respondiera. Pronto, la pantalla mostró a su madre, pero detrás de ella pudo ver a Sitka, Kenai y Koda reunidos alrededor.

-¡Hola, mamá! ¡Hola, papá! ¡Hola, Sitka, Kenai, Koda! -exclamó Denahi emocionado al ver a todos.

-¡Denahi! ¡Qué alegría verte, hijo! -respondió su padre con una sonrisa cálida.

-¡Denahi! ¡Hola, cariño! ¡Qué alegría verte! -respondió su madre con una gran sonrisa, mientras Sitka, el mayor de sus hermanos, asentía con una sonrisa orgullosa.

-¡Hola, Denahi! -saludó Sitka con entusiasmo.

-¡Hola, hermanito! -añadió Kenai con una risa contagiosa.

-¡Hola, Denahi! ¿Cómo va el vuelo? -preguntó Koda con curiosidad, moviéndose en el fondo mientras trataba de captar la atención de su hermano mayor.

Denahi rió ante la energía de sus hermanos menores y luego explicó:

-Estamos en el avión en camino a Ciudad de México. Es la primera vez que vuelo y estoy un poco nervioso, pero Chema está aquí conmigo y todo va bien.

Sitka asintió comprensivo.

-Entiendo cómo te sientes, Denahi. Pero recuerda que los aviones son muy seguros. Estamos muy orgullosos de ti por aventurarte así.

-¡Sí, va a ser genial! -exclamó Kenai, con una mirada emocionada.

-¡Queremos escuchar todo sobre Ciudad de México cuando llegues! -añadió Koda, agitando los brazos con entusiasmo.

Denahi sonrió ante la calidez y el apoyo de su familia en Alaska. Hablar con ellos lo hizo sentir más conectado y menos nervioso por el vuelo. Durante unos minutos más, compartieron historias y risas, con Denahi prometiéndoles contarles todo sobre su aventura en México.

-Gracias por estar aquí, chicos. Los extraño mucho y estoy emocionado de compartir esta experiencia con ustedes -dijo Denahi sinceramente, mientras el avión continuaba su camino hacia el sur.

-¡Nosotros también te extrañamos, hermano! ¡Diviértete mucho y cuídate! -dijo Sitka con una sonrisa.

-¡Cuídense mucho! ¡Los queremos! -añadió su madre.

-Siempre estaremos contigo, hijo. Cuídate mucho y disfruta cada momento allá -respondió su padre con una sonrisa, mientras todos en la pantalla se despedían con un intercambio de besos hacia la cámara.

Después de despedirse de su familia en Alaska, Denahi se sintió aún más decidido y emocionado por lo que les esperaba en Ciudad de México. Miró por la ventanilla del avión, sintiendo un renovado sentido de aventura y conexión con su hogar y su familia mientras el avión continuaba su viaje hacia el sur.