Capítulo 5

Sakura, necesitas calmarte, —escuchó a su madre decirle.

Tenía correas en las manos. ¿En qué momento la habían amarrado? Se sentía confundida, con sueño, pérdida.

Me quiero morir. Ayúdame, mamá. Ayúdame a morir, por favor, —recuperó algo de fuerza. — ¡Ayúdame!

Cuando logró enfocar su mirada vio a sus padres. Ambos con lágrimas en los ojos. Ellos trataban de recuperar su compostura por su hija, porque no era momento de desmoronarse cuando ella los necesitaba.

Denme algo, cualquier cosa. Solo ayúdenme a morir. Ya no quiero estar aquí. No puedo estar aquí sin ellos ¡Por favor!

En ese momento llegó una enfermera y se acercó a ella con cautela. Sabía que venía a dormirla de nuevo.

¿Cuál es el plan? —inquirió su padre.

Traeremos a un terapeuta a hablar con ella. Por ahora tenemos que mantenerla sedada.

¿Las correas son necesarias?

Me temo que sí. Sin el sedante es muy agresiva. Ya ha atacado a tres enfermeros, —dijo la enfermera apenada.

Sakura sentía que se volvía a quedar dormida. Quiso pelear pero no tenía opción.

Uff.

Salir a correr con Kero siempre había sido una buena manera de mantener alejados mis pensamientos peligrosos. Estaba demasiado concentrada en no morir. Kero lo amaba, yo solo lo hacía por necesidad. Vi una figura familiar frente a mi y paré en seco.

—Que grata sorpresa, —dijo el hombre con una sonrisa.

—Dai, —dije sin creerlo. —¿Qué haces aquí?

—Me gusta ejercitarme en este parque. ¿Y quién es el? ¿O ella? —preguntó mirando a Kero.

—El, —sonrei, — es Kero. Le gusta correr en este parque porque los niños corren a darle comida y le hacen cariños.

Kero se quedó analizando a Dai. Después de nuestro encuentro con Syaoran hace unos días, había estado un poco más sobreprotector. De repente, saltó encima de Dai casi tirándolo al piso pero él mantuvo su equilibrio. Kero trató de darle besos, y el solo rio.

—Parece que le agradas, —dije sonriendo ante la imagen.

Me di cuenta de cómo me veía yo a comparación de él. Mi cabello castaño claro estaba en un molote sudado y grasoso. Tenía una playera gris también cubierta en sudor y unos leggins negros llenos de pelo de perro. El tenía una playera negra, ajustada a su cuerpo con una ligera mancha de sudor, unos shorts grises, y tenis negros. No lo negaría, se veía sexy. Me sentí un poco avergonzada por mi pensamiento.

—Bueno Kero, también me agradas a mi. Lamento no haberte mandado un mensaje, el trabajo ha estado algo ocupado.

La verdad es que con tanto en mi mente, ni siquiera lo había pensado.

—No te preocupes, —dije alzando mis manos. —La vida es así.

—¿Qué piensas de una cita ahora? Hay un lindo café en la esquina, y dejan entrar perros.

Kero se emocionó ante la idea. Pero yo no estaba segura.

—Creo que no estoy en condición de salir. Debería arreglarme un poco, —trate de justificar.

—No se a que te refieres, te ves hermosa, —sonrió sinceramente. Yo me sonroje. Se sentía bien. Normal.

—De acuerdo, pero no respondo por cualquier olor que despida.

El rio y comenzamos a caminar. Kero estaba muy feliz entre nosotros y paramos algunas veces para que niños lo saludaran. Algunos de ellos eran mis estudiantes o sus hermanitos. Me encantaba ver a mis niños. Dai fue muy amable y jugó un poco con los niños. Yo maldecí; guapo y bueno con los niños. Uff. Estaba en problemas. El agujero en mi pecho se constriñó un poco pero respire hondo. Dai lo notó y me tocó el hombro, una mirada inquisitiva en sus ojos. Yo negué con la cabeza y él entendió.

Llegamos al café y ordenamos unas bebidas y algo para almorzar. El menú también tenía comida para perros y parecía que Kero se comería a besos a la mesera.

—¿Estás bien? —preguntó Dai con algo de preocupación.

—¿Es eso lástima? —trate de bromear.

El sonrió.

—No, es comprensión. Se que se siente ese dolor en el pecho. También sé que no es lo mismo para todos.

Hablar del agujero en el pecho no era mi tema favorito. Pero ahí estaba alguien que en cierta manera comprendía.

—Es como un vacío. No logro que nada lo llene. Me llegan ataques de pánico. Kero ayuda, —el mencionado me miró al escuchar su nombre pero volvió a sus bocadillos, —pero no se si algún día se irá.

—Lo que pasaste no es fácil. Fue abrupto. Procesarlo, imagino, ha tardado y seguirá tardando.

—¿Puedo preguntar qué pasó con tu esposa? —Era algo muy personal pero él sabía suficiente sobre mí.

—Cáncer. Le detectaron cáncer en el páncreas. Cuando lo encontramos, ya era demasiado tarde, —dijo con tristeza. —Fueron dos meses antes de que muriera. Por mucho tiempo estuve enojado y sentía ese vacío. Pero a diferencia de ti, yo me pude hacer a la idea antes de que pasara. No te sientas mal por seguir mal. Todos sanan a su manera.

Sus palabras llegaron a lo más profundo de mi alma. A veces sentía que me estaba tardando demasiado en sanar. Otras sentía que sanaba demasiado rápido y me parecía una falta de respeto hacia mi familia. Tal vez sanar no estaba mal, no es como que tuviera que acelerar el proceso, pero tampoco tenía que sabotearlo. Estaba segura que mi terapeuta también me lo había dicho pero yo decidí ignorarla. ¿Quién se creía ella para decirme algo? Ahora la amaba, pero en ese entonces no tanto.

—Lamentó lo de tu esposa.

—Está bien, mientras no me mires con lástima, —sonrió. No pude evitar sonreír también.

Pasamos la tarde platicando y conociéndonos un poco más. Kero disfrutó de su comida y dormía tranquilo a mis pies. Había sido una tarde encantadora. Pero claro, la vida no es perfecta.

—Me pareció escucharte, —dijo Syaoran a mi espalda. —¿Nos presentas?

Yo giré la cabeza súbitamente y resoplé enojada.

—Kato Daisuke, mucho justo, —Dai se levantó y le dió la mano.

—Li Syaoran, el gusto es mío.

El apretón se vio algo tenso pero no sabía cuál de ellos era el culpable.

—¿Eres amigo de Sakura? —preguntó Dai sin soltar el agarre.

—No, y ya deberíamos irnos, —dije de golpe levantándome. Kero se despertó y vio a Syaoran con desconfianza.

—Sakura, por favor… —comenzó a suplicar.

—Déjame en paz.

—Tienes que escucharme, —dijo enfrente de mí.

—Me parece que Sakura ya dijo que no dos veces. Con permiso, Li.

Dai me ofreció la mano y la tomé. Sentí mariposas en el estómago y lo solté en cuanto salimos del lugar.

—¡Sakura!

—¡Gas pimienta!

Cuando nos alejamos lo suficiente Dai me miró.

—¿Quién era el?

—Alguien de mi pasado de quién ni quiero hablar, —dije en tono definitivo.

—De acuerdo, de acuerdo, —dijo poniendo las manos enfrente de sí mismo cómo si se estuviera defendiendo. —¿Qué tal un helado?

—Lo siento, pero debo ir a prepararme para mañana. Y Kero también necesita un baño. ¿Podríamos hacerlo en otra ocasión?

—Claro. Cena el próximo viernes, ¿qué te parece? Te dejaré pagar y todo, —sonrió coquetamente.

Uff.

—Que galán, —rodeé los ojos. —Suena bien. Te mando un mensaje después.

—Si no lo hago yo primero, —añadió.

Y antes de poder reaccionar me dió un beso en la mejilla y se alejó. Me quedé plasmada en donde estaba parada. Trataba de procesar lo que había pasado y escuché un resoplo.

Syaoran me veía con un coraje que no había visto en años. Un coraje que solo significaba una cosa: estaba celoso.

Uff.

Reviews reciben avances ;)