—Edwyn ¡Edwyn! Despierta, es hora de levantarse.

Coco remecía a su hermano en un intento por despertarlo, pero el pequeño gusano se limitó a gruñir y a cubrirse con las sábanas para seguir durmiendo.

—Vamos Edwyn, levántate, hoy vienen nuestros primos de visita ¿No quieres verlos? Va a estar Ren, podrán leer libros y mirar el techo y todas esas cosas raras que hacen ustedes.

La perspectiva de pasar un rato con Ren le atraía bastante, pero difícilmente podía competir con la idea de seguir en el mundo de los sueños.

Edwyn no estaba acostumbrado a madrugar, mientras que sus hermanos se levantaban temprano para ir a la escuela, él podía seguir acostado, ya que estudiaba en casa y su tío le consentía en todo. Sin embargo los fines de semana le tocaba sufrir, ya que al estar su padre en casa lo obligaba a seguir la rutina de los demás.

—Edwyn, levántate ahora —dijo Hollow con tono autoritario.

Aquella voz no dejaba lugar a réplicas o reclamos, él lo sabía bien. Sintió como su hermano se retiraba de la habitación y lo dejaba solo para seguir a su progenitor, en cuanto a él, aún adormilado, hizo un esfuerzo sobregusano para salir de la cama, de hecho casi choca con la puerta al salir, pero su tía Kairi lo atrapó a tiempo.

El sentir las manos de la contenedor alrededor de su cuerpo terminó de despertarse.

—Ah... Que...

"Arriba Edwyn, tu papá no dejará que duermas hasta tan tarde, vamos a bañarte para que desayunes" Dijo con lenguaje de señas.

Los tres príncipes eran expertos en lenguaje de señas, lo habían aprendido casi desde que nacieron y ya era como su segundo idioma, en realidad para trabajar en el palacio era casi un requisito poder comunicarse con las manos, debido a la gran cantidad de habitantes sin la capacidad de hablar.

La falta de habla de sus tíos era uno de los grandes misterios para los príncipes, sin embargo les habían prometido que les contarían la verdad en algún momento, de hecho, ese momento estaba cada vez más cerca, todo les sería revelado el día de su próximo cumpleaños. Edwyn estaba más que emocionado por enterarse, tanto por su curiosidad natural, como por la posibilidad de encontrar una cura para el problema de los tíos si conocía la causa, pero para eso aún faltaba mucho. De momento todavía tenía que estudiar, quizás si leía suficientes libros de medicina daría con la solución, el pequeño en su arrogancia pensaba que él con su inteligencia superior podría solucionar un problema que ningún adulto había podido.

La tía Kairi lo alzó en brazos y lo cargó hasta el baño, Edwyn podría haber caminado por cuenta propia, pero su lentitud exasperaba a la contenedor, así que prefería llevarlo en brazos, de todos modos al príncipe no le molestaba, con lo perezoso que era incluso el trecho al baño se le hacía molesto, aunque en su favor había que decir que el baño quedaba bastante lejos.

Luego de una ducha rápida lo llevaron a elegir la ropa que usaría ese día, aunque para Edwyn eso siempre era una pérdida de tiempo.

—Tía Kairi ¿Por qué tenemos que hacer esto? Elige cualquier túnica y listo.

"Hay que elegir la ropa adecuada para cada ocasión"

—¿La ropa adecuada?¡Pero si son todas las túnicas iguales!

"¡Eso no es verdad! Mire, esta es blanco leche, esta es blanco puro y esta de aquí es blanco perla"

—Claro, que gran diferencia ¿Por qué toda mi ropa tiene que ser blanca?

"Al rey le gusta ese color, sobre todo cuando lo usas tú, hace que te parezcas a tu abuelo" la contenedor puso una mueca de disgusto al referirse a aquel individuo.

—Pero el abuelo, es el abuelo, y yo, soy yo.

"Lo sé Edwyn, lo sé bien"

—Además, aunque me gusta el blanco, mi color favorito es el azul ¿Por qué no puedo tener una túnica azul? Ese color igual se ve bonito combinado con el blanco.

"Bueno... Big es quien manda a hacer tu ropa..."

—Mpfh —El pequeño bufó molesto, pero luego de unos momentos le hizo una seña a su tía para que se acercara a él, le iba a decir algo al oído— No se lo digas al tío Big, pero para mi cumpleaños le pedí a la tía Hornet que me regalara una túnica azul ¿Crees que se enoje conmigo?

"No creo, Big es demasiado amable para eso "

—Ya... Pero igual no se lo digas, quizás le diga a tía Hornet que le cambie el color a blanco y yo quiero que sea azul.

"No te preocupes, no le diré nada" contestó entre risas.

—Gracias tía, eres la mejor.

Kairi definitivamente estaba entre sus tías favoritas en su lista, junto al tío Big, el tío Soul y la tía Hornet. Ella no lo trataba con frialdad y escuchaba lo que tenía que decir, aunque entendiera la mitad, en realidad no era tan inteligente como el rey o como Quirrel, pero era buena compañía, además de ser su guardiana. A diferencia de sus hermanos él tenía una guardaespaldas personal para que lo protegiera, mientras que ellos tomaban clases de esgrima para defenderse por sí mismos.

No es que los envidiara realmente, nunca había sido muy bueno en la actividad física, pero si se pudiera defender por sí mismo como ellos, entonces tendría algo más de libertad, sin tener a alguien vigilándolo cada minuto cuando salía. Al menos se consolaba pensando que en realidad no salía mucho, no tenía que ir a la escuela como sus hermanos, le aburría ir a las tiendas y tampoco tenía amigos con los cuales ir a pasear por ahí.

Finalmente Edwyn estuvo listo para el desayuno y se dirigió al comedor, esta vez caminando por sí mismo, sería vergonzoso si alguien lo viera en brazos de su guardián como si se tratara de un bebé.

Cuando llegó al comedor pequeño que ocupaban para desayunar vio que como de costumbre, había un gran alboroto montado ahí.

—Aster ¡Esa galleta era mía! —Se quejaba Jazmín tratando de quitarle el bocadillo a Aster.

—¿Acaso tenía tu nombre en ella? El más rápido se la queda —contestó su hermano.

—¡No es justo!

La mestiza alzó sus manos contra él para quitarle la galleta, pero Aster tenía mayor tamaño y extremidades más largas, así que no era difícil para él mantener lejos de su hermana la galleta, pero por estar tan pendiente de ella no notó que Coco estaba a su alcance, y sin que ninguno pudiera evitarlo, le quitó la galleta al mantis y se la comió.

—Estaba buena.

—¡Coco! Esa galleta era mía —Gritó Aster.

—¿Tenía tu nombre en ella?

Semejante respuesta le sacó una risa a Jazmín y un gruñido a Aster. Coco conocía a su hermano, seguro que buscaría venganza, así que se levantó de su silla y salió corriendo, por supuesto no tardó en ser perseguido por el mantis, mientras que Jazmín desde su sitio gritaba emocionada "corre Coco, que no te alcance"

En ese momento en la cocina solo había una sirvienta, y como no estaba autorizada para regañarlos, fue a buscar al padre de los retoños para que se hiciera cargo.

Mientras tanto, Aster ya se había dado cuenta de que nunca podría atrapar a su escurridizo hermano, así cambió su estrategia por un ataque a distancia cogiendo comida de la mesa y arrojándola hacía su objetivo. El comedor pequeño cada vez estaba más sucio, con crema repartida en el piso y migas por doquier.

Justo en medio de ese caos Edwyn entró, con tan mala suerte que una tostada con mermelada le impactó en la cara y luego calló manchando por completo su túnica.

—Ah ¡Mi ropa! Y me acababa de bañar ¡Miren lo que hicieron!

Los culpables se miraron entre ellos aturdidos por la repentina aparición del gusano y por la culpa de haberlo manchado, pero no tardaron en encontrar una excusa para eludir su responsabilidad.

—¿Y por qué no lo esquivaste? —dijo Coco que siempre era el más creativo para las respuestas.

—¡Eso! Debiste haberlo esquivado! —Lo secundó Aster— Cualquier persona normal lo hubiera evitado, si no estuvieras tan gordo quizás podrías mover esas patas y hacer algo.

—¡Eso no es verdad! Ustedes no tendrían que estar arrojando comida.

—Aaahhh... ¿A quién le importa lo que tenga que decir un patético gusano?

—Chicos... Ya dejen de pelear, nos meterán en problemas. —Jazmín se estresaba fácilmente con los conflictos por lo que trató de calmar a ambos niños.

—Lo que este gusano diga sí es importante, porque al menos este gusano tiene más cerebro que tú.

Edwyn no era como los gusanos normales, que siempre se doblegaban y tomaban una actitud servil y sumisa, la sangre de mantis era tan fuerte en él como en Aster, por lo que nunca se quedaba callado y daba pelea, entre ambos siempre había un constante conflicto de poder, pero por razones obvias el pequeño pálido siempre era el que perdía.

—¿Te crees muy importante solo porque lees muchos libros? ¿De qué te sirve ese cerebro tuyo si no eres capaz de hacer nada? Eres patético.

—Quiero ver si eres tan valiente como para repetir eso cuando sea rey.

—¿Tú rey?

—Claro ¿O es que acaso te olvidas que también soy un príncipe? Soy candidato con tantas posibilidades como ustedes.

Estas palabras provocaron las risas en el grupo de niños, quienes ni siquiera tuvieron la delicadeza de disimularlo. Por supuesto el gusano se enojó mucho.

—¡De qué se ríen!

—Ay Edwyn —dijo Aster entre risas— Que el tío Big te elija a ti como heredero es ridículo, seguro me elegirá a mí, hasta Coco tiene más posibilidades de ser elegido, sin ofender.

—Estoy ofendido —contestó Coco.

—Cualquiera sería elegido menos tú —continúo el mantis.

—Y ahora ignorado.

—Así que mejor deja de hacerte ilusiones con eso y agradece que el tío Big te quiera tanto, al menos no tendrás que pasar las penurias de otros gusanos menos afortunados.

Edwyn ya se estaba aguantando las lágrimas de rabia por todo lo que le estaban diciendo, pero un cambio en el semblante de sus hermanos lo alertó de la presencia de alguien nuevo en la habitación.

—¿Qué pasó aquí? —Preguntó Hollow con voz autoritaria.

—Fue él —Gritaron los tres niños antes de salir corriendo.

Edwyn se quedó solo en el minicomedor junto a su padre que lo miraba con gravedad, entonces entre tartamudeos nerviosos dijo que él no había sido. Su padre sin retirar su expresión seria contestó.

—Lo sé, con lo lento que eres te tomaría tres horas dejar el comedor así.

Aquellas palabras iban sin malicia, era solo una afirmación de la que estaba convencido y que excusaba por completo al niño de toda culpa, pero dada la conversación y previa y el delicado estado emocional de Edwyn, fue algo tan doloroso como un castigo.

—En fin, hablaré con ellos más tarde, ve a bañarte y a cambiarte de ropa.

—Pero si ya me había bañado.

—Pero ahora estás sucio.

—Pero...

—No me discutas y anda ¿O acaso quieres que te cargue yo?

Hollow dejó entrever una mueca de disgusto ante la idea, un gesto muy sutil y casi imperceptible, pero que su hijo podía identificar más no interpretar realmente. Al caballero le aterraba cualquier tipo de contacto físico con su retoño y de ello venía su aversión a tratar con él, pero Edwyn no lo sabía, para él era asco y desprecio por ser un gusano.

El niño se retiró cabizbajo, el día apenas empezaba y ya quería que terminara, lo que quería ahora era ir a la biblioteca y esconderse en algún rincón a leer en soledad, pero ni ese consuelo tendría ya que sus primos venían de visita y lo obligarían a socializar con ese lado de la familia.

Algún rato después, luego de que se hubo lavado, cambiado de ropa y desayunado, Edwyn finalmente estuvo listo para recibir a sus parientes quienes ya hacía un rato que habían llegado, y nada más poner un pie en el cuarto de juegos escuchó aquel grito tan común que solía escucharse cada vez que su primo estaba cerca.

—¡Chester no!

Seguido de eso se escuchó el sonido de algo quebrándose y al entrar, pudo darse cuenta que se trataba de una lámpara de araña que se había descolgado del techo, junto a los trozos rotos habían rastros de seda y en el centro de ese desastre había un pequeño hijo de las sombras que miraba a todos lados con sorpresa.

—Ups... Creo que estoy en problemas.

—¡Te dije que era mala idea colgarse de la lámpara! —Jazmín se cruzó de brazos fastidiada.

—Necesitan renovar los cuartos del castillo ¿Cómo pueden vivir en un lugar donde las lámparas se caen solas? ¡Eso es peligroso! —El culpable miró hacia el techo con actitud pensativa.

—Eh... Chester no, esa excusa no resulta —dijo Silky, la princesa araña.

—¿No resulta?

—No

—¿Ni un poquito?

—Ni un poquito, lo siento Chester.

—Ahh...

El niño se agachó y se abrazó las rodillas mientras su hermana le palmeaba la espalda. Edwyn suspiró ya fastidiado, quizás sus hermanos encontraran muy divertido a Chester con sus ocurrencias y los problemas en los que se metía pero él no, era solo un cabeza hueca al que le gustaba llamar la atención.

Antes de que pudiera hacer notar su presencia la tía Kairi entró al cuarto y al ver la lámpara rota en el piso se agarró la cabeza y luego sacó un papel que tenía escrito "AAAAAAAAAAAAAHHHHH". Había que decirlo, los contenedores podían ser muy ocurrentes cuando buscaban expresarse.

Luego siguió una exagerada pantomima que no quedaba muy claro si era dirigida hacia los niños o hacia ella misma, pero básicamente consistía en una especie de queja por ser tan revoltosos a la vez que se reprendía a sí misma por dejarlos solos cinco minutos, de paso entre todos sus comentarios soltados al azar también dijo que le diría a Hornet lo que habían hecho.

—Nooooo Tía Kairi, no le puede decir eso a mamá —Chilló Chester— Me quitará el permiso para salir una semana. Además de que solo quería enseñarles mis nuevos trucos con la seda ¿Qué tiene eso de malo? Por favoooor, no le digas nada.

Quizás a Edwyn no le agradara mucho su primo, pero al menos le caía mejor que su hermano, además de que le dio pena verlo tan angustiado, conocía bien a la tía Hornet y lo terrible que podía ser, por lo que al menos esta vez, decidió ayudarlo. Caminó hasta hasta los restos de la lámpara rota y los examinó con cuidado, o al menos trató que pareciera que lo hacía.

—Tía Kairi, esta lámpara en realidad estaba demasiado vieja, se podría haber caído en cualquier momento aún sin la intervención de Chester.

"¿De verdad?" Por fortuna para Edwyn, Kairi siempre le creía todo lo que decía, como rara vez mentía y además sabía muchas cosas de todo, su opinión era importante para ella.

—De verdad, creo que más bien deberíamos decirle al tío Big que revise las lámparas por si acaso, no quisiéramos que esto resultara en un accidente lamentable ¿Verdad tía?

"Claro es verdad"

—Ve a decirle al tío sobre esto, mientras más rápido mejor.

"Claro claro, ya voy"

La falta de sentido común seguía siendo algo muy propio de los contenedores.

Kairi salió de inmediato de la habitación a buscar al rey, en cuanto a los niños, se quedaron allí admirados de la solución que Edwyn había encontrado, Chester incluso corrió hasta él y le dio un abrazo.

—¡Gracias Edwyn! Si no fueras mi pariente me caso contigo.

—Exigiría el divorcio. Y ya suéltame.

—Perdón.

El chico lo soltó y se le quedó mirando con una sonrisa amable. Por muy ruidoso el inquieto que fuera Chester no podía odiarlo, era demasiado simpático.

—Hola Edwyn —Silky se acercó a saludarlo— ¿Cómo estás? ¿Ya te recuperaste del golpe?

—¿Golpe?

—Ya sabes, te tropezaste, chocaste con la mesa y te cayó un cuenco de mermelada en la cabeza, por eso tuviste que bañarte de nuevo y cambiarte de ropa.

—Ah... Eso te dijeron... —Le dirigió una mirada de reproche a su hermano pero este fingió total inocencia.

—¿Todo bien? —Preguntó Silky al ver su mirada perdida en el fondo.

—Eh... Si, todo bien.

—Me alegro. Ha pasado un buen tiempo desde que no nos vemos, supongo que habrán muchas novedades dignas de ser contadas...

Y aquí estaba de nuevo, Silky en modo princesa. Por ser la heredera de Nido Profundo, Hornet le había dado una educación algo diferente de sus hermanos, que incluía algunas normas de etiqueta y fórmulas de comportamiento social que por supuesto ella ponía en práctica cada vez que lo sentía necesario. Frente a los adultos y los nobles era la imagen misma de la educación y el decoro, aunque que nadie la hiciera enojar porque entonces su mal carácter competía con el de su madre.

Con Edwyn también solía tomar aquella actitud distante y formal, no sabía bien porqué, quizás lo veía como un buen elemento para practicar, aunque para él era un fastidio, le daba la impresión de que lo tenía en una categoría aparte de la familia, como si no perteneciera a ella.

De pronto Aster se interpuso entre ellos interrumpiendo su conversación.

—Hey ¿Acaso se van a quedar conversando todo el día? Vamos a jugar al jardín, allí Chester podrá hacer sus acrobacias con seda sin temor a que se caiga un árbol.

—Acepto el desafío —declaró el hijo de las sombras.

—¡Chester no! —Chilló su hermana.

El muchacho salió corriendo de la habitación y no tardó en ser seguido por la princesa, Coco, Jazmín y Aster, pero este último antes de retirarse le dedicó una mirada de desafío a Edwyn, él por supuesto comprendió el mensaje, el mantis no iba a dejar que se luciera frente a sus primos y que acaparara su atención.

—Como si me importara —Murmuró el bicho blanco para sí mismo.

De pronto sintió un toque en su espalda y brincó de la sorpresa, al voltear a ver se encontró con su prima Ren, la única de su familia que realmente le agradaba.

En otras circunstancias se habría alegrado mucho de verla, pero con lo mal que se sentía luego de ese inicio de día, ni siquiera estar con ella lo animaba, pero por el aprecio que le tenía se forzó a fingir una sonrisa y saludarla amablemente.

—¿Vamos a terminar el cuento que dejamos pendiente la vez pasada? —La cochinilla mestiza se notaba emocionada.

—Eh... Sí claro, vamos a terminar el libro.

Edwyn siguió a su prima cabizbajo en su camino hasta la biblioteca. El libro que iban a leer era un cuento adorable sobre una familia muy unida que se iba de aventuras, definitivamente no tenía ganas de leer nada como eso en ese momento.

Mientras los niños más tranquilos se retiraban hacia el mundo de las letras, el resto fue a jugar al jardín del palacio, el cual tenía tal tamaño que parecía un pequeño parque lleno de vegetación exuberante, con semejante área verde en casa los retoños tenían la oportunidad de realizar mucho ejercicio saludable y demostrar sus habilidades trepando o escondiéndose, les encantaba jugar ahí.

Allí finalmente Chester tuvo la oportunidad de hacer gala de toda su habilidad en acrobacias con hilo, las cuales le sacaron aplausos a sus primos.

—¿Y tú no puedes hacer algo así? —Le preguntó Jazmín a Silky.

—Ummm... No, hacer piruetas no es lo mío, soy mejor peleando.

—Sí, mamá le enseñó algo de unas técnicas secretas de la realeza creo —comentó Chester mientras bajaba del árbol donde se había subido.

—¿Técnicas secretas? Eso suena interesante —Jazmín agitó su colita demostrando su interés— ¿Nos muestras?

—Uh... No... Estas son técnicas secretas con hilo que solo puede conocer la familia real.

—No necesitamos que nos enseñes como hacerlas —explicó Coco—. Solo queremos ver como son.

—Ah claro, pero... Para mostrarlas tendría que pelear con alguien...

—¿Y cuál es el problema? —Aster alzó su voz por sobre todos—. Estaré encantado de enfrentarme a tus técnicas secretas de araña, será un combate legendario, la futura reina de Nido profundo contra el futuro rey de Corazón de Hallownest.

—No es seguro que tu seas el rey —le recordó Coco.

—Pero soy el que tiene más posibilidades, soy el más fuerte e impresionante de los cuatro, seguro que el tío Big ya tiene decidido hacerme a mí el rey.

—Claro claro, lo que digas.

—¿Crees que eres mejor que yo Coco? ¿Quieres ponerte a prueba contra mí? —Alzó sus garras tomando posición de ataque.

—No gracias, yo soy un caballero, y ahora ibas a pelear con Silky, jamás haría algo tan descortés como quitarle el turno a una dama.

—¿Eh? Pero... No me importa ceder mi turno. —Miró con nerviosismo a Aster quien cada vez se veía más entusiasmado por pelear con alguien.

—Tranquila, pelea con él, yo te apoyo.

—Pero de verdad no tengo problemas.

—Insisto.

—¿Acaso ninguno de ustedes cobardes es capaz de hacerme frente? —fanfarroneó el mantis.

Y antes de que pudiera seguir desafiando a sus parientes, alguien se acercó por detrás y lo empujó con tal fuerza que cayó al piso.

—¡Ah! ¡Quién hizo eso! —Chilló furioso.

Levantó la cabeza, miró hacia atrás y encontró a Chester que sonreía de forma traviesa aguantándose la risa.

—Para ser el más fuerte eres bastante fácil de vencer.

—¡Eso fue un ataque a traición! ¡Ven aquí y pelea!

—Sólo si nos atrapas.

El "nos" implicaba la participación de todos los primos en el juego, la verdad ninguno se quejó y se unieron sin que hiciera falta que les preguntaran. Todos salieron corriendo dejando al mantis solo en el jardín.

—¡Ya verán cuando los atrape!

En realidad no había ninguna intención asesina en esa declaración, él también había aceptado el juego y estaba dispuesto a ser quien los buscara y atrapara, a lo más les daría un ataque de cosquillas como castigo.

Los siguientes veinte minutos se la pasó volando por el castillo buscando a sus compañeros de juego. El poder volar le daba una ventaja sobre los demás a la hora de atraparlos, por lo que no tardó en dar caza a Jazmín y a Chester, aún le faltaba encontrar a Coco, pero ya había localizado a Silky .

Al tener cuatro patas Silky era la más rápida de todos los retoños y una rival digna de las alas de Aster. Ahora ambos iban por un pasillo prácticamente igualados en velocidad, ninguno cedía y la carrera no hacía más que alargarse. Pero el mantis decidió apostarlo todo en una última maniobra, se lanzó en picada contra du prima logrando la velocidad extra que necesitaba para alcanzarla.

Impactó sobre la chica y la abrazó para que no escapara, ambos rodaron sobre el piso embaldosado durante un par de metros hasta detenerse en medio de un mar de risas, eso había sido muy divertido realmente.

—Jajajaja, mira, no pudiste escapar de mí, jajajaja.

—La próxima vez escaparé jajajajaja.

Siguieron riendo un par de minutos más hasta que finalmente lograron recuperar el aliento.

—Ah... Bueno, supongo que todavía te falta encontrar a Coco.

—Sí, el maestro del escondite, pero lograré atraparlo antes del almuerzo, ya verá.

—Suerte con eso.

La princesa se puso de pie y se estiró un poco antes de recuperar la compostura, fue entonces que algo captó su atención.

—Aster ¿Escuchas algo?

—¿Mmm? —Ladeó la cabeza prestando atención— suena como a mi papá hablando con el tío Big, deben ser cosas de adultos, dudo que sea algo que nos importe.

Mantuvo esa postura hasta que entre las palabras que escuchó a lo lejos se coló el término "cumpleaños".

—Ah, parece que están hablando de cumpleaños.

—Waaaa ¿Será que planean algo bonito para tu fiesta?

—No sé ¿Y si escuchamos un poco?

Ambos sabían que espiar estaba mal, pero la tentación de enterarse de las sorpresas de la fiesta antes era demasiada, así que con mucho cuidado se escabulleron hasta quedar escondidos detrás de un muro lo suficientemente cerca como para escuchar.

—¡Despierta Hollow! —Gritó Big.

—¡Ah! ¡Qué!

—Te quedaste dormido.

—¿Otra vez? Ug... Estas pesadillas me tienen mal.

—¿Quieres dejar esto para otro día? Aún hay tiempo.

—No no —bostezó— Terminemos ahora, después de almuerzo dormiré siesta, de todos modos de día no me dan pesadillas.

—De acuerdo. Entonces ya decidimos a quien invitar, falta hacer las invitaciones, lo del pastel ya está listo... ¿Ya compraste sus regalos?

—Por supuesto.

—Bien... Ya están listos los juegos, la comida, ese otro asunto, solo queda... Lo de contarles el secreto de la familia. —Hollow asintió.— También le contaremos la verdad a los hijos de Hornet en ese momento.

Silky se sorprendió de estar incluida en el plan de cumpleaños, tenía conocimiento de que la familia tenía un secreto que explicaba porqué sus tíos no hablaban, también le habían dicho que un día se lo contarían, pero nunca le dijeron cuando, le emocionaba conocer el contenido de esa revelación.

—Solo queda decidir en qué momento se los decimos, antes o después de la fiesta.

—Creo que lo mejor es decírselos después —dijo Big—, si se los decimos antes estarán tan sorprendidos que no podrán disfrutar la fiesta. En cambio al decírselos después, estarán más tranquilos y tendrán tiempo de pensar y asumirlo durante la noche.

—Suena bien ¿También les diremos en ese momento quien será el rey?

Aster y Silky ahogaron un gritó de emoción, finalmente sabrían quien sería rey de Corazón de Hallownest.

—Sí, también se lo diremos.

Hollow se revolvió incómodo en su asiento.

—¿Pasa algo Hollow? Te noto nervioso.

—Tengo miedo de como se tomará Aster la noticia.

—Ay Hollow —Big suspiró—. Consientes demasiado a ese chico, no te preocupes, quizás se enoje un poco al inicio pero lo superará.

Estas palabras implicaban que Aster estaba descartado como futuro rey. El niño tuvo que hacer un esfuerzo para no gritar de la frustración. Su prima al verlo tan enojado se alejó disimuladamente de su lado, pero ninguno se fue de allí, tenían la esperanza de enterarse en ese momento quien era el elegido.

—Bueno, quizás soy algo blando con él, pero es que me recuerda a Orquídea.

—Pero él no es ella.

—Bueno, yo también podría decir que conscientes demasiado a Edwyn porque se parece a su abuelo, pero te repito que Edwyn no es él.

—Lo se, tiene su propio encanto personal, si no le tuvieras tanto miedo también podrías apreciarlo.

—Oye, yo lo aprecio, lo quiero mucho, es mi hijo, como todos los demás es importante para mí, de hecho, no es solo que Aster se enoje lo que me preocupa, también temo que se ensañe con su hermano cuando sepa que él será el rey...

Esto bastó para desatar la furia de Aster, quien sin decir una palabra salió volando de allí sin que los adultos lo notaran, solo Silky se dio cuenta y salió corriendo detrás de él.

—¡Aster espera! ¿Qué te pasa?

—¿Qué me pasa? ¡Pasa que ese patético gusano será el rey y yo no! ¿Cómo es posible? Ese idiota no vale nada.

—Oye tampoco es para que te pongas así. —A Silky le enfadaba la gente grosera que hablaba mal de otros a sus espaldas.

—¡No me importa! ¡Ese imbécil no sirve para rey! ¡Y me ha quitado el trono!

—Nunca lo tuviste asegurado y deja de hacer tanto escándalo, no es algo tan horrible tampoco.

—Claro, a ti no te parece horrible porque tú ya tienes un trono asegurado en ese rincón pestilente y oscuro donde vives. Tú no puedes entender lo que yo siento, una niñata que lo tiene todo jamás...

No pudo continuar porque un golpe devastador lo arrojó al piso.

Aún se estaba recuperando del impacto cuando una presión en el pecho lo aplastó causando dolor. Silky estaba parada encima de él mirándolo con superioridad y quizás algo de crueldad. Ahora Aster lamentó haber sido tan grosero, cuando Silky se enojaba era horrible, su furia estaba al nivel de la de su madre.

—Repite lo que dijiste maldito.

—¡Lo siento lo siento! No quise ofenderte, tu reino es genial ¡Ahg!

—No te oigo... —aplastó con más fuerza a su primo.

—Nido profundo es un lugar maravilloso y...

—¿Y que más? —Aster comprendió a qué se refería.

—Edwyn es un buen chico y no es un idiota —Gruñó a regañadientes.

—Bien, espero que no lo olvides.

Una vez satisfecha la princesa liberó al mantis y se alejó caminando orgullosamente. En cuanto a él, se quedó tendido en el piso con una mezcla de frustración, rabia y miedo.