Edwyn comenzaba a pensar que ir a los archivos no había sido tan mala idea después de todo.
Casi nunca salía del palacio, pero era tan grande que difícilmente podía sentirse encerrado, además, allí tenía todas las comodidades que podía necesitar y siempre había alguna sirvienta dispuesta a atendenrlo, sin embargo, no podía negar que era agradable tener un cambio de aires de vez en cuando y los archivos eran el tipo de lugar que podían despertar su interés.
El gusano miraba todo su alrededor con sumo interés mientras seguía a su prima a través de los pasillos del centro de estudios, antaño ese lugar había estado en su mayoría repleto de numerosas piscinas, estanques y contenedores de agua, todo para cumplir con los requerimientos de una medusa como era la maestra Monomón, pero ahora ya no habían investigadores cuya naturaleza fuera tan dependiente del agua, por lo que muchos de ellos habían sido retirados o vaciados, sin embargo en el centro de las instalaciones se había dejado un estanque bastante grande donde habían dejado crecer algunas plantas acuáticas, el sitio cumplía la labor de memorial en honor a la maestra de Quirrel y como lugar de relajo para los trabajadores, Edwyn mismo podía dar fe de lo agradable y tranquilizador que era sentarse cerca y observar los reflejos en el agua.
La cochinilla mestiza era conocida por todos allí, cada vez que un adulto pasaba cerca de ella este la saludaba amablemente, se vivía un ambiente de paz en el lugar y Edwyn estaba encantado, de hecho pensaba seriamente que si no obtenía el trono estaría feliz trabajando allí. Se iban acercando a la oficina de Quirrel cuando escucharon algunas palabras agresivas proviniendo de allí.
—Chester ya basta, tengo trabajo qué hacer, otro día jugaré contigo —Era la voz de Quirrel.
—¡Pero esto no es un juego! Esto es empuñar un aguijón ¡No es lo mismo!
—De acuerdo, te entiendo, pero como decía, no tengo tiempo para entrenar esgrima ahora.
—¡Eso es porque dedicas demasiado tiempo a tus investigaciones! Deberías aprender a empuñar un aguijón o practicar algún arte marcial, los papás de mis amigos saben pelear y ellos siempre están presumiendo.
Se escuchó el suspiro de Quirrel.
—¿Todo esto es porque quieres presumirme con tus amigos? Chester, no te dejes llevar por lo que digan otros chicos, no tienes que sentirte menos porque yo no sea un guerrero practicante, además, puedes presumirles que tu padre es el jefe del centro de investigación más importante del reino.
—¡No! No sirve ¡Tú no entiendes nada!
Chester salió corriendo de la oficina y en su camino chocó con Ren que terminó en el suelo, el chico no la ayudó a levantarse, solo murmuró un "lo siento" antes de seguir su camino. Quirrel no tardó en salir también de la habitación, pero cuando vio a su hija en el suelo priorizó ayudarla antes que perseguir a su hijo.
—¿Estás bien Ren? —La ayudó a levantarse.
—Sí, estoy bien ¿Qué pasó?
—No es nada, Chester y sus cosas, tú no te preocupes mi niña —De pronto reparó en la presencia del gusano. —¡Edwyn que sorpresa verte!
Se alegró mucho de ver a su sobrino, el día anterior Ren había estado muy deprimida por su pelea y verlos a los dos juntos significaba que se habían reconciliado, de hecho, que Edwyn con lo que odiaba salir hubiera venido expresamente a ver a su pequeña ya decía mucho.
—¿Y cómo va todo? —Preguntó amablemente el erudito.
—Todo bien, no muy distinto de ayer.
—Ah cierto, fuimos a visitarlos ayer ¿Te vas a quedar un rato? Todavía tengo algo de trabajo que hacer antes de irme, pero les podría traer unos bocadillos.
—No será necesario, Edwyn se viene ahora conmigo —Hollow interrumpió la conversación.
—Papá...
El gusano notó que su padre no estaba muy contento, solo entonces recordó que no le había avisado que se retiraría un rato para estar con Ren, conociéndolo pedir permiso ahora no serviría de mucho, cuando se trataba de él las faltas eran graves, por supuesto con Aster nunca era tan estricto.
—Vamos Edwyn.
—Papá ¿No me puedo quedar un rato con el tío Quirrel? Por favor.
—No, nos vamos ahora.
—Pero...
—¡He dicho que vamos!
—Hollow, no hay problema con que se quede un rato, después me encargaré yo mismo de que llegue a casa, si quieres incluso puedes dejar a los cuatro, te vendría bien algo de ayuda, pareces agotado. —Trató de interceder Quirrel.
Ayuda era justamente lo que quería evitar, quería demostrar que era capaz de sacar a esos niños adelante por su cuenta, sin que nadie tuviera que intervenir. Siempre le pesó el hecho de que fueran niños no deseados originalmente y no quería que alguien más tuviera que cargar con un error que era suyo, el problema era que esta preocupación constante a veces la llevaba al extremo y se volvía muy inflexible.
—No, yo me haré cargo, no te preocupes, gracias de todos modos. Si me disculpan, vamos Edwyn.
El tono sonó mucho duro de lo que hubiera querido por lo que el niño se sintió regañado aún cuando no había hecho nada malo. Solo atinó a despedirse educadamente de su tío y su prima y salir corriendo detrás de su padre que caminaba a tal velocidad que lo hacía preguntarse si esto era a propósito. Quirrel solo suspiró con preocupación, conocía a Hollow desde que era un niño y le apenaba verlo así, ya no era el muchacho risueño y despreocupado que se metía en toda clase de problemas.
Cuando ambos salieron del edificio otro problema salió a su encuentro, Coco y Jazmín llegaron corriendo balbuceando un montón de cosas inentendibles, Hollow no estaba de humor así puso orden.
—¡Silencio los dos! —Ambos niños quedaron mudos por el grito—. Bien, ahora respiren hondo... Eso es, exhalen... Bien. Jazmín ordena tus ideas y dime que pasa.
—Aster se fue —La chica trató de mantener la calma y explicar todo con cuidado— Estaba enojado, dijo algo así como que él merecía más y que lo iba a obtener como fuera, entonces se fue.
—A dónde. —Hollow ya estaba entrando en pánico.
—A Páramos Fúngicos —Gritó Coco— ¡Quiere retar a las Lords!
—¿¡Queeee!? Ay ese tonto. Niños, vayan a los archivos, busquen al tío Quirrel y quédense con él hasta que vuelva, iré a buscar a Aster, sean buenos y no se metan en problemas... O al menos no en problemas demasiado grandes.
Si Hollow pensó que le iban a hacer caso fue muy iluso, tenían su sangre después de todo, en especial Coco que era el más parecido a él. Su falta de sentido común y su deseo de ayudar hizo que no pensara las cosas y saliera corriendo detrás de su padre, al fin y al cabo él también quería proteger a Aster. Jazmín al ver correr a Coco quiso detenerlo así que tampoco hizo caso y en cuanto a Edwyn, aunque era el más centrado del grupo, cuando vio a sus hermanos preocupados correr detrás de su padre pensó que si no iba con ellos quedaría como alguien frío e indiferente ante su familia, así que aún si no podía hacer mucho, los siguió.
Aunque Edwyn hizo todo lo posible por alcanzarlos, era obvio que su cuerpo de gusano, o más bien su mal estado físico no le permitiría tal odisea, sin embargo como siempre, solucionó el problema con su ingenio, por algo había traído ese invento consigo en su mochila.
Lo que tenía con él era nada menos que una ballesta arpón con cuerda. Sacaba el arma y la apuntaba hacia alguna rama, disparaba el proyectil, el arpón se enganchaba en en el objetivo y quedaba unido a la ballesta por una cuerda, entonces al apretar un botón se activaba el mecanismo que recogía la cuerda, jalando a Edwyn hacia el el gancho y permitiéndole avanzar un buen trecho con bastante velocidad y sin demasiado esfuerzo más que el requerido para aferrarse al aparato.
Si bien la ballesta lo ayudó a avanzar más rápido, no fue suficiente para alcanzar a su familia, pero Edwyn tenía un segundo recurso disponible, su memoria.
Todo fue gracias a esa nefasta expedición de cacería que había hecho con su padre, jamás olvidaría aquel viaje tan terrible. Desde antes de partir Edwyn siempre supo que las cosas acabarían mal, pero aún así hizo el intento de desempeñarse bien en aquel entorno salvaje, y para ello se aseguró de memorizar todo el mapa de la zona hasta el punto que le bastaba cerrar los ojos para ver ese mapa con total claridad, con algunas indicaciones de su padre fue capaz de identificar en terreno todos los detalles que había en papel, de forma que a pesar del odio que le tenía, Tierras Verdes era la zona de Hallownest que mejor conocía.
Aster había dicho que iba a retar a las mantis Lords, eso quedaba en Páramos Fúngicos, tomando en cuenta que el punto de partida era la escuela, sabía por cuál de las entradas pretendía llegar a ese territorio, y por supuesto, se conocía algunos atajos para ahorrar tiempo.
Usó su invento con tal habilidad que podría decirse que era un experto, al fin y al cabo había practicado mucho en el jardín y aunque un ambiente más abierto era algo más desafiante, no era nada que no pudiera manejar, aún así debido a lo engorroso de su sistema de transporte, tardó bastante más que sus hermanos en alcanzar a su padre.
Una vez llegó a la entrada pudo escuchar los gritos de sus familiares, pero no sonaban como los gritos de una discusión, más bien eran de terror. Su corazón latió como un tambor en su pecho, tenía un mal presentimiento sobre todo esto. Corrió siguiendo la voces, aunque no tardó en enlentecer su paso y agacharse todo lo posible buscando ocultarse, aún no se había dado cuenta pero sus instintos lo estaban alertando de la presencia de un depredador poderoso y de cuidado.
Cada vez tenía más ganas de escapar, pero a la vez se sentía preocupado por su familia, por lo que notaba ya no estaban en la zona de Tierras Verdes, la hierba fresca había disminuido en gran medida siendo reemplazada por un suelo terroso de donde emergían pequeñas cabezas de hongo, continuó arrastrándose e inconscientemente sus garras de mantis rasgaron la tierra a su paso, no eran extremidades hechas para cavar, pero aún así le tranquilizaba hacerlo.
Tras unos cuantos pasos más finalmente se encontró con el horror.
Su padre estaba de pie con su aguijón en la mano, a su espalda estaban Coco y Jazmín aterrados, abrazados entre ellos temblando de miedo, mientras que delante de él había una bestia enorme de aspecto espantoso.
El ser en cuestión parecía ser alguna variante de un Garpiés, solo que de un color más pálido y con su lomo cubierto de pequeños hongos, quizás cumplieran una función de camuflaje, pues si este ser se quedara recostado en el suelo de ese territorio sería difícil distinguirlo. Pero esa no era la única diferencia que tenía, además de sus decenas de patas, en la sección más cercana a su cabeza tenía un par de garras que obviamente le otorgaban algunas habilidades extras, como coger a sus presas y llevarlas a donde quisiera, como en este caso donde tenía a Aster atrapado entre sus extremidades.
Hollow intentaba desesperadamente evitar que la bestia se fuera llevándose a su hijo, pero no podía moverse con libertad porque tenía a dos niños detrás de él que requerían su protección, ya se veía que el garpiés fúngico estaba interesado en capturarlos también, un mal movimiento y sería el fin de toda su prole, si estuviera solo ya habría recuperado a su hijo sin problemas. Estaba aterrado, pero todavía se aferraba al pensamiento de que era más fácil defender a tres niños que a cuatro, al menos uno de sus hijos estaba a salvo, que bueno que Edwyn había decidido quedarse en los archivos a salvo con su tío.
Pobre Hollow, ignoraba que el último de sus niños también estaba allí y que sería el próximo objetivo del garpiés. A pesar de que Edwyn hacía todo lo posible por mantenerse escondido entre los hongos, no podía hacer nada contra su resplandor natural, su cuerpo mismo era bioluminiscente, convirtiéndolo en una diana para los depredadores, bastó que la bestia viera aquella criatura brillante para lanzarse contra ella.
Edwyn se paralizó del miedo al ver a esa enorme bestia precipitarse hacia él y cerró los ojos incapaz de reaccionar de otra forma, un alarido lo sacó de sus pensamientos y abrió los ojos solo para encontrar un espectáculo dantesco. El monstruo se retorcía en su lugar, abrumado por el dolor que le provocaba el aguijón clavado en su cola. Hollow lo atacaba con desesperación luchando por distraer su atención de las crías, enterrando una y otra vez su arma en la carne cubierta por hongos, la sangre del bicho escurría por su cuerpo tiñendo los hongos y manchando el suelo, incluso pintando al mismo caballero que en ese momento parecía un monstruo aterrador listo para desatar toda su furia.
Las acciones del caballero dieron finalmente los resultados esperados, el garpiés se olvidó de Edwyn, incluso dejó de interesarse por Aster pues lo dejó caer sin cuidado alguno. El niño aterrizó en el suelo a los pies de su hermano, para Edwyn fue impresionante ver a esa orgullosa mantis en un estado tan deplorable, con su cuerpo herido, las alas rotas y cubierto de lágrimas y mugre.
Mientras tanto, al padre ahora le tocaba enfrentar a un monstruo furioso con todas las intenciones de matarlo, pero ya se sentía más seguro, ninguno de sus hijos estaba a su alcance, tenía la cola rota y sangrando, era uno de los caballeros más fuertes del reino, confiaba en ser capaz de derrotar a esa bestia y probablemente hubiera sido capaz de lograrlo, si no fuera porque un segundo garpiés fúngico hizo acto de presencia.
Atraído por la sangre de su compañero de especie, más lo chillidos de criaturas pequeñas la bestia se encontró con la familia y su desafortunada situación. Vio a las posibles presas y al otro garpiés herido, no lo pensó dos veces, entre estos seres no había compañerismo ni lazos de afecto, eran bestias inferiores capaces de devorar a sus crías en tiempos de escasez, solo seguían sus instintos, por lo tanto, le iba a arrebatar las presas al otro bicho mientras este estaba ocupado luchando, y si moría en la pelea, luego podría dar cuenta del cadáver, cualquier alimento era bueno, incluso si se trataba de la carne de un compañero de especie.
—¡Papá! —Gritó Jazmín al verse amenazada por el garpiés.
Coco tomó a su hermana de la mano y tiró de ella tratando de hacerla correr para escapar del depredador, la niña se movió con torpeza y no tardó en tropezar haciendo que ambos cayera.
Hollow estaba en medio de una pelea, pero no podía abandonar sus hijos, por lo que de inmediato se lanzó al ataque del garpiés que amenazaba a sus hijos. El bicho de la cola herida en ese momento aprovechando la distracción del caballero podría haber ido por Aster y Edwyn, pero ya estaba demasiado furioso por el daño que le habían hecho, la comida dejo de tener importancia, ahora solo quería venganza.
El caballero estaba tan ocupado alejando al bicho de sus hijos que no se dio cuenta de la amenaza que venía por detrás, y fue entonces que quien menos se esperaba acudió en su ayuda.
Edwyn desesperado por salvar a su padre disparó la ballesta arpón, cuyo proyectil se clavó en la cabeza del garpiés causándole un dolor insoportable, se sacudió tratando de quitarse aquella cosa que tenía clavada en la cabeza, y con su fuerza terminó arrastrando a Edwyn que se había enredado en la cuerda del arpón.
El gusano era arrojado de un lado a otro por la fuerza de la bestia, incapaz de liberarse de la cuerda, ya estaba mareado y tenía nauseas. Pero entre tantos giros y vueltas le pareció ver a su padre clavando su aguijón en el pecho del otro garpiés, al parecer lo había salvado, al menos valió la pena arriesgarse, el problema ahora era quien lo salvaba a él.
Afortunadamente la ayuda no tardó en llegar, un par de manos se aferraron a su cuerpo.
—Ya te saco de ahí Edwyn —Era Coco.
Su hermano estaba sujeto de él, aguantando las sacudidas de la bestia se las estaba arreglando para desatar el nudo que tenía preso al gusano, afortunadamente no era muy complicado. Pronto la cuerda soltó su agarre y ambos hermanos cayeron al piso abrazados, ninguno salió herido en el proceso, pero el alivio que sintieron fue momentáneo, en un instante el garpiés logró quitarse el arpón de la cabeza y en cuanto recuperó los sentidos se precipitó contra los hermanos introduciéndolos en su boca de una sentada.
Con esto el bicho finalmente se sintió satisfecho y procedió a retirarse, el caballero estaba ocupado con el otro garpiés y ya no tenía ganas de pelear con él.
—¡El Garpiés se comió a Coco y a Edwyn! —Chilló Jazmín.
—¡Coco Edwyn! —Gritó Aster llorando y arrastrándose patéticamente hasta el bicho que se alejaba cada vez más.
Hollow sin poder creer lo que escuchaba se volteó a ver, de un rápido vistazo vio que ni Coco ni Edwyn estaban, y de este último lo único que quedaba eran los restos de ese raro aparato con arpón que había construido y del garpiés ya casi se divisaba solo su cola ensangrentada. Su impulso fue perseguir y acabar con la vida de esa bestia por lo que había hecho, pero el zarpazo de su enemigo actual lo devolvió a la realidad, aún debía acabar con el bicho que tenía al frente, si se iba Aster y Jazmín quedarían desprotegidos y no valía la pena arriesgar la vida de dos niños por los cuerpos inertes de otros dos.
Tragó espeso y una lágrima solitaria rodó por su rostro, tenía claro lo que había que hacer, aunque se le rompiera el corazón en el proceso.
El caballero descargó toda su ira, frustración y pena en aquella pelea, haciendo que el garpiés que tenía al frente cargara con cada golpe que debió ser para el otro, atravesó el cuerpo de la bestia incontables veces, mucho más de lo necesario, desatando una carnicería muy impropia de él, por única vez en su vida no buscó acabar con su oponente de forma rápida y limpia, solo trató de expulsar el dolor que lo carcomía a través de la pelea, y cuando finalmente tuvo al monstruo inerte a sus pies con su cuerpo destrozado...
No se sintió mejor.
De nada servía, no había alivio ni calma, solo un dolor asfixiante que le causaba deseos de morir, entonces se atrevió a mirar a los dos niños que aún le quedaban y se le rompió el corazón.
Jazmín se había acercado hasta Aster y lo tenía entre sus brazos, ambos temblaban y lloraban, se les veía asustados, quizás por toda la situación vivida, o quizás por ver a su padre, una persona tan pacífica y centrada volverse un monstruo despiadado.
—Niños...
Dudó unos momentos sobre qué decir o hacer ¿Cómo podía explicarles lo que acababa de pasar? Había perdido el control frente a ellos y no los culparía si le temían. La verdad subestimaba a los niños, eran más tenaces de lo que aparentaban y eran otras las razones que los tenían en tal estado.
—¡Perdoooooon! —gritaron al unísono y estallaron en llanto.
Hollow supo entonces que los niños no necesitaban una explicación, lo que requerían era un abrazo. Corrió hasta ellos y los envolvió protectoramente, sintió sus bracitos aferrarse a su cuerpo, sus temblores y sus balbuceos inentendibles, hasta que de entre todos sus gemidos logró distinguir unas palabras.
—Lo... Snif... Siento papá... Snif... No pude ayudar a mis... Hermanos... Snif... Fui una cobarde.
—No Jazmín, no era mucho lo que podías hacer, yo debí protegerlos y... No pude... —Ahora Hollow tenía un nudo en la garganta y luchaba por contener las lágrimas.
—Todo esto... Snif... Es mi culpa —Habló de pronto Aster— Si no hubiera... Venido... Nada de esto hubiera... Pasado... Snif... Soy un idiota... —Su llanto se volvió más intenso.
Hollow no supo que responder, esta no era una de aquellas ocasiones en las que podía decir tranquilo, todo estará bien, porque nada aquí estaba bien, y no había forma de remediarlo. Una parte de su ser hubiera querido odiarlo por lo que había provocado, pero era incapaz de eso, era su precioso hijo, uno de sus cuatro tesoros que ahora se habían reducido a la mitad, no sabía cómo sentirse ni que hacer...
Así que hizo todo lo que su corazón le pedía en ese momento, abrazó a sus niños y lloró con ellos.
...
—¿Dónde estoy? —se preguntó Coco.
Todo era extraño, percibía presencias en el lugar, pero no veía a nadie, lo último que recordaba era una extraña situación en la que un monstruo lo devoraba, tal como había visto en su sueño ¿Esto era un sueño? ¿Despertaría pronto?
Estaba asustado, no había nada allí, era un espacio en blanco con manchas difusas que de alguna forma parecían físicas. Caminó un poco pero los "objetos" se alejaban con cada paso que daba.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Llamó, pero no escuchó respuesta... Más bien la sintió.
Algo lo llamó, sin sonido ni nada visible, era como un llamado directo a su corazón, un llamado cálido y amigable.
Coco supo que alguien lo esperaba, alguien que estaba deseoso de reunirse con él y esto le provocaba una alegría indescriptible, también quería conocer a esta persona que lo quería tanto, corrió hacia él.
En medio de su carrera pronto divisó una luz al final, era cálida y acogedora, esperaba recibirlo, ya casi lo alcanzaba, solo un poco más...
Su camino fue cortado abruptamente por un muro de fuego que se alzó frente a él.
Coco gritó aterrado, de pronto el ambiente se había vuelto opresivo y agresivo, se sentía en peligro. Una silueta se percibió a través de las llamas, Coco jamás había visto a un ser semejante, pero si hubiera puesto más atención a los cuentos de la tía Hornet, le hubiera dado un nombre a aquella criatura.
Murciélago.
Salió corriendo buscando alejarse de esa bestia, sentía miedo, terror, una angustia tal que quería vomitar, miró hacia atrás y notó que el ser no lo seguía, eso fue un alivio inicial, pero no duró mucho. El monstruo alzó un brazo y decenas de pequeñas criaturas voladoras salieron del fuego.
Coco corría a toda velocidad buscando escapar de sus perseguidores, el miedo no lo dejaba en paz, los seres no lo dejaban en paz ¿Qué era esta tortura? ¿Acaso había llegado al infierno? ¿Este era el castigo por romper el jarrón azul y echarle la culpa Jazmín? ¡Estaba arrepentido! ¡De verdad lo lamentaba! ¡Que alguien lo salvara!
Y como si alguien hubiera escuchado su súplica, una luz anaranjada apareció frente a él, no era tan agradable como la anterior pero brindaba seguridad y de alguna forma espantaba al fuego rojo, los seres voladores no lo siguieron más, estaba a salvo.
No dejó de correr, iría hasta la fuente de esa luz y se dejaría bañar por ella para que nadie nunca más le hiciera daño.
Cerró los ojos, no quería ver ni pensar, solo quería sumergirse en la luz, y por eso no vio el obstáculo que tenía al frente, chocó contra algo suave y esponjoso.
—Ah... ¿Qué es esto? —habló una voz.
De la sorpresa Coco cayó sobre su trasero y con timidez alzó la vista para encontrarse frente a frente con una criatura bastante llamativa.
Se trataba de una polilla muy pequeña, apenas era un poco más alta que él, destacaba por ser muy peluda, de hecho el solo verla causaba el deseo de abrazarla, o al menos de tocar el collarín de pelo que tenía en el cuello. Era de color blanco en su totalidad, siendo lo único que destacaba en su blancura la máscara roja que cubría la mitad de su cara.
Coco se quedó contemplándola unos momentos sorprendido, era la primera vez que veía una polilla en persona, pero tantas miradas incomodarlo un poco al insecto.
—Oye ¿Estas bien? ¿Necesitas ayuda?—Le tendió una mano para ayudarlo— Me llamo Bocadillo ¿Quién eres tú?
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Alguna vez me preguntaron si Edwyn habría heredado la habilidad de ver el futuro del rey Pálido, pues nop, Edwyn no la heredó, quien la obtuvo fue Coco y con eso vio su propia muerte, pero lo aceptó rápido y no se quejó, por eso pasó su último día dando abrazos y diciéndole a todo el mundo que los quería mucho. Pero aún estando muerto, Coco seguirá molestando un rato.
El siguiente pedazo de la historia ocurre en su mayoría en Páramos Fúngicos, aquí debo aclarar que me inventé un par de especies originales para que habiten ese lugar, la zona no tiene la gran variedad de fauna y necesitaba algunas criaturas con características determinadas, así que los garpiés fúngicos son creación mía, junto con los trepasetas, otros bichos inventados míos.
