Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.

Hola, ojalá sea de su agrado la historia.


James observó al guardia, y aunque tuvo las ganas de golpearlo de nuevo, no lo hizo, no confiaba en que Gregor hiciera un buen trabajo controlando el orden en la población general, y él y su mano derecha habían sido aislados por mandar a la enfermería al nuevo compañero de Brian Johnson.

—Gracias al cielo dejaste de golpearlos –dijo su mano derecha.

—Extraño la luz del día –soltó en un tono neutro –dime ¿cuánto tienes fuera?

—Dos días, no mucho, Brian tiene uno nuevo, Gregor lo quiere para él, pero está bajo la protección de Johnson, y no pudo tomarlo, ya que dejaste a ese imbécil fuera de nuestra jurisdicción.

James avanzó escuchando los pormenores de lo que había pasado fuera mientras él había estado encerrado, no dijo ni interrumpió a su amigo que siguió parloteando sobre los hechos.

—Tres meses –repitió –creí que sería en menos tiempo, ¿puede hablar?

—No lo golpee mucho, no quería ir a aislamiento otra vez.

—Bien.

— ¿Vas a decirme porque la inmunidad diplomática de Johnson? El muy cabrón anda diciendo que le tienes un poco de miedo.

— ¿Miedo? –Se burló – ¿dónde está? Quiero que lleve un mensaje a la persona que lo visita.

—Está ejercitándose en el patio.

James avanzó relajado hasta el patio, los presos lo observaban, unos lo saludaban con cierto temor y otros cuantos lo detestaban y murmuraban cosas mientras pasaba, pero jamás se atrevían a hablar en voz fuerte y clara y tampoco lo encaraban, si en Azkaban había todavía pandillas, era porque él lo permitía, no por falta de visión.

Brian Johnson no pudo levantar la pesa una vez que lo vio, así que James lo observó desde arriba, haciendo que el varón se sintiera inferior y humillado ante lo que estaba pasando.

—Tres meses –comentó tranquilo –muy poco tiempo, por fortuna, mi mensaje es corto para esa persona que viene.

—No sé de qué hablas –pujó ya que el castaño de ojos azules, presionó más la pesa sobre el pecho de Johnson.

—Solo dile, que yo nunca olvido un rostro –sonrió.

Se alejó dando por terminado el espectáculo, se detuvo cuando Gregor se acercó a él deteniendo su andar, por su expresión estaba alegre de verlo por fin fuera de la celda de aislamiento, suponía que se sentía culpable por no haberse percatado de que un guardia pasó y los descubrió golpeando al ex compañero de Johnson.

—Qué bueno que estás fuera, por favor, por favor, déjame adueñarme del nuevo –suplicó juntando sus manos e hincándose frente a James –haré lo que sea, lo que pidas si me lo das.

James desvió la vista hasta Alex, que estaba impasible, viendo la escena, negó encogiéndose de hombros ante la pregunta silenciosa, el castaño ni siquiera conocía al nuevo preso, pero ya había uno de los suyos suplicando tenerlo.

Observó a su alrededor en busca de un rostro desconocido, pero todos en el patio estaban en su memoria, quizás no los conocía por nombre o apodo, pero sí de vista, observó de nuevo a Gregor, y le hizo levantarse en un movimiento aburrido de la mano.

—Estás rogando por un trasero, Gregor, me ha dado curiosidad saber qué te atrajo de ese tipo.

—Es el espécimen más bonito que hemos tenido en mucho tiempo, deidad –lo nombró con aquel apodo que tanto enfadaba a James.

— ¿Lo es, Alex? –Cuestionó a su mano derecha y mejor amigo.

—No me van los tipos, y como a ti tampoco, creo que lo verás como uno más del mundo –informó.

—Pero, dime ¿qué ha hecho desde que llegó? –Curioseo.

—Se ha pasado escondido debajo de las faldas de Johnson –informó Gregor –no me dejó tenerlo cuando recién llegó, no me dejó darle mi especial bienvenida.

—Y eso te detuvo –se burló James.

—Usó el nombre de la deidad, así que no quise arriesgarme, no podemos tocarlo por tus órdenes, no quise arriesgarme y que si de verdad tiene un poco de influencia contigo, dijera cosas que pudieran hacerte verme con ojos de odio.

—Según dijo, no es su perra –informó Alex –lo cierto, es que aunque intenta disimularlo, creo que está con un ojo sobre él, vigilando que nadie se atreva a tocarlo, lo tiene bajo un ala, sin que el nuevo lo sepa –aceptó Alex.

—Tampoco le has dejado claro los roles aquí al nuevo, ¿cierto?

—Cierto –admitió Alex.

James gruñó, odiaba que cuando no estaba pendiente de todo, sus secuaces fueran una bola de idiotas ineptos, ordenó que lo llevaran con el nuevo para darle una guía rápida sobre quién mandaba.

—Quédense aquí –informó James.

—Pero…

—No lo repetiré –gruñó.

El castaño se detuvo cuando un guardia se acercó a él, susurró un par de cosas en su oído y se alejó dejando a los demás confundidos de la repentina pérdida de interés por hacerle saber a alguien que era él quien mandaba en aquel lugar.

Avanzó tan rápido como pudo y salió al cuarto antes de que lo dejaran salir a hablar con su visita, sonrió divertido al ver a la chica pelirroja sentada, esperando por él.

—Te ves hermosa, ¿qué te has hecho de nuevo? –Cuestionó sentándose frente a su hermana.

—La verdad, es que mis papás dijeron que no viniera a verte –informó bajando la mirada.

—Pero eres una rebelde, y siempre haces lo que quieres, así que dime, ¿a qué debo tu visita? –Le sonrió dulce.

—No sé lo que se supone que tengo que hacer –se removió nerviosa, y colocó sus manos sobre la mesa.

James quiso sujetarla, pero sabías las reglas, no quería que su hermanita viera aquella parte de él, así que para su bien, aparentó ser el mismo hermano que había sido hasta que fue metido a Azkaban, y se quedó con las enormes ganas de sujetarla y hacerle saber que todo estaba bien.

—Si me cuentas cuál es tu predicamento, posiblemente pueda ser de ayuda, digo, no pasaste todo ese escrutinio por nada, ¿o sí?

—Me pidió que nos casáramos –anunció para su hermano, que apretó la quijada –y no sé qué responderle, Jamie.

—Bueno, lo primero sería preguntarte a ti, ¿quieres casarte con él?

—Lo amo, aunque sabes mejor que nadie lo que mis padres opinan al respecto, tú no eres diferente al respecto.

—Bueno, es un tipo diez años mayor que tú, no me entusiasma mucho la idea, y mira que estoy en la cárcel –se burló.

—Pero me ama, Jamie, lo sé, lo hace, y yo lo amo a él.

—Entonces, ¿por qué lo estás dudando?

—Siempre soñé con el día de mi boda, y lo estás arruinando –chilló haciendo un berrinche, se cubrió el rostro para que James no la viera llorar –no vas a estar ahí, y no quiero casarme si tú no vas a estar ahí presente ese día.

Su corazón se agitó lleno de compasión por su hermanita, podría decirse que era la única que podía hacerle sentir así, desde que había llegado a Azkaban, todo lo que había sido él, había muerto, se quedó atrás, la única que se negaba a creer que era una mala persona, era la joven pelirroja frente a él, y fingiría que seguía siendo aquella buena persona que Lily Luna recordaba, aunque fuese en una visita monitoreada por un montón de guardias que sabían que podía ser tan despiadado como el mismo infierno.

—Bueno, si lo que quieres, te doy mi aprobación, posiblemente no esté ahí físicamente, pero podrás saber que estuve de acuerdo con esa boda, y es como si estuviese presente, ¿o no? –Le sonrió.

—Tengo tantas ganas de abrazarte –informó, y sus ojos se llenaron de lágrimas –hace tanto que no lo hago, no sé cómo puedo soportar tenerte frente, y no acurrucarme contigo, como lo hacíamos antes.

—Ya no eres una niña pequeña, Lily, la prueba es que tu novio te propuso matrimonio –le recordó.

—Lo sé, sé también que soy la única que añora todo aquello, discúlpame por querer volver a ser la hermanita pequeña del gran James Potter.

—Siempre lo serás, no importa que cumplas doscientos años –sonrió.

La chica se estiró un poco más, colocó sus manos tibias en las mejillas de su hermano mayor, un guardia se acercó a la mesa y la golpeó con fuerza, asustándola y haciéndola retroceder.

—No se toquen –informó en tono prepotente.

Los ojos azules de James se enfocaron en el guardia, no lo reconocía, así que eso podía justificar su actitud, pero aun así, aquello no le agrado, así que se puso de pie, sujetó a su hermana y la levantó, para abrazarla fuertemente.

El abrazo duró aproximadamente diez segundos, las uñas de Lily se enterraron en su mejilla sin querer cuando fue jalada por el guardia para que se alejara de James.

—Dije que sin tocarse, la visita terminó.

— ¡No, James! –Chilló pataleando, para que no la sacaran, el castaño fue hasta ella, que se aferró a su uniforme, el forcejeó hizo que ella lo arañara más sin querer y su ropa se rasgara un poco.

Los demás guardias se acercaron rápidamente, y aunque no lo tocaron, sí le impidieron que continuara la escena, vio como sacaban a su hermana, mientras esta lo llamaba desesperada, así que apretó la quijada y las manos, completamente furioso.

—Quiero a ese guardia encargado del comedor a más tardar mañana –le informó a uno de los guardias que asintió –también quiero su nombre.

Se dio media vuelta, todos lo observaban sorprendidos, no querían decir nada, sabían lo que ocurriría si alguien se atrevía siquiera a sonreír ante lo que había pasado.

Se recargó en un pasillo, sacó su cajetilla de cigarros y encendió uno, recargó la cabeza en la pared y cerró los ojos mientras le daba una calada a su cigarro.

Dejó que los viejos y buenos momentos mientras era libre lo inundaran, había sido un imbécil al dejarse atrapar, pero no había vuelta atrás, estaba encerrado, pagando por lo que hizo, y aunque al inicio no había sido un despiadado, todo cambió al llegar a esa prisión, no fue capaz de dejarse dar la bienvenida, y bueno, para evitar que otro tipo lo tocara de esa forma repugnante, tuvo que llegar hasta donde estaba, y cuando llegó a la cima, tuvo que admitir que le gustaba tener el poder que ahora tenía.

Apartó el dulce rostro de Lily Luna, y avanzó hasta donde sus camaradas estaban, todos se miraron unos a otro al verlo, estaba enfadado y no necesitó ni siquiera desquitar su mal humor con nadie para que los demás lo notaran.

—Jefe, ¿tuvo un encuentro apasionado en visita conyugal? –Se burló Gregor.

—No seas estúpido –contestó dejándose caer y llevándose los brazos detrás de la cabeza.

La charla a su alrededor giró de un lado a otro sobre cosas sin sentido, como la mayoría de las veces, tuvo que escuchar a Gregor hablar sobre su obsesión con el nuevo preso, que al parecer, se le había olvidado darle la jerarquía actual, acompañada de unos buenos golpes.

El tiempo no hizo que su humor mejorara en absoluto, llegó al comedor bastante furioso, y no fue hasta que Alex comentó que a uno de los guardias no lo reconocía que la flama de la furia ardió todavía más en el interior de James.

El castaño se giró en busca del guardia, sonrió de lado, y por la forma en que todos retrocedieron para dejarlo pasar, supuso que su expresión no era para nada buena.

—Hola, ¿te acuerdas de mí? –Sonrió de lado, inclinando la cabeza.

—Ah, sí, eres el perdedor de hace un rato, ¿no es así? El de la chica pelirroja.

—Así es, ¿algo que decir? –Curioseo, pensando que sus compañeros no lo dejarían ir solo e ignorante al matadero.

—Tu chica es ardiente, me hubiese gustado ser quien la revisara al entrar, quizás mis dedos se hubiesen escurrido dentro –rió divertido, pero nadie hizo segunda de su risa.

James se acercó a la mesa de unos y tomó el vaso y bebió de él, esperando un poco más para ver si continuaba con sus estupideces, pero no dijo más, se quedó sonriendo como idiota.

—Pensé que tus amigos te dirían algo antes de hacerte venir aquí, algo como "cuida tu bocota", "deberías informarte de las reglas dentro de Azkaban, antes de solicitar unirte", pero no.

—A diferencia de estos idiotas, no te tengo miedo.

Alex y el resto de su círculo interno se acercaron a él, como precaución, ya que no dudaban de que fuera capaz de solucionar el problema del que los demás desconocían.

Le dio un puñetazo que lo lanzó directo al suelo, el guardia lo observó directamente, bastante sorprendido, llevó su mano a su arma, pero James lo sometió rápidamente, arrojando el arma lejos, así que Alex la pisó para que nadie más se atreviera a tomarla.

Toda la frustración que no había podido sacar desde hacía un tiempo la sacó mientras golpeaba al guardia, la sangre de sus nudillos y la del rostro del hombre en el suelo se mezcló incapaz de distinguir de quien era cual, y no le importó, nadie más dijo nada ni se metió, los demás guardias se paseaban como si no estuviesen viendo nada.

—Deidad –lo llamó Gregor –unos guardias se acercan.

El guardia en el suelo observó a James sorprendido antes de perder la conciencia, los guardias lo rodearon, así que él levantó las manos, sonrió divertido, la sangre en su rostro cayó en su boca, así que la escupió sobre el tipo en el suelo.

—Acabas de salir, no podemos pasar algo así, volverás a la celda de aislamiento por otro mes.

—Sí, sí, como sea –observó a Alex –todo sigue igual, nadie hace nada, hasta que salga.

—Jefe, pero, ¿puedo tener al nuevo? –Pidió Gregor.

—No hay cambios hasta que vuelva –observó al hombre –y vigilen a Johnson –ordenó.

El silencio en el comedor fue sepulcral cuando avanzaba hacia la salida, al menos había podido ver a Lily, y pudo desquitar un poco de su frustración con ese guardia, el aislamiento esta vez iba a saberle a gloria todo el mes, y con Alex fuera, no había de qué preocuparse, todo iba a estar bien, a menos que ese idiota se metiera en problemas y volviera a dejar a Gregor encargado, su obsesión por el nuevo, podía ocasionarle serios problemas a James.

Se recostó sobre el suelo, cerró los ojos pensando en su hermana.