Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas
Por Fox McCloude
Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.
Capítulo 2: La primera semana.
Preparatoria Asahiyama, biblioteca…
El primer día de Fuutarou como profesor particular había transcurrido sin mucha fanfarria. A pesar de que supo con un solo vistazo que sería una batalla cuesta arriba, el chico estaba determinado a cumplir con su trabajo, así fuera solo por ganarse su paga.
En su opinión, la única complicación (más allá de lo pésima que era su alumna) parecía ser tener que ir a diario a ese apartamento y lidiar con las hermanas de Yotsuba. A pesar de ser quintillizas, Fuutarou apenas podía creer lo distintas que eran todas entre sí, y eso se reflejó fácilmente en su primer encuentro con cada una de ellas. La mayor, Ichika, era una coqueta y la única a la que le cayó bien al conocerla aparte de la propia Yotsuba. La segunda, Nino, pareció tomarle inquina a él solo por haber entrado a su apartamento sin ir más allá, aunque tuvo que admitir que era buena cocinera al probar la comida que les dejó. A la tercera, Miku, parecía serle indiferente, pero de nuevo quizás eso fuera por ser muy retraída. Y la menor, Itsuki, bueno, era comprensible que no estuviese feliz de verlo luego de aquel encontronazo en la panadería (aunque le dijera la verdad sobre ser una glotona).
Aprovechando que tenía una hora libre antes de la siguiente clase, Fuutarou se fue a la biblioteca y empezó a copiar por adelantado algunos ejercicios de práctica de inglés. Como habían acordado, ese día después de clases se dedicarían a ello, y para ahorrar tiempo mejor sería ir preparando desde ya el material para su sesión.
- ¡Uesugi-san! – escuchó la voz de Yotsuba desde la entrada. Apenas levantó la mirada vio a la chica del lazo corriendo de lo más entusiasta como siempre hasta su mesa. – Oh, ¿es nuestra clase para hoy?
- Obviamente. – dijo él. – Pensé que sería mejor tenerlo todo listo, así ganaremos tiempo.
- Jeje, bien pensado. – La chica empezó a buscar entre su bolso y sacó una de sus libretas. – Por cierto, sobre lo que me dijiste ayer.
- ¿Qué cosa?
- De repasar lo que hicimos. – dijo ella. – Hice algunos ejercicios más, ¿qué te parece?
El chico levantó la mirada, pero cogió la libreta y la abrió para echar un vistazo. Lo primero que notó fue que a Yotsuba parecía gustarle garabatear una especie de florecita en la esquina de cada página, pero no le prestó atención. Centrando su atención en los ejercicios, con un solo vistazo notó que el procedimiento general no estaba mal, pero el resultado de la mayoría no daba. Yotsuba a veces omitía o colocaba mal signos, ponía números equivocados o cometía errores de factorización. Solo dos estaban bien, y fue solo porque eran similares a los que vieron el día anterior.
Bueno, por lo menos era un indicio de que estaba poniendo atención.
- Definitivamente tendremos que volver a repasar después. – le dijo devolviéndole la libreta. – Ahora no tengo tiempo para señalarte todos los errores, así que lo haremos por la tarde si terminamos pronto, ¿está bien?
- ¡Como digas, Uesugi-san! – declaró la chica. – ¡Nos veremos en clase después!
Y sin decir más, la muchacha salió corriendo fuera de la biblioteca, dejando al chico preguntándose cómo podía estar tan alegre si le acababa de decir que seguía yendo mal.
Yotsuba era una chica… extraña. Parecía estar siempre de buen humor, y él no sabía si eso sería algo positivo o negativo. Por un lado, estar llena de energía implicaba que nunca parecía cansarse y tenía para invertirla en el estudio.
Por el otro… a veces sentía que llegaba a ser muy ruidosa, especialmente cuando las chicas de la clase se reunían a su alrededor y empezaban a reírse. De hecho, la razón de refugiarse en la biblioteca era que el aula ya no era tan tranquila desde que ella llegó, y le costaba concentrarse.
- "No es que sea una mala chica, pero… ¿le vendría mal quedarse un poco más callada de vez en cuando?"
Más tarde, en el apartamento Nakano…
A pesar de que ahora ya sabía dónde vivía Yotsuba y fácilmente podía llegar por su cuenta, por segundo día consecutivo le tocó caminar a casa junto con ella. Ya podía escuchar al resto de la escuela diciendo "una es casualidad, dos es coincidencia". Al tercer día seguramente ya creerían que estaban saliendo, los muy chismosos.
A él le daba igual lo que pensaran o dijeran, pues sabía perfectamente que estaban muy equivocados. Él y Yotsuba solo eran compañeros de clase en el salón, y fuera del horario, eran profesor y alumna. Ni siquiera era que fuesen amigos para que la gente creyera que estaban saliendo o algo así, pero claro, la mayoría de estudiantes de su edad fácilmente veían cosas que no estaban allí.
Ya una vez que empezaron, el chico miró muy de cerca a su pupila, mientras esta intentaba resolver los ejercicios que le había dejado. Traducción de párrafos, completación de oraciones, y ocasionalmente una pregunta formulada a la cual debía dar una respuesta apropiada.
- Hmm… esta pregunta me tiene confundida. – dijo la chica mientras jugueteaba con el dedo entre su lazo. – ¿Me están preguntando si soy vieja?
- Claro que no. Lo que pasa es que "How old are you?" es la forma tradicional de decir "¿Qué edad tienes?" en inglés. No se traduce literalmente.
- ¡Ah! Jeje, ya entiendo, perdón. – dijo la chica, procediendo a escribir la respuesta. – ¡Uff, ya terminé!
- No, no, no, sin hacer trampas. – dijo él deteniéndola. – Escribe tu edad en letras, no en números.
- ¿Eh? Ay, no seas malo, ¿qué más da como lo ponga?
- Yotsuba… – dijo él dándole una mirada fulminante y cruzando los brazos.
- Sí, sí, lo que diga, Uesugi-sensei.
Mientras él rodaba los ojos por el apelativo, la chica borró el número y lo escribió como debía ser. Aunque no lo pareciera, esos detalles eran muy importantes. Los números eran para la clase de matemáticas, y aquí eran más importantes las letras.
La verdad él se sorprendía un poco de lo contradictorio: por un lado, le incomodaba que lo llamase "sensei" porque eso lo hacía sentirse viejo (ambos seguían siendo estudiantes del mismo año), pero por el otro lado, técnicamente él era su profesor y ella era su alumna durante las sesiones, lo cual denotaba un cierto respeto de ella hacia él.
- Oye, Uesugi-san. – preguntó de pronto la chica, sacándolo de su ensimismamiento. – ¿Cómo llegaste a sacar siempre notas perfectas?
- De la única forma posible: estudiando. – dijo él. – No hay que conformarse con lo que ves solo en clase, hay que leer, investigar, siempre ir más allá.
- Eso suena muy aburrido. – intervino otra voz. – ¿Cómo puede alguien vivir solo de estudio y sin divertirse?
La voz en cuestión era de la segunda hermana, Nino. La chica venía trayendo una bandeja con sándwiches y un par de vasos de jugo. Le pasó uno a Yotsuba y antes de darle a Fuutarou el suyo, le frunció el cejo. Por la mirada que le estaba echando, el muchacho por poco se echó atrás, casi esperando que se lo derramara encima, pero simplemente se lo dejó cerca para que lo tomara.
- Gracias… – murmuró él, antes de tomarse un sorbo. – Ah, por cierto, me acabo de acordar. Mi hermanita me mandó decirte algo.
- ¿A mí? – preguntó Nino extrañada.
- Dijo que "gracias por las galletas, estaban muy deliciosas". – dijo Fuutarou.
Nino arqueó una ceja y ladeó la cabeza antes de mirar a Yotsuba en busca de respuestas. Por su parte, la chica del lazo sonrió y sacó su propio teléfono, mostrándole una selfie que se tomó con la niña.
- Ella es Raiha-chan, la hermanita de Uesugi-san. ¿Dime si no es linda?
- Le guardé algunas de las galletas de ayer. Realmente le encantaron y me pidió que le diera las gracias al que las preparó. Esa fuiste tú, ¿no? – explicó el chico.
- Obviamente. – La chica se sacudió el pelo en un evidente gesto de superioridad. – Bueno, pues dile a tu adorable hermanita que, si quiere más, con gusto se las preparo.
- A ella le encantará. – dijo Fuutarou sonriendo, hasta que la chica de los listones de mariposa se le acercó para fulminarlo nuevamente son la mirada.
- Pero que quede claro. Son para ella, no para ti. ¿Estamos?
- S-sí, por supuesto.
Sin decir más, Nino se retiró de la sala para dejarlos seguir estudiando. La segunda de las hermanas parecía ser la más arisca con él sin motivo aparente. Fuutarou no podía evitar preguntarse cuál sería su problema, pues parecía que siempre le echaba malos ojos cuando se cruzaban.
- ¿Siempre es así, o es que tiene algo en contra mía? – le preguntó a Yotsuba, en voz baja por si todavía estaba en el radio de escucha.
- Ya te dije, no le gustan mucho los extraños. – dijo Yotsuba. – Siente que esta es nuestra casa y que nadie más debería venir aquí.
O sea que lo veía a él como una especie de intruso. Bueno, por lo menos esa era una respuesta. De todos modos, fuera de las miradas gélidas y el ocasional insulto o comentario dirigido hacia él, Nino no hacía nada para entorpecer sus sesiones de estudio, así que podía tolerar su presencia. Le dio un escalofrío de pensar en lo que habría tenido que pasar si en vez de Yotsuba hubiese tenido que ser tutor de Nino.
Mientras comían los sándwiches que les dejó Nino, Fuutarou se quedó pensando en algo más. En los dos días que había estado haciéndole de tutor a Yotsuba, no había visto a su padre en el apartamento. De hecho, solo había hablado una vez por teléfono con él para confirmar lo del trabajo poco después de aceptarlo, pero no le había visto la cara.
- ¿Sucede algo? – preguntó Yotsuba. – Pareces muy pensativo.
- Solo pensaba, tu padre no estuvo ayer aquí en toda la tarde, y hoy tampoco. – le dijo. – Ni siquiera le he visto la cara.
- Je, bueno, no te hagas muchas ilusiones. – dijo Yotsuba. – Papá es dueño de un hospital, así que a menudo le toca hacer turnos de guardia hasta muy tarde.
- Ya veo. – dijo Fuutarou. Eso explicaría su ausencia. – ¿Y qué hay de su madre? ¿No vive con ustedes?
Al hacer esa pregunta, por primera vez el semblante alegre de Yotsuba se apagó. La chica del lazo desvió la mirada momentáneamente.
- Mamá… murió hace algunos años. – le dijo.
- Oh. – dijo él. Evidentemente acababa de tocar un punto sensible. – Lo siento. No tenía idea.
- No te preocupes, no ibas a saberlo. – dijo la chica volviendo a sonreír. – Y de todos modos ya antes te lo dije. Nunca me siento sola, siempre tengo a mis hermanas conmigo.
Aunque la chica rápidamente retornó a su humor habitual, Fuutarou no pudo evitar pensar en esa sombra que cruzó brevemente por su rostro cuando le preguntó por su madre. Él tenía fama de ser un amargado, y un insensible, pero había líneas que no estaba dispuesto a cruzar. Podría burlarse de una chica por ser glotona, pero nunca tocaría un tema tan sensible como que hubiese perdido a su madre.
Él valoraba mucho a su familia, y nunca le desearía a nadie algo como eso.
Tarde del día siguiente…
Fuutarou no supo por qué Yotsuba no apareció para la última hora de clases. Aunque sabía la dirección de la chica, en los días que llevaban de conocerse todavía no había intercambiado números de teléfono, email, o algún otro método de contacto. Hizo una nota mental de corregir eso en cuanto la viera, y supuso que quizás se habría ido temprano a casa sin él. De todas maneras, ya sabiendo la dirección podía caminar él solo.
Sin embargo, al llegar a la entrada, se topó con otro problema.
- ¿Qué diablos pasa? ¡Ábrete, puerta, déjame pasar que tengo trabajo por hacer! – exclamaba, empujando las puertas de vidrio tratando de abrirlas, pero estas no querían cooperar. ¿No se suponía que fueran automáticas? Había visto que siempre se abrían para los residentes.
El chico comenzaba a impacientarse. Lo lógico parecía esperar a que alguien entrara o saliera, pero no parecía haber nadie en ese momento, y no sabía qué hacer. Sin más opciones, se acercó y miró hacia la cámara de seguridad que había junto a la puerta.
- Eh… ¿disculpen? Soy un tutor que trabaja a domicilio, estoy dando clases particulares a una de las quintillizas Nakano que viven en el piso 30. ¿Podría alguien avisarles que estoy aquí?
- ¿A quién le hablas? – dijo una voz apagada detrás de él. En cuanto volteó, vio que se trataba de Miku, que venía con una bolsa de compras en la mano. – ¿No sabes cómo se usa el portón?
Sin esperar a que le respondiera, la taciturna quintilliza se acercó hacia el panel numerado que había junto a la puerta y deslizó una tarjeta llave por él. La puerta se abrió al instante, pero la chica no entró, sino que se apartó para luego señalar los botones.
- Puedes marcar el número del apartamento para llamar a alguien. – le explicó.
- Ah, ya veo. G-gracias por el dato. – dijo mientras entraba detrás de ella. Miku entonces pareció percatarse de algo más.
- ¿Yotsuba no viene contigo hoy?
- No, de hecho, no la vi durante la última hora. – dijo él. – Espero que no esté planeando escapar de la sesión de hoy.
- Hmm… – Miku lo miró pensativa, como si supiera algo que él no. Sin decir más, le indicó que la siguiera hacia el ascensor, y los dos comenzaron a subir.
Ninguno de los dos dijo una palabra. Fuutarou no se atrevía a mirarla de frente para no incomodarla y porque realmente no tenía nada que decirle. Con todo, al mirarla de reojo no podía evitar pensar en lo diferente que era de las demás, especialmente de Yotsuba a pesar de ser quintillizas. Con unas hermanas que siempre parecían llenas de vida, una taciturna callada como ella destacaba mucho. ¿A qué se debería?
Ya en el apartamento, la chica le indicó que podía quedarse en la sala esperando mientras llegaba Yotsuba, y él lo hizo mientras Miku iba a meter sus compras en el refrigerador. A los pocos minutos, la tercera hermana volvió y se sentó en el sofá, conectando sus auriculares a su Tablet para ponerse a jugar.
Sin más qué hacer, Fuutarou sacó los libros de historia y los colocó sobre la mesa para ir preparando la clase. Sin embargo, parecía no tener más nada qué hacer mientras su alumna llegaba, excepto quizás repasar. Aunque eso no tenía mucho sentido al saberse casi de memoria todo lo que iban a estudiar.
De nuevo echó una mirada discretamente hacia Miku, que estaba inmersa en su juego. Vio que se trataba del mismo de la otra vez, y estaba en medio del modo campaña. Le pareció haber escuchado que Yotsuba se lo había prestado, lo que le hizo sentir algo de curiosidad.
- ¿Quieres probar? – dijo de pronto la chica sin mirarlo.
- ¿Eh?
- El juego. – siguió todavía sin voltear a verla. – ¿O es que no sabes cómo se juega?
- Claro que sí. – sintiéndose algo ofendido. No le gustaba que alguien sugiriera que no sabía algo. – Lo probé un par de veces, aunque solo por curiosidad. Es bueno para aprender un poco de historia, lo admito.
- Lo sé. – dijo Miku. – Las batallas de los generales del período Sengoku son… emocionantes.
- ¿Te gusta la historia? – preguntó algo interesado.
- Solo esa parte. – replicó secamente la tercera hermana. – Sus ideales, ambiciones, lo que estaban dispuestos a hacer para defenderlos…
- "Está inusualmente conversadora hoy." – pensó Fuutarou. Luego agregó en voz alta. – Yo también conozco mi parte de la historia sobre ellos. Tal vez hasta sepa cosas que tú no.
La chica dejó de jugar, y al girarse Fuutarou vio que su mirada había cambiado. Aunque seguía algo cabizbaja e inexpresiva, había un ligero brillo en sus ojos que no tenía antes. Como de competitividad.
- ¿Me estás retando? – dijo ella. – ¿Insinúas que sabes más que yo sobre los generales del Sengoku?
- Puede ser. – replicó él con tono ligeramente provocador. – Es decir, he leído mis libros al respecto, y tengo que venir preparado para estudiar el tema.
- En ese caso, ¿quieres jugar unas trivias?
- ¿Trivias? – preguntó él alzando una ceja.
- Veamos si puedes responder algunas preguntas. – dijo ella, dejando su Tablet de lado. – A ver si realmente sabes tanto como dices.
Fuutarou se puso a pensarlo. Igual Yotsuba todavía no aparecía, y supuso que sería una forma de matar el tiempo sin aburrirse al no tener a nadie con quien hablar. Y Miku parecía bastante interesada. Sonriendo con confianza, se recargó sobre el sillón con los brazos cruzados.
- Bueno, adelante. Dispara tus preguntas.
- Según se dice popularmente, Nobunaga solía llamar "mono" a Hideyoshi, pero eso es falso. ¿Cuál era el verdadero apodo?
Fuutarou se quedó paralizado brevemente. ¿Quién podría interesarse en algo tan concreto como eso? El chico se puso a pensar, e hizo memoria de algo que le pareció escuchar en clase de historia.
- ¿No era… "rata calva"?
- Correcto. – dijo Miku. Fuutarou mentalmente le agradeció al profesor (que quizás lo sabía por ser calvo y tener dientes delanteros enormes), pero la quintilliza no iba a detenerse allí. La oleada de preguntas y respuestas apenas había comenzado.
…
- Algunos teorizan que Kenshin era en realidad una mujer disfrazada. ¿Cierto o falso?
- Cierto.
…
- La comida favorita de Mitsunari eran los caquis. ¿Cierto o falso?
- Falso, nunca los probó en su vida.
…
- En el "Fuurinkazan" de Takeda Shingen, ¿qué representa el viento?
- Fácil, "veloz como el viento".
…
Y así continuaba la ronda de preguntas. A veces Fuutarou tenía dificultades para recordar los datos más obscuros (¿qué tanto sabía esta chica?) pero se las arregló para seguirle el paso. Antes de darse cuenta había transcurrido casi hora y media desde que comenzaron, cuando la puerta del apartamento se abrió.
- ¡Ya llegué! ¡Ah, Uesugi-san! – exclamó Yotsuba al entrar. – ¡Siento mucho haberte dejado esperando!
- Bueno, al menos ya estás aquí. – dijo él con tono serio. – ¿Qué estabas haciendo, a todo esto?
- Jeje, bueno, el club de basquetbol tenía un partido de práctica, pero una de las titulares se lesionó y me pidieron sustituirla. – se excusó la chica del lazo. – ¡De verdad lo siento, olvidé avisarte que me lo habían pedido!
- Cuando terminemos, creo que es mejor que intercambiemos teléfonos, para que esto no vuelva a suceder. – le dijo severamente. – Mientras tanto, tendremos que esforzarnos al doble para recuperar el tiempo perdido.
- ¡Por supuesto! Ah, antes que se me olvide. – Yotsuba sacó algo de la bolsa y se lo pasó a Miku. – Lo que me pediste que te comprara.
- Gracias. – dijo Miku. Fuutarou se percató de que se trataba de una lata de soda de matcha que la chica se dispuso a abrir, aunque antes de darle el trago, volteó a verlo a él. – ¿Quieres?
- No, no, gracias, no es que tenga sed ahora. – dijo él. De pronto Miku le sonrió de forma extraña.
- Descuida, te aseguro que no tiene mocos.
Fuutarou se quedó extrañado ante eso. ¿Qué quiso decir con que no tenía mocos? Obviamente no los tendría: era un refresco enlatado y sería ridículo que alguien pudiese echar semejante porquería en una lata sin un… ¿por qué de pronto Miku dejó de sonreír?
- Hmm… así que solo tienes ese nivel. – dijo la chica poniéndose de pie, y bebiéndose su soda, dejando al chico estupefacto y sin entender por qué la reacción. Entretanto, Yotsuba ponía sus cuadernos y lápices en la mesa para empezar a estudiar.
- Oye, ¿tú sabes qué quiso decir con eso? – le preguntó Fuutarou.
- ¿Eh? La verdad que no. Bueno, ¿vamos a empezar?
Fuutarou asintió y con ello los dos comenzaron de una vez. Aun así, todavía tenía en la cabeza lo que le dijo Miku. ¿Fue algún chiste o referencia que no entendió? Eso no podía quedarse de ese modo. Y si estaba en un libro sobre la historia del Sengoku, lo encontraría aunque tuviese que leerse toda la sección de la biblioteca de cabo a rabo.
Día jueves…
Para el cuarto día de las tutorías, la materia elegida fue Ciencias Naturales. En aquel momento, los dos se encontraban con varios libros de biología abiertos sobre la mesa, mientras Fuutarou trataba de explicarle a Yotsuba el funcionamiento del tracto digestivo humano. Era una ventaja que el libro que tenían en ese momento incluyera una página expansible con una gráfica de dicho sistema, lo que le permitió ilustrarle mejor cada fase a la chica.
- No, no, los tomaste al revés. – dijo Fuutarou. – La vesícula biliar está en el hígado, no en el páncreas. En el páncreas es donde se produce la insulina para regular el azúcar en la sangre.
- ¡Ah, ahora entiendo, gracias! – exclamó Yotsuba. – Jeje, con tantos órganos me cuesta trabajo recordar lo que hace cada uno.
- Bueno, eso tiene que cambiar. – dijo él. – Ahora, del estómago pasamos al intestino delgado. ¿Recuerdas cómo se llaman las secciones en las que se divide?
- Eh… – Yotsuba se llevó el lápiz a la boca, tratando de recordar. – ¡No me digas, no me digas, yo puedo! Duo… ¡duodeno, sí! Esa es una, ¿verdad? Y la otra era… em…
Fuutarou se cruzó de brazos, usando el dedo para contar el tiempo que Yotsuba tardaría en dar con la respuesta. En otras circunstancias, le divertiría ver a alguien desesperado por responder una pregunta tan sencilla como esa, pero como su paga dependía de las notas que sacara la chica del lazo, se estaba conteniendo.
- Había una llamada… ¿ilíada o algo así? – dijo finalmente.
- Se le llama íleon, Yotsuba. – intervino alguien. Al voltear, vio que se trataba de Itsuki, que acababa de bajar para sacar algo de la nevera. A Fuutarou le pareció que se trataba de uno de los panes que había comprado días atrás. – Es la parte final antes del grueso. Y la intermedia es el yeyuno.
- ¡Gracias, Itsuki!
- Oye, ¿para qué le dices la respuesta? – protestó Fuutarou. – Se supone que tiene que aprender por ella misma.
- Oh, discúlpeme, señor profesor, no fue mi intención interrumpir su clase. – dijo la pelirroja sarcásticamente.
- Itsuki, ¿no te gustaría estudiar con nosotros? – dijo Yotsuba. – Uesugi-san es un profesor realmente bueno, en todas las materias.
- No, muchas gracias. Puedo valerme por mí misma. – dijo mientras se sentaba en uno de los sillones, se colocaba unas gafas y se disponía a leer su propio libro, sosteniéndolo con una mano mientras usaba la otra para comerse el pan.
Fuutarou no tardó en notar que el libro que leía era el mismo que ellos estaban usando; un tomo de biología centrado en los sistemas del cuerpo humano. Con su negativa, Fuutarou continuó dándole a Yotsuba la clase como hasta ahora, leyéndole el capítulo sobre cada parte del sistema digestivo y luego dejándole un pequeño conjunto de preguntas para ver qué tanta atención ponía.
No obstante, ocasionalmente miraba de reojo a Itsuki, por si acaso se le ocurría tratar de soplarle respuestas a Yotsuba o algo. Se esforzaba por no hacer contacto visual con él, pero cada vez que lo hacía, invariablemente le fruncía el cejo.
Unos minutos después, Yotsuba dijo que necesitaba ir al baño y subió a toda prisa por las escaleras, así que el chico se quedó a solas con Itsuki. Inevitablemente, la atmósfera se puso más tensa cuando, al no haber más nadie en la sala en aquel momento, los dos entrecruzaban las miradas, solo para desviarlas inmediatamente y pretender que no se habían visto.
El patrón se repitió varias veces, hasta que finalmente Itsuki se hartó.
- ¿Qué te pasa? – le dijo. – ¿Tienes algo que quieras decirme, Uesugi-kun?
- No, a menos que tú lo tengas. – replicó él.
La chica frunció el cejo y volvió a ocupar su atención en el libro. Él hizo lo propio con el suyo, tratando de mantener su mente ocupada en otra cosa mientras volvía a reanudarse la clase. Por fortuna, eso no tardó mucho tiempo.
- Gracias por esperar. – dijo Yotsuba bajando las escaleras. – ¿En dónde nos quedamos?
- Ahora vamos con el intestino grueso. – dijo él.
La clase continuó de la misma manera, aunque Yotsuba visiblemente se sintió algo incómoda por la parte que ahora estaban estudiando, por razones bastante obvias. Itsuki intervino un par de veces diciendo que no debía sentirse de ese modo; después de todo, todos eran procesos perfectamente naturales del cuerpo humano, incluso cuando se trataba de… eso.
- De acuerdo, creo que con esto terminamos. – declaró finalmente Fuutarou.
- ¡Yupi! Estoy que me muero de hambre, traeré algo para comer.
- Ya que estás en ello, trae algo para mí también. – pidió Itsuki.
Fuutarou no se resistió a echarle una mirada, aunque sí se aguantó las ganas de decir "pero acabas de comerte ese pan". Tuvo que desviar la mirada cuando la pelirroja volteó en su dirección, y de nuevo sin Yotsuba de por medio se formó esa incómoda atmósfera entre los dos.
- La verdad… creo que sí tenía algo que decirte. – confesó finalmente.
- ¿De verdad?
- Fue sobre lo que pasó en la panadería. – dijo él. – Cuando me quedé mirándote, fue porque me parecías familiar.
- Supongo que fue porque ya habías conocido a Yotsuba en ese momento, ¿no es así? – dedujo ella. – Es comprensible, somos quintillizas.
- En ese momento no tenía forma de saberlo. – dijo él. – Y además, ¿por qué me ofreciste de lo que habías comprado? ¿Acaso parezco un pobretón hambriento o algo?
- Para que conste, yo solamente intentaba ser amable. – dijo Itsuki. – La culpa fue tuya por no elegir bien tus palabras.
- Pues también para que conste, mi mamá es dueña de esa panadería. – dijo él. – Y aunque no lo fuera, podía pagar lo que iba a comerme sin ningún problema. No era para que debieras tenerme lástima.
- ¿Qué te pasa, por qué confundes la amabilidad con lástima? – dijo la chica molesta. – En serio, Yotsuba dice que no tienes amigos en la escuela, y con esa actitud realmente no me extraña.
- Quién los necesita. – dijo él. – Nunca he sido la persona más sociable, y de todos modos difícilmente podrían entenderme.
- Por supuesto, no todos pueden estar a tu nivel intelectual, ¿verdad? – dijo la pelirroja, aun manteniendo su tono sarcástico. – No debe ser fácil estar rodeado de idiotas.
Fuutarou no se dignó replicar a eso. Había algo de verdad en lo que decía la pelirroja; ser el estudiante con las mejores notas tenía sus ventajas y desventajas. Por un lado, mantenerse alto en el ranking le garantizaría buenas ofertas universitarias en el futuro, tal vez hasta para asegurar una beca. Por el otro… sí le era difícil entenderse con los demás. No tendría muchos temas de conversación, y efectivamente a nivel intelectual, habría pocas personas capaces de ponerse a su altura.
No lo admitiría de dientes para afuera, pero a veces eso se sentía bastante solitario. Era muy difícil no tener a un igual a nivel intelectual con quien medirse o relacionarse, y aunque no lo demostrase de dientes para afuera… ese comentario de Itsuki había golpeado un nervio bastante sensible.
- Oigan, ¿por qué discuten ustedes dos? Lo que sea que haya pasado en esa panadería, supérenlo, ¿no?
- No hasta que se disculpe por lo que dijo. – dijeron los dos al unísono, para sorpresa tanto de ellos mismos como de Yotsuba. – ¿Qué acabas de decir?
- Ya me escuchaste, hasta que no te disculpes por llamarme glotona. – dijo Itsuki.
- Primero discúlpate tú por tratarme con lástima. – replicó Fuutarou.
- ¿Lástima? ¡Yo solo estaba intentando ser amable! – exclamó la pelirroja indignada. – ¡Tú fuiste el que lo malinterpretó!
- Ya basta, por favor. – intervino Yotsuba. – Uesugi-san, te aseguro que Itsuki no quiso ofenderte con lo que dijo. Si te ofreció compartir, era porque lo decía en serio.
- ¡Ja! ¿Lo ves? ¡Hasta Yotsuba está de mi lado! – se jactó la pelirroja.
- Pero Itsuki, tú elegiste mal tus palabras. – continuó la chica del lazo. – Y no es que esté mintiendo al llamarte glotona, de verdad comes demasiado.
- ¿Eh? ¡Oye, se supone que me apoyes! ¡Somos hermanas!
- No estoy apoyando a nadie. – dijo Yotsuba. – Los dos fueron un poco insensibles y dijeron cosas que no debían, así que ambos deben disculparse. Quítense ese cargo de conciencia, se sentirán mejor.
Fuutarou resopló, aunque por dentro no podía evitar sentir que de alguna manera Yotsuba se estaba poniendo (ligeramente) del lado de él. Eso era extraño: quizás si fuese él, estaría apoyando a su propia hermana, por eso de que la sangre pesaba más que el agua. Aunque no le estaba dando totalmente la razón.
Y en retrospectiva, técnicamente fue él quien tiró el primer insulto, así que quizás debería disculparse primero, así fuera por bien de paz.
- Siento haberte llamado glotona. – dijo, resistiéndose al impulso de agregar "aunque lo seas" por lo bajo.
- Siento haberte ofendido. No quise sonar a que te estaba teniendo lástima. – replicó ella.
Ambos lo dijeron de dientes para afuera, evitando contacto visual. Era claro que solo lo hacían para complacer a Yotsuba. Que Itsuki lo hiciera tenía sentido: eran hermanas después de todo, ¿pero él? ¿Por qué había cedido a ese capricho suyo tan fácilmente?
- ¿Ya lo ven? – preguntó Yotsuba con una gran sonrisa. – ¿No se sienten mejor ahora, como que se quitaron un enorme peso de encima?
El chico no se atrevió a responder, ya que no podía decir que sí sin mentir, y una mirada a Itsuki le dijo que claramente ella tampoco tenía arrepentimiento alguno. No obstante, esto pareció ser suficiente para Yotsuba, que felizmente reanudó la clase y continuó con lo que se habían quedado.
Cuando él e Itsuki volvieron a hacer contacto visual, ambos intercambiaron una mirada que decía "esto no se quedará así". Ya después podrían arreglarse, pero mientras tanto, él tenía trabajo por hacer.
Día viernes…
Por fin, la primera semana de tutorías llegaba a su final. Para variar, Yotsuba parecía no tener tanto problema con Japonés, comparado con sus demás materias, aunque Fuutarou notó que su caligrafía en kanji era bastante mala. Terminaron bastante rápido, y justo a tiempo ya que la chica recibió una llamada del club de básquetbol y salió corriendo sin decir nada excepto: "¡Lo siento, Uesugi-san, me tengo que ir!" pero como habían terminado por ese día, no se molestó en detenerla.
Como no le quedaba más que recoger sus cosas y prepararse para volver a casa, apenas notó los pasos que bajaban por la escalera y se acercaban a él, y no se molestó en mirar de quién se trataba hasta que ya estuvo a pocos centímetros.
- ¿Te vas tan pronto? – le dijo una voz coqueta. Con toda certeza debía ser Ichika, pensó él, y en efecto al mirar se encontraba allí la mayor de las quintillizas, con las manos detrás de la espalda.
- Ya cumplí por hoy, y Yotsuba se fue. – replicó él. – No me queda más nada qué hacer aquí.
- Oh, ¿así que solo estás interesado en Yotsuba? – preguntó la chica. – Dime, ¿qué te gusta de ella?
- No asumas cosas que no son, por favor. – dijo él. – No es que ella me guste, si apenas la conozco.
- Eres demasiado serio, ¿lo sabías? – insistió Ichika. – Lo digo de verdad, ¿no entiendes lo afortunado que eres, de poder venir a un apartamento donde viven cinco hermosas chicas?
Fuutarou quiso rodar los ojos, entendiendo lo que la muchacha quería insinuar. Nuevamente su parte racional tomó el control y le hizo recordar que estaba allí por negocios, y no por placeres.
- ¿Tienes algo más que decirme antes de que me vaya?
- De hecho sí. – La pelirrosa se sacó las manos de detrás de la espalda, enseñándole un pequeño sobre. – Yotsuba salió tan deprisa que se le olvidó entregarte esto. Tus honorarios de esta semana.
Fuutarou estuvo a punto de tomar el sobre, pero Ichika lo apartó. Luego lo hizo otra vez, y otra vez. Finalmente ella tuvo que agarrarle la mano y empujarlo para mantenerlo lejos por un momento.
- Pero primero, quisiera que habláramos un poco. – dijo Ichika. – ¿Por qué tienes que ser tan serio? Esa actitud hará que se te haga difícil hacer amigos.
- No necesito hacer amigos. – dijo él secamente.
- ¿No? Eso es una pena. Yo lo sería con mucho gusto. – replicó ella. Extrañamente, no sonaba con su habitual tono de flirteo. – Fuutarou-kun, no es necesario ser tan frío.
- ¿Por qué me llamas por mi nombre de pila?
- ¿No puedo? Tú nos llamas a nosotras de esa manera, ¿no? – replicó ella. – El asunto es, no solo me agradas a mí. También a Yotsuba.
- A ella parece agradarle todo mundo, no es que esté recibiendo trato especial.
Ichika le lanzó una mirada inquisitiva, ladeando ligeramente la cabeza. Parecía estar meditando en lo que le iba a decir. Luego sonrió, y de nuevo, no era esa sonrisa coqueta y burlona que solía verle por default.
- Sabes, no eres el primer tutor que papá contrata para Yotsuba. Cuando estaba en nuestra escuela ya estaba empezando a tener problemas, y aunque papá le buscó ayuda no parecía muy entusiasmada. No ponía el mismo empeño que pone desde que tú empezaste a enseñarle.
- ¿Y eso qué? – preguntó él sin entender.
- ¿No lo ves? Yotsuba pone más empeño contigo porque le agradas. O quizás algo más, no me sorprendería. Mi punto es, Yotsuba piensa que eres agradable, y esta semana he podido ver que no se equivocaba. Puedes ser divertido cuando te lo propones.
- No me digas. – dijo él, todavía sin creerle.
- Bueno, al menos Miku parecía estaba divirtiéndose con su pequeña trivia. – dijo de pronto, captando su interés. Cuando volteó a mirarla, sonrió "inocentemente" mientras ponía las manos en posición de pedir perdón. – Perdóname, no lo pude evitar, los vi desde arriba el otro día.
Fuutarou frunció la boca ligeramente, pero tuvo que admitir que la trivia con Miku le resultó… entretenida, por no decir más.
- También, Miku siempre ha sido la más tímida de nosotras. Es muy raro ver que hable con alguien de ese modo. Significa que bajo esa fachada del chico serio y gruñón que solo piensa en el estudio, hay alguien amable y divertido, ¿no es así?
Fuutarou no dijo nada, pero sí sintió un ligero ardor en sus mejillas. Quizás fuese porque no estaba acostumbrado a recibir esa clase de halagos, pero tuvo que admitir que no le hacía sentirse mal. Dicho eso, no sabía realmente como responderle.
Ichika pareció darse cuenta de esto y siguió hablando:
- Lo que trato de decir es, le agradas a mis hermanas, y me agradas a mí también. ¿Por qué no podemos ser amigos?
- No hables por todas. – dijo él, teniendo por fin algo que refutar. – Itsuki y Nino podrían estar en desacuerdo contigo.
- Ah, dales tiempo. Ya cuando te conozcan verán que no eres tan malo como te pintas. – insistió la hermana mayor.
Fuutarou volteó a verla. La chica lo miraba con una sonrisa, que de nuevo se dio cuenta, no era la que usualmente tenía. Había algo más… genuino en ella, aunque no estaba seguro de qué era.
Sentía que tenía que decir algo, que lo tenía en la punta de la lengua, pero se le escapaba. ¿Por qué se sentía de ese modo?
- Cielos, qué difícil eres. – dijo finalmente colocándole el sobre en la mano. – Bueno, piensa un poco en lo que te dije. Ve con cuidado allá afuera, que tengas un buen fin de semana.
- Claro… igualmente. – alcanzó a decirle él, antes que ella lo acompañara hasta la puerta del apartamento.
Por fortuna había un interruptor para abrir la puerta desde adentro, que los visitantes como él podían usar para salir del edificio. Así, se dirigió hacia la parada de autobús para volver a casa, luego de guardarse el sobre en su mochila.
Mientras esperaba, las palabras de Ichika le resonaron en la mente. "¿Por qué no podemos ser amigos?" Siendo sincero, él no tenía interés en trabar amistad con nadie cuando aceptó este trabajo, ni antes ni después. Lo hacía meramente por el dinero que le iban a pagar, pero ahora que había conseguido su primera paga… parecía no pesar tanto como se lo había imaginado.
Si era honesto, no era que no quisiera tener amigos, simplemente, lo veía como algo innecesario, al menos de momento. Y pese a no haber empezado con el pie derecho con dos de las quintillizas, no dejaba de pensar que, si a las otras tres les cayó bien a pesar de su comportamiento, por algo habría de ser. Considerando que inevitablemente iban a verse cada vez que él visitara el apartamento, por lo menos valdría la pena hacer el intento de llevarse bien con todas, ¿o no?
Bueno, si Ichika le había dicho que pensara en lo que dijo, tendría todo el fin de semana para hacerlo. Por ahora, ya tenía planes para su primera paga, y esos incluían cumplir una promesa a su pequeña hermana.
Esta historia continuará…
Notas del autor:
Bien, por fin decidí arrancar con los siguientes capítulos. Ya tengo algunos adelantados así que iré publicándolos de manera regular cada cierto tiempo. Como dije antes, los AUs que veo suelen ser prácticamente calcados del original, incluso cuando un cambio pequeño tiene repercusiones enormes a largo plazo, algo que la mayoría de autores, ya sea por pereza o inexperiencia, fallan olímpicamente en considerar. Y esa es una trampa que quiero evitar a toda costa.
Aquí en este segundo capítulo decidí retratar un poco las sesiones de estudio de Fuutarou y Yotsuba. Tomando en cuenta que no está pasando por los mismos apuros iniciales que en canon, al no tener que convencer a las demás de que se pongan a estudiar, era obvio que las situaciones no se iban a generar de la misma manera, pero aunque no voy a hacer un harem como en el manga original, quise aprovechar de sentar un poco las bases de las relaciones de nuestro protagonista con las demás, aun ya estando predeterminado con quién terminará. Si bien no haré que todas las demás quintillizas se enamoren de él, sí quiero aprovechar de arreglar una cosa que realmente detesté en el manga; concretamente cuando Ichika se puso posesiva y paranoica, saboteando a las demás para ser la primera en confesarse, o la única en darle un regalo por su cumpleaños. Aunque más que odiarla a ella, odio que el mangaka la haya hecho hacer esas cosas, especialmente luego de establecer lo mucho que a ella le importaban sus hermanas y que estaba dispuesta a darles una oportunidad e incluso apoyarlas. De paso que lo que hizo no solo fue cruel, sino innecesario, ya que le habría bastado decirle a Fuutarou desde el principio que ya lo conocía y eso le habría dado una oportunidad legítima sin tener que jugar sucio, y si lo que quería Negi era sacarla del juego, había otras formas de hacerlo sin convertirla en la villana. Siempre he detestado que en los fics los personajes que me gustan se vuelvan los malos solo por ser los "rivales en el amor" (incluso con las parejas que me gustan), y este fue un ejemplo de cuando eso pasa en canon.
Pero bueno, ya no me queda más que decir, espero que hayan disfrutado de este cap. Gracias por los reviews a AaronVS3, ricardotolava450 y Shadechu Nightray, y nos veremos en otra ocasión. Comentarios, críticas, sugerencias, todo es bienvenido, no se guarden nada.
