Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas

Por Fox McCloude

Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.


Capítulo 8: Campamento escolar – Día 1.


Residencia Uesugi…

Los cuatro miembros de la familia Uesugi se encontraban alrededor de la mesa disfrutando de su cena. Mientras lo hacían, Fuutarou ocupaba multitareas: con una mano sujetaba los palillos para comer, mientras con la otra sujetaba una hoja de resultados de un examen de práctica.

- Hijo, ¿no puedes olvidarte de eso mientras estamos comiendo? – preguntó Kazane.

- El tiempo es oro, mamá. – respondió él sin quitar los ojos de la hoja. – Yotsuba está mejorando, pero al paso que va sus notas no serán suficientes. Cada segundo cuenta.

- Fuutarou, descansar un día del trabajo no te haría mal. – dijo Isanari. – Estás en casa y es domingo.

- Hey, ¿quién fue el que me consiguió este trabajo en primer lugar? – señaló él.

- No te haría daño descansar un poco y relajarte. – siguió su padre. – No siempre fuiste un alumno ejemplar, ¿recuerdas?

- ¿Eh? ¿Eso es verdad, mi hermano no era un monstruo de los estudios? – preguntó Raiha interesada.

- Solía ser un chico salvaje, igual que yo. – se rio Isanari. – Aún tienes la foto de ese tiempo en tu libreta escolar, ¿no es así?

- Eso ya es cosa del pasado. – dijo él, desviando la mirada.

- ¡Quiero verla, quiero verla! – pidió Raiha, a lo cual Fuutarou instintivamente se alejó, buscando proteger la susodicha libreta dentro de su bolsillo. – ¡Mamá, dile que me deje verla!

- ¡La respuesta es no! – exclamó Fuutarou, pero Isanari se le puso por detrás y lo agarró por las axilas. – ¡Hey, suéltame, viejo!

- ¡Cariño, haz lo tuyo! – exclamó Isanari.

Mientras Fuutarou empezaba a patalear tratando de soltarse, su madre tuvo la oportunidad de sacarle la libreta del bolsillo. El hijo mayor se dio cuenta de esto y trató de estirar los brazos para recuperarla, pero la fuerza de su padre lo mantuvo fuera de su alcance mientras la madre se dirigía con la libreta en mano para dársela a la hija menor, que la abrió con curiosidad.

- ¿Eeeehh? ¿De verdad este es mi hermano? ¡Se ve idéntico a nuestro primo! – exclamó Raiha. Luego de dejarlo unos segundos allí, Isanari finalmente soltó a Fuutarou, que sin perder tiempo fue a quitarle la libreta de las manos con algo de brusquedad. – ¡Hey!

- Ya viste lo suficiente. – dijo Fuutarou, echándole un vistazo fugaz.

Efectivamente; cualquiera que viera la foto y los conociera, podría creer que se trataba en realidad de Kintarou. Los dos en realidad tenían rostros muy similares (variando solo en expresiones), y como él en ese entonces también se pintaba el pelo de rubio, casi podrían pasar por hermanos gemelos. Servía como evidencia para quienes les costara creer que eran parientes (como Nino, por ejemplo).

Pero igual, no le gustaba recordar esa pinta. No iba con su actual imagen de estudiante modelo.

- No es nada de qué avergonzarte, hijo. – agregó Kazane. – Después de todo, esas pintas también eran parte del encanto de tu padre cuando me enamoré de él.

- Oye, oye, ¿por qué lo dices en tiempo pasado? – dijo Isanari fingiendo sentirse herido. – ¿Es que acaso ya perdí ese encanto?

- Por supuesto que no, amor, aún lo tienes.

Fuutarou suspiró profundamente mientras sus padres se reían, seguramente de recordar sus días de estudiantes. Los dos habían sido un par de salvajes rebeldes durante su juventud, y por eso él había tratado de imitarlos, pero las cosas habían cambiado. Él había cambiado.

Después de un rato, el tema de conversación volvió a desviarse hacia él.

- En ese entonces conociste a la niña que te hizo cambiar, ¿no es así? – preguntó Isanari. – Por ella fue que te volviste un cerebrito.

La mención de esas palabras hizo que una imagen fugaz traspasara la mente de Fuutarou. Una larga cabellera ondeando en el viento y una alegre sonrisa mientras le saludaba haciendo una V de la victoria.

- ¿Quién era esa niña? – preguntó Raiha. – ¿Acaso fue tu primer amor, Onii-chan?

- Más probablemente haya sido el segundo. – intervino Kazane. – En ese entonces también le gustaba su compañera de clases, Takebayashi.

- ¡Hey! – exclamó Fuutarou. – ¿Quién te dijo eso?

- Oh vamos, ¿crees que una madre no sabe la clase de fotos que guarda su hijo en su cámara?

Fuutarou desvió la mirada y rechinó los dientes. Se suponía que lo de las fotos de Takebayashi nadie debía saberlo, y prefería que hubiera sido así. Aunque, por otro lado, indirectamente por esas fotos fue que conoció a aquella niña, cuando le salvó de meterse en problemas por algo que no había hecho. No queriendo que le siguieran dando la lata o avergonzándolo con esos recuerdos, el chico procedió a terminarse su cena lo más rápido que pudo.

- Gracias por la comida. – dijo al acabarse el plato. – Si me disculpan, voy a terminar el resto en mi cuarto.

- ¿En serio, Fuutarou? ¿No puedes dejar de pensar en el trabajo o en estudiar por un día?

- No hago esto solo por mí. – dijo Fuutarou. – Si quiero que Yotsuba haga sus deberes, tengo que ponerle el ejemplo, y ella aún tiene que mejorar sus notas.

- Pero dijiste que había pasado tres de cinco clases. – dijo Raiha. – Antes estaba en ceros, ¿no?

- Los estándares en Kurobara son mucho más altos que en Asahiyama. – explicó el chico. – Si quiere volver allá, sus notas actuales no serán suficientes.

- Pero si vuelve entonces no la verías más en tu escuela. – dijo Raiha. – ¿Eso quiere decir que no vendrá a visitarnos?

Fuutarou estuvo a punto de preguntar qué importaba si era el caso, pero se frenó en seco sin saber por qué. Pensándolo bien… no se había detenido a pensar mucho en eso. Pero bueno, no había necesidad. Si después de todo le estaban pagando por enseñarla para que pudiese volver con las demás, ¿o no?

- Eso no importa ahora. Si me disculpan. – dijo dirigiéndose a su habitación.

Afortunadamente ya no le quedaba mucho qué revisarle a Yotsuba en términos de tareas, y como ya se había adelantado en prepararle la de lía siguiente sesión, no le quedaba mucho más por hacer. No teniendo más nada que hacer, y sin estar de humor para ponerse a ver televisión o leer, apagó las luces y se metió a su futón.

Sin embargo, no cerró los ojos. Tenía algo dándole vueltas en su cabeza desde la cena. Concretamente, ese comentario de Raiha, de que una vez que terminara su trabajo como tutor, Yotsuba se iría de su escuela. ¿Por qué le daba vueltas, si para eso le estaban pagando en primer lugar?

La verdad, en los últimos meses había continuado con el trabajo de tutor casi por inercia, sin ponerse a pensar más allá de cumplir con ello y recibir la paga. Admitiéndolo, se le había olvidado que al final del año escolar, asumiendo que él hubiera hecho bien su trabajo, Yotsuba se marcharía de Asahiyama para volver a Kurobara con sus hermanas. Eso implicaría que no habría más quebraderos de cabeza tratando de enseñarle palabras en inglés o fórmulas de matemáticas, no más tener que soportar entrenamientos físicos infernales cuando ella quería salir a trotar o llevarlo al gimnasio a la fuerza, y no más tener que aguantar sus niñerías o las burlas de sus hermanas.

Y fue entonces que se dio cuenta. Después de unos meses, todo eso que era tan molesto al principio, ya no lo era. Ir al apartamento Nakano después de clase se le volvió parte de su rutina diaria, y hasta se quedaba la noche allá ocasionalmente. Las hostilidades iniciales habían caído en recesión, con Itsuki luego de disculparse, y con Nino luego de presentarle a su primo. No era tanto como para considerarlas amigas, pero quizás ya estaban llegando a un punto algo más cerca de eso.

- "¿Por qué pienso en eso ahora? Esto solo es un trabajo, nada más."

Se giró sobre el futón ligeramente y cerró los ojos. Mejor sacarse eso de la mente si quería dormir. Mañana tendría trabajo por hacer, después de todo.


Apartamento Nakano, días después…

Otro día, otra sesión de estudios. Como de costumbre, Fuutarou y Yotsuba estaban ocupadísimos, y como ocurría con frecuencia, ya se les había unido alguien más. Concretamente esta vez para estudiar inglés.

- ¿Cómo decías que se pronunciaba esto, Uesugi-san?

- Debate. La pronunciación correcta es "di-beit". – explicaba Fuutarou. – Recuérdalo de esa forma, "di-beit".

- Hmm, el inglés es muy confuso. – dijo la chica del lazo.

- Dímelo a mí. – decía Nino, que también estaba haciendo su propia tarea en la misma asignatura. – Bien, Uesugi, ya terminé.

Fuutarou cogió la hoja de respuestas de Nino. Solo encontró errores gramaticales y ortográficos en tres de las preguntas, pero todas las demás estaban correctas. Marcó las que estaban equivocadas, y luego se la devolvió.

- Solo tres equivocadas. Mejor de lo que esperaba.

- Hmph, qué exigente. – dijo ella, agitándose el pelo con algo de altivez.

- Me sorprende que quieras estudiar con nosotros, Nino. – dijo Yotsuba.

- Da igual, no me importa si papá le paga extra por ayudarnos a nosotras también. – dijo Nino. – Solo quiero que mi hermana regrese con nosotras, es todo.

Ahí estaba eso de nuevo. Para eso estaba ayudando Fuutarou a Yotsuba, para que sus notas se recuperasen y pudiera volver a Kurobara con las demás. Y no era algo que solo ella quería; Nino, y seguramente el resto, también lo querían de ese modo. Estar otra vez las cinco hermanas juntas.

- ¿Qué tal ahora, Uesugi-san? – preguntó Yotsuba, sacándolo de su ensimismamiento.

- Hmm… Yotsuba, estás conjugando mal los verbos. Ninguno de estos son verbos regulares, no se pueden escribir de esa forma.

- ¡¿Eeeeehhh?! ¡Ah, no es justo! – La chica del lazo hinchó las mejillas.

- No tienes remedio. Escucha, te voy a escribir una… ¿hmm? – Fuutarou empezó a palparse la retaguardia. Luego los bolsillos de la camisa y se paró. – ¿En dónde está?

- ¿Qué pasa? – preguntó Nino.

- Mi libreta. Juraría que la tenía hace cinco minutos. – dijo poniéndose de pie para buscarla, mirando a todos lados.

- ¿Te ayudamos a buscarla? – ofreció Yotsuba.

- No. – dijo él terminante. – Si está por aquí no creo que se haya perdido.

Por si las dudas, no iba a arriesgarse a que le fueran a ver esa foto. Mejor buscarla él solo; después de todo, se le tendría que haber caído en la sala. Con eso en mente empezó a registrar por todos lados tratando de encontrarla antes que ellas lo hicieran.

- ¿No es esta? – preguntó Nino.

Y ahí se fueron sus esperanzas; la segunda hermana ya la había encontrado y la sujetaba en la punta de sus dedos. Bueno, al menos no la había abierto, solo era cuestión de recuperarla.

- Gracias. – dijo el chico, estirando la mano para tomarla, pero Nino se la apartó. – Oye, regrésamela.

- Pareces inusualmente preocupado. ¿Tienes algo aquí que no quieres que vea?

- Eso no te incumbe. Regrésame eso.

Infortunadamente, eso pareció darle a Nino toda la respuesta que necesitaba, y mientras seguía apartando la libreta para mantenerla fuera de su alcance, de pronto sonrió malignamente.

- ¡Yotsuba, atrápala!

Y sin más, arrojó la libreta por encima de la cabeza de él, yendo a caer en las manos de Yotsuba, que se rio sonoramente. Al parecer entendió el juego que su hermana quería jugar, y tras reírse con un "shishishi" burlón que enseñaba todos sus dientes, echó a correr por la sala agarrando la libreta como si fuera un balón de fútbol americano.

- ¡Devuélvemela! – exclamó Fuutarou.

- ¡Jaja, tendrás que atraparme, Uesugi-san! – gritó Yotsuba. – ¡Nino, pase largo!

Igual que antes, le arrojó la libreta a su hermana, que la atrapó, y jalándose el ojo mientras sacaba la lengua lo incitó a tratar de venir por ella. Las dos siguieron con el mismo juego, haciéndolo correr de allá para acá en círculos por toda la sala. Trató incluso de montarse en el sofá para poder atraparla, pero no le servía de nada; esas dos les superaban.

- ¡Ya llegué! – sonó una voz abriendo la puerta de entrada, que fugazmente notó que se trataba de Ichika. – Oigan, ¿a qué juegan que no me invitan?

- ¡No estamos jugando, Ichika! – exclamó él, tratando de agarrar a la chica del lazo.

- ¡Ichika, piensa rápido! – exclamó Yotsuba aventándole la libreta.

Fuutarou corrió a tratar de agarrarla, pero Nino le metió zancadilla haciéndolo tropezar. Sin embargo, la broma le salió por la culata ya que en el momento en que lo hizo, Ichika se había acercado para atrapar la libreta y él chocó contra ella de frente, enviándolos al suelo.

Inmediatamente, los gritos, risas y correteadas cesaron. El propio Fuutarou se quedó tieso, y no supo en qué momento fue que pudo procesar lo que acababa de pasar. Solo tenía la vista fija en Ichika, cuyo rostro estaba sorprendido y ruborizado, aunque tal vez no tanto como debía estar el suyo, a juzgar por el ardor que sentía en aquel momento.

- Oh… así que a Fuutarou-kun le gusta jugar de este modo. – sonrió provocativamente la hermana mayor.

- No es lo que piensas. – dijo inmediatamente, alejándose para ponerse de pie. – Perdón, la culpa la tuvieron estas dos.

- No pasa nada. – dijo la pelirrosa sin dejar de sonreír. – Pero en serio, ¿qué estaban haciendo?

- Mi libreta, estaban jugando a atrapadas con…

Y ahí fue cuando la vio. Había quedado abierta, exponiendo esa foto que él desesperadamente quería esconder, y para ese momento Nino ya la había agarrado y la estaba viendo frente a frente. Ya era demasiado tarde.

- Oye. – dijo la segunda hermana. – ¿Por qué guardas una foto de Kintarou-kun en tu libreta?

- ¿Eh? – exclamó Fuutarou.

- ¿Quién? – preguntó Ichika.

- ¡Hey, es cierto! – exclamó Yotsuba. – ¿Qué edad tiene aquí? ¿Once, doce?

- Ya. – dijo arrebatándosela de la mano y metiéndola de nuevo en la seguridad de sus bolsillos. – Descubrieron mi pequeño secreto, ¿está bien?

- ¡Oye, no es justo! ¿Para qué la tienes, por qué no mejor me la regalas? – exclamó Nino.

- Pídele una tú misma. – sugirió él, aliviado de que hubieran asumido que era su primo. Mejor dejarlas que pensaran eso.

- ¡Es que no tengo su número! – protestó la segunda hermana. – ¡Se me olvidó pedírselo el otro día!

- Mala suerte para ti. – dijo él lacónicamente, provocando que Nino hiciera un puchero.

- Bueno, bueno, no empecemos a pelear ahora. – dijo Ichika, tratando de calmar las tensiones. – ¿Vamos a cenar todos juntos hoy?

- Sí, te estábamos esperando. – dijo Nino. – Yotsuba, ve a buscar a Miku e Itsuki. Y tú – agregó dirigiéndose a Fuutarou – más te vale comer rápido para que puedas irte de una buena vez.

La segunda hermana se sacudió el pelo mientras Fuutarou contenía las ganas de suspirar de alivio. Eso había estado muy cerca. Mejor que ellas pensaran que era su primo; no necesitaba que supieran que se trataba de él. Por una vez, ese parecido físico entre ambos le sirvió de algo.

Las cinco hermanas Nakano y Fuutarou se sentaron alrededor de la mesa para comer. A pesar de la amenaza de Nino, Fuutarou se tomó su tiempo en degustar la comida, pues aunque la actitud de Nino no fuese la mejor, su cocina era una historia diferente, eso él lo reconocía.

- Por cierto, ya falta muy poco para el campamento escolar, ¿no? – preguntó Ichika de repente. – Qué suerte que iremos al mismo lugar.

- Jaja, sí, será muy divertido. – dijo Yotsuba. – No se vayan a espantar mucho con nosotros en la prueba de valentía.

- Yo preferiría pasar de eso. – dijo Itsuki tajantemente. – No sé por qué nos hacen pasar esos espantos tan horribles.

- Itsuki-chan, ¿de verdad te da tanto miedo? – preguntó Ichika. – Sí sabes que todo es de mentira, ¿no?

- Odio los fantasmas, monstruos y cualquier cosa que se les parezca, así sean de mentira. – replicó la pelirroja molesta.

- Bueno, en ese caso trataré de contenerme para que no te espantes demasiado. – dijo Fuutarou, haciendo que la hermana menor se enfurruñara por su comentario.

- Pero hacer eso de la prueba de valentía parece algo muy social para alguien como tú, ¿no, Fuutarou-kun? – comentó Ichika.

- Ya saben que no lo acepté porque quisiera. Pero en vista de cómo resultaron las cosas, me aseguraré de asustarlos a todos como nunca se imaginarían. Será mi dulce y fría venganza.

Fuutarou intencionalmente dijo la última parte en una voz baja y fría. Al ver a las quintillizas cada una tuvo una reacción distinta: Ichika parecía reírse algo nerviosa, Nino hizo una mueca de incomodidad molesta, Miku seguía igual de taciturna, Yotsuba hacía una sonrisa dentuda mientras se reía haciendo "shishishi", y finalmente Itsuki temblaba tanto que parecía querer salir pitando de allí.

La cuarta hermana pareció darse cuenta de esto, ya que inmediatamente decidió desviar la conversación.

- Bueno, si te da miedo, ¿qué tal si hablamos de algo más agradable? – dijo Yotsuba. – Una amiga me contó que en el lugar a donde vamos hay una leyenda sobre las fogatas.

- ¿Leyenda? – preguntó Fuutarou. Él no había escuchado nada de eso.

- Sí. Dice que las parejas que bailan juntas alrededor de la fogata al final del campamento estarán destinadas a estar juntas para siempre. – Yotsuba se juntó las manos mientras sonreía con expresión soñadora.

- Tch, eso suena ridículo. – dijo Fuutarou rodando los ojos.

- Parece cuento para niños. – dijo Miku estando de acuerdo.

- ¡Ahhh, ¿por qué tienen que ser tan racionales?! – exclamó Yotsuba haciendo pucheros. – ¿No creen es romántico? ¡Una leyenda sobre el amor y el destino!

- Bueno, si fuera real, y no digo que lo crea, yo sé con quién me gustaría bailar. – dijo Nino, apoyando el mentón sobre su mano pensativamente.

Viéndola de reojo, a Fuutarou no se le escapó que los ojos de la segunda hermana delataban que estaba más interesada en esa leyenda de lo que quería aparentar. No estaba seguro de por qué, pero algo en él le impulsó a decir algo que, él sabía muy bien, le iba a alegrar.

- *Ejem*, bueno, no es que a mí me importe, pero el idiota de mi primo me llamó el otro día. Dijo que su clase también irá al mismo campamento que nosotros.

- ¡¿De verdad?! – Nino se le fue encima, agarrándolo del cuello de la camisa. – No me estás mintiendo, ¿verdad? Porque si es una broma te juro que…

- ¡Nino, cálmate! – dijo Ichika, apartándola. – Fuutarou-kun no tiene razones para mentirte, ¿verdad?

- Claro que no. – dijo él, acomodándose las arrugas que le dejó. – Aunque solo me dijo que su clase irá. No puedo garantizar que él no decida escaquearse el campamento. Lo cual, conociéndolo, es altamente probable.

- Cielos, ¿no puedes llamarlo para confirmar?

- Si lo hago me quedarás a deber otro favor. – dijo él sonriendo de lado.

La segunda hermana gruñó entre dientes. De nuevo, Fuutarou casi podía escuchar el conflicto que ocurría en aquel momento dentro de su cabeza: ya le tenía encima un favor por haber convencido a Kintarou de visitar la panadería cuando ella estuvo de turno, para que tuvieran un encuentro casual. Él se quedó detrás de un estante escuchando, y pudo reírse un poco de cómo Nino tartamudeaba y se tropezaba con las palabras tratando de impresionarlo.

Con lo arisca que era normalmente, resultaba catártico verla tratar de actuar como chica dócil y nerviosa, tenía que admitirlo. Aunque por lo que supo después, a Kintarou ella le pareció encantadora. De gustos no había nada escrito, pero a ver si le gustaba luego de ver sus verdaderos colores.

- Eres despreciable, pero trato hecho. – concedió finalmente. Fuutarou sonrió con satisfacción; las negociaciones siempre eran fáciles cuando tenías tú las palancas.

- No entiendo qué te gusta de él, con esas pintas de delincuente. – dijo Miku en su típico tono monocorde.

- ¿Tú qué sabes? A ti siempre te han gustado los de apariencia simplona. – dijo Nino. – Aunque de nuevo, tampoco es que te preocupes mucho por tu imagen.

- Mejor que estar pendiente de mis uñas. – replicó la tercera hermana, aunque tenía un deje de haberse sentido ofendida por el último comentario.

- Ya, ya, chicas, no sigamos peleando. – dijo Ichika. – Se supone que el campamento sea para divertirnos todos juntos. Y eso incluye a Fuutarou-kun, desde luego.

El resto de la comida transcurrió sin ninguna eventualidad. Habiéndose acabado la cena, Fuutarou le dejó a Yotsuba sus últimos deberes antes de marcharse, diciéndole que se asegurase de terminarlos ahora para no tener que preocuparse después durante el campamento. La chica del lazo se comprometió a hacerlo, y con eso el muchacho salió del apartamento.

Un par de horas después, cuando todas las demás se fueron a dormir, Yotsuba e Ichika decidieron darse un baño juntas, y con eso aprovechar de conversar un poco. Después de todo, ver la fotografía en la libreta de Fuutarou les trajo recuerdos a ambas.

- Oye, Ichika. – dijo Yotsuba antes de verter agua sobre su hermana. – Esa fotografía…

- ¿Tú también lo recuerdas? – preguntó la mayor. – Fue de aquel entonces, ¿verdad? Hace cinco años en Kioto.

- Por supuesto. – dijo la cuarta hermana. – Nino piensa que es su primo, pero… yo sé que es él.

Nino no se había percatado de algo mientras observaba la fotografía, que estaba plegada por la mitad. Y en la parte oculta… se encontraba una de ellas a la edad de doce años. Cuando Fuutarou se la tomó con ella como un recuerdo de aquel fatídico viaje a Kioto.

Eso significaba que él la había guardado con él todo ese tiempo. Yotsuba no sabía cómo sentirse respecto a eso. Por un lado, le conmovía que él todavía la tuviera de recuerdo. Por el otro…

- ¿Segura que no quieres decírselo? – preguntó Ichika, interrumpiendo su monólogo interno. – Tal vez se ponga feliz de saber que eres tú.

- Es mejor que no lo sepa. – dijo Yotsuba. – Él no me reconoció ahora como esa niña, y eso está bien. No quiero que me vea como ella.

Pese a que su primer encuentro con él era un recuerdo muy especial, que atesoraba con todo su corazón, Yotsuba no se sentía nada orgullosa de esa etapa de su vida. Se había esforzado por cambiar y dejarla atrás, ser alguien diferente de quien fue entonces.

Aunque supiera que él nunca se fijaría en la clase de persona que era ahora.

- Ichika… ¿por qué no le dices que eras tú la niña de la foto? Éramos idénticas, él no notará la diferencia.

- ¿Estás bromeando? – dijo la hermana mayor sintiéndose algo indignada. – Es cierto que él me gusta, pero no quiero que él se fije en mí por una mentira. Es decir, yo también lo conocí entonces, pero tú eres con quien se tomó la foto.

- ¿Y eso qué? Tú le vendrías mucho mejor. Se divirtió en la cita que tuvieron.

- Él no lo ve de ese modo. – dijo Ichika. – Me refiero a que sí, nos divertimos, pero él no considera que eso haya sido una cita. De hecho, parece que hasta disfruta de hacer ejercicio contigo.

Yotsuba se rio. Hasta donde había visto, Fuutarou frecuentemente se quejaba cuando lo ponía a hacer ejercicio físico, si bien terminaba de completarlo así fuese por no quedar mal y se tardara mucho más que ella. Ella no buscaba que a él le gustase, sino simplemente un pretexto para pasar tiempo con él.

Así fuese solo como amigos, eso estaba bien para ella. Era suficiente.

- Tal vez… debería pedirle ser mi pareja durante la fogata. – dijo Ichika. – Fuutarou-kun no es el tipo de chico que invitaría a alguien a bailar, hay que tomar la iniciativa.

- Es una buena idea, deberías hacerlo. – Yotsuba sonrió. Por fin iba a quitarse ese peso de encima.

- Pero… lo haré después de que lo hagas tú. No es justo que yo me adelante de ese modo. Si lo invitas y él te rechaza, entonces lo intentaré yo. Es justo que tú también tengas tu oportunidad.

- Él no querría bailar conmigo de todos modos.

- ¿Cómo puedes estar tan segura, si no se lo preguntas? Ambas sabemos que él también te gusta, y también quieres bailar con él, ¿verdad?

La cuarta hermana bajó la mirada. No quería responder, o más bien, no podía. Simplemente estaba segura de ello, que Fuutarou jamás querría bailar con alguien como ella en esa fogata. Pero en cuanto a lo que ella misma quería… claro que sí, claro que deseaba bailar con él, y si esa leyenda era cierta, tal vez estar juntos para siempre.

Ichika se puso de pie para que cambiaran de lugares, y Yotsuba se sentó en el banquillo para que le cepillaran la espalda. Ninguna de las dos dijo nada por un buen rato, hasta que la hermana mayor se acercó a susurrarle:

- Si no se lo pides… le voy a decir que todavía usas tus pantaletas de ositos de la secundaria.

- ¡¿Eeehhh?! ¡No, eso no por favor! ¡Prometiste que no se lo dirías a nadie!

- Tienes hasta el último día del campamento para pensártelo, hermanita. Tú decides si prefieres pasar ese tipo de vergüenza, o arriesgarte con Fuutarou-kun como Dios manda.

Yotsuba hinchó las mejillas. Ese había sido un golpe muy bajo. Ya sabía que con Fuutarou los "chantajes" solo eran amenazas vacías, solo que él no tenía forma de saberlo. Pero entre ellas, cuando Ichika amenazaba con algo, sí era capaz de cumplirlas.

- ¿Por qué me haces esto? – dijo.

- Porque eres mi hermanita querida. – dijo Ichika sonriendo. – Si fuese Nino, Miku, o Itsuki-chan, haría lo mismo. Lo haría por cualquiera de ustedes.

Yotsuba miró a su hermana, que simplemente le sonrió. No entendía por qué; si ella se hacía a un lado, entonces Ichika tendría el camino libre para perseguir a Fuutarou. ¿Por qué arruinar su propia oportunidad arrastrándola a ella que no quería competir? Especialmente porque no merecía hacerlo.

Antes Ichika le cedió el cohete durante el día de los fuegos artificiales. Ahora a Yotsuba no le importaba hacerse a un lado y cederle la oportunidad. Por mucho que ella gustase de él, ya le había dejado claro que ella no era su tipo. Quizás alguien como Ichika, más madura, responsable y más abierta, le vendría mejor a alguien como él. En vez de una musculosa tonta e infantil como ella.


La noche anterior al campamento escolar…

Habiendo terminado con sus deberes, y al no tener sesión de estudios en el apartamento de las Nakano, Fuutarou había pasado la tarde leyendo el panfleto con el programa para el campamento escolar. Quizás no lo admitiera de dientes para afuera, pero estaba muy emocionado. Hacía mucho que no salía en un viaje como este, después de todo.

Estuvo a punto de cancelar su salida cuando supo que Raiha había contraído una fiebre, pero su madre le dijo que no se preocupase, pues se encargaría de cuidarla, si bien tendría que buscar a alguien que se hiciera cargo de la panadería. Raiha aun en la cama le pidió a Fuutarou que le contara buenas historias de lo que hizo cuando volviera, y hasta le regaló un pequeño amuleto de buena suerte para que lo protegiera. Él lo aceptó de buen grado; con los buenos deseos de su hermanita cuidándolo, todo saldría a pedir de boca.

O eso era lo que quería pensar. En realidad, antes de partir estaba pensando en otras cosas. Lo que le dijo Raiha sobre Yotsuba era cierto: una vez que él cumpliera con su deber, ella podría volver a su antigua escuela. Y eso era lo que ella y sus hermanas querían. Pero en ese punto… ¿realmente quería que se fuera?

- "Bueno, siempre podría ir a visitarla al apartamento." – pensó. – "Sé dónde viven, después de todo."

Sí, esa era una posibilidad. Pero no sería lo mismo que verla todos los días en clase. La verdad se había acostumbrado a su presencia más de lo que esperaba, y no extrañaba tanto sus días de tranquilidad y silencio antes de que ella llegase.

- "Puede ser molesta e infantil, pero… no es alguien a quien se pueda odiar."

No, no lo era. Yotsuba era una chica alegre y llena de energía que siempre era amable y atenta con todos, y siempre se mostraba dispuesto a ayudar a quien lo necesitara. Él creía que no necesitaba amigos, pero no necesitarlos no quería decir que no apreciara tenerlos. A pesar de querer mantener estrictamente una relación de profesor y alumna con ella, Yotsuba siempre se esforzó por tratarlo como un amigo, y sin darse cuenta eso caló en él. Aunque no lo dijera de frente como Ichika, de que le gustaría ser su amiga, simplemente dejó que sus acciones hablaran por ella.

Por el otro lado, estaba la hermana mayor de las Nakano. Si bien ella también buscaba ser amable con él, también lo intercalaba con coqueteos que al principio él no sabía qué querrían decir. Cuando sus padres se enteraron de su pequeña escapada juntos, por más que él negó que fuera una cita, ellos insistieron que sí lo fue. Él insistía en que la chica de pelo rosa solo estaba jugando con él, pero nadie se lo creía, y después de un tiempo, empezó a cuestionar si solo era un juego, o genuinamente estaba interesada en él.

Y eso último le hacía preguntarse: ¿cómo debía responder? En realidad, desde que tenía memoria ninguna chica jamás había mostrado interés en él, excepto aquella niña a la que ni siquiera le había preguntado su nombre. No sabía cómo debía actuar, y cuando se topaba con algo a lo que no encontraba respuesta, o bien lo ignoraba, o buscaba distraerse y olvidarlo enfocándose en alguna otra cosa.

- "Intenta dormir un poco, ¿qué más queda?" – se dijo, antes de darse la vuelta sobre su futón y cerrar los ojos.

De pronto había retrocedido a aquel día, aquel fatídico día cuando estaba en un viaje escolar junto con sus amigos. Tenía apenas unos doce años, y queriendo imitar la pinta salvaje de su padre, se teñía el cabello de rubio, además de usar unos pendientes en la oreja (de presión, para no perforarse). Estaba feliz jugando a las cartas con sus amigos, Sanada, Takebayashi, Kaitani y Kanae, a bordo del tren que los llevaría a Kyoto en su pequeño viaje escolar.

- ¡Jaja, yo gano esta mano! – exclamó arrojando las cartas restantes al aire. – ¡Y ahora te tocará el castigo!

- ¡Por favor, todo menos eso! – suplicó Kaitani. – ¡No pude volver a comer pescado luego de que me obligaste a hacerlo!

- Oye, oye, ¿qué le obligaste a hacer? – preguntó Kanae.

- Ya basta. – intervino Takebayashi, llegando desde el asiento de adelante. – Fuutarou, deja de molestar a Kaitani.

- ¡Jaja, no seas aguafiestas, Takebayashi, únetenos! – dijo él mientras la atrapaba en un candado y le revolvía el pelo.

Kanae se enojó y trató de hacer que la soltara, pero Takebayashi únicamente se rio, diciendo que no importaba. Fuutarou le sugirió que mejor se les uniera en el juego, y ella aceptó a condición de que le enseñaran también a Sanada, que parecía estar muy ocupado estudiando matemáticas. Fuutarou creía que era un poco tonto estudiar en vacaciones, pero ¿quién era él para discutir? Cada quién hacía lo que quería.

Y hablando de eso.

- ¡Oigan, miren esto! – exclamó de repente abriendo su mochila para sacar una cámara de fotos. – ¿Qué les parece? Mi papá me la compró.

- ¡Genial! ¡Sácanos una foto a Kanae y a mí! – dijo Kaitani, jalando a la aludida hacia él para un abrazo.

- ¡Oye! – protestó la chica de las coletas, sorprendida y avergonzada por el repentino gesto.

- Jajaja, esperen su turno. Hey, Takebayashi, ¿qué tal si te saco una…?

La chica de pelo oscuro no lo estaba escuchando; estaba muy ocupada estudiando con Sanada mientras los dos leían juntos el librito ilustrado de geometría.

Y la cercanía de ambos, dejó a Fuutarou totalmente en shock…

- Pero qué…

- ¿Oh, no lo sabías? – preguntó Kanae. – Ellos dos son amigos de la infancia. Son vecinos que viven cerca, y sus familias a menudo van de vacaciones juntas.

Pensándolo bien, nunca lo había notado. Takebayashi y Sanada siempre andaban juntos, cuando no estaban los cinco haciendo algo. Estudiaban juntos, comían juntos el almuerzo, y se iban a casa por el mismo camino. Estaba tan prendado de ella que nunca se puso a pensar si a ella le gustaría alguien más.

Para cuando terminó el viaje en tren y llegaron a su destino, Fuutarou notó que los otros cuatro caminaban delante de él, Kanae con Kaitani y Takebayashi con Sanada. Como si fueran dos pares y él fuese el único que salía sobrando.

Y esa sensación no le agradaba en lo más mínimo.

- ¿Fuutarou? ¿Te sucede algo? – preguntó Takebayashi.

- ¿Eh? – La voz de la chica lo sacó de su ensimismamiento. Después de verlos un rato, notando que estaban preocupados, decidió inventarse una excusa para salir de allí. – ¡Ugh, me duele… el estómago!

- ¿Estás bien?

- Váyanse… adelántense sin mí. – dijo tratando de sonar lo más creíble posible.

- Oye, oye, no hables como si te fueras a morir o algo. – dijo Kaitani con los brazos en jarras.

- Perdón… iré a buscar el baño, ¡luego los alcanzo!

Y dándose la vuelta, salió corriendo alejándose de ellos. Obviamente no tenía nada, simplemente no se sentía con ganas de verlos. Y de todas maneras sabía bien la dirección del hotel donde se iban a quedar, así que no se iba a perder de todas maneras.

Simplemente necesitaba un rato a solas.

Sentado en la escalera, no podía hacer otra cosa que ponerse a tomar fotos aquí y allá. Pero sinceramente, sin Takebayashi cerca, no había nada que valiera la pena guardar de recuerdo.

- "Tch, ¿para qué convencí de decirle a mi viejo que me comprara esto?" – pensó distraídamente.

- ¡Oye!

Una voz que no reconocía empezó a llamarlo. Cuando volteó a ver, notó que se trataba de una mujer con cara gorda y mejillas rojas, con un atuendo que la hacía ver como una muñeca a tamaño real, pero antigua y horrible con encajes y lazos, y mangas tan largas que le escondían las manos. Dicha mujer le estaba dirigiendo una mirada asesina y él no tenía idea de por qué.

- Me estabas tomando fotos, ¿verdad?

- ¿Eh? ¿De qué habla usted, vieja bruja? ¡Claro que no!

- ¡No mientas, mocoso! ¡Ayuda, este niñato me estaba tomando fotos sin permiso!

- ¡Oiga, si ya le dije que yo no…!

- ¿Qué sucede aquí?

En menos de unos segundos, la mujer divisó a un par de oficiales de policía que pasaban por allí, y sin perder tiempo corrió hacia ellos para acusarlo de "no haberse resistido a su encanto" para tomarle fotos sin permiso. Qué ridiculez, ¿por qué iba él a tomarle fotos a una muñeca horrible de tamaño real?

- De acuerdo, muchacho. – dijo uno de los oficiales acercándosele, claramente para interrogarlo. – ¿Acaso eres de primaria, estás perdido?

- ¿Eh? No, soy de… – Por un momento se sintió tentado a decir que era de preparatoria, pero eso no tendría sentido; no iban a ser tan tontos de tragarse ese cuento.

- ¡Les digo que hagan su trabajo! ¡Arresten a este mocoso! – insistía la mujer.

- Cálmese, señorita. – dijo el otro oficial. – Hay solo una forma de resolver esto. Niño, ¿puedes prestarme tu cámara un momento?

Fuutarou estuvo a punto de entregarla de mala gana, hasta que se acordó: dentro todavía estaban las fotos que le tomó a Takebayashi. Si veían eso… y si ella andaba cerca…

No, no podía dejar que las vieran. Justo antes que el oficial tomase la cámara, él la apartó por reflejo, riéndose nervioso y tratando de pensar en cómo salir pitando de allí.

- Ese chico no lo hizo. – dijo otra voz femenina. – Yo lo vi todo.

Fuutarou volvió la mirada hacia donde la escuchó, concretamente, arriba de las escaleras donde se había sentado todo ese rato.

Era una niña se veía cercana a su edad, pero tenía una cabellera tan larga que le llegaba hasta detrás de las rodillas, o eso le parecía desde donde estaba. Por un momento, el chico se preguntó si estaba viendo un ángel caído del cielo que vino a salvarlo, ya que con ese inmaculado vestido blanco sencillo que llevaba solo parecían faltarle las alas. Y esos ojos y esa sonrisa que le estaba dirigiendo le hicieron cuestionar sus creencias sobre el amor a primera vista.

Sin dejar de sonreír, la linda niña bajó por la escalera y tras decirle a los policías lo que vio, estos se fueron y lo dejaron en paz, para rabia de la mujer que claramente quería ver que lo castigaran.

- Oye… gracias, me salvaste. – dijo él.

- No hay problema. – replicó la niña. – A cambio, ¿crees que me podrías ayudar con algo?

- ¿Ayudarte?

- Sí. Verás, creo que eres justo el tipo de persona que estoy buscando…

Fuutarou no pudo más que ladear la cabeza, confundido. ¿Qué podría querer una niña como ella con él? Ni siquiera la conocía, pero en vista de que estaba en deuda por sacarlo de ese aprieto, no veía razón para negarse.

Poco sabía que esa decisión cambiaría el curso de su vida para siempre…

- Uesugi-san… Uesugi-san… ¡UESUGI-SAAAAAAAAAAN!

- ¡Ah! ¡¿Qué, quién, cuándo…?! Ah, eres tú de nuevo…

Otra vez, sus padres le habían dado permiso a Yotsuba de meterse en su habitación para despertarlo, y allí estaba, con su típica sonrisa tonta. La chica estaba vestida con un overol blanco y un suéter verde-marrón, y con su siempre presente lazo aunque esta vez tenía un diseño a cuadros.

- ¡Buenos días, Uesugi-san! ¿Listo para el campamento?

- Lo estaré en cuanto me vista y desayune. – dijo él apartando las cobijas del futón. – ¿Qué estás haciendo aquí?

- ¿No es obvio? ¡Para que vayamos juntos a la estación! Sería muy triste si aparecieras solo. – dijo la chica, hinchando las mejillas.

Fuutarou rodó los ojos, pero se puso de pie y le pidió a la chica del lazo que desalojara su cuarto para que pudiera vestirse. Había empacado en su mochila las mudas de ropa para el viaje y sus objetos personales que iba a necesitar, y sobre la silla de su escritorio estaba doblada la ropa que se pondría en la mañana. Incluyendo el abrigo invernal que Ichika le compró cuando se dieron su pequeña escapada. Sería tonto desperdiciarlo luego de que se lo había pagado y no quería parecer un ingrato.

Yotsuba se les unió para el desayuno, e hizo un puchero cuando le informaron que Raiha estaba enferma, pues quería entrar al cuarto y tomarla de la mano para ayudarla a mejorarse (decía que eso hacía su mamá con ella y sus hermanas). Por mucho que apreciaran la intención, los Uesugi no la dejaron entrar por miedo a que se le fuera a contagiar o algo, así que le dejó algunas grullas de papel con un mensaje de "mejórate pronto" antes de que se fueran. Kazane e Isanari sabían que la hija menor lo apreciaría mucho, y Fuutarou también.

Ya sin más, los dos se marcharon rumbo a la estación de autobuses, el punto de encuentro de todos los que iban a ir en el viaje.

- ¡Hmm, esto es emocionante! Hace tiempo que no salgo en un viaje escolar. – exclamó Yotsuba.

- ¿De veras? – dijo él, sin estar muy interesada.

- Sip. Bueno, excepto cuando hacíamos campamentos de entrenamiento en los clubes deportivos, pero esto es diferente. – prosiguió. – Además, por mis malas notas, a veces terminaba perdiéndomelos, ya que me castigaban con clases de recuperación.

- Eso te sacas por meterte a tantos clubes a la vez. – dijo él seriamente. – Quien mucho abarca, poco aprieta.

Yotsuba se rio mientras sacaba la lengua y se golpeaba la cabeza. En serio; era sorprendente que hubiera podido llevar a cinco clubes deportivos a las nacionales simultáneamente, pero era obvio que eso afectaría su rendimiento académico. No había manera de que pudiera con todo; tantos compromisos abrumarían a cualquiera.

El teléfono de la chica sonó, y tras sacarlo la muchacha envió un mensaje antes de guardárselo. Antes que él le preguntara, ella le respondió:

- Era Ichika, le avisé que ya vamos en camino a la estación.

- ¿Así que se quedaron esperándote? – dijo él. – Sabes, no tenías que venir a buscarme. Podría haber ido yo solo fácilmente.

- ¿Por qué? ¿Es que no te gusta mi compañía?

- Yo no dije eso. – replicó él, antes de percatarse de lo que acababa de decir. Echándole un vistazo de reojo a la chica del lazo, vio que esta sonreía ampliamente. Como si estuviese tramando algo.

- Oye, oye, ¿en qué estás pensando?

- No, nada. Por cierto, ¿pudiste confirmar con tu primo, sabes si podrá venir?

- Anoche lo llamé, y me dijo que sí. – dijo Fuutarou. – Estaba muy entusiasmado ante el prospecto de verlas a las cinco juntas, debo decirlo.

- Jeje, Nino se pondrá muy contenta de verlo.

Eso era lo más obvio. Los dos habían congeniado bastante bien en lo que alcanzó a ver y escucharles, y Kintarou no dejó de darle la lata por no haberle dicho antes que Yotsuba tenía hermanas, aún más al saber que eran quintillizas. Pero luego empezó a bromear diciendo que "así cada uno podía quedarse con una", refiriéndose obviamente a Yotsuba. En cuanto a su interés por ver a las demás incluso después de conocer a Nino, dijo algo de que "solo haber elegido el platillo no le impedía echar un ojo al resto del menú". Si Nino llegaba a oírle decir eso… ya se la podía imaginar dándole una gran bofetada por semejante comentario.

Eso sería divertido de ver; no le gustaría perdérselo.

- ¿Crees que lo veremos en la estación? – preguntó Yotsuba, regresándolo a la tierra.

- No creo, él dijo que saldrá de otra estación. Lo más seguro es que lo veamos al llegar a la posada. – dijo Fuutarou.

- Hmm, qué lástima. Ni modo, nos tocará esperar. – Y sin decir más, ella lo agarró por la muñeca, antes de echar a correr. – ¡Vamos, deprisa!

- ¡Oye! – exclamó él, pero no sirvió de nada.

Y otra vez, se encontraba siendo arrastrado contra su voluntad en una maratón, comparable tal vez a la que le hizo dar el día de los exámenes. ¿Planeaba hacer de esto una costumbre?

Para cuando llegaron a la estación, las hermanas de Yotsuba estaban todas reunidas esperándolos. Fuutarou no entendió por qué se lo llevó de esa manera: el autobús saldría a las 8:30 am, y la estación estaba a veinte minutos a pie cuando salieron de la casa apenas después de las 7:20 am. Tenían tiempo de sobra y no había necesidad de apurarse. Se subieron al autobús rápidamente para apartar sus asientos, de modo que podían sentarse las cinco (y Fuutarou) en lugares contiguos.

El chico Uesugi se había sentado junto a una ventana, con Ichika al lado de él. Nino e Itsuki estaban al otro lado del corredor, mientras que Yotsuba y Miku se habían sentado detrás de ellos. Estas dos últimas (o más concretamente, Yotsuba) andaban haciendo algo de ruido ya que al parecer Miku se había traído su Tablet para jugar el juego que Yotsuba le había prestado, y todavía no se lo devolvía.

- Hmm, Miku, ¿por fin cuándo me lo vas a regresar? – preguntó la chica del lazo, ligeramente enfurruñada.

- No me molestes. – dijo Miku. – Primero tengo que ganarle a este sujeto.

- ¿El que siempre te vence? – preguntó Yotsuba, y Fuutarou podría haber jurado que Miku le echó una mirada gélida comparable a las de Nino cuando estaba de malas, aunque solo fugazmente.

- Está en el área local. – dijo la hermana intermedia. – Reconocí su nombre de usuario, sé que es él.

Eso captó el interés de Fuutarou. Si el rival online de Miku se encontraba en el área local, ¿significaba eso que asistía a su escuela? Sonaba como el escenario más plausible, y no pudo evitar echar un ojo por encima del asiento para ver a Miku concentrada en su juego, y pese a su rostro inexpresivo se podía ver que iba perdiendo y no estaba feliz con ello.

- Oye, Yotsuba, ¿quieres cambiar de asiento? – le preguntó.

- ¿Eh? No me molesta, ¿pero para qué?

- Veamos si le puedo dar una mano a tu hermana con su rival. – dijo él.

- Oh, esto tenemos que verlo. – dijo Ichika con mucho interés, apartándose para que él pudiera salir.

Luego de cambiar asientos con la cuarta hermana, se sentó al lado de Miku y la observó mientras la partida iba en curso. Ya por cómo iba estaba claro que no podía ganar; sus tropas estaban siendo masacradas por las de su rival por todos lados, y sus edificios prendidos en llamas a punto de derrumbarse. Tras ser capturado su castillo principal, sonó la musiquita de "Has perdido".

- Me venció otra vez. Qué frustrante. – se quejó Miku.

- Descuida, tengo una idea. Acepta jugar otra partida, y elige este escenario. – dijo Fuutarou, señalándolo en la pantalla. – Con la estrategia que te voy a dar, tomarás ventaja rápidamente.

Miku solo le echó una mirada, pero hizo lo que le dijeron. Apenas inició la partida, Fuutarou le indicó que pusiera pausa momentáneamente, antes de proceder a explicarle lo que tenía que hacer.

- Mira tus recursos iniciales. En vez de usarlos para crear tropas, destruye tu base y construye una nueva aquí, en el centro del mapa. – dijo señalando el área. – Está bastante lejos así que tendrás tiempo para llegar, pero tendrás que ser rápida para construir un muro que detenga el avance del enemigo.

Miku lo miró extrañada, pero obedeció. Agrupando a todas sus unidades, destruyó sus edificios y abandonó su base para irse al centro del mapa. Efectivamente, el centro del mapa estaba lleno de minas de oro y canteras de piedra, y estaba rodeada de un espeso bosque para talar con una gran cantidad de animales para cazar por alimento. Puso a Miku a construir muros defendidos con torres de vigilancia para bloquear los caminos de acceso, y que le alertaran de posibles ataques, y en vez de crear tropas, le sugirió crear algunos aldeanos más para recolectar suministros y reconstruir su base.

- Muchos jugadores en este mapa prefieren irse a las esquinas para buscar los recursos, ya que técnicamente hay más, pero en el centro es el único lugar donde se pueden conseguir todos simultáneamente. – explicó Fuutarou. – Tus recursos iniciales son suficientes para que construyas los edificios esenciales, todo es cuestión de hacerlo rápido y montar defensas antes de que alguien más lo haga.

- Hmm, nunca lo había pensado. – dijo Miku.

- Vaya, ¿así que Fuutarou-kun no solo es un genio para los estudios? – comentó Ichika. – ¿También en los juegos de estrategia?

- No es tan difícil si conoces algo de economía básica. – dijo Fuutarou. – El uso óptimo de los recursos y saber cómo invertirlos en importante en cualquier trabajo que elijas, y aquí también se aplica.

- ¡Oh, ya entiendo! Es como distribuir el tiempo para estudiar diferentes materias y atender distintas actividades, ¿no? – exclamó Yotsuba.

- Sí, más o menos. – dijo él. Se había tardado bastante en darse cuenta de ello.

Miku siguió haciendo lo que Fuutarou le decía: construyó los edificios esenciales y tras crear un pequeño ejército de soldados de infantería, caballería y algunas armas de asalto (mayormente catapultas y onagros para atacar de lejos), envió a algunas unidades a explorar el mapa para averiguar dónde estaba la base del enemigo. Tardó un poco debido al tamaño del mapa, pero cuando finalmente dio con él, estuvo a punto de mandar a todas sus tropas a atacar para masacrarlo.

- ¡Espera, espera! – la detuvo Fuutarou. – Mejor usa dividir y conquistar. Separa algunos grupos de soldados para atraer su atención, y ataca por los dos flancos. Si su atención está dividida, se le hará más difícil coordinar su contraataque. Mientras tanto, deja a los aldeanos recolectando recursos por si terminas con muchas bajas y necesitas más tropas.

Miku hinchó las mejillas; claramente le molestaba que le dijeran cómo debía jugar, pero Ichika y Yotsuba le dirigieron miradas de "hazle caso, él sabe lo que dice" que la convencieron. El silencio reinó mientras la hermana mayor y la cuarta observaban a la espera del inicio de la carnicería.

Y efectivamente, tal como Fuutarou lo predijo, el ataque por ambos flancos tomó al rival de Miku desprevenido y le permitió encerrar a sus tropas para cortarles el escape, obligándolos a replegarse hacia el centro de su base. Desde atrás las catapultas arrojaban sus proyectiles hacia los edificios, y como las tropas estaban enfrascadas en pelea rodeadas por los soldados de caballería de Miku, no pudieron hacer nada para protegerlos. Para rematar, cuando trató de hacer escapar a sus aldeanos, tuvo la mala suerte de que la única ruta de escape llevaba a un bosque repleto de lobos hambrientos.

- ¡Jaja, eso les pasa por cobardes, no huyan, peleen! – exclamó Yotsuba, haciendo que Itsuki y Nino se levantaran de su asiento.

- ¿Quieren dejar de hacer ruido? Aquí intentamos hacer otras cosas, ¿saben?

- Ah vamos, ¿por qué no vienen a ver? – dijo Ichika. – Este es un buen espectáculo.

- No, muchas gracias. – dijo Itsuki, que estaba leyendo algo.

En cuestión de minutos, Miku había arrasado con la base enemiga y su oponente se rindió antes de que ella terminara con todas sus unidades. Aunque la tercera hermana también sufrió bajas en la escaramuza, la estrategia de Fuutarou sirvió para minimizarlas y le dio la victoria de manera aplastante.

- Lo vencí… de verdad lo vencí…

- ¿Qué te dije? – dijo Fuutarou. – Siempre caen en la misma trampa en este mapa.

- Gracias… al fin pude darle una paliza a ese presumido. – Miku sonrió ligeramente. No recordaba haberla visto hacerlo desde que la conoció.

- ¡Yay! – celebró Yotsuba. – ¡Victoria para Miku y Uesugi-san!

- Buen trabajo los dos. – dijo Ichika. – Oh, y parece que justo a tiempo, ya casi saldrá el autobús.

Y como si fuese una señal, Fuutarou vio que en ese momento el juego le daba el aviso de que el rival de Miku se desconectaba. Fue en ese momento que vio fugazmente su nombre de usuario: "Shingen90" y algo que no alcanzó a leer ya que Miku salió del juego y colocó el reproductor de música. Él y Yotsuba volvieron a intercambiar asientos justo cuando el vehículo se ponía en marcha.

Mientras miraba por la ventana vio que comenzaba a caer la nieve, y después de un rato, Ichika le tocó el hombro.

- Oye, fue muy dulce lo que hiciste por Miku.

- Ah, solo fue un simple juego para pasar el tiempo. – dijo él, encogiéndose de hombros.

- Lo digo en serio. Deberías sentirte orgulloso, no es fácil hacer que Miku sonría, ¿sabes? – dijo la hermana mayor. – Cualquiera que lo logre debe ser alguien muy especial.

La última parte la dijo casi susurrando, como si no quisiera que nadie más la escuchara. Y otra vez, la mirada que le dirigió empezó a ponerlo nervioso. De verdad, no podía entender por qué una chica como ella se podría interesar en él.

- Hmm, bueno, creo que tomaré una siesta. – dijo estirando los brazos. – Despiértenme cuando lleguemos a la posada.

Y sin decir más, la Nakano mayor echó atrás el espaldar de su asiento y cerró los ojos, todavía manteniendo una gran sonrisa. Fuutarou no pudo evitar ponerse nervioso; con las noches que pasó en el apartamento terminó descubriendo de la manera menos apropiada que a Ichika le daba por dormir desnuda, y que incluso cuando se quedaba dormida con ropa, se la quitaba mientras dormía.

- O-oigan… ¿alguna quiere cambiar de asiento? – preguntó. Nino e Itsuki lo ignoraron volteando la cara con altivez, y Miku se había puesto sus auriculares para escuchar su música, así que fue Yotsuba la que le respondió.

- Relájate, Uesugi-san. Eso solo lo hace en nuestra casa. – le aseguró la chica del lazo. – Nunca sucede cuando estamos afuera.

- Bueno, si tú lo dices. – replicó él, esperando que tuviese razón. Lo que menos quería sería que lo vieran con una chica desnuda durmiendo al lado.

Y por más que quisiera, arrancarse esa imagen de la cabeza ahora le resultaba bastante difícil. De nuevo se lo preguntaba, ¿por qué tenían que ser tan condenadamente atractivas?


Al llegar a la posada…

El resto del viaje en autobús transcurrió sin mucha fanfarria. Para cuando llegaron ya había empezado a nevar y Fuutarou se sintió más agradecido por haber dejado que Ichika le comprase el abrigo que ahora llevaba.

- Está helando. – exclamó el chico frotándose las manos rápidamente.

- Qué delicado, ¿no soportas un poco de frío? – se burló Nino, haciendo que Fuutarou la fulminara con la mirada. Ichika se anticipó y decidió intervenir antes que empezaran.

- Ya, ya, chicos. Acabamos de llegar, es muy pronto para que empecemos a pelear. Aguanten al menos hasta mañana en la mañana.

- Hmph, como sea. – dijo Nino. – Lo que quiero es saber si él vino. ¡Tengo tantas ganas de volver a verlo!

- Cómo te gustan con esas pintas. – murmuró Miku. – No lo entiendo.

- ¡Ja! Por lo menos yo tengo a alguien a quien espero ver. Mejor que tú y tus jueguitos online, ¿o es que planeas buscar a tu rival para pedirle que salga contigo?

- … retira eso. – murmuró con voz gélida la tercera hermana. Parecía que iban a volar chispas entre las dos. Esta vez fue Fuutarou quien decidió intervenir

- Yo que tú no me preocuparía. – dijo. – Si lo conozco bien, ese idiota debe estar…

- ¡Hola, primo, jajajaja! – lo interrumpió una voz estridente y a la vez un golpazo dado con el hombro por detrás que lo hizo caer de frente hacia la nieve, que afortunadamente amortiguó su choque.

- … justo detrás de mí. – masculló entre dientes mientras se levantaba y se sacudía la nieve de encima, mientras su primo de pelos rubios y parados se reía de él.

- Viejo, te estaba buscando. – dijo Kintarou. – Empezaba a preocuparme que te hubieras acobardado y no vinieras.

- ¡Kintarou-san! – saltó Yotsuba al frente para saludarlo.

- ¡Hola, Yotsuba, qué gusto de verte! – dijo el rubio. – Eres Yotsuba, ¿verdad? ¿No están haciendo trampa de cambiar de lugares para confundir a la gente o algo así?

- Jaja, a veces lo hacemos, pero hoy no. – aseguró la chica del lazo, rascándose tras la nuca.

- Ja, seguro. – dijo Kintarou, parándose frente a las cinco hermanas. – Wow, a pesar de las diferencias obvias, ahora que las veo a todas juntas sí puedo ver el parecido. – Inmediatamente atrapó a Fuutarou en un candado y empezó a desordenarle el pelo. – ¡Eres un bribón, querías quedártelas a las cinco para ti solo, ¿verdad?!

- ¡Cállate, no les des ideas equivocadas! – exclamó Fuutarou tratando de soltarse.

Por su parte, las quintillizas reaccionaron de maneras variadas al comentario: Yotsuba e Ichika se rieron, Miku permaneció indiferente, y tanto Nino como Itsuki evidenciaron algo de incomodidad. Cuando finalmente terminó de atormentarlo, Ichika decidió pasar al frente.

- Bueno, creo que es tiempo de presentaciones, ¿no? Ya conoces a Nino y Yotsuba, así que para futuras, ellas son Miku e Itsuki-chan. Y yo soy Ichika, es un placer conocerte.

- Hmm, ¿estoy detectando un patrón en sus nombres? – preguntó el rubio. – Déjame adivinar, ¿tú eres la mayor, y van en este orden, Nino, Miku, Yotsuba e Itsuki?

- ¡Jaja, eres un chico listo! – dijo Nino. – Y eso me encanta, no eres como otros por aquí presentes.

A Fuutarou no se le escapó que le dirigía aquella mirada, aunque no hacía falta que lo hiciera para darse por aludido. Él sabía perfectamente que ella diría cualquier cosa por gustarle al rubio y él no iba a interferir con eso.

- ¡Bueno, mejor que entremos, o si no nos quitarán los mejores cuartos! – exclamó Yotsuba. – ¡Vamos, deprisa!

Y sin decir más, Yotsuba echó a correr hacia la posada. Nino la siguió rápidamente, arrastrando a Kintarou por el brazo mientras Itsuki y Miku los seguían sin prisa. Únicamente se quedaron a solas Ichika y Fuutarou mirando a los demás mientras ingresaban a la posada en medio de todos los demás. La hermana mayor se paró al lado del chico Uesugi y le sonrió como acostumbraba a hacerlo cuando quería conversar.

- Tu primo parece muy simpático. – le dijo.

- A veces me vuelve loco. – replicó Fuutarou encogiéndose de hombros. – Todos dicen que él heredó la personalidad de la familia.

- Tú no tienes nada que envidiarle. – dijo la pelirrosa. – Aunque si hablamos de apariencia, te verías igual a él si te tiñeras el pelo de rubio. Casi podrían parecer gemelos.

- Ni lo sugieras. Yo no soy como él, y no quiero serlo.

Que el cielo no lo permitiera. No quería volver a esa etapa de su vida, especialmente cuando su primo era un vivo recordatorio de ello. Él era él, y quería seguirlo siendo, no le importaba lo que pensaran otros.

- Era broma. A mí me gusta Fuutarou-kun como está perfectamente. – dijo ella. – Bueno, ¿vamos a entrar o qué?

Fuutarou se encogió de hombros, y de inmediato se dirigieron a la posada. Mejor darse prisa antes que los cuartos quedaran ocupados.


Interior de la posada, un par de horas después…

Debido a la cantidad de personas que llegaron al lugar, era de suponerse que tendrían que repartirse las habitaciones. Ello implicaba que tuviesen que agruparse entre amigos y conocidos, o en ocasiones, incluso ante extraños que se quedaran por fuera o llegaran tarde, y como la mayoría de las habitaciones tenían como capacidad máxima hasta cuatro, algunos tuvieron que tomar excedentes.

Las quintillizas Nakano se quedaron obviamente con un cuarto para ellas. Pese a que Ichika había sugerido no muy sutilmente que no le importaba dormir en el mismo que Fuutarou, esta vez los votos le ganaron cuatro a una, ya que inclusive Yotsuba no parecía muy conforme con dicha idea. Antes de dejarla a solas con él preferían haberse amontonado las cinco, aunque fuese para vigilar que no fueran a hacer nada, para molestia de la hermana mayor.

Sin embargo, Fuutarou no estaba seguro de si había resultado algo positivo. A él le tocó compartir habitación con otros tres: su primo Kintarou, el niño bonito que se autoproclamaba su rival (Takeda, si mal no recordaba ese era su nombre), y otro más que no conocía, pero le parecía haberlo visto en la escuela una o dos veces. Kintarou decidió conversar y trabar amistad con ellos, y en las presentaciones le pareció oír que su nombre era Maeda, pero él no estaba muy interesado en socializar con ellos.

A los pocos minutos, mientras terminaban de establecerse y elegir sus esquinas, la puerta se deslizó rápidamente y una familiar voz chillona se anunció estridentemente:

- ¡Hola, hola! ¿Está Uesugi-san aquí?

- ¡Yotsuba! – exclamó Fuutarou. – Llama antes de entrar, ¿quieres?

- Pero estoy afuera, ¿no? – señaló la chica, y Fuutarou miró abajo para darse cuenta que, en efecto, la chica tenía los pies fuera del cuarto.

- Bien, pero no abras así la puerta, ¿qué tal si hubiéramos estado vistiéndonos o algo?

- ¿Tú de qué te preocupas? – se burló Kintarou. – No tienes nada que valga la pena verte de todos modos.

Fuutarou fulminó a su primo con la mirada, mientras Takeda y Maeda parecían reírse por lo bajo. Volteó entonces a ver a la chica del lazo, que se golpeaba la cabeza y sacaba la lengua mientras se reía nerviosa por la situación que acababa de provocar. Se estaba convirtiendo en costumbre verla hacer ese gesto.

- Jeje, perdón. Pero llevo rato buscándote; quería decirte que Takigawa-sensei estaba pasando lista en el comité de la prueba de valentía. Parece que nos faltan dos miembros.

- ¿Qué? Ah, grandioso. – dijo el chico. – ¿Ahora nos van a hacer que tengamos que reorganizar todo?

- Eh, disculpen, ¿es solo para ponerse un disfraz y asustar? – intervino Kintarou, a lo cual Yotsuba asintió. – Si es solo eso, me anoto.

- Pero tú no estás en nuestra escuela. – protestó Fuutarou.

- ¿Y qué? – dijo el rubio. – Si todos van a participar igual, ¿qué importa quién haga los sustos? Será muy divertido.

- Si necesitan manos extras, yo también me ofrezco. – dijo Takeda, inclinándose cortésmente.

- ¡¿De verdad?! – exclamó Yotsuba. – ¡Muchas gracias, en serio! En ese caso vengan conmigo para que los anotemos, ¡rápido! Y tú, Uesugi-san, no te preocupes, yo me haré cargo de todo para no causarte más molestias.

- Bien, cuento contigo. Y… gracias, supongo.

La cuarta hermana Nakano se llevó a Kintarou y Takeda con ella, y Fuutarou no pudo más que quedarse viendo cómo se alejaba por el pasillo rápidamente. Le daba igual realmente, pero en vista de que se estaban ofreciéndose de voluntarios, ¿quién era él para detenerlos? Eso le ahorraría problemas de tener que estar reorganizando todo por los que faltaron. De todas maneras, luego tenía que ir cuando lo llamaran para organizar los detalles, pero lo haría luego de terminar de desempacar, en unos minutos.

Habiéndose quedado a solas con el otro ocupante de la habitación, que ya parecía haberse establecido en su esquina, Fuutarou no le prestó mucha atención. A diferencia de Takeda o de Kintarou no se veía muy conversador, menos con esa pinta, con el pelo echado atrás con gel y su expresión que parecía estar perpetuamente enfurruñada. Y de todas maneras él tampoco tenía ningún tema de conversación que quisiera entablar.

Por lo cual Fuutarou se sorprendió cuando después de unos minutos de silencio decidió hablarle:

- Entonces es cierto. Tú y Nakano-san son amigos cercanos.

Fuutarou levantó la mirada. El tono del otro chico sonaba genuinamente interesado. Yotsuba se había hecho bastante popular en la escuela en poco tiempo, especialmente luego del partido con el equipo de basquetbol, y con lo fácil que le resultaba hacer amigos, ya habría muy pocos que no supieran quien era.

- Yo no diría exactamente cercanos. – replicó Fuutarou, enfatizando la última palabra.

- ¿No? – preguntó Maeda. – Por la forma en cómo te habla parecen tener un trato muy cercano. Escuché que a menudo ustedes dos caminan a casa juntos.

Fuutarou simplemente se encogió de hombros. Eso era verdad, y tampoco era que él tratase de ocultarlo. Pero no quería que los demás fuesen a pensar que eran más cercanos de lo que eran, ni mucho menos que fuesen a hacerse ideas erróneas, como que estaban saliendo juntos.

- Si usara un adjetivo, yo diría que somos buenos amigos. – dijo cuándo finalmente encontró palabras correctas. – Pero fuera de eso, ella también es mi alumna. Me pagan por ser su tutor, así que por eso voy a su casa.

- Hmm… ya veo. – dijo Maeda. – Se me hacía raro que alguien como ella pasara tanto tiempo con… ya sabes, un tipo como tú.

El chico Uesugi reprimió el impulso de querer rodar los ojos, si bien entendió la insinuación perfectamente. De nuevo, él sabía que como Yotsuba era amigable con todos por igual, tampoco recibía trato especial.

Por otra parte, si le habló sobre ella, probablemente estaba interesado en ella. Tal vez querría invitarla a salir, o algo por el estilo. ¿Valdría la pena preguntar?

- ¿A qué se debe el interés?

- No, a nada. – dijo Maeda encogiéndose de hombros. – Solo curiosidad.

Maeda volvió a lo suyo, y Fuutarou no siguió presionando más. Aunque no se tragó su excusa, no veía motivos para seguir haciendo preguntas. Por ahora, tenía otras cosas que atender, especialmente si quería disfrutar de este campamento una vez que hubiese cumplido sus responsabilidades en la actividad que le fue asignada.


Después de la cena…

Era la primera vez que Fuutarou visitaba una posada con aguas termales. Luego de una enorme y suculenta cena, no quedaba más que darse un baño caliente para desestresarse por lo agitado del viaje en autobús. Aparte, con el frío que estaba haciendo, era demasiado tentador para dejarlo pasar.

Qué tranquilidad, no habría mejor forma de terminar ese primer día del campamento escolar…

- ¡BOLA DE CAÑOOOOOOOOOON!

Hasta que alguien tuvo que venir a romperle dicha tranquilidad. Con el grito supo exactamente quién había sido, pero no tuvo tiempo de eludir el salpicón. Gruñendo, abrió los ojos para encontrarse con la cara sonriente y burlona de su primo.

- Ah, Fuutarou, ¿ya estabas aquí? Creí que sería el primero en venir.

- Esto no es una piscina, idiota, no vuelvas a hacer eso. – dijo Fuutarou.

- Oh vamos, está bien relajarse, pero es muy pronto para volverte un viejito amargado. – replicó el rubio. – ¡Ah, esto se siente genial!

Fuutarou decidió ignorarlo y trató de retirarse hacia una esquina para mantener su distancia de él. Si quería relajarse un poco, con Kintarou cerca iba a resultar muy difícil.

- Oye, primo, ¿has seguido el entrenamiento de Yotsuba? Todavía estás muy flaco, ¿no?

- Cada quién progresa a su ritmo. – dijo el peliazul lacónicamente. – Algunos desarrollan más rápido sus músculos que el cerebro, obviamente.

- Jaja, ¿es que tienes envidia de estos? – Kintarou flexionó sus bíceps para enfatizar su punto. – ¿Quieres comparar tamaños para ver cuánto te falta?

- No, muchas gracias. – dijo Fuutarou.

Kintarou no era exageradamente musculoso, pero tenía un físico digno de alguien que se ejercitaba con regularidad, y claramente sus brazos y torso eran más gruesos y duros que los suyos, lo suficiente para llenar camisetas que a Fuutarou le quedaban holgadas. Pero a pesar de su negativa, el rubio todavía se acercó a él, y alargó los dedos para pellizcarle uno de los brazos.

- ¡Hey! – exclamó mientras apartaba dicho brazo.

- No estás tan flojo como creí. – Kintarou lo miró con los ojos en rendijas y sonriendo de lado. – Así que sí le has hecho caso a Yotsuba, ¿eh?

Fuutarou simplemente resopló. Afortunadamente ella no lo había presionado para volver al gimnasio, pero sí le prestó un par de pesas que podía usar para entrenamientos ligeros en los brazos mientras estudiaba en casa. No era la gran cosa, pero no eran muy difíciles de usar después de todo.

De nuevo se alejó de su primo, y este al ver que no le prestaba atención se fue a su propia esquina. Tanto mejor; si él se quedaba callado, podría relajarse.

- Ah… qué agradable.

- Lástima que leí mal el folleto. Sería más divertido si fueran baños mixtos, jejeje.

- Hacía mucho que no nos bañábamos todas juntas.

El peliazul oyó algo de ruido, de un grupo entrando al mismo tiempo al otro lado del muro, donde estaba el baño de mujeres. Las voces que oía le sonaban curiosamente familiares. Parecidas, pero sutilmente distintas cada una.

- Oye Miku, ¿te han crecido los pechos? – dijo una voz chillona, que reconoció al instante.

- Todas tenemos el mismo tamaño. – replicó otra taciturna.

Con esas dos últimas no tuvo dudas. El tono chillón de Yotsuba era inconfundible, y además mencionó el nombre de Miku. Además, tenía la certeza de que la que se rio hablando de baños mixtos debía ser Ichika.

Tardó un momento en darse cuenta que Kintarou había salido del agua y se había pegado al muro.

- Oye, ¿qué estás…?

- ¡Shhhh! – lo calló el rubio, hablando en voz baja. – ¡No hagas ruido, quiero escucharlas!

Fuutarou quiso protestar, y decidió relajarse de nuevo. Notó que Kintarou le hacía señas para que se acercara también al muro, pero se negó. No tenía ganas de espiar a nadie, por tentador que le pudiera parecer a algunos.

Incluyéndolo a él, pero eso no tenía que decirlo en voz alta.

- Entonces, ¿cuál es el plan para mañana? Tú y Fuutarou-kun estarán en la prueba de valentía, ¿no, Yotsuba? – preguntó Ichika.

- Jejeje, traten de no asustarse mucho con nosotros. – dijo Yotsuba.

- Huy, ¿de verdad tenemos que hacerlo? – se quejó Itsuki. – ¿No hay alguna forma de evadirla?

- Solo si te hubieras anotado para dar los sustos. – respondió de nuevo Yotsuba. – No hubiera sido tan malo, tenemos disfraces muy buenos.

- Ni soñarlo, no me gusta asustarme ni asustar a nadie. – replicó la quinta hermana.

- Miedosa. – Esta vez fue Nino quién habló. – Ah, lástima que Kintarou-kun se ofreció de reemplazo. Me hubiera gustado hacerla con él.

- Oye, oye, Nino. ¿No estás traicionando a tus hermanas? – dijo burlonamente Ichika. – Aunque bueno, no soy quién para hablar. Si Fuutarou-kun no estuviera en ello, tal vez también yo se lo pediría. Qué suerte tienes tú, ¿no, Yotsuba?

Fuutarou alcanzó a oír que su primo se reía al escuchar su nombre. Al echar una mirada notó que este seguía haciéndole señas para que se acercara. Él no le veía sentido; podía escucharlas claramente desde donde estaba, a no ser que estuviera queriendo mirar por un agujero en el muro.

En cuyo caso no se iba a arriesgar a ser atrapado. Si castigaban a alguien por mirón, que fuera solo a Kintarou.

- No sé qué le ven a ese amargado, ustedes dos. – habló otra vez Nino. – Kintarou-kun es mucho más guapo, y se nota que sacó más la personalidad de la familia.

- Yo no los veo muy diferentes. – respondió Ichika. – ¿Tú qué opinas, Miku? Fuutarou-kun no es tan malo una vez que lo conoces.

- No, no lo es. – respondió la aludida.

- Ja, solo lo defiendes porque te ayudó a vencer a tu rival en ese juego online. – dijo Nino.

- Y a ti te gustan los delincuentes. – contraatacó Miku de inmediato. Por el ruido de salpicadura seguramente Nino se habría parado fuera del agua bruscamente.

- ¿Tienes algún problema con eso? Por lo menos yo tengo a alguien que me gusta.

- Pues no te ofendas, pero dudo mucho que papá lo apruebe, con esas pintas. – dijo Itsuki. – Aunque descontando eso, no puedo negar que es simpático.

- ¡Ni lo sueñes! ¡Yo lo vi primero!

De nuevo, Fuutarou vio que su primo luchaba por aguantarse la risa. Seguramente estaba muy orgulloso de sí mismo de oír a dos de las quintillizas peleándose por él. Típico.

- Nino, creo que Yotsuba te ganó allí, ya que ella los vio a ambos primero. – se burló Ichika, y Fuutarou oyó que la segunda hermana gruñía como respuesta mientras la mayor junto con otra (probablemente Itsuki) se reían de ella.

- Jaja, si es por mí no tienes de qué preocuparte, Nino. – habló Yotsuba. – Ambos me agradan, son buenos amigos, y además Uesugi-san sigue siendo mi tutor.

Esta vez, al oír eso, Fuutarou sí prestó atención. No estaba seguro de por qué, pero esas palabras de Yotsuba habían captado su interés.

- Hablando de eso, ¿cómo van sus clases? – preguntó Nino. – ¿Crees que logres subir las notas lo suficiente para volver a Kurobara?

- Nos estamos esforzando. – dijo Yotsuba, ahora sonando un poco más melancólica. – No será fácil, pero él pudo ayudarme a pasar tres de cinco clases. Solo tengo que trabajar más duro.

- Tengo que concederle que hizo bien su trabajo. – dijo Itsuki. – Detesto admitirlo, pero si pudo ayudarte a ti, tal vez pueda enseñarme a mí también. Necesito ayuda en Ciencias Sociales, de verdad.

- Si se la pides, no creo que se niegue. – dijo Ichika. – A mí no me la negó cuando se lo pedí amablemente, después de todo.

Si con "pedir amablemente" se refería a "chantajearlo con esa foto donde estaba dormido", entonces sí, definitivamente no había razones para negarse. Aunque solo fueron la mitad de las veces al principio, luego de eso sí aceptaba voluntariamente.

- No pienso pedirle nada. – declaró Itsuki con tono orgulloso. – Aceptaré si me lo ofrece, y mientras sepa comportarse como es debido.

- Cielos, pero qué testaruda eres. Casi tanto como él. – volvió a decir la mayor. – Bueno, obviamente mientras le paguemos las horas extra. Es su trabajo después de todo, no lo hará de gratis.

- Tch, ¿por qué tiene que ser él? – dijo Nino. – Sería mucho más divertido si nuestro tutor fuese alguien como Kintarou-kun.

- Bueno, si eso quiere con gusto me anotaría. – dijo el rubio por lo bajo, dirigiéndole una mirada pícara a su primo, que simplemente rodó los ojos.

¿Kintarou de tutor? Si apenas evitaba reprobar, difícilmente iba a poder enseñarle algo a Nino o cualquiera de las otras. Él no era alguien con inclinaciones académicas, y Fuutarou lo sabía muy bien.

- Nino, deja de criticarlo. Uesugi-san es estricto, pero sabe lo que enseña. – lo defendió Yotsuba. – Yo no habría podido pasar mis clases si no fuese por él. Le estoy muy agradecida por eso.

- Oh, escucha, Yotsuba te defiende. Eso es muy tierno de su parte. – rio Kintarou. Él no pudo más que desviar la mirada. Aprovechando el calor y el vapor podría simular el ligero rubor en sus mejillas.

- Yotsuba, recuerda que no tienes que hacer las cosas tú sola. – dijo Ichika. – No solo tienes a Fuutarou-kun, sino también a nosotras.

- Así es, podemos ayudarte cuando él no esté. – dijo Itsuki. – Él te dijo que lo hiciéramos, ¿no es así?

- Siempre juntas, en las buenas y en las malas, como dijo mamá. – dijo Nino.

- Cinco partes de un todo. – agregó Miku.

- Chicas…

Lo siguiente que se oyó fue que Yotsuba rompió en un llanto tan infantil que parecía fingido. Ya se la podía imaginar lloriqueando y abrazando a sus hermanas como lo hizo con Raiha cuando la conoció, solo que esta vez se soltaba en bramidos de gratitud hacia sus otras hermanas, por el apoyo que le estaban brindando.

Una imagen algo ridícula, pero siendo sincero, adorable de imaginar. Las hermanas Nakano eran muy unidas entre sí después de todo.

Con todo, ya sintió que había escuchado suficiente, y decidió salirse del agua para ir a coger su toalla.

- Hey, ¿a dónde vas? – preguntó Kintarou.

- Me voy a la cama. – respondió él lacónicamente.

- ¿Estás loco? ¡Esto se pone buenísimo!

- Pues luego me cuentas. – replicó él, sin dejar de avanzar para salir del baño e ir hacia el vestidor.

Tras ponerse encima el kimono de dormir, se dirigió hacia su habitación. La verdad no sabía del todo por qué se había puesto a escuchar la conversación de las quintillizas. De acuerdo, no empezó voluntariamente, solo estaba allí cuando ellas empezaron a hablar, y el viento se la trajo. Fue Kintarou el que quiso escucharlas, no él.

Con todo, fue extraño que hablaran de él. O quizás, se le hizo extraño que hablasen "bien" de él. En ese punto, ya podía decir que tenía una relación de buena a incluso cercana con Yotsuba e Ichika, que era con las dos que más convivía cuando iba al apartamento. Miku parecía haberle tomado algún aprecio (más después de ayudarla a vencer a su rival en el juego), y hasta Itsuki estaba dispuesta a abrirse y aceptar ayuda con sus estudios. La única que no parecía tenerle alta estima era Nino, pero si ahora estaba con la vista fija en su primo, aún tenía los favores por esa pequeña ayuda que él le prestó, y podía cobrar esa deuda si llegaba a necesitarlo.

- "Quizás este viaje escolar resulte mucho más interesante de lo que esperaba."

Algo era seguro: para bien o para mal, este sería un viaje para recordar. Aunque en ese momento, no se imaginaba que clase de recuerdos terminaría haciendo con las hermanas Nakano, con su primo, y también con otras personas.

Esta historia continuará…


Notas del autor:

Y ahora sí, por fin arrancamos con el arco del campamento escolar. Igual que con los fuegos artificiales y los exámenes parciales, este es un evento que debía pasar sí o sí, así que de nuevo el reto estaba en qué cosas había que cambiar o dejar. Aquí se me hizo mucho más sencillo, ya que todo se basa en una cadena de acontecimientos en canon: estando la señora Uesugi vivita y coleando, Raiha tiene quien la cuide cuando se enferma, y por tanto Fuutarou no llega tarde. Si no llega tarde, no tienen que ir las quintillizas a buscarlo en su auto, y por tanto no llegan tarde a la posada. Y al no llegar tarde, no se quedan en el último cuarto él y todas las hermanas juntas, y todo lo que eso implica más adelante.

Eso además me da algo de oportunidad para que Fuutarou interactúe con otros personajes, específicamente con los que a futuro formarán su grupo de amigos varones (alias el club de los "Bros Before Quints"). La ventaja de tener también a Kintarou es que además agrego un poco de personalidad adicional y sirve como mediador con Takeda y Maeda, lo que en este caso resulta un plus, y es divertido contrastar a esos dos cuando los tengo juntos. Cuando el grupo de amigos se forme oficialmente tendrá mucho para situaciones muy divertidas. Y hablando de situaciones divertidas, quise darle un pequeño giro a la conversación de las quintillizas en las aguas termales, específicamente haciéndola desde el punto de vista de Fuutarou mientras las escucha del otro lado, y sin caer en el cliché del fanservice. ¿Qué tal me quedó?

Creo que no me queda más que decir, ya que en el primer día del campamento no pasa nada interesante, sino que es a partir de la noche del segundo donde las cosas se pondrán buenas. Quizás este sea el último capítulo que publique por este año, así que espero que lo hayan disfrutado. Gracias por los reviews a Shadechu Nightray (mi siempre confiable beta reader) y AaronVS3. Esperemos que el 2021 sea un mejor año para todos nosotros, y que no se nos retrase la segunda temporada del anime. ¡Sayonara, y Feliz Navidad por adelantado a todos!