Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas
Por Fox McCloude
Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.
Capítulo 15: La fiesta de Navidad.
Día de Nochebuena, edificio Pentagon…
- ¡Wow, es enorme! ¿De verdad aquí es donde viven, Oniichan?
Fuutarou se encontraba a la entrada del edificio de apartamentos, junto con su hermana y su primo, con cada uno cargando los paquetes que contenían los regalos que habían comprado para las quintillizas. Como era la primera vez que los otros dos Uesugi venían al hogar de las Nakano, era obvio que ambos se impresionaran al ver lo lujoso que era con sus propios ojos.
- *Silbido*, vivir aquí debe costar al menos el doble que nuestros vecindarios completos, ¿no, primo? – dijo Kintarou.
- Más o menos. – asintió el peliazul, mientras se acercaba al intercomunicador para marcar. Tardaron unos minutos en responderles.
- ¿Sí, qué se le ofrece? – Era la voz de Nino, lo supo por lo arisco del tono. Probablemente la pilló saliendo de la ducha o algo así.
- Somos nosotros. – replicó Fuutarou. – Sé que dijeron a las cinco de la tarde, pero Raiha y el idiota de mi primo insistieron que viniéramos un poco más temprano.
- ¡Oye, no te atrevas a decirle idiota! – protestó Nino. – Puede que seas un genio para los estudios, pero en ser un caballero él te gana con creces.
- Whoa, ¿qué sucede aquí? – dijo Kintarou, que luego también se acercó a hablar. – ¿Me engañan mis oídos, o estoy oyendo la voz de la princesa Nino?
- Tus oídos no te engañan, claro que soy yo. – replicó la voz del otro lado. A Fuutarou no se le escapó el completo giro de 180° a sonar totalmente dulce y enamorada.
- Disculpa por venir antes, es que ya no podíamos esperar.
- ¡No se preocupen, no es ninguna molestia! Aguarden unos minutos, enseguida les abriremos.
Unos segundos después, la puerta de entrada se les abrió, y los tres se dirigieron hacia el ascensor. Raiha se fue primero dando saltitos alegremente mientras los dos chicos entraban con cuidado de no dejar caer ninguno de sus paquetes. Especialmente los que llevaban los pasteles; Fuutarou sabía que Itsuki probablemente les daría la lata si alguno se le estropeaba por el camino.
Mientras iban subiendo hacia el piso 30, Fuutarou decidió conversar con su primo para aliviar un poco la espera.
- Qué bien parecen llevarse tú y Nino, ¿eh?
- Es muy dulce, si sabes cómo tratarla. – dijo el rubio. – Espero que le guste el regalo que le compré. Y hablando de eso…
Kintarou echó un ojo a una de las bolsas que llevaban. Seguramente se habría percatado de que solo había cuatro paquetes en ella, con etiquetas dirigidas a Ichika, Nino, Miku e Itsuki. La mirada que le lanzó le hizo adivinar al instante lo que estaba pensando.
- Es extraño, ¿les compraste regalos a todas menos a Yotsuba?
- Oniichan le dio el suyo por adelantado, ¿verdad? – le dijo Raiha. Esto hizo que el rubio entrecerrara los ojos y sonriera con malicia.
- Conque por adelantado, ¿eh? ¿Prioridad para tu favorita?
- No te hagas falsas ideas. – dijo Fuutarou ruborizándose. – Simplemente pensé que le sería más útil antes de Navidad.
Eso era cierto: unas zapatillas para correr iban a servir de poco si no podía usarlas en una competencia. No obstante, la parte de Yotsuba siendo su "favorita" técnicamente tampoco estaba errada, aunque él no admitiría eso de dientes para afuera. Además, también lo hizo en parte porque Ichika se lo sugirió.
Ya llegando al último piso, los Uesugi se aproximaron hacia la puerta de las Nakano al final del corredor. Ya que Fuutarou y Kintarou tenían las manos ocupadas con los paquetes, Raiha tocó el timbre por ellos (tuvo que saltar un poco para alcanzarlo), y a los pocos segundos les abrieron la puerta.
- ¡Hola, feliz Navidad! – Era Ichika, que llevaba un gorrito de Santa Claus. – Llegan justo a tiempo, pasen, por favor.
Los Uesugi ingresaron al apartamento, e igual que en la entrada, tanto Raiha como Kintarou se maravillaron de ver el tamaño del apartamento. Contando a Ichika, cuatro de las cinco Nakano ya estaban en la sala: Fuutarou divisó a Nino en la cocina, y apenas vio a Kintarou salió corriendo a recibirlo, Itsuki estaba viendo la televisión y tenía cara de estar impaciente por comer, y Miku estaba recostada en el sillón jugando con su Tablet.
- Y bien, ¿qué te parece nuestro humilde hogar? – dijo la segunda hermana, tratando de sonar modesta (y sin tener éxito, pensó Fuutarou).
- Pues… que es más grande que mi casa. – comentó Kintarou.
- ¡Oniichan, Kintarou, miren la vista! – exclamó Raiha. – ¡Se ve toda la ciudad desde aquí!
- Jaja, es una de las ventajas de vivir en el último piso. – comentó Ichika. – Pueden dejar los regalos bajo el árbol, tenemos algunos para ustedes también.
Señaló un árbol de Navidad ya bien adornado de tamaño nada desdeñable. Quizás la Navidad no fuese una tradición tan enorme para los japoneses, pero al parecer las Nakano querían celebrarlo a todo dar.
- Mamá y papá se disculpan por no poder venir, se quedarán en casa de nuestros abuelos. – dijo Raiha. – Pero les envían saludos, y también un par de pasteles de Navidad para que compartamos todos. Yo hasta ayudé a mamá con uno de ellos.
- ¿De verdad? – preguntó Itsuki emocionada. – Seguro deben estar deliciosos. Muchas gracias, Raiha-chan.
- Por cierto, ¿dónde está Yotsuba? – preguntó Fuutarou.
- En su cuarto, no tardará en vestirse. – dijo Ichika. – Mientras la esperamos pueden tomar asiento.
Los hermanos Uesugi y su primo se sentaron en el sofá y los sillones, aguardando a que llegase la hermana faltante. Raiha se sentó en el regazo de Itsuki mientras conversaban amenamente de hermana menor a hermana menor, mientras Kintarou trababa conversación con Nino, que muy atentamente vino a ofrecerle algo de beber.
No teniendo mucho más que hacer, Fuutarou miró por encima de su hombro y vio que Miku seguía jugando su videojuego en su Tablet, aunque parecía estar sonriendo más de lo usual, por lo que no pudo evitar echar un vistazo.
- ¿Algo interesante en el juego? – le preguntó.
La hermana intermedia lo miró momentáneamente antes de contestarle. – Mi rival parece haberme enviado un regalo.
La chica le mostró la pantalla. El susodicho rival le había enviado un pack con ítems raros del juego, de los más difíciles de conseguir, ya que eran de oferta limitada por la temporada, y adjunto tenía un mensaje de "Felicidades por ganarme, esta es tu recompensa. Feliz Navidad".
- Wow, qué considerado. Creo que ya se llevó de calle el regalo que te traje yo. – dijo Fuutarou.
- ¿Trajiste algo para mí también?
- Mis padres insistieron en que les comprara algo a todas. – dijo él encogiéndose de hombros. – De todas maneras, tenía suficiente dinero ahorrado, así que podía permitírmelo.
- Bueno, ojalá te gusten los nuestros. – intervino Ichika. – También nos esmeramos mucho en escoger algo especial para ti, ¿sabes?
La hermana mayor le guiñó el ojo. Al peliazul no se le escapó que el guiño fue más de complicidad que otra cosa, quizás porque ya sabía de los regalos que recibirían las demás, pero no del suyo propio. Fuutarou esperaba que sí fuese de su agrado, al tiempo que estaba intrigado sobre lo que le darían a él.
De algo sí tenía la certeza: tendría que ser mucho mejor que lo que le habrían dado sus abuelos de haber ido a pasar las fiestas con ellos. Si por él fuera, apreciaría más que fueran cosas útiles y no de lujo, pero no se mostraría ingrato fuese lo que fuese.
- ¡Ya estoy lista! – se oyó la voz chillona de Yotsuba mientras bajaba apresuradamente las escaleras, con una enorme caja en las manos. – ¡Ah, Uesugi-san, chicos, ya están aquí!
- ¡Feliz Navidad, Yotsuba-san! – la saludó Raiha, corriendo a abrazarla. La cuarta hermana dejó la caja de lado para alzar a la pequeña y le dio la vuelta antes de volver a ponerla en el suelo.
- Bien, ahora que ya estamos todos – dijo Ichika, caminando hacia una cuerda que colgaba bajo un enorme adorno sobre el barandal del piso superior del apartamento – es hora de dar inicio a nuestra fiesta de Navidad. ¿Todos listos?
Ichika jaló la cuerda, y el adorno se abrió con un fuerte *POP*, soltando un enorme letrero colgante con las palabras "MERRY X-MAS!" escritas en letras de escarcha. A su vez, las otras cuatro Nakano cogieron un lanzador de confetis cada una, haciéndolo llover por toda la sala para darle la bienvenida a sus invitados como debía ser. Raiha y Kintarou se rieron, Fuutarou no mucho, pero hasta él esbozó una sonrisa.
- Y ahora lo primero, brindemos por nuestros invitados. – dijo Ichika cogiendo un vaso. Obviamente solo iban a tener té y gaseosas, ya que eran menores de edad y no podían ponerse a beber alcohol. – ¡Salud!
- ¡SALUD! – corearon todos antes de chocar sus vasos.
Tras el tintineo y bajarse los tragos, Yotsuba volvió a levantar la caja que había traído y la abrió apresuradamente para vaciar sus contenidos sobre la mesa. Raiha y Kintarou se sorprendieron de ver que habían traído toda clase de juegos de mesa y mucho más, así que tendrían entretenimiento para rato. Fuutarou no lo estaba tanto, pues ya había tenido noches de juego al terminar con las sesiones de estudio anteriormente, pero si no fuese por lo adineradas que eran, también se habría sorprendido de que tuvieran todo eso.
- ¡Muy bien! ¿A qué jugaremos primero? Tenemos Twister, un reloj para "Pasa la Bomba", tarjetas para Shotoku Taishi, Bingo…
- ¿Qué tal si jugamos a ruleta rusa con puffs? – intervino Itsuki.
- ¿A quién engañas? Tú lo que quieres es comer. – dijo Nino. – ¡Mejor a Yo Soy el Rey!
- Yo prefiero trivias del Sengoku. – dijo Miku.
- Bah, eso es aburrido. – corearon Itsuki y Nino, antes de lanzarse chispas con la mirada una a la otra.
- Esperen, esperen. – intervino Ichika entre ambas, cuando parecían a punto de saltarse una encima de la otra. – ¿Qué tal si dejamos que decidan nuestros invitados? Fuutarou-kun, ¿ustedes qué quieren jugar?
- Bueno… yo jugaré lo que quiera jugar Raiha. – dijo el chico, mirando a su hermanita, que sonrió alegremente.
- ¡Quiero jugar a Yo Soy el Rey!
- ¡Yo también, suena divertido! – agregó Kintarou, haciendo que Nino sonriera y le sacara la lengua burlonamente a Itsuki, que hinchó las mejillas enojada.
- Muy bien, eso son cuatro votos para Yo Soy el Rey. – declaró la hermana mayor, cogiendo el bote con los palillos. Había diez en total, así que quitó los números 8 y 9, y revolvió el resto, mientras todos se sentaban en círculo. – Jugaremos diez rondas. ¿Listos? Uno, dos…
- ¡Tres! – exclamaron todos sacando los palillos al unísono. A Fuutarou le tocó el número 5.
- ¡Sí, sí, yo soy el rey! – declaró Yotsuba alzando su palillo. – Veamos, el rey ordena que… ¡el número 2 se ponga a gatas y maúlle como gato!
Kintarou inmediatamente hizo lo que le dijeron, y no se conformó con maullar, sino que hasta se puso a sisearle a Fuutarou como gato enojado (hasta haciendo ademán de querer arañarlo), y luego se acercó a Nino para ponerse a ronronear, causando a partes iguales vergüenza y deleite en la segunda Nakano. Todos lo encontraron muy divertido y se rieron a carcajadas mientras Ichika volvía a recoger los palillos para revolverlos.
- Uno… dos… ¡tres!
- ¡Jaja, ahora el rey soy yo! – declaró Nino. – El rey ordena que el número 7 le haga cosquillas al número 3.
Fuutarou miró su número; no le gustaba la idea de estar ni en el lado emisor ni receptor de unas cosquillas, y desafortunadamente le había tocado el 3. Y para su consternación, la que sacó el 7 resultó ser Yotsuba, que al instante mostró su sonrisa dentuda y una mirada que parecía totalmente la de un depredador a punto de ir por su presa.
- Oh, no, Yotsuba, eso sí que no…
- Sí, eso sí que sí. – dijo moviendo los dedos con gesto de "te voy a agarrar". – ¡Shishishi, hora de las cosquillas, Uesugi-san!
- ¡No, aléjate de mí! – Fuutarou se puso de pie casi de un salto y echó a correr fuera del círculo, mientras Yotsuba empezaba a corretearlo por la sala.
Todos empezaron a reírse y a gritar cosas como "¡No huyas, cobarde!", y "¡Atrápalo, Yotsuba, que no escape!". Después de dar unas cinco vueltas alrededor del grupo, alguien le metió zancadilla (estaba tan distraído corriendo que no vio quien fue, pero a juzgar por la posición tuvo que haber sido o su primo, o Ichika) y lo hizo caerse, y Yotsuba se le echó encima, echándole mano a las costillas para cosquillearlo sin piedad.
- ¡No, no, jajajajajajaja!
- ¡Eso es, Uesugi-san, ríete, ríete!
- ¡No, no, ya basta, jajajajajaja! ¡Por favor, ya detente, jajajajaja!
Finalmente, tras un minuto de tortura y cuando se había quedado totalmente sin aliento, Yotsuba finalmente lo soltó. Hizo una nota personal de que, cuando le tocara ser el rey, o en algún otro juego, se vengaría de ello por eso. El resto parecían muy divertidos con lo que acababa de pasar, hasta la estoica Miku se tapaba la boca tratando de disimular una sonrisa.
El resto del juego transcurrió sin muchas incidencias. Más allá de que cuando a Raiha le tocó ser el rey, pidió que le hicieran caballito (castigo que recayó en Itsuki, aunque a esta no le molestó en absoluto), y que Ichika para darle sazón al juego trató de forzar una confesión de amor a su víctima (esquivó la bala por poco ya que ordenó que lo hiciera el 2, y a él le tocó el 1), no pasó nada interesante entre los demás. En cuanto a Fuutarou, le frustró un poco que tras las diez rondas no le tocó ser el rey ni una sola vez, así que no pudo vengarse de las penitencias que le tocaron: aparte de las cosquillas de Yotsuba, su primo lo obligó a salir al balcón y gritar "¡Te amo, Yotsuba! ¡Te amo, Ichika!" a los cuatro vientos (tuvo la ligera sospecha de que le vio el número de su palillo antes de hacerlo, no pudo haber sido coincidencia).
- Qué divertido. Bien, ¿a qué jugamos ahora? – preguntó Ichika.
- ¡Juguemos al Twister! – sugirió Yotsuba. – ¡No lo hemos jugado en meses!
- Mejor pongamos algo de música y bailemos. – dijo Nino, mirando a Kintarou como buscando su respaldo.
- ¿Por qué no mejor comemos primero? – dijo Itsuki. – Ya me está dando hambre.
- Siempre estás comiendo. – dijo Miku secamente.
De nuevo se armó un revuelo en la sala, ya que las hermanas Nakano no se ponían de acuerdo. Una vez más Ichika tuvo que erigirse en jefe y decidirlo a votación junto con sus invitados. Kintarou, que al parecer captó la mirada furtiva de Nino la apoyó de nuevo en poner música para bailar, pero cuando Raiha apoyó la moción de Itsuki de comer algo (sugiriendo cortar uno de los pasteles que trajeron ellos), Fuutarou de pronto se encontró siendo fulminado por ambas hermanas. Él tenía el voto decisivo y sentía que lo iban a matar si no las apoyaba. Ahora, normalmente apoyaría a su hermanita, pero no estaba seguro si quería incurrir en la ira de Nino apenas iniciando la fiesta.
Afortunadamente, tenía un escape de esto: se metió la mano en el bolsillo para sacar una moneda de quinientos yenes.
- Que la suerte lo decida. Si cae cara, comeremos pastel. Si cae cruz, bailamos, ¿les parece bien? – les dijo.
Las temperamentales hermanas se quedaron pensativas por un momento, considerando la oferta, pero les pareció justo y accedieron. El chico arrojó la moneda y entonces…
- Bien, fue cara, ya está decidido.
- ¡Yay, vamos a comer pastel! – celebró Itsuki, mientras Nino hinchaba los cachetes enojada. De inmediato la quinta Nakano junto con Raiha fueron a buscar el pastel.
Entretanto, Fuutarou volvió a meterse la moneda en el bolsillo. No necesitaban saber que era una moneda de truco con dos caras, muy útil para este tipo de situaciones donde tenía que elegir entre dos opciones, pero tenía claro cuál prefería y evitaba mostrar favoritismos.
Luego de comerse el primer pastel, y que las Nakano elogiaran las habilidades de repostería tanto de Raiha como su mamá (hicieron una nota de agradecerle posteriormente a la señora), la noche de juegos continuó amenamente, con el grupo divirtiéndose con todo lo que tenían una vez que lograban ponerse de acuerdo. Al jugar al Twister, la historia volvió a repetirse con Fuutarou, que terminó bajo una pila y esta vez no solo con las Nakano, sino también con su primo que agregaba todavía más peso.
Luego para complacer a Miku jugaron a las trivias del Sengoku como ella quería, y aquí por lo menos tuvo oportunidad de vengarse un poco del rubio haciéndole las preguntas más difíciles para eliminarlo primero. Esto no le gustó nada a Nino, que decidió tomar represalia retándolo a jugar ruleta rusa con pufs de crema, excepto que la Nakano había hecho una pila de pufs rellenos con wasabi específicamente para él, lo que le ganó reclamos de Itsuki cuando se percató de que lo hizo intencionalmente, y fue a buscarle agua para quitarse el ardor de la boca. Los demás, sin embargo, lo encontraron muy divertido.
- Muy bien, ahora ¿alguien quiere jugar a las cartas? – propuso Ichika, cogiendo una baraja. Todos estuvieron de acuerdo. – ¿
- ¡Ocho loco! – dijo Itsuki.
- ¡Ve a pescar! – exclamó Nino.
- Blackjack. – dijo Fuutarou, y todos le echaron miradas. – ¿Qué? ¿Por qué me ven así?
- Oigan, ¿qué les parece el póker clásico? – sugirió Kintarou. – A menos que alguno conozca la modalidad Texas Hold 'em.
Las quintillizas se miraron entre sí, al parecer nadie había oído hablar de ella. Fuutarou la conocía, pero sabía que era mucho más arriesgada. Él había sugerido Blackjack ya que, si tienes una buena memoria para las cartas, aumentaban tus posibilidades para ganar, y eso era lo que él habría querido hacer.
Al final por decisión casi unánime se decidieron a jugar póker; Ichika se quedó como la repartidora mientras sus hermanas y los chicos se sentaron en círculo a jugar. Raiha era la única que no estaba familiarizada con las reglas, así que se quedó como espectadora tomando nota de los puntos. No tenían fichas para apostar y a Fuutarou no le apetecía usar dinero real para ello.
- Muy bien, aquí vamos. – dijo Ichika, pasando las cinco cartas a cada uno. Cada quién las tomó y se dispuso a ver la mano que le tocó.
Fuutarou vio la suya: le tocó un par de reyes, diez de picas, nueve de trébol y as de corazones. Echó un ojo a los rostros de cada uno de sus oponentes: Yotsuba tenía una expresión confusa tocándose la boca con el dedo, Nino entrecerraba los ojos viendo las suyas tan cerca que les respiraba encima, Itsuki movía el dedo entre las suyas, como decidiéndose cuál descartar y con cual quedarse, Kintarou simplemente sonreía, como si tuviese una buena mano, y finalmente Miku… tenía una total cara de póker, imposible saber qué tendría.
- Me retiro. – dijo Nino, tirando las suyas.
- Yo también. – la siguió Itsuki. Con eso la mano quedaba solo para los otros cuatro.
- De acuerdo, quiero dos cartas. – dijo Kintarou al tocarle su turno de cambiar.
- Para mí tres. – dijo Fuutarou, dejándose el par de reyes.
- Me quedo las mías. – dijo Miku secamente.
Ichika le pasó a cada uno las cartas que pidieron. aunque se quedaron esperando a Yotsuba, que parecía todavía indecisa.
- Yotsuba, ¿vas a cambiar o qué? – dijo Ichika.
- ¿Eh? Ah, perdón, solo quiero una. – dijo la chica del lazo.
Hechos ya los cambios, Fuutarou echó un vistazo, y tuvo que contenerse el impulso de sonreír. Le habían caído tres reinas dándole un full con los dos reyes que ya tenía, así que subió la apuesta al máximo. Kintarou y Miku también lo hicieron, y de nuevo, Yotsuba se quedó pensando, al parecer indecisa, hasta que finalmente lo aceptó.
- Bien, ahora el duelo. – dijo Ichika. – ¿Quién tiene la mayor mano?
- Escalera hasta el diez. – dijo Kintarou tirando su mano con una gran sonrisa. Fuutarou se tomó un momento para saborear esa expresión antes que inevitablemente cambiara al mostrar la suya.
- Full.
- ¡Ah, no puede ser! ¡Ay, qué mala suerte! – empezó a patalear dramáticamente.
Miku solo mostró su mano sin decir una palabra: también tenía un full, pero era con un trío de treses y un par de cincos, así que valía menos que el de Fuutarou. El chico esta vez se permitió sonreír, especialmente cuando Yotsuba salió a decir la suya.
- Caray, entonces yo ya perdí también, solo tengo dos pares. – dijo la chica del lazo. – Un par de ases, y otro par de ases.
Y tan rápido como vino, la sensación del triunfo se desvaneció. Yotsuba le acababa de ganar con una mano de cuatro ases, y él terminó llevándose la palma a la cara al tiempo que se iba de espaldas. ¿Cómo pudo no darse cuenta que esa mano era más alta que un full? Ichika y Raiha se rieron, mientras empezaban de nuevo a repartir las cartas, y él deseaba poder vengarse mientras la chica del lazo parecía confundida de haber ganado.
Las rondas continuaron una tras otra; después de cinco veces seguidas de quedar en último lugar, Nino se retiró enojada del juego, y Kintarou decidió acompañarla, dejando a Fuutarou jugar con las otras tres el resto de la partida. A pesar de lo sucedido en la mano inicial, al llegar a la última (jugaron treinta rondas) Fuutarou llevaba la delantera en los puntos apostados, con Miku y Yotsuba peleándose por el segundo puesto y dejando a Itsuki de última.
- Bien, es la última mano. – dijo Ichika tras mezclar la baraja. – ¡Ahí les van!
Ichika repartió las cartas, y al recibir las suyas, Fuutarou casi pierde el color de su rostro por la mano que le tocó. ¡Una escalera de picas del nueve al rey! Si en vez del nueve hubiera sido un as… pero era la segunda mejor mano que podría haberle tocado. Tendría la victoria asegurada.
- Apuesto todo. – dijo. El puntaje máximo era de quinientos mil, así que decidió jugárselo.
- Muy bien, ¿qué dicen los demás?
- Hmm… me retiro, no puedo. – dijo Itsuki, tirando sus cartas.
- Yo también. – dijo Miku, dejando las suyas.
- ¿Y tú, Yotsuba?
- Hmm… ¿cambio una carta? – dijo la chica del lazo.
Ichika accedió a su petición, pero difícilmente eso le sería de ayuda, pensó Fuutarou. Tendría que sacar una escalera real con el as para poder ganarle. ¿Pero qué posibilidades habría de ello?
- Bien, hora de enfrentarse. – dijo Ichika.
Fuutarou puso su mano, y todos parecieron sorprendidos (menos Raiha, que estaba detrás de él y le había visto la mano, pero fue lo bastante discreta para no delatarlo).
- Y bien, Yotsuba, ¿aceptas la derrota o qué?
La chica del lazo sonrió nerviosa, antes de mostrar sus cartas una a una. Diez de trébol, jota de trébol, reina de trébol, rey de trébol… no… no podía ser que…
- ¡Wow! ¡Escalera real de trébol! – exclamó Ichika. – Lo siento, Fuutarou-kun, pero Yotsuba gana esta mano, y se lleva toda la partida.
- ¡Shishishi! ¡Hoy la suerte estuvo de mi lado! – celebró la cuarta hermana.
Fuutarou se fue para atrás, frustrado, mientras Raiha e Ichika intentaban consolarlo. Miku simplemente se encogió de hombros mientras Itsuki lloriqueaba por haber perdido. En cuanto a él, dio gracias que no estuvieran apostando dinero real, o la chica del lazo habría terminado por dejarlo arruinado. Algunos dirían que lo importante era divertirse, pero eso no quitaba que era frustrante perder un juego cuando estabas a punto de ganar.
- Bien, ¿qué hacemos ahora? – dijo Ichika. – ¡Ah, ya sé! ¿Alguien quiere cantar un poco?
- ¡Sí, sí! – exclamó Yotsuba. – ¡Voy por el karaoke, enseguida vuelvo!
Fuutarou miró como Yotsuba corría escaleras arriba, y mientras lo hacía, vio como de pronto Itsuki comenzaba a frotarse los hombros como si tuviera un escalofrío. Ella notó que él la estaba mirando, así que para no quedar mal decidió hacer la pregunta.
- Te ves nerviosa. – le dijo.
- Tú también lo estarías si oyeras cantar a Yotsuba. – dijo la pelirroja. – Por mí, mejor que lo haga solo en la ducha.
El chico Uesugi miró a Ichika y Miku como buscando respuestas. La hermana intermedia no dijo nada; solo se acomodó sus auriculares, y la mayor simplemente se rio, lo que solo hizo que a él le empezara a dar un escalofrío también. ¿Tan mal cantaba?
…
Mientras los demás estaban ocupados adentro jugando sus juegos, Nino y Kintarou habían salido juntos al balcón a observar la vista. Las luces de la ciudad estaban encendidas, y ya estaba empezando a nevar, lo que daba una escenografía perfecta de Navidad.
- Wow, qué suerte tienen de vivir en este lugar. – dijo el rubio. – La vista aquí es increíble.
- Una de las ventajas que tenemos. – respondió la segunda Nakano. – Aunque no es nada si no hay con quien compartirla.
La Nakano se le acercó discretamente, queriendo acortar la distancia pero sin atreverse a hacer contacto. Aunque sabía que a él no le molestaría, no podía evitar sentirse algo nerviosa.
- En serio, gracias por habernos invitado. De verdad este año quería hacer algo diferente.
- No tienes que agradecerme, lo hice con gusto. – aseguró Nino. – Además, ya que papá no iba a venir de todos modos, pensamos que un poco más de compañía vendría bien.
La última parte no pudo evitar decirla con algo de amargura. Todavía seguía molesta de que su padre hubiese elegido trabajar en Navidad en lugar de pasarla con ellos.
- Sé lo que es eso. – dijo Kintarou como si leyera su pensamiento. – Mi viejo también decidió trabajar en Navidad, así que tampoco tenía sentido quedarme en mi casa solo.
- Me dijiste que él era policía, ¿verdad? – Nino se apoyó en el barandal de espaldas. – El mío es doctor, y dirige un hospital entero. Digo, sé que esos trabajos no tienen horario fijo cuando hay emergencias y eso, pero…
- Sí, lo sé. – dijo él. – ¿Qué les costaría apartar un solo día para estar con la familia?
Nino asintió estando de acuerdo. Cierto que en un hospital siempre había posibilidad de que hubiera emergencias de heridos o enfermos en cualquier día, a cualquier hora, ¿pero no era posible dejarlo en manos de alguien más solo por un día, para estar con ellas? Y si el de Kintarou era policía, seguramente también podría pedir que alguien lo cubriera en su turno.
Era extraño, pero como sus hermanas estaban más acostumbradas a la ausencia de su padre, en ese momento Nino sentía una extraña afinidad por Kintarou que no había experimentado antes. Como si él pudiera entender perfectamente cómo se sentía ella. Y le gustaba mucho esa sensación.
- Hmm, oye, sé que no es hora todavía de abrir los regalos, pero… – Kintarou se metió la mano al bolsillo de su chaqueta, sacando una pequeña cajita de regalo con un lazo púrpura. – Pensé que sería bueno darte el tuyo en privado.
- Oye, no tenías que comprarme nada.
- Pues ya es tarde. – dijo él, sonriendo pícaramente. – Y oye, gasté todo un mes de mi trabajo de medio tiempo para comprártelo, así que más vale que te guste.
La Nakano captó el mensaje, y lo aceptó. No importaba lo que fuese, si venía de él estaba segura de que le gustaría. Abrió la cajita con mucho cuidado, y vio que era una gargantilla de color morado con un broche de plata en forma de mariposa. Se veía bastante caro, así que lo de haber gastado todo ese dinero no debía ser una broma.
- Wow… está preciosa. – dijo la chica, admirándola. – ¿Podrías ponérmela?
- Con gusto. – dijo el rubio, y tomó la joya con mucho cuidado. La chica se sintió estremecer cuando los dedos de él hicieron contacto con su nuca, e involuntariamente se llevó la mano hacia el broche. – Hmm-hmm, como imaginé, te queda estupendo.
- G-gracias. – dijo ella, sonriendo tímidamente. – Lástima que dejé el mío bajo el árbol, tendré que dártelo después.
- Oh, descuida, no me importa esperar un poco. Además… la presente compañía es el mejor regalo que podría tener.
La segunda hermana se sintió sonrojar. Entre más tiempo pasaba con él, más le gustaba. Habría podido olvidarse un poco de la ausencia de su padre gracias a la compañía de Kintarou, y eso también volvería muy especial esta Navidad para ella.
- Por cierto… ¿no quieres hacer la fiesta un poco más divertida? – le preguntó tras unos segundos de silencio, y de estar perdida mirándolo fijamente a los ojos.
- ¿Eh? ¿Más divertida? – preguntó ella confundida.
Kintarou señaló hacia el interior del apartamento. Parecían haber sacado el equipamiento de karaoke, y Yotsuba había cogido el micrófono, y eso le hizo dar un ligero respingo. Fuutarou e Itsuki estaban tapándose los oídos, Ichika y Raiha se estaban riendo, y Miku… se había puesto los auriculares apropiadamente, así que tal vez no se había dado cuenta, o era su forma de ahogar la voz desafinada de su cuarta hermana.
- La verdad, quisiera hacer algo por mi primo hoy. Después de todo, él nos ayudó a conocernos, ¿verdad? Así que… ¿qué opinas de darle una manito?
Al principio Nino no entendió a qué se refería, hasta que el chico sin mucha sutileza y sonriendo malignamente, sacó de su bolsillo una pequeña tira de muérdago. Los ojos de la Nakano se ensancharon ligeramente una vez que entendió lo que estaba tramando.
Normalmente, ella se habría enojado de dejar que algún chico se acercara a sus hermanas, pero aunque Fuutarou no fuera exactamente su "amigo", seguía siendo familiar de Kintarou. Y lo que el rubio dijo era cierto; ambos le debían haberlos presentado para que pudieran conocerse.
La sonrisa maligna de Kintarou se le contagió. Quizás, esta era una buena manera de pagarle uno de esos "favores" que le quedaba debiendo a Fuutarou. Más le valía después que se lo agradeciera.
…
Los juegos en el interior del apartamento siguieron luego de un rato de lo que para Fuutarou fue una tortura en sus oídos. ¿Cómo podía alguien cantar tan horrible como si le taladraran los tímpanos? De haberlo sabido se habría ido al balcón con Nino y su primo, pero estos no regresaron hasta que Ichika hizo otro anuncio.
- Muy bien, escuchen todos. – dijo la Nakano mayor. – Creo que ya es momento de que cada uno de nosotros entregue sus regalos, ¿no es así?
- ¡Yupi, los regalos! – exclamó Raiha.
- ¡Sí, quiero empezar, quiero empezar yo! – exclamó Yotsuba en el mismo tono, sonando como una niña grande. – El primero que tengo es para… ¡Uesugi-san!
La cuarta hermana señaló al peliazul, que recibió algunos aplausos, mientras esta se sacaba su primer regalo. No era un paquete con el resto debajo del árbol, sino un sobre que llevaba consigo, lo que le llevó al chico preguntarse si le estaba regalando dinero en efectivo. No le molestaría si así fuera, desde luego, pero…
- ¿Y esto? – preguntó confundido al ver el contenido.
- ¡Ta-daaaaaaaaaaa! ¡Es una membresía paga por un año completo en el gimnasio! – dijo Yotsuba. – Solo tienes que firmar con tu nombre y será efectiva a partir de enero del próximo año.
La chica lo dijo con una gran sonrisa. Honestamente no estaba seguro de qué pensar. Por dentro admitía que le habría gustado recibir dinero en efectivo, pero no quería parecer malagradecido.
- Bueno… supongo que me será muy útil para poder ejercitarme. – dijo tratando de sonreír. – Gracias, Yotsuba. Aunque es mucho para lo que te di yo.
- ¡No importa, lo que vale es la intención! – aseguró la chica del lazo alegremente.
- Eso es verdad. – intervino Ichika. – Y hablando de eso, aquí está el mío para ti, Fuutarou-kun. Feliz Navidad.
El regalo de Ichika sí estaba en un paquete. No era tan pequeño ni tan grande, así que no pudo adivinar lo que sería. A diferencia del de Yotsuba, esta vez no pudo ocultar su reacción, que fue de una sorpresa enorme.
- Esto es…
La caja era de un teléfono celular inteligente, y miró a la Nakano mayor que le sonreía. Algo escéptico de primera instancia, lo abrió para asegurarse que no era una broma, pero adentro efectivamente estaba el dispositivo, con cargador y auricular inalámbrico incluidos. Muy por encima de ese viejo y rudimentario celular que solía utilizar.
- ¿No estás cansado de ese viejo teléfono? – dijo Ichika. – Necesitas un modelo más moderno. Es el mismo modelo que usamos nosotras, aunque con algunas características que creo que te gustarán. Y oh, la línea está paga por seis meses.
- Wow… nunca he usado uno de estos, no sé si me acostumbre. – dijo Fuutarou.
- Oh, no te preocupes, para eso tienes el instructivo. La línea ya está paga por seis meses, así que tendrás tiempo para aprender.
- ¡Esto es genial, Oniichan! – exclamó Raiha.
- ¡Qué envidia, primo! – dijo Kintarou, dándole un fuerte golpe en la espalda. – ¡Santa Claus fue generoso contigo este año!
Mientras lo seguían felicitando, los regalos continuaron pasando de remitentes a destinatarios. Nino se burló un poco de Miku cuando abrió su paquete y sacó la figurita de la tienda de coleccionistas, pero la estoica hermana sonrió con gratitud y le aseguró a Fuutarou que sí le gustaba. Nino también se vio forzada a retractar su burla cuando abrió el suyo para encontrarse con un peluche (escuchó a Kintarou preguntar "¿Por qué no se me ocurrió?", probablemente porque le habría salido más barato), que tuvo que admitir que le gustó, aun tratándose de una yuki-onna, y a regañadientes también le dio las gracias. Itsuki por su parte, pareció algo confundida con el juego de cucharas, pero el chico le dijo que, si quería, podría estrenarlas con el segundo pastel más tarde, cosa que le pareció un buen trato.
- Y bien, ahora viene el último de mi parte. – dijo Fuutarou, dirigiéndose a la mayor de las Nakano. – No tenía idea de lo que te gustaría, así que pasé por muchos lugares antes de decidirme. Espero que sea suficiente.
- Oh, estoy segura de ello. – dijo Ichika, empezando a desenvolver el paquete. Todos los demás se quedaron a la expectativa, preguntándose si el chico Uesugi habría dejado lo mejor para el final.
Se llevaron una pequeña decepción de ver que se trataba de ropa. No obstante, no era ropa al azar: era un conjunto específico formado por una chaqueta, una bufanda, una boina y unas gafas de sol, con diseño estampado como manchas de leopardo. El tipo de atuendo que las celebridades llevaban para pasar desapercibidas en público.
- Qué bonito diseño. – dijo Ichika, admirando cada prenda, y de inmediato se probó las gafas de sol. – ¿Qué tal luzco?
- Como una verdadera actriz. – dijo Fuutarou. – Pensé que, cuando seas más famosa, podría resultarte útil.
- Muy considerado. – dijo la Nakano mayor. – Muchas gracias, en serio.
- Bueno, bueno, ya terminamos con los regalos. – dijo Nino. – ¿Qué les parece si empezamos a tomarnos las fotos de recuerdo? ¡Raiha-chan, ven para tomarte unas con todas nosotras!
La segunda hermana arrastró a la pequeña a tomarse una foto con ella, y luego le hizo tomarse una con cada una de sus otras hermanas. Finalmente, Nino las obligó a hacer una grupal con todas en el sofá con Raiha en el centro, para compensar por la del festival de fuegos artificiales que no pudo ser. Fuutarou casi lamentó que su celular no tenía memoria para guardar las fotos, hasta que Ichika le recordó que el que ella le había regalado
- Diablos, ¿dónde tiene esta cosa la cámara? – preguntó, moviendo los dedos de una aplicación a la otra y buscando el botón correcto. – Hay demasiadas aplicaciones.
- Aquí, Fuutarou-kun, en este icono. – dijo Ichika señalándolo.
- Cielos, qué perdido estás. Dame acá eso. – dijo Nino, quitándole el aparato. – Te haré un favor y las tomaré por ti, ¿de acuerdo? Ve y siéntate en el sofá. Yotsuba, Ichika, ustedes siéntense junto a él, y los demás abran campo y no estorben.
Hubo algunas miradas confusas, pero cuando Nino se ponía en "modo mandón", nadie parecía cuestionarla, ni siquiera Ichika. Así, el chico Uesugi hizo lo que le dijeron y se sentó en el sofá, con Ichika a la derecha y Yotsuba a la izquierda, mientras la segunda hermana se alejaba para enfocarlos con el teléfono.
- ¿Así estamos bien? – preguntó Yotsuba.
- Acérquense un poco más. – dijo Nino, mientras giraba el teléfono, como buscando un ángulo.
Fuutarou miró a ambos lados y notó como las dos hermanas se arrimaban un poco más hacia él, aunque todavía sin hacer contacto. Esto lo puso notablemente nervioso, especialmente cuando Nino siguió insistiendo en que se siguieran arrimando. Una, y otra, y otra vez. ¿No era suficiente?
- ¿Qué esperas, tonto? ¡Rodéalas con los brazos! – insistió la segunda hermana.
- ¿Tengo que hacerlo? – preguntó, cuando ya ambas estaban tan arrimadas que si se acercaban más podrían hacer un sándwich con él. Nino le lanzó una mirada asesina de "haz lo que te digo o si no…", así que le hizo caso.
Ichika y Yotsuba no parecieron nada incómodas, pero en ese instante notó que su pequeña hermana se estaba tapando la boca para contener la risa por alguna razón. Y también, notó que su primo no se veía por ninguna parte, ¿dónde se había metido?
- Muy bien, ahora sí, este es el cuadro perfecto. – declaró Nino. – ¡Sonrían todos!
Se forzó a sí mismo a sonreír, aunque mientras Nino sacaba la foto, pudo notar que de pronto las risitas de Raiha se le habían contagiado a Itsuki, y que incluso Miku parecía hacer como que tosía para bajar la cara y que no se dieran cuenta que también se reía. Algo estaba pasando allí, algo muy raro…
- De acuerdo, tomemos otra más, pero antes… – la expresión de Nino de pronto cambió, sonriendo de una forma bastante maliciosa, lo que le dio escalofríos – ¿serían tan amables de mirar arriba de ustedes?
Fuutarou giró la cabeza para mirar hacia arriba, y vio que su primo estaba apoyado sobre el barandal del piso superior, saludándole alegremente mientras mostraba una amplia sonrisa. Una del tipo que solía mostrar cuando estaba tramando algo.
- No te fijes en mí, primo, mejor disfruta tu momento.
- ¿Qué rayos estás haciendo allí? – preguntó Fuutarou, sospechando de él.
- Un favor para ti. – dijo mientras apuntaba hacia abajo.
El peliazul miró hacia donde apuntaba el dedo, y por un momento no le dio importancia… hasta que se volteó otra vez y se dio cuenta de a dónde apuntaba Kintarou: una tira de muérdago que estaba colgada debajo del barandal, y justo por encima de donde estaba sentado él.
Su instinto primario fue tratar de levantarse de allí, pero cuando intentó hacerlo, se encontró con que sus brazos estaban fuertemente sujetados por el peso de las dos chicas que lo rodeaban.
- ¿A dónde crees que vas, Fuutarou-kun? – dijo Ichika con voz sensual.
- ¡Es una tradición, Uesugi-san! ¡Estás bajo el muérdago! – exclamó Yotsuba.
- ¡No se vale, ese idiota lo colocó encima de mí! – protestó él. Trató de nuevo de levantarse, pero las dos hermanas le sujetaron los brazos con fuerza. Incluso con lo que había entrenado, habría bastado solo con Yotsuba para mantenerlo allí contra su voluntad.
- ¿Qué pasa? – dijo Ichika. – ¿Tan malo te parecería un beso de nosotras? ¿No te das cuenta de lo afortunado que eres?
- ¡Es verdad, Oniichan! – dijo Raiha, que parecía igual de emocionada.
- ¡Beso, beso, beso! – aplaudió Kintarou desde arriba, y en ese momento Itsuki también se sumó a ello. – ¡Ahora es cuando, Nino, captura el momento!
- ¡Claro! ¡Ichika, Yotsuba, sujétenlo con fuerza!
- ¡No, ni lo sueñen! ¡Claro que no, suéltenme ustedes dos!
Pero por más que forcejeó, pataleó y gritó, las dos hermanas Nakano lo mantuvieron allí en el sofá, y no pudo escaparse. Si no fuera suficiente, Raiha corrió detrás de él y le sujetó la cabeza para dejársela inmóvil mientras Ichika y Yotsuba le daban cada una un beso en la mejilla. Nino tomó la foto en medio de las risas de Kintarou, Itsuki e incluso Miku parecieron reírse de ello, y solo entonces fue que lo dejaron levantarse del sofá.
- ¡Devuélveme el teléfono, tengo que borrar esa foto!
- ¡Muy tarde, ya se la envié a las demás! – exclamó Nino. – ¡Kintarou-kun, piensa rápido!
Y sin decir más arrojó el celular hacia el piso superior. Casi se le paró el corazón de pensar que se le fuera a romper apenas tras regalárselo, pero por suerte (o desgracia, según se viera), Kintarou lo atrapó y empezó a agitarlo, como diciéndole "ven por él". Fuutarou corrió escaleras arriba para recuperarlo, y de inmediato se armó el relajo en toda la sala, con todos riéndose a costilla suya por ese beso bajo el muérdago, y que quedaría irremediablemente para la posteridad.
No cabía duda que sería una fiesta muy, muy movida y divertida para todos. Hasta para él, le gustase o no.
…
La fiesta se prolongó hasta pasada la medianoche, donde todos se dieron un abrazo de feliz Navidad y más allá. Después de quemar toda su energía con más juegos y diversión, las Nakano se fueron a sus habitaciones, mientras los Uesugi se acostaron a dormir en la sala. Las Nakano les habían conseguido algunos futones para que pudieran dormir a gusto (preventivamente, por si acaso a Ichika o Nino se les ocurriera ceder, o peor, compartir sus propios cuartos).
Sin embargo, en cierto momento, Fuutarou se despertó al oír unos pasos apresurados bajando escalera. Su primo y su hermanita ni siquiera se inmutaron, pero pudo ver la silueta de una de las Nakano corriendo frenéticamente.
- Baño… baño… baño… – oyó su voz murmurando, mientras trataba de pasar sin despertarlos.
Por un impulso que no supo de donde vino, el chico Uesugi se salió de su futón, y tras oír el ruido del agua bajando por el inodoro, se colocó en el camino donde sabía que la chica en cuestión iba a pasar. Por ir así de frenética, tuvo la ligera sospecha de quién se trataba.
Y efectivamente, al regresar pudo ver que era ella. Aún en la oscuridad podía reconocer su pijama de oso para niña grande.
- Quizás no debiste tomar tanto refresco. – comentó él en voz baja.
- Ah, Uesugi-san. Perdón, ¿te desperté?
- No te preocupes por eso. De hecho… quería hablar contigo de algo, pero sin que los demás escuchen. ¿Podemos salir al balcón?
La chica arqueó una ceja, pero accedió. Estaba haciendo un poco de frío, pero a él no pareció importarle mucho. Mejor no molestar a los demás.
- Y bien, ¿de qué querías hablar?
- Antes que nada… todavía no te daba las gracias por habernos invitado a su fiesta. – dijo él, algo nervioso de abrir la conversación. – Aunque no lo parezca, la verdad me divertí mucho.
- Jaja, qué bueno, yo también. – dijo Yotsuba risueña. – Lástima que mi regalo no haya sido tan bueno como el que tú me diste.
- No, está bien. – dijo Fuutarou. – A decir verdad, creo que me vendrá bien para mejorar mi condición física. Aunque por un año entero parece un poco exagerado, pero lo usaré bien, lo prometo.
La chica lo había pagado y él no quería ser un ingrato de ninguna manera, así que lo mejor que podía hacer era aprovecharlo todo lo que pudiese.
- Pero bueno, hay otra cosa de la que quería hablar contigo. – continuó, en un tono más solemne. La chica lo miró con atención. – Estuve pensando, y creo que estuvo mal que aquella vez, no dejé que respondieras a mi pregunta.
- ¿Qué pregunta? – preguntó Yotsuba ladeando la cabeza.
En respuesta, Fuutarou levantó su libreta, y sacó la fotografía de su yo de doce años, junto con la niña Rena. Yotsuba la vio confundida, así que el chico procedió a explicar.
- Cuando las interrogué a todas sobre esto, no te di la oportunidad de responderme. – le dijo. – Simplemente asumí por default que no podías ser tú, y eso no estuvo bien. Así que te lo preguntaré ahora. ¿Eres tú la niña de esta foto, a la que conocí hace cinco años?
Se quedó mirándola fijamente a los ojos, casi sin parpadear. La chica también se mantuvo así, en ningún momento rompió el contacto visual. El único sonido era el viento invernal que soplaba en el balcón.
La chica finalmente relajó su expresión, y sin dejar de mirarlo, finalmente le respondió.
- No, no lo soy.
Fuutarou escuchó atentamente cada palabra. Sabía que Yotsuba era una pésima mentirosa, y que la voz la traicionaba cuando intentaba mentir. Pero lo dijo sin titubear, y en ningún momento dejó de verlo a los ojos. Eso le indicó que estaba diciendo la verdad.
Satisfecho, el chico Uesugi sonrió.
- Bien, era todo lo que quería saber. – Dobló la fotografía y se la entregó. – Ten, puedes quedártela.
- ¿Eh? ¿Pero por qué me la das?
- Porque ya no la necesito. – dijo Fuutarou. – He estado aferrándome a esos recuerdos del pasado durante demasiado tiempo. Eso es solo un recordatorio de lo que fui antes, pero las cosas cambian. Yo he cambiado.
- Pero, ¿y los recuerdos?
- No necesito esa foto. Siempre tendré esos recuerdos conmigo. Y de todas maneras, ya he avanzado mucho en el camino que elegí. Aunque Rena ya no me esté esperando del otro lado, tengo otras razones para continuar. Como mi familia, que siempre fue la principal después de todo.
Así era. Quizás Rena le dio el empujón inicial, pero él no había decidido tomarlo solo por la promesa que hizo. Estaba su familia, y su meta de dejar de ser una carga y, si era posible, ayudarlos a pagar sus deudas. Ese objetivo no había cambiado en absoluto.
- En ese caso, te apoyaré en todo lo que pueda. – aseguró Yotsuba. – Me aseguraré de estudiar mucho para sacar buenas calificaciones en el último trimestre, y que papá te pague extra por tus esfuerzos.
- Cuento contigo. – le dijo él. – Te advierto que no pienso contenerme, y seré todavía un profesor más duro contigo.
- Si no hay desafío no será divertido. ¡Shishishi!
La chica mostró su sonrisa dentuda mientras se reía, a la vez que él observaba de nuevo la vista nocturna de la ciudad. Por fin sentía que estaba cerrando totalmente ese capítulo de su vida, y se quitaba un enorme peso de encima.
Teniendo la certeza de que Yotsuba no era Rena, su pasado ya no lo atormentaría más.
A la mañana siguiente…
Tras pasar la noche en el apartamento, los Uesugi mayores se levantaron temprano. Bueno, relativamente hablando, ya que eran casi las diez de la mañana, y no todas las quintillizas se habían levantado para entonces. Itsuki los escoltó hasta la entrada y dijo que los despediría a sus hermanas. Raiha todavía estaba dormida, así que Fuutarou se la llevó cargando en la espalda, con mucho cuidado para no molestarla.
Mientras caminaban hacia la estación (Kintarou iba a tomar el tren para volver a casa), Fuutarou no podía dejar de pensar en todo lo sucedido anoche. Después de todo, no se había divertido tanto en Navidad en mucho tiempo.
- Wow, qué buena fiesta la de anoche. – dijo Kintarou. – Hay que hacer esto el próximo año, primo.
- Excepto la trampa bajo el muérdago, si no te importa. – dijo Fuutarou.
- Jaja, oye, ¿me vas a guardar rencor por eso? Admítelo, lo disfrutaste.
Fuutarou no se dignó responder, aunque el ardor en sus mejillas lo estaría delatando. Era extraño, pero a pesar de que ni Ichika ni Yotsuba habían usado lápiz labial que le dejase una marca, él sentía como si lo hubieran hecho. El rastro de ese doble beso bajo el muérdago no parecía tener intención de irse en un futuro cercano.
Pero lo más extraño de todo, era que él no estaba seguro de querer que se fuese. Dejando de lado lo vergonzoso de la situación, no le pareció tan malo.
- En serio, espero poder volver el próximo año. – dijo Kintarou, al ver que no le respondía.
- Si lo haces, tú también deberías traer regalos para todas, ¿no?
- Jaja, discúlpame, yo no soy el que tiene un trabajo bien pagado como tutor. – replicó el rubio. – Tengo mis prioridades, ¿sabes?
- Bueno, yo también.
Los dos siguieron caminando un poco. Al cabo de un rato, Fuutarou notó que estaban pasando por el lago donde se encontró con Rena, y no pudo evitar detenerse a mirar el muelle donde todavía estaban los botes.
- Hey, ¿pasa algo? – preguntó Kintarou.
Fuutarou no respondió de inmediato, ya que aún estaba inmerso en sus pensamientos. Habían pasado semanas de aquel encuentro, y aunque la herida todavía estaba allí, ya no le dolía tanto como antes. Quizás lo único que todavía resonaba en su cabeza habían sido las palabras de Rena: "Si esa chica te quiere, no la dejes ir".
Era lo único con lo cual todavía no sabía qué hacer. Tenía la extraña sensación de que había algo más debajo de ese mensaje, y no podía sacudírselo.
- Oye, ¿puedes sostener a Raiha por un momento?
El rubio levantó una ceja, pero accedió y cargó a su hermanita todavía dormida solo por un momento. Fuutarou salió corriendo hacia el muelle y se quedó mirando hacia el lago, recordando ese pequeño paseo en el bote. Era un recuerdo hermoso y a la vez doloroso.
Se metió la mano al bolsillo y sacó el amuleto que le dio antes de despedirse de él. No estaba del todo seguro por qué seguía llevándolo a todas partes. Quizás porque aún quería conservar un recordatorio de ese último encuentro. ¿Pero realmente debía hacerlo? ¿Valía la pena seguir aferrado de esa forma al pasado?
- "Ya no necesito esto." – pensó. – "De todas maneras, siempre tendré los recuerdos en mi corazón. Gracias por todo, Rena, y adiós."
Aunque supiera que Rena ya no estaría esperándolo al otro lado en el camino que eligió, había llegado muy lejos en él como para dar marcha atrás. Ahora solo quedaba seguir adelante, y trazarse un nuevo destino al cuál llegar. Apretó el amuleto en su puño y luego, con toda la fuerza que tenía, lo arrojó lo más lejos que pudo. Apenas pudo ver el pequeño salpicón que hizo en el agua antes de perderse de vista.
Hecho esto, volvió a donde lo esperaba su primo, que lo miró confundido.
- Oye, ¿qué fue eso?
- Nada. Solo necesitaba deshacerme de algo.
Volvió de nuevo a cargar a Raiha y continuaron su camino. Extraño, pese a estar cargando todavía el peso de su hermanita, sintió como si se la hubiesen aligerado. Tal vez, deshacerse de ese amuleto terminó de aliviar su carga.
Aún no estaba seguro de qué querría decir Rena con sus palabras, pero si se quedaba pensando en ellas, nunca lo averiguaría. Lo mejor sería seguir adelante y descubrirlo por sí mismo. Después de todo, su meta de ayudar a su familia todavía estaba presente, y eso no había cambiado, ni cambiaría nunca.
Esta historia continuará…
Notas del autor:
Bien, con esto creo que doy por concluido el "arco de Navidad". ¿Qué les pareció? La verdad es genial que a partir de este punto ya no estoy restringido por los eventos del canon para seguir una línea específica y puedo tomarme muchas más libertades. La verdad es que gocé mucho escribiendo las escenas de juegos con todos allí. Aparte, pude insertar de nuevo al primo rubio y darle una escena con Nino, ese es otro plus.
Ahora, dos detalles que seguramente habrán levantado algunas cejas. Primero, en la escena de Fuutarou y Yotsuba cuando él le deja la foto, seguro parece extraño que él no haya percibido su mentira, para los que sabemos toda la historia, ¿verdad? Bueno, la respuesta completa a eso la tengo en mi análisis de los personajes (pueden encontrarlo en Wattpad), pero en resumen, ella está diciéndolo en sentido de "lo fui, pero ya no lo soy", lo cual técnicamente no es una mentira. Esto será importante ya que, cuando toda la verdad sobre el encuentro salga a la luz, él deberá confrontarla al respecto, y a su vez ella deberá dejar de huir de su pasado para no seguir arrastrando más sus complejos personales. Y el segundo, la escena final, la verdad me dio un poco de coraje que cuando en canon "Rena" le dio el amuleto a Fuutarou, este no sirvió para absolutamente nada, y simplemente lo perdió por accidente, pero dijo "ah, no importa" sin tratar de recuperarlo. Aquí pensé que sería mucho más simbólico si se deshiciera de él por decisión propia. Tanto eso como darle la foto a Yotsuba son para darle un poco más de peso a su decisión de dejar el pasado atrás y seguir hacia el futuro, espero haber logrado el efecto deseado.
En el próximo, empezaré otro arco original. Planeo darle un poco de protagonismo a Ichika en él, y de nuevo servirá para sentar algunas bases de futuros acontecimientos, tanto involucrándola a ella como al propio Fuutarou (y a otros personajes secundarios). De nuevo, lamento si he dejado a las demás quintillizas algo relegadas (exceptuando a Nino, la verdad tener a Kintarou me ayuda mucho a no dejarla tan por fuera), aunque he estado escribiendo algo de Itsuki últimamente. Creo que aprovecharé de terminarlo para subirlo pronto, y que eso compense un poco su ausencia en esta historia.
Gracias por los reviews a AGGSS8 y AaronVS3. Al primero si lees esto, ¿serías tan amable de activar los PMs? No te pude agradecer apropiadamente al review debido a que los tienes desactivados, y me gusta responderle a todo lo que recibo de los lectores para estar más ordenado y hablar de manera más privada. Eso es todo, nos veremos en el siguiente, ¡sayonara!
