Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas

Por Fox McCloude

Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.


Capítulo 17: ¿Quién se merece tu ayuda?


Camino a la preparatoria Asahiyama…

Fuutarou apenas pudo dormir la pasada noche. Naturalmente cuando regresó a casa, sus padres y Raiha notaron que no se veía ni de cerca tan feliz como debería haberlo estado tras una cita exitosa. Y él también lamentaba que hubiese terminado en esa nota tan amarga, ya que solo quería pasar un rato agradable con Ichika. Y así fue, pero haberse enterado de esa forma de lo que sucedía en el club de natación y con Yotsuba sin duda no le sentó para nada bien.

Pero no podía pretender que no había oído nada y seguir con su vida. Aquella mañana, después de desayunar muy temprano, salió de la casa para dirigirse a la escuela como siempre lo hacía, pero no estaba concentrado en el camino. Todavía sentía que tenía que hacer algo, y ese pensamiento no lo dejaba tranquilo.

- "¿Pero qué se supone que haga? Ni siquiera sé quién es la chica que se está escaqueando fingiendo una lesión, o qué aspecto tiene. Diablos, me siento tan inútil."

En otro tiempo que ahora parecía muy lejano, simplemente lo habría dejado pasar sin importancia. Pero por más que le costara admitirlo, Yotsuba se había convertido en su amiga más cercana en la escuela, y no le gustaba la idea de permitir que se aprovecharan de ella sin al menos tratar de hacer algo. Esas chicas del club de natación no tenían derecho a solicitar su ayuda, cuando en realidad solo querían que ella les llevara el peso para no esforzarse.

- "¿Cuándo comencé a preocuparme tanto por ella?"

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de que había alguien frente a él y se chocó, deteniéndose bruscamente a poca distancia la entrada de la escuela. Estuvo a punto de disculparse hasta que vio quién era.

- Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí.

Había tres sujetos con el uniforme de su escuela frente a él. A dos de ellos no los reconoció, pero el tercero era el mismo del día anterior, el que acompañaba a la tal Mizumachi cuando se encontraron por casualidad en aquella cafetería. Este último lo estaba mirando con una sonrisa que no auguraba nada bueno.

- Tu nombre es… Uesugi, ¿verdad? Qué suerte tengo, esperaba encontrarme contigo para que pudiéramos hablar.

Antes de que Fuutarou pudiese preguntar o decir una sola palabra, uno de los dos secuaces le puso la mano en la boca para evitar que pudiese gritar, mientras los otros dos lo agarraron cada uno de un brazo y se lo llevaron por la fuerza. Trató de forcejear, pero aún con el entrenamiento que había hecho en los últimos meses no pudo competir con la fuerza de los tres al mismo tiempo.

- "Nota mental: tomar más en serio las visitas al gimnasio. Para que esto no vuelva a pasar."

El trío se lo llevó hasta una esquina alejada, fuera de los terrenos de la escuela, y el cabecilla lo estampó contra la pared bruscamente. Aunque le dolió, afortunadamente no se rompió nada y en cuanto pudo, se puso de pie para encararlos.

- ¿Qué les pasa, por qué hacen esto? – les preguntó, tratando de controlar los nervios.

- Tranquilízate. – dijo el líder. – Te dije que solo queremos hablar. O más bien, asegurarnos de que no te vayas de lengua.

- Oye, Tsuji, no seas aguafiestas. – dijo uno de los dos secuaces, tronándose los nudillos. – Déjame tirarle un par de dientes, ¿sí?

- Tal vez un ojo morado o dos. – agregó el otro, pero afortunadamente el líder, que aparentemente se llamaba Tsuji, los detuvo a ambos.

- Nada de eso. – les dijo con tono mandón. – Lo único que quiero es estar seguro de que nuestro amigo no va a ir de chismoso y delatar a Mizumachi por irse de pinta.

- ¿De qué estás hablando? – preguntó Fuutarou, tratando de permanecer imperturbable. – Si es por lo de ayer, no es como que yo pueda hacer algo, ¿o sí?

- No, pero por si pensabas hacer algo. – dijo Tsuji muy enfático. - ¿Sabes de lo que hablo?

Fuutarou tuvo que reprimir el impulso de tragar saliva, y al mismo tiempo tratar de mantener sus piernas rígidas para que no empezaran a temblar. No quería verse como un miedoso, a pesar de que por dentro estaba algo asustado de que empezara una pelea. Él prefería evitar el conflicto físico, y no solo por su propia integridad, sino para evitar dañar su reputación de alumno modelo.

No contar con amigos que lo respaldaran en una situación como esta sin duda le había jugado en contra, aunque fuese solo para enviarlos a pedir ayuda. ¿Pero quién acudiría en ese momento?

- ¡Oigan! ¿Qué creen que están haciendo?

Fuutarou y los tres buscapleitos voltearon en la dirección al oír un grito. En eso vieron llegar a alguien corriendo hacia ellos. Mientras Tsuji lo mantenía sujeto contra la pared, sus dos secuaces se pusieron en guardia para hacerle frente. Al principio no lo vio bien por estar a la sombra, pero cuando se acercó lo suficiente, vio que se trataba de…

- ¿Maeda? – exclamó al reconocerlo. El aludido le echó una mirada fugaz y dejó caer su mochila mientras se remangaba y se aflojaba el cuello de la chaqueta del uniforme.

- ¿Qué está sucediendo aquí? – preguntó.

- Nada que a ti deba importarte. – dijo uno de los secuaces. – Lárgate si no quieres tener problemas.

- A mí me parece que los buscaproblemas son ustedes. – replicó Maeda. – ¿Tres contra uno no les parece un poco injusto? Tal vez prefieran medirse conmigo.

- Ah, qué tierno, quiere defender a su amigo. Si así es como lo quieres… – replicó el otro, golpeándose la palma y tratando de echarle un puñetazo.

Maeda, ni corto ni perezoso, al instante se agachó y le dio una patada en las rodillas para derribarlo. El otro saltó a defender a su compinche, solo para recibir un golpe en el estómago que le sacó el aire antes de tirarlo encima de su compañero caído.

- Bien, ahora solo somos tú y yo, Tsuji-senpai. – dijo Maeda.

Fuutarou estaba bastante sorprendido con lo que estaba pasando. ¿Por qué Maeda había acudido en su ayuda? No era que no lo apreciara, obviamente, pero tampoco querría que fuera a meterse en problemas por algo que no era asunto suyo.

Tsuji, por su parte, soltó a Fuutarou momentáneamente para concentrarse en Maeda, que parecía listo para entrarse a puños con él. Podría haber salido huyendo en ese momento hacia la escuela, pero algo en él lo detuvo, y se quedó mirando a los dos que estaban tratando de levantarse luego de quedar aturdidos. Dudaba que fuesen a quedarse así, sin vengarse por los golpes recibidos.

- ¡Deténganse ahora!

Otra nueva voz se unió llamando la atención de todos. Fuutarou se llevó otra sorpresa de ver otra cara familiar. Esta vez se trataba de Takeda, pero no con su expresión sonriente de "niño bonito" habitual. Ahora estaba mostrando un gesto mucho más serio, incluso frío e intimidatorio, y tenía su teléfono celular en mano con la cámara apuntándoles.

- ¡Ja! ¿Otro más? – se mofó uno de los secuaces. – Bueno, no importa, también le daré su…

- ¡Aguarda, idiota! – exclamó el segundo, agarrándolo del hombro cuando estaba a punto de írsele encima. – ¿Qué no sabes quién es él? ¡Es Takeda, el hijo del director!

- ¡¿Qué dices?!

- Oh, es bueno ver que mi reputación me precede. – sonrió Takeda. Hablaba en un tono calmado, pero imperturbable. – Y creo que a mi padre le interesaría mucho saber que ustedes están peleando para que lo ponga en sus expedientes.

- No serías capaz. – intervino Tsuji, tratando de sonar intimidatorio, aunque Fuutarou notó el ligero temblor en su voz. – Nosotros no buscamos problemas, solo queríamos hablar con Uesugi, pero este tonto nos siguió. – agregó señalando a Maeda.

- Uno no se lleva a alguien a un callejón alejado solo para hablar. – se defendió este último, todavía con los puños levantados por si hacía falta usarlos.

- Maeda-kun, no hay necesidad de peleas aquí. – dijo Takeda. – Y tú, Tsuji-senpai, el semestre pasado ya te dieron una advertencia por faltar a clases. No creo que quieras que agreguen estar peleando o intimidando a otro estudiante a tu expediente, ¿verdad?

Tsuji y sus secuaces gruñeron, pero finalmente tomaron la decisión más sensata. Buscarse peleas o intimidar era una cosa, pero atacar al hijo del director de su escuela era una acción prácticamente suicida que les dejaría una mancha permanente, y tal vez les traería problemas con sus familias. En cuanto los tres agresores se marcharon, Fuutarou finalmente pudo dejarse caer de sentón, apoyándose con la pared contra la cual lo retenían antes, y se llevó la mano al pecho antes de exhalar aliviado.

- ¿Estás bien? – preguntó Maeda, extendiéndole la mano.

- Ahora lo estoy. – dijo aceptándola. – Gracias, fueron muy oportunos los dos.

- No hace falta agradecer. – replicó Takeda. – Solo fue suerte que pasaba, y vi que te llevaban a la fuerza. Pensé que algo andaba mal.

- A todo esto, ¿qué sucedió? – inquirió de nuevo Maeda. – Tú no eres del tipo que se busca problemas, ¿hiciste algo para hacerlo enojar?

- Si no les molesta, ¿por qué no mejor entramos a la escuela? Les explicaré todo, pero no quiero llegar tarde a clase.

Takeda y Maeda intercambiaron miradas fugazmente, pero aceptaron su punto, y tras Fuutarou recoger su mochila (los idiotas se la habían quitado cuando lo agarraron a la fuerza y la dejaron tirada), se dirigieron de vuelta a la entrada de la escuela a toda prisa. Aunque todavía no iban tarde, si estos dos querían una explicación, Fuutarou no se sentía de humor para explicar en ese momento.

Primero necesitaba unos minutos para calmarse el corazón y regular su propia respiración. De verdad se había llevado un susto de creer que se vería involucrado en una pelea escolar.

Todavía faltaban diez minutos para el inicio de clases, así que una vez que se sintió tranquilo, Fuutarou les pudo explicar lo que había sucedido. Para no alargar de más, Fuutarou les contó cómo de casualidad vio a Tsuji con Mizumachi en una cafetería el día anterior, cuando la segunda se suponía que estuviese en una competencia del equipo de natación. El encontronazo que acababa de suceder se debía a que él "sabía demasiado", por haber descubierto accidentalmente todo ese embrollo.

- Ya veo. – dijo Maeda. – ¿Y no planeas hacer nada?

- Eso quisiera, ¿pero qué puedo hacer? – dijo Fuutarou. – No es como que pueda ir allá para decirle a Yotsuba que solo la están utilizando, y sin tener pruebas.

- Yo diría que eso es exactamente lo que deberías hacer. – dijo Maeda.

- Pero coincide con las clases de la tarde, y tendría que faltar.

- ¿Y qué es más importante para ti? ¿Tu amiga que te necesita, o tu registro de asistencia perfecto?

Fuutarou estuvo a punto de abrir la boca y responder que era obvio, pero se quedó quieto. Al inicio de ese año escolar habría dicho que su registro de asistencia era lo más importante (superado únicamente por sus calificaciones en los exámenes), pero ahora eso había cambiado. Él quería ayudar a Yotsuba, e impedir que esas chicas sin escrúpulos se aprovecharan de ella.

- Aunque fuera, no puedo ir y decirle lo que pasa si no tengo pruebas. – explicó Fuutarou. – Ni siquiera sé quién es la miembro del club que supuestamente fingió una lesión para que Yotsuba la reemplace, esa tal Makio o como se llame.

- Eso se resuelve fácilmente. – intervino Takeda. – En mi clase hay una miembro del club de natación. Su nombre es Okiko Maki, y por lo que sé es la única miembro de segundo que queda en el equipo, aunque ha estado poco interesada en competir. Parece que quieren disolver el club al final de este año.

- Maki… Okiko… sí, ya veo de dónde salió el apodo. – dijo Fuutarou, juntando las piezas, o mejor dicho, las sílabas. – ¿Pero qué quieres que haga? No puedo ir a tu clase, tomarle fotos o grabarla. Parecería un acosador o un degenerado.

- De eso no te preocupes. – aseguró el niño bonito. – Si se lo pido amablemente, no creo que se niegue. Solo necesito enviarte las pruebas. Tienes un teléfono que puede recibirlas, ¿no?

Fuutarou sacó su Smartphone, el mismo que Ichika le había regalado y se lo enseñó. Takeda y él intercambiaron números y direcciones de email para contacto, y ya que Maeda se encontraba con ellos, ofreció hacer lo propio, en caso de que alguna otra vez tuviera problemas con Tsuji o alguno de sus compinches.

Tras guardar la información y ver sus relojes, Maeda y Takeda se fueron a sus respectivos salones, mientras Fuutarou se dirigía al suyo a ocupar su puesto antes que sonara la campana de inicio. Las palabras de Maeda todavía resonaban en su cabeza. En ese momento, realmente quería ir a ayudar a Yotsuba, aunque eso significara que tendría que saltarse las clases de la tarde.

- "De todos modos mi registro de asistencia ya está manchado." – dijo al recordar cuando estuvo hospitalizado por la pierna rota. – "Faltar medio día no hará mucho daño de todos modos."

Era un sacrificio pequeño por una buena causa. Concretamente, por ayudar a una amiga que realmente lo necesitaba, aunque ella no lo supiera en ese momento.


En otra parte, mientras tanto…

A diferencia de Fuutarou, Ichika ni siquiera asistió a clases aquel día. Sin tener tiempo para explicarles a las demás lo que iba a hacer, se levantó temprano (algo que para ella era una hazaña improbable) y se dirigió a la estación para coger el tren. Necesitaba un boleto hacia la estación de Kanayama, y por las prisas ni siquiera desayunó; así que tuvo que pasar por una cafetería para ir a pedir algo rápido (incluyendo un café expreso para mantenerse despierta), antes de dirigirse a la piscina olímpica donde sería la competencia.

Aunque eso ahora le presentaba otro problema: no tenía nada más que hacer hasta después del mediodía, ya que la competencia sería por la tarde.

- Creo que vine demasiado temprano. – murmuró mientras miraba su teléfono.

Para pasar el tiempo no hacía otra cosa que reproducir la conversación que grabó en la cafetería, cuando encontraron por casualidad a esa miembro del club de natación en su cita, una y otra vez. La mayor de las Nakano lamentaba que eso hubiera ocurrido; tan agradable que estaba resultando todo, y el día tuvo que terminar con eso.

- No pienses en eso ahora. Hay cosas más importantes. – se dijo a sí misma.

Así era. Después de todo, ella había asumido su papel desde hacía años, después de que su madre falleció. Era la mayor, y por ende tenía que ser responsable de cuidar a sus hermanas en su ausencia.

Cierto, cuando se trataba de hacer las tareas de la casa prefería delegarlo en Nino, quien era mucho mejor en esa área, y si la gente la llamaba una floja dormilona y desordenada, no se molestaba en negarlo porque sabía que era cierto. Pero cuando se trataba de cosas importantes, incluyendo si alguna de sus hermanas estaba en problemas, ella siempre estaría allí sin dudarlo.

Por eso, al saber que había gente sin escrúpulos tratando de explotar de manera egoísta la amabilidad de Yotsuba, supo que no se podía quedar sin hacer nada.

Su tren de pensamiento se interrumpió cuando su teléfono comenzó a repicar melodiosamente. Reconoció el tono al instante por el contacto asignado, y no pudo evitar sonreír pese a lo serio de la situación. De inmediato pulsó el botón para contestar.

- ¿Hola, Fuutarou-kun?

- Ichika, tengo buenas y malas noticias. – dijo él sin rodeos al otro lado de la línea. Siempre directo al punto. – Encontré a la miembro del equipo de natación que fingió estar lesionada para reemplazar a Yotsuba. Solo debo esperar a que un conocido que está en su salón me envíe la evidencia que necesitamos.

- Oh, eso definitivamente son buenas noticias. – dijo la Nakano mayor sonriendo. – Pero entonces, ¿cuáles son las malas?

Fuutarou se quedó en silencio momentáneamente, como si le diera vergüenza decirlo. Finalmente, tras unos pocos segundos, confesó en voz baja, evidentemente para para que nadie más pudiera oírlo.

- Que… todavía no tengo idea de cómo enviártelos al teléfono. Aún tengo dificultades con todo lo que hace este aparato.

- Cielos, luego de esto tendré que darte un curso rápido. – dijo Ichika, haciendo un mohín. – Pero dejando eso de lado, ¿qué vas a hacer entonces?

- ¿Qué no es obvio? Tendré que ir allá en persona y mostrarle a Yotsuba la evidencia yo mismo. – dijo el chico. – Para que sepa que la están engañando.

- ¿Seguro que está bien que vengas? – preguntó Ichika. Aunque la evidencia podría ser muy útil, no quería obligar a Fuutarou a faltar a clases solo por eso.

- Ya falté tres semanas completas cuando me rompí la pierna. Medio día más no hará mucha diferencia, y es por una buena causa. Haré esto por Yotsuba.

Ichika sonrió. Le agradaba que el chico se preocupase por su hermana tanto como ella misma lo hacía. Era solo otra de las razones por las que le gustaba tanto. Pero ahora no había tiempo de desvariar en ello. Había cosas más importantes que atender.

- De acuerdo. Sí recuerdas bien la dirección, ¿verdad? – preguntó Ichika solo para estar segura.

- Sí, descuida. Pero no podré salir de aquí hasta el descanso del almuerzo. ¿Te las podrás arreglar sin mí hasta que llegue?

- Haré lo que pueda. – dijo Ichika. – Me quedaré vigilando el área por si Yotsuba aparece.

- Bien, cuento contigo. Nos veremos allá.

Acto seguido cortó la llamada. Ichika volvió a mirar detenidamente. La competencia iniciaría luego de mediodía, y para eso todavía faltaba tiempo. Lo más que podía hacer de momento era esperar hasta que Yotsuba y el equipo de natación de Asahiyama aparecieran.

- "Nadie se aprovechará de la amabilidad de mi hermana y se saldrá con la suya. No en mi guardia."

En eso, vio que comenzaban a llegar frente a la piscina olímpica algunos autobuses escolares. La Nakano mayor abrió los ojos, y se puso alerta, en busca del de Asahiyama. Los equipos que iban a participar de la competencia de natación se bajaban sin prisa y comenzaban a amontonarse frente a la entrada del complejo, lo que cada vez más le iba a dificultar la tarea de encontrar a su hermana.

- Yotsuba… ¿dónde estás?

Pasaron varios minutos, y siguieron llegando dos, tres autobuses más, pero nada que apareciera el que traería a Yotsuba. Y a medida que llegaba más gente se dio cuenta de otra cosa: ¿cómo se suponía que iba a llamar su atención?

Había traído el kit necesario de peluca y lazo para hacerse pasar por ella, y no muy lejos de allí había un pequeño callejón donde podrían cambiarse de ropa sin que nadie se diera cuenta. La pregunta era, ¿cómo atraerla hasta allí sin que nadie más viniera y las descubriera?

Podría gritar que había un acosador, pero eso arriesgaba a que le viniera todo mundo en montón, y eso no le convenía. Por otro lado… había otra forma un poco menos complicada, y a veces el mejor escondite era a plena vista.

- ¿Por qué no pensé en eso antes? – dijo mientras registraba el bolso. Tenía no solo el disfraz para Yotsuba, sino para el resto de sus hermanas.

Sacó una peluca larga color magenta y un par de listones de mariposa, y se los puso en el acto para convertirse en Nino. En el caso de que la chica Mizumachi hubiese ido con el chisme al resto, no tenía que ir como ella misma. Solo tenía que hacerse pasar por una de las demás y nadie, a excepción de Yotsuba quizás, sospecharía nada.

Y lo hizo justo a tiempo, pues en ese instante llegó el autobús de Asahiyama, y el equipo de natación comenzó a bajar. Apenas vio a Yotsuba, tomó un profundo respiro y salió. Era el momento de la verdad.

- Muy bien, ya estamos aquí. – oyó decir a la chica que parecía ser su capitana. – ¡Vamos por todas, chicas!

- ¡SÍIIIIIIIIIII! – exclamaron todas al unísono, incluida Yotsuba.

- ¡Yotsuba! ¡Yotsuba, aquí estás! – exclamó, tratando de actuar como si hubiese corrido un maratón, deteniéndose jadeando. – Uff… hasta que al fin te encuentro.

- ¿Nino? ¿Qué estás…? Espera tú eres…

- ¡¿Tienes idea del rato que llevo buscándote?! – exclamó, interrumpiéndola antes de que fuera a delatarla, y sonando lo más posible como lo haría Nino. – Eres una torpe, ¿lo sabías? ¡Mira que dejar tu teléfono en el apartamento!

Mostró el susodicho aparato para enfatizar su punto y hacer su actuación todavía más convincente. Por lo que podía ver por la esquina del ojo, todas las presentes estaban sorprendidas, más ninguna parecía sospechar de nada extraño todavía. Buena señal.

- Discúlpame. – dijo la aparente capitana del equipo de natación, acercándose. – ¿Eres amiga de Nakano-san?

- Soy su hermana, de hecho. Nino Nakano, es un gusto. – dijo, de nuevo interviniendo antes que Yotsuba (que seguía muy confundida) se fuera de lengua. – Disculpen la intromisión, vine para traerle a mi querida hermanita su teléfono, y también porque necesito decirle algo muy importante. ¿Podrían disculparnos un momento?

- Pero la competencia está por iniciar, en menos de media hora.

- No me tardaré más de cinco minutos. Diez cuando mucho. – aseguró Ichika. – Es algo muy importante, asunto de hermanas.

La capitana la vio con algo de suspicacia, pero terminó por acceder, y dando las gracias Ichika prácticamente arrastró a Yotsuba a la fuerza hacia el callejón que vio antes, y una vez allí, se quitó la peluca de un tirón tras asegurarse que no había nadie mirando.

- Ichika, ¿qué estás haciendo aquí? – le preguntó. – ¿Y por qué estás disfrazada como Nino?

- Por si las dudas. – dijo la hermana mayor, hablando en voz baja solo por si a alguien se les ocurría seguirlas. – Escucha, Yotsuba, en realidad venía para advertirte. Las del club de natación solo te están utilizando.

- ¿Qué dices? – La chica del lazo ladeó la cabeza. Parecía estar cada vez más confundida.

- Están planeando hacerte competir en más de un evento, ¿no es así? – dijo Ichika.

- Bueno, sí, pero eso es porque una de las que iba a competir se lastimó y la otra está enferma.

- ¿Y no te parece extraño? Es decir, ¿que se haya enfermado justo cuando ya la competencia estaba encima, y casualmente tú te ofreciste como reemplazo?

Yotsuba abrió los ojos ligeramente. Parecía querer replicar, pero esta vez no fue capaz de hacerlo. Al parecer, no se le había ocurrido antes y eso la había dejado pensando. Sin embargo, Ichika podía ver que su hermana no estaba totalmente convencida, así que cogió su teléfono y reprodujo la grabación de la conversación del día anterior.

- Esa voz…

- ¿Te suena familiar? – preguntó Ichika. – Es Mizumachi, la que te dijeron que estaba enferma.

- T-tal vez… es solo una coincidencia. – dijo Yotsuba, aún sin estar totalmente convencida.

- No lo es. Mira, Fuutarou-kun podría confirmártelo. Él también estaba allí conmigo cuando la encontramos por pura casualidad cuando estábamos en nuestra cita. Solo fingió estar enferma para poder salir con un chico.

- ¿Uesugi-san? – Ahora Yotsuba se veía todavía más confundida.

- Yotsuba, lo digo en serio. Sé que les prometiste ayudar, pero en realidad solo quieren aprovecharse de ti para que las hagas ganar sin esforzarse.

- Eso no… aunque fuese cierto, ya les prometí que actuaría de reemplazo por Makio-san, que se lastimó. – insistió Yotsuba.

Ichika tuvo que contener el impulso de suspirar. Yotsuba era una chica muy amable, y siempre asumiría lo mejor de los demás por default. El problema con eso era que podía ser muy ingenua, y no se daría cuenta de que alguien tenía malas intenciones a menos que tuviera pruebas irrefutables de ello.

- Bien, si no vas a tomarme la palabra, ¿se la tomarías a Fuutarou-kun? – prosiguió la mayor. – Seguro ya viene en camino con las pruebas que necesitas.

Yotsuba todavía seguía dudosa, pero la mención de Fuutarou pareció tener el efecto que Ichika estaba buscando. Pero todavía faltaba darle el empujón final para convencerla.

- Hagamos algo; tú espera aquí a que Fuutarou-kun llegue, y yo ocuparé tu lugar mientras tanto en la competencia. – dijo mientras sacaba de su bolso la peluca naranja y un lazo verde idéntico al que Yotsuba llevaba. – No voy a dejar que mi hermanita ayude a personas que no se lo merecen. ¿Quieren ayuda? La tendrán, pero no será la que esperan.

Acto seguido urgió a su hermana a que se diera prisa e intercambiaran la ropa que llevaban, mirando a cada tanto que no hubiese nadie mirándolas. Yotsuba seguía reacia y tuvo casi que desvestirla a la fuerza. Aunque la cuarta hermana fuera la más fuerte físicamente, siempre se volvía una frágil corderita cuando Ichika se ponía en modo de "hermana mayor", igual que todas las demás. Hacía mucho tiempo que no hacía eso y realmente odiaba tener que apelar a ello, pero lo hacía por su bien.

- Ichika, ¿de verdad estás segura de esto? – preguntó Yotsuba una vez que terminaron de cambiarse.

- Lo estoy. – aseguró la mayor, cogiendo la bolsa deportiva de Yotsuba y dejándole la suya. – Cuida esto por mí, ¿de acuerdo?

Y sin decir más, se dirigió hacia donde estaban todas las demás esperándola. Todas tenían cara de estar muy impacientes, así que Ichika de inmediato se metió en el papel y empezó a poner sus dotes de actuación en uso.

- Disculpen por la tardanza, pero ya estoy lista. – les dijo.

- Qué bien, nos preocupábamos de que estabas tratando de escaparte o que te llevaron a la fuerza.

- Ay no, ¿cómo creen? ¡Yo jamás falto a mis promesas, se los aseguro!

En ese instante, casualmente abrieron la puerta de la piscina olímpica y los equipos que iban a participar de la competencia comenzaron a ingresar al edificio. Ichika decidió hacer su actuación todavía más convincente y alzó su puño en el aire.

- ¡Muy bien, equipo! ¡Hora de dar lo mejor para ir a las nacionales! ¡Vamos a ganar!

- ¡SÍIIIIIIII! – gritaron todas las demás.

Siendo una actriz, Ichika era capaz de saber cuándo la gente era sincera y cuándo estaba fingiendo, así que ella supo que ese entusiasmo que mostraron era falso. Realmente detestaba usar su talento para engañar, pero era por una buena causa.

De todas maneras, ella era la segunda mejor nadadora de su familia después de Yotsuba, así que tal vez no se darían cuenta hasta que fuera demasiado tarde, y no podrían acusarla de hacerlas perder por falta de esfuerzo. Estas chicas realmente merecían un buen escarmiento, y ella se ocuparía de dárselos.


Un poco después, en Asahiyama…

Fuutarou no recordaba la última vez que una mañana de clases se le hizo tan larga, al menos desde sus días de primaria, cuando no le importaba tanto estudiar. De hecho, en un par de ocasiones le llamaron la atención por estar distraído, aunque no podía evitarlo. Estaba impaciente por poder salir de la escuela, en cuanto recibiera el mensaje de Takeda con la evidencia que necesitaba. Afortunadamente, este llegó casi al terminar la última hora de clase antes del almuerzo, y apenas sonó la campana, echó a correr fuera de la escuela, y aunque le preocupaba encontrarse con Tsuji o sus secuaces, no los vio por ninguna parte.

Gracias al entrenamiento que llevaba haciendo por meses con Yotsuba, no se cansó de inmediato al ponerse a correr por la calle. Avanzó sin detenerse, salvo en los cruces peatonales, y enfrente de una máquina expendedora para tomarse algo por el camino hasta que llegó a la estación. Se arrepentiría luego de saltarse el almuerzo, pero de nuevo, se recordó lo que estaba haciendo y por qué. O más bien, por quién.

Ahora que se encontraba en el vagón de camino hacia la piscina olímpica, iba de pie sujetándose del cordón con una mano, mientras con la otra revisaba su teléfono. Takeda le había enviado varias fotos donde aparecía una chica risueña con sonrisa tonta (más que la de Yotsuba, si eso era posible), donde hacía poses por todos lados incluso saltando y corriendo, sin evidenciar absolutamente nada que indicara una lesión, o algo que le impidiera competir. Eso era lo que necesitaba, mostrarle a Yotsuba que le habían mentido.

- Gracias por esto, te lo debo. – murmuró mientras tecleaba el mensaje de respuesta, para que Takeda supiera que lo había recibido. Hecho esto, entró en los contactos y buscó el número de Ichika, necesitaba avisarle que ya iba en camino.

- ¿Hola, Fuu… Uesugi-san? – respondió del otro lado. – ¿Sucede algo?

Fuutarou arqueó una ceja. Reconoció la voz de Ichika, e inmediatamente notó como cambiaba el tono y la forma de llamarlo a como hacía Yotsuba. ¿Se estaba haciendo pasar por ella?

- Solo quería avisarte que ya voy en el tren. Calculo que llegaré a la estación de Kanayama en unos diez minutos.

- Qué bien, me alegra escuchar eso. – dijo Ichika. De nuevo, notó que ella usaba un tono chillón que, si bien sonaba convincente, él podía notar que era actuado. Luego empezó a hablar en un tono mucho más discreto. – Escucha, no tengo mucho tiempo así que solo diré esto: busca a Yotsuba fuera del edificio. Yo me haré cargo de lo demás.

- ¿Puedo preguntar a qué te refieres con "hacerte cargo"? – inquirió él. Tenía una ligera idea, pero no podía evitar sentirse preocupado si era lo que sospechaba.

- Después te lo explicaré. Hablamos luego, ¿sí? Adiós.

Y sin más, Ichika le colgó. Sin más que hacer, no le quedaba sino esperar a que el tren llegara a su destino, así que exhaló profundamente mientras miraba por la ventana.

Ichika le dijo que buscara a Yotsuba fuera del edificio, así que juntando las piezas no era muy difícil deducir lo que habría sucedido. Seguramente logró interceptarla en cuanto llegó, y de alguna manera logró cambiar de lugares con ella. Eso era lo que le preocupaba un poco: por buena que fuera la actuación, siempre había riesgo de ser descubierta.

- "Vamos, date prisa." – pensó, deseando que el tren pudiera ir más rápido. Su único consuelo era que la piscina olímpica estaba a no más de cinco minutos a pie, así que no tendría problemas para llegar, pero la espera se le iba a hacer eterna hasta que llegara a la estación de Kanayama.


En el vestidor de la piscina olímpica…

Cuando nadie la estaba viendo, Ichika metió su peluca en la bolsa deportiva, y se tapó el cabello con el gorro de natación mientras se preparaba. Era una suerte que lo tuviera tan corto, ya que así podía ocultarlo totalmente y nadie notaría la diferencia. El hecho de ser quintillizas y tener cuerpos idénticos era otro plus.

- Nakano-san, ¿ya estás lista?

- Más lista imposible. – dijo fingiendo un tono lo más alegre y entusiasta posible. – Voy a dar todo para ayudarnos a ganar.

- Más te vale. Recuerda que contamos contigo en esos tres eventos, no nos decepciones.

Ichika asintió firmemente, aunque por dentro realmente se sentía furiosa por la hipocresía de esta chica. Claro que iban a sufrir una gran decepción, pero eso era lo que se merecían por aprovecharse de la buena voluntad de su hermana.

- "Hacía mucho que no usaba uno de estos. Está algo apretado." – pensó, mientras estiraba un poco el traje de baño de competencia para acomodárselo.

Ichika sabía que no era tan buena atleta como Yotsuba, pero en secundaria fue miembro del club de natación y del de tenis en años diferentes, aunque los trató más como un pasatiempo y una forma de mantenerse en forma que un verdadero interés. Después de todo, ya por ese entonces estaba despertando más su vocación hacia convertirse en una actriz.

- ¡Atención a todas las competidoras, favor dirigirse hacia la piscina central! ¡La competencia está a punto de comenzar, con los 200m estilo libre individual!

Afortunadamente, a ella no le tocaba todavía. Podía simplemente disfrutar del espectáculo, ya que a ella le tocaban los 400m individuales en estilos múltiples, los 200m mariposa, y ser la última en los relevos. Por lo que sabía, la primera y la tercera eran las competencias que valían más puntos, y por eso habían colocado a Yotsuba en ellas, para asegurar su pase a las nacionales.

- "No entiendo por qué les importa ir, si de todas maneras no se van a esforzar allá tampoco."

Quizás simplemente fueran del tipo de personas que buscaban obtener recompensas por el mínimo esfuerzo. Desde la perspectiva de Ichika, si deseabas obtener algo, pero no tenías la pasión para perseguirlo y esforzarte por ello, no merecías tenerlo. Ella soñaba con ser actriz desde hacía tiempo, y sabía que la única forma de lograrlo era tomar la iniciativa.

Para darles crédito, al menos durante la primera competencia pudo ver que la nadadora de Asahiyama puso algo de esfuerzo mientras nadaba, y logró el tercer lugar de la clasificación. Tuvo que esforzarse mucho por parecer alegre mientras la felicitaba, pese a que por dentro sentía casi hervir de rabia. Ella no era mucho de expresar enojo o furia, prefiriendo mantener siempre una sonrisa por bien de paz, pero hoy, realmente se le estaba haciendo difícil contenerlo.

Si bien estaba preparada para "ayudar" a estas chicas para que su hermana no tuviera que hacerlo, realmente no quería, y solo era para cubrir apariencias hasta que la competencia terminara o que Yotsuba se decidiera a confrontarlas.

- "Fuutarou-kun llegará en cualquier momento. Espero que él sea capaz de convencer a Yotsuba."

Si ella no pudo, no le quedaba más que confiar en él. Tenía la certeza de que él sí podría, sobre todo si traía consigo las pruebas irrefutables en la mano.


Afuera, poco después…

Apenas se abrió la puerta, Fuutarou casi salió de un salto fuera del tren, y abandonó la estación tan rápido como pudo. Sin embargo, tras correr una cuadra y media por inercia, se percató de que ni siquiera había visto bien la dirección, pero afortunadamente vio un plano en una parada de autobús del área, que le indicó que solo tenía que dar un par de vueltas a dos cuadras de donde se encontraba en ese momento.

Mientras esperaba en un cruce, el chico sacó su teléfono y colocó las fotos que le envió Takeda en modo diapositiva para mostrárselas a Yotsuba apenas la viera. Vio el edificio de la piscina olímpica, pero Yotsuba no se veía por ninguna parte.

- Vamos, ¿dónde estás?

Podría haberse puesto a llamarla, pero no quería atraer la atención gritando. Así que ni modo, solo le quedaba verificar el perímetro a la antigua. Ichika le dijo que ella lo estaría esperando, y realmente él no creía que fuese tan tonta como para abandonar su posición.

- ¿Uesugi-san?

Y con toda certeza, la oyó llamándolo, y se giró al instante. Notó que llevaba la ropa y el bolso de Ichika, y se le hizo muy raro verla de ese modo. Cuando no llevaba el uniforme de la escuela, estaba más acostumbrado a verla con ropa deportiva como chándales o sudaderas.

Pero lo más notable, obviamente, era que hoy se notaba más apagada de lo usual, en lugar de estar con su expresión alegre, y eso no le gustaba verlo en absoluto.

- Grandioso, aquí estás. ¿Imagino que Ichika ya te explicó todo?

- Sí, pero… aún me cuesta creerlo. ¿De verdad me mintieron? – preguntó Yotsuba, todavía con expresión incrédula.

- Siento decírtelo, pero así fue. – aseguró él, sacando el teléfono para enseñarle las fotografías de Makio. – Compruébalo tú misma.

Le entregó el dispositivo, y de inmediato vio como ella pasaba las diapositivas una tras otra, y su expresión pasaba de la incredulidad al enojo y la decepción. De nuevo, no le gustaba verla así, y no solo por costumbre, sino porque realmente a él tampoco le agradaba que alguien se aprovechara de su amabilidad. Era una amiga valiosa para él, después de todo.

- No puedo creerlo. ¿Entonces solo fingió estar lesionada para que yo tomara su lugar?

- Necesitaban hacerlo creíble. – dijo Fuutarou. – Fueron astutas; sabían que no ibas a aceptar si legítimamente no les faltaba alguien.

Así era. El club de basquetbol estaba corto de miembros y necesitaban suplentes para ese partido, y al de atletismo les faltaba uno para poder participar en el maratón. ¿Pero el de natación? Simplemente buscaban que ella les llevara el peso, solo porque no querían esforzarse por sí mismas para ganar.

Yotsuba le entregó de vuelta el teléfono cuando no pudo seguir viéndolo más. Estaba claro que el peso de descubrir el engaño había sido mucho para ella, ya que retrocedió y se apoyó contra una pared, antes de deslizarse hasta quedar sentada.

- Soy una tonta. ¿Cómo pude dejarme engañar así? – se preguntó.

Meses atrás, Fuutarou probablemente le habría dicho "sí, eres una tonta por ser tan crédula". Pero pasar tiempo con ella lo había hecho más… receptivo a sus sentimientos, y en ese momento algo le decía que no debería echarle más sal en la herida. Necesitaba ánimos, no sermones.

- No, no lo eres.

Yotsuba alzó la mirada. Pudo ver que estaba luchando por retener unas lágrimas; así la había afectado el engaño del club de natación.

- Es solo que a veces eres demasiado amable. – continuó. – Asumes lo mejor de los demás por defecto, y por eso se aprovecharon de ti. No es tu culpa que aceptaste ayudar a quien no se lo merece.

- Uesugi-san…

- No vale la pena que te atormentes por eso. Vamos, ponte de pie. – insistió Fuutarou. – Ichika tendrá todo bajo control, así que puedes irte a casa tranquila. Si quieres, yo mismo iré a decirles una o dos cosas al respecto.

No sabía de dónde le nació ese deseo de confrontar al club de natación, y francamente no le importaba. Lo único que quería era que Yotsuba volviera a ser la misma de antes y dejara de atormentarse por haber cometido un error que ni siquiera fue culpa suya.

Yotsuba se puso de pie y tras frotarse los ojos, de pronto recuperó su sonrisa y su aplomo.

- Gracias, Uesugi-san. Pero no puedo dejar que Ichika ni tú se encarguen de esto. Iré yo misma y les diré lo que pienso en persona.

- Pues adelante. Estaré justo detrás de ti si necesitas algo.

- ¡Gracias! ¡Vamos, entremos rápido!

En cuanto Yotsuba se dio la vuelta para empezar a correr hacia la entrada de la piscina olímpica, Fuutarou esbozó una sonrisa. Estaba tan acostumbrado a verla siendo alegre y entusiasta que simplemente no soportaba verla enojada o deprimida, así que haberla ayudado a recuperar sus ánimos le hizo sentirse muy satisfecho consigo mismo. Sin decir más, él también corrió detrás de ella.

Una vez que estuvieron adentro, desde las tribunas de los espectadores ambos se llevaron una sorpresa: el equipo de Asahiyama estaba reunido cerca del borde de la piscina, todas rodeando a una de sus miembros en medio de lo que parecía ser un sermón. Incluso entre los murmullos de la multitud, hablaron lo suficientemente alto como para que ellos los oyeran.

- ¿Qué fue lo que pasó allá? ¡No fuiste ni de cerca tan rápida como en las prácticas!

- ¡Lo siento! ¡Creo que me dio un calambre o algo por el estilo!

- ¡Contábamos contigo, Nakano-san! ¡Los puntos del primer lugar eran muy importantes, te lo dijimos!

- ¡Recuerda nuestra meta, ir a las nacionales!

Fuutarou sintió una punzada de rabia al escuchar eso; menuda hipocresía. Pudo ver que Yotsuba apretaba el barandal, y parecía que en cualquier momento iba a saltar para confrontarlas.

De hecho, eso fue exactamente lo que hizo, cuando parecía que la discusión estaba a punto de escalarse sobre Ichika. Sin avisar, saltó por encima del barandal y aterrizó abajo antes de dirigirse a toda velocidad hacia ellas, ignorando totalmente al personal de seguridad que empezaron a gritar que los espectadores no tenían permitido ingresar allí.

- ¡Yotsuba, espera! – gritó Fuutarou. ¿Era necesario armar ese alboroto? Podría haber esperado al receso para verlas en los vestidores.

- Muy bien, ya es suficiente. – dijo Yotsuba, interponiéndose entre Orizuka e Ichika. – Dejen de culpar a mi hermana, aquí la única culpable soy yo.

- ¿Nakano-san? Pero si tú estás aquí… ¿entonces tú eres…?

- ¿Oh, así que por fin se dan cuenta? – dijo Ichika, levantándose las gafas protectoras, pero todavía imitando el tono chillón de Yotsuba. – En efecto, yo no soy Yotsuba, y creo que ella puede confirmarlo.

- Yo soy la verdadera Yotsuba. Es obvio que cambiamos de lugar antes de entrar, cuando me llevaron. Lamentamos mucho la confusión.

- ¿Por qué hicieron eso? – protestó Orizuka. – ¿Te das cuenta de los problemas que eso nos causaría? Bueno, pero si ya estás aquí, más vale que tomes responsabilidad y nos ayudes como prometiste.

- No. – dijo Yotsuba, simplemente, sorprendiendo a todos. Especialmente a Orizuka, obviamente.

- Nakano-san, no es momento para bromas. Hicimos un trato, ¿recuerdas?

- Sí, el trato era que yo sustituiría a Makio-san y Mizumachi-san, ¿verdad? – dijo Yotsuba. – Pero pasa que me acabo de enterar que Makio-san no está lesionada, y Mizumachi-san tampoco estuvo enferma para faltar hoy.

Inmediatamente todo el club palideció ante las palabras de Yotsuba. No sonaba enojada en absoluto, aún mantenía un tono relativamente tranquilo, tal vez hasta alegre, y eso, Fuutarou debía admitirlo, era un poco aterrador. No quería imaginarse cómo sería si realmente se enojaba.

Ichika, por su parte, estaba sonriendo con orgullo de ver a su hermanita confrontar a los miembros del club de natación. Entretanto, la gente en las tribunas había empezado a murmurar, y hasta el personal de seguridad estaba tan absorto que todavía no estaban tratando de sacar a nadie. Demasiado espectáculo para ignorar, aparentemente.

- Acepté ayudarlas porque pensé que realmente me necesitaban. – prosiguió Yotsuba, con un tono un poco más serio. – Pero ustedes solo me querían para que les llevara el peso en la competencia, ¿verdad? Me mintieron, y eso no me agradó nada.

- Nakano… Yotsuba-san, no fue nuestra intención, nosotras de verdad…

- Creo que aquí las palabras sobran. – intervino Ichika, sacándose el gorro para revelar su pelo rosa corto. – Mi hermanita acaba de dejar muy clara su posición. Y a mí tampoco me gustó que la hayan engañado de ese modo, ¿saben?

Naturalmente, todas estaban desconcertadas, y los murmullos entre la multitud se intensificaban, al grado que empezaban a volverse gritos. Fuutarou alcanzó a oír cosas como "¡Qué sinvergüenzas!", "¡No merecen estar aquí!", "¡¿Cómo se atreven a engañar a esa chica?!". Cada grito era como si les lanzaran un dardo y casi podría jurar que se estaban encogiendo de la vergüenza que estaban pasando, y lo peor era que había cámaras de televisión y gente grabando con sus propios teléfonos.

- Vámonos, Yotsuba. – dijo Ichika. – Ya no tenemos nada que hacer aquí.

Fuutarou las vio dirigirse hacia la entrada. Probablemente iban hacia los vestidores para que Ichika pudiera cambiarse, así que él no podía hacer otra cosa que irse a la entrada para esperarlas, y que con eso los tres pudieran irse.

Sintió una enorme satisfacción por dentro mientras todavía oía a Orizuka y al resto del club de natación gritar cosas como "¡Vuelve, no puedes dejarnos!", "¡Podemos explicarte!", "¡Lo sentimos!", y otros comentarios similares. Si pudiera, le daría una medalla a Yotsuba por ponerlas en su lugar.

Habiendo salido de la piscina olímpica, el Uesugi y las dos hermanas Nakano se dirigieron sin prisa a la estación. Había sido un día muy extraño, pero al menos ya no habría más locuras. Y lo único que querían era volver a casa y dejar que el día terminara para dejarlo atrás.

Fuutarou no pudo evitar notar que Yotsuba había recobrado su semblante habitual, y sonreía de oreja a oreja como si nada hubiera ocurrido. Le parecía sorprendente que se repusiera tan rápido, cuando apenas unos minutos antes parecía que estaba a punto de soltarse en lágrimas al descubrir que la engañaron.

- ¿Hmm? ¿Pasa algo, Uesugi-san? – preguntó la chica del lazo, al notar que él no dejaba de mirarla de reojo. Él se desvió momentáneamente mientras pensaba la mejor forma de responderle.

- Nada, solo… ¿está todo bien contigo? – le preguntó. – Ya sabes, con todo lo que pasó.

- No niego que me sentí horrible de que me hayan engañado. – dijo Yotsuba. – Pero no tiene caso vivir con rencores. Además, les dije lo que pensaba y me quité el peso de encima. Eso es suficiente para mí.

- Eso me alegra. – dijo Ichika. – Deberías hacerlo más a menudo, ¿sabes? Ayudar a los demás está bien, pero a veces no es malo negarse.

- Y debes tener cuidado con a quién le ofreces tu ayuda. – agregó Fuutarou. – Sobre todo cuando hay personas que se pueden aprovechar de ti.

- Bueno, yo no me preocuparía por eso. – dijo Ichika. – Después de ese numerito que montaste, probablemente para mañana toda su escuela estará enterada.

- Mejor dicho, toda la ciudad. – dijo Fuutarou. Entre las cámaras de televisión local, y los espectadores con sus teléfonos, él estaba seguro de que todo el incidente se habría vuelto viral para la mañana siguiente. Eso sin contar que probablemente las fotos que tomó Takeda se unirían después como evidencia.

- Bueno, bueno, ¿qué tal si vamos a tomar algo antes de volver a casa? Yo invito, ya saben, para agradecérselos.

- No hace falta, Yotsuba, nosotros solo..."

*GROAAAAAAAAANNN*

Pudo sentir como el rubor se acumulaba en sus mejillas. Su estómago estaba demandando ser alimentado, lo cual, considerando que se salteó el almuerzo, no era una sorpresa. Ambas, Ichika y Yotsuba, se rieron de su vergüenza.

- A quién engaño, solo me tomé una lata de soda de camino aquí.

- ¡Shishishi, eso lo podemos arreglar! – exclamó Yotsuba. – ¡Ah, allá hay una heladería que vi en el autobús! ¡Vamos a ver qué tal es!

Y sin decir más, la chica del lazo echó a correr alegremente hacia el susodicho local. Fuutarou e Ichika intercambiaron miradas entre sí, algo confusos, pero felices de que Yotsuba no estuviera dejando que esto le afectara en lo más mínimo.

- Qué rápido se repone. – comentó el chico.

- Ella nunca se deja desanimar por mucho tiempo. – replicó Ichika. – A veces puede sentirse algo culpable en el momento, pero nunca deja que eso la detenga. Aun así…

- ¿Aun así?

- Ella no es tan fuerte por dentro como intenta aparentar. Le cuesta decir lo que siente, y a veces necesita que le den un empujón, como ahora. Creo que esa es otra cosa que tenemos en común. Intento actuar a menudo como la hermana mayor, pero a veces siento que me podría derrumbar en cualquier momento, si las otras no estuvieran para cuidarme las espaldas.

Fuutarou asintió. – Eso puedo entenderlo. No es fácil ser el hermano mayor de la familia.

- Es bueno que nos tengamos unas a otras para apoyarnos. – La chica pelirrosa volteó a verlo. – Y también a ti; me alegra que vinieras hoy. Muchas gracias por eso.

- Oye, lo hice porque Yotsuba también es… mi amiga, ya lo sabes.

Estuvo a punto de írsele decir "importante para mí". No quería que Ichika fuese a malinterpretar eso luego de que acababan de salir el día anterior en una cita.

- ¿Solo tu amiga? – inquirió Ichika, haciendo que él retrocediera un poco, aunque se relajó después que ella le sonrió. – Oye, no te juzgaré si la ves de otra manera, ¿sabes? Después de todo, no es que seas mi novio… o al menos no todavía, ¿cierto?

- C-cierto. T-todavía no. – tartamudeó él, rascándose la mejilla.

- Este semestre estaré muy ocupada entre estudios y trabajo, así que ¿cuento contigo para que la cuides por mí?

Ichika lo miró con mucha seriedad. Era una forma muy sutil de recordarle que aún tenía una promesa que cumplir, de asegurarse que Yotsuba aprobara todas sus asignaturas y pudiera regresar a su antigua escuela con ellas. Sabía que no sería fácil, pero iban por buen camino y estaba determinado a conseguirlo.

- Por supuesto. – aseguró él firmemente.

- ¡Oigan, dense prisa! – los llamó Yotsuba.

- ¡Ya vamos! – exclamó Ichika, agarrándolo a él de la muñeca y cruzando rápidamente la calle hacia la heladería.

Un rato después, estaban los tres compartiendo un helado enorme, que probablemente Itsuki se habría comido ella sola, pero podían sin problemas dividirlo equitativamente entre los tres. Pronto los tres se pusieron a conversar y echar algunos chistes para olvidarse de lo malo de ese día. O más bien, Ichika y Yotsuba empezaron a hacerlo, ya que él casi no intervenía, pero igual se pudo reír un poco con las payasadas de ambas.

La verdad, solo por eso, haber perdido medio día de clase no resultó tan malo. Incluso si no planeaba hacer un hábito de ello por razones obvias.

Esta historia continuará…


Notas del autor:

¿Qué tal, gente? Bueno, vamos a lo primero: ya que nadie en la versión en español respondió al reto de identificar las referencias, el ganador oficialmente es el que más logró identificar en la versión en inglés, así que para él será el premio del minishot que ofrecí. Dicho eso, hubo también alguien más que se le acercó lo suficiente y tuvo una buena idea, de modo que también lo consideraré para hacer una vez que haya terminado con el primero. Felicidades a los dos, y a los que no se animaron, ¿por qué no intentarlo a la próxima? Tal vez así estén más pendientes a partir de ahora, y se pongan un poco más conversadores. Pero eso no importa ahora, ya que no habrá otro desafío en un largo, largo tiempo.

Ahora, vamos al capítulo en sí. Puede que en este punto ya pareciera un poco repetitivo hacer que Yotsuba se enrede con un club deportivo, pero en esta ocasión busqué cambiar un poco las circunstancias. En las dos ocasiones anteriores, el club de basquetbol y el de atletismo legítimamente necesitaban de su ayuda (si bien Eba fue un poco agresiva respecto a ello y quiso exprimirle un poco más), aquí las del club de natación solo buscaron aprovecharse de ella, y desde luego Fuutarou e Ichika no iban a permitir que se salieran con la suya. En este cap busqué mostrar un poco más de la faceta de "hermana mayor" de Ichika, siendo la que cuida de las demás cuando lo necesitan, al grado incluso de cambiar de lugar para evitar que su hermana ayude a gente que no se lo merece. A su vez, Yotsuba tiene la oportunidad de crecer un poco al confrontar a esas aprovechadas y decirles lo que piensa, y que bien que está bien ser amable, pero no dejar que se aprovechen de ti. Por el lado de Fuutarou, tuve también la oportunidad de involucrar más a Maeda y Takeda al hacer que ellos le salvaran el pellejo de ese trío de rufianes, y sentar mucho mejor las bases para que los tres se vuelvan amigos. Elegí esa situación específicamente ya que muchas veces ayudar a alguien cuando más lo necesita es suficiente para establecer una amistad de toda una vida (lo digo por experiencia). Así que a partir de ahora los voy a tener semi-regularmente durante los capítulos que tengan lugar en la escuela, y quizás ocasionalmente fuera de ella también. Por último pero no menos importante, las palabras de Fuutarou a Yotsuba de que no fue su culpa haber cometido un error esta vez serán un paso importante a su futuro desarrollo, para ayudarle a superar ese complejo de culpa suyo.

En fin, con eso concluyo con este mini-arco. El próximo capítulo tendrá lugar principalmente durante el Día de San Valentín (dentro de la historia, obviamente), aunque probablemente lo encontrarán algo inusual, en su momento verán por qué. Gracias por los reviews a AGGSS8 y AaronVS3. Nos estaremos viendo la próxima vez, ¡sayonara!