Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas
Por Fox McCloude
Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.
Capítulo 20: Aguas termales y confusiones – Parte 1
Hospital de la ciudad, el día después del final del año escolar…
Fuutarou no se imaginó que estaría volviendo a este lugar, sin estar lesionado o enfermo. Tampoco tenía a nadie que debiera visitar; la gente normalmente no iba a un hospital sin tener alguna de esas razones.
El día de la ceremonia de clausura del año escolar, recibió una llamada del señor Nakano por el teléfono de Yotsuba. Obviamente era para confirmar los resultados, y basándose en su respuesta, estaba bastante complacido con el desempeño general de su hija, si bien apenas logró subir el promedio lo suficiente para poder cumplir su objetivo. Siendo ese el caso, y habiendo completado su contrato como tutor, decidió que le daría su última paga personalmente.
Y esa era la razón de estar aquí hoy. Estaba algo nervioso; ya había visto cara a cara al hombre antes, y en ese momento no tenía idea de quién era, pero ahora sí. Respirando profundamente, se acercó a la recepcionista de turno.
- Buenos días. – saludó para llamar su atención. – ¿Se encuentra el director, el doctor Nakano? Me pidió que lo viniera a ver hoy para hablar de algo importante.
- ¿Eres el joven Uesugi-kun? – preguntó la recepcionista, a lo cual Fuutarou respondió enseñándole su identificación de estudiante. La mujer asintió, y pulsó el intercomunicador. – Doctor Nakano, el joven que estaba esperando acaba de llegar.
- Entiendo. Envíalo a mi oficina de inmediato, por favor. – respondió un tono monocorde, casi robótico, desde el otro lado de la línea.
- Sí, doctor. – La recepcionista cortó comunicación, y sacó un gafete para visitantes poniéndoselo en el bolsillo de la camisa. – La oficina del doctor Nakano está en el último piso, al final del lado izquierdo saliendo del elevador. No tiene pérdida.
- Muchas gracias. – Fuutarou hizo una breve reverencia y comenzó a caminar hacia el elevador.
El lugar estaba extremadamente silencioso aquel día; apenas se veían algún que otro miembro del personal caminando por el corredor. No había prisas, al parecer no estaban atendiendo emergencias en aquel momento, y por eso estaba tan tranquilo. Pero para ser honesto, tanta tranquilidad le estaba resultando algo… escalofriante.
Al llegar al final del corredor, miró la puerta de la oficina donde estaba la placa con el nombre. Estaba a punto de tocar, pero un pensamiento le hizo detenerse momentáneamente. Si era para entregarle su paga final por el contrato, bien podría habérsela enviado con Yotsuba como de costumbre. Fuutarou tenía el presentimiento de que el señor Nakano querría hablar con él de algo más. ¿Tendría quizás alguna queja? ¿O sería algo no relacionado con su trabajo, sino más bien con alguna de sus hijas? ¿Posiblemente no era de Yotsuba, sino de Ichika?
- "No lo sabrás si te quedas aquí parado como idiota." – se dijo mentalmente, para luego golpear leve, pero audiblemente la puerta.
- Adelante. – respondió la ya familiar voz del otro lado. Suspiró profundamente antes de coger la manija y girarla para ingresar.
- Con permiso.
La oficina era lo que cabía esperar de un director de hospital muy adinerado. Era bastante espaciosa, con varios sillones mullidos alrededor de una mesa adornada con un florero, estantes que parecían hechos de madera fina y cara repletos de libros, y al fondo estaba el escritorio enfrente de unos grandes ventanales que ofrecían una gran vista de la ciudad.
Pudo ver que la silla de dicho escritorio estaba ocupada en ese momento, dándole la espalda. Pero cuando se acercó lo suficiente, se giró y entonces vio frente a frente al señor Nakano. Pese a ya haberle visto la cara antes, fue como si se encontraran por primera vez, con ese semblante frío e inexpresivo que resultaba bastante intimidatorio.
- Toma asiento, Uesugi-kun. – dijo mientras señalaba hacia los sillones que estaban en el centro de la oficina.
Fuutarou no vio razones para renegar, así que se dirigió hacia uno de los sillones, mientras el señor Nakano se ponía de pie y se sentaba en otro frente a él. La atmósfera era bastante tensa; Fuutarou ya había estado antes en lugares similares, en entrevistas para trabajos de medio tiempo, pero ninguna se podía comparar con este momento.
Tenía la sensación de que una sola palabra dicha fuera de turno o de lugar resultaría en graves consecuencias para él.
- Primero, quiero felicitarte por tu desempeño como tutor. Incluso con todo en contra lograste hacer que Yotsuba-kun subiera su promedio lo suficiente para regresar a Kurobara.
Para ser una felicitación, no se sentía como una. Era más como si le estuviera diciendo "Lo habrías pagado caro si hubieses fallado". Incluso cuando sacó el sobre que Fuutarou asumió que sería su última paga (notablemente, estaba más lleno que los anteriores que recibió), no sirvió para nada en aliviar la tensa atmósfera.
- Como lo prometí, una bonificación extra por un trabajo bien hecho. Espero que le des un buen uso.
- Muchas gracias, señor. – dijo mientras tomaba el sobre. Una parte de él, quería simplemente tomar el dinero y salir huyendo de allí, pero la otra, la más racional, lo obligó a permanecer sentado. Sabía que la conversación apenas estaba iniciando.
- Con eso nuestro contrato ya está cumplido. – prosiguió el señor Nakano, reclinándose hacia atrás para tomar distancia con él. – Sin embargo, la razón por la que te pedí que vinieras a verme, es porque hay otras cosas que quisiera hablar contigo. Y prefiero hacerlo cara a cara.
Fuutarou solo asintió. Eso tenía sentido; si era algo importante, mejor hablarlo de frente. No habría escapatoria, así que tendría que escuchar lo que el hombre tenía que decir. De hecho, ya estaba empezando a formarse una ligera idea de cuál sería el tema, o mejor dicho, quiénes serían el tema.
- Ha llegado a mi conocimiento que, entre tus sesiones de tutorías, estuviste teniendo… algunas salidas casuales con mis hijas. ¿Es eso cierto?
Bingo. Tal y como se lo imaginaba, quería hablar sobre las quintillizas, o quizás más específicamente, de Ichika y Yotsuba. Después de todo, era con ellas con quién él se había vuelto más cercano, y tenía sentido que estuviese al pendiente de lo que ellas hacían.
- Sí, es cierto. – respondió Fuutarou. – Poco después que iniciamos las tutorías, Yotsuba tuvo la idea de que podríamos… salir a ejercitarnos juntos de vez en cuando. Ella pensó que yo necesitaba mejorar mi condición física.
- ¿Es así? ¿Eso era todo lo que hacían? – Parecía como si esos ojos tuviesen visión de rayos-X, ya que sentía como si lo atravesaran. Sabría si le estaba mintiendo, así que solo podía hacer una cosa: decir la verdad de la mejor manera posible.
- Sí, señor. – dijo Fuutarou. – A veces íbamos al gimnasio, y otras veces solo salíamos a trotar. En un par de ocasiones visitábamos el centro de bateo, u otros lugares para practicar algún deporte.
La última parte era solo verdad a medias; lo del centro de bateo fue cosa de una sola vez, y casi al final del período escolar. También, prefirió omitir el hecho de que esas salidas a trotar o al gimnasio le estaban resultando divertidas, solo por poder pasar tiempo con Yotsuba como buenos amigos. No sabía cómo podría tomarse eso, y si lo vería como comportamiento "inapropiado" o algo así.
- Bien, como médico, conozco los beneficios de ejercitarse regularmente. Sin duda es muy estimulante para la salud. – dijo finalmente tras una pausa. – No obstante, hasta donde entiendo no has pasado tiempo únicamente con Yotsuba-kun, ¿o me equivoco?
Fuutarou tragó saliva. Aunque lo veía venir, sabía que el caso con Ichika sería mucho más complicado. El chico sabía que ella se sentía atraída… no, ¿a quién engañaba?, estaba enamorada de él. ¿Para qué negarlo? No era tan ciego como para no darse cuenta de ello.
- Ichika y yo… hemos salido juntos algunas veces. Creo que se podrían llamar citas en el sentido estricto de la palabra, si soy honesto. – dijo Fuutarou, sabiendo que no tenía sentido mentir a ese respecto. – Pero le aseguro que no hemos hecho nada… indebido, si eso es lo que le preocupa.
- Tendré que hablar con Ichika-kun respecto a eso. – replicó el señor Nakano sin mutar su expresión. – Entenderás que como padre me preocupa que mis hijas pudiesen establecer relaciones inapropiadas, y debo asegurarme que eso no suceda.
- Sí, señor, eso lo entiendo perfectamente. – respondió el adolescente.
Parecía que entre más avanzaba la conversación, más presión le caía encima. El hombre parecía ser bastante sobreprotector con sus hijas, lo cual hasta cierto punto tenía sentido, pero Fuutarou no podía evitar sentirse incómodo. No era que él hubiese intentado acercarse a ellas por voluntad propia, al menos al inicio. Ellas fueron las que lo hicieron, y él… simplemente terminó aceptándolas sin darse cuenta.
- Te haré una pregunta y espero que me contestes con toda honestidad. – declaró firmemente el señor Nakano. – ¿Qué piensas sobre mis hijas? ¿Cómo consideras tu relación con ellas?
Ante la pregunta, la mente del chico se congeló momentáneamente. Esa pregunta no era fácil de responder, ya que necesitaba ordenar sus pensamientos y evaluar un poco. Primero, si fuese por cercanía, Yotsuba e Ichika eran con quienes él interactuaba más por razones obvias. La primera, era lo bastante cercana como para considerarla su mejor amiga, pese a que al principio solo la veía como su alumna. Y la segunda, en vista de que tomaba la iniciativa para acercarse a él con intenciones románticas obvias, él optó por darle una oportunidad una vez que dejó caer sus defensas y se dio cuenta de que no estaba jugando, y realmente iba en serio, si bien no lo estaba presionando.
La siguiente sería probablemente Nino. Pese a que a que incluso no se llevaban lo que pudiera decirse "bien" (por razones que él seguía sin entender del todo), la segunda hermana frecuentemente acudía a él cuando lo necesitaba de intermediario para llegar a su primo, y él solía pedirle favores a cambio. Era una relación utilitaria en su mayor parte, pero él no había olvidado cómo trató (a su particular manera) de animarlo tras sufrir aquella ruptura de corazón. A pesar de que todavía se picaban con frecuencia, ya no era tanto como antes, y eran capaces de mantener conversaciones medianamente civilizadas.
Por último, su relación con Itsuki mejoró notablemente luego de que superaron aquella mala primera impresión y él voluntariamente le ofreció ayuda en sus estudios. A términos generales se llevaba mejor con ella que con Nino, excepto cuando le pulsaba sus botones (algo que había aprendido a restringir para evitarse problemas). Y en cuanto a Miku, la taciturna hermana intermedia directamente se había referido a él como su amigo, y él no había renegado de ello.
Era obvio que tenía un nivel de cercanía mayor con algunas que con otras, pero si tuviera que resumir su relación general con todas, había algo que podía decir con toda honestidad:
- Pienso… que todas ellas son personas maravillosas. Son buenas amigas a las que les he tomado un gran aprecio, y es agradable estar en su compañía. Pero conozco mis límites, y no tengo intenciones de involucrarme en comportamientos inapropiados con ninguna de ellas. Se lo aseguro.
- Eso espero. – dijo el señor Nakano. – Solo para estar seguro, una última cuestión. ¿Tengo entendido que tu primo se ha involucrado sentimentalmente con Nino-kun?
Bien, esa parte tenía que venir más temprano que tarde. Si bien él no se había involucrado más de lo necesario, sabía que esos dos iban bastante en serio (se ponían bastante acaramelados cuando los veía juntos), y si estaba enterado de sus salidas con Yotsuba e Ichika, era obvio que tendría que estarlo también de las de Nino con Kintarou.
- Si le digo la verdad, no sé qué tan lejos hayan llegado. – le dijo con honestidad. – Yo solo los presenté porque Nino me… lo pidió.
Por fortuna refrenó su lengua antes de decirle que Nino prácticamente lo obligó a que los presentara. No quería irse de lengua con un mal comentario sobre sus hijas que lo dejase mal parado, incluso aunque su contrato ya había terminado. Aunque fuese más por preservar su relación con Ichika y Yotsuba.
- Él vive en otro distrito, pero si desea hablar con él al respecto, puedo ponerlos en contacto. – le ofreció.
- Agradezco la oferta, pero no será necesario. – dijo el señor Nakano. Su tono sonaba más sereno y relajado, cosa que él tomó como una buena señal. – Hablaré yo mismo con Nino-kun cuando la vea.
- Entiendo. – dijo Fuutarou relajándose también. – ¿Hay alguna otra cosa que desee hablar?
- No, eso era todo. – replicó el hombre. – Estoy profundamente agradecido con tus servicios como tutor. Cumpliste bien con nuestro contrato. Puedes retirarte.
- Gracias. Con su permiso. – dijo Fuutarou, poniéndose de pie y haciendo una reverencia.
Caminó hacia la puerta y tras salir la cerró suavemente. Ya afuera de la oficina del doctor Nakano, anduvo hasta el elevador, y una vez que llegó allí, exhaló profundamente y se llevó la mano al pecho. El corazón empezó a palpitarle como si fuera a salírsele, y tuvo que limpiarse el sudor de la frente que empezaba a chorrear. La verdad no supo cómo se las arregló para mantener la compostura, estando a solas en esa sala con ese hombre.
- Dios, sentí que me iba a morir allí dentro. Qué bueno que ya se acabó, no quiero volver a verlo.
Estaba a punto de pulsar el botón para llamar el elevador, pero no fue necesario pues en ese instante las puertas de este se abrieron solas. Pero se llevó una sorpresa de ver que quien salió fue una familiar cara de ojos azules enmarcada con un cabello rosa corto, que lucía igual de sorprendida que él.
- ¡Oh, Fuutarou-kun! Qué sorpresa, hola.
- Hola, Ichika. – saludó él. – ¿Qué sucede, viniendo por vacunas hoy?
- Oh no, en realidad no. – replicó la Nakano mayor despreocupadamente. – Vine porque necesitaba hablar de algo importante con papá, pero en la recepción me habían dicho que estaba ocupado con alguien y tenía que esperar.
- Qué curioso, justo ahora acabo de salir de su oficina. – replicó Fuutarou. – En ese caso es todo tuyo, yo ya me voy a casa.
- ¡Oye, espera! – la chica lo detuvo antes que entrara al elevador, y este se cerró. – ¿No quieres que vayamos a tomar algo cuando salga? No debería tomarme mucho, tal vez unos diez o quince minutos.
Por tentadora que sonara la oferta, Fuutarou todavía tenía fresca en su mente la conversación que acababa de tener con el señor Nakano. El hombre estaba poniendo algunas líneas con respecto a sus hijas, y parecía que todavía no estaba dentro de la zona de "te permitiré que salgas con una de ellas". La verdad, cuando decidió invitar a Ichika a salir no se le ocurrió que tendría que confrontar al padre más temprano que tarde al respecto, aunque era obvio que sucedería.
- Gracias, pero no. Ahora mismo tengo que volver a casa. Tal vez otro día.
Y sin decir nada más, se despidió de ella, dirigiéndose a las escaleras para no tener que esperar el elevador de nuevo. Alcanzó a ver que ella se mostró un poco decepcionada por su rechazo, pero no insistió más y se fue por su lado. Más valía no interrumpirla si tenía algo importante que hablar con su padre.
Mientras bajaba, Fuutarou se puso a pensar en otras cosas. La conversación con el señor Nakano dejaba muy clara la postura del hombre sobre que alguien saliera con sus hijas. Fuese como amigos o como potencialmente novios, estaba caminando en una cuerda floja y un paso en falso podría estropear esa relación que había formado con ellas.
Mejor no darle razones para sospechar de él; no creía que le hiciera gracia si llegaba a enterarse que, justo después de esa charla sobre establecer los límites, se dio una pequeña escapada con su hija mayor.
Dos semanas más tarde…
Con el inicio de las vacaciones de primavera, y su trabajo como tutor concluido, Fuutarou de nuevo se encontraba con una enorme cantidad de tiempo libre en sus manos. Normalmente, lo habría utilizado para hacer trabajos de medio tiempo y seguir ayudando con el pago de deudas, pero su paga final fue tan abundante que esta vez no hubo necesidad. E incluso luego de apartar para sus padres, le quedó suficiente para ahorrar un poco y hasta comprar algunas cosas para él mismo y Raiha.
Aunque debería sentirse feliz por eso, había otra cosa que ocupaba la mente del chico. Hacia el final del año, le preocupaba que una vez que hubiera concluido su contrato, ya no tendría más una razón para volver al apartamento Nakano, pese a que Yotsuba le aseguró que podía simplemente venir a visitarlas como amigo, y que seguramente Ichika estaría feliz de que lo hiciera. Al principio estaba dispuesto a hacerlo, pero justo después, su encuentro con el señor Nakano le hizo replantearse esa decisión.
La verdad, si bien a veces pasaba frente al edificio cuando salía a trotar o volvía del gimnasio (esa era su forma de aprovechar ahora el tiempo), ya no se atrevía a entrar, y la última vez apenas llegó hasta la puerta y se detuvo en seco antes de pulsar el intercomunicador. La verdad era que el chico tenía miedo, pues si bien en todo el tiempo que trabajó de tutor nunca lo vio en casa, empezó a temer que un día decidiera visitar y el hombre estuviera allí. No sabía qué podría pensar si llegaba a ver que todavía visitaba el apartamento aun sin tener una razón para ello.
También, pese a que Ichika lo llamó un par de veces preguntándole si querría que salieran a alguna parte, ahora que estaba libre de los rodajes y de la escuela, el chico no tuvo el valor para aceptar. La primera vez, mintió diciendo que iba a ayudar a su madre en la panadería, aunque para la segunda ocasión sí tuvo una razón real. Por un golpe de suerte, su padre se había ganado unas vacaciones en un sitio donde había aguas termales y decidieron que toda la familia se iría el fin de semana completo a relajarse, pero le dijo a Ichika que tal vez cuando regresaran del viaje podrían hacer algo juntos.
Y así era como habían terminado en aquel lugar, en un mirador enfrente de las montañas, donde sus padres y Raiha habían decidido pararse en la baranda para gritar "¡YAHOOOOO!" a los cuatro vientos para que el eco se los regresara.
- ¡Fuutarou, ven e inténtalo! ¡Es divertido! – dijo Isanari.
- ¿No están ya algo grandes para eso? – preguntó el chico.
- ¡Vamos, Oniichan, no seas aburrido! – protestó Raiha haciendo un puchero. – ¡Ah, ya sé, deberíamos tomarnos una foto!
- Yo lo haré con gusto. – ofreció Kazane, alargando la mano hacia Fuutarou quien la miró extrañado. – ¿Qué? Tu celular tiene la cámara de más alta definición, y mayor capacidad para las fotos.
- Es cierto, Fuutarou, con él podemos sacar las mejores fotos. – agregó Isanari, mientras se agachaba para que Raiha se montara en sus hombros.
En vista de que no había más remedio, Fuutarou le entregó la cámara a su mamá y fue a formarse para la foto con su papá y hermanita. Luego, Isanari bajó a Raiha e intercambió lugares con su mujer, que se formó para que se la tomaran a ella junto a sus hijos, y después llamó de nuevo a su marido para que se tomaran una los dos solos, tomados de la mano como parejas.
- Esto es increíble, amor, gracias por traernos. – replicó Kazane. – Ah, y recuerda que tenemos que ir a visitarla para renovar nuestros votos.
- Por supuesto, jamás me olvidaría. – replicó Isanari.
- ¿De qué están hablando? – preguntó Fuutarou. – ¿Qué tienen que visitar?
- Ah, ¿no lo sabes, hijo? La mayor atracción en este lugar es la legendaria Campana de los Votos.
Fuutarou miró extrañado a sus padres. ¿Qué podría tener de especial, o de legendaria, una simple y vieja campana? Le pareció haberla visto cuando venían subiendo, pero no le dio ninguna importancia, aunque para ellos parecía tener algo de historia.
- Según la leyenda local, si una pareja suena esa campana jurándose amor eterno, podrán estar juntos para siempre. – dijo Kazane. – Muchas parejas se han dado su primer beso debajo de ella.
- Jaja, qué pena que no la conocimos cuando empezamos a salir. – se rio Isanari. – Pero tal vez tú podrías hacerlo, ¿no, Fuutarou?
- ¡Es cierto! – dijo Raiha. – ¿No te parece genial, Oniichan? ¡Deberías invitar a Ichika-san para que lo haga contigo! ¡Sería muy romántico!
Fuutarou se quedó rígido, y todo su rostro comenzó a arder al rojo vivo, casi echando vapor. No sabía si era por la vergüenza, la rabia, o una combinación de ambas cosas, pero mientras él estaba allí paralizado, sin poder pronunciar una sola palabra, sus padres y hermanita se estaban riendo de él a más no poder. Parecía que eran ellos los que estaban más excitados con el prospecto de que él tuviese una novia (aunque realmente no lo fuese) de lo que él lo estaba.
Y eso, él pensaba, no era una buena señal. ¿No debería ser al revés?
- Bueno, más vale que sigamos. – dijo Isanari, recogiendo de vuelta el equipaje. – Kazane, lleva a Raiha. Fuutarou, ¿quieres que te ayude a llevar el tuyo?
- Yo puedo solo, muchas gracias. – replicó él, sacado del shock por la vergüenza. – Si quieren adelántense, me quedaré un rato más por aquí.
- Como quieras. ¡Andando!
Mientras sus padres y hermanita seguían el camino hacia la posada (igual no tenía pérdida), Fuutarou decidió quedarse un rato más en el mirador, observando el paisaje. La verdad, las montañas alrededor eran bastante preciosas. Después de todo lo que habían sido los últimos meses, tomarse algo de tiempo para relajarse, lejos de todo y de todos, era justo lo que necesitaba.
Especialmente, necesitaba un poco de tiempo lejos de ellas. Aunque fuese solo para poner un poco su mente y sus sentimientos en orden. No podía evitar ponerse nervioso e incómodo cada vez que le mencionaban a Ichika, y no sabía por qué.
- "No pienses en eso ahora. Aprovecha que estarás unos días por fuera y relájate." – se dijo a sí mismo.
Así era. Había venido por unas vacaciones familiares. No tenía por qué estar pensando en las hermanas Nakano o en su padre. Mejor pasar el tiempo de calidad con sus padres y Raiha ahora que tenían una oportunidad, sin tener que preocuparse por los estudios o por el trabajo.
Quizás, no haría mal soltarse un poco y gritar solo para desahogarse. Con eso en mente, se fue hacia el barandal y aspiró con todas sus fuerzas.
- ¡YAHOOOOOOOOOOOOOOOO!
Para su sorpresa, no fue el único que lo hizo; una voz femenina también se había acercado al barandal para lanzar el mismo grito que él, y al voltear se encontró con una muy familiar cabellera pelirroja.
- ¿Eh? ¿Uesugi-kun?
- ¿Itsuki? ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó él.
- ¡Ah, Uesugi-san también está aquí!
La familiar voz de Yotsuba le hizo voltear en su dirección, y efectivamente, las cuatro hermanas Nakano restantes también venían acercándose, y se veían tan sorprendidas de verlo como él a ellas. Bueno, cada una a su particular manera: Nino parecía molesta, Miku apenas había levantado las cejas, e Ichika lo saludó con la mano y una sonrisa.
Yotsuba por su parte, vino corriendo a verlo y se plantó frente a él.
- ¡Qué sorpresa! No te habíamos visto desde que terminaron las clases, ¿cómo has estado?
- Yo… bien, supongo. – dijo él, un poco avergonzado de que la chica estuviese invadiendo su espacio personal. No porque estuviera incómodo, sino porque realmente no esperaba verlas aquí. – ¿También de vacaciones familiares?
- Sip, vinimos a visitar a nuestro abuelito. Es el dueño de la posada donde vamos a quedarnos.
- La posada… pero eso quiere decir que…
- ¡Ah! – intervino Ichika, acercándose también. – Significa que nos quedaremos todos en el mismo lugar. ¿No es grandioso, Yotsuba?
- ¡Sí, es genial!
- *Ejem, ejem*. – los interrumpió un ligero carraspeo, que al instante le provocó un escalofrío a Fuutarou. Esa voz…
Efectivamente, al darse la vuelta y ver por encima del hombro, vio allí al señor Nakano, con su semblante imperturbable y que lo miraba muy severamente. Se quedó paralizado al punto que apenas notó al viejo chofer, Ebata, mientras acomodaba el equipaje de la familia Nakano, pues no podía apartar la vista de su antiguo empleador, aunque en ese momento sus piernas le estaban gritando que saliera pitando de allí.
El señor Nakano simplemente lo miró con seriedad antes de dirigirse a Yotsuba e Ichika.
- Entiendo que ustedes estén felices de verlo, pero recuerden que estamos de vacaciones familiares. – les dijo. – Nada de comportamientos inapropiados, ¿entendieron?
- Por supuesto, papá. – dijo Ichika. Yotsuba se limitó a asentir frenéticamente al grado que a Fuutarou le pareció que casi aflojaría el nudo de su lazo.
- Nino-kun, ¿tienes listos nuestros almuerzos?
- Sí, papá. ¡Todas, muévanse, vamos a comer! – exclamó Nino al instante.
Mientras las Nakano tendían una manta para sentarse a comer en familia, Fuutarou decidió que era mejor alejarse de allí lo más rápido posible. Se notaba que el señor Nakano imponía respeto entre sus hijas con su sola presencia, pues apenas les daba una orden todas le obedecían de inmediato.
Por lo visto, estas vacaciones no iban a ser tan relajantes como él habría deseado.
…
El lugar donde se hospedarían era conocido como "Termas Toraiwa". Cuando llegaron, Raiha comentó emocionada que tenían el aspecto de una casa embrujada, y Fuutarou debió admitir que era una descripción bastante acertada. El lugar tenía un aspecto bastante lúgubre y abandonado, como si casi nadie viniera por allí.
De hecho, el viejo que estaba en la recepción cuando fueron a registrarse estaba tan inmóvil, que Fuutarou dudó por momentos si estaba dormido o muerto, lo que añadía todavía más al tétrico ambiente de la posada. Por si no fuera suficiente, cuando iba a subir a su cuarto, vio a Itsuki caminando de espaldas a él por el jardín, solo para que luego se cruzaran cuando él subía las escaleras. Y después, la vio de nuevo atravesando el pasillo al otro lado del piso superior.
Por un momento casi se espantó de creer que estaba viendo fantasmas o algo y que la posada realmente estaba encantada, hasta que se acordó que eran quintillizas idénticas después de todo, así que, si estaba viendo más de una, con toda certeza era que todas se habían disfrazado de Itsuki. Ya había visto que eran capaces de cambiar de lugar si hacía falta un par de veces.
La pregunta era ¿por qué harían eso? No lo habrían planeado para jugarle una broma a él, ¿verdad?
- ¡Ahhh, esto es el paraíso! – exclamó Isanari, entrando al agua con un pisotón que salpicó enormemente, sacándolo de sus pensamientos.
En ese momento, Fuutarou y su padre se encontraban relajándose en el lado masculino de las termas. Entretanto, su madre y Raiha se habían ido al lado femenino, ya que Isanari quería tener algo de "tiempo de calidad como padre e hijo" con Fuutarou. Aunque este último no estaba totalmente dispuesto realmente.
- ¿Quieres dejar de hacer ruido, papá? Intento relajarme aquí.
- Oh, vamos. Hace años que no me bañaba en unas termas, déjame disfrutarlo. Es más, deberías disfrutarlo tú también.
- Suenas como Kintarou. ¿Seguro que no nos confundieron al nacer?
- Me ofendes, hijo. – dijo Isanari enfurruñado, aunque rápidamente relajó su expresión. – Pero en serio, desde que llegamos estás distraído. ¿Sucede algo?
Fuutarou miró a su padre. Sabía que era un hombre bastante despreocupado, pero cuando tenía que ser serio, lo era. Por mucho que él tratara de mantener su fachada seria y estoica, su padre lo conocía lo suficiente para ver a través de ella y darse cuenta de cuando algo le preocupaba o le molestaba.
Siendo ese el caso, no tenía sentido ocultárselo.
- A decir verdad… me siento algo incómodo. – admitió el chico. – Es porque no somos los únicos aquí, como bien sabes.
- Ah, déjame adivinar, ¿es porque tu linda novia y sus hermanas están también aquí?
Fuutarou agradeció que el vapor y calor de las termas ayudara a cubrir el que sintió que venía a su rostro. En parte sí, esa era una de las razones, pero no la principal. Y eso fue lo único que evitó que perdiera la compostura.
- No sería tan malo si fuesen solo ellas. – le dijo. – Pero su padre también está aquí…
- Ya veo. ¿Entonces es Maruo quien te preocupa? He de suponer que te dijo algo cuando te llamó para darte tu última paga por las tutorías, ¿estoy en lo correcto?
Bingo. Efectivamente, tras esa conversación que tuvieron, Fuutarou había querido distanciarse un poco de las quintillizas, al menos hasta que sintiera que podía hablar con ellas al respecto. Así, procedió a explicarle a su padre de lo que había hablado con el señor Nakano, y que ciertamente no se esperaba encontrárselas, menos junto a su padre, ahora que había venido con su familia buscando alejarse de todo y de todos.
Al terminar, Isanari miró a su hijo todavía con seriedad, y le colocó una mano sobre el hombro de manera solemne.
- Maruo puede ser un poco intimidante, pero créeme, lo conozco mejor que nadie. En el fondo no es mala persona; esa cara de sujeto frío e intimidatorio no es más que una fachada. Y creo que entenderás que solo quiere cuidar de sus hijas.
- Eso lo sé. – replicó Fuutarou. – Pero eso no quita que me dé un poco de miedo mirarlo de frente.
- Ja, bueno, si te dice algo malo o lo que sea, sabes que puedes contar conmigo. – dijo Isanari, para luego atrapar a su hijo en un candado y empezar a desordenarle el pelo. – ¡Mi hijo tiene derecho a estar con su linda novia, después de todo!
- ¡Oye, ya! ¡Suéltame! ¡Que me sueltes!
El chico empezó a forcejear, tratando de soltarse. Isanari pareció verse sorprendido cuando Fuutarou realmente empezó a moverle el brazo fuera del cuello, y en respuesta apretó más el agarre, obligándolo a imprimir un poco más de fuerza para evitar el estrangulamiento.
- ¡Ah, veo que esas horas en el gimnasio sí te sirvieron de algo! ¡La próxima vez iré contigo, no puedo dejar que me alcances en fuerza todavía!
El forcejeo continuó un rato, mientras Fuutarou seguía pataleando y gritando tratando de soltarse, pero finalmente Isanari lo dejó ir para su alivio. Ya estaba anocheciendo, y Fuutarou solo tenía ganas de irse a dormir para ponerle fin a ese día tan extraño.
Sin embargo, cuando fue al vestidor a recoger su ropa, encontró un papelito doblado entre su kimono, etiquetado con su nombre. Esto le sorprendió un poco, y más al desdoblarlo y ver que contenía un breve mensaje:
"Ven a verme a medianoche bajo la campana, cuando todos estén dormidos."
Fuutarou frunció el cejo. No había firma, pero no era difícil deducir quién era por la caligrafía, y el corazoncito al final también la delataba. Se acordó de lo que le dijeron sus padres acerca de la leyenda de la campana, ¿acaso también la habría escuchado y lo esperaba para darle un beso debajo de ella?
- "Sí claro, voy a salir en medio de la noche. ¿Es tu idea de una broma, Ichika?"
Arrugó el papel y terminó de vestirse, para luego dirigirse hacia las escaleras y subir a su cuarto, dejando caer el mensaje en una papelera que había en el corredor. La campana estaba fuera de los terrenos de la posada, y no creía que fuese sensato salir en medio de la noche. Menos con el padre de las quintillizas tan cerca vigilando.
En su prisa y la oscuridad, no se fijó que la papelera estaba llena de papeles arrugados muy similares al que acababa de tirar.
Al día siguiente …
Pese a lo sucedido el día anterior, Fuutarou se sintió bastante bien al despertar en la mañana. Posiblemente la charla con su padre y una buena noche de sueño era justo lo que necesitaba. Aun así, esa mañana tenía bastantes ganas de hablar con Ichika, para preguntarle por qué le dejó esa pequeña nota.
- Buenos días. – le dijo una voz femenina monocorde, cuando estaba saliendo de la habitación para ir a bajar a desayunar.
Fuutarou volteó a ver y se encontró con Itsuki, o eso asumió por default al verla. Eso lo dejó mudo por un momento, pero intentó responder al saludo.
- Buenos días… eh… ¿Itsuki? ¿O acaso serás Ichika?
- Soy Miku. – La quintilliza se levantó ligeramente la peluca roja para revelar unos mechones de color castaño oscuro, y luego volvió a acomodársela. – Ichika todavía está durmiendo.
- "Me pregunto por qué." – pensó sarcásticamente, para luego hablar en voz alta. – Supongo que irás a desayunar también.
La hermana intermedia asintió, y los dos bajaron las escaleras hacia el comedor. Allí ya se encontraban Kazane, Raiha, y las tres quintillizas restantes (igualmente todas con la apariencia de Itsuki ya comiendo de sus tazones).
- ¡Ah, buenos días, Oniichan! – le saludó Raiha, indicándole que se sentara junto a ella. – ¡Te guardé tu lugar!
- Con permiso.
Fuutarou fue a sentarse y empezó a comer, al igual que lo hizo Miku sentándose entre dos de sus otras hermanas. Mientras comían, permanecieron en total silencio y no pudo evitar echar miradas a cada una. Habiendo ya compartido comidas con ellas anteriormente, le resultaba algo… escalofriante verlas a todas actuar y moverse de la misma manera.
Cierto, ya sabía que eran quintillizas idénticas, pero estaba acostumbrado a que cada una mostrase un semblante, personalidad y cabello distintos para poder distinguirlas. Verlas a todas tan calladas y actuando como si fuesen clones definitivamente emitía una mala vibra. Quería preguntarles por qué estaban haciendo eso, pero la tensa atmósfera del ambiente le impidió pronunciar ni una palabra.
- Gracias por la comida. – dijo Raiha a los pocos minutos tras acabarse su comida. – Oniichan, mamá y yo iremos a las termas, ¿vienes?
- No gracias, váyanse sin mí. – dijo el chico.
- Como quieras, pero no deberías dejar pasar la oportunidad. Estamos de vacaciones, ¿recuerdas?
La mujer y su hija salieron de la sala, y Fuutarou se quedó a solas con las cuatro hermanas. Todas comían al mismo ritmo y parecían estar bien formadas como si estuviesen esperando a algo, o a alguien.
- Entonces… ¿a qué se debe esto? – les preguntó. – ¿Por qué están todas vestidas iguales?
- ¿Por qué el interés? – preguntó la "Itsuki" que estaba más a la izquierda.
- Solo… curiosidad. Además, es un poco espeluznante.
- ¿Espeluznante? – preguntó la que estaba a la derecha, pareciendo ofendida.
- Quiero decir, solo mírense. ¿Cómo hacen para distinguirse entre ustedes así? No parecen hermanas, sino más bien un ejército de clones.
Las hermanas intercambiaron miradas, y una de ellas, aparentemente erigiéndose en jefe de las demás, sonrió maquiavélicamente y dijo.
- ¿Sabes qué? ¿Por qué no mejor sales un momento del comedor, para que juguemos algo divertido? Chicas, ¿ustedes qué opinan? ¿Un juego de quintillizas?
Fuutarou ladeó la cabeza. ¿Qué estarían tramando? También, sonaba algo raro que dijera "juego de quintillizas" cuando solo había cuatro de ellas presentes. ¿Estaba bien que dejaran fuera a Ichika?
- Para que sea justo, puedes vernos a todas por un minuto, y veamos si eres capaz de reconocer a cada una. – dijo la hermana. – Es más, te será más fácil si solo hay cuatro de nosotras.
- ¿De qué estás hablando? Suena estúpido, ¿para qué quiero hacer eso?
- Oh, vamos, si sales con una de nosotras tendrás que pasar esta pequeña prueba. – insistió. – Considéralo nuestra forma de saber si tu amor es verdadero.
- Amor… ¿de nuevo están con eso?
Estaban exagerando. Ichika le gustaba un poco, no lo negaba, pero de allí a decir que lo que sentía por ella era "amor" era estirarse más de la cuenta. De todas maneras, no sirvió de nada, pues al final todas estuvieron de acuerdo, lo empujaron para sacarlo del comedor y le obligaron a esperar mientras se "revolvían" entre ellas. Pero bueno, ¿qué tan difícil podría ser?
- ¡Bien, ya estamos listas, Uesugi-kun!
Esa debía ser la voz de la verdadera Itsuki; después de todo era la única que lo llamaba de ese modo. Pensó que sería muy sencillo, pero cuando regresó, las demás se habían escondido dejando a la chica sola. De inmediato se plantó frente a ella para verla.
- Muy bien. Encantada, soy Itsuki Nakano, diecisiete años y estoy a punto de estudiar tercero de preparatoria.
- Vamos, ¿así que chiste tiene si me dices de una quién eres? – dijo él un poco molesto, para luego tornarse suspicaz. – A menos, claro, que no seas la verdadera Itsuki.
- B-bueno… esa es una posibilidad, lo admito. – dijo la "Itsuki" en cuestión. No lo negaba, pero tampoco lo confirmaba. Sin embargo, hablaba usando el mismo patrón y tono que la Itsuki real, así que podía tanto ser ella, como una impostora que la imitaba bien (y siendo quintillizas debía ser muy fácil).
- Hmm… no, si fueras la verdadera Itsuki sería demasiado obvio. – Le apuntó con el dedo. – ¡Confiesa, en realidad eres Nino!
- ¡Buuuuuu, incorrecto! – La quintilliza comenzó a sonreír luego de hacer el sonido de zumbador. – En realidad sí soy Itsuki, si no me crees; verifica mi cabello y verás que no llevo peluca.
La chica se sujetó la cabellera por detrás se dio unos tirones para que él pudiese ver que no era falso. Fuutarou bajó la cabeza. Bueno, había fallado con una, aún quedaban tres más.
- De acuerdo, ¡que pase la siguiente! – Itsuki se retiró y al instante vino otra con la cual chocó las manos, antes de que esta se plantara frente a él.
- Bueno, lo tendrás un poco más fácil esta vez. – dijo la nueva quintilliza. Aunque sabía que no era la Itsuki real, lograba imitarle bastante bien sus inflexiones y tono de voz.
Haciendo memoria, le habían dicho que Miku era la que mejor sabía imitar a las demás, y todavía recordaba que, cuando les iba a pedir que se hicieran pasar por Yotsuba, la hermana intermedia fue la que más se acercó a la verdadera. En tal caso…
- ¡Ya sé, eres Miku! – dijo el chico. – ¡Solo Miku podría hacer una imitación tan buena!
- Ah-ah-aaaah. – La quintilliza se puso una mano en la cintura, y con la otra sacudió el dedo índice a modo de negación. – Miku no es la única capaz de hacer buenas imitaciones. Qué decepción; apuesto a que Kintarou-kun no se habría dejado engañar como tú.
La mención de su primo era suficiente para saber que se trataba de Nino. Cero e iban dos. Bueno, así aumentaban sus posibilidades, así que llamó a la siguiente. Siguiendo el patrón ahora era cincuenta y cincuenta, solo quedarían Yotsuba y Miku.
La actual, a pesar de intentar mantener un semblante serio, parecía que estaba a punto de soltarse a reír como tonta en cualquier momento, si las líneas en la comisura de sus labios eran un indicio. Entonces tenía que ser…
- ¡Ja, ya te tengo! ¡Confiesa, eres Yotsuba, estoy seguro de ello!
Pero no, no pasó. No se soltó a reír a carcajadas, solo se tapó la boca y se rio quedamente. No, no podía ser, ¿era Miku?
- Equivocado de nuevo. – dijo en un tono monocorde, confirmando sus sospechas. – No eres muy bueno en esto.
- Oye, no es justo. ¡Imitaste a Yotsuba para despistarme!
- No dijimos que no haríamos eso. – replicó la hermana intermedia.
- ¡Grrr, esto es muy difícil! – dijo Fuutarou, agarrándose el pelo.
- Bien, si se te hace tan difícil, intentémoslo de otra manera. – salieron de pronto las demás. – ¿Qué tal si nos ves a todas a la vez? Las preguntas de opción múltiple son mucho más sencillas, ¿no?
- Sí, claro, excepto cuando todas las opciones se ven iguales. – se defendió él.
- ¡Pues allí está el reto! Muy bien, chicas, vamos a mezclarnos, e intentémoslo de nuevo. Y tú, date la vuelta.
A juzgar por el tono mandón, debía tratarse de Nino, y así fue como supo que no debía contradecirla, de modo que se giró y esperó a que le dijeran que ya podía mirar. Al voltearse, las vio a las cuatro paradas en fila, ya no tenía forma de distinguir a las que antes sabía que eran Nino y Miku. No creía que fuesen tan tontas de permanecer en su posición inicial para facilitarle el trabajo.
El chico se puso la mano en la barbilla, y miró detenidamente a las cuatro hermanas, que permanecieron imperturbables. Incluso aunque sus miradas estaban visiblemente incómodas cuando se les acercó para verlas mejor, era difícil saber quién era quién. Y no podía ayudarse con la ropa debido a que las cuatro llevaban el mismo diseño de kimono.
Diablos, si así eran cuando eran pequeñas, ¿cómo harían sus padres para reconocerlas?
- Hmm… bueno, hay algo que puedo decir con certeza. – declaró Fuutarou, sonriendo con arrogancia una vez que se le ocurrió algo. – ¡Esta de aquí debe ser una idiota!
El chico señaló a la Itsuki que estaba más a la izquierda, causando que la mandíbula de la chica cayera de par en par, incrédula, y sus mejillas comenzaran a ponerse tan rojas como su pelo, reflejando la ira que ardía dentro de ella.
- ¡¿D-discúlpame?! – dijo la clon de Itsuki, con un tic en el ojo y una vena brotándole de este, haciendo que Fuutarou alzara el puño triunfante.
- ¡Ajá! ¡Ahora sé que debes ser Itsuki o Nino! – se jactó con gran orgullo. – Si fueras Miku, habrías hecho un puchero por la vergüenza, y si fueras Yotsuba te habrías sentido culpable o tratarías de hacerte la tonta.
- Bueno, en eso no estás tan errado. – admitió la Itsuki segunda por la derecha, haciendo que la primera rodara los ojos, y una de las otras se rio. El chico sonrió. Eso le permitía descartar a dos, reduciendo las posibilidades. Y la que se rio, seguramente debía ser Yotsuba; solo ella se reiría de eso después de todo.
Ahora estaba un poco más cerca, no podía dejarse perder.
- ¡Ja! Ahora les mostraré, no me subestimen. – declaró el joven mientras comenzaba de izquierda a derecha a señalarlas. – Veamos, tú eres Itsuki, tú eres Miku, tú definitivamente eres Yotsuba, y tú eres Nino.
El chico sonrió con orgullo y levantó la cabeza en alto, como si buscara establecer su evidente superioridad sobre ellas. Solo para terminar llevándose una decepción, pues la evidente ira de una de ellas pronto daría paso a hilaridad.
Las que llevaban pelucas se las quitaron, revelándose que eran "Nino", "Itsuki", "Miku" y "Yotsuba", en el mismo orden que Fuutarou había adivinado. El chico sintió que el corazón se le hundía; su orgullo acababa de recibir un golpe brutal.
- Cielos, de verdad que eres pésimo en esto. – dijo Nino.
- Bueno, aunque al menos sabía que ninguna de nosotras era Ichika. – ofreció Itsuki, tratando de cortar la tensión. – Creo que al menos merece un poco de crédito por eso, ¿verdad? De poder distinguirla a ella.
- ¡Ja, es cierto! – se jactó Fuutarou. Podía tomar eso como una pequeña victoria al menos. – ¡Ya sabía que ninguna de ustedes podía ser Ichika!
- Porque yo te lo dije. – intervino Miku, arruinándolo totalmente.
Aunque las risas que se soltaron entre las hermanas ayudaron a que se disipara la atención, Yotsuba por su parte, y aunque se veía decepcionada de que ni siquiera la hubiese reconocido a ella, se le acercó con una sonrisa y le dio unas palmaditas en la espalda.
- No te sientas mal, Uesugi-san. Estoy segura de que la habrías reconocido a ella si hubiera estado entre nosotras. Después de todo los dos se han acercado más en estos meses, ¿no es así?
- Supongo. – suspiró el chico. – Bueno, ¿ya podemos terminar con este juego? ¿Acepto mi derrota y me puedo ir?
- Está bien, puedes irte. – dijo Nino, antes de acercársele y picarle el pecho con el dedo. – Pero óyeme bien, más te vale que practiques más. Si de verdad quieres salir con una de nosotras, tienes que ser capaz de reconocerla, y demostrarle que realmente la quieres. Otro día te pondremos a prueba, ¿te quedó claro?
- Sí, sí, como el cristal. – dijo él, alejándose un poco para evitar el molesto dedo. – Oye, Yotsuba, voy a cambiarme para salir a trotar, ¿quieres venir?
- Ah, me encantaría, pero… tengo otras cosas que hacer. Tal vez te alcance después. – replicó la chica del lazo.
- Como digas. – dijo el chico.
Una lástima; el aire fresco de las montañas lo hacía un lugar mejor todavía que la ciudad para salir a hacer ejercicio. Si bien no le molestaba ir solo, la verdad sentía que lo hacía mejor cuando iba acompañado.
Tal vez cuando Ichika despertase debería sugerirle que fueran juntos a hacer eso alguna vez. No podía pasarse todo el día durmiendo, ¿cierto?
Un poco después…
Después de correr un par de horas de ida y vuelta por el sendero de la montaña, Fuutarou regresó a la posada. En otro tiempo, tal vez estaría tan exhausto que se habría desmayado a medio camino, pero al parecer, tantos kilómetros en las caminadoras le habían hecho ganar suficiente resistencia para aguantar.
- Uff, eso no estuvo del todo mal. – dijo mientras se desabotonaba la chaqueta de su chándal para ventilarse un poco, y sacaba la botella de agua que colgaba de su cinturón para rehidratarse.
Meses atrás no se imaginaba venir a un lugar como este para hacer ejercicio. Más bien, lo tendría como sitio de retiro para venir a estudiar sin ser molestado, aunque si estuviese en temporada de clases, probablemente lo habría hecho de haber tenido la oportunidad.
- Fuera de lo desgastado que se ve este sitio… es bastante tranquilo y relajante. – dijo mientras miraba al edificio de la posada, antes de volver a entrar.
Sin embargo, cuando entró y pasó frente al jardín, le pareció escuchar voces discutiendo. O más concretamente, una voz femenina que sonaba enojada y furiosa.
- ¡Te estoy diciendo que no es un delincuente!
- ¿Cómo puedes estar tan segura?
- Escucha, llevo meses de conocerlo, y aunque se haga esas pintas, te aseguro que es un caballero. Siempre es amable y atento conmigo, y jamás se propasaría, ¡créeme, papá!
Nino estaba en medio de una discusión con su padre. No se necesitaba ser un genio para saber de lo que estaban hablando; ya el señor Nakano le había dicho a Fuutarou que querría hablar con su hija sobre su "novio" (prácticamente lo era, ¿para qué discutirlo?).
Desgraciadamente para él, esa breve distracción le costó que Nino lo viera en ese momento.
- ¡Ah, qué bien, justo a tiempo! ¡Ven aquí, Uesugi!
- ¿Eh?
- ¡Que vengas, te digo! – insistió la chica, con más urgencia.
Diablos, ¿por qué tuvo que pararse a escuchar? ¿Por qué simplemente no siguió de largo hacia su habitación? Resignado, tuvo que caminar hacia el jardín, y plantarse frente al padre de Nino, que lo miraba con su expresión estoica acostumbrada y los brazos cruzados. El chico tragó saliva y de pronto el sudor que no le salió por haber corrido comenzó a brotarle casi a chorros.
- B-buen día, señor Nakano. – le saludó, tratando de cortar un poco la tensión, aunque sin mucho éxito.
- Vamos, dile cómo es Kintarou-kun. – dijo la chica. – Tú lo conoces mejor que yo al ser primos.
- Oye, ¿a mí por qué me metes en tu…? ¡Ay! – La chica acababa de darle un pellizco por detrás, haciendo una sonrisa que no disimulaba en nada su enojo.
- Sé bueno y habla con mi papá, ¿quieres?
Si no fuera porque tenía a su padre enfrente, con mucho gusto querría devolverle ese pellizco con un jalón de pelo o algo así. Pero su instinto de auto-preservación pudo más, así que encaró de nuevo al hombre, aunque este último habló antes de que él pudiese siquiera pronunciar otra palabra.
- Antes me dijiste que no sabías hasta dónde habían ido Nino-kun y tu primo en su relación. – le dijo severamente.
- Bien… no es que sea asunto mío, pero… – Le echó una mirada fugaz a Nino, cuyos ojos claramente decían "si dices algo malo, eres hombre muerto", haciéndolo girarse de vuelta hacia el señor Nakano. – Mi primo, Kintarou, es un poco revoltoso, y a diferencia de mí no es alguien académicamente inclinado, pero puedo asegurarle que él quiere mucho y respeta a su hija, señor.
- Hmm, ¿lo dices en serio? Mi hija acaba de mostrarme una foto suya, y no tiene exactamente el aspecto de alguien respetable.
- Bueno, las apariencias pueden engañar. – dijo Fuutarou. – Mi punto es, puede que no lo parezca, pero mi primo sabe tratar bien a las mujeres. No las persigue ni las acosa, si eso es lo que le preocupa.
- ¿Ya lo ves, papá? – dijo Nino. – Querías una segunda opinión, y ya la tienes.
El señor Nakano los miró fijamente a ambos. Fuutarou hizo un esfuerzo por no dejarse intimidar; esa mirada gélida suya definitivamente no era solo para amenazar, si flaqueaba por un segundo probablemente no saldría vivo de esas vacaciones. El chico miró a Nino de reojo, y notó que la muchacha también hacía un esfuerzo por no sucumbir a la presión en el aire.
Finalmente, el señor Nakano suspiró y relajó su postura. Buena señal, o eso le pareció después de lo que dijo a continuación:
- Tendré que hablar con ese muchacho personalmente algún día. Es labor de un padre concederles a sus hijas algunos caprichos, así que espero no me den razones para retirárselos.
Y sin decir más nada, se alejó de allí, aparentemente para salir de la posada. Una vez que lo hizo, Nino se dejó caer sobre sus rodillas, llevándose la mano al pecho mientras exhalaba un suspiro. Fuutarou la envidiaba; ojalá él pudiera hacer eso también, pero no quería mostrar signos de debilidad frente a ella.
- Dios, sentí que me iba a morir. ¿Por qué tuvo que preguntarme sobre Kintarou-kun? – Se puso de pie y le dirigió una mirada. – No fuiste tú el que le fue con el chisme, ¿verdad?
- Para que estemos claros, también sabe sobre mis escapadas con Ichika y Yotsuba. – se defendió Fuutarou. – Cuando me confrontó sobre eso el otro día, ya estaba enterado de las tuyas con mi primo.
Nino lo miró enfurruñada, pero pareció aceptar su argumento. Ya un poco más calmada, empezó a juguetear con uno de sus listones entre los dedos, como solía hacer cuando se ponía nerviosa.
- Oye… gracias por apoyarme. Fuiste bastante oportuno.
- No me lo agradezcas. – dijo él. Solo fue casualidad que él acabara de regresar. – Por cierto, ¿sabes si Ichika ya despertó? Necesito hablar con ella de algo importante.
- La última vez que verifiqué seguía dormida. – replicó la segunda hermana, y en ese momento de pronto se alarmó por alguna razón. – ¡Ay Dios, aquí viene!
Hasta ese momento, por estar intimidado con el señor Nakano no se percató de que Nino traía en la mano su peluca roja, y de repente se la puso, acomodándosela lo más rápido que pudo para convertirse en Itsuki, antes de adoptar una postura y expresión serena. Unos segundos después, unos pasos lentos y pesados comenzaron a sonar, y Fuutarou vio que se acercaba el anciano de la recepción, que se volteó brevemente hacia ellos.
- Hola, abuelo. – la saludó, imitando casi a la perfección el tono de la hermana menor. Si no supiera de antemano que era ella, la habría confundido sin duda.
El anciano los miró brevemente, y murmuró algo que Fuutarou no alcanzó a entender, excepto que dijo el nombre de Nino, para su gran sorpresa, antes de continuar su camino como si nada. Y en cuanto lo hizo, Nino volvió a suspirar.
- Oye, ¿cómo supo que eras tú, y a esa distancia? – le preguntó el chico.
- Ja, el abuelo siempre ha podido distinguirnos desde que tengo memoria. – se jactó la chica. – A diferencia de otras gentes, él sí sabe lo que es una prueba de amor de verdad.
Esta vez Fuutarou fue el que se enfurruñó. Seguramente estaba hablando de ese ridículo juego de distinguir a las quintillizas, que claramente lo habían arreglado para que él perdiera. La segunda hermana Nakano le dio un pequeño golpecito en el brazo antes de retirarse, y él tuvo que darse un sacudón a la cabeza para recordar lo que iba a hacer, dirigiéndose hacia las escaleras.
- "Tenemos que hablar sobre esa nota, Ichika. ¿En qué estabas pensando anoche?"
Y como si lo hubiera escuchado, en ese momento vio bajar a una Itsuki que estaba bostezando y se veía con expresión somnolienta. Bien, si acababa de despertarse, tenía que ser ella. Mejor interceptarla ahora mismo.
- Aquí estás, por fin despertaste. Tú y yo tenemos que hablar. – le dijo agarrándola de los hombros.
- ¿Eh, perdón? – replicó la quintilliza.
- Lamento si te acabas de despertar, pero tengo que… ¡WHOAAAAAAAAHHH!
Fuutarou no supo cómo, pero de pronto se encontró volando por los aires, y un segundo después, fue azotado de espaldas contra el suelo de madera dolorosamente. Tardó un par de segundos en procesar lo que había pasado, y en abrir de nuevo los ojos para ver el techo y darse cuenta dónde estaba.
- ¡Abuelo! – oyó exclamar de espanto a la quintilliza.
El chico abrió los ojos, para encontrarse con el rostro del viejo. Podría haber jurado que apenas un minuto antes cuando vio a Nino se había ido en la dirección opuesta. ¿Cómo diablos llegó tan rápido hasta donde él estaba? Y más todavía, ¿de dónde sacó la fuerza para lanzarlo así?
- ¡Mghmgrrahmn! – murmuró.
- ¿Eh? ¿Qué está diciendo? – dijo Fuutarou mientras se ponía en posición sentada. El viejo se le acercó al oído, y le susurró con una voz más tétrica de lo que cabría esperar de una persona de su edad.
- Si vuelves a tocar a mi nieta… te mato.
Un escalofrío recorrió al chico de pies a cabeza. El señor Nakano era intimidante, pero este viejo… con esa sola frase y por como lo lanzó, Fuutarou supo que no debía hacerlo enfurecer. Vio como el anciano se acercaba a la quintilliza y le decía en voz baja.
- Ichika, ¿este mocoso te estaba incomodando?
- ¿Eh? No, no, abuelo, por supuesto que no. – replicó la aludida. – Creo que tiene algo importante que decirme, nada más.
- Bien…
Y siguió su camino. Una vez que desapareció doblando la esquina, se quitó la peluca para confirmar que, efectivamente, se trataba de Ichika, y sonriendo tímidamente le ofreció la mano para ayudarle a levantarse.
- Lo siento. El abuelo es algo sobreprotector con nosotras. – le dijo.
- Olvídalo. – dijo él. – Oye, ¿cómo supo que eras tú? Ni siquiera tuve oportunidad de decir tu nombre, pero supo que eras Ichika con una sola mirada.
- Jaja, eso… tal vez deberías preguntárselo tú mismo. – le dijo Ichika. – Pero bueno, ¿querías hablar conmigo de algo?
- Sí, pero creo que será mejor hacerlo donde nadie nos molesta.
- Hmm… – La Nakano mayor puso un dedo en sus labios, adoptando una expresión pensativa. – Creo que sé dónde podemos conversar a gusto.
Por alguna razón, la mirada de la chica le daba mala espina, ya que siempre estaba tramando algo cuando la veía sonreír de esa manera. Y no se equivocaba, pues la chica se acercó para susurrarle al oído "Te veo en las termas mixtas" antes de irse al comedor a desayunar, dejándolo allí estupefacto.
- *Ejem*, así que, ¿una plática privada con tu chica?
Y si no fuese suficiente para empeorarlo, en ese momento apareció su padre. Ahora estaba empezando a creer que la posada sí podría estar embrujada, con eso de andar apareciendo de sopetón.
- N-no es lo que piensas, papá.
- Ah, tú tranquilo, hijo. – respondió Isanari. – No me voy a inmiscuir. De hecho, yo también tengo que hablar con mi viejo amigo de la escuela de algo importante. Si quieres, puedo tenerlo bien ocupado un rato para que no los moleste. Y hasta lo mantendré en secreto por ti.
En ese momento, la molestia inicial que sintió por la repentina aparición de su padre se disipó totalmente. Lo menos que querría sería que el padre de las Nakano lo pillara en las termas con una de sus hijas totalmente a solas, y fuera a hacerse una idea equivocada. Ya de por sí estaba en aguas calientes con el hombre, y no quería darle más razones que pudieran avivar más potenciales malentendidos.
Lo que importaba era que necesitaba hablar con Ichika, y cualquier cosa que le permitiera hacerlo sin interrupciones, era bienvenida.
Más tarde, en las termas mixtas…
Fuutarou seguía sin poder creer que realmente hubiese aceptado esto. Pero al parecer, esta era la única forma de poder hablar con Ichika sin ser molestados, mientras todos los demás estaban ocupados en sus propios asuntos. Eso, y que Isanari dijo que mantendría al señor Nakano ocupado hasta que salieran, ¿pero cuánto tiempo lo lograría?
- "Más vale que esto valga la pena."
Oyó que la puerta del baño mixto se deslizaba, y a los pocos segundos pudo ver que la Nakano mayor finalmente ingresaba, sin llevar encima la peluca roja para imitar a Itsuki y con la toalla encima.
- Lamento el retraso. – le dijo con una sonrisa. – Evadir a papá y al abuelo no es fácil.
- Ahórrate las excusas. – dijo él. – Los dos tenemos mucho de qué hablar.
- Ya lo sé, ¿pero tienes que ser siempre tan serio?
Fuutarou desvió la mirada, tratando de no verla más de lo necesario. La palabra clave era tratando, porque sin poder aguantarse volvía a verla inevitablemente. Lo peor de todo era que ella era plenamente consciente de ello y parecía decidida a explotarlo a todo lo que daba.
- Oye… ¿no te gustaría ver lo que hay debajo de la toalla? – le preguntó con una sonrisa seductora. – Apuesto a que nunca te habías bañado en las termas con una chica, ¿no? Deberías disfrutarlo.
- N-no, gracias.
- ¿Estás seguro? Podrías no tener otra oportunidad…
- Ichika… no empieces, ¿quieres?
Ichika se alejó, sin dejar de mirarlo fijamente. Claramente estaba tramando algo y sin decir más, deslizó sus manos sugestivamente hacia el nudo que sujetaba su toalla en su lugar. Y eso inmediatamente le prendió las alarmas al chico.
- ¡Oye, no! – le gritó, poniéndose de pie bruscamente.
Afortunadamente había un balde cerca del borde donde estaba que usó para cubrir sus propias partes, pero fue demasiado tarde; Ichika deshizo el nudo y la toalla se deslizó fuera de su cuerpo hacia el suelo. Inmediatamente se llevó la otra mano hacia los ojos para taparse y no ver más de lo que necesitaba de ella.
Por tentador que fuese ver ese hermoso cuerpo, si el señor Nakano llegaba a enterarse que vio desnuda a una de sus hijas, lo mataría sin duda, y prefería preservar su integridad física.
- Jajajaja… debiste ver tu cara, Fuutarou-kun, no tuvo precio. – se rio la chica, mientras él se seguía tapando. – ¿O acaso está despertando el titán durmiente?
- Muy graciosa, solo avísame cuando estés cubierta, ¿quieres?
- Pero ya lo estoy.
Confiando en su palabra, abrió un agujero entre los dedos para ver con un ojo. La toalla todavía estaba en el piso, pero cuando estuvo a punto de volver a exigir que se cubriera, se dio cuenta que la chica no estaba mintiendo. Efectivamente, estaba cubierta, por un bikini de top sin tiras, por eso se le hizo fácil ocultarlo debajo de la toalla. Tenía un diseño de rayas atigradas y el top tenía un aro metálico que sujetaba ambas copas dejando un hueco entre ellas. No era lo que se podría llamar "indecente", pero tampoco dejaba mucho a la imaginación.
- ¿Qué tal? – dijo preguntó la chica, posando con una mano en la cadera y la otra en la cabeza. – Lo empaqué por accidente y pensé que me podría servir. ¿Te gusta?
- Pues… no te queda nada mal. – admitió.
Sin duda le quedaba mejor que aquel traje de baño de competencia. Curiosamente en aquel momento no se había fijado tanto, quizás por todo el embrollo que había con el club de natación, pero ahora que la miraba bien, Ichika tenía una muy buena figura. Pero de nuevo, ya había visto a Yotsuba en ropa de entrenamiento, ¿por qué se sorprendía?
- ¿Por qué no te sientas para que pueda cepillarte la espalda? – preguntó la chica, cogiendo un taburete mientras se arrodillaba y le incitaba a que viniera.
- Me obligarás aunque diga que no, ¿verdad? – dijo él, a lo cual ella respondió una risita. Fuutarou suspiró y agarró su toalla para cubrirse sus partes antes de salir del agua.
Después de sentarse y aceptar la oferta de "servicio" de Ichika, Fuutarou tuvo que admitir que en realidad no se sentía del todo mal. La única mujer que había hecho esto por él había sido su mamá, y de la última vez que lo hizo habían pasado años. Aunque no podía verla en ese momento, algo en él le decía que la Nakano también estaba disfrutando mucho de este momento.
- Hmm, tu espalda está bastante dura. – comentó la muchacha. – Se nota que has tomado muy en serio el entrenamiento.
- Intento usar bien el regalo de Navidad. Sería un desperdicio no aprovecharlo.
- Bueno, no me quejo. – dijo Ichika, dándole un pellizquito en el brazo. – Los bíceps tampoco están del todo mal, ¿eh?
Fuutarou esbozó una sonrisa, aunque no respondió. Quizás aún no estuviera al nivel de su primo, o de su papá, pero la verdad se sentía bien de ser un poco más fuerte ahora que unos meses atrás. Ahora podía lidiar con tareas físicas con menos dificultad que antes, y con el tiempo hasta le parecía divertido y todo. Recibir halagos de una chica linda por su físico tampoco hacía daño.
- Oye, ¿puedo preguntarte algo? – le dijo buscando cambiar el tema. – ¿A qué se debe que todas estén, ya sabes, disfrazadas como Itsuki?
- Ah, ¿eso? Es… una larga historia. – dijo Ichika, queriendo evadirlo aparentemente, pero él no se lo permitiría.
- Hay tiempo para contar.
- Hmm… bueno, fue hace cinco o seis años, creo. En ese entonces todavía éramos quintillizas idénticas. Usábamos la misma ropa, mismo peinado, era casi imposible distinguirnos si no nos conocías. Solo mamá y el abuelo eran capaces de hacerlo.
- ¿A través del "amor"? – preguntó sarcásticamente el chico.
- Jaja, por supuesto, a través del amor. Pero como decía, por ese entonces, Yotsuba decidió que tal vez era tiempo de empezar a ser diferente. Fue por eso que comenzó a utilizar su lazo de orejas de conejo tal como la conoces ahora, y lo ha llevado desde entonces.
Fuutarou asintió. Ese lazo suyo era una de sus señas de identidad y para ser sincero le costaba imaginársela sin él. Podría jurar que a veces, incluso, parecía expresar sus cambios de ánimo como si fuesen orejas de conejo reales, levantándose cuando estaba excitada o sorprendida, y bajándose cuando se sentía deprimida. Pero no tenía idea de qué tendría que ver eso con disfrazarse todas para verse iguales.
- La cosa es, en una de nuestras visitas, el abuelo vio que Yotsuba llevaba ese lazo y sufrió un colapso. Parecía creer que no nos estábamos llevando bien, y desde ese momento decidimos que seríamos más cuidadosas cuando estuviéramos frente a él. Aun así, poco después de eso todas decidimos seguir su ejemplo y empezamos a desarrollar nuestras propias apariencias y personalidades. Pero todas acordamos que, cuando estuviéramos frente al abuelo, mantendríamos la misma apariencia, y usaríamos la imagen de Itsuki para hacerlo. Aunque en los últimos años cada vez se nos hace más y más difícil. Yotsuba me dijo antes de venir que le preocupaba no hacer bien su papel.
- Ya veo. – dijo él. – Visto de esa forma supongo que tiene sentido. Aunque después de cómo me tiró al piso, me cuesta creer un poco que ese viejo sea tan frágil como dices.
- Jaja, perdón por eso. – rio Ichika. – Pero no lo tomes a mal. Estoy segura de que cuando te conozca mejor le caerás bien.
Fuutarou resopló una risa sarcástica. Dudaba de si eso sería posible, o de si realmente querría llevarse bien con ese viejo. No creía que diría esto, pero por dentro admitió que el viejo le parecía un poco más espeluznante que el señor Nakano, y eso era decir mucho, cuando ya de por sí le provocaba escalofríos con solo estar en su presencia y lanzarle miradas.
Tal vez era momento de desviar el tópico de la conversación.
- De todas maneras, tú también querías hablarme de algo, ¿no? – le preguntó sin rodeos.
- Hmm, por dónde empezar… – replicó Ichika. – Te he notado un poco más distante de lo usual, desde que llegamos aquí. ¿Sucedió algo?
El chico volteó a mirarla brevemente por encima del hombro. Su expresión coqueta había desaparecido, siendo reemplazada por una mueca de preocupación. A pesar de su personalidad por defecto, la Nakano también sabía ponerse seria cuando era necesario, y pese a ser más joven que él parecía saber cómo actuar como una hermana mayor si él lo necesitaba, dispuesta a oírle sus problemas y que se desahogase.
Eso le ayudó a relajarse, así que le explicó sobre el día que se toparon en el hospital cuando él iba de salida. El padre de ella había fijado su posición respecto a una posible relación de sus hijas con Fuutarou, y al haberlo intimidado como lo hizo, había preferido guardar su distancia desde entonces. También le mencionó que justo antes de encontrársela cuando despertó, los había confrontado a él y a Nino sobre Kintarou, lo que sin duda agregaba más tensión.
- No quisiera tener problemas… o que tú y las demás tuvieran problemas por mi culpa. – concluyó.
- Eso es muy considerado, Fuutarou-kun. – dijo Ichika. – Pero no creo que papá se molestara demasiado por eso. La verdad, tomó mucho mejor de lo que esperaba mis… pequeñas escapadas.
El chico Uesugi volteó a verla de nuevo. Algo le dijo que no se refería únicamente a las citas que tuvo con él, sino también a las "otras" escapadas que se daba de manera mucho más regular.
- ¿Hablas de tu trabajo de actriz? – No era realmente una pregunta, y si estaba al tanto de todo lo demás, era lógico que ya supiera sobre esto también.
- Creí que lo sorprendería, pero ya estaba al corriente cuando se lo dije. – dijo la chica, con un tono de resignación. – No es que lo apruebe del todo, pero me dijo que mientras no interfiera con mis estudios, está dispuesto a tolerarlo. Aunque no sé si podré seguir haciéndolo en el tercer año.
Ichika dejó de frotarle la espalda y le rodeó el cuello con los brazos. El chico se estremeció; pese a que estuviesen cubiertos por la tela de su bikini, todavía pudo sentir los pechos de la chica presionándose contra él, y tuvo que apretar los dientes y puños fuertemente tratando de sacudírselo.
- Puede que necesite algo de… ayuda adicional. – le susurró al oído.
- ¿Quieres… que sea tu tutor? – preguntó, aunque de nuevo, era menos una pregunta que una declaración de hechos. La chica solo rio, y finalmente se apartó de su espalda para su gran alivio.
- Eso me gustaría, sí. – respondió. – Pero ahora mismo, hay otra cosa que me preocupa. Ese día también fui para pedirle algo importante, pero se rehusó. Presiento que tendré que pedirle a las demás que me apoyen.
- ¿Y qué cosa es?
- ¡Fuutarou! ¿Sigues allí?
La voz de Kazane Uesugi interrumpió la conversación. El chico se quedó rígido, de modo que no pudo hacer nada cuando su madre, que ya venía solo con su toalla puesta, acababa de entrar a los baños mixtos.
- Oh, cielos. – dijo la mujer, entre sorprendida y divertida. – ¿Estoy interrumpiendo algo?
- N-no te hagas f-falsas ideas, mamá. – tartamudeó Fuutarou. – I-Ichika y yo s-solo e-estábamos c-conversando.
- Seguro, conversando. – replicó Kazane, como si no le creyera (y evidentemente no lo hacía). – Bien, hijo, siento mucho arruinarles el momento, pero quería pedirte que lleves a Raiha de paseo por el sendero. Lo haría yo misma, pero tenía ganas de relajarme un poco.
- Ah, cielos. – Fuutarou rodó los ojos. Miró a Ichika para decirle algo, pero esta le sonrió alegremente.
- No te disculpes, podemos terminar con esta plática en otra ocasión. – dijo Ichika. – Sé un buen hermano mayor y lleva a Raiha-chan de paseo.
- Si tú lo dices.
Fuutarou se puso de pie y se dirigió hacia el vestidor. Su madre le dio un codazo mientras murmuraba algo que le pareció que sonaba como "pilluelo". El chico trató de ignorarlo, aunque por dentro todavía se sentía molesto de que hubiese aparecido justo en ese momento, cuando estaba poniéndose buena la conversación.
De hecho, se estaba entreteniendo tanto que no tuvo oportunidad de preguntarle a Ichika sobre esa nota, pero por ahora, era mejor hacerle caso y portarse como el buen hermano mayor que siempre había sido.
Esta historia continuará…
Notas del autor:
Bien, antes que nada, debo pedir disculpas si mis notas de este capítulo no son tan alegres como de costumbre. El pasado miércoles 1 de septiembre, a eso de las 4:15 pm, el Covid-19 cobró su primera víctima fatal en mi familia: mi abuelita de 89 años. Ella había sido la matriarca de mi familia desde que tengo memoria e incluso antes, era la última que quedaba entre mis abuelos (mi abuelo materno murió antes de que yo naciera, y mis dos abuelos paternos fallecieron cuando estaba en secundaria), y la última sobreviviente entre sus hermanos. Si tuviera que describirla en pocas líneas, puedo decir que ella fue todo lo que uno podría desear en una abuela: amable, cariñosa y alegre, no solo con nosotros en la familia, sino con todos los que la conocían. También podía dar mucho miedo cuando se enojaba y nos regañaba, y creo que no conocí a una persona tan fuerte como ella. Siempre tuvo un gran espíritu e incluso hasta el año pasado todavía nos ayudaba con la limpieza de la casa y el jardín. Pero bueno, nadie le puede ganar la batalla al tiempo, y supongo que Dios decidió que ya era su tiempo, además, por lo que me dijo mi tía, que era quien la cuidaba más de cerca, ella ya estaba lista para irse. Después de todo lo que hizo por nosotros se merece su descanso, y dondequiera que esté, nos seguirá cuidando a todos. Lo sé porque la noche siguiente a su fallecimiento, soñé con ella, que todavía estaba aquí abrazándonos a todos. Descansa en paz, abuelita, y gracias por todo el amor que nos diste durante tanto tiempo.
Ahora sí, vamos al capítulo. Como prometí, este es el comienzo del equivalente del arco de los Huevos Revueltos del canon, y creo que saben lo que eso significa. Aquí estoy llevando los eventos por un rumbo ligeramente diferente, debido a que Fuutarou es más cercano con Yotsuba e Ichika que con ninguna de las demás, es obvio que está menos empeñado por aprender a distinguirlas, aunque el juego de quintillizas tenía que pasar sí o sí. De hecho, sin que sea un gran spoiler, tengo planeado que haya una segunda visita a las termas del abuelo de las Nakano para concluir esta parte de la trama, cuando nuestro protagonista ya tenga más claros sus sentimientos. Por supuesto, eso no sucederá hasta el final del tercer año de preparatoria, así que iré dejando algunos cabos sueltos en este arco para arreglarlos en el transcurso. Como dato trivia, para la escena de Fuutarou e Ichika en las termas mixtas me inspiré parcialmente en una similar de Nagatoro, cuando finge que le va a modelar desnuda a su senpai solo para revelar que llevaba un traje de baño abajo, así que si pensaron en ella, no es casualidad.
Así que para terminar, me disculparé de antemano si mi actividad disminuye y las próximas actualizaciones tardan un poco más. Este capítulo fue publicado solamente porque ya había terminado el que escribía actualmente el mismo día que falleció mi abuela, pero en este momento tengo que dedicarle más tiempo a la familia, y mi actividad online estará pausada mayormente para casi todo (salvo las tareas universitarias), agregando que estoy teniendo problemas con el internet en mi zona y ahora mismo estoy tomando conexión prestada. De modo que les pediré más paciencia; no abandonaré la historia, pero tengo muy claro el orden de mis prioridades. De hecho, lo más probable es que cuando vuelva a escribir sea primero para hacerle un tributo a la abuela, antes de reanudar cualquier otra de mis historias en curso. Aún tengo sentimientos en el pecho que me quiero descargar y presiento que me va a ayudar a sobrellevar la pérdida, ustedes entienden.
Gracias por los reviews a AGGSS8 y AaronVS3 en el capítulo anterior, y a AndyKurosaki96 en los anteriores (espero que pronto te pongas al día). También, agradecimientos a Shadechu Nightray por su continuo trabajo de beta, y a Breloom Writer por proveerme algunos diálogos en la escena del juego de quintillizas, ambos una gran ayuda para esta historia. Hasta la próxima, sayonara.
