Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas
Por Fox McCloude
Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.
Capítulo 21: Aguas termales y confusiones – Parte 2
Bajo la Campana de los Votos, mientras Fuutarou e Ichika conversaban…
Había varias razones por las que había decidido venir junto con sus hijas en este viaje. La primera, y la más obvia, era porque su anciano suegro estaba bastante delicado de salud, y no sabía cuánto tiempo le quedaría. Sabía que era un hombre fuerte, pero tarde o temprano, la edad le terminaría ganando la batalla inexorablemente.
La segunda… había tenido una conversación a solas con su hija mayor en su oficina, una que lo había dejado pensando profundamente. A pesar de haber dejado su postura muy clara, la conocía muy bien, y algo en él le decía que eso no había terminado todavía. Iba a venir a buscarlo tarde o temprano para volver a conversar de ello y seguir insistiendo.
…
- ¿Entiendes lo que me estás pidiendo? – le preguntó muy seriamente.
- Sé que suena extraño, papá. Pero por favor, cancela la transferencia de Yotsuba. Por su propio bien, ella realmente no necesita regresar a Kurobara.
Justo después de haber despedido al joven muchacho Uesugi, y de entregarle su última paga como tutor, Ichika había venido a visitarlo en su oficina. Debido a que se encontraba hablando con él en aquel momento, apagó momentáneamente el intercomunicador para evitar ser interrumpido hasta que terminaran, y como resultado, su hija le llegó de sorpresa. Por su estimación, seguramente debieron haberse cruzado en el pasillo antes que ella entrase.
- Ichika-kun, habíamos acordado que el objetivo de todo esto, sería que Yotsuba-kun pudiese volver con ustedes. ¿No es eso lo que siempre han querido, poder permanecer juntas?
Su hija mayor desvió la mirada, pues había dado en el clavo. La idea de transferirla a otra escuela, en la cual estudiaba el hijo de su viejo compañero de clases, y que por sus referencias era un estudiante excepcional, era para facilitarle más las cosas y que pudiesen estudiar sin problemas. Y aunque fue difícil, al final lo consiguió.
- Hay más de una forma de permanecer juntas. – dijo Ichika. – Estamos en el descanso entre años escolares. En esta época, es mucho más fácil mover los hilos para hacer transferencias de una escuela a otra, ¿no es así?
- Ichika-kun… ¿no estarás pensando en pedirme eso de nuevo? – preguntó severamente. Sabía exactamente lo que estaba a punto de proponer; después de todo, ya lo habían hecho, o mejor dicho, intentaron hacerlo una vez.
- Mientras podamos graduarnos de preparatoria, ¿qué importa la escuela donde lo hagamos? – preguntó la pelirrosa.
- ¿Puedes decir eso tan a la ligera? – dijo Maruo arqueando una ceja. – ¿O acaso es que piensas dejar de estudiar una vez que te gradúes… señorita joven y prometedora actriz?
Vio que su hija se sobresaltaba al decirle estas palabras. No era de extrañarse; probablemente estaba pensando que él no sabía nada de eso, pero se mantenía en contacto con Ebata, quien le reportaba de todos los movimientos de sus hijas. Obviamente no podía permitirse que anduvieran en malos pasos.
- ¿Planeabas decírmelo en algún momento?
- Bueno… esperaba sorprenderte hoy con la noticia. – admitió finalmente. – Pero supongo que ya no hay necesidad. Aunque me sorprende que no hayas hecho nada para impedírmelo.
- Considerando todo, te las has arreglado bien. – dijo Maruo manteniendo su tono serio. – Pero no será tan fácil durante el último año. Puede que tengas que elegir entre una cosa, o la otra, y eso afectará severamente tu futuro. La actuación es… un negocio arriesgado después de todo.
- Lo sé. – dijo Ichika. – Pero confío en que puedo lograrlo. Solo necesitaría… un poco de ayuda, es todo.
Maruo entrelazó sus dedos, mirando a Ichika fijamente. Sabía muy bien que antes, cuando ocurrió todo el lío y Yotsuba estuvo a punto de ser expulsada de Kurobara tras fallar los exámenes de recuperación, las demás intentaron mentir diciendo que habían hecho trampa, y de ese modo que todas fuesen transferidas juntas de escuela. Pero en última instancia Yotsuba decidió impedir que sus hermanas pagaran por sus errores, y dijo que se las arreglaría por su cuenta, cosa que al final aceptaron a regañadientes.
- Papá, tal vez no lo hayas notado, pero Yotsuba está mucho más motivada desde que se cambió. Tengo la sensación de que podría irle mucho mejor donde está ahora, y que regresar a nuestra vieja escuela solo la hará volver al inicio. De hecho… pienso que yo también debería cambiarme.
- ¿En qué te basas para decir eso? Kurobara es una academia de gran prestigio.
- Esto no se trata del prestigio. Un ambiente más relajado y menos estricto le hizo bien a Yotsuba. Ahora se siente menos presionada y eso le ayuda a hacer mejor las cosas. La verdad, creo que yo y las demás nos podemos beneficiar de eso.
- ¿Lo dices por eso? ¿O hay alguna otra razón? – inquirió el hombre.
Su hija volvió a desviar la mirada, indicativo de que había dado en el clavo. Sabía perfectamente cuál era esa razón, pero prefería lograr que ella misma lo admitiese. Si se sentía sondeada, era menos probable que se abriera con él, después de todo.
Ichika tardó un momento, pero finalmente aspiró profundo, y tomó aplomo para confrontarlo.
- Te seré sincera, papá. Yotsuba está mejor ahora gracias a Fuutarou-kun. Y no lo digo solo porque la ayudó a estudiar, sino porque… porque él era la persona que ella necesitaba en su vida. Un buen amigo en quien puede confiar, y con quien puede ser ella misma. No me parece justo que deban separarse ahora, cuando ella claramente más necesita de él.
- ¿Y por qué me dices todo esto? – inquirió nuevamente Maruo. Ichika volvió a respirar profundo, meditando brevemente su respuesta antes de hablar.
- Soy la hermana mayor. Desde que mamá murió, me propuse que cuidaría de las demás, que velaría por su felicidad. Aprecio todo lo que has hecho por nosotras, y sé que es mucho, pero te prometo que, si me cumples este capricho, no te pediré nada más en mi vida.
- Me temo que debo negarme. – dijo Maruo. – En teoría, sí podría hacer lo que me pides, pero sería mucho más problema del que vale.
- Pero papá…
En eso, oportunamente sonó el intercomunicador, con una llamada de la recepcionista para anunciarle de un paciente de emergencia y que tenía que supervisar. Alcanzó a ver que su hija se enfurruñaba al ver que se interrumpía la conversación, pero al tratarse de una emergencia, no pudo protestar. El trabajo era el trabajo, después de todo.
- Te pido disculpas, debo atender esto. Es mejor que vuelvas a casa, esta conversación ya ha terminado. – declaró tajantemente.
Se dirigió hacia la puerta y su hija salió para que él pudiese cerrar la oficina con llave. Ichika se vio decepcionada, pero obedeció y se marchó hacia el elevador, con una mirada que decía claramente que no se habría dado por vencida.
Las quintillizas eran tan testarudas como su madre, eso parecía inevitable.
…
Maruo sabía perfectamente que esa conversación no había terminado, simplemente había sido aplazada. De hecho, se esperaba en cualquier momento que su hija mayor decidiera venir a confrontarlo de nuevo.
Aunque no lo parecía, en realidad no era que él estuviese en contra de su decisión. Simplemente no deseaba que la tomase tan a la ligera, y estar seguro de que era plenamente consciente de todas las implicaciones. Como su padre, era su deber cuidar de ella y de todas sus hermanas, aunque prefería darles cierto grado de libertad para que tomasen sus propias decisiones.
- Así que aquí estás.
La familiar voz resonó detrás de él, y se dio la vuelta para encontrarse con el sonriente e igualmente familiar rostro de su excompañero de clases, Isanari Uesugi. Ciertamente no se esperaba verlo aquí, en el mismo lugar que ellos tomando estas vacaciones. ¿Coincidencia u obra del destino?
- Ha pasado un tiempo, viejo amigo. – dijo Isanari.
- No tanto. – replicó Maruo. – Hemos estado en contacto, ¿no es así?
- Quiero decir en persona. ¿Cuándo fue la última vez que hablamos cara a cara? Mejor dicho, ¿cuándo fue la última vez que hablamos sin que estés hundido en tu oficina todo el día?
- Soy un médico, mi trabajo es algo muy serio.
Isanari murmuró algo de lo que Maruo alcanzó a entender "eso te dices", y luego su sonrisa despreocupada cambió a un semblante mucho más serio, mientras se cruzaba de brazos.
- Por mucho que me gustaría hablar de los viejos tiempos, hay algo más importante. – le dijo. – Confiesa, ¿exactamente qué le dijiste a mi hijo aquel día?
Maruo miró fijamente al hombre rubio y musculoso. No estaba sonando amenazante ni mucho menos, pero igual que él con las quintillizas, evidentemente el Uesugi mayor también se preocupaba por su hijo.
- ¿Estás molesto porque esté saliendo con una de tus hijas? – preguntó directamente.
- Lo contraté como un favor para un viejo compañero. Se suponía que fuese tutor para una de mis hijas, no que se involucrase sentimentalmente con ellas.
- Oye, dicho de esa manera lo haces sonar como un mujeriego. – señaló Isanari. – Digo, tampoco es que vaya detrás de todas a la vez, ¿no? Con una es suficiente, hasta él lo sabe.
Isanari hablaba con ese tono despreocupado, como si todavía fuesen colegiales en secundaria. Algunas cosas nunca cambiaban ni con los años, y pese a estar casado y con dos hijos, seguía siendo el mismo en el fondo. Él por su parte, esperaba haber madurado desde aquella época.
- No quiero que ninguna de mis hijas se involucre con alguien que no le conviene. Además, las relaciones entre profesores y estudiantes no son algo apropiado.
- Tch, por favor, estás exagerando. – replicó Isanari. – Es cierto, mi hijo a veces sale a ejercitarse con Yotsuba, pero nada de citas. Eso lo hace es con Ichika, que ni siquiera es su estudiante. Además… creo que no eres la mejor persona para hablar de ese tipo de relaciones. No cualquiera puede presumir de haberse casado con su profesora, ¿verdad?
Maruo apretó ligeramente un puño, dirigiéndole una mirada severa. Detestaba que le señalasen eso, como si fuese algo mal lo que hizo. En primer lugar, era cierto que él fue el fundador del club de fans de su profesora, a quien admiró por su dedicación, carácter fuerte, y belleza, pero nunca la vio más allá de eso cuando fue su estudiante. Y en segundo, cuando entraron en una relación, él ya se había graduado, independizado y hecho una vida por su cuenta, todo gracias a sus enseñanzas.
En parte, también ese fue el motivo de ofrecerle casarse con ella, para poder adoptar legalmente a sus hijas y cuidarlas en su memoria. Ellas eran el último recuerdo vivo de esa mujer a la que tanto admiró, y eventualmente también amó. Por eso debía protegerlas a toda costa.
- Les he dado muchas libertades a mis niñas. – señaló Maruo. – Es justo que también les ponga algunos límites.
- Pero no siempre serán niñas. – señaló Isanari. – Aunque no los veamos así, nuestros hijos crecerán, y no podemos llevarles de la mano cuando hagan sus vidas. Habrá que dejarlos ir tarde o temprano, y ya están en edad para que tomen decisiones y elijan lo que quieren.
Maruo volvió a dirigirle una mirada a Isanari, como si quisiera intimidarlo. Este ni siquiera se inmutó; claramente creía en lo que decía, y por mucho que quisiera negarlo, tenía razón. Las quintillizas cumplirían sus dieciocho en poco menos de dos meses, y ya iba siendo tiempo de que pensaran el camino que querrían seguir para sus vidas. Fuera cual fuese, y mientras no anduvieran en malos pasos, él estaba dispuesto a permitirles que lo decidieran por su cuenta. Por eso no había intervenido al enterarse de la carrera de actuación de Ichika.
Al ver que no decía nada, Isanari tomó la palabra de nuevo:
- Escucha, puede que mi hijo tenga sus defectos, pero no es un mal muchacho. Puedo ver que les ha tomado mucho cariño a tus hijas. Diablos, como padre me alegro que tenga una novia, falta que le hacía alguien que guste de él y lo saque de ser ese gruñón estudioso en que se convirtió. Me recuerda demasiado a ti, ¿sabes? Sin ofender.
- No me ofendo. – respondió Maruo. De hecho, hasta se sentía algo halagado, aunque no lo dijera de dientes para afuera. – Si fuese solo él, podría dejarlo pasar. Pero supongo que estarás al tanto que… no es el único que va tras una de mis hijas.
- ¿De qué hablas? – preguntó Isanari, como si fingiera no saber. – Es broma, es broma. He de suponer que te refieres a Kintarou, ¿verdad?
- Cualquier padre que se respete aboga por sus hijos. ¿Pero qué me dices de tu sobrino?
- Bueno, no veo razones para que desconfíes de él. Es hijo de mi difunta hermana después de todo. A veces es revoltoso, pero no más de lo que yo lo fui en mi época de estudiante, si eso te sirve de algo. Y nunca le haría daño a una chica, menos a una que le guste de verdad.
Maruo se quedó viendo fijamente a su excompañero de clases de nuevo. Su gesto serio había dejado paso a su sonrisa despreocupada otra vez. Aunque le resultara irritante, confiaba en la palabra del hombre, y si este abogaba tanto como por su hijo como por su sobrino, entonces confiaría en que no sobrepasarían sus límites.
Esperaba que no le dieran razones para desconfiar luego.
Entretanto, en los baños termales femeninos…
Mientras su marido e hijos estaban afuera, Kazane había decidido aprovechar de ir a las termas a relajarse sola. Hacía mucho tiempo que no se dedicaba un rato para sí misma, y no podía estar más feliz de que su marido hubiese ganado en esa pequeña rifa.
- Hmm, qué bien se siente esto.
Aunque no le molestaba la compañía, se sintió bien de tener en ese momento las termas solo para ella. Hacía años que no se bañaba en ellas y luego de pasar tanto tiempo en el trabajo se sentía que se había ganado ese pequeño placer, tener tiempo para divagar y aclarar su mente.
Al menos, hasta que la puerta se deslizó y alguien más ingresó.
- ¿Oh? Perdón, pensamos que estaba desocupado. – Eran dos de las hermanas Nakano. Concretamente, Itsuki y Miku, por sus tintes y largo de cabello.
- No se preocupen por mí, hay espacio. – les dijo.
Las dos muchachas se metieron al agua y se dirigieron a sus propias esquinas para disfrutar del baño. O eso intentaron, hasta que alguien más ingresó…
- ¡Abran campo que ahí voy! ¡Whoooooo!
Y se lanzó haciendo una bola de cañón, salpicándolas a todas. Kazane apenas tuvo tiempo de procesar lo que acababa de pasar, pues Itsuki se adelantó a empezar a gritar.
- ¡Yotsuba! ¡No estamos en una piscina para que hagas eso! ¡Además, ¿no ves que no somos las únicas aquí?!
- ¿Eh? Ah, señora Uesugi, perdón. No vi que estaba aquí.
- No hay cuidado. – dijo la mujer. – Además, tengo entendido que este lugar pertenece a su abuelo, ¿cierto? Más bien siento como que la invasora soy yo.
- ¡No, no diga eso! – se apresuró a decir Itsuki. – Usted tiene tanto derecho a disfrutar de las termas como nosotras.
La mujer simplemente se rio y le restó importancia. Ahora que estaba allí, a decir verdad tenía muchas preguntas para ellas. Mismas que no había podido sacarles respuestas a su hijo, pero como cualquier madre, tenía curiosidad de saber.
- Entonces… ¿cómo van las cosas entre mi hijo e Ichika? – les preguntó directamente. – Sé que ella trabaja mucho como actriz y por eso no tienen tiempo de verse, pero…
- Ah… bueno, supongo que les va bien. – dijo Yotsuba. – Siento mucho haberme colado en lo que debería haber sido una cita para ellos dos.
- No fuiste la única. – dijo Itsuki. – Aunque Nino fue la que nos arrastró para espiarlos, ¿no, Miku?
- No opusimos mucha resistencia. – replicó secamente la hermana intermedia, causando que la menor hinchara los cachetes.
Kazane tuvo que contener la risa. Luego de que Fuutarou se había ganado aquellos boletos para el parque de diversiones, parecía estar dividido sobre invitar a Yotsuba o a Ichika, explicándoles sus razones. La mujer entendió perfectamente; cuando su hijo se sentía en deuda con alguien, no descansaría hasta sentir que había dado la compensación apropiada. Luego se enteró de que, de alguna manera, Ichika y Yotsuba compraron un boleto adicional para ir los tres, y que terminaron encontrándose con las demás, pasando todos juntos el resto de la tarde.
- Saben, por lo que me dijo, en realidad se divirtió bastante. – dijo Kazane. – Creo que no lo había visto tan feliz en mucho tiempo. Y todo es gracias a ustedes.
Sus palabras captaron la atención de las tres hermanas, que la miraron muy interesada. Siendo que la conversación ya había iniciado, la mujer decidió continuar.
- Mi hijo es un buen muchacho, pero es demasiado serio para mi gusto. Mi marido y yo hemos tratado de convencerlo de que intente relajarse un poco más, y que no tiene que preocuparse tanto por nosotros, ¿saben?
- ¿De verdad? – preguntó Itsuki. – ¿Y a qué se debe?
- Cuando quise abrir mi panadería por primera vez, teníamos muchas deudas. – explicó Kazane. – Isanari y yo intentábamos ser fuertes por el bien de Fuutarou y Raiha, pero creo que él podía ver que la estábamos pasando muy difícil solo para poner comida en la mesa. Creo que eso fue lo que motivó a mi hijo a querer ayudarnos, de cualquier manera.
»Pero se enfrascó tanto en sus estudios que terminó distanciándose de todos, excepto de nosotros. Hace años que no se relacionaba con nadie, ni siquiera con los pocos amigos que tenía en primaria. Y aun después que logramos conseguir un préstamo para sacar adelante nuestro negocio, insistió en buscar trabajos, con la excusa de "no ser una carga para nosotros". Dios, ese chico…
- Por eso es tan serio. – dijo Itsuki. – Ahora entiendo por qué le preocupaba tanto el dinero que ganaba con el trabajo.
- Así es él. – dijo Kazane. – Pero como les dije, estos meses parece haber cambiado. Lo noto mucho más relajado y feliz. Todo es gracias a haberlas conocido a ustedes. Es bueno ver que esté haciendo buenas amistades.
- Oh, no, no tiene por qué darnos las gracias. – dijo Itsuki, agitando los dedos frenéticamente. – De hecho, a la que debería darle las gracias es a Yotsuba.
- ¿Eh? ¿Y a mí por qué? – preguntó la pelinaranja.
- Vamos, ¿todavía lo preguntas? – replicó su hermana menor. – Tú fuiste la que lo trajo a nuestra casa, y la que pasa más tiempo con él. Prácticamente se volvieron los mejores amigos, ¿o no? Si hasta salen a trotar o al gimnasio juntos a menudo.
- Eso es verdad. – dijo Kazane. – Es más, si no lo supiera mejor, casi habría pensado que ustedes dos estaban saliendo juntos.
- ¡Oh, no, no, no! – dijo Yotsuba agitando los brazos frenéticamente. – Su hijo y yo solo somos buenos amigos. La verdad, yo solo quería agradecerle de alguna manera por todo lo que me ayudó estudiando. Eso es todo.
A la mujer le costaba un poco creer eso, pero ya que Fuutarou insistía en lo mismo, no veía razones para dudar de Yotsuba. La verdad se le hacía bastante extraño, pero de nuevo, su hijo había decidido ultimadamente salir con Ichika, así que terminó por tomarle la palabra y no molestarla al respecto. Si ambos decían que eran amigos, entonces debían ser solo amigos.
- Bueno, sea como sea, estoy feliz de que las haya conocido. – prosiguió la mujer. – Gracias a ustedes mi hijo está empezando a abrirse más, y actúa más como un adolescente en lugar de obligarse a ser un adulto antes de tiempo.
- Yo también debería seguir ese ejemplo, pensándolo bien. – dijo Itsuki. – Hablando de eso, si no le molesta que le pregunte… ¿cuándo será su cumpleaños?
- ¿Por qué el interés? – preguntó Kazane. A su vez, tanto Yotsuba como Miku miraron a Itsuki con los ojos en rendijas.
- ¡Ah! ¡No me digas que tú también te estás enamorando de Uesugi-san! ¡Que no se entere Ichika! – exclamó Yotsuba.
- ¡No, no seas malpensada! – exclamó la pelirroja, con el rostro de pronto casi tan rojo como su pelo. – Digo, él también me ayudó a mí de vez en cuando con los estudios, y hasta nos trajo regalos de Navidad a todas. ¿No es así, Miku?
- Es cierto. – respondió la hermana taciturna. – También queremos agradecérselo.
Kazane se tapó involuntariamente la boca para aguantar la risa. En realidad, las muchachas no necesitarían saber que solo fue por insistencia de su marido y ella que Fuutarou gastó en comprarles regalos de Navidad a todas las hermanas Nakano. Pero era lindo ver que se sentían agradecidas por ello, y que querían retribuirlo.
- Bueno, si realmente quieren saberlo, su cumpleaños es el 15 de abril, así que todavía falta un poco. Pueden tomarse su tiempo.
- ¡Hay que hacer algo especial! – dijo Yotsuba con entusiasmo. – Después de todo será su cumpleaños número 18, ¿no es así?
- Ya pensaremos en algo. – dijo Itsuki. – Quizás una fiesta sorpresa o algo estaría bien.
La señora Uesugi estuvo de acuerdo en eso. Normalmente, su hijo celebraba su cumpleaños con ellos, siempre algo pequeño, con un pastel hecho por ella y por Raiha, pero nada más. Solo en un par de ocasiones cuando Kintarou vino de visita para celebrar su cumpleaños los dos juntos (ya que lo compartían) se había puesto más animado, aunque no quisiera reconocerlo.
Sería bueno apoyar a las chicas en esto para darle una sorpresa a su hijo.
- Bien, si ese es el caso, pueden contar conmigo para el pastel. Y lo que sea que planeen, pueden estar seguras que no le diré ni una palabra.
- ¡Shishishi! ¡Muchas gracias, señora Uesugi!
A partir de allí, la mujer empezó a hablar en voz más baja, solo en caso de que alguien pudiese estar escuchando. Luego tendría que pedirle a su marido que no le fuera con el chisme a su hijo, para aumentar el impacto de la sorpresa. Más que nada, sugerencias de comida y regalos que podrían gustarle, y a la vez intercalando alguna que otra anécdota sobre Fuutarou, que les sacó una que otra risa a las hermanas.
En definitiva, estaba muy feliz de que su hijo pudiese contar a chicas tan agradables como sus amigas.
Un poco más tarde…
La caminata con Raiha por los alrededores se hizo bastante corta. Meses atrás, Fuutarou a veces sentía que su pequeña hermana tenía más energía que él. Esta vez, sin embargo, ella terminó cansándose antes que él, y en el camino de regreso exigió que él le hiciera caballito.
- ¡Más rápido, más rápido, Oniichan!
- ¡Vamos de subida, déjame recuperar algo de aliento! – dijo el chico. No estaba tan agotado como pensaba, pero sin duda sería mucho más fácil llevarla en terreno plano.
- ¡Ah, espera un momento! ¡Da vuelta a la izquierda aquí!
- ¿Para qué? – preguntó él. La posada estaba en la dirección opuesta después de todo.
- ¡Quiero ir a ver la campana!
Oh, así que de eso se trataba. La verdad, él seguía sin entender por qué todo mundo hacía tanto alboroto por esa estúpida campana, pero bueno, su hermanita se lo había pedido y él no se iba a negar.
Dejó que Raiha fuese a verla, y parecía tan emocionada como si estuviese en una tienda de dulces o de juguetes. A veces la envidiaba un poco, poder mantener esa disposición alegre y sin preocupaciones, mientras que él estaba tan enfrascado en sus estudios, que no se había dado oportunidad de disfrutar de la vida.
De hecho, ni siquiera ahora estaba disfrutando de estas vacaciones. Desde que vio a las Nakano y a su padre había estado bastante tenso, y si bien ese pequeño "encuentro cercano" con Ichika en las termas mixtas le había quitado algo del peso de encima, todavía seguía con muchas cosas dándole vueltas en la cabeza.
Al menos, había prometido que terminarían esa pequeña charla después. ¿Tal vez debería entrar ya a buscarla?
- Raiha… necesito ir a hablar con Ichika. – le dijo tras un buen rato. – ¿Vienes o te quedas?
- ¡Puedes ir sin mí, Oniichan! ¡No quiero hacerles mala tercia!
Fuutarou casi se rio, pero no creía que sus padres se molestaran por ello. Después de todo, la posada estaba casi a la vuelta de la campana, así que igual no se perdería.
Ya adentro, pasó frente al anciano en la recepción, y pese a que este ni se movió, le dieron algunos escalofríos. Ahora sabía que no debía meterse con el viejo o con sus nietas si no quería pasarla mal.
Así, cuando vio que una Itsuki se aproximaba, se le acercó con algo de cautela, cuidando de no hacer contacto físico o parecer que estaba acosándola.
- *Ejem*, ¿eres Ichika, por casualidad? – preguntó tranquilamente. – Y si no lo eres, ¿sabes dónde está ahora?
- No. Y tampoco sé dónde está. – replicó esta, y continuó su camino.
Fuutarou casi chasqueó los dientes, pero ni modo, no le quedaba más que seguir buscándola. En serio seguía pensando que disfrazarse todas de la misma era una exageración. ¿Por qué no podía el viejo aceptar las individualidades de cada una de todos modos?
- ¡Ay! ¡Perdón! – En ese momento, doblando la esquina se topó con otra Itsuki, o mejor dicho, casi se lo llevó de frente. Iba con mucha prisa. – ¡Lo siento mucho!
- No hay cuidado. – dijo él. Ni siquiera alcanzó a reconocerla o preguntarle si era Ichika. Pero entonces se percató de algo más; parecía que en su prisa le había dejado algo en la mano.
Otro papelito doblado, y al abrirlo, vio la misma caligrafía de la otra noche, y hasta adornado con corazoncitos rojos en las esquinas, un mensaje muy similar pero un poco más extendido que el original.
"Ven a verme bajo la campana a la medianoche. Es para algo muy importante, por favor."
- Entonces… ¿esa era ella? – preguntó mientras se giraba para mirar el pasillo por donde ella había desaparecido.
¿Quién más si no? Lástima que se fue tan deprisa, pero al parecer, no tenía más alternativa. Si quería hablar con ella, tendría que esperar hasta la noche. Resignado, suspiró y se dirigió a su habitación. Si iba a tener que pararse a la medianoche, quizás lo mejor era dormir un poco ahora.
Aquella noche…
Como si su reloj interno lo alertase, Fuutarou se despertó, y cuidadosamente alargó la mano para coger su celular. Ocultándose debajo de las mantas del futón para encenderlo, verificó la hora. Eran las 11:42 pm. Bueno, ya faltaba poco para la medianoche, la hora de su "cita con el destino", por decirlo de alguna manera.
Salió de su futón con cuidado y cogió su ropa tratando de no hacer ruido para no molestar a su familia. Bajó las escaleras y se dirigió al baño. No escuchaba pasos por ninguna parte, así que supuso que, o bien ya estaba esperándolo allá, o no se habría despertado.
- "Dios, no sé cómo me dejé convencer de esto." – pensó, mientras se cambiaba de ropa. – "Más vale que valga la pena."
Pensándolo bien, no había muchos otros lugares y momentos donde pudieran conversar sin ser molestados. Después de todo, ambas familias se irían de regreso a casa al día siguiente, y lo más probable era que siguieran ocupados toda la mañana como hoy. La conversación había quedado pendiente, y era mejor terminarla como fuese.
- Más vale que esto sea bueno. – murmuró en voz baja.
Estuvo a punto de salir hacia el pasillo de entrada, pero entonces se acordó de algo. ¿Y si el viejo estaba en la recepción vigilando? No creía que le hiciera mucha gracia si llegaba a verlo, y se enteraba de que estaba planeando tener una reunión nocturna con una de sus nietas. Miró cautelosamente y aguzó el oído, pero no se escuchaban pasos. Se acercó de puntillas y vio que no estaba en su lugar habitual. Aguantando la respiración, se movió hacia la entrada. Abrió la puerta cuidadosamente y salió de la posada.
La noche estaba extremadamente tranquila. Afortunadamente, la Campana de los Votos estaba a menos de cinco minutos caminando, así que no llegaría tarde a su pequeña cita. Cita, qué forma tan extraña de llamarlo.
- Ichika… ¿de qué quieres hablarme que es tan importante? Y para que nos veamos en este de todos los lugares.
En serio, ¿por qué bajo la campana? Si no lo supiera mejor, quizás ella querría verlo allí por esa ridícula leyenda. Tal vez querría confesársele allí mismo y que hicieran sonar la campana para estar juntos para siempre, o algo así.
Al principio empezó a reírse de la idea, hasta que empezó a considerar… ¿y qué tal si eso era exactamente lo que quería hacer? Ichika no había hecho un secreto que se sentía atraída a él, pero… no, era demasiado pronto para hacer algo definitivo. No era que él no la viera como una chica atractiva ni mucho menos, pero… ¿realmente sentía atracción por ella?
- *Ejem, ejem*. – dijo finalmente una voz en medio de la oscuridad. Estaba tan ensimismado que ni siquiera había oído sus pasos. O tal vez, estaba siendo sigilosa a propósito.
A pesar de que estaba oscuro, pudo ver que la chica se había puesto un abrigo largo para cubrirse del frío, y aunque su peluca larga era visible en su silueta, también llevaba un sombrero sujeto con un pañuelo alrededor de la cabeza. Casi podía distinguir el estampado de leopardo.
- Al fin llegas. Y bien, ¿por fin me dirás qué es eso tan importante?
La chica no respondió, simplemente fue caminando hacia él lentamente. Sin avisar, y sujetándolo por los hombros, comenzó a empujarlo hacia atrás, primero suavemente, pero luego con más fuerza con cada paso que daba.
- ¡Oye! ¿Qué crees que…? ¡Whoah!
En un empujón bastante brusco, se resbaló y cayó hacia atrás. Por instinto buscó agarrarse de lo que pudo, pero solo atinó a coger el cordón de la campana, sonándola por accidente. A su vez, ella le cayó encima, atrapándolo contra el suelo y dejándolos a ambos en una posición bastante… comprometedora, por no decir más.
Fuutarou se quedó congelado. Incluso en la oscuridad, podía ver el brillo en los ojos de la chica que tenía frente a él. Un brillo muy extraño, indescifrable, pero inusualmente cautivador, por razones que no podía explicar.
- O… oye, ¿qué…?
- Shhh… – le dijo callándole con el dedo, luego le habló en un susurro. – Perdóname por esto, Fuutarou-kun…
- ¿Perdonarte? ¿Por qué iba a…? ¡Hmm!
Esta vez, en vez de callarlo con el dedo, la chica lo calló usando sus propios labios. Si antes se había quedado paralizado, ahora literalmente estaba congelado. Su mente se quedó totalmente en blanco, desconectada de su cuerpo, y este no pudo reaccionar o hacer absolutamente nada. Parecía que su único órgano funcional era su corazón, que se había puesto a bombear con tanta fuerza que sentía que en cualquier momento reventaría.
¿Debía corresponderle, o alejarla? ¿Por qué no lo sabía? ¿Por qué su mente estaba hecha un caos? ¡Solo era un simple beso, maldita sea!
No, no lo era. Era su primer beso. Se lo acababan de robar, ahí bajo esa campana, y sin que él pudiera hacer nada para evitarlo. Eso le provocaba una gran rabia. Pero a pesar de eso… esos labios suyos eran dulces, cálidos, muy agradables. Y eso le provocaba un inexplicable bienestar.
¿Cómo se suponía que debía sentirse respecto a ello? Era una contradicción total.
Después de lo que pareció una eternidad (aunque en realidad no debió ser más de un minuto), ella finalmente lo soltó. Posiblemente porque necesitaba aire, y se alejó de él. En ese momento, él solo vio que ella se le quedó mirando, y girando sobre sus talones salió corriendo fuera de allí. Probablemente iba de regreso a la posada, para que nadie notara que había salido a deshoras.
Allí fue que finalmente el cuerpo volvió a responderle, y pudo ponerse de pie. Estaba confundido, hecho todo un torbellino por dentro, sin saber qué pensar, o qué sentir respecto a lo que acababa de suceder. ¿Cómo había sucedido esto, y lo más importante, por qué? ¿Era esto que Ichika quería decirle?
Y algo más que no entendía. ¿Por qué no se sentía tan feliz como debería estarlo, al recibir su primer beso de una chica tan atractiva como ella?
- ¿Qué diablos acaba de pasar? ¿Por qué me siento… tan enfadado y decepcionado por dentro? – dijo apretándose el pecho.
Mejor debía regresar a la cama. Con suerte, podría descartar en la mañana todo esto como un raro y pasadizo sueño. Era la única forma que se le ocurría de calmar el caos que se había vuelto por dentro.
A la mañana siguiente…
- Oniichan…
- Hmm…
- ¡Oniichan, despierta! – Raiha estaba dándole golpecitos en la espalda, a la vez que casi le gritaba al oído para que se levantara.
Una parte de él quería quedarse en el futón, después de lo sucedido anoche, pero sabiendo hasta dónde llegaría para hacer que se levantara, decidió que era mejor hacerle caso. Se frotó los ojos, y vio a la sonriente Raiha ya vestida con su ropa de calle.
- Hmm… ¿qué hora es? – preguntó.
- ¡Son más de las 8:00 am, Oniichan! ¡Date prisa, ya casi todos desayunaron!
Las 8:00 am… al escuchar eso, se puso de pie casi saltando fuera del futón. ¿De verdad era tan tarde? Empezó a buscar frenéticamente su ropa, ya que anoche al regresar se la quitó a oscuras y no se fijó dónde la dejó antes de volver a dormirse.
- ¡Raiha, sal, voy a vestirme!
Afortunadamente, su hermanita no se quedó para ver el espectáculo, y rápidamente se puso la ropa. Con suerte no se habría perdido el desayuno; no querría irse sin comer algo por haberse quedado dormido. Sin tardanza bajó las escaleras para ir al comedor, y de salida se chocó con alguien…
- ¡Whoa, Fuutarou-kun!
Registró la voz en su cabeza antes de verle el rostro, y supo inmediatamente que era Ichika aunque llevaba puesta la peluca pelirroja. Después de todo, era la única que lo llamaba de ese modo.
- Buenos días. – la saludó. – Eres Ichika, ¿verdad?
- Claro que soy yo. – dijo la chica, alzándose la peluca para mostrar un mechón rosa. – Ya que no despertabas, me ofrecí a guardarte algo de desayuno. ¿Quieres que comamos juntos?
La chica estaba sonriendo de oreja a oreja. Una reacción bastante extraña, considerando lo de anoche. Estaba actuando como si no hubiese pasado nada.
¿Acaso sí fue un simple sueño? ¿Un sueño que se sintió demasiado real por haberse parado a medianoche?
- ¿Sucede algo, Fuutarou-kun?
- ¿Eh? No, nada, solo… tuve algunos problemas para dormir anoche. Creo que todavía estoy algo aturdido.
- Hmm… qué extraño. En fin, vamos a comer.
Los dos se sentaron a la mesa. Según le dijo Ichika, todos los demás, sus padres y hermanas, ya habían desayunado, pero Ichika no quiso que él comiera solo y por eso decidió esperarlo. En parte también, quiso alimentarlo de manera romántica, obligándolo a decir "aaaahhh" para su gran bochorno, aunque afortunadamente casi no había nadie que los estuviera viendo.
Bueno, a excepción del anciano que pasó al poco rato a echar un vistazo, y Fuutarou empezó a agitar las manos diciéndole frenéticamente que no estaban haciendo nada indebido. No quería terminar volviendo a ser lanzado al piso como antes. Afortunadamente, pareció tomarle la palabra y se fue, aunque Fuutarou casi podía sentir una mirada asesina fulminándolo desde debajo de sus canas.
- Creo que le agradas al abuelo. – dijo Ichika con una sonrisa.
- ¿Eso piensas? A mí me sigue pareciendo que quiere matarme. – replicó él.
- Es solo idea tuya. – aseguró la chica. – Ahora, ¿en qué estábamos? Ah, sí, aaaaaaahhhhh.
Ella siguió alimentándolo, y a pesar de lo mucho que lo estaba disfrutando, él no podía dejar de pensar en la noche pasada. Ichika estaba actuando como si nada de eso hubiese pasado, y conociéndola, eso era muy, muy extraño. Ella le parecía más el tipo de chica que estaría muy orgullosa de haberse robado un beso del chico que le gustaba y tal vez haría alarde de ello.
O tal vez, simplemente no quería compartir eso con las demás. Quería que ese momento fuese suyo y de nadie más.
- Oye, Ichika…
- ¿Sí?
Quiso hacerle la pregunta y sacarse eso del pecho de una buena vez. Pero cuando la miró, sonriente y radiante, algo lo detuvo. ¿Tendría el corazón de hacerlo? ¿De decirle que hubo algo que no le sentó del todo bien en el beso de anoche?
No, no podía hacerle eso. No después de lo atenta y amable que había sido ella con él. Eso sería pisotear sus sentimientos.
- Nada, no es nada importante.
Ella alzó una ceja confundida, pero él le dijo que siguiera dándole la comida, intentando disfrutar del momento. Hizo una nota de descartar lo de la otra noche como un simple sueño y no volver a sacar el tema. Si terminaban besándose de nuevo, entonces podrían hablar de eso.
Y por alguna razón, una parte de él esperaba que eso no sucediera pronto.
…
Ya afuera, las familias Uesugi y Nakano se reunieron para bajar de la montaña. El fin de semana en las aguas termales se había pasado volando, y aunque no fue todo lo relajante que podría haber sido, tampoco podía decir que había sido del todo malo.
En el descenso, Yotsuba quiso adelantarse, retándolo a él a una pequeña carrera hasta que llegaron a la base. Obviamente ella le ganó, y se quedaron esperando al resto de sus familias, mientras llegaba el auto conducido por Ebata a recogerlos.
- Uff, qué buenas vacaciones. ¿No estás de acuerdo, Uesugi-san?
- Bueno, no estuvo del todo mal. – dijo él. – También me alegró verlas a ustedes, supongo.
- Shishishi, seguro, especialmente por ver a Ichika, ¿verdad?
- ¿Estaban hablando de mí? – dijo la voz de la aludida.
En ese momento ya estaban llegando los demás. Mientras los padres de ambos estaban conversando, en voz demasiado baja como para escucharlos, y Raiha jugaba un poco con Itsuki, Nino y Miku, Ichika se acercó a donde estaban ellos, e hizo un gesto de enojo fingido mientras miraba severamente a Yotsuba.
- No estarás tratando de sonsacarme a mi chico, ¿verdad, Yotsuba?
- Ay, no, cómo crees. ¡Jamás me interpondría entre ustedes! – aseguró la chica del lazo.
Las dos hermanas se rieron, y en ese momento llegó el auto que estaban esperando. Isanari y Maruo cesaron su conversación y todas las hermanas Nakano comenzaron a subir su equipaje. O más bien, Yotsuba se ofreció a hacerlo, para dejarles a Ichika y Fuutarou tener un último momento a solas.
- Bueno, supongo que aquí nos despedimos, por ahora, Fuutarou-kun. – le dijo con una sonrisa.
- Sí, por ahora. – respondió él. – Siento mucho no haberte llamado o visitado estos días. Trataré de estar más en contacto a partir de ahora.
- Oh, descuida, eso no va a ser necesario. – le dijo ella. – Nos estaremos viendo quizás más pronto de lo que piensas.
El chico arqueó una ceja interrogante, pero ella se tapó los labios con el dedo y le susurró "secreto" al oído antes de darle un besito en la mejilla. Mirando por las esquinas de los ojos, Fuutarou alcanzó a ver de un lado las miradas de aprobación de sus padres y de Raiha, y del otro el rostro gélido del señor Nakano.
- Adiós, Fuutarou-kun. – dijo Ichika siendo la última en subirse al auto, que arrancó de allí casi de inmediato.
Fuutarou no puso atención a los gritos de algunas de las hermanas Nakano desde las ventanas despidiéndose de ellos y Raiha respondiéndoles de la misma manera. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta que su padre se le estaba acercando.
- ¿Todo está bien, hijo? – le preguntó poniéndole la mano en el hombro.
- ¿Eh? Sí, claro, ¿por qué no iba a estarlo? – respondió el chico.
- Oye, está bien. Acabas de despedirte de tu novia, es normal que te sientas así. Pero ella ya te prometió que se volverán a ver pronto, así que aguanta hasta entonces.
- ¡Sí, Oniichan! – exclamó Raiha. – ¡Seguramente Ichika-san estará preparándote una sorpresa para su próxima cita o algo así!
Fuutarou notó que su madre, aunque no dijo nada, se rio por lo bajo al escuchar la palabra "sorpresa", pero no preguntó qué era. En ese momento no le importaba tanto, y si eso pensaban, hasta cierto punto tenía sentido.
Poco sabían los Uesugi que los pensamientos del hijo mayor eran otros. En realidad, lo que ocupaba su mente en ese momento fue la sensación que le dejaron los labios de Ichika tras darle ese beso en la mejilla de despedida. No porque fuera desagradable, sino porque fue… diferente.
- "En ese momento lo sentí diferente. No fue como cuando me besó bajo la campana."
Pero eso no tenía ningún sentido. A menos que fuese cosa de que un beso en la boca y otro en la mejilla se sentían diferente de ese modo. Bien, tal vez era eso; era la primera vez que lo besaban en los labios, de modo que no tenía otra cosa con la cual comparar.
Aunque había otra posibilidad, muy remota, de que la que lo besó la otra noche no había sido Ichika. Pero eso no podía ser; ninguna de ellas tendría razones para hacerlo. Todas las demás simplemente lo veían como un amigo en el mejor de los casos.
- "Te estás volviendo loco, no le des más vueltas al asunto."
El primer día de clases…
Fuutarou se levantó muy temprano aquella mañana. En parte se debió a que, desde ese fin de semana en la posada de las termas, ahora estaba teniendo más dificultades para dormir. Después de todo, ¿quién se podría olvidar de algo como su primer beso tan fácilmente?
Después de desayunar y de despedirse de sus padres y de Raiha, salió a caminar, queriendo aquel día tomar la ruta escénica, caminar sin prisa hacia la preparatoria. Muy diferente de sus años anteriores cuando comenzaba un nuevo curso.
Aquel día, observando cómo caían las hojas de los cerezos por el camino, Fuutarou por primera vez se dio cuenta de muchas cosas. De todos los estudiantes que iban a la preparatoria, tanto veteranos como de nuevo ingreso, algunos alegres y esperanzados, otros molestos y uno que otro nervioso. Él no parecía encajar en ninguno de ellos, y en parte se debía a que sentía que algo le faltaba. O mejor dicho, alguien.
- "Yotsuba… de verdad la escuela va a ser muy aburrida ahora que no estarás por aquí." – pensó.
No era que quisiera sentirse especial ni mucho menos, pero habiendo sido el que más pasó tiempo con Yotsuba en el tiempo que estuvo allí, no le cabía duda que él era quien la echaría más en falta. Desde luego que no iba a ser el único: siendo una chica tan alegre y divertida, cuya sola presencia era capaz de iluminarle el día hasta al más sombrío y amargado (siendo él mismo la prueba de ello), todos los que tuvieron el placer de conocerla notarían su ausencia.
- Ya deja de pensar en eso. – se dijo a sí mismo. – Acéptalo, no la volverás a ver más en la escuela.
- … ¡Uesugi-san!...
Se rio de nuevo. Ya la extrañaba tanto que hasta la escuchaba dentro de su cabeza.
- … ¡Uesugi-san!
Esta vez la oyó más fuerte. De verdad, ¿tanta falta le hacía que su mente le estaba jugando malas pasadas? ¿Tantas ganas tenía de verla?
- ¡Uesugi-saaaaaaaaaaaaan!
*¡BUMP!*
De acuerdo, eso ya era demasiado. No podía ser su mente jugándole trucos si de pronto llegaba alguien por detrás de él para taclearlo. Afortunadamente no se fue de cara al piso, y se dio la vuelta irritado para ver a la responsable.
- ¡Maldita sea, Yotsuba! ¿Qué crees que…? – Se detuvo en seco al caer en cuenta. Yotsuba realmente estaba allí, mostrando su sonrisa dentuda y tan radiante como siempre.
Se frotó los ojos solo para asegurarse que no estaba viendo cosas, pero efectivamente, allí estaba ella. Y no solo eso, sino que todavía traía puesto el uniforme de Asahiyama, lo cual tampoco debería tener sentido.
Pero la mayor de las sorpresas estaba a punto de llegar, apenas unos segundos después.
- ¡Yotsuba, ¿por qué no nos esperaste?! ¡La idea era sorprenderlo todas juntas!
Reconoció inmediatamente la voz de Ichika. Pero no era la única que venía corriendo: detrás de ella Nino, Itsuki, y una bastante agitada Miku, venían siguiéndola de cerca. Los ojos del chico Uesugi se ensancharon como platos al ver a las cinco hermanas Nakano allí, y todas con el uniforme de su escuela. Aunque cada una tenía diferencias sutiles: Ichika llevaba un suéter amarillo amarrado alrededor de la cintura, Nino llevaba medias blancas a la altura del muslo, Miku llevaba su suéter azul y pantimedias oscuras, y finalmente Itsuki llevaba uno similar, aunque rojo, bien puesto.
- Pero qué… ¿qué rayos sucede aquí? ¿Qué están haciendo todas ustedes en este lugar y además…?
- Oh, vamos, Fuutarou-kun. – lo interrumpió Ichika. – ¿Es esa forma de saludar a tus nuevas compañeras de escuela?
- ¿Compañeras? No… no me digas que…
- ¿Qué pasa? ¿El genio tiene problemas para computar la información? – Esta vez fue Nino quién habló. – Bien, permíteme explicártelo. Resulta que Ichika estuvo hablando con papá, para convencerlo de cancelar la transferencia de escuelas de Yotsuba.
- ¿Cancelarla? – Fuutarou miró a Yotsuba, que se rio nerviosa mientras se rascaba detrás de la nuca. Pero antes de que hablase, fue Ichika quien tomó la palabra para hablar por ella.
- La verdad, había querido contártelo cuando estábamos en las termas. – confesó la Nakano mayor. – El día que nos vimos en el hospital, pensé en decirle a papá que quizás, lo mejor para ella sería quedarse aquí en Asahiyama, pero no había podido convencerlo entonces.
Fuutarou se tomó un momento para procesarlo. Entonces, ¿eso era lo otro de lo que quería hablar? Bueno, considerando todo lo que sucedió después… supuso que tenía sentido que se le hubiera olvidado.
Miró entonces a Yotsuba, y la chica del lazo sonrió nerviosa mientras sacaba la lengua y se rascaba detrás de la nuca.
- Bueno, la verdad es que… no sabía si realmente quería volver a Kurobara. Estos meses han sido muy divertidos después de todo. Estaba muy indecisa.
- No te engañes, Yotsuba. – dijo Ichika con algo de severidad. – Todas sabemos que en realidad querías quedarte. Así que, bueno, tuve que pedirles a las demás que me apoyaran en esto. El año escolar no había comenzado, así que era mucho más fácil hacer arreglos para transferirnos todas a Asahiyama.
- Ya veo. – dijo Fuutarou. Probablemente a esto se refería cuando dijo que se verían "más pronto de lo que pensabas". – He de suponer que a su padre no le hizo muy feliz haber tenido que lidiar con esos trámites.
- Bueno, no negaré que se molestó mucho por todo ese papeleo. – dijo Ichika. – Pero al final accedió, así que aquí estamos.
- Francamente, pienso que debimos haber venido todas desde el principio. Nos habríamos ahorrado muchos problemas. – intervino Nino, encogiéndose de hombros. – Así que, genio, siéntete agradecido. Todas decidimos venir aquí para cuidar de Yotsuba, y con eso asegurarnos de que todo esté bien. ¡Así que no intentes hacer nada raro!
- Gracias por el voto de confianza. – dijo Fuutarou.
- Vamos, Nino, no empecemos con el pie izquierdo. – intervino Itsuki, tratando de calmarlos. – Después de todo, a partir de ahora seremos compañeros de clase. Nuestro padre arregló para que estemos todas en el mismo salón contigo, Uesugi-kun.
- Contamos contigo a partir de ahora. – dijo Miku, con una ligera sonrisa.
Fuutarou miró a las hermanas, una por una, pasando primero de la intermedia, luego a la menor, la segunda, y se detuvo momentáneamente en la mayor, que le guiñó el ojo.
- ¿No es grandioso, Fuutarou-kun? Ahora podremos vernos a diario en clase. Bueno, excepto los días que deba hacer rodajes, obviamente.
- ¡Qué emoción! – agregó Yotsuba. – ¡Significa que ahora podremos estudiar todos juntos, y graduarnos de la misma preparatoria! ¡Será un año muy divertido!
Acto seguido la cuarta hermana los atrapó a él y a Ichika en un abrazo grupal, casi rompiéndole el cuello, y pronto las otras hermanas también se unieron para hacerles montón. Obviamente empezaron a atraer algunas miradas curiosas de los estudiantes que pasaban por allí, pero en ese momento, esa era la menor de sus preocupaciones.
Un año, un año escolar estaba a punto de comenzar, y ahora tendría que pasarlo no solo con Yotsuba, sino con Ichika y el resto de sus hermanas. Debería sentirse feliz por eso, y en realidad una parte de él lo estaba, pero la otra… estaba empezando a preocuparse por razones que no podía explicar.
- "Por Dios… ¿en qué me acabo de meter?"
Esta historia continuará…
Notas del autor:
¿Qué tal, gente? Bueno, yo poco a poco reponiéndome tras el fallecimiento de mi abuela, y por fin he vuelto a reanudar la escritura de esta historia. Antes que nada, quisiera disculparme por algunas de mis respuestas a los reviews en el capítulo pasado. En ese momento no estaba del mejor humor y es probable que de alguna manera la haya pagado con ustedes, pero es obvio que la muerte de un miembro cercano de la familia lo sacude a uno y por eso quizás percibí sus comentarios como "insensibles" ante lo que me había pasado, pero me doy cuenta que tal vez yo tampoco respondí de la mejor manera. Afortunadamente ya estoy un poco mejor y aunque el dolor no se ha ido (ni se irá del todo), con cada día siento que lo voy superando un poco más. Por eso, les pido perdón si soné muy duro, tajante o lo que fuera. Ya está, sacado eso de mi sistema, hora de hablar del capítulo.
Creo que todo mundo habría visto venir a una milla de distancia que sí o sí las otras quintillizas eventualmente se transferirían de escuela. El reto fue hacerlo de una manera al menos un poco plausible, aunque por lo que sé, en Japón es más fácil manejar transferencias de escuela al final de un año escolar en lugar de en medio, y seguramente eso no debía ser muy difícil para alguien como Maruo manejar algo así, especialmente ya que en canon logró hacerlo con las cinco a mitad de segundo año con todo lo que eso implicaba. Aparte, eso me daba la oportunidad de mostrar un poco su perspectiva sobre ese asunto, sin mencionar algo de interacción entre él e Isanari. La verdad me divertí bastante escribiéndoles esa escena, espero tener más oportunidades de eso en el futuro. Quién sabe, tal vez incluya por ahí algún flashback de cuando eran estudiantes o algo por el estilo, eso sería un prospecto interesante. En cuanto a la escena de la mamá de Fuutarou con las otras hermanas en las termas, allí no tengo mucho qué decir, excepto que sí, tengo planeado dedicarle un par de capítulos al cumpleaños de Fuutarou (digo un par porque originalmente iba a ser uno, pero se alargó y tendré que dividirlo).
Sin embargo, la escena clave de este capítulo, y lo que sentará las bases para futuro drama y resolución de esta historia, es obviamente el beso bajo la campana. Siendo que en canon ese es un evento importantísimo, aquí tenía que pasar sí o sí, de modo que lo que hice fue cambiar totalmente el contexto. En canon, supuestamente fue allí donde Fuutarou comenzó a ver a la quintilliza que lo besó como "especial", que ella sería la que estaba destinada a casarse con él. Aquí por otro lado, los que estamos afuera sabemos exactamente quién fue la que le dio ese beso, y por qué lo hizo. Pero, eso Fuutarou todavía no lo sabe, y le hará empezar a cuestionarse sus sentimientos a partir de ahora. De hecho, quizás se hayan percatado de que, a diferencia del canon, Fuutarou aquí no le pide ayuda al abuelo para diferenciarlas. Tengo planeado que eso suceda en una segunda visita a la posada, cuando el chico ya esté un poco más, digamos, claro respecto a eso. Hasta entonces, esa espinita no lo va a dejar tranquilo, lo que va a afectar todo lo que hace emocional y sentimentalmente. Y en cuanto a la perpetradora del beso... pueden estar seguros de tarde o temprano tendrá que encarar al chico, y que no escapará de las consecuencias de esa acción tan imprudente.
En fin, eso es todo lo que quería decir. Gracias por los reviews a fractor, AGGSS8, AndyKurosaki y AaronVS3. De antemano pediré disculpas si baja un poco el ritmo de la publicación, pero estoy en clases online y están tratando de retornar a las presenciales en la universidad, de modo que mi tiempo se verá muy limitado. Si buscan algo más para leer mientras tanto, les recomiendo que se pasen por mis traducciones de otros fics de Gotoubun no Hanayome escritos por mis colegas en el Discord: "Todo de mí" escrito por bobalon, y "Luna de Miel Quintaesencial" por Breloom Writer. Les aseguro que no se arrepentirán. También, les informo que estaré escribiendo el capítulo piloto de un futuro AU de las quintillizas, con el título tentativo de "El Ascenso del Campeón Fuutarou". ¿Podrán adivinar lo que significa? Hasta la próxima, ¡sayonara!
