Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas
Por Fox McCloude
Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.
Capítulo 22: Bienvenidos a la Clase 3-1
Preparatoria Asahiyama…
En toda su vida, Fuutarou no recordaría un primer día de clases en el cual hubo tanto revuelo. O más bien, donde él estuviese en medio del susodicho revuelo. Cuando llegó al salón, se llevó la sorpresa de que no solo las quintillizas Nakano serían sus compañeras, sino también Maeda y Takeda, que lo saludaron con la mano al verlo. Él les devolvió el saludo de la misma manera, y siendo sincero también se alegró de verlos.
Pero claro, el haberse encontrado con sus dos amigos quedó en segundo plano, comparado con las presentaciones de los alumnos ante toda la clase. Cuando llegó el turno de las Nakano, absolutamente todo mundo centró sus miradas en ellas, ya fuese por haberlas visto en el viaje del año pasado, o porque las veían por primera vez a todas juntas. Rápidamente las hermanas se volvieron el centro de atención, pues todos querían conocerlas, y al saber que él era amigo cercano de ellas, e incluso que estaba saliendo con una de ellas, no faltaron los que intentaron aproximárseles para que actuase de intermediario y se las presentase (a lo cual rápidamente se negó, pues tenía poco interés en jugar a casamentero).
Nada podría haberlo preparado, sin embargo, para la mayor de las sorpresas, que vino al final del día. Las quintillizas le dijeron que su padre quería hablar con él, "asuntos de negocios" aparentemente, y ahora estaban todos en un aula solitaria mientras el chico sostenía su teléfono celular esperando el tono.
Estaba extremadamente nervioso, lo cual aumentó al menos unas diez veces cuando oyó la voz del señor Nakano al otro lado de la línea:
- ¿Diga?
- ¿Buenas tardes, señor Nakano? – dijo, esforzándose por mantener la compostura y no tartamudear. – Sus hijas me dijeron que usted deseaba hablar conmigo.
- Ah sí, por supuesto. Estaba esperando tu llamada. Tengo… una propuesta de negocios que me gustaría hacerte.
El chico tragó en seco, preguntándose qué podría tener en mente su antiguo empleador. Ya había cumplido con su contrato al ayudar a Yotsuba para que pudiese volver a su antigua escuela, lo cual al final no sucedió. En vez de eso, el resto de las quintillizas se había venido a Asahiyama. No estaría pensando en…
- Como sabes, estoy muy complacido con el trabajo que hiciste ayudando a Yotsuba. – le dijo. – Sin embargo, y dadas las actuales circunstancias, el resto de mis hijas me convenció de transferirlas a tu escuela. Algo que sin duda me ha causado no pocos problemas.
- Sí, puedo imaginar que así fue. – le dijo, tratando de mantenerse de su lado para no hacerlo enojar.
- Siendo un padre que quiere lo mejor para sus hijas, acepté sus términos bajo una simple condición. – continuó el señor Nakano, sonando aún más serio. – Todas me prometieron que se graduarán pase lo que pase. Y aunque deseo tener fe en ellas… quiero tomar mis precauciones para asegurarme que cumplan con ello.
Fuutarou tragó en seco. Ya lo veía venir. Veía venir lo que estaba a punto de suceder.
- Así que, deseo ofrecerte un nuevo contrato como tutor. Esta vez, quiero que ayudes a todas mis hijas. Estaré dejándolas a tu cuidado, y espero buenos resultados de tu parte.
El chico miró a las quintillizas, cuyas expresiones, aunque variables entre sí, todas se veían muy atentas a la conversación. Lo habían obligado a poner el teléfono en altavoz para que ellas pudiesen oír ambos lados, así que no se estaban perdiendo de ningún detalle.
- Me halaga que me tenga tanta confianza, señor. – le dijo Fuutarou. – Aunque realmente no sé si… pueda con todas a la vez.
- Si te ves en la necesidad de solicitar ayuda, eres libre de hacerlo. – dijo el señor Nakano. – Mientras cumplas con tu parte del contrato, yo cumpliré la mía pagándote tus debidos honorarios. No obstante, y quiero que esto quede muy claro, exigiré que mantengas tu relación con mis hijas dentro de los límites apropiados. No quiero saber que estás incurriendo en ningún tipo de acción indebida con ninguna de ellas. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Fuutarou tragó en seco. Las quintillizas tuvieron todas sus reacciones esperadas: Ichika y Yotsuba se rieron divertidas, Itsuki se notaba preocupada, Nino hinchó las mejillas, y Miku… simplemente se encogió de hombros.
- S-sí, señor. Lo entiendo perfectamente.
- Bien. – replicó la voz gélida del otro lado. – Ahora, hablemos sobre tus honorarios.
Aunque no lo iba a decir de dientes para afuera, eso era lo que más le interesaba de momento. De por sí, con el contrato pasado había hecho bastante dinero, al grado que pudo apartar para abrirse una cuenta propia una vez que cumpliera sus dieciocho.
- En vista de que ahora tendrás más trabajo en tus manos, me parece justo un incremento de tu paga. ¿Qué te parecería un 50% más de lo que cobrabas anteriormente, por enseñar a cada una de mis hijas?
En ese momento, fue como si el cerebro de Fuutarou se hubiera quedado congelado. Para empezar, lo último que pudo procesar fueron los datos que le proporcionaron: la paga anterior, incremento del 50%, y ahora multiplicada por cinco. Por puro instinto hizo los cálculos, haciendo una aproximación de cinco días a la semana en promedio, por todo lo que duraba el año escolar… y el resultado hizo que se quedara tieso.
Sonaba un trato demasiado bueno para ser cierto. ¿Estaba alucinando? ¿Habría escuchado mal?
- ¿Hola, Uesugi-kun? ¿Aún sigues allí?
- Fuutarou-kun… ¿qué te…?
En ese momento no supo más nada; fue como si todo su mundo se pusiera blanco y luego negro de golpe. Lo último que recordaba fue a Ichika dándole unos toquecitos en la cara, y escuchar la voz de Yotsuba gritando "¡Cuidado, se cae, agárrenlo!"
Solo podía imaginarse que simplemente se desmayó del shock luego de haber calculado todo el dinero que podría ganar.
Al transcurrir la primera semana de clases…
Repuesto del shock inicial, Fuutarou finalmente tuvo tiempo de procesar la información. Supo después que las Nakano tuvieron que pedirle perdón a su padre y explicarle que él se había desmayado del shock al saber lo que cobraría por sus servicios. No era una sorpresa; si su estimación era correcta, habría suficiente para terminar de pagar las deudas de su familia, y le sobraría para él mismo, y podría hacer lo que quisiera.
El problema con eso, era que todavía no estaba seguro de lo que haría con el dinero sobrante. Supuso que podría ahorrarlo en su eventual cuenta bancaria para pagar sus estudios, pero si conseguía una beca universitaria gracias a sus calificaciones, sería redundante.
- "Quién fuera como ellas, que aun teniendo tanto dinero siempre saben qué hacer con él." – pensó.
La primera semana de clases había transcurrido sin nada que valiera la pena resaltar. Excepto cuando llegó la hora de nominar a los delegados de la clase durante la orientación. Para su gran desconcierto, Yotsuba se adelantó y lo nominó a él, sin siquiera preguntarle si quería el puesto. La chica del lazo insistía en que él era el mejor para el trabajo, pero el resto del salón no parecía estar de acuerdo, y algunos estaban nominando a Takeda. Antes que se armara una trifulca dentro del aula, y no queriendo tener que asumir esa responsabilidad, Fuutarou propuso que lo decidieran a votación, a lo cual Takeda estuvo de acuerdo.
El resultado le sorprendió un poco: hubo catorce votos a favor de Takeda, y seis a favor de Fuutarou. Por descarte, y no queriendo habido votar por sí mismo, pudo deducir que cinco de los votos a su favor eran de las Nakano, y con el sexto… no creía que Takeda fuese a votar por él, ya que se notaba que quería el puesto cuando lo nominaron. Lo cual solo dejaba a…
- Fuiste tú, ¿verdad? – le preguntó a Maeda al terminar la orientación. – El sexto voto fue tuyo.
- A mí me daba igual quién ganara, pero no quería que te vieras tan mal. – replicó el castaño reclinándose sobre el pupitre y apoyando los pies sobre el escritorio. – Aunque me sorprende que las cinco hayan votado por ti. Parece que se han vuelto muy cercanos, ¿no?
- Supongo. – dijo Fuutarou. Le sorprendió más que nada que incluso Nino hubiese votado por él, aunque quizás lo hizo más por no querer ser la única en desacuerdo. Pero no podía decir que no se sintiera al menos un poco feliz por esa muestra de confianza.
Al elegir a la delegada femenina, Fuutarou quiso vengarse nominando a Yotsuba para estar a mano, pero la chica se rehusó, pese a que casi todos en el salón la conocían y les caía bien por su carisma y carácter alegre. Al final la elegida fue alguien llamada Emi Ohyama, que era la tercera mejor estudiante por calificaciones del salón por detrás de él y Takeda, y con eso el asunto de los delegados del salón quedó zanjado.
Dicho eso, a la hora del descanso entre clases, no podía evitar preguntarse qué le había hecho cambiar de parecer tan rápido.
- No entiendo por qué lo rechazaste. – le dijo a Yotsuba mientras caminaban por el corredor de vuelta a su aula. – Parecías muy entusiasmada cuando me nominaste.
- No habría sido divertido si no lo hacía contigo. – dijo la chica del lazo. – Además, se habría visto bien en tu resumen como estudiante, ¿no te parece? Por si necesitas créditos extra.
- Yo diría que aquí la que necesita créditos extra es otra. – comentó él mirándola de reojo. La pelinaranja hizo un puchero ante la insinuación, sacándole una media sonrisa. – Quiero decir, podrías conseguirlos fácilmente uniéndote a un club deportivo a tiempo completo.
- No sé si podría. Logré pasar el año pasado apenas por los pelos, y fue gracias a ti.
- Tonterías. – dijo Fuutarou. – Para como estabas al inicio lo hiciste muy bien. Todo es cuestión de equilibrar bien tu horario para que puedas cumplir con todo, y que no abarques más de lo que puedes apretar. Además, recuerda quién es tu tutor.
Yotsuba le echó una mirada. Parecía que la chica seguía dudando, pero él había visto lo motivada que siempre se ponía al recibir ánimos, de modo que decidió seguir alimentando eso en ella. Dicho eso, también sabía que tenía que poner algunos límites.
- Eso sí; asegúrate que sea un club con personas que sean de fiar. No queremos que pase otro fiasco como el del equipo de natación, ¿está claro?
- Hmm… – Yotsuba se llevó un dedo al mentón, poniéndose pensativa. Podía jurar que su listón se paró como orejas de conejo por un momento. – ¡Ah, ya sé! ¡Ya sé lo que voy a hacer! ¡Enseguida vuelvo, Uesugi-san!
Y sin que él tuviera tiempo de preguntarle, siguió corriendo de largo, en lugar de entrar en el salón con él. Solo alcanzó a ver que se metía en uno de los salones más allá, pero esperaba que no fuese a llegar tarde ya que la siguiente clase empezaría en menos de cinco minutos.
Adentro del salón vio a las otras hermanas Nakano ocupándose de sus asuntos. Nino estaba hablando con las otras chicas de la clase, Itsuki se había sentado en su pupitre y llevaba las gafas puestas para leer, Ichika parecía estar firmando los cuadernos de los chicos (¿ya había empezado a dar autógrafos?) y Miku estaba sentada jugando con su Tablet.
Luego de que la hermana mayor le dirigió una mirada de "En un momento estaré contigo" acompañada de un guiño que le valió miradas fulminantes de parte del resto de los chicos, Fuutarou fue a sentarse en su lugar. Aun estando a dos pupitres de distancia notó que Miku estaba jugando Sengoku Wars Online, y parecía bastante concentrada en ello.
- ¿Aún lo juegas? – le preguntó.
- Estoy probando el nuevo DLC. – replicó la chica. – Además, mi rival está en el área local, otra vez.
Ahora que se ponía a pensarlo, el rival de Miku había estado en la excursión escolar del año pasado, y luego Fuutarou se enteró que Takeda también jugaba el juego. Takeda también había asistido a la excursión, justo cuando él le dijo a Miku cómo ganarle en ese mapa para poder desquitarse.
En ese instante, no pudo evitar sonreír de forma maliciosa. Posiblemente sería muy divertido de ver lo que pasaría si llegaban a conocerse.
- Tengo una… ligera idea de quién puede ser. – le dijo.
La taciturna hermana intermedia pausó su juego. No dijo una palabra, pero la mirada que le dirigió decía claramente "Dime más".
Por un momento, Fuutarou estuvo a punto de decirle el nombre. Pero entonces se puso a pensar, ¿estaría bien delatar de ese modo a un amigo? Aunque Takeda se autoproclamase su rival y siguieran compitiendo académicamente, siempre se portaba cordial y amable. Y claro que tampoco se le olvidaba cuando él y Maeda le salvaron el pellejo.
- Es solo una sospecha, pero… creo que es alguien de nuestro salón.
- ¿Crees? – preguntó Miku, levantando la ceja de manera casi imperceptible.
- Lo siento, no daré ningún nombre. – respondió él encogiéndose de hombros. – No creo que te sea muy difícil encontrarlo; no hay muchos en este salón que jueguen a ese juego, hasta donde sé.
Miku hizo un ligero puchero, pero él se rehusó a darle más detalles, por lo que volvió a reanudar su juego. A lo mejor encontrarse cara a cara con su rival haría que dejara de ser tan cerrada e interactuase más con los demás, no solo con él y con sus hermanas.
Alguien con las habilidades sociales de Takeda probablemente la podría sacar de su caparazón con facilidad, si es que se atrevía a dar el primer paso.
Un poco más tarde…
Cuando Yotsuba se le escapó a Fuutarou antes de la siguiente hora de clase, se dirigió hacia el salón 3-5 al final del corredor. Pese a la urgencia, sabía que esto no le iba a tomar más de unos minutos, ya que solamente necesitaba encontrar a Matsui, para preguntarle si había plazas en el equipo de voleibol disponibles.
Sobra decir que la castaña estaba bastante sorprendida, al grado que creyó haber oído mal. Yotsuba luego se enteró que la habían nombrado capitana del equipo luego que la anterior se graduó, y naturalmente se sintió muy feliz de contar con un talento potencial en sus filas. Ya le había sugerido entrar el año pasado, pero Yotsuba no había aceptado entonces.
- ¿Qué te hizo cambiar de parecer? – preguntó Matsui, mientras caminaban hacia el gimnasio de la escuela. – El año pasado no parecías interesada en unirte a un club deportivo a tiempo completo.
- Bueno, pasaron muchas cosas. – dijo la chica del lazo rascándose detrás de la cabeza. – La verdad, siento que puedo equilibrar mis actividades, si me comprometo con lo que hago.
- No creo entenderlo del todo, pero me alegro que podamos contar contigo. – replicó la castaña. – No obstante, como capitana del equipo, tengo que ponerte a prueba. Deberás ganarte tu lugar, igual que todas las demás.
- ¡Me voy a esforzar al máximo entonces! – aseguró la Nakano, apretando los puños con determinación.
A medida que se acercaban al gimnasio, se podían oír los ruidos de balones siendo golpeados, y al deslizar la puerta, Matsui entró primero y empezó a silbar para llamar la atención de todas las presentes.
- ¡Escuchen todas! ¡Formen una fila, tenemos una potencial nueva integrante que desea entrar al club!
Con una disciplina digna de soldados bien entrenados, las demás jugadoras del club obedecieron a su capitana, parándose firmes en una línea recta frente a ellas. Naturalmente, hubo algunas expresiones de sorpresa y murmullos al verla, pues casi todos en la escuela ya la conocían por lo menos de vista o de rumores, en el peor de los casos tras aquel incidente con el club de natación. Matsui sin embargo no les prestó atención.
- Bien, estoy segura de que ya saben quién es ella, pero igualmente hay que presentarse apropiadamente. – les dijo. – Yotsuba, adelante.
- Soy Yotsuba Nakano, mucho gusto en conocerlas a todas. – les dijo haciendo una reverencia. – Después de pensarlo mucho, quisiera unirme al equipo a tiempo completo, si les parece bien.
- Oye, ¿eso es verdad?
- ¡Esto es increíble!
- ¡Vimos cómo corrías y saltabas con el equipo de basquetbol! ¡Era impresionante!
- Escuché que llevaste al equipo de volei de tu antigua escuela a las nacionales, ¿es cierto?
- ¡Ya, ya! – dijo Matsui. – Habrá mucho tiempo para preguntas después, pero como toda nueva integrante, lo primero es que se conozcan bien. Cada una de ustedes preséntese y diga su rol dentro del equipo.
La primera se adelantó, una chica de cabello castaño claro amarrado en dos coletas, de estatura media. – Soy Kotomi Ishihara, tercer año y rematadora del equipo. Es un honor tenerte entre nosotras, Nakano-san.
La siguiente fue una chica de pelo negro bastante corto, que parecía ser la más alta entre todas. – Rin Tanokura, también de tercer año, y juego como bloqueadora central.
Luego vino una chica también de pelo negro, pero más largo y con gafas. Tenía aspecto de ser muy tímida, recordándole un poco a Miku. – Michiru Aizawa, segundo año. Juego como punta.
La cuarta era la más baja del equipo, también de cabello negro más largo que el de Tanokura, pero más corto que el de Aizawa. – Iruka Nanase, tercer año. Soy principalmente receptora, pero puedo cambiar al ataque cuando es necesario.
La quinta era la que tenía la apariencia más extravagante. Tenía un par de mechones rubios enmarcando su rostro, y el resto de su cabello parecía teñido de un tono rojizo. También tenía la piel bastante más morena, lo que la hacía destacar aún más. – Takiko Takeda, Takki para mis amigas. Segundo año, y juego como líbero.
Yotsuba se sorprendió un poco al oír el apellido de la última, preguntándose si sería pariente del Takeda que estaba en su clase. Pero ya habría tiempo de conocerlas mejor después.
- Las pruebas para el equipo oficialmente iniciarán mañana. Tendremos a varias aspirantes de primer año, pero podemos hacerte una prueba no oficial hoy mismo. – explicó Matsui. – Si ya tienes algo de experiencia previa, quisiéramos ver de lo que eres capaz.
- ¡De acuerdo, será un placer! – exclamó la chica del lazo con entusiasmo.
Matsui pidió que le consiguieran algo de ropa para practicar, y fue al vestidor para cambiarse. Ya ataviada y lista, le pidieron entrar a la cancha y comenzar a recibir balones que le enviaban Matsui y Tanokura desde el otro lado. A pesar de no haber jugado desde hacía casi un año, sus reflejos seguían tan agudos como siempre. No dejó caer ni un solo balón, y cuando tenía que lanzarse para salvar alguno, lograba ponerse de pie y atrapar el siguiente.
- Excelentes reflejos. – le dijo Tanokura. – Ahora cambiemos de lugar, veamos qué tan bien se te dan los saques.
Tras recoger los balones regados y ponerlos de vuelta en la caja, Matsui pidió a Nanase y Takki que se colocaran del otro lado de la red para recibirlos. La prueba esta vez consistió en que Yotsuba tenía que sacar de distintas maneras para probar su control y fuerza. Todo el equipo se sorprendió de lo bien que conseguía bombear la pelota al sacar desde abajo, pero eso no fue nada a comparación de cuando daba un saque con salto. Invariablemente, cuando lo hacía ninguna de las dos conseguía moverse para retornarlo.
- Wow, qué fuerza. Serías una buena abridora para sacar al inicio del juego. – dijo Nanase. – ¿No estás de acuerdo, capitana?
- Sin duda. – asintió Matsui. – Eso mejorará mucho nuestro poder ofensivo. Pero aún no hemos terminado, falta probar también sus habilidades en defensa. Ishihara, ahora es tu turno.
La chica de coletas asintió. La siguiente prueba fue de bloqueos, con Matsui levantándole el balón a Ishihara para que pudiese rematar, y Yotsuba debía intentar bloquearlo. A pesar de no ser demasiado alta, Yotsuba lo compensaba con su habilidad para saltar, misma que ya había demostrado con el equipo de basquetbol antes. De diez remates que le hicieron, únicamente tres lograron pasar, y fue solo porque Ishihara se vio forzada a golpear con toda su fuerza para poder atravesarla.
- Auch, había olvidado lo que duele esto. – se rio Yotsuba, frotándose las manos.
- Aun así, estoy impresionada. – comentó Matsui. – Ishihara fue nuestra mejor anotadora el año pasado, así que obligarla a ponerse seria para atravesarte es un gran logro.
- Parece que te llegó competencia por el título de la estrella, ¿eh? – comentó Nanase, dándole un codazo a Ishihara. – Si no te cuidas te podrían desbancar de tu trono.
Ishihara solo rodó los ojos, y Yotsuba se rio. No tenía planeado volverse la estrella del equipo en realidad. Si podía ayudarlas sería más que suficiente.
Las últimas dos pruebas dejaron ver que los remates de Yotsuba eran tan buenos como sus saques con salto, por lo que su poder ofensivo no era nada desdeñable. Por otro lado, vieron que su único punto débil era que no podía levantar bien el balón para preparar el ataque, pues lo enviaba demasiado alto y eso le daría al oponente suficiente tiempo de preparar una defensa, o si intentaba hacerlo hacia atrás, se le iba de largo y no lograban golpearlo bien. Pero con Matsui como armadora del equipo, eso no representaba ningún problema.
- ¿Y bien? – preguntó Yotsuba una vez que terminaron de verle sus resultados.
- Bueno… yo diría que no tenemos ninguna queja. – dijo Matsui. – Puedes jugar en cualquier posición excepto como armadora, y sin duda serías una gran adición para el equipo. ¿Ustedes qué opinan, chicas?
La respuesta del resto del equipo fue un "Sí" unánime. Estaba claro que todas ellas querían tenerla en sus filas. Ninguna parecía tenerle envidia, o sentirse "amenazada" de que pudiese robarle su puesto, ni tampoco tenían aspecto de querer aprovecharse de sus capacidades. Simplemente la estaban recibiendo como una más de ellas.
A pesar de haber visto eso muchas veces antes, en los equipos en los que jugó anteriormente, Yotsuba no pudo evitar sentirse algo orgullosa de ello.
- Lo único malo es que no podremos registrarte de manera oficial hoy. – comentó Ishihara. – Tendrás que hacer la prueba de mañana igual que las demás aspirantes frente a la entrenadora, pero luego de verte hoy, sería una simple formalidad.
- Eso significa que…
- Si juegas como lo hiciste hoy, sin duda que tendrás un puesto asegurado. – dijo Matsui. – Así que más te vale no decepcionarnos. El año pasado caímos en las semifinales de la prefectura, pero este año queremos ir mucho más allá.
- ¡Y no estamos bromeando! – dijo Nanase, adoptando una expresión de rabia. – Ugh, no saben cómo quiero vengarme de Hayakawa por esos comentarios que hizo sobre mi estatura el año pasado.
- Tú lo dijiste, hermana. – dijo Takki abrazándola del cuello. – ¡Las pequeñas también valemos en este deporte!
Las dos empezaron a gritar "¡Venganza, venganza!" mientras alzaban los puños en el aire notándose entre furiosas y entusiasmadas. Las otras empezaron a reírse o mostrar pena ajena, por lo que Yotsuba le echó una mirada a Matsui en busca de alguna explicación o contexto.
- Están hablando de Sanae Hayakawa. – explicó Matsui. – Fue la jugadora número uno de la prefectura el año pasado, y llevó a su equipo a los cuatro mejores a nivel nacional. Este año queremos vencerla y ganar el torneo para ir a las nacionales.
- Tenemos confianza; este año tendremos un mejor equipo si te unes a nosotras. – dijo Ishihara. –Y descuida, te aseguro que nosotras no somos como esas idiotas del club de natación que se aprovecharon de ti. Nosotras realmente sí queremos ir a las nacionales en serio.
Yotsuba se rio nerviosamente. No necesitaba el recordatorio de ese incidente, pero la razón de venir a este club fue porque Matsui estaba en él, así que eso le daba fe que las demás eran chicas de fiar. De momento le parecían bastante agradables, y compartían un gran entusiasmo por su deporte, así que sin duda sería un grupo en el que sería muy divertido estar.
La chica del lazo realmente se sintió bien por eso; ser parte de un equipo era una sensación increíble, y casi se había olvidado de lo genial que era. De nuevo, era culpa suya por abarcar demasiado y meterse en tantos a la vez. Sin mencionar que en aquel entonces iba más en busca de gloria personal y le importaban poco las metas de sus equipos.
Fuutarou tenía razón: para hacer las cosas bien solo hacía falta conocer tus límites y comprometerte de corazón. Y eso haría a partir de ahora.
Dos semanas después…
Los días escolares transcurrieron con la normalidad que se podría esperar. A Fuutarou le sorprendió bastante lo fácil que las Nakano se acoplaron al salón y a su nueva escuela, y en menos de dos semanas de clase ya se habían hecho conocidas y muy populares entre sus compañeros. Esto tuvo el efecto secundario de que con frecuencia acudían a él para intermediario si necesitaban de alguna de ellas. Al principio no le molestaba, pero luego empezó a hacerse bastante repetitivo, al punto que se preguntaba por qué no iban con ellas directamente.
Aparte de eso, hubo algunos anuncios sobre los eventos que habría ese año, como que en unos meses se harían los simulacros de exámenes nacionales, algo que para Fuutarou era bastante importante. Si lograba obtener buenos resultados, podría optar por conseguir una beca en cualquier universidad del país. La mayoría de la clase, sin embargo, estaba más emocionada por una excursión a Kioto. Para Fuutarou, ese viaje tenía un significado totalmente distinto.
- "Kioto… ya han pasado casi seis años desde entonces." – pensó.
A pesar de que había hecho lo posible por no pensar en Rena desde Navidad, fue inevitable recordarla cuando se anunció el destino de dicho viaje. Después de todo, fue en ese lugar donde se conocieron, donde todo había comenzado.
Rena le dijo que se olvidara de ella, y que no dejara ir a esa chica que lo quería. Al principio parecía estar bien con eso: Ichika era una chica agradable, y no podía negar que se sentía a gusto cuando salían juntos. Pero desde lo que pasó en la campana… había una sensación que no se podía sacudir de encima.
¿Estaba bien con seguir saliendo con Ichika, o solo lo estaba haciendo para olvidarse de Rena por romperle su corazón? Y más importante aún… ¿por qué cuando pensaba que Ichika lo había besado bajo la campana, una sensación de desagrado lo invadía? No tenía ningún sentido.
- ¿Uesugi-kun? – La voz de Takeda lo sacó de su ensimismamiento. – ¿Escuchaste lo que estaba diciendo?
- Perdón, me distraje un momento. – dijo Fuutarou. – ¿Qué decías?
- Estaba hablando de los exámenes a nivel nacional. Pensé que tal vez podríamos hacer una competencia tú y yo. Tal vez, ¿llegar hasta el top 10 y ver quién de los dos consigue un ranking más alto?
Fuutarou levantó una ceja. El niño bonito sonaba bastante seguro de sí mismo, y eso le hizo sonreír bastante confiado. Siempre que estaba confundido o afectado por algo, pensar en sus estudios le ayudaba a mantener la mente enfocada y ocupada, así que podía hacer eso ahora mismo.
Excepto que, para él, el Top 10 sonaba muy bajo para un buen reto.
- Mejor todavía, ¿qué tal el Top 5? – sugirió el peliazul sin un ápice de duda. – Ya que estamos en ello, ¿por qué no apuntar a lo más alto?
- Me parece bien. – Takeda le extendió la mano para un apretón. – Que gane el mejor.
- Cielos, nunca terminaré de entenderlos. – dijo Maeda. – ¿Por qué tanta obsesión por las calificaciones? Son un par de frikis del estudio, ustedes dos. El año apenas acaba de comenzar.
- No hay que dormirse en los laureles. – dijo Fuutarou. – Los de tercer año estaremos mucho más ocupados que nunca, y el tiempo se pasará volando. Ya tenemos que ir pensando en nuestro futuro.
- Lo sé, pero no les haría mal relajarse un poco. – insistió el castaño. – Mucho trabajo y nada de diversión podría terminar volviéndolos locos. Y de todas maneras, yo ya tengo mis planes para después de graduarme.
- ¿Oh? En ese caso, ¿por qué no nos cuentas? – pidió Takeda.
Maeda soltó una risa ahogada, y les explicó que su padre tenía un taller de reparación de automóviles y motocicletas. No era la gran cosa, pero era el negocio familiar y él había aprendido bastante bien el oficio. Así que planeaba ir a un instituto tecnológico para estudiar ingeniería mecánica.
- Mi viejo ha hecho un buen trabajo llevando el negocio por años, pero podríamos mejorarlo. – concluyó. – Tal vez hasta nos contraten equipos de corredores en circuitos profesionales.
- Suena como una gran meta, Maeda-kun. – dijo Takeda. – Por mi parte, yo aspiro a entrar a la Universidad de Tokio para estudiar en la facultad de ciencias. No será fácil, y por eso espero lograr un buen resultado en los exámenes nacionales para aumentar mis posibilidades.
- ¿Y qué planeas ser? ¿Doctor, abogado? – preguntó Maeda.
Takeda simplemente se rio, apartándose un mechón de su cabello mientras arrojaba chispitas a su alrededor. – No, mi objetivo, o mejor dicho mi ambición, está muy por encima de cualquiera de esos oficios. Pienso convertirme… en un astronauta.
Por un momento, Fuutarou y Maeda se quedaron sin habla. De muchas maneras, ese sí era un objetivo muy por encima de todos. En otro tiempo, Fuutarou tal vez hasta se habría burlado, pero Takeda hablaba seriamente y con convicción, y no pudo evitar admirarlo por eso.
- Bueno, si puedes algún día deberías traernos rocas de la luna o algo. – dijo Maeda, medio en broma, medio para motivarlo. – ¿Y tú qué, Uesugi? ¿También vas a ir a la universidad de Tokio?
- Ese es mi plan a corto plazo. – dijo Fuutarou. – Es la mejor universidad de todo Japón. Aunque… todavía no me decido qué carrera elegiré. Tengo muchas opciones abiertas.
- Oye, espero que no estés pensando irte al espacio como este lunático de aquí.
- Ni soñarlo. – respondió Fuutarou. – Prefiero mantener los pies bien puestos sobre la tierra.
Los tres se rieron un poco, inclusive a Takeda le pareció divertida la broma que hicieron a sus expensas. Dicho eso, aunque era una meta difícil, Fuutarou no se burlaría de él. No era que fuese un sueño imposible. De hecho, hasta cierto punto lo respetaba por tener un objetivo bien claro.
Ahora que lo pensaba, Fuutarou no parecía tener el suyo tan claro como parecía. Cuando se propuso ser el mejor estudiante, puso miras en la universidad de Tokio, solo por saber que era la universidad a la que era más difícil entrar de todo el país, donde solo aceptaban a los mejores entre los mejores. Pero en realidad nunca se había puesto a pensar en la carrera que podría elegir, más allá de querer conseguir un trabajo bien pagado para apoyar a su familia y volverse independiente.
Podría estudiar derecho, y convertirse en un abogado para ayudar a la gente con problemas legales. Podría elegir medicina; el oficio de ser un doctor le pondría a salvar muchas vidas. Incluso, luego de estos meses que estuvo haciéndole de tutor a Yotsuba, hasta consideró la posibilidad de ejercer como docente. Si pudo con una estudiante tan problemática antes de graduarse de preparatoria, seguro podría manejar alumnos regulares en escuelas en unos cuantos años.
- Oigan… ¿no es una de las Nakano en la puerta? – preguntó Maeda de pronto, sacándolo de sus pensamientos.
- ¿Eh? Ah, es Miku. – dijo Fuutarou, reconociéndola por los audífonos y el pelo castaño oscuro. Estaba mirándolos fijamente. O más bien, y Fuutarou lo sabía, estaba mirando fijamente a Takeda.
- Saben, no sé por qué, pero últimamente he tenido la sensación de que… me ha estado siguiendo. – dijo el niño bonito. – Suelo verla de lejos muy a menudo.
- ¿Oh? No será que… ¿tal vez le gustas? – sugirió Maeda.
- No lo creo. Las miradas que me dirige son… algo inquietantes. – dijo Takeda, con un ligero escalofrío. – Uesugi-kun, ¿tú sabes algo de esto?
Fuutarou se quedó viéndolo por un momento. Seguramente, a estas alturas Miku ya habría descartado al resto del salón en busca de su rival online, y habría deducido de quién se trataba. Aunque él ya la conocía y solo era algo tímida con los extraños. En realidad, era muy amable una vez que se abría, solo que no siempre sabía cómo iniciar una conversación.
- Tal vez deberías preguntarle tú. – sugirió Fuutarou. – Probablemente solo quiere hablar de algo.
Después de un minuto o algo así, Miku les dio una última mirada y se marchó. Los tres continuaron hablando, sin prestar mucha atención al resto de los estudiantes.
Esto habría sido impensable para él un año antes, pero ahora… no se sentía tan mal. Era una buena forma de matar el tiempo, mientras esperaba la siguiente clase. Mejor que estar solo sin nada qué estudiar, de cualquier manera.
Días más tarde, apartamento Nakano…
- *Ejem*, muy bien, ahora que ya están todas presentes, ¡oficialmente doy inicio a nuestra primera reunión de estudio! – declaró Fuutarou, de pie frente a una pizarra portable y con un apuntador manual.
Por fin había llegado la hora de iniciar su nuevo contrato. Esta vez no con una, sino con cinco alumnas simultáneamente. Los rostros idénticos de las hermanas Nakano le devolvieron la mirada cada una a su propio modo: Itsuki y Yotsuba se veían atentas, Miku mantenía una expresión serena, Nino rodaba los ojos y fruncía el ceño, e Ichika se apoyaba sobre el respaldo de la silla con aspecto de querer echarse una siestecita.
- ¿De verdad esto es necesario? – preguntó Nino. – Es decir, sé que papá te volvió a contratar, pero apenas acaba de iniciar el primer trimestre.
- Nino, no debemos dejar que se acumulen los deberes. – dijo Itsuki. – Uesugi-kun, es decir, Uesugi-sensei sabe de lo que está hablando, ¿no es así?
- No hay necesidad de ser tan formal. – dijo Fuutarou. – Por lo que supe acerca de ustedes, lograron pasar sus clases a duras penas en su anterior escuela, incluso teniendo que tomar exámenes de recuperación. Siendo así, quiero evaluar cómo está cada una en cada materia, y ver dónde necesitan más ayuda.
- Esto es ridículo. – dijo Nino. – ¿Por qué debemos preocuparnos por esto cuando el año apenas acaba de comenzar?
- Vamos, no hay que dificultarle las cosas a Uesugi-san. – dijo Yotsuba. – Él solamente quiere ayudarnos después de todo. Además, es un gran profesor; es duro, pero sí que aprendes con él.
Fuutarou sonrió. Era bueno contar con el apoyo de la cuarta hermana como lo hacía, por si tenía dificultades con alguna de las demás.
- En lo que a mí concierne, nunca es demasiado temprano para pensar en el futuro. – continuó el chico. – Algunas de ustedes ya han decidido sus carreras para cuando hayan terminado la preparatoria. ¿No es así, Ichika, Itsuki?
Las dos hermanas aludidas se miraron entre ellas, y luego a las otras. La mayor en particular pareció despertarse cuando la llamaron, y sus deseos de echarse a dormir se esfumaron de su rostro.
- Bueno… yo ya lo había decidido desde hace tiempo. Ese era mi sueño desde hace años, ser actriz profesional. – dijo Ichika. – Quiero terminar mis estudios de preparatoria para poder dedicarme de lleno a él.
- Y en cuanto a mí, sé que no soy la mejor estudiante, pero mi meta es llegar a ser una profesora tan buena como mamá. – continuó Itsuki. – Sé que en mis condiciones actuales no estoy a la altura, así que espero contar con tu ayuda, Uesugi-kun.
- ¡Las dos lo conseguirán, estoy segura de ello! – dijo Yotsuba. – ¡Nos esforzaremos para apoyarlas!
- Hablando de eso, ¿tú qué planes tienes, Yotsuba? – preguntó Nino. – Nunca nos has dicho si tienes algún sueño o meta, ¿verdad?
- Ah, sobre eso… jeje, bueno… – La chica del lazo pareció ruborizarse. Por alguna razón, a Fuutarou no le sorprendió del todo; parecía que solo miraba a corto plazo, y eso le jugaba en contra.
- ¿Puedo sugerirte algo? Podrías buscar la manera de aprovechar tus puntos fuertes. – dijo Fuutarou. – Tu capacidad para los deportes puede darte muchas oportunidades tanto en ese campo, como para ser una profesora de educación física, o entrenadora profesional.
- ¿Por qué limitarse a eso? – dijo Nino. – Si empiezas a destacar este año, tal vez alguna universidad deportiva te note, y te ofrezca alguna beca. Podrías llegar muy lejos.
- Es cierto, Yotsuba. – dijo Itsuki. – En nuestra antigua escuela te iba muy bien en los deportes. Habrías recibido muchas ofertas de escuelas prestigiosas si te hubieras centrado solo en una disciplina, en vez de tratar de abarcar tantas.
La chica del lazo se sonrojó aún más, si eso era posible. Parecía que eso todavía la hacía sentirse un poco mal. Por muy talentosa que fuese, intentar hacer más de lo que podía le jugó en contra, así que Fuutarou hizo una nota de ayudarla a mantenerse más centrada para que encontrase una meta mejor definida. Por mucho que odiaba admitirlo, las palabras de Eba hicieron eco en su cabeza, y ahora se sentía en la obligación de ayudarla a desarrollar su potencial. Junto con el resto de sus hermanas.
- ¿Qué hay de ti, Nino? ¿Tienes alguna idea de lo que quieres hacer luego de graduarte? – preguntó Fuutarou, buscando desviar la atención de Yotsuba para que no se sintiera incómoda.
- ¿Yo? Bueno… – La chica empezó a jugar con sus listones. – Puede ser… no estoy segura…
- Una vez dijiste que querías abrir tu propio restaurante. – intervino Miku, sorprendiendo a todos.
Especialmente a las otras tres hermanas, que voltearon a ver como si fuese la primera vez que oían algo de esto. Parecían bastante interesadas.
- Fue… algo que mencioné una vez. – dijo la segunda hermana. – Un sueño tonto de niña, no es que realmente fuese en serio.
- ¿No? Pero eres una gran cocinera, podrías hacerlo muy bien. – dijo Yotsuba. – Ese es uno de tus puntos fuertes, ¿verdad? Deberías aprovecharlo entonces, como dijo Uesugi-san. ¿No es así?
Fuutarou asintió. Podía ver el mérito en ello, y siendo sincero, podía trazar algunos paralelos entre Nino y su madre en ese sentido. A ella se le daba muy bien preparar todo tipo de pan, y descubrió que podía venderlo a buen precio, así que lo convirtió en su forma de ganarse la vida.
Y ahora que lo pensaba, no había demasiada diferencia entre una panadería, un restaurante o un café. Eran negocios similares, donde había que preparar comida.
- Tal vez podría pedirle a mi mamá que te ayude un poco. Ya trabajaste un tiempo en nuestra panadería, así que podría servirte de experiencia de lo que te espera. Claro que será diferente manejar un local completo que solo trabajar en uno.
- O podrías ir un día de estos al restaurante de mis amigos, los hermanos Aldini. – sugirió Itsuki. – Ellos ya son verdaderos expertos.
Fuutarou le echó una mirada a la hermana menor. Recordó que la hermana menor había empezado a frecuentar ese susodicho restaurante italiano, y no pudo evitar sentir algo de curiosidad al respecto. Hasta había dicho que la comida de allí era mejor que la de Nino, lo cual le parecía difícil de creer.
- Lo pensaré. – dijo la segunda hermana antes de voltearse a ver a Miku. – Y bueno, ya que me delataste, ¿no vas a decirle a nuestro profesor cuál es tu sueño o meta?
Miku le dirigió una mirada a Nino, con aspecto incómodo, pero finalmente se encogió de hombros. – Yo… no tengo ninguno. No todavía.
- ¿Estás segura de ello? – preguntó Fuutarou. – Seguro debe haber algo en lo que seas buena, debes tener algún punto fuerte.
- No lo sé… – dijo con sinceridad la hermana intermedia.
Se hizo un incómodo silencio. Pensándolo bien, de entre todas Miku era la más pasiva, y rara vez la veía poniendo interés en algo que no fuese su juego y los Generales del Sengoku. Pero si todas las demás habían demostrado puntos fuertes o alguna vocación, ella también debía tener el suyo.
¿Debía decir algo? Necesitaba motivarla de alguna manera, ya que no quería que se sintiera excluida o por detrás de las demás.
- Si… deseas mi sugerencia, deberías probar distintas ocupaciones. – sugirió Fuutarou. – A lo largo de mi vida he tenido muchos trabajos de medio tiempo, incluso antes de ser tutor. No todos fueron agradables, pero aprendí un poco en cada uno, y la experiencia es muy útil en el futuro.
- Fuutarou-kun tiene razón. – dijo Ichika. – Solo debes probar hasta que encuentres algo en lo que seas buena. Y descuida, que todos aquí te ayudaremos, ¿está claro? No estarás sola en ello.
Miku sonrió. – Gracias…
Las hermanas restantes se acercaron para darle palmaditas a Miku, logrando que se animara un poco. Como siempre, ver lo unidas que eran entre ellas le provocó una sensación de calidez en el pecho al chico Uesugi, lo que lo motivó aún más para lograr la meta que se había propuesto.
Y hablando de eso, era momento de comenzar a trabajar en ello. No más distracciones. Se aclaró la garganta y llamó a silencio entre las hermanas.
- De acuerdo, creo que ha sido suficiente de charla introductoria. – dijo Fuutarou. – Dejando de lado las metas y sueños para el futuro, es hora de concentrarnos en el aquí y el ahora. Aunque el año acaba de comenzar, lo primero que haré será una prueba diagnóstica.
Acto seguido, tomó una carpeta con cinco hojas idénticas, entregándole una a cada una de las hermanas. Todas lo miraron entre confundidas e intrigadas, por lo que procedió a explicar.
- Este es un examen simulacro de recuperación, con un resumen de todo el programa de segundo año. – dijo Fuutarou. – Quiero que cada una de ustedes lo resuelva, y en base a la puntuación sabré dónde nos encontramos ahora.
- ¡Oye, oye, pero espera un momento! – intervino Yotsuba. – ¡Tú no nos has dicho todavía cuáles son tus planes para el futuro!
- Es cierto, Fuutarou-kun. – dijo Ichika. – Seguramente ya debes tener un plan muy bien elaborado, ¿no es así?
- Eh… bueno…
- ¡Vamos, tienes que decirnos!
- ¡Cuenta, cuenta!
- ¡Seguro deben ser planes muy ambiciosos!
Se armó un revuelo, con todas las hermanas pidiendo casi a gritos que les dijera todo. Incluso Miku, a pesar de permanecer en silencio, le lanzaba una mirada gélida que decía claramente que se moría por saber tanto como las demás. No tendría escapatoria.
- Ya, ya, ya, ¡ya! – les gritó a todas para calmarlas. – Si realmente quieren saberlo… mis planes a corto plazo son obtener un buen ranking en los exámenes nacionales, e ir a la Universidad de Tokio. Quiero asegurar un puesto en el Top 5 de todo Japón.
Hubo un "¡Ooohhh!" colectivo de parte de todas las hermanas. Al parecer eso fue suficiente para dejarlas sin habla. Y eso le alegraba, porque a decir verdad prefería no entrar en detalles respecto al hecho de que todavía no decidía qué carrera querría estudiar. A diferencia de Ichika e Itsuki que ya estaban claras en ello, él seguía sin tener una meta definitiva.
Pero bueno, ellas no necesitaban saber eso, así que rápidamente asumió de vuelta su porte de profesor estricto.
- Eso es todo lo que les diré de momento. Si desean saber más, tendrán que sacar 60 puntos o más en esos exámenes. – les dijo.
- ¡¿Eeeeeeehhh?! ¡Pero eso es demasiado alto, no es justo! – protestó Nino.
- Si son buenas estudiantes, no deberían tener problemas con ello. – dijo Fuutarou cruzándose de brazos. – Tómenlo o déjenlo. ¡Tienen dos horas para resolverlo!
La segunda hermana se vio bastante enfurruñada por eso, pero finalmente se vio forzada a acceder, y de inmediato todas echaron mano de los lápices para empezar a rellenar sus hojas. El tiempo empezaba a correr y tendrían mucho por delante si deseaban aprobar. De momento Fuutarou se contentó con observarlas.
Poco sabía el chico que, por todo lo que dijo sobre concentrarse en el aquí y el ahora, tendría que lidiar con problemas de su pasado, tanto reciente como lejano. Y que dichos problemas harían que su mente y su corazón dieran giros que jamás habría imaginado antes.
Esta historia continuará…
Notas del autor:
Bueno, ya estamos de regreso. Oficialmente ahora sí arranca el tercer año para Fuutarou y las quintillizas, y ya pueden ver qué cosas han cambiado. Para empezar, les quité a Fuutarou y Yotsuba los puestos de delegados de su clase, en favor de darles algo diferente por hacer, particularmente a la segunda que tendrá su propia subtrama como pueden ver ahora. Estos meses me puse a ver bastante Haikyuu! para familiarizarme más con el voleibol (diré que este nunca fue mi deporte favorito cuando estaba en la escuela, ojalá esta serie hubiera existido en ese entonces), de modo que pueden esperar a futuro algunos capítulos de Yotsuba entrenando y jugando partidos (y como lo prometí, a partir de ahora Matsui será un personaje más relevante). El de basquetbol tuvo buena recepción en su momento, así que espero que estos con el equipo de voleibol también sean de su agrado.
Por el lado de Fuutarou, como pueden ver aquí el beso de la campana lo tiene bastante sacudido, y eso se seguirá notando en los capítulos subsiguientes. Ya está empezando a cuestionarse sus sentimientos, y el recordatorio de Rena con el futuro viaje a Kioto tampoco ayuda. Dicho eso, todavía falta mucho antes de que el drama sentimental y emocional converja, así que les recomiendo que disfruten de la tranquilidad mientras dure. Trataré de que no se sienta mucho como relleno, ya que antes todavía quedan eventos como los cumpleaños de Fuutarou y las quintillizas, algunos partidos de volei con Yotsuba, los exámenes nacionales, y otras cosas más.
Gracias por los reviews a AGGSS8, AndyKurosaki98 y Guest. A este último, si por casualidad es el mismo Oscar Cabezas que dejó el review en "Todo de mí", y bajo el caso hipotético de que no haya visto mi mensaje en el último cap publicado allá, quisiera repetírselo aquí: me molesta que me pregunten cuando voy a actualizar las historias (más si comentan en alguna para preguntar por otra) porque eso da un sentido de urgencia y de estar presionando. Los capítulos vendrán cuando vengan, escribo a mi ritmo y no tengo horario de publicación (las traducciones son otra cosa ya que suelo adelantar algunos caps antes de comenzar a publicar). Así que agradeceré que no me vuelvas a preguntar por actualizaciones.
Por último, les dejo con este pequeño omake que, si bien no tiene mucho impacto en la historia ahora, fue escrito como tributo para otra pérdida reciente en la familia. Hace dos semanas, falleció mi tía Hortensia, "Tencha" para nosotros, la mayor de las hermanas de mi mamá. La verdad, ella estaba bastante enferma la última vez que la vimos, y cuando murió la abuela, estábamos teniendo dificultades para contactarla con las noticias, por lo que fue de las últimas en enterarse. Solo puedo imaginarme el impacto que debió ser enterarse en esa condición de por sí tan frágil. Al menos ahora están juntas. Por si las dudas, el nombre "Ajisai" significa "Hortensia" en japonés, de modo que podemos decir que le estoy dando el nombre de mi tía al personaje en cuestión aquí. Gracias y hasta la próxima, sayonara.
OMAKE #2 (Canon) – In memoriam
Como todos, los Uesugi hacían sus visitas al cementerio para pagar sus respetos a sus seres queridos ya fallecidos. Isanari Uesugi no era la excepción.
- Buenos días, Aji-neesan. ¿Cómo has estado hoy?
Vertió un poco de agua sobre la lápida, cuyo nombre grabado era "Ajisai Uesugi". Su hermana mayor, que había muerto hacía ya casi seis años en un accidente de tránsito. Aun a la fecha, seguía extrañándola mucho.
Isanari había tenido una muy buena relación con su familia, pero siempre había sido particularmente cercano con su hermana mayor. También ella había tenido su época rebelde en su momento, y fue por seguir su ejemplo que él también se metió en ello. Siempre la admiró y buscaba seguir su ejemplo. Si bien ambos maduraron con el tiempo, no dejaron del todo atrás esa etapa, y de vez en cuando les gustaba andar en correrías solo para recordar los viejos tiempos.
Sí, muy buenos tiempos…
- Ojalá pudieras ver a Kintarou ahora. Apuesto a que estarías muy orgullosa de él.
De alguna manera, cuando veía a su sobrino sentía como si una parte de ella todavía vivía en él. Hasta cierto punto era algo bueno, considerando que ella terminó casándose con un oficial de policía, un hombre muy respetuoso de la ley y el orden. Aunque se habían separado un año antes del accidente, al menos no estaban peleados ni mucho menos.
Él con mucho gusto habría cuidado de su sobrino, si no fuese porque en ese entonces él y su mujer estaban pasándola difícil con Fuutarou y Raiha. Por eso había tenido que dejar que el chico se fuera con su padre, aunque no estaba del todo contento con eso.
La separación le había afectado mucho, y aun a la fecha, Kintarou todavía parecía guardar algo de resentimiento hacia su padre por "haberse ido", al grado que por eso prefería usar su apellido materno Uesugi en lugar del paterno.
- Kintarou aún tiene problemas con su padre, pero… estoy seguro que podrán arreglarlos. Ojalá pudiera hacer algo.
Isanari sabía que su excuñado, Sakaguchi, no era un mal sujeto, pero no podía forzar a su sobrino a cambiar de parecer. Siempre se ponía muy a la defensiva cuando sacaba el tema, por lo que finalmente había dejado de insistir para no causar más tensión.
Eso realmente le entristecía. Incluso después que se separaron, Ajisai no habría querido que su hijo estuviese peleado con su padre. Porque, aunque ya no fuera su marido, nunca dejaría de ser el padre de su hijo, eso fue lo que le dijo cuándo se finalizó el divorcio.
Isanari lamentó que las cosas hubieran resultado así entre ellos. Los dos realmente se querían, pero al parecer, Sakaguchi estaba demasiado comprometido con su trabajo para dedicarle tiempo a su familia, y por eso se separaron. La última vez que hablaron, incluso había venido a pedirle consejo sobre cómo podía ser un buen padre y acercarse a su hijo, pero Isanari realmente no supo qué decirle.
Después de todo, él no tenía esa clase de dificultades con los suyos.
- Si estuvieras aquí… ¿qué me dirías ahora? ¿Qué crees que deba hacer, Neesan?
Si ella estuviera en este momento, seguramente sabría qué decirle. Miró hacia el cielo, como si esperase verla, o escuchar su voz. Ojalá estuviese allí para decirle qué hacer. Siempre que le preguntaba, parecía tener la respuesta.
Isanari suspiró. Al final de cuentas, no tenía sentido darle tantas vueltas. Solo le quedaba confiar y esperar lo mejor. Tal vez algún día algo sucediera para que ambos se pudieran reconciliar. Aunque fuese por la memoria de su difunta hermana.
