Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas

Por Fox McCloude

Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.


Extra: ¡Feliz cumpleaños, Kintarou!


En un parque de la ciudad, junto a la fuente…

Kintarou Uesugi exhaló profundamente, mirando su teléfono a cada tanto. A pesar de haber llegado unos minutos antes, la espera se le estaba haciendo eterna. No veía la hora de encontrarse a su chica, para poder celebrar su cumpleaños a todo dar.

Su chica… qué bien se sentía de llamarla de esa manera.

Unos meses atrás, Kintarou no hubiese creído en las relaciones a distancia. Pese a que vivía a solo un par de horas en tren, cuando se trataba de relaciones serias el rubio prefería que hubiese contacto regular. Ya lamentablemente se la habían jugado un par de veces, y por eso no se fiaba del todo. Pero con Nino… había algo diferente.

- "Difícil de creer, que ese nerd gruñón de mi primo se hizo amigo de estas hermanas tan lindas. Bueno, no me quejo, aún se la debo por presentarnos."

Aunque hubo casi esa "chispa" instantánea cuando su primo le presentó a la segunda de las Nakano, en aquel momento no se imaginó que volvería a verla tan pronto en el campamento, o que habría ese acercamiento entre los dos cuando las salvó a ella y a su hermana de caer por el barranco. Se llevó un gran susto, y se sintió muy aliviado cuando evitó que salieran lastimadas o algo peor. Y tampoco le hacía ascos a sus muestras de gratitud cuando le regaló esos dulces.

- ¡Lamento el retraso! ¿Te hice esperar mucho?

Instantáneamente reconoció la voz de Nino, y levantó la mirada. La chica claramente se había esmerado en arreglarse bien para él, con un vestido de blusa negra con mangas largas, aunque con los hombros al aire y un pequeño hoyo en forma de corazón en el escote. La falda, sujeta de la cintura, era gris a cuadros y le caía a la mitad del muslo, y también llevaba calcetas altas y zapatos de plataforma. Lo más notable era que hoy se había amarrado el cabello en coletas gemelas, sujetándolas con sus listones de mariposa.

- ¿Cambio de peinado hoy? – comentó el rubio, a lo cual la chica sonrió.

- Ah, me alegra que lo notaras. – le dijo mientras pasaba los dedos por una de sus coletas. – ¿Qué opinas? ¿Me queda bien?

- Bueno, admitiré que me gusta más cuando te lo sueltas, pero un cambio de estilo no viene mal de vez en cuando. Te hace parecer más inocente. – comentó él divertido.

- Adulador. – dijo ella agarrándolo del brazo. – Entonces ¿listo para celebrar tu cumpleaños?

- Más listo imposible. – aseguró él. – Muero por saber lo que tienes planeado para hoy.

- ¿Oh? Pero si tú eres el festejado, ¿seguro que quieres que decida yo?

- ¿Por qué no? Sorpréndeme. – le dijo medio coqueteándole, medio retándola.

Nino le devolvió la sonrisa, y de inmediato se echó a andar. La verdad, a él no le importaba mucho a dónde irían o qué harían. Pasar el día con ella sería una experiencia increíble por sí sola, y a decir verdad, él no era como su primo tratándose de hacer planes. Era más un sujeto de tipo espontáneo, y lo que fuese que a Nino le gustara, seguro que a él también.

La primera parada fue en una gran tienda de ropa de marca en el centro comercial. Al parecer, Nino quería comprarle algo de ropa nueva que le gustase, si bien no era que le hiciera mucha falta. En ese momento acababa de salir del probador, y aunque él no era un maniático de la ropa de moda, tuvo que reconocer que la chica tenía buen ojo para elegir atuendos.

- ¿Qué tal? Este te queda perfecto. – dijo la Nakano mientras se miraban al espejo.

- Pues no se ve nada mal. – admitió él mientras se daba la vuelta.

Pese a él no le faltaban chaquetas de motociclista en su armario, la que Nino le había escogido tenía un diseño bastante genial en la espalda. Era un ángel masculino muy musculoso, con un ala blanca y un ala negra, e incluso tenía un símbolo de yin-yang incrustado en el pecho, representando muy bien su dualidad. El resto del atuendo también complementaba bien; unos pantalones azul oscuro con raya negra al costado, y las botas para completarlo eran justo a su medida. Lo único que le faltaría sería el casco y unos guantes, pero no iba a mencionarlo para no molestar a Nino.

- Entonces, ¿quieres que te lo compre? – preguntó Nino. – Es tu cumpleaños después de todo.

- Hmm… en realidad se me ocurre un mejor regalo, ya que estamos aquí. – dijo el rubio, mirando a su alrededor.

La miró pícaramente. Pudo notar que la cara de la chica se enrojecía, como si supiera o sospechara lo que estaba a punto de decirle.

- ¿Por qué no me haces un pequeño desfile de modas? – sugirió. – Apuesto a que hay mucha ropa en este lugar que te quedaría muy bien.

- ¿Eh? ¿Yo, un desfile de modas? – Ahora sí, la cara de la Nakano se puso más roja que su cabello, y se la cubrió con las manos. – ¡Kintarou-kun, eso sería muy embarazoso!

- ¿Por qué? Si eres toda una belleza. Y descuida, no es que te vaya a obligar a modelar lencería o algo así.

No que la idea no le apeteciera, pero tampoco quería que ella pensara que él era un pervertido al que solo le interesaba su cuerpo. Aun así, tardó unos minutos en convencerla, así que luego de empacar la ropa de Kintarou se fueron a la sección femenina.

Nino tardó un poco en elegir un atuendo, y saliendo del probador traía puesto una blusa blanca de manga larga, con una falda negra y medias a la altura del muslo del mismo color. Su primer pensamiento fue que solo le faltaba un delantal con encaje para convertirla en una maid digna de sus fantasías, pero por sí solo el atuendo le sentaba muy bien.

- Oh sí, esto debo guardarlo. – Kintarou sacó su teléfono. – Hey Nino, ¿qué tal una pose para la cámara?

Nino obedeció, colocándose una mano en la cintura y la otra en la cabeza, mientras sonreía y guiñaba el ojo. El disparador hizo click y con eso guardó la imagen en la memoria de su teléfono.

- Espero que no planees compartir eso públicamente. – le advirtió hinchando ligeramente los cachetes.

- ¿Estás loca? De ninguna manera voy a compartir esto con nadie más. No, preciosa, esto es solo para tu servidor.

Eso pareció no solo aliviar, sino deleitar a la segunda hermana, que de inmediato volvió a desaparecer detrás de la cortina para cambiarse. Luego de eso eligió un conjunto con un suéter de cuello abierto de color púrpura, con pantalones blancos hasta la rodilla que acentuaban bastante bien sus piernas. Aunque él pensaba que las faldas le iban mejor, el púrpura lo compensaba ya que definitivamente era su color.

Seguidamente, eligió un vestido café de una pieza, con una chaqueta corta con encajes a cuadros en las mangas. El escote era un poco bajo, y el chico tuvo que luchar por mantener la mirada en el rostro de Nino, sin mucho éxito aparentemente hasta que finalmente decidió ir por otro.

Durante cerca de una hora, la Nakano se probó toda clase de conjuntos, incluyendo un vestido chino rojo con un patrón de mariposas que iban bien con sus listones, y el chico le pidió que le dejase tomarle fotos desde todos los ángulos. Nino sugirió que, si le gustaba tanto, ella podría comprarlo y ponérselo para él cuando quisiera, lo cual él aceptó con mucho gusto, junto con su nuevo conjunto de motociclista.

- Podría haberte comprado algo más si querías. ¿Por qué llevarte solo éste? – preguntó la Nakano mientras salían de la tienda.

- No quisiera mandarte a casa con demasiadas bolsas. – respondió él. – Después de todo, aún tenemos el resto de mi cumpleaños por delante, ¿no?

- Bueno, eso es cierto. – asintió Nino. – Hablando de eso, ¿qué tal si eliges nuestra siguiente parada?

El rubio se quedó pensativo. Sin embargo, su mirada divagó un poco por sus alrededores, y alcanzó a ver un sitio que le parecía demasiado tentador como para dejarlo pasar.

- ¿Qué te parecería ir allí? – le preguntó, señalándolo.

A menos de una calle de distancia había una piscina interior con unas enormes letras azules que decían "BLUE GAIA". Todavía no eran vacaciones de verano, así que no podían ir a la playa, pero esta no parecía una mala alternativa. Y la idea de verla en traje de baño sonaba muy, muy atrayente…

- ¿A la piscina? Eh… bueno, no me importaría, pero…

- ¿Hay algún problema?

La Nakano se puso notablemente nerviosa, desviando la mirada. No quería llevarla a un sitio al que no quisiera ir, pero ella fue la que le dijo que eligiera el siguiente destino. Aunque, por otro lado, no era que hubiese traído un traje de baño o algo, pero si ella tenía dinero podían comprarse unos sin problemas.

Si era por otra cosa…

- Yo… no sé nadar muy bien, la verdad. – confesó, jugueteando con sus dedos. – Siempre que mis pies no pueden tocar el fondo me pongo muy nerviosa y empiezo a patalear, y…

- Oh, ya veo. – dijo el chico entendiendo. – Bueno, estás de suerte. Tu servidor aquí puede enseñarte a superar el miedo al agua, si gustas.

- ¿Harías eso por mí? – dijo ella, claramente conmovida.

- Por supuesto. – dijo el chico golpeándose el pecho con el puño, orgulloso. – ¡Déjalo todo en mis manos!

- Bien, en ese caso, si vamos a ir allá, necesitamos el atuendo apropiado. Hay una tienda de artículos playeros no muy lejos de aquí, así que podemos conseguir trajes de baño en ese lugar. – replicó la Nakano.

- Me suena a un buen plan. Llévame allá entonces.

El verdadero reto en la tienda playera fue que Nino no era capaz de elegir un bikini para ella, así que le pidió a Kintarou que le dijera qué pensaba. En su opinión, con un cuerpo como el de ella cualquier cosa le sentaría bien, pero ya que tenían algo de prisa, terminó eligiéndole un bikini negro con encajes blancos, que dejaba poco a la imaginación pese a tener una cobertura relativamente decente. Él por su parte escogió un par de shorts azul con negro.

La piscina Blue Gaia no estaba muy concurrida ese día, así que Kintarou y Nino tenían bastante espacio para ellos. De esa forma, el rubio podía enseñarle a la segunda hermana cómo nadar bien, manteniéndose cerca de ella para que se sintiera segura. También, para evitar que su largo cabello fuese un estorbo, se había recogido sus coletas en un par de moños por debajo de sus hombros.

- Muy bien. – dijo mientras le sujetaba las manos, en un área donde el agua les llegaba por debajo del pecho. – Levanta las piernas hacia atrás, y comienza a patear. Yo te llevaré hasta el otro lado.

- No se te ocurra soltarme. – le advirtió la chica, antes de aspirar profundamente y hundir su rostro en el agua mientras levantaba las piernas.

Nino comenzó a patalear, mientras Kintarou la llevaba de las manos hacia la orilla. En ningún momento levantó la cabeza para respirar hasta que llegaron al otro lado, así que cuando finalmente se detuvieron, la muchacha aspiró profundamente. Seguramente sus pulmones estaban demandando oxígeno en ese momento.

- Eso es, sin duda sabes cómo patear en el agua. – dijo el chico en tono aprobatorio. – Ahora, vamos a practicar el movimiento de brazadas.

Con cuidado, pasó sus brazos por debajo de ella para ponerla en posición horizontal. La chica estaba temblando un poco, y él tenía la certeza de que no era por el frío del agua. Él por su parte tenía que hacer un esfuerzo por no mirar demasiado la bien formada retaguardia de la muchacha, pues el bikini que escogió dejaba poco a la imaginación en esa zona (igual que en el frente).

- Estira un brazo hacia adelante, y dobla el otro hacia atrás. Las manos siempre deben apuntar hacia el frente. – le indicó.

- ¿Así? – preguntó Nino. Tuvo que corregirle un poco la postura de los brazos.

- Ahora sí. Veamos qué tal es tu movimiento de brazada.

La Nakano obedeció y comenzó a mover los brazos como le indicó. No lo hacía mal, pero había un pequeño problema: los estaba moviendo de manera independiente uno del otro, y eso no le haría ningún bien.

- De acuerdo, eso no está mal, pero te falta un detallito. – dijo mientras la soltaba para que pudiera pararse. – Mira, imagina que tus brazos son como los pedales de una bicicleta. No se pueden mover independiente uno del otro. Cuando uno esté adelante, el otro debe estar atrás, cuando uno está arriba, el otro está abajo, ¿sí me entiendes?

- Wow, sí que sabes mucho de esto. – exclamó Nino asombrada.

- Ah, no tanto. Lo aprendí desde muy pequeño, pero nunca es tarde para hacerlo. Ahora, vamos a intentarlo de nuevo.

Volvió a sostener a Nino en posición horizontal. Esta vez la notó un poco más relajada, y la Nakano fue capaz de imitar sus movimientos mucho mejor. Pasaron unos minutos antes de que finalmente le agarrase el hilo a la forma correcta, pero considerando todo, lo estaba haciendo muy bien.

- Bien, ya tienes la brazada y patada. Ahora intenta hacer ambas al mismo tiempo. Tú tranquila, yo estaré cerca si algo sucede.

Nino asintió y empezó a repetir los movimientos de brazos y piernas tal como él le dijo. No avanzó ni cinco metros cuando de nuevo se hundió en medio de un enorme salpicón, y tuvo que salir a respirar a bocanadas.

- ¡Ah, cielos! ¡¿Por qué no puedo hacerlo bien?! – empezó a gritar agitando los brazos y golpeando el agua con rabia. – Esto es tan embarazoso.

- Vamos, cálmate. – dijo él tomándola por los hombros. – No a cualquiera le sale a la primera. Ya lo lograrás. ¿Por qué no descansamos un poco?

Nino asintió, y los dos fueron a sentarse en el borde de la piscina, dejando los pies dentro del agua. El chico le pasó una toalla para que se la pusiera sobre los hombros, y ella le sonrió. Mientras ella pateaba suavemente sobre el agua, el chico lanzaba una que otra mirada discreta hacia las partes expuestas de su cuerpo. Sus muslos, su estómago, y por supuesto su pecho.

- ¿Qué crees que miras? – dijo ella, tapándose cuando notó a dónde iban sus ojos.

- ¿Yo? Nada, nada. – mintió, tratando de hacerse el inocente.

- No tienes que mentirme. – dijo ella, fingiendo enojo, aunque rápidamente le habló con voz dulce. – Si quieres ver algo solo tienes que pedírmelo, ¿sabes?

- ¿En serio? No muchas chicas hacen eso. – dijo Kintarou. – Debo ser muy afortunado entonces.

- Oye, es tu cumpleaños, tienes derecho a recrearte un poco la vista. – La Nakano hizo una pose colocando sus manos detrás de la cabeza y sacando el pecho, haciendo que la toalla se le cayera de encima. – Además, no eres el único que lo está haciendo. Se nota que estás en buena forma.

Kintarou se rio por el cumplido. Él iba al gimnasio con regularidad desde hacía tiempo, e incluso tenía algunas pesas en casa, así que era obvio que las utilizara. El atraer la atención de Nino era solo un plus para él, así que no se quejaba.

- Ahh, en verdad es vergonzoso. – dijo Nino, echándose de espaldas sobre la toalla, todavía con los pies en el agua. – Soy la única de mis hermanas que no es capaz de nadar, por eso siempre tengo que quedarme cerca de la orilla cuando vamos a la playa.

- Oye, con un poco de práctica cualquiera puede. – aseguró el chico. – Mi primo tardó bastante más en aprender a nadar que yo, ¿sabes?

- Ja, debió ser muy divertido, verlo chapotear para no hundirse. – La Nakano volvió a incorporarse, recogiendo la toalla. – ¿Planeas ir a la playa este verano?

- Aún no lo sé. – admitió él. – Por supuesto, si tuviera la oportunidad de ir contigo, lo consideraría. Tendría más tiempo para darte lecciones gratis de natación, si gustas.

Nino se rio y le dio un pequeño empujoncito juguetón. Después de reírse un poco, Kintarou le preguntó si quería algo de tomar y fue a la máquina expendedora, trayendo un par de bebidas para los dos. Algo caliente para equilibrar luego de haber estado tanto rato en el frío del agua.

La verdad, tener una cita en su cumpleaños estaba resultando mucho mejor de lo que se imaginó. Y más con tan buena compañía a su lado.

El resto del día transcurrió bastante bien, considerando todo. A pesar de no saber nadar muy bien, Nino no se quejó con él por haberla llevado a la piscina, pero aun así le permitió escoger el siguiente destino, que resultó ser un spa donde le dieron algunos masajes mientras ella se hacía un tratamiento de belleza (internamente se preguntaba por qué creía que lo necesitaba). Kintarou jamás había estado en uno, y aunque fue un poco extraño, después de salir se sintió bastante bien, y con mucha más energía.

Después de eso, se fueron a un arcade. Nino no era exactamente fanática de las maquinitas o videojuegos, pero el rubio le mostró lo divertido que podía ser darse un pequeño maratón en el Dance Dance Revolution, incluso haciendo una especie de dueto de baile que atrajo bastantes miradas. Nino jamás había probado esto, pero cuando terminaron, admitió que le gustaría volver a hacerlo alguna vez para una futura cita.

Como Kintarou tenía ganas de comer algo dulce por su cumpleaños, la última parada resultó ser la chocolatería favorita de Nino, luego de que ella le preguntó si le gustaba el chocolate. Kintarou respondió afirmativamente y aceptó de inmediato, aunque nunca en su vida creyó ver tantos chocolates juntos en un mismo lugar (excepto en ciertas series animadas de antaño).

- Vamos, abre la boca y di "aaaaahhh". – le dijo a Nino sujetando un bombón relleno entre los dedos.

- Aaaaaaahhhh. – dijo la chica riéndose mientras se lo colocaba en la boca. – Hmmm, están tan buenos como siempre, pero cuando me los das tú saben mejor.

- Sí, este lugar es increíble. – dijo el rubio mirando a su alrededor. – ¿Lo visitas a menudo?

- De vez en cuando. Es un buen lugar para inspirarme y preparar nuevos dulces.

- ¿Cómo ese que me diste por San Valentín?

Todavía lo recordaba bien. No solo estaba delicioso, sino que estaba muy bien hecho, hablando estéticamente. Se notaba que le había puesto mucho esfuerzo… y amor.

- Por supuesto. Aunque no fue nada fácil lograr que me dieran la receta para el que te hice. – dijo la Nakano con orgullo. – A todo esto, ¿recibiste más chocolates ese día?

- Uno o dos. – admitió el chico. – Pero tú tranquila. No iba a comérmelos hasta haber recibido el tuyo. De hecho, se los dejé a mi viejo para que se los llevara al trabajo.

- Uhhh, eso fue cruel, Kintarou-kun. Digo, me alegra que prefieras el mío, pero no me iba a enojar si te los comías. Aunque fuera solo para no desperdiciarlos.

Kintarou se rio y se encogió de hombros. Eso decía ahora, pero él no iba a arriesgarse. Nino era una chica dulce, pero él podía ver que en asuntos del corazón era de armas tomar, y algo en él le decía que mejor no debía arriesgarse a ponerla celosa. Además, valió la pena esperar aunque el paquete tardó todo el día en llegarle.

Los dos continuaron disfrutando de sus chocolates, y Kintarou se quedó mirándola por un rato. Era una buena chica, algo agresiva a veces y siempre yendo directo al punto, pero a él le gustaban las mujeres que no se andaban con rodeos.

Seguramente a su madre le habría caído bien Nino, si hubiera podido conocerla.

- ¿Kintarou-kun? Hey, Kintarou-kun.

- ¿Eh? – Nino agitando la mano frente a él lo sacó de su trance. – Lo siento, ¿decías algo?

- Parecías ido por un momento. ¿Estabas pensando en algo?

- Hmm… sí, estaba pensando en mi mamá. – confesó el rubio. – Creo que a ella le habría gustado conocerte, ¿sabes?

- ¿De verdad? – Nino apoyó su mentón sobre la mano, mirándolo intrigada. – Ahora que lo pienso, ambos hemos hablado mucho de nuestros padres, pero no de nuestras madres.

- Sí, supongo que tienes razón. – asintió Kintarou.

Una de las cosas que los hizo conectar casi al instante era el hecho de que ambos tenían problemas con sus respectivos padres. Los dos a menudo hablaban de eso cuando necesitaban ventilar un poco, pero hasta ahora se había dado cuenta de que no era lo único que tenían en común en cuanto a problemas familiares.

Específicamente, a ambos se les había muerto su madre hacía varios años.

- ¿Cómo era tu mamá? – preguntó el rubio, queriendo seguir por la misma línea.

- Era una mujer algo seria. – dijo Nino. – Supongo que tenía que ver con el hecho de que trabajaba como maestra. Pero siempre fue muy cariñosa con nosotras. A pesar de tener que cuidarnos ella sola, siempre nos sonreía y nos decía lo mucho que nos amaba a las cinco. Y jamás tuvo favoritismos, aunque bueno, eso sería algo difícil cuando todas éramos iguales.

A Kintarou le dio la impresión de que Nino dijo la última parte para darle algo de humor, pese a que claramente le costaba un poco hablar sobre su madre. Lo que sí era claro, era que Nino había querido mucho a su mamá, y su ausencia aún tenía efecto en ella.

- Debió ser una mujer muy fuerte, para cuidar ella sola a cinco hijas. – comentó Kintarou.

- Lo era, sí, pero… no tan fuerte. – dijo la Nakano, algo afligida. – Cada día tenía que trabajar más duro para poder sostenernos. Eso le pasó factura a su salud, hasta que… bueno, tú entiendes.

Kintarou asintió. No debió ser fácil para Nino y sus hermanas ver a su madre debilitarse poco a poco.

- La verdad, creo que fuimos afortunadas de que mamá se encontrara con papá cuando lo hizo. Si no se hubiera casado con él, tal vez habríamos terminado separadas, en diferentes casas de adopción. Ese pensamiento me aterra.

- Me lo imagino. – Kintarou sintió un respingo. Sabía que Nino era muy protectora con sus hermanas y lo apegada que se sentía a ellas, así que era comprensible que le aterrase la idea de separarse de ellas.

- No me malentiendas; aprecio que papá nos haya dado un techo donde vivir y todo, pero a veces… desearía que nos diera algo más que solo dinero. Cuando lo hicieron oficial, mamá dijo que él sería nuestro padre, y a veces siento que solo lo aguanto porque ella nos lo dijo.

- Sí, creo que lo entiendo. – dijo el rubio, pensando en su propio padre.

Cuando él y su madre se divorciaron, ella le dijo que aunque ellos dos se hubieran separado, él todavía seguiría siendo su padre, pero para él, la familia era más que solo la sangre. Era estar presente en la vida de tus seres queridos, algo que su padre no había hecho mucho en los últimos años.

- ¿Y qué hay de la tuya? – preguntó la Nakano. – ¿Cómo era?

- Bueno, para ponerlo en términos sencillos, creo que mi madre era totalmente lo opuesto de la tuya. – replicó él. – Siempre era muy alegre, y nunca dejó totalmente atrás su época de colegiala. Recuerdo cuando me regaló mi primera botella de tinte para el cabello.

- Me suena a que era alguien muy divertida. – comentó la Nakano.

- Como no tienes idea. – confirmó él. – Tenía sus cosas, obviamente; no era capaz de cocinar para salvar su vida, así que yo tuve que aprender a hacerme mi propia comida, y también a ella para no enfermarnos. Nada como tú, obviamente, solo comida básica. Pero en general, nos llevábamos bien. Creo que siempre fui más cercano a ella, incluso desde antes que se divorciara de mi viejo.

- Al menos tuviste a tu padre por un tiempo. – dijo Nino. – Más de lo que se podría decir del nuestro.

Kintarou por un momento se preguntó si Nino hablaba de su padre biológico, o de su padre actual. Sabía ya que el señor Nakano era un hombre distante y adicto al trabajo, por lo que rara vez lo veían (él todavía no había podido conocerlo en persona), y el padre biológico era un tema tabú ya que lo único que Nino le había dicho fue que abandonó a la madre de ellas cuando estaba embarazada. Eso ya le daba todo el contexto que necesitaba, pensaba él, por lo que no inquirió más al respecto.

- Como sea, volviendo con tu mamá, si no está mal que pregunte… ¿cómo murió? Mencionaste que fue en un accidente de tránsito, pero más allá de eso…

Kintarou contuvo el impulso de suspirar. En realidad, no supo cómo fueron las cosas, la mayor parte fue lo que le contaron después. Solo supo que lo llamaron a la escuela para decirle lo que había sucedido.

- La verdad, no sé muy bien cómo sucedió. – admitió. – Por lo que me dijeron después, algún sujeto con furia de carretera se pasó una luz roja y la embistió de lado, provocando un choque múltiple, y luego se dio a la fuga. Para cuando llegué al hospital… ella ya había muerto.

- De verdad lo siento. – dijo Nino con voz compasiva. – No me imagino lo que debiste sentir, que te arrebataran a tu madre de esa manera tan violenta.

- Oye, apuesto a que tampoco debió ser fácil para ti. Es decir, ver a tu mamá debilitarse poco a poco, hasta que finalmente no pudo más.

- Es cierto. – dijo la Nakano. – Pero al menos, yo y mis hermanas pudimos estar allí, para despedirnos de ella cuando llegó la hora. Tú ni siquiera tuviste eso.

- Lo sé. Mi único consuelo es que al menos, mi viejo no descansó hasta asegurarse de que el responsable pagara por lo que hizo. Resultó que ya tenía varias ofensas de tránsito, pero se salía con la suya debido a sus influencias. Eso no le importó a mi padre; logró ponerlo tras las rejas aunque le tomó varios meses de investigar. Es un buen policía, le concedo eso.

Los dos se quedaron con la mirada cabizbaja y en silencio por un momento. No sabía por qué Nino había sacado el tema a colación sobre su madre, pero hablar al respecto se sintió… extrañamente liberador. Se había quitado un enorme peso de encima, ya que hacía mucho tiempo que no hablaba sobre esto con nadie afuera de su familia cercana.

- Oye, por cierto… todavía no te he dado las gracias. – le dijo, tomándole la mano. – Apenas puedo creer que gastes tanto dinero por mi cumpleaños. Eres la primera chica que hace todo esto por mí, ¿sabes?

- Bueno, ¿de qué vale tener dinero si no hay con quién compartirlo? – replicó Nino, restándole importancia. – Un chico como tú vale todo esto, y más incluso.

- ¿Más? No me digas que todavía tienes más planes. – preguntó él interesado y deleitado.

- Oh sí. El día todavía no se acaba, y tenemos mucho más que celebrar.

Ambos se terminaron sus chocolates y Nino se dirigió a pagar. Mientras lo hacían, sin embargo, Kintarou miró de reojo hacia una de las mesas que estaban un poco más alejadas. Aparte de ellos, no había mucha gente en la chocolatería, pero había alguien en particular que destacaba del resto.

Concretamente, un viejo barbón y calvo, donde la mayoría de los demás clientes eran niños o adultos jóvenes. Era raro ver a alguien de esa edad comiendo dulces de ese modo.

- ¿Pasa algo, Kintarou-kun? – preguntó Nino.

- ¿Eh? No, nada, solo que…

El chico no le había dicho nada a Nino para no incomodarla o asustarla, pero en varias ocasiones le pareció ver que ese viejo, que llegó poco después que ellos, echaba miradas ocasionales hacia su mesa, solo para voltearse cuando él lo notaba.

No sabía por qué, pero su instinto le decía que los estaba observando, y no le gustaba eso ni un poco.

- Olvídalo. – dijo Kintarou. – Tú lo dijiste, tenemos que seguir celebrando, ¿verdad?

- ¡Así es, andando!

Sin más, Nino lo agarró de la muñeca y ambos salieron de la chocolatería. Si ese viejo le daba mala vibra, lo mejor que podían hacer ahora era alejarse de allí.

Dejando eso de lado, Kintarou podía decir que este había sido su mejor cumpleaños en un largo tiempo. Pasarlo en compañía de una chica tan bonita y alegre como Nino era todo un placer, aunque una parte de él lamentaba no haber podido tener una doble cita con su primo y la hermana mayor de Nino.

De nuevo, si Fuutarou quería tener tiempo de calidad a solas con Ichika, ¿quién era él para negárselo? Siendo que era su primera novia, tenía algo de lógica que prefirieran hacer compañía y no multitud.

- "Aunque el muy bribón me lleva ventaja en la relación. Ya conoce al suegro y todo, y yo todavía no me atrevo." – pensó.

Admitiéndolo, sentía un poco de envidia de que su primo, por todo lo asocial que era, había podido enfrentársele al padre de las Nakano sobre la relación. Él todavía no daba ese paso, pero por las cosas que le habían dicho tanto Nino como Fuutarou sobre el señor Nakano, el prospecto le aterraba cada vez que el tema salía a colación, ya que no parecía el tipo de persona que aceptaría a un tipo como él para una de sus hijas.

Aun con su imagen de "chico malo", no era del tipo que jugaría con los sentimientos de una chica solo por divertirse. Nino era una chica muy especial para él; había tenido citas casuales de una o dos ocasiones antes, pero ella era la primera que realmente le interesaba al punto de buscar algo serio. Y no quería echarlo a perder causando una mala impresión con su padre.

Pero eso sería un problema para otro día. Como dijo Nino, su cumpleaños todavía estaba lejos de terminar, y se suponía que debía celebrar y divertirse pasándolo bien con ella.

Esta historia continuará…


Notas del autor:

¿Qué tal, gente? Y aquí ya estamos otra vez. Tal como lo prometí, el extra de la cita de cumpleaños de Kintarou y Nino. Ya que la Nakano había tenido su propio capítulo, decidí que sería mejor narrar este desde la perspectiva del primo, mostrar un poco cómo él la ve a ella. Es muy divertido escribirlos como pareja secundaria, además que tuve oportunidad de ponerlos a conversar un poco sobre sus madres, y expandir más de la mamá de Kintarou (tal vez una forma de extender el tributo a mi tía Tencha luego del omake que hice). También, la partecita de las lecciones de natación, originalmente quería esperar a llegar a las vacaciones de verano, pero sinceramente no me pude resistir mientras escribía la cita, así que dije "Al diablo, que empiecen de una vez". La novela visual tiene muchos detallitos interesantes y espero tener la oportunidad de verle una traducción al inglés completa, sea oficial o hecha por fans.

Por otro lado, Kintarou también se ha percatado de la presencia del vejete. Como pueden ver, aquí a diferencia del canon no solamente está stalkeando a Itsuki, sino también a Nino (y posiblemente a las otras). Y pueden estar seguros que no hemos visto lo último de él. Con el desperdicio de "villano" que fue en canon, afortunadamente ya tengo planeado lo que voy a hacer con él, pero para eso todavía falta bastante, así que no diré más de momento.

Gracias por los reviews a Ferran, AGGSS8, AndyKurosaki96, Likework y AaronVS3. Y por si las dudas, para que no me pregunten por cuándo vendrá el siguiente capítulo, lo único que les puedo prometer es que voy a tratar (ojo, énfasis en "tratar") de avanzar esta historia por lo menos un capítulo por mes, dos si acaso puedo hacer algún avance rápido. Hay otros proyectos que quiero arrancar o continuar, no hablemos de mis compromisos en la vida real, así que les pediré que me tengan paciencia y no me metan presión para que avance, ¿de acuerdo? Eso es todo, hasta la próxima y ¡sayonara!