Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas

Por Fox McCloude

Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.


Capítulo 27: Prioridades.


Preparatoria Asahiyama…

El tiempo parecía estar volando más rápido de lo que Fuutarou había anticipado. Parecía que el cumpleaños de las Nakano había sido apenas ayer, cuando en realidad ya habían transcurrido casi dos semanas. Y los simulacros de exámenes nacionales ya estaban a la vuelta de la esquina.

A términos generales, lo mejor que Fuutarou podría decir era que había sido una repetición casi total de la que tuvieron la pasada Navidad, siendo la única excepción que Kintarou no estuvo presente en persona, aunque Nino quiso mitigar un poco eso usando su laptop para que pudiera ver la fiesta vía videoconferencia.

Fuera de eso, no pudo decir que no se divirtió. Tuvieron oportunidad de sacar algunos juegos nuevos aparte de los antiguos (otra vez, la suerte no lo favoreció en el juego del rey), y las quintillizas se mostraron bastante felices con los regalos que le compró a cada una. A Miku, le dio una enciclopedia del juego Sengoku Wars Online que incluía arte e información inédita. A Itsuki, un DVD sobre biología marina que pensó que encontraría interesante. Y a Nino, a pesar de sus dudas, también le gustó el libro de recetas de comida italiana que le dio, aunque tal vez ayudó el haberle dicho que Kintarou le ayudó a escogérselo.

Lo que en ese momento ocupaba su cabeza era el hecho de que, entre Ichika y Yotsuba, se le hizo mucho más fácil elegirle un regalo a la segunda. La chica del lazo estalló de alegría pese a que su regalo consistía simplemente en un kit deportivo con equipamiento para voleibol, así ya no tendría que tomarlo prestado en el club. Con Ichika, tuvo que pedirle ayuda a su madre y Raiha para elegirle algo, y terminó escogiendo una botella de perfume bastante cara (él no entendía cómo algo tan pequeño podía costar tanto) pero a pesar de que a la Nakano mayor le gustó, él seguía sin estar convencido de haber tomado la decisión correcta.

- "¿Por qué no puedo dejar de pensar en eso? Ella está feliz, yo también debería estarlo, ¿no?"

- Uesugi-kun… ¿Uesugi-kun?

- ¿Eh? – La voz del profesor lo sacó del trance, y pudo notar que casi toda la clase lo estaba mirando. – Perdón, ¿qué estaba diciendo?

- ¿Te sientes bien? – preguntó el docente. – No es propio de ti distraerte en clase.

- Lo siento, es que tengo mucho en mi cabeza. – se disculpó. – ¿Puede repetir la pregunta?

Afortunadamente, luego de eso pudo concentrarse más, y el resto de la clase continuó de manera normal, por lo que su pequeña distracción no le valió ninguna reprimenda ni castigo. Aun así, no se le escapó que el resto de la clase se había quedado mirándolo fijamente durante la hora restante hasta que sonó la campana.

Durante el receso, mientras las quintillizas salían al patio, Maeda y Takeda se quedaron en el salón con él, y los tres se sentaron a conversar. Ahora, esto era una ocurrencia bastante normal y se había vuelto parte de su rutina escolar, pero hoy particularmente iba a ser diferente.

- ¿Seguro que te sientes bien, Uesugi-kun? – le preguntó Takeda. – No recuerdo haberte visto pedir que repitieran una pregunta en clase.

- Bueno, siempre hay una primera vez para todo. – dijo Maeda. – Pero sí, últimamente estás un poco raro. Algo… ¿ido, tal vez sea la palabra? Como si no estuvieras totalmente aquí.

- ¿Ustedes creen? – preguntó Fuutarou. Ambos se quedaron viéndolo fijamente por unos segundos, y el chico pudo darse cuenta que sus dos compañeros lo veían con preocupación. – Supongo que sí, lo estoy un poco. Tengo demasiadas cosas en la cabeza últimamente.

- He de asumir que en parte debe ser por los exámenes nacionales. Ya están muy próximos después de todo. – comentó Takeda al respecto, haciendo que Maeda rodase los ojos.

- Siempre se trata de estudios contigo, ¿no tienes otra cosa en la cabeza? Apuesto a que más bien, debe tener algo que ver con las Nakano.

- Bueno, los dos tienen parte de razón. – confesó Fuutarou. – En parte sí es por los exámenes, además de otras cosas. Creo que no me había sentido tan agobiado en mucho tiempo.

Desde que inició el trimestre, y reanudó su oficio de tutor, esta vez ahora con las cinco hermanas a la vez, Fuutarou realmente se había sentido con las manos más llenas que nunca. Tener que balancear los estudios, su trabajo, y también las relaciones, no era nada sencillo. No imposible, claro, pero a veces sentía como si le estuviesen tirando de ambos brazos en direcciones opuestas. Demasiadas cosas por hacer y muy poco tiempo.

- Entonces, ¿las cosas van bien entre tú e Ichika-san? – preguntó Maeda. – Últimamente se la he visto menos en clase, seguramente está consiguiendo más papeles como actriz. Eso debe poner algo difícil la relación entre ustedes, ¿no?

Fuutarou dudó un poco en responder a esa pregunta. Maeda no estaba tan equivocado: el horario de Ichika como actriz frecuentemente interfería con sus planes para las sesiones de estudio, y desde su cumpleaños tampoco habían podido volver a salir en una cita.

Había muchas cosas que necesitaba hablar con ella, pero entre la escuela y el trabajo simplemente no había encontrado la oportunidad de hacerlo. Y ahora con los exámenes nacionales a la vuelta de la esquina tampoco parecía el mejor momento.

- Sí, no es nada fácil. – admitió el peliazul. – Pero fuera de eso, no estoy seguro de cómo debo lidiar con todo lo que tengo en la cabeza. La verdad es que no sé qué hacer.

- En estos momentos, creo que lo mejor es poner pausa, y pensar en qué es lo más importante. – sugirió Takeda. – No importa cuánto intentes hacer multitareas, siempre es mejor darles prioridad a algunas cosas primero, y lidiar con el resto después.

- Cierto, hermano. – Maeda estuvo de acuerdo. – Una cosa a la vez. Si yo fuera tú me concentraría primero en lo más urgente. Por ejemplo, esos exámenes nacionales. Qué bueno que yo no tengo que preocuparme de ellos, jajaja.

- Y yo estaría muy decepcionado si te gano porque no estabas totalmente concentrado. – agregó el niño bonito. – No se te ha olvidado nuestra apuesta, ¿verdad?

- No, por supuesto que no.

- ¡Takeda-kun! – llamó una voz femenina desde la puerta. Era Ohyama, la otra delegada del curso. – El director te mandó llamar. Dice que necesita hablar contigo de algo importante.

- Gracias, enseguida voy. – replicó Takeda. – Probablemente sea algo relacionado con los exámenes nacionales. Si me disculpan.

Acto seguido, Takeda salió del salón acompañando a su colega, dejando a Maeda y Fuutarou por su cuenta. El primero fue a sentarse de nuevo en su lugar, poniendo los pies encima del escritorio mientras se reclinaba, en tanto Fuutarou se quedaba viéndolo.

- Oye, no pongas los pies encima, vas a ensuciar el escritorio. – lo reprendió.

- Mis zapatos están limpios. – replicó Maeda. – ¿No deberías concentrarte tú en estudiar para tus exámenes? El niño bonito no te dejará en paz si saca mejor calificación que tú.

- ¿Sabes qué? Quizás tengas razón. – respondió el Uesugi, cogiendo sus libretas para ponerse a estudiar.

Mientras Maeda se reía por la susodicha apuesta, pensando que era ridícula, Fuutarou se puso a pensar en sus palabras, y también en las tareas. Parecía un buen consejo a seguir, y después de todo, no había mucho más. Los exámenes nacionales eran su prioridad más cercana, así que era mejor enfocarse en ellos.

Ya podría lidiar con lo demás una vez que hubiese salido de ellos.


Apartamento Nakano…

Desde el inicio del semestre, Fuutarou había sido lo más estricto posible con las hermanas Nakano como le era posible. Estando en su último año de preparatoria, era natural que el ritmo de los deberes aumentara, y ya que la mayoría de ellas tenían actividades fuera de clase, a veces no podían estar todas a la vez.

Hoy era uno de esos días: Ichika estaba en una filmación, mientras que Yotsuba estaba en prácticas con el equipo de voleibol, lo que dejó a Fuutarou con las otras tres hermanas mientras revisaban la tarea de Inglés. Les había puesto a leer y traducir varios párrafos, y ahora se encontraba verificando el que le asignó a Nino.

- Muy bien, no tienes ningún error mayor. – dijo el chico, entregándole la hoja. – Con eso ya terminaste por hoy.

- Uff, menos mal. – dijo la segunda hermana aliviada. – Ya casi es hora de cenar, así que si me necesitan, estaré en la cocina.

Fuutarou regresó a supervisar a Miku e Itsuki. Afortunadamente, también ellas estaban a punto de terminar, y lo estaban haciendo mucho mejor de lo esperado. Le agradaba ver que se estuvieran aplicando tanto, a pesar de las ocasionales quejas.

- Itsuki. – llamó de repente Nino desde la cocina. – Ayer dejé un paquete de pastelillos en la parte de abajo del refrigerador, y ahora ya no están allí. ¿No sabrás dónde están?

- N-no sé de qué me hablas. – dijo la hermana menor, visiblemente nerviosa. – ¿N-no te los habrás comido tú?

- Si lo hubiera hecho, lo recordaría. El paquete estaba sellado. – respondió Nino regresando a la sala y con los brazos cruzados. – Confiesa, Itsuki, ¿te los comiste todos tú sola?

- ¡N-no, claro que no! – exclamó Itsuki moviendo los brazos frenéticamente. Fuutarou vio que la mirada de Nino se intensificaba, como si estuviese a punto de lanzar rayos láser de sus ojos y agradeció no ser el objetivo en ese momento. – L-les di algunos a Yotsuba e Ichika…

Nino se llevó la mano a la cara. Eso no debía ser muy diferente, ya que por lo que decía, ni siquiera había podido probar uno, así que tenía toda la razón de estar enojada. Preventivamente, Itsuki se arrodilló y puso las manos en posición de súplica.

- ¡Lo siento, de verdad! ¡Te compraré otro paquete para reponerlos! ¡Ahora mismo si quieres!

La segunda hermana suspiró, pero descruzó los brazos y al parecer decidió perdonar a la comelona por lo que hizo y aceptar el trato.

- Miku, ¿puedes ir con ella para asegurarse que no se los coma por el camino?

- ¡Oye! – Itsuki pareció ofendida. – ¡¿Es que no confías en mí?!

- Cuando se trata de comida, obvio que no. – dijo muy enfática Nino, luego volvió a dirigirse a Miku. – ¿Entonces?

- No me molesta. – dijo la hermana intermedia. – Ya terminé aquí de todos modos.

- Bien, entonces vayan. ¡Y no regresen sin ellos, ¿está claro?!

Itsuki murmuró algo más entre dientes que Fuutarou no alcanzó a entender, pero finalmente obedeció y se fue a buscar su bolso escaleras arriba antes de salir junto con Miku. Pasaría un buen rato antes de que volvieran, y sin Ichika ni Yotsuba tampoco, Fuutarou se quedaría a solas con Nino mientras tanto.

Parecía un buen momento para hablar con ella de algo importante.

- Oye, Nino. – la llamó. – ¿Puedo preguntarte algo?

La segunda Nakano dejó lo que hacía y le echó una mirada. Incluso después de varios meses todavía tenía algunos problemas para llevarse bien con ella, aunque al menos ahora toleraba más su presencia y le había bajado un poco a los comentarios sarcásticos.

- Hum… ¿cómo van… las cosas entre tú y mi primo? – le dijo. Luego mentalmente se reprendió al darse cuenta que sonaba mejor adentro de su cabeza que de dientes para afuera.

Nino por su parte solo levantó una ceja, probablemente extrañada por la pregunta. – ¿Por qué el interés? ¿No has hablado con él últimamente?

- No, he estado muy ocupado. Por eso te pregunto a ti. – Esa parte era cierta; entre la escuela, el trabajo de tutor y demás, no había hablado con Kintarou desde hacía semanas.

- Bueno, es obvio que todo va muy bien. – dijo Nino, llevándose las manos a las mejillas, y sonriendo con expresión soñadora. – Quisiera poder verlo en persona a diario, pero él siempre me llama y está al pendiente de mí. Kintarou-kun es un ángel, después de todo.

- "Un ángel caído con las alas teñidas de negro, quizás." – pensó el chico, haciéndose la imagen mental en la cabeza, pero se abstuvo de decirlo en voz alta. Sabía que no debía provocarla. – Me alegra escuchar eso.

- Pero no respondiste a mi pregunta: ¿por qué el interés? – volvió a repetir Nino, poniéndose seria de nuevo. – Espero que no estés planeando sabotearnos o algo.

- Oye, ¿me crees capaz? – se defendió él. – No, en realidad es que… mira, esto no es fácil para mí, pero quería pedirte un consejo. Un consejo sobre… relaciones.

Los ojos de la segunda Nakano se ensancharon brevemente. Seguro que no se esperaba que esas palabras salieran de su boca, aunque rápidamente su expresión volvió a cambiar, tornándose una sonrisa burlona con los ojos en rendijas.

- ¿Eeeehh? ¿Así que el profesor necesita ayuda de una de sus estudiantes?

- No te burles. – dijo él. – Mira, quería preguntarte esto desde hace semanas, pero no quería hacerlo en frente de las demás. Especialmente… no en frente de Ichika. Y te voy a pedir que no se lo digas a nadie, ¿de acuerdo?

- Hmm… depende de lo que sea. – dijo Nino. – Cualquier cosa que concierna a mis hermanas, me concierne a mí también, ya lo sabes.

- Sí, pero… esto es personal. Puedes entender eso, ¿verdad? – insistió él. – Prométeme que no se lo dirás a nadie.

- Hmm… muy bien, lo prometo. – dijo ella. – ¿Qué es lo que te agobia?

- La verdad es que… bueno, quisiera saber si tú y mi primo, en algún momento han tenido… ya sabes, algún problema.

- ¿Problema? ¿Hablas de desacuerdos o que nos hayamos peleado? – La Nakano se llevó el dedo a la boca pensativa. – Hmm… no, la verdad es que no hemos tenido nada de eso. ¿Por qué, acaso ustedes sí?

- Pues… no realmente, pero estas últimas semanas he estado pensando… tal vez no esté siendo el mejor novio para Ichika. – confesó el chico.

- No me digas. – Nino se cruzó de brazos. El tono que usaba claramente daba a entender que no le creía eso. – Para que conste, cuando nos conocimos tenía mis dudas acerca de ti, pero ya sé que no eres tan malo como pensé. Me presentaste a Kintarou-kun, y eso también lo aprecio, ¿sabes?

Fuutarou sonrió de lado. Casi se había olvidado que en realidad solo aceptó hacer eso para quitársela de encima. Pero ahora los dos estaban felices, así que supuso que había sido una buena decisión. No obstante, ese no era el tema de la conversación.

- Mi punto es, no entiendo por qué te sientes así. – prosiguió Nino. – Ichika no deja de decir cosas buenas sobre ti, así que le tomo la palabra. Si hubiera un problema, ya me lo habría dicho.

- No sé si tenga sentido, pero… eso es lo que me preocupa. Ichika es la primera chica con quien salgo seriamente, y tengo miedo de… de hacer algo que pueda lastimarla, ¿sabes?

Por fin había podido dejar salir eso. Sentía que había soltado un enorme peso del pecho. Sabía que algo andaba mal, pero no sabía qué con exactitud. Lo único de lo que estaba seguro era que Nino y Kintarou no tenían ese problema… y que no era culpa de Ichika, sino de él mismo.

La segunda Nakano lo miró extrañada. No había enojo en su rostro, sólo más bien algo de sorpresa, como si jamás se hubiera imaginado que él pudiera decir algo así. Habían iniciado con el pie izquierdo y todavía se picaban ocasionalmente, aunque con el tiempo habían llegado a tolerarse más y hasta casi podría decir que se estaban llevando bien (más allá de cuando ella tenía alguna queja durante las sesiones de estudio o él la regañaba por cometer algún error).

- Mira, tenía mis reservas respecto a ti, pero al menos hasta ahora, no has hecho nada que me haga desconfiar. – dijo la Nakano. – Pero si me lo preguntas, creo que, cualquiera que sea tu problema, está aquí.

Para enfatizar su punto, le tocó con el dedo en la sien un par de veces, dejándolo perplejo. No se atrevió a preguntarle a qué se refería, pero no hizo falta, pues ella misma procedió a explicarlo:

- Los cerebritos como tú suelen darles muchas vueltas a las cosas. En vez de pensar con la cabeza, deberías pensar, o mejor dicho, sentir con el corazón. – De nuevo, enfatizó su punto tocándole el pecho con el dedo, con algo más de fuerza que antes.

- ¿Con el corazón? – preguntó él.

- En las relaciones, lo que importa son los sentimientos. – dijo Nino en tono muy serio. – A veces, es mejor apagar la cabeza, y hacer lo que te diga tu corazón. Sé que Kintarou-kun comprende mis sentimientos, y yo también los de él.

»Pero si tienes algún problema, no deberías hablarlo conmigo, sino con Ichika. Si ella eligió salir contigo, entonces debe ser porque hay algo bueno en ti, y si sientes que algo está mal, mejor resuélvelo ahora, antes que se convierta en un problema. Deberías ser sincero con ella, y contigo mismo.

Ser sincero… esa palabra hizo eco en su cabeza. ¿Estaba siendo sincero con Ichika? ¿Sincero consigo mismo? Entre más lo pensaba, más parecía decirle una vocecita en lo profundo de su mente que sí… y otra proveniente de su pecho que le decía que no. Se contradecían una a la otra.

De alguna manera, sin embargo, las palabras de Nino le habían dado cierta claridad que antes no tenía. La charla sí había ayudado después de todo.

- Sí… creo que tienes razón. Necesito hablar muy seriamente con Ichika. – decidió finalmente. – Gracias, Nino, de verdad me ayudaste.

- No me agradezcas, lo hago por el bien de mi hermana, no por ti. – dijo la chica, dándose la vuelta para volver a la cocina. – Y óyeme bien, si es que llegas a hacer algo que la pueda lastimar… tendrás que responder ante mí, ¿te quedó claro?

- Sí, por supuesto. – respondió rápidamente.

La segunda Nakano volvió a la cocina, dejándolo a solas con sus pensamientos por un rato. Bastante breve, pues uno o dos minutos después la puerta del apartamento se abrió.

- ¡Estamos de vuelta!

Al mirar vio que Miku e Itsuki habían regresado, y trajeron también a Yotsuba, que sin perder tiempo vino a sentarse junto a él con su sonrisa dentuda, mientras Itsuki y Miku se dirigían a la cocina. No prestó mucha atención mientras la hermana menor entregaba el paquete, pues en ese momento tenía otras cosas en mente.

- ¿Qué tal las prácticas? – le preguntó a Yotsuba, mientras le pasaba su tarea de Inglés.

- Oh, muy bien. – dijo la chica del lazo. – La próxima semana tendremos un par de partidos de práctica con otras escuelas. Servirá para estudiar a la competencia en las regionales.

- Tendremos que adecuar tu horario de estudio a eso. – dijo Fuutarou. – Ahora, manos a la obra.

- ¡Sí, Uesugi-sensei! – replicó ella haciendo saludo militar, y poniéndose de inmediato a garabatear.

Por alguna razón, ver a Yotsuba tan entusiasmada y alegre como de costumbre le hacía olvidarse de sus preocupaciones. Como si su sola presencia le contagiara energía positiva que alejaba la mala vibra. Era un don que la chica del lazo tenía y que no podía explicar, pero que siempre le agradaba.

Algo que, por alguna razón, no siempre tenía cuando estaba con Ichika.


Unos días después, en el gimnasio…

Tras aquel altercado con Tsuji y sus secuaces, Fuutarou había estado considerando la posibilidad de practicar algún tipo de defensa personal. Por lo menos de cómo quitarse de encima a un agresor, y cómo conectarle un buen golpe para que no pudiesen perseguirlo una vez que saliera corriendo.

También había descubierto que, igual que golpear las pelotas con un bate, golpear un saco de arena con sus propios puños también era una excelente forma de aliviar el estrés y olvidarse por un momento de sus problemas. Y también, como lo había comprobado con Yotsuba e Ichika, era mejor ir al gimnasio con compañía.

- ¡Vamos, hijo, dale más fuerte! ¡Un poco más y le sacarás el relleno al saco!

Fuutarou pensó que si llegaba a hacer eso tendría que pagarlo. Por supuesto, su papá solo estaba bromeando. Hoy había decidido acompañarlo al gimnasio, y se estaba ocupando de sostener el saco de arena por detrás mientras su hijo le daba combinaciones de puñetazos sin parar.

- ¡Qué buena forma, Fuutarou! – dijo Isanari. – Sigue así y podrías convertirte en campeón de boxeo en unos dos o tres años.

- Gracias, papá, pero no tengo ganas de hacer esto profesionalmente. – declaró él muy seriamente.

Aunque hubiese descubierto que era bueno para tirar golpes, no tenía ganas de comprobar qué tanto podría soportarlos, y no quería arriesgarse a sufrir potencialmente un daño cerebral que afectase sus capacidades cognitivas. Prefería una carrera bien lejos del ring, y usar esto solo como método de defensa personal.

- Es una pena. – replicó el hombre. – Tendrías buen potencial, ¿sabes?

Habiendo ya terminado con eso, fue a tomar asiento y tomó su botella de agua para refrescarse. El día de hoy había hecho un poco más que su rutina habitual, y aunque todavía sentía que tenía para dar un poco más, decidió que era mejor hacer una pausa.

- Apenas puedo creer que te hayas vuelto regular en un gimnasio, de todos los lugares. – dijo Isanari. – Pero no puedo decir que no me alegra, verte hacer otra cosa que no sea estudiar.

- Bueno, es una membresía paga por un año entero. – dijo Fuutarou. – Sería un ingrato si no la aprovechara.

- Eso dices, pero admítelo, también lo disfrutas, ¿o me equivoco?

Fuutarou miró fijamente a Isanari, y se encogió de hombros. Después de superar los dolores musculares de los primeros meses, tuvo que reconocer que sus visitas al gimnasio resultaban muy amenas. Aunque más lo eran cuando venía en compañía de Yotsuba, ya que Ichika estaba tan ocupada con su trabajo de actriz que rara vez tenía la oportunidad de venir con él. Ahora que la cuarta hermana estaba con el club de voleibol, ya no tenía la oportunidad de acompañarlo como antes.

En parte por eso agradecía que su papá hubiese decidido acompañarlo hoy. Así tendría por lo menos a alguien con quien hablar (se le hacía muy difícil entablar conversaciones con gente que no conocía si Yotsuba no estaba). A su vez, Isanari veía esto como una forma de pasar tiempo de calidad como padre e hijo, así que ambos salían ganando.

- Fuera de eso, hijo, últimamente te noto un poco agobiado. – dijo el hombre rubio en un tono un poco más serio. – ¿Hay algo que te preocupe?

Tras terminarse el agua, Fuutarou volvió a mirar a su padre, que ahora lo veía con los brazos cruzados. A este punto no le extrañaba en lo más mínimo; sus padres y hermana lo conocían mejor que nadie y siempre se daban cuenta de cuando algo andaba mal o lo preocupaba. Así que no tendría caso negarlo.

- Muchas cosas, a decir verdad. – confesó sin rodeos. – Entre el trabajo, el gimnasio, tener que estudiar, salir con Ichika… siento como si tuviera demasiado por hacer, y me pregunto si el tiempo me alcanzará.

- Oh sí. Si mal no recuerdo, la próxima semana serán los simulacros de exámenes nacionales, ¿correcto? – preguntó Isanari, a lo que él asintió. – ¿Te sientes listo para ellos?

- Supongo que sí. – respondió él. – Aunque no será nada fácil; después de todo abarcarán todo lo que he estudiado en los últimos dos años. Será el examen más difícil que haya hecho en toda mi vida.

- Vaya, ¿qué es esto? ¿El cerebrito de mi hijo dudando antes de un examen? Empezaba a creer que no vería el día. – dijo burlonamente Isanari sin reparo alguno, haciendo que Fuutarou lo viera con ojos en rendijas. – Oye, no te enojes, solo es broma. No veo por qué deberías estar preocupado, siempre has sido un buen estudiante.

- Sí, pero… esta prueba podría definir mi futuro. Sabes que aspiro poder ir a la Universidad de Tokio cuando me gradúe, y dependiendo del resultado, podría afectar mis posibilidades.

- Bueno, estás apuntando muy alto. – dijo Isanari. – No digo que sea imposible para ti, pero no creo que esté mal que tengas un plan de respaldo, solo en caso de que no lo consiguieras.

Fuutarou se puso a pensar en ello. Tenía la mira puesta en la Universidad de Tokio en parte por su dificultad y prestigio, pero desde luego no era la única donde podría estudiar. La Universidad de Nagoya, por ejemplo, tendría la ventaja de que le permitiría estar más cerca de su familia y con eso visitarlos con más frecuencia, y si bien no era tan prestigiosa como la de Tokio, también tenía su mérito.

- Ya he pensado en ello. – dijo Fuutarou. – Pero en este momento, siento que quiero ponerme a prueba. Quiero llegar lo más alto posible.

- Bueno, si quieres mi consejo, lo que sea que decidas hacer, ten claras tus prioridades. – Isanari inmediatamente lo atrapó en un candado por el cuello y empezó a desordenarle el pelo. – Pero más te vale que no falles, ¡o voy a desheredarte!

- ¡Uy! ¡Suéltame… viejo… me estrangulas!

De nuevo, Fuutarou tuvo que aplicar su propia fuerza para soltarse del agarre de su padre. Esta vez pudo alejarle un poco más el brazo para poder respirar, a lo cual Isanari, a partes iguales burlándose y enorgulleciéndose, le dijo que estaba mejorando, pero que todavía estaba muy lejos de igualarlo en fuerza, y que si quería tener una oportunidad tendría que ser capaz de alzar pesas de ochenta kilos como mínimo.

Incluso sin Yotsuba, tener a su padre en el gimnasio aseguró que la visita no fuese nada aburrida.


El día de los exámenes nacionales…

A pesar de creer que estaría muy nervioso la noche anterior, Fuutarou fue capaz de dormir como un tronco, y al despertarse esa mañana se sentía extrañamente relajado y tranquilo. De alguna manera, había podido despejar su mente de las cosas que lo tenían agobiado.

Tras despedirse de su familia para ir a la escuela, caminó sin mucha prisa todo el trayecto. A medida que se acercaba, aumentaba de tono el rumor de los demás estudiantes que iban a su alrededor, la mayoría de ellos muy nerviosos ante lo que estaban a punto de enfrentar. Era comprensible, los exámenes a nivel nacional eran un asunto muy serio, y la mayoría de estudiantes de tercer año estarían estresados por ello.

- ¡Uesugi-saaaaaaaan!

Anunciándose con ese grito, esta vez Fuutarou sí se anticipó a la tacleada de Yotsuba, y al sentirla justo detrás de él se apartó antes de que chocara con él, agarrándola de su lazo.

- Buen intento, pero no caeré dos veces en ese truco tuyo. – le dijo, mientras ella simplemente se reía enseñando todos los dientes. En ese momento llegaron Ichika y las demás.

- Oh, vamos, Yotsuba. ¿Por qué siempre tienes que adelantarte? – dijo la hermana mayor. – Buenos días, Fuutarou-kun. ¿Listo para tu gran día?

- Tanto como podría estarlo, supongo. – dijo él, mientras Ichika se le acercaba para mirarlo. – ¿Qué pasa, tengo algo raro?

- No, solo quería estar segura. – dijo ella. – No tienes ojeras ni nada, ¿dormiste bien anoche?

- Sí, a decir verdad. – asintió él. – No sé por qué, pero estos días me he sentido más tranquilo. Decidí concentrarme en mi objetivo a corto plazo.

- Bueno, eso me alegra. – sonrió Ichika antes de guiñarle el ojo. – Dime algo, ¿qué tal si para celebrar te invito algo? ¿Te gustaría un premio si llegas a quedar en primer lugar en el ranking nacional?

Fuutarou se quedó viéndola fijamente. Aunque la oferta sonaba muy tentadora, en ese momento no quería hablar de citas, recompensas ni nada de eso. Había tomado muy en serio las palabras tanto de Nino, de ser sincero respecto a sus sentimientos, como de su padre, de decidir cuáles serían sus prioridades.

En este momento, su meta a corto plazo y prioridad más inmediata era hacerlo bien en el examen y obtener el ranking más alto que pudiese a nivel nacional. Una vez que cumpliera ese objetivo, tendría mucho tiempo para pensar en sus sentimientos, y en todo lo demás que lo agobiaba.

- Hablaremos de eso a la salida. – dijo Fuutarou. – Mejor darnos prisa, la campana de entrada sonará en cualquier momento.

- Ja, siempre pensando en los estudios primero. – dijo Nino, encogiéndose de hombros. – No sé por qué tanto escándalo por esos exámenes.

- No los infravalores, Nino. – intervino Itsuki. – Estos exámenes son muy importantes para Uesugi-kun, ¿no es así?

- ¡Claro que lo son! – respondió Yotsuba por él. – ¡Uesugi-san, nosotras también vamos a esforzarnos! ¡Así que más te vale que no aflojes tu concentración!

- Ni se me pasaría por la cabeza. – replicó él. – Y lo mismo para ustedes cinco, recuerden que me están pagando por enseñarlas. De sus calificaciones dependen mis honorarios.

- Jaja, ya oyeron a Fuutarou-kun, chicas. – dijo Ichika. – Esforcémonos todas en obtener las mejores calificaciones posibles para que papá le pague sus bonos.

- También algo más. – Miku se metió la mano en el bolsillo de su cárdigan para sacar algo. – Esto es para ti.

El chico miró extrañado lo que le mostró la hermana intermedia, una grulla de papel azul. Antes de poder preguntar, todas las demás hicieron lo propio, cada una sacó una similar, pero de distintos colores: amarillo para Ichika, púrpura para Nino, verde para Yotsuba, y rojo para Itsuki.

- ¡Que te traigan buena suerte! – dijo Yotsuba. – Aunque sabemos que no la vas a necesitar, eres un genio después de todo.

- Ustedes… – Fuutarou intentó resistirse a sonreír, pero finalmente no pudo y las aceptó. – Gracias, muchas gracias. Pero tendré que guardarlas. No creo que nadie piense que intento copiar de manera muy obvia.

Ichika se rio de ese comentario, y como erigiéndose en jefe del grupo, lo agarró del brazo y empezó a arrastrarlo hacia los terrenos de la escuela, seguidos por las demás. El día de los exámenes estaba a punto de iniciar.

Ya en el salón, todos estaban sentados mientras el profesor entregaba las hojas y daba las típicas instrucciones finales. Fuutarou no prestó atención a esto, ya que sabía exactamente lo que tenía que hacer. Por cuestiones de seguridad y reducir la probabilidad de trampas, los alumnos habían sido agrupados al azar entre diferentes clases.

El chico Uesugi admitió que se sentía un poco solo sin ver caras conocidas. Las Nakano, Maeda y Takeda, todos habían sido enviados a diferentes salones. En este punto hasta habría tolerado la presencia de su primo aunque fuese solo para animar un poco el ambiente, aunque fuera insoportable. Probablemente así se sentía ser separado de sus amigos por la fuerza.

Una sensación similar lo había invadido casi un año antes. Cuando estaba haciéndole de tutor a Yotsuba, era plenamente consciente desde el inicio que era un arreglo temporal, y que ella se iría cuando el período escolar hubiera finalizado de regreso a su antigua escuela. Al principio no había pensado mucho en ello, pero a medida que pasaban los meses, se encariñó con ella sin darse cuenta, y aunque no lo fuera a admitir abiertamente, le entristecía la idea de que ella se fuera de su escuela una vez que todo hubiera terminado.

- "Pero no fue así." – pensó. – "Al final, Yotsuba no se fue."

Y eso le alegraba. La habría echado mucho en falta si se hubiera ido, y si bien ya no podían pasar tanto tiempo juntos como antes, el seguir estudiando en la misma escuela le hizo sentirse bastante aliviado. De alguna manera, ella había calado más profundo de lo que pensaba en él.

Por lo mismo, ahora estaba teniendo muchas dudas en su cabeza, y en su corazón. Había empezado a salir con Ichika, y si bien se sentía a gusto con ella, pues no tenía dudas de que ella gustaba de él… había una espinita que no lo había dejado en paz todo ese tiempo. Una parte de él primero lo achacó al hecho de que, siendo hermanas quintillizas, genéticamente idénticas, era lógico que hubiese similitudes entre ambas. Pero entre más pasaba el tiempo, más se percataba de que sus diferencias, quizás no tan visibles a primera vista, eran enormes.

Ambas eran encantadoras a su manera, extrovertidas y sociables, populares en toda la escuela. Pero mientras una tenía talento y aspiraciones como actriz, la otra era atlética y buena en los deportes. Ninguna podría calificar como una estudiante modelo, pero Ichika sin duda era la mejor académicamente entre las dos, aunque Yotsuba claramente se esforzaba más en estudiar, incluso cuando él no estaba viendo. Eso no desmeritaba el esfuerzo de ninguna, obviamente, pero también estaba allí.

- "Me pregunto… ¿hice lo correcto al aceptar salir con Ichika? ¿Debería realmente estar saliendo con ella?"

Estos últimos meses esa pregunta no le había dejado de rondar en la cabeza. Por un lado, tal vez sintió que estaba tomando las palabras que le dijo Rena, "Si esa chica de verdad te quiere, no la dejes ir", de manera muy literal. Tal vez solo fue directo a los brazos de Ichika en busca de consuelo por su corazón roto.

Y luego de aquel beso bajo la campana, sintió que algo no andaba bien. Era sutil, pero ese beso se había sentido diferente a los que ella normalmente le daba. Como si detrás de él hubiese otra intención… u otra persona totalmente diferente.

- "Ichika… tú y yo tenemos que hablar muy seriamente de eso. Pero por ahora, tengo otras prioridades inmediatas."

Así era. Le pasaron su hoja de preguntas, y era hora de iniciar con el examen. Apenas un vistazo rápido a las primeras cinco le hizo ver que sabía bien y de memoria las respuestas, lo que le hizo sonreír.

Hora de desconectar momentáneamente al corazón y los sentimientos. En ese momento solo importaban el cerebro y el conocimiento.


El día de los resultados…

- Los resultados fluctúan un poco, pero en general, han mejorado notablemente desde el año pasado, señor Nakano.

Mientras iba en el auto con Ebata al volante, Maruo observaba las boletas online de calificación de sus hijas. Lo estaban haciendo mucho mejor de lo que esperaba, y sin duda podría decir que estaba muy complacido con el empeño que ponían. Especialmente Yotsuba, que era la que estaba más abajo el año pasado, había mejorado notablemente y ya no estaba tan mal como antes.

Sin embargo, había otra cosa que había llamado su atención, y fue después de ver el ranking a nivel nacional, ver el nombre de Fuutarou Uesugi en el segundo lugar superó por mucho sus expectativas con el muchacho. Especialmente considerando que tenía que estar balanceando sus propios estudios con el trabajo de hacerles de tutor a sus hijas.

- Creo que merece que le dé un aumento. – murmuró en voz baja, intentando reprimir una sonrisa.

En ese momento su teléfono comenzó a sonar. Se trataba de Ichika, y aunque ya tenía una ligera idea de lo que quería decirle, supuso que no haría daño escucharla. Con eso en mente, pulsó el botón para contestar.

- ¿Diga?

- ¡Buenos días, papá! – le saludó alegremente. – Imagino que ya habrás visto los resultados, ¿verdad?

- Sí, en este momento lo estoy haciendo. – respondió él secamente. – Estoy impresionado de lo mucho que han mejorado su promedio, todas ustedes.

- Bueno, eso debes agradecérselo a nuestro profesor. ¿No es verdad, Fuutarou-sensei?

Maruo escuchó una voz ahogada del otro lado, que parecía estar siendo obligada a contestar por Ichika, mientras ella insistía en que viniera a hablar con él.

- Señor Nakano… un gusto hablar con usted.

- Lo mismo digo. – dijo secamente Maruo. – Has hecho un buen trabajo ayudando a mis hijas a subir sus notas. La pregunta es… ¿podrás mantenerlo así hasta la graduación?

- No sólo lo mantendré. – aseguró el chico. – Planeo hacer que sigan subiéndolo.

- Estás colocando la vara muy alta, Uesugi-kun. ¿Seguro que puedes manejarlo?

- Si tiene dudas, puede observar mi ranking en los exámenes nacionales. Aunque admito que cometí algunos errores en la última prueba.

Efectivamente, los resultados indicaban que Fuutarou había aprobado las primeras cuatro materias de manera completamente impecable. Sólo en la última cometió algunos errores menores, lo que fue lo único que le impidió obtener la puntuación perfecta. Pero aun así era impresionante.

- Sí, reconozco que no esperaba que lograras llegar tan alto. – dijo Maruo. – Especialmente teniendo que equilibrarlo junto con las clases a mis hijas. Has hecho un buen trabajo, y creo que mereces una recompensa. Incrementaré tu próxima paga en un 25%.

- ¿De verdad? Se lo agradezco, señor, no sabe cuánto…

- Sin embargo… – le interrumpió Maruo antes de proseguir – que te quede muy claro, no toleraré ningún comportamiento inapropiado hacia ninguna de mis hijas. ¿Lo entiendes?

- S-sí, señor…

- Oh, papá. – volvió a escuchar la voz de Ichika. – No lo espantes, el pobrecito ha estado muy presionado con los exámenes estos últimos días.

- Sabes que solo me preocupo por ustedes, Ichika-kun. Como cualquier padre que se precie.

- Sí, ya lo sé, papá. – dijo Ichika. Aun sin estar en videollamada, podía imaginársela haciendo una cara de puchero. – Como sea, ¿te importa si nos tomamos el resto del día? Vamos a hacerle una pequeña fiesta de celebración a Fuutarou-kun por todo su esfuerzo. Puedes venir tú también, si quieres.

- Aunque aprecio la invitación, tengo trabajo por hacer. – le dijo terminantemente. – Pueden hacer lo que deseen, mientras no se metan en problemas.

- Qué lástima. Bueno, igual te amamos, papá. ¡Adiós!

Y con eso la llamada llegó a su fin. Maruo suspiró; el muchacho estaba influenciando enormemente a sus hijas. ¿Para bien o para mal? Todavía no estaba del todo seguro, pero al menos hasta ese momento, no le había dado razones para desconfiar de él.

Aunque tenía pendiente una reunión con su primo, pero eso era otro asunto.

Unos minutos más tarde, comenzó a sonar de nuevo su teléfono. Esta vez, el número era del Director Takeda. Otra llamada que se estaba esperando por razones muy obvias.

- ¿Diga?

- Buen día, Dr. Nakano. Espero no ser inoportuno.

- No, para nada. Estaba esperando su llamada. Entonces, ¿desea continuar con nuestra conversación donde la dejamos?

Naturalmente, el Director Takeda le había hablado sobre su joven hijo, Yuusuke, que de hecho supo después que estaba en la misma clase que el joven Uesugi. Algo sobre la posibilidad de mover los hilos para conseguirle un trabajo como doctor en su hospital. Maruo no le había hecho ninguna promesa, obviamente, pero estaba dispuesto a escuchar lo que tenía que decir.

- Acerca de eso… he hablado con mi hijo al respecto. Tal vez haya un cambio de planes.

Esta historia continuará…


Notas del autor:

Buenos días, gente. Bien, llegó el capítulo de este mes. Ahora que empecé las clases en la universidad mi tiempo de escribir se ve severamente limitado, así que espero que puedan entender por qué he bajado el ritmo. Este capítulo es lo que se podría decir la antesala del próximo arco. Fuutarou tiene dudas sobre sus sentimientos y luego de sacarse las presiones de los exámenes, es hora de que finalmente aclare las cosas consigo mismo y con Ichika. Supongo que no necesito decir lo que eso significa, ¿verdad? Pronto estaremos entrando en el siguiente acto de esta historia, para comenzar el camino hacia el desenlace final.

De todas maneras, habrá un último intermedio antes de iniciar el viaje a Kioto, ya que el próximo será un mini-capítulo extra centrado en Raiha. Sé que los anteriores fueron centrados en las otras quintillizas, pero dado que la historia canónica les dio muy poco a los personajes secundarios, pensé que sería justo darle algo a los demás, incluyendo a la familia Uesugi. No será la gran cosa; sólo algo relacionado con sus días de escuela y pasar tiempo con sus amigos, aparte de práctica de escritura con personajes niños, algo que no hago a menudo.

En fin, con eso llego al final de este capítulo. Gracias por los reviews a AGGSS8, AndyKurosaki98 y AaronVS3. Antes de irme, otro pequeño omake, para quienes se hayan quedado con las ganas de ver qué pasó con Takeda. ¡Hasta la próxima, sayonara!


OMAKE #4 – En la oficina del director:

La mayoría de los estudiantes se ponían muy nerviosos al ser llamados a la oficina del director. Algunos pensarían que Yuusuke Takeda, siendo su hijo, estaría exento de esa clase de preocupaciones, pero el chico sabía perfectamente que cuando su padre lo hacía llamar en la escuela, era porque tenía algo importante que decirle.

Al llegar ante la puerta, respiró profundamente antes de alzar la mano y tocar tres veces.

- Adelante. – respondió la familiar voz seria desde el otro lado.

- Con permiso. – dijo mientras ingresaba y cerraba tras de sí la puerta. Se acercó sin prisa al escritorio, y su padre se giró para encararlo. – ¿Qué puedo hacer por usted, señor director?

- Hijo, no estamos en horas de clase. No hay necesidad de formalismos en este momento. Te hice llamar porque necesitamos hablar de algo muy importante.

Yuusuke contuvo el impulso de exhalar un suspiro. Tenía un presentimiento de que sabía ya lo que su padre quería hablar con él, pero trató de no demostrarlo por fuera, y cruzó los brazos mientras intentaba mantener una expresión neutral en el rostro.

- Soy todo oídos… padre.

- Como sabes, los exámenes nacionales ya están a la vuelta de la esquina. – dijo el señor Takeda. – Tu desempeño en ellos podría ser crucial para tu futuro.

- Sí, estoy plenamente consciente de ellos. – respondió el chico. – Pero no veo por qué deberías estar tan preocupado. ¿No has visto mis calificaciones últimamente?

En respuesta, el director sacó de su gaveta un par de papeles. Uno de ellos era el último examen que habían hecho con su calificación (95%), y el otro era…

- Esa no es… ¿la hoja de respuestas?

- Tuviste tres respuestas incorrectas. – dijo el señor Takeda muy enfático. – Si sigues descuidándote de ese modo no lograrás el primer lugar en los exámenes nacionales, ¿o acaso lo olvidas?

- Padre… ¿a dónde quieres llegar con esto? – inquirió el chico.

- Yuusuke, ¿no habías dicho que querías ser un doctor como tu madre? Tengo un conocido en el hospital central que podría conseguirte un buen trabajo en unos años.

Otra vez surgía ese tema. Ciertamente, de pequeño había considerado seguir los pasos de su madre, una exitosa cirujana que se enorgullecía mucho de poder salvar vidas en su trabajo. Pero como suele suceder, al crecer y madurar entendió un poco mejor las implicaciones de ese oficio, y no estaba del todo seguro de si realmente querría perseguir ese campo.

De hecho, desde la secundaria sus sueños estaban orientándose hacia otra dirección: concretamente, aunque algunos dirían que sonaría cursi, él quería "alcanzar las estrellas", o al menos llegar tan cerca de eso como fuera posible.

- Eso fue hace tiempo. Ahora mi meta es otra. Ya lo hablamos antes, ¿recuerdas?

- Te digo esto como un padre que se preocupa por su hijo. – replicó el director. – Es bueno tener grandes aspiraciones, pero hay que ser realistas y tener los pies bien puestos sobre la tierra. Siguiendo los pasos de tu madre, tendrás tu futuro asegurado.

- ¿Asegurado? Eso nunca es una garantía, padre. Antes de cualquier carrera, primero debo asegurarme un lugar en la mejor universidad de Japón.

- Acerca de eso…

Al decir esas palabras, el director sacó de la gaveta algo más. Esta vez se trataba de un sobre sellado, y al ponerlo sobre el escritorio, los ojos del joven Takeda se ensancharon ligeramente. Miró a su padre, luego al sobre, y luego a su padre otra vez.

- Hice una copia de las respuestas del examen de simulacro. Si las memorizas, tendrás una gran ventaja.

- ¿Estás diciéndome… que haga trampa?

- Te estoy diciendo que deberías usar tus recursos a mano para salir adelante. – dijo el director. – Nadie lo sabe excepto nosotros, y no será trampa mientras nadie más lo sepa.

Yuusuke cogió el sobre momentáneamente. Siempre había visto a su padre como un modelo a seguir, nunca se lo imaginó que fuera capaz de hacer esto. No solo por el evidente favoritismo, sino también por las implicaciones de ir en contra de lo que significaba ser el director de una escuela. Y aunque fuese para "ayudarlo", al joven Takeda le quedó algo muy, muy claro en el mensaje que su padre intentaba darle.

- Ya veo… ¿tienes tan poca fe en mí, padre? ¿Crees que me estás ayudando dándome las respuestas del examen? Lo siento, pero no puedo hacer eso.

- Yuusuke…

- Desde que entré a esta escuela, he tenido sobre mí la sombra de ser el hijo del director. – hablaba muy seriamente. – Me he esforzado como no tienes idea para sobresalir, y aunque casi siempre he quedado detrás de Uesugi-kun, al menos estoy orgulloso de lo que he logrado, con mi propio esfuerzo.

Dejó el sobre encima del escritorio y se dio la vuelta para retirarse de la oficina. Dio unos pasos hacia la puerta, pero se detuvo para decir unas últimas palabras.

- El triunfo no vale si no se obtiene limpiamente. Te demostraré que no necesito hacer trampa para lograr mis metas.

Y sin decir más, abrió la puerta y salió de la oficina. Una vez que lo hizo, exhaló un suspiro. Si para cualquier estudiante era difícil enfrentarse al director, para él lo era más cuando dicho director era su propio padre. No fue nada agradable tener que decirle sus verdades en la cara, pero sabía que había hecho lo correcto.

- Eso es una sorpresa. – dijo de pronto una voz femenina.

La sorpresa le hizo mirar hacia un lado para encontrarse con la hermana Nakano intermedia. Se encontraba apoyada de espaldas a un lado de la puerta, y tardó un momento en procesar la situación. ¿Habría escuchado su conversación? ¿Cuánto de ella?

- Para mí también. – dijo él, una vez que recuperó la compostura. – No creí que mi padre hiciera algo como eso para los exámenes nacionales. Aunque dijera que lo hacía para "ayudarme".

- Hay padres que llegan a extremos por sus hijos. – dijo Miku. El chico arqueó una ceja; a pesar de su tono inexpresivo, pudo reconocer que lo decía como si supiera mucho sobre eso.

- ¿Alguien más lo escuchó? – le preguntó, a lo que ella negó con la cabeza, para su gran alivio. – Por cierto… ¿qué hacías aquí?

- Iba a entregar esto. – dijo mientras le mostraba el sobre que tenía en la mano, del tipo de solicitudes firmadas hechas por estudiantes. Tenía marcas de pisadas de zapatos por alguna razón. – Si me disculpas.

Miku ingresó a la oficina. Pasaron unos cuantos minutos antes que volviera a salir, y le dirigió una mirada. Él estuvo a punto de preguntar qué fue eso, aunque aparentemente ella le leyó la pregunta antes que dijera nada.

- La banda de la escuela perdió ese sobre en el patio. Lo encontré por casualidad, así que me ofrecí a entregarlo por ellos.

- Ya veo. Eso es… muy considerado de ti. – le dijo él.

Ella desvió la mirada por un momento. – Te vi entrar primero a la oficina, así que… tuve curiosidad. Perdón por escuchar.

El chico se quedó observándola por un momento, antes de verificar que no había más nadie en el corredor. En realidad, solo fue pura casualidad que ella anduviera por allí en aquel momento, y no podía culparla por tener curiosidad si lo vio.

Aunque le daba la impresión que últimamente se topaban bastante a menudo por la escuela.

- Oye, tal vez esté mal que te diga esto, pero… – solo como precaución, bajó la voz ligeramente – ¿puedo pedirte que no se lo digas a nadie? Se armaría un escándalo, y mi padre podría hasta perder su empleo.

- No te preocupes. – aseguró ella. – Nadie más lo sabrá.

Como si fuese una señal, en ese instante sonó la campana, así que los dos de inmediato supieron que tenían que regresar al salón. Los dos caminaron lado a lado y ninguno de los dos dijo una palabra más.

El joven Takeda de pronto se sintió muy agradecido. Probablemente Miku le estaba retornando el favor por no haberla delatado durante el campamento el año pasado. A pesar de ser tan retraída era agradable… y una digna rival en los juegos online, encima de todo.