Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas

Por Fox McCloude

Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.


Capítulo 30: Viaje a Kioto, Parte 3.


Kioto, en el hotel…

Después de todo lo que sucedió en el primer día, Fuutarou se sentía tan agobiado que no le costó mucho quedarse dormido por la noche. Al despertar a la mañana siguiente, tenía la ínfima esperanza de que finalmente él y Yotsuba pudiesen hablar y aclararlo todo.

Pero al ir a la cafetería para desayunar, vio que en la mesa de las quintillizas sólo estaban las otras cuatro. Ichika le invitó a sentarse con ellas, y en vista de que Maeda y Takeda ya habían ido a desayunar sin él, terminó aceptando a pesar de lo tenso de la atmósfera.

Después de permanecer en silencio por lo que pareció una eternidad, Itsuki se puso de pie cogiendo una de las dos bandejas de comida que tenía de su lado. Parecía una sorpresa que no se lo hubiera comido todo ella.

– Si me disculpan, le voy a llevar a Yotsuba lo suyo. – se excusó la hermana menor.

– No se te ocurra comértelo por el camino. – le advirtió Nino burlonamente, aunque sonaba menos sarcástica de lo acostumbrado.

La evidencia de lo amargo del ambiente fue que Itsuki no hizo ningún gesto ni réplica al comentario de Nino, sino que simplemente se llevó la comida y se retiró, dejando a Fuutarou con las otras tres hermanas en la mesa. El chico se tuvo que forzar a comer, ya que no tenía mucho apetito con todo lo que le daba vueltas en la cabeza. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente se atrevió a romper el hielo.

– Entonces… ¿qué pasó ayer?

Las tres Nakano restantes permanecieron estáticas, apenas intercambiando miradas como si se estuvieran preguntando quién de ellas le iba a responder. Luego de unos segundos, como si se resignara a ese papel, Nino fue la que tomó la palabra.

– Tuvimos que llamar a un profesor para que le diera una advertencia a Yotsuba. – explicó. – Sólo allí nos dejó entrar al dormitorio. Pero no pudimos sonsacarle nada, así que no hagas preguntas sobre eso.

– No planeaba hacerlo. – dijo Fuutarou. No quería enterarse de las cosas por boca de las demás. Todavía quería que fuese la propia Yotsuba quien le contara todo.

Nino, por su parte, todavía tenía más para decir. – En verdad, no puedo creer que haya hecho eso. ¿Cómo es que no me di cuenta todo este tiempo? Mejor aún, ¿por qué tú no me dijiste nada si ya lo sabías?

La segunda pregunta iba dirigida a Ichika. La reacción, o mejor dicho falta de ella, de la hermana mayor daba a entender que no se sorprendió en lo más mínimo, y que probablemente ya se la esperaba.

– No me correspondía decirlo. – dijo Ichika firmemente. – Todas tenemos nuestros secretos oscuros después de todo.

– Habla por ti. – espetó Nino. – Yo nunca les oculto nada, no es justo que ustedes lo hagan.

– ¿Entonces para qué tienes un diario? – preguntó Miku, haciendo que Nino entrecerrara los ojos mientras una vena palpitaba en su sien. Pero finalmente no dijo nada más.

Fuutarou por su parte, se quedó mirando su plato a medio comer, apoyando los codos sobre la mesa y descansando la barbilla sobre sus manos entrelazadas, mientras intentaba buscar alguna respuesta a las interrogantes que le daban vueltas en la cabeza.

Por lo general, las razones para ocultar secretos eran muy variadas. Por orgullo, por mantener promesas de honor, por vergüenza, eran las principales. La primera opción era la más improbable, ya que Yotsuba no parecía ser alguien orgullosa por naturaleza. En cuanto a la segunda, él habría considerado la posibilidad de que Yotsuba hubiera intentado ocultar algo relacionado al encuentro de seis años antes con Rena, pero cuando se lo preguntó, ella le dijo que no, y él estaba seguro de que no le mentía. Y con respecto a la tercera… ¿qué cosa podría haber hecho Yotsuba que le hiciera sentir tan avergonzada que no podía decírselo?

– Dime algo, ¿estás enojado con ella? – preguntó Nino.

Por alguna razón, el tono de la segunda hermana no sonaba tan molesto o antagónico como de costumbre. No era un intento de sermonearlo, sino una simple pregunta. Aunque a pesar de ser tan fácil de responder, el chico se tomó un momento para meditar y elegir bien sus palabras.

– Mentiría si dijera que no lo estoy, sólo un poco. – admitió él. – Y odio sentirme así. Es que ni siquiera sé por qué estoy enojado, o si realmente debería estarlo.

– Creo que yo sí lo sé. – dijo la segunda hermana. – Estás enojado no por lo que ella hizo, sino por cómo y por qué lo hizo. Se hizo pasar por alguien más, porque no tuvo el valor de confrontarte. Odio hablar mal de mi propia hermana, pero eso fue un movimiento muy cobarde.

Fuutarou no dijo más nada, pero le dio a Nino parte de la razón. Sí estaba molesto de que Yotsuba no hubiese tenido el valor de enfrentarlo como ella misma, pero la pregunta que seguía dándole vueltas en la cabeza era ¿por qué? Y una parte de él sentía que al menos debía defenderla un poco.

Pero no tuvo necesidad de hacerlo, ya que Ichika, de todas las presentes, fue quien decidió interceder por ella:

– Vamos, Nino, no seas tan dura. – dijo Ichika. – Debe haber alguna razón por la que lo hizo.

– ¿Por qué la defiendes? Eso ya es a nivel personal, especialmente para ti. – dijo Nino, mirando a su hermana mayor. – No sólo se hizo pasar por ti, sino que le robó a tu novio su primer beso, ¡yo estaría furiosa si alguien me hiciera eso!

La indignación de Nino fue tal que algunos de cerca la oyeron quejarse y le lanzaron miradas. Una vez que pidió disculpas por su arrebato, bajó la voz y retomó la conversación.

– Como decía, aun no entiendo por qué lo hizo. – prosiguió. – Si realmente ha estado enamorada de ti todo este tiempo, tuvo múltiples oportunidades para decírtelo. ¿Por qué se lo ocultó?

– ¿Crees que es tan fácil de decir? – preguntó Miku en tono seco.

La segunda hermana le echó una mirada, pero simplemente se encogió de hombros. – Claro que lo es. Simplemente tienes que pararte frente a esa persona y decirle "te amo" sin rodeos. No es tan difícil, es la gente la que se complica al decirlo.

– Quién tuviera tu confianza, me das envidia. – comentó Fuutarou. Sin embargo, decidió que era mejor no desviar la conversación de lo importante, así que rápidamente retomó el tema central. – No sé qué le pasa a Yotsuba, pero no dejo de pensar que tiene algo que ver conmigo por alguna razón. Tengo la sensación de que hay cosas que me está ocultando, y necesito saber por qué.

– Si ese es el caso, la única forma de arreglar esto es que se sienten y hablen las cosas. – dijo Ichika. – Aunque creo que este no es el mejor momento para eso. Yotsuba no está muy… dispuesta a abrirse ahora mismo.

Desgraciadamente, así era. El resto del desayuno continuó en silencio, pero Fuutarou no fue capaz de disfrutarlo en lo más mínimo. No era un buen comienzo para el segundo día del viaje, y tenía el presentimiento de que las cosas no iban a mejorar pronto.


Habitación de las Nakano, poco después…

No sabía qué hora era con exactitud, pero a juzgar por los gruñidos de su estómago, probablemente ya fuese hora del desayuno. No quiso salir de su cama aquel día, no cuando eso implicaba tener que verlo… a él.

Incluso estando sola en su cuarto y sin nadie que la viera, Yotsuba se tapó la cara de la vergüenza con las sábanas. No fue capaz ni siquiera de verse al espejo, así de avergonzada consigo misma se sentía.

– Soy una tonta… siempre lo he sido.

En retrospectiva, nada de lo que intentaba terminaba saliendo como ella esperaba. Ya fuera por circunstancias externas, o por culpa de sus malas decisiones, todo lo que hacía terminaba explotándole en la cara de una forma u otra. Y si no era a ella, terminaba haciéndole mal a otra persona.

Cuando finalmente se animaron a hablar, Ichika le explicó que ella y Fuutarou habían decidido cortar. Al parecer, el chico había tenido dudas sobre su relación desde hacía tiempo, concretamente desde el beso bajo la campana. Lo que significaba que había sido ella la que arruinó su relación, y por más que Ichika le dijo que habían terminado en buenos términos, eso no era ningún consuelo.

Debería haber visto las banderas desde lo del ascensor. Las cosas estaban peor de lo que pensaba, y había sido por su culpa.

– Ichika… esto no era lo que yo quería. Nunca quise arruinar las cosas entre ustedes.

Si Ichika estaba molesta con ella (y tendría todas las razones para estarlo), no lo demostró en absoluto. De alguna manera eso la hizo sentirse peor. Se merecía que le gritaran, que la abofetearan, que le dijeran todas sus verdades en la cara por meterse donde no debía, y todo porque no había sido capaz de dejar de lado sus sentimientos por ese chico.

– ¿Por qué me sorprendo? Nunca he sido capaz de cumplir mis propias promesas.

Así era. Prometió ayudar a su madre, y no pudo porque ella murió. Prometió ser la mejor estudiante, y sus hermanas rápidamente la alcanzaron y la superaron. Prometió que nunca necesitaría la ayuda de nadie, y al final siempre tuvieron que salvarla de las consecuencias de sus malas decisiones. Y lo peor de todo, prometió que se haría a un lado para darle una oportunidad a su hermana, y que olvidaría sus sentimientos por Fuutarou.

– ¿Yotsuba? – sonó una voz mientras tocaban a la puerta. – Te traje el desayuno, ¿puedes abrir?

Al interrumpirse su monólogo interno, Yotsuba miró la puerta. Alcanzó a reconocer que era la voz de Itsuki, y aunque dudó un momento, se quitó de encima las sabanas y se dirigió a abrirle. Primero espió con cautela por si había alguien más, especialmente si se trataba de Fuutarou, pero al comprobar que no había nadie, le abrió totalmente para dejarla pasar.

– Puedes dejarlo en la mesa. – le dijo sin muchas ganas, antes de volver a tirarse en la cama.

Itsuki dejó la bandeja, y Yotsuba vio que se sentaba en el borde de la cama. Ninguna de las dos pronunció una palabra por un largo rato, y finalmente fue la menor la que decidió romper el incómodo silencio.

– ¿Planeas quedarte todo el día aquí? – le dijo. – Vas a morirte de aburrimiento con todas las cosas que hay por hacer en este viaje.

– No me importa. – dijo Yotsuba. – Así no causaré más problemas.

Siempre había sido sólo eso, una fuente de problemas. No importaba lo que hiciera, al final parecía que nada le saldría bien. Si salía ahora, seguramente terminaría metiendo la pata otra vez, y arruinándoles el viaje a sus hermanas, a Fuutarou o a alguien más de alguna manera.

– Yotsuba… estás siendo muy dura contigo misma. – dijo Itsuki. – Mira, no entiendo muy bien todo lo que sucedió, pero creo que al menos deberías aclarar las cosas con Uesugi-kun.

– No puedo hacer eso. – replicó Yotsuba. – No puedo mirarlo a la cara, no después de lo que hice.

– ¿No puedes, o no quieres?

Yotsuba miró a su hermana menor. En aquel momento, la estaba viendo con una expresión bastante severa en el rostro, y tenía los brazos cruzados. Por un momento fugaz, le pareció que estaba viendo a su difunta madre, en aquellos días cuando estaba molesta con ellas por haber hecho alguna travesura y estaba a punto de darles un sermón sobre su comportamiento.

– Dime la verdad, Yotsuba. – insistió Itsuki. – ¿Por qué no quieres hablar con él?

Un escalofrío recorrió la espina de la cuarta hermana. Su voz era calmada pero firme; era como si realmente en ese instante Itsuki estuviera canalizando el espíritu de su madre, y eso le aterraba. Pero en vez de paralizarla, ese terror hizo que empezara a moverse, porque sabía que no la dejaría en paz hasta que no le diera una respuesta, fuera cual fuese.

– Porque me da vergüenza. Hice una estupidez, ya lo sé. Por mi culpa la relación entre Ichika y Uesugi-san se fue a pique.

– No estaría tan segura de eso. – dijo Itsuki. – Por lo que Ichika nos contó, las cosas entre ellos eran… complicadas.

– Lo que significa que sólo lo empeoré. Igual que siempre lo hago. ¿Por qué nunca puedo hacer nada bien?

Un silencio mortal cayó entre las dos hermanas. Yotsuba se sentía tan mal que, a pesar de que su estómago demandaba alimento, no tenía la fuerza para levantarse de la cama y coger la comida. Vio que Itsuki suspiraba y se le acercaba más, su expresión continuaba indescifrable.

– Yotsuba… tú y Uesugi-kun ya se conocían desde antes, ¿no? Quiero decir… desde antes que fueras transferida a Asahiyama.

La cuarta hermana se puso sobre aviso. Volvió a mirar a Itsuki, cuyo semblante seguía manteniendo ese parecido tan escalofriante con su madre fallecida, pero ahora parecía estar más relajada.

Antes de poder decirle más nada, Itsuki volvió a hablar:

– Fue hace seis años, ¿verdad? Él era ese niño que conociste cuando vinimos a Kioto por primera vez.

¿Cómo se había enterado de eso? Se suponía que sólo ella e Ichika lo sabían, pero ambas habían acordado mantenerlo en secreto entre ellas, por mucho que eso violara su regla de oro de "compartir todo" entre las cinco. Se incorporó de golpe, como si un resorte la hubiera impulsado.

– ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso Ichika te lo dijo? Porque si así fue te juro que…

– Yotsuba, tranquilízate. – dijo Itsuki, agarrándola de los hombros y sacudiéndola brevemente para que se calmara. – Ichika no me dijo nada. Ella ni siquiera sabe que yo lo sé, así que no te atrevas a acusarla de traicionarte, si es lo que estabas pensando.

Yotsuba desvió la mirada, muy avergonzada de sí misma. Fue sólo por un instante, pero saltó de cabeza a asumir que Ichika la había traicionado. Qué poca confianza tenía en sus hermanas, eso era deplorable.

– A decir verdad… las escuché una noche cuando estaban hablando en el baño. – confesó Itsuki. – No era mi intención espiar, yo sólo estaba esperando a que salieran para poder entrar, pero…

– ¿Cuánto escuchaste? – preguntó Yotsuba. No necesitaba que Itsuki le explicara nada de por qué estaba allí oyendo su conversación.

– Hmm… desde lo de la foto. – respondió la pelirroja. – Me sorprendió mucho, a decir verdad. Pero entonces, eso significa que él te gusta, ¿verdad? Ha sido así desde el principio.

De nuevo, Yotsuba desvió la mirada, aunque esta vez no por vergüenza. Simplemente necesitaba ordenar sus pensamientos para poder responderle a su hermana con sinceridad. La respuesta era muy simple, y sin embargo, era tan difícil de exprimir desde fuera de su garganta.

Al ver que ella no hablaba, Itsuki tomó de nuevo la palabra: – En ese momento lo entendí, por qué parecía agradarles tanto a pesar de que fue tan grosero conmigo cuando lo conocí.

– Bueno, yo te dije que no era tan malo como parecía, ¿o no? – replicó Yotsuba. Se le hizo mucho más fácil decir eso por alguna razón, y sin darse cuenta había sonreído por primera vez desde que despertó.

– Sí, y tenías razón. – admitió Itsuki. – Él no es una mala persona después de todo. Pero entonces ¿por qué no le has dicho nada? O mejor aún, ¿por qué le dijiste a Ichika que fingiera ser la niña de la foto?

Yotsuba abrió la boca para responder, pero las palabras se ahogaron en su garganta. De nuevo, aunque sabía la respuesta, no era tan fácil admitirla de dientes para afuera. Hizo un esfuerzo pese a la amargura, y finalmente lo dijo:

– Él se merece a alguien mejor que yo. No soy más que una tonta que arruina todo.

– ¿Eso crees? – preguntó Itsuki. – ¿No has pensado en la posibilidad de que, tal vez, tú podrías haberle gustado un poco también?

Yotsuba miró fijamente a Itsuki. Considerar esa posibilidad… realmente nunca cruzó por su cabeza. Cuando empezó en Asahiyama y empezaron a soltarse los rumores de que estaban saliendo juntos, Fuutarou rápidamente los aplacó, dejando claro a todo mundo que nunca saldría con "una chica que era puro músculos y sin cerebro". Aunque le dolía un poco, terminó por aceptarlo, resignándose a ser sólo una buena amiga para alegrarle los días, y estaba contenta con eso.

O por lo menos, así fue durante un tiempo.

– Ustedes dos pasaban mucho tiempo juntos, y no sólo estudiando. – continuó la hermana menor. – Tal vez no me creas, pero cuando no estabas presente, él decía cosas muy buenas sobre ti.

– ¿Como qué? – preguntó Yotsuba, sin creerle.

– Por ejemplo, a pesar de que no eras la estudiante más brillante, valora que te esfuerces tanto. Y también, una vez lo escuché decir que se alegraba de que lo hubieras arrastrado a hacer ejercicio contigo.

La mención de los ejercicios trajo de nuevo una sonrisa al rostro de Yotsuba, que intentó sin mucho éxito suprimir. En realidad, eso sólo se le ocurrió como una excusa para pasar tiempo con el chico, y todavía se acordaba que al principio él no dejaba de quejarse. Pero con el tiempo le llegó a gustar, y si le estaba ayudando a sentirse más saludable, todavía mejor.

Verlo sonreír era todo lo que ella quería, y por eso creía que él merecía estar con alguien que pudiera hacerlo feliz. Y esa persona no podía ser ella misma, eso era lo que pensaba.

– No entiendo por qué te complicas tanto, Yotsuba. ¿Qué es lo peor que te podría pasar por decirle lo que sientes? ¿Rechazarte?

– ¿Crees que es muy fácil de decir? – intentó defenderse Yotsuba. – ¿Crees que sería muy fácil plantarme frente a él y decirle "Uesugi-san, realmente me gustas"?

– Bueno, no se te hizo difícil decirlo ahora. – replicó Itsuki. Yotsuba hinchó los cachetes ligeramente, pero por dentro tuvo que reconocer que su hermana tenía razón. – Entiendo que no le hayas dicho nada mientras él estaba saliendo con Ichika, pero antes de eso tuviste amplias oportunidades para hacerlo. Y bueno, ahora técnicamente vuelve a estar libre, ¿o no?

– ¿Te parece bien saltar sobre el ex de tu hermana justo cuando acaban de romper? – espetó Yotsuba.

– ¡No, no es a eso a lo que me refiero, claro que no! – La cara de Itsuki se puso casi tan roja como su pelo, tal vez por ofenderse ante semejante sugerencia. – Lo que quiero decir es que nunca lo sabrás a menos que lo intentes. ¿Le has preguntado lo que siente por ti?

– Nnnghhh… no, no lo he hecho. – admitió Yotsuba de mala gana.

– Entonces ¿cómo puedes estar segura si le gustas o no? – volvió a preguntar Itsuki.

Yotsuba volvió a desviar la mirada, incapaz de replicar a eso. La única respuesta que tenía, y no iba a decirla en voz alta, era que simplemente se había convencido a sí misma de que Fuutarou no podría enamorarse de ella. Y en el caso hipotético de que sí lo hiciera, ella no se merecía ese afecto. No después de todas sus malas decisiones a lo largo de todos estos años.

– ¿Te digo algo? Si yo tuviera a alguien que me gusta, se lo diría de frente. – continuó Itsuki al ver que no recibía respuesta. – Prefiero que esa persona sepa de mis sentimientos y me rechace, a vivir con la incertidumbre de si habría tenido o no una oportunidad si hubiera sido más valiente.

Ante esas palabras, Yotsuba se quedó algo extrañada. Por la forma como lo decía, cualquiera diría que ya tenía a alguien que le gustaba. No pudo evitar lanzarle una mirada inquisitiva, y a los pocos segundos, pareció que Itsuki le leyó el pensamiento.

– ¡S-sólo lo estoy diciendo de manera hipotética! – dijo frenéticamente la hermana menor. – ¡N-no es que tenga alguien ahora ni mucho menos!

Yotsuba no sabía si tragarse ese cuento. Itsuki tampoco era muy buena para mentir u ocultar secretos. No obstante, en ese momento no se sentía con ganas o derecho de presionarla más al respecto.

– Mi punto es, no podrás seguir huyendo para siempre. – continuó Itsuki, retomando su voz seria. – Tarde o temprano tendrás que hablar con él.

– Pues prefiero que sea tarde. – respondió Yotsuba. – Ahora mismo no me siento de humor para hacerlo.

– Si no hay más remedio. – Itsuki se puso de pie. – Sabes, desde hace tiempo siempre te has esforzado por hacer felices a los demás. Por una vez, deberías tratar de pensar en tu propia felicidad. No hay nadie que te lo impida … excepto tú misma.

Y diciendo esto, Itsuki se fue, aunque no sin antes coger un bocado de la bandeja del desayuno antes de cerrar la puerta tras de sí y murmurando un "Está delicioso, deberías comerlo ahora", volviendo a dejar a Yotsuba a solas con sus pensamientos.

La verdad dolía; de alguna manera nada le salía bien, y todo porque ella misma se ponía trabas. Si antes era por intentar abarcar más de lo que podía, buscando probar que no necesitaba de nadie, ahora era porque, en su afán de anteponer la felicidad de los demás se la negaba a sí misma.

Porque no había nadie que le dijera que sí, que ella también merecía ser feliz, que su castigo por haber sido egoísta y querer apartarse de sus hermanas ya había sido cumplido. ¿Era eso lo que ella necesitaba? ¿Validación de los demás?

– "¿Qué debo hacer? ¿Qué se supone que le diga a Uesugi-san?" – pensó, llevándose las manos a la cara.

Estaba hecha un caos. Sabía lo que quería y lo que debía decir, pero no encontraba la forma de expresarlo en palabras coherentes, y tampoco tenía el valor de mirar a la cara al chico. Aunque ella sabía mejor que nadie que no podría seguir ocultándole nada por mucho tiempo, esa parte cobarde suya todavía continuaba urgiéndola a resistirse.

Todo por ese temor a que Fuutarou la odiara una vez que lo supiera todo. Eso era lo que ella menos quería que sucediera, perder cualquier posibilidad de seguir en su vida, aunque fuese sólo como amiga.


Un poco más tarde…

Luego del desayuno, se les permitió a los alumnos volver a salir para llevar a cabo las actividades planeadas. Las Nakano (sin Yotsuba) se fueron por su lado, y Fuutarou se fue con Maeda y Takeda. Para variar, esta vez el chico Uesugi se sentía como si más bien estuviera sobrando, ya que mientras los otros dos conversaban de cualquier cosa, él permanecía detrás, únicamente pendiente para evitar quedarse rezagado cuando se fueran.

Para empeorar, a mitad del día comenzó a llover, y los tres tuvieron que correr para refugiarse hasta que amainara el diluvio un poco. Aunque Maeda y Takeda parecían a lo mucho ligeramente molestos por el repentino cambio de clima, Fuutarou de alguna manera encontró relajante observar caer las gotas de agua.

Como si de alguna manera el exterior reflejara la tormenta que en ese momento se había desatado en su interior.

– Uesugi… ¿Uesugi? – Una mano se estaba agitando frente a él, y tardó un momento en darse cuenta que era de Maeda. – Viejo, ¿te sientes bien?

– ¿Yo? Por supuesto, ¿por qué no iba a estarlo? – dijo él tratando (fútilmente) de disimular. Por supuesto, no se lo tragó.

– A mí no me engañas. – insistió Maeda. – Ayer parecías distraído, pero hoy es como si no estuvieras aquí.

– Odio decirlo, pero creo que Maeda-kun tiene razón. – agregó Takeda. – Algo debe haber sucedido ayer para que estés así, ¿o me equivoco?

Fuutarou podía detectar un cierto deje de burla en las palabras de sus dos amigos, pero en sus ojos se podía ver que estaban preocupados. A pesar de considerarse una persona muy cerrada, la gente parecía ser capaz de ver a través de él cuando algo lo estaba agobiando, y esta vez tampoco había sido la excepción.

Con todo, el chico no se sentía con ganas de compartir toda la historia, así que después de pensarlo un poco, decidió que al menos debía darles una respuesta para satisfacer su curiosidad, y esperar que no presionaran más al respecto.

– Bueno, debo confesarles que… Ichika y yo rompimos. – les dijo sin muchos rodeos.

Maeda casi se sobresaltó al oírlo. Takeda mantuvo más la compostura, pero también abrió los ojos brevemente, y su boca había dejado su perpetua sonrisa.

– No juegues, ¿en serio? – preguntó Maeda. – ¿Y qué pasó? ¿Tuvieron una pelea o algo?

– No, nada de eso. – dijo Fuutarou con calma. – Simplemente… nos dimos cuenta que las cosas entre nosotros no estaban funcionando. La verdad es que… ya me había sentido así desde hace un tiempo.

– Eso suele suceder cuando alguien sale con una celebridad. – dijo Takeda. – Ichika-san ha estado volviéndose más famosa como actriz últimamente, y apenas la veíamos en la escuela. Es posible que no tuviera mucho tiempo para ti, ¿o me equivoco?

– … De hecho sí, te equivocas. – dijo Fuutarou. – Aún con su horario tan apretado, ella se esforzaba por apartar tiempo para mí. No sé cómo se las arreglaba, la verdad, pero… a veces parecía muy cansada. No creo que fuese fácil para ella, pero aun así lo hacía.

– Entonces ¿cuál era el problema? – preguntó Maeda.

Fuutarou suspiró. – El problema… era yo.

Los otros dos se quedaron confundidos, así que procedió a explicarles lo mejor que pudo. En resumen, les dijo que tal vez fue hacia ella en un momento donde necesitaba consuelo por un corazón roto, y tal vez con una ínfima esperanza de enamorarse de ella. El hecho de que Ichika se esforzara de ese modo le hacía sentirse todavía más culpable por no haber podido corresponderle. Era una chica realmente devota, tratando de balancear todo: el trabajo, la escuela, y su relación con él al mismo tiempo. Parecía increíble, considerando que a veces era una dormilona y el desorden en su habitación, nadie creería lo esforzada y dedicada que era. Los dos tenían muchas cosas en común, al ser hermanos mayores que entendían las responsabilidades de ese puesto en la familia. En apariencia, era un área donde ambos podrían congeniar con mucha facilidad.

– No pude corresponderle como ella se merecía. En este momento debe estar bajo mucha presión, y en el peor escenario no me perdonaría si ella sacrifica sus sueños de ser una gran actriz sólo por mí. Por más que quisiera, creo que yo no tenía esa chispa que ella buscaba. Se merece a alguien mejor.

– Oye, no te infravalores, amigo. – dijo Maeda, dándole unas palmadas en la espalda. – Te diste cuenta a tiempo para evitarles más dolores a los dos. Por lo menos lo intentaste, seguro que ella lo aprecia, ¿no?

– Eso creo… – dijo él.

Sí, lo había intentado. Viendo el lado positivo, por lo menos Ichika lo había tomado bien y fue comprensiva con él. También le había tomado aprecio y odiaría perder la oportunidad de seguir siendo buenos amigos. Y por otro lado, podía sentirse tranquilo de que no tendría que lidiar con una exnovia psicótica y vengativa.

Pero aún quedaban cosas por resolver. Potencialmente, su relación con Yotsuba pendía un hilo en ese momento, y ese pensamiento le aterraba. Tampoco deseaba perder ese vínculo, y no sabía si valdría la pena arriesgarse a buscar algo más con ella. Por supuesto, ahora no era el momento para eso.

– Cambiando de tema, ¿cómo están las cosas entre tú y Matsui? – preguntó Fuutarou, tratando de desviar la atención de sí mismo por un momento.

– Oh, todo va bien. – sonrió el castaño. – Después de este viaje iremos a ver una película juntos, ya que estará ocupada con el club de voleibol ahora que comenzará el torneo de la prefectura.

Eso también le recordó a Fuutarou que Yotsuba estaba en el mismo equipo. Otra de las razones por las que era urgente arreglar las cosas, era que podría afectar el desempeño de Yotsuba en sus otras actividades, tanto académicas como extracurriculares. Y ningún equipo deportivo que se preciara debía prescindir de su jugadora estrella en partidos importantes.

– Ah, miren, parece que la lluvia ya está amainando. – señaló Takeda. – Deberíamos darnos prisa y volver al hotel ahora que podemos.

– Ustedes adelántense, los alcanzaré luego. – dijo Fuutarou.

– ¿Seguro? ¿Vas a estar bien por tu cuenta? – preguntó Maeda.

– Sí, no se preocupen. Sólo… necesito algo de espacio para pensar, ya saben.

Maeda quiso decir algo más, pero Takeda le puso la mano en el hombro y le indicó en silencio que era mejor hacerle caso. Los dos se fueron dejando a Fuutarou solo, que aunque apreciaba su preocupación en ese momento no se sentía con ganas de seguir hablando del asunto.

– "Yotsuba… si no me dices lo que sucede, no podré ayudarte a resolverlo."

Mientras empezaba a caminar por su cuenta, las nubes en el cielo comenzaban a despejarse. Fuutarou se preguntaba de nuevo qué era lo que estaría sucediendo con Yotsuba, y si había algo que pudiera hacer al respecto.

– "¿Acaso te dije o te hice algo sin darme cuenta?" – se preguntó.

Viéndose en retrospectiva, el haberse vuelto tan obsesionado con sus estudios le había restado muchos puntos de empatía con los demás. Se había vuelto sin darse cuenta una persona bastante insensible, y que no le daba mucha importancia a los sentimientos de otros, salvos sus allegados más cercanos. Por eso, no sería de extrañar que le hubiese hecho algo a Yotsuba sin darse cuenta.

Eso era peor que estar en deuda, lo cual era decir mucho. Ya de por sí él sentía que Yotsuba había hecho mucho por él durante todo este año, alegrándole la vida y trayendo algo de luz a su sombría y aburrida existencia. Y el pensamiento de no poder hacer lo mismo por ella no le sentaba nada bien.


Tercer día del viaje…

Según el programa, en el último día del viaje habría excursiones opcionales con actividades diferentes, y los grupos podrían elegir a dónde ir y qué hacer. Cuando finalmente la convencieron de que saliera del cuarto, Yotsuba aceptó el sermón de las demás muy a su pesar, aunque sabía bien que estaban tratando de mandarla a que arreglara las cosas con Fuutarou antes de que terminara el viaje.

La conversación que tuvo la noche anterior todavía seguía fresca en su mente. Al parecer, después de mucho meditarlo, por fin Ichika se había armado de valor para confrontarla sobre lo que hizo, o por lo menos sobre algunas cosas.

En vista de que Yotsuba no salió en todo el día, las Nakano decidieron comprar comida para llevar y se la trajeron al final del día. Evidentemente lo hicieron ya que no querría encontrarse con Fuutarou en la cafetería, pero les estaba muy agradecida por ello. La comida no era gran cosa: fideos fritos, salchichas, algo de pan y pudín como postre, pero cuando su estómago ya no pudo más con el hambre, terminó por aceptarlo y empezó a comer.

Ninguna de sus hermanas dijo nada durante varios minutos, limitándose simplemente a observar. Tenía sentido, ya que probablemente querrían asegurarse de que iba a comérselo todo. Yotsuba se debatía entre ceder a las demandas de su estómago de comer lo más deprisa posible, o resistirse y tomarse su tiempo para saborear y masticarlo, tratando de hacer tiempo para retrasar lo inevitable.

¿Ya estás mejor? – preguntó Ichika. Yotsuba se limitó únicamente a asentir. – Bien, porque creo que tú y yo necesitamos hablar muy seriamente.

La inevitable charla. Ya no había forma de posponerla, no tenía sentido tratar de huir.

Antes que nada… quisiera que me expliques por qué lo hiciste. Pensé que habías dicho que te harías a un lado para que Fuutarou-kun y yo pudiéramos estar juntos.

Yotsuba tragó saliva. Eso había dicho, pero sólo se estaba engañando a sí misma. Sus sentimientos por el chico nunca murieron, por más que ella intentó reprimirlos. De hecho, parecía que sólo se volvían más fuertes, al grado que la única forma de apaciguarlos en aquel momento fue besarlo, y decirse a sí misma que ese sería el final.

Pero no lo fue.

Aún estás enamorada de Fuutarou-kun, ¿no es así? – dijo Ichika. Eso no era una pregunta, sólo una confirmación de los hechos. Pero aun así, se sentía obligada a responder con honestidad.

– … sí, aún lo estoy. – respondió finalmente.

¿Después de todo este tiempo? – volvió a preguntar Ichika.

– … siempre.

En aquel momento, Yotsuba casi se esperaba una bofetada, o un sermón lleno de rabia. Pero al mirar a la cara a su hermana mayor, lo único que vio fue tristeza y decepción. Nada de enojo, nada de rabia, y eso hacía que se sintiera peor.

Tuviste amplias oportunidades para acercarte a él. Pudiste haberle dicho la verdad desde el principio, y retomar su relación donde la dejaron. Pero no lo hiciste.

No podía hacerlo. – intentó defenderse.

¿No podías… o no querías? – preguntó Ichika. – O mejor debería decir, ¿por qué no querías?

Sintió como si un puñal helado le atravesara el pecho. Itsuki ya le había hecho la misma pregunta, y aunque había podido responderla, no sabía si podría volver a decirlo enfrente de Ichika. Tal vez subconscientemente miró a la menor de las hermanas, como buscando su ayuda, pero ésta última simplemente negó con la cabeza.

No quería… no quería que Fuutarou supiera que era yo. No después del fracaso en que me convertí.

¿Fracaso? – preguntó Ichika. – ¿Hablas de esa promesa que se hicieron entre ustedes?

Eso… y todo lo demás. No importa lo que intente, nada me sale bien. Lo único que hago es arruinarlo todo.

¿Entonces sólo vas a huir?

La pregunta la tomó desprevenida. No vino de Ichika, sino de Nino, que al parecer vio la necesidad de intervenir atrayendo las miradas de todas. La segunda hermana se plantó frente a ella y empezó a hablar en un tono muy serio.

Si tienes tiempo para estar aquí encerrada sintiendo lástima por ti misma, tal vez hayas tenido tiempo de pensar en cómo resolver esta situación.

Nino… – dijo Yotsuba.

Lloriquear y lamentarte no hará que tus problemas se vayan. Si no los encaras de frente, sólo se irán temporalmente y después regresarán peor. Todo esto sucedió porque no has sido honesta contigo misma, o con él.

Las palabras de Nino la desgarraron por dentro, porque eran cosas que ya sabía y que no había querido aceptar.

Así que es hora de que te pares y lo afrontes de una vez. No podrás quedarte aquí encerrada para siempre, y lo sabes. Y en cuanto a ti – esta vez se dirigió hacia Ichika – hay un montón de cosas más que deberías decirle, ¿o me equivoco?

Yotsuba vio que Ichika miraba fijamente a Nino, y después volteaba a verla a ella.

Me parece que ahora no es el mejor momento para eso. – declaró la hermana mayor. – Aun así, estoy de acuerdo con Nino. Yotsuba, no podrás quedarte aquí para siempre. Y especialmente, no podrás evitar a Fuutarou-kun.

Y así era como la conversación había terminado. Después de mucha presión y a regañadientes, Yotsuba finalmente accedió al trato. Para evitar interferencias y sin presiones, cada una de ellas accedió a irse a una actividad diferente, y le dijeron a Yotsuba que Fuutarou se iría al grupo A. Armándose de mucho valor, la chica empezó a caminar hacia ellos.

Parecía muy sencillo. Fuutarou estaba allí, a unos veinte metros de ella, conversando animadamente con Maeda y Takeda, y todavía no se habían percatado se su presencia. Era bueno verlo así, en lugar de ser el típico asocial que era cuando se encontraron. Pero eso presentaba otro problema: ¿cómo iba a llegar ante él para decírselo?

– Uesugi-san… ¿podemos hablar? No, así no. ¡Hola, Uesugi-san! No, no puedo llegar como si no hubiera pasado nada. Uesugi-san… siento mucho lo que pasó ayer, yo no quería… ¡ah, cielos!

Se llevó las manos a la cabeza y empezó a sacudírsela mientras se agachaba. ¿Cómo se suponía que se lo dijera? Después de que huyó de él, le cerró la puerta en las narices y se negó a darle explicaciones de su comportamiento. La vergüenza y la culpa no dejaban de asfixiarla, y con cada segundo que pasaba, parecía que sería peor.

Finalmente, la chica apretó los puños, y haciendo un esfuerzo por mover sus rodillas, se volvió a incorporar. Tenía que hacerlo. No podía seguir huyendo de él para siempre. Seguramente lo entendería si se lo explicaba desde el principio.

Pero ¿y si no era así? ¿Y si al enterarse de todo simplemente la odiaba más? ¿Qué tal si se avergonzaba de ella, y la reprochaba por haberle mentido, o por no haber cumplido la promesa que hizo? Todos esos pensamientos no dejaban de atormentarla, y el miedo volvía a apoderarse de ella.

– "Entre más espere será peor… ¡Dios, ¿por qué no es tan difícil hacer esto?!"

– Ugh… aaahhh…

Mientras estaba tan ocupada con su indecisión, no se había dado cuenta que alguien más se estaba acercando. Era una estudiante de Asahiyama, aunque una con la que nunca había hablado, y se estaba sujetando la frente con la mano mientras daba tumbos con cada paso que tomaba, teniendo que agarrarse de una baranda para sostenerse en pie.

– ¡Hey! – exclamó Yotsuba corriendo hacia ella. – Oye, ¿te sientes bien? ¿Te pasa algo?

– Mi cabeza… me da vueltas…

Yotsuba la miró con un poco más de atención. Estaba bastante pálida, y al tocarle la frente se dio cuenta que estaba ardiendo en fiebre. Sin pensarlo mucho, se agachó de espaldas a ella abriendo los brazos para que se le montara encima.

– Vamos, te llevaré de vuelta al hotel. – le dijo. – Necesitas atención médica.

– Gracias…

Levantó a la chica sobre su espalda y se dispuso a llevarla. Por un momento, sin embargo, no pudo evitar lanzar una mirada a donde estaba Fuutarou, mientras una vocecita detrás de su cabeza le regañaba por no darse prisa, pero en este momento no podía dejar a esta chica enferma sola por allí sin atención.

En buena hora había decidido que tenía que "hacer lo correcto" pese a las consecuencias.


Un poco más tarde…

Después de llevar a la chica con los profesores, determinaron que al parecer ya estaba enferma y la lluvia del día anterior debió agravarlo. Como resultado, decidieron que lo mejor sería enviarla a casa en caso de que fuera algo contagioso, y ya que Yotsuba había estado con ella, se ofreció como voluntaria para acompañarla, para asegurarse que llegara a salvo y en caso de haberse contagiado por el contacto.

Mientras iba en el tren de regreso, no podía evitar pensar que, tal vez sólo había usado eso como una excusa para volver a evadir a Fuutarou. Aunque sabía que tenía que hablar con él, estaba muy asustada de enfrentarlo, o más bien, de lo que podría surgir de esa conversación.

El miedo. Siempre había sido el miedo lo que le impedía hacer las cosas. Se avergonzaba de sí misma por ello, pero ¿qué más podía hacer? Se sentía patética.

La chica a la que estaba acompañando estaba sentada junto a ella, sin decir ni una palabra. No quería molestarla, aunque el viaje de regreso iba a ser bastante largo, sentía que necesitaba hablar con alguien. Con quien fuera…

Y como si respondieran a sus pensamientos, su teléfono comenzó a vibrar. Una notificación de mensajes, y abrió el chat grupal de ella y sus hermanas. Había un mensaje de Nino que decía: "¿Dónde diablos estás? ¡Hemos estado buscándote desde hace casi tres horas!"

– Genial, lo que me faltaba. – Resignada, comenzó a teclear su respuesta: "Estoy en un tren de regreso a casa. Una chica se enfermó y me enviaron con ella para que llegue a salvo."

Transcurrió más o menos un minuto antes de que le respondieran, con los puntos que parpadeaban indicando que estaba escribiendo y probablemente reescribiendo lo que le iba a decir. La respuesta terminó siendo: "No bromees. ¿Acaso te escapaste para no tener que hablar con Uesugi? Deja de ser tan cobarde."

Yotsuba volvió a suspirar. "No estoy bromeando. Realmente eso es lo que pasó."

Pasó un largo rato sin respuesta, pero no pudo quitar la vista de la pantalla. Probablemente estarían deliberando de si estaba diciendo la verdad o no. Tras unos minutos, la que envió una respuesta no fue Nino, sino Itsuki: "¿Y qué vas a hacer ahora?"

– Esa es una excelente pregunta. – murmuró forzándose a sonreír, aunque no pudieran verla. Después de pensarlo un poco, envió un último mensaje. "Creo que lo decidiré cuando vuelva a casa. No se preocupen por mí, estaré bien. Le pediré a Ebata-san que venga a recogerme más tarde."

Y con eso, apagó las notificaciones para estar algo tranquila por un rato. Echó un vistazo a la chica a la que estaba llevando, que parecía apenas mantenerse consciente, y decidió que al menos por ahora tenía que concentrarse en la tarea que le fue asignada. Afortunadamente para ella, la dirección de la otra chica no estaba muy lejos de la suya, así que podría ir directo allá una vez que la recogieran.

A veces no era tan fácil saber qué era lo correcto, y eso era lo que la había puesto en esta situación para empezar.

Del otro lado de los mensajes, Fuutarou y las otras quintillizas observaban la breve conversación. Nino siguió enviando algunos mensajes sólo para no recibir respuesta, y finalmente desistió al darse cuenta que Yotsuba no le respondía.

– No puedo creerlo. – dijo enojada. – Se escapó para no tener que hablar contigo.

– La verdad… no creo que esté mintiendo. – dijo Fuutarou. Nino le lanzó una mirada que claramente cuestionaba lo que decía, así que procedió a explicar. – Hace unas horas, cuando estaba con Takeda y Maeda, me pareció ver a una chica cargando a otra en la espalda. Reconocería ese listón sobre la cabeza donde fuera.

Hubo un pequeño intercambio de miradas entre todas las hermanas, y tras unos segundos parecieron aceptar esto como una explicación plausible. Nino parecía ser la única que tenía dudas, al respecto, sin embargo.

– Eso, y que escuché a los profesores hablando sobre una alumna enferma que tuvieron que enviar a casa con alguien más. – agregó, para terminar de disipar cualquier duda que pudiera haber al respecto. Aunque eso no pareció servir contra el evidente enojo de la segunda hermana.

– No lo sé, para mí que sólo lo utilizó como un pretexto para no hablar contigo. – dijo muy enfática.

– Nino, no seas tan dura. – intervino Ichika. – Ya sabes cómo es Yotsuba; no va a ignorar a alguien que necesita ayuda. Sólo fue un golpe de mala suerte.

Fuutarou, por su parte, empezaba a creer que de alguna manera el destino conspiraba en su contra por intentar arreglar las cosas con Yotsuba. Si se encontraba tan cerca de donde él estaba en aquel momento, tal vez finalmente había agarrado valor para hablar con él, y entonces pasó eso de la chica. Como era algo urgente e imposible de ignorar, su atención se desvió y seguramente perdería el impulso.

Ya el coraje inicial de haber descubierto lo del beso se le había bajado un poco, y estaba más dispuesto a escuchar. El problema ahora era si Yotsuba estaría dispuesta a hablar.

– ¿Creen que estará bien por su cuenta? – preguntó Fuutarou, tratando de no pensar mucho en sí mismo.

– Bueno, dijo que le pedirá a Ebata-san que la recoja. – dijo Itsuki. – Si es así no debemos preocuparnos. Más bien… me preocupa lo que pensará nuestro padre cuando sepa que se escapó del viaje sin nosotras.

– Técnicamente no se escapó. – señaló Miku. – Los profesores le dieron permiso de irse.

– ¿Qué más da ahora? – intervino Nino. – Mejor volvamos al hotel. Entre más pronto termine el día, mejor para nosotras.

Y como si se erigiera en jefe del grupo, Nino echó a andar, mientras Miku e Itsuki la seguían después de mirarse una a la otra mientras oían que Nino murmuraba cosas como "Cuando vuelva a casa…". Entretanto, Fuutarou e Ichika se quedaron atrás, todavía pensativos con todo lo que había sucedido en los últimos dos días.

– ¿Estás bien? – preguntó la hermana mayor. – ¿Aún estás molesto por lo que sucedió?

– ¿Tú lo estás? – replicó él de vuelta.

– Hmm… no lo sé, la verdad. – respondió Ichika. – Una parte de mí piensa que debería estarlo, y la otra… cree que ahora no es momento de ser dura con Yotsuba.

– Entonces ya somos dos. – dijo Fuutarou con total honestidad. Tampoco sabía cómo debía sentirse, especialmente ya que el enojo inicial se le había bajado y había tenido tiempo de asimilar un poco toda la situación.

Algo en él le decía que Yotsuba no había tenido malas intenciones, sino que simplemente se dejó llevar por sus sentimientos al no poder controlarlos. El haber escuchado de Ichika que ella había estado enamorada de él todo este tiempo, pero no se atrevió a decirlo, le daba un nuevo contexto a muchas de sus acciones.

Pero el contexto seguía incompleto, y la verdadera razón de que sucediera seguía siendo un misterio. Fuutarou tenía la extraña sensación de que, tal vez, Ichika sabría más de lo que pasaba, y aunque tenía el presentimiento de que no se lo diría tan fácilmente, decidió hacerle la pregunta.

– Ichika… ¿hay algo más que necesite saber? ¿Tienes alguna idea de por qué Yotsuba hizo todo esto?

La Nakano mayor desvió la mirada. Parecía estar pensando si debería o no decirle. A juzgar por su mirada, probablemente sí lo supiera. Sin embargo, la respuesta, tal como esperaba, fue una negativa.

– No creo que me corresponda decir eso. – dijo en voz baja. – Y por desgracia, tampoco puedo obligarla a que lo diga. Sé que ella no me lo perdonaría si lo hago, y no quiero darle razones para que me odie.

– Entiendo. – respondió Fuutarou, suspirando con resignación. – Bueno, no hay nada que hacer entonces. Al menos por ahora.

– De verdad lo siento, Fuutarou-kun. – se disculpó Ichika. – Ojalá pudiera hacer más por ustedes, pero…

– No, no tienes que disculparte. – interrumpió él. – Eres una buena hermana, y te respeto por eso.

Le pareció ver un atisbo de sonrisa melancólica en el rostro de la Nakano ante el cumplido, pero en ese momento Nino empezó a gritarles que se movieran, así que no les quedó más que obedecer y salir tras las otras, dirigiéndose de vuelta al hotel. Ya el cielo comenzaba a teñirse de color naranja a medida que el sol se ponía, lo que pondría fin al día.

– "Nino tiene razón." – pensó Fuutarou. – "Espero que este día termine rápido."

Vaya forma de concluir el viaje escolar a Kioto. Sin duda lo recordaría por un largo tiempo, aunque quizás no por las razones correctas.

Esta historia continuará…


Notas del autor:

Bien, gente, por fin ya estoy de regreso. Antes que nada, para explicar mi ausencia y la falta de actualizaciones, sucede que desde hace unos tres meses me dieron dolores en los dedos a tal punto que realmente mataron mis ganas de escribir. He estado yendo con un fisiatra para terapia dos veces a la semana para lidiar con ello, y apenas recientemente fue que logré recuperarme lo suficiente para retomar mis fics. Les digo, perder el impulso de escritura apesta ya que luego me toma mucho recuperarlo, pero por suerte logré volverme a poner en el camino y continuar. Quizás un poco más lento que antes, pero espero poder ir acelerando un poco gradualmente.

Y bien, ahora sí al capítulo. A diferencia del canon, el viaje a Kioto no termina con una resolución, lo cual era mi plan desde el principio. Yotsuba sigue aterrada de confrontar a Fuutarou con la verdad, y aunque él está algo molesto por lo sucedido, al menos parece haberse calmado lo suficiente como para querer escucharla. Ichika, por su parte, también tiene sentimientos encontrados con todo lo sucedido, y no es para menos; sólo imaginen lo que es que tu propia hermana va y besa a tu novio a tus espaldas haciéndose pasar por ti. Las consecuencias de ello se harán notar más en el siguiente, y como dije en los capítulos anteriores, ya no habrá forma de que Yotsuba siga eludiendo su pasado y lo que trajeron sus malas decisiones. Creo que ya por fin superé la valla más difícil que tenía durante esta etapa, y lo que sigue lo tengo mucho más claro, así que espero poder volver a publicar de manera regular a partir de ahora (asumiendo que no ocurran más contratiempos). Todavía necesito sacarme una o dos historias cortas de la cabeza, así que intentaré ocuparme de esas primero.

Sin alargarme más, gracias por los reviews a AndyKurosaki98, AGGSS8, Likework y PPNACHILLO. Agradecimiento especial también a Shadechu Nightray por su trabajo de betareading (y también por ayudarme a superar este bloqueo de escritor). Aprovecharé también de hacerle algo de prensa a la historia de StarCatTibalt, titulada "The Quintessential Quintuplets: Wings into the Sky", que es un AU que toma un enfoque un poco más serio y explora a los personajes mostrando que tienen muchos más problemas de lo que se ve a simple vista (y no sólo los protagonistas). Una interpretación que, si bien no comparto del todo, está tan bien escrita que la estoy disfrutando a pesar de todo, así que si pueden, les recomiendo echar un vistazo (eso sí, está en inglés y no tengo planes de traducirla). Sin más que decir, hasta la próxima, ¡sayonara!