Forma del Corazón – Trébol de Cuatro Hojas
Por Fox McCloude
Disclaimer: Go Toubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. Todos los derechos reservados.
Capítulo 31: Consecuencias.
Después del viaje escolar…
Yotsuba no asistió a clases en los dos días subsiguientes al viaje a Kioto. Cuando todos preguntaron por ella, lo único que dijeron Fuutarou y sus hermanas fue que "no se sentía bien". Dado que algunos sabían que se había ido con una chica enferma para escoltarla hasta su casa, todos asumieron que seguramente se habría contagiado de lo que fuera que tenía y por eso había decidido no presentarse.
Por supuesto, Fuutarou y las Nakano sabían la verdad. Técnicamente lo de que no se sintiera bien era cierto, pero no era porque estuviera enferma. No de algo físico, al menos, sino que en ese momento ella era un desastre emocional y sentimentalmente, y todos estuvieron de acuerdo que, al menos por ahora, lo mejor que podían hacer era dejarla tranquila hasta que estuviera dispuesta a volver por su propia cuenta, ya que si la presionaban podrían empeorar la situación.
De alguna manera, Yotsuba encontró la fuerza para levantarse y salir de su habitación al tercer día, pero eso se debió en parte a que tenía un compromiso del que no podía renegar. Ese día comenzaban las preliminares regionales de voleibol, así que no podía fallarle al equipo.
Cuando llegaron al gimnasio deportivo para el evento, mientras estaban calentando, por un momento se quedó ida, observando hacia el vacío, pero estaba tan distraída que no se dio cuenta hasta que alguien le chasqueó los dedos delante de la cara y casi le gritó al oído.
– Yotsuba… ¡hey, despierta!
– ¿Eh? Perdón, ¿qué pasa? – Se dio cuenta que se trataba de Takki, que la miraba muy extrañada.
– Oye, ¿te sientes bien? Estás muy distraída hoy. ¿No seguirás enferma?
– ¡No, no, estoy bien, en serio! – dijo mientras intentaba fingir una actitud alegre. – ¡Vamos a esforzarnos para ganar pase lo que pase!
Takki pareció tragarse eso, pero no dejó de mirarla. Ciertamente no podía desconcentrarse en un momento tan importante. Era su primer partido oficial con el equipo y todas contaban con ella. Aunque por lo que le dijeron, el equipo del día de hoy no debería ser muy complicado de vencer, ya que el año pasado habían sido eliminados en su segundo partido.
– ¡El primer partido de las regionales de Aichi está por comenzar! ¡Asahiyama vs. Ryuzetsu! ¡Capitanas al frente!
Se hizo el tiro de moneda y al ganarlo Matsui pidió el saque. El árbitro le entregó el balón, y ella a su vez fue a dárselo a Yotsuba, mientras todas las demás asumían sus posiciones iniciales.
– Contamos contigo, Yotsuba. Hora de mostrar de qué estamos hechas.
Yotsuba simplemente asintió, y luego que Matsui asumió su puesto, ella se fue para atrás de la línea para disponerse a sacar. Se puso a rebotar el balón un poco y exhaló para tranquilizarse. No había nada de qué preocuparse: sólo tenía que hacerlo como en los entrenamientos y los partidos de práctica. Ya lo había hecho decenas de veces, y estaban jugando contra un equipo bastante accesible.
– ¡Aquí voy! – dijo en cuanto sonó el silbato, lanzando el balón al aire y saltando para golpearlo. Iría con todo desde el principio.
Pero entonces, sucedió lo impensable. No supo si fue por golpear el balón demasiado fuerte, demasiado tarde, o con mal ángulo, pero su saque golpeó directo a la red, para sorpresa y desconcierto tanto de sus propias compañeras como de las contrarias, que se quedaron en silencio y boquiabiertas ante lo que acababa de suceder.
– ¡Falta, el balón toca la red! ¡Punto y saque para Ryuzetsu!
– Ups… – Yotsuba se rio nerviosa, rascándose detrás de la cabeza. – Lo siento.
– No te preocupes, no pasa nada. – dijo Matsui, restándole importancia, mientras las de Ryuzetsu cogían el balón y se preparaban para sacar.
Yotsuba se golpeó las mejillas y se dispuso a defender. ¿Qué había sido eso? Fallar el primer saque de esa manera, qué vergonzoso. No podía desconcentrarse en su primer partido, tenían que ganar dando una buena impresión para ganar impulso.
Después de ese pequeño desliz, Asahiyama rápidamente se recuperó, deteniendo todos los ataques de Ryuzetsu y tomando una cómoda ventaja de 7-1. Las jugadoras del equipo contrario no eran muy altas y tampoco golpeaban con fuerza excesiva. Iruka y Matsui hacían una buena ofensiva, y con Akira bloqueando los ataques de sus oponentes parecían estar imparables.
Hasta que en un momento, hicieron una finta para levantar hacia atrás y la rematadora que saltó para golpear, la número 10 de Ryuzetsu se aprovechó del hueco apuntando hacia el centro, justo donde estaba Yotsuba para recibirlo.
– ¡Ugh! – gritó la Nakano, cuando el balón rebotó en sus antebrazos y luego la golpeó en la quijada. Quedó aturdida y no se dio cuenta de nada hasta que el árbitro sonó su silbato.
– ¡Punto para Ryuzetsu!
– ¿Eh? – Yotsuba sacudió la cabeza, y vio que el balón botaba a pocos centímetros de ella en el suelo hasta pararse. El público empezaba a murmurar, y el resto de sus compañeras estaban viéndola de nuevo muy extrañadas.
– Oye, Yotsuba, ¿segura que estás bien? – le preguntó Rin.
– C-claro, ¿por qué no iba a estarlo? – aseguró, aunque realmente no se lo creía. Había hecho una mala recepción y con eso les dio otro punto y el saque de vuelta a las jugadoras contrarias.
– Descuiden, chicas, son cosas que pasan. – agregó Akira. – ¡Vamos, que todavía tenemos la ventaja!
Pero no fue así. Tras ese desliz de Yotsuba, las jugadoras de Ryuzetsu se dieron cuenta de que podían explotar ese hueco en la defensa, y comenzaron a dirigir todos sus ataques a ella. A veces lograba recibir bien el balón, permitiéndoles a su equipo contraatacar, pero la ventaja que habían obtenido se fue casi tan rápido como la habían sacado.
Y el punto de quiebre llegó cuando Yotsuba, saltando para hacer un remate como siempre lo hacía, golpeó mal el balón, enviándolo por detrás de la línea pese a que tenía una zona descubierta por donde atacar y arruinando una perfecta ocasión para anotar.
– ¡Fuera! ¡Punto y saque para Ryuzetsu!
– ¡Tiempo fuera! – gritó la entrenadora Kitano, levantándose de su asiento. – ¡Pido cambio de jugadora! ¡Ishihara entrará por Nakano!
Yotsuba se quedó congelada. Por un lado, no debería sorprenderse, después de todo hoy estaba jugando pésimo. Por el otro… ni siquiera había concluido el primer set ¿y ya la estaban sacando? Eso no pintaba nada bien.
Tardó unos segundos en salir del trance, así que caminó hacia la banca y tras chocar la mano sin muchas ganas con Kotomi, se sentó en su lugar.
– "¿Qué diablos me pasa?" – pensó, llevándose las manos a la cara.
No podía creerlo. ¿Por qué estaba jugando tan mal?
…
Por sorprendente que pareciera, el resto del partido transcurrió sin complicaciones para el equipo de Asahiyama. Una vez que entró Kotomi recuperaron el impulso y volvieron a ampliar su ventaja. Ganaron en el segundo set por un amplio margen, y aunque las de Ryuzetsu lucharon con valor, al final terminaron perdiendo ante la ofensiva de Iruka y Kotomi.
Éste sin dudas no era el debut que ella esperaba en el equipo, y a juzgar por sus expresiones, tampoco del resto de sus compañeras y de la entrenadora Kitano. Aunque se quedaron a observar algunos de los partidos subsiguientes para saber quiénes serían sus rivales en la siguiente ronda, Yotsuba no prestó atención. Estaba muy ocupada lamentándose de su pobre desempeño.
– "Ganamos el partido… y no gracias a mí. No fui más que un estorbo."
Desde la primera jugada, cuando falló ese saque, todo se fue cuesta abajo para Yotsuba. No dejó de cometer errores de novata, y estuvo a punto de arruinar potencialmente lo que debería haber sido un partido relativamente fácil para ellas. Era mucho decir que el desempeño del equipo mejoró drásticamente luego de que la sacaron de la cancha.
Antes de volver al autobús, la entrenadora Kitano la detuvo en la entrada, y la miró muy seriamente. La Nakano tragó en seco; ya se veía venir el inminente sermón.
– Nakano-kun, ¿qué te sucedió hoy? – preguntó sin rodeos. – No jugaste como siempre. Tu rendimiento de hoy fue… muy deficiente, por no decir más.
– Le ruego que me disculpe, entrenadora. – dijo inclinando la cabeza. – No estaba concentrada, si soy honesta.
– Eso podía verlo. – dijo la entrenadora. – Tu mente no estaba en el juego. Tengo entendido que te ausentaste de la escuela dos días porque te sentías mal, ¿no?
Yotsuba tragó saliva, dudando antes de responder. Técnicamente eso era cierto, no se había sentido del todo bien en los últimos dos días, pero no porque estuviera enferma. No físicamente, al menos; su problema era más de tipo sentimental y emocional.
Pero nada de eso era un pretexto. La culpa recaía en ella y su falta de concentración.
– La verdad… creo que todavía no me siento del todo bien. – confesó. – Tengo… muchas cosas en la cabeza, por eso no estaba concentrada en el juego.
– Nakano-kun, como entrenadora de este equipo espero mucho tanto de ti como de las demás miembros. Debes demostrar que estás comprometida y dar todo de ti cuando estés en la cancha, ¿lo entiendes?
– Sí, entrenadora. – asintió la chica. – Le prometo que no volverá a pasar.
– Más te vale.
Y sin decir más, la dejó entrar al autobús del equipo. Una vez a bordo, todas sus compañeras le lanzaron miradas confusas, y escuchó a algunas susurrar entre sí mientras caminaba hacia un asiento vacío, tratando de alejarse de todas ellas por un rato. El vehículo echó a andar y emprendió la ruta de regreso.
Yotsuba miró por la ventana mientras se alejaban del domo deportivo. Levantó su teléfono para ver si había mensajes, y se dio cuenta que se encontraba muerto. Con tantas prisas y todo lo demás dándole vueltas en la cabeza, seguramente se le olvidó cargarle la batería. Grandioso; ni siquiera podría escaparse con él para pasar el tiempo.
Sería un viaje bastante largo de regreso a casa.
Apartamento Nakano, más tarde…
Yotsuba nunca se sintió más aliviada de que terminara el día, incluso sabiendo que el alivio sería solamente pasajero. El único lado positivo era que sus hermanas y Fuutarou habían estado ocupados estudiando ese día sin ella, por lo que no pudieron ir a ver su partido. Al menos no tuvieron que presenciar su pobre y patético desempeño.
Cuando llegó a la puerta, dudó por un momento en abrirla, pero al ver la hora supuso que ya a estas alturas Fuutarou se habría marchado a su casa, así que finalmente abrió y entró al apartamento, tratando de ocultar su humor.
– ¡Ya llegué! – anunció alegremente, o al menos tanto como podía.
– Bienvenida. – dijo Nino secamente. – Llegas justo a tiempo para la cena.
En efecto, ya todas estaban sentadas alrededor de la mesa mientras Nino se disponía a servir la comida. La verdad olía bastante bien, y estaba tan exhausta pese a no haber jugado todo el partido que tal vez una buena comida sirviera para levantarle los ánimos.
– ¡Buen provecho! – dijeron todas al mismo tiempo y comenzaron a comer.
La comida transcurrió sin que nadie dijera nada. A primera vista parecía un día muy normal, pero Yotsuba podía percibir algo de tensión en el aire a su alrededor. Y no era para menos dado que los eventos del viaje a Kioto y su ausencia de las clases durante los dos días anteriores todavía seguían frescos en su mente. De hecho, a cada tanto alcanzaba a ver que algunas de sus hermanas parecían intercambiar miradas furtivas entre sí, y cuando notaban que ella estaba viendo, disimuladamente la bajaban para concentrarse en comer.
La tensión parecía aumentar gradualmente al punto que casi se podría cortar con un cuchillo. Yotsuba intentó apresurarse en terminar de comer lo más pronto posible para poder irse a su cuarto y terminar el día.
– ¡Gracias por la comida! – dijo Itsuki poniéndose de pie. – Ah, Yotsuba, antes de que se me olvide.
– ¿Eh? – La cuarta hermana se giró, y vio que la menor venía con una pequeña pila de papeles.
– Tu tarea. Uesugi-kun nos pidió que te la entregáramos. También están los deberes de ayer, como faltaste a clase.
– Ah… claro, gracias. – dijo Yotsuba cogiéndolos. Cierto, por haberse quedado en casa ayer y anteayer, estaba atrasada con sus deberes.
Bueno, al menos a diferencia del voleibol, esto sí podría hacerlo sin desconcentrarse. Había logrado tomar el ritmo de los estudios lo suficiente como para dejar de preocuparse por reprobar, así que no debería ser tan difícil.
– Y también, habrá un examen relámpago el viernes. – agregó Nino. – Uesugi dijo que deberíamos repasar todo lo de la semana pasada si queremos aprobar.
– ¿Eh? ¿Un examen relámpago?
Eso podría ser complicado, pero seguro no sería tan difícil. Además, todavía tenía dos días más para estudiar y repasarlo todo. No habría ninguna complicación, ¿cierto?
– Creo que será mejor que me ponga de inmediato. – Terminó de comerse su cena a la carrera, y se bajó el vaso de leche casi de un solo trago. – ¡Gracias por la comida!
– ¡Oye, Yotsuba! ¿No nos vas a contar cómo fue el partido? – preguntó Ichika.
– ¡Ganamos, y eso es todo lo que importa! – dijo mientras corría por las escaleras hacia su cuarto, con los papeles de los deberes en mano. Mejor no entrar en detalles.
Una vez a salvo en su habitación, Yotsuba echó su bolsa deportiva a un lado, y exhaló un profundo suspiro de alivio. Luego, observó los papeles de los deberes que tenía que hacer… y fue como si de pronto los viera escritos en jeroglíficos imposibles de descifrar. No entendía absolutamente nada.
– Eh… mejor empezar con algo más fácil.
Echó a un lado las fórmulas de matemáticas, y decidió empezar con la tarea de Inglés. De nuevo, igual que con la anterior, aunque ya había estudiado y memorizado, fue como si de pronto alguien le borrara el disco duro de su cerebro, y perdiera todo lo que había aprendido.
Descartó la tarea de Inglés y tomó la de Ciencias Sociales… y otra vez pasó lo mismo. Ciencias Naturales, igual. Finalmente llegó a la de Japonés, que se suponía que era su punto fuerte, y al fin sintió que podía hacer algo. Comenzó a escribir a la carrera, para poder salir de ella y concentrarse en lo demás.
– Listo, ahora vamos a…
Se detuvo en seco. Miró su propia tarea, y se dio cuenta que todo estaba mal. Ni ella misma entendía su propia escritura, así de mal estaba. No tenía idea de lo que estaba haciendo. Su mente no estaba allí, no podía concentrarse en su tarea. O en nada.
– Ahhh… ¿qué me pasa? ¡Ya había hecho esto antes! ¿Por qué de pronto no lo entiendo?
Arrojó las hojas hacia atrás, y empezó a golpear su escritorio con los puños. Esta tarea no debía ya ser pieza para ella, no después de todo lo que había estudiado bajo la tutela de Fuutarou. Y sin embargo, no podía hacerla.
Igual que en el partido de voleibol, estaba totalmente perdida. No sabía lo que hacía, cómo debía hacerlo, y entre más se esforzaba por recordarlo, más se enredaba y se frustraba. Se estaba convirtiendo en un ciclo vicioso.
Finalmente, resignada, se tiró boca abajo en su cama, hundiendo la cara en su almohada. Tal vez dormir un poco le ayudara a aclarar la mente, y quizás en la escuela pudiese hacer las cosas con menos presión.
Preparatoria Asahiyama, al día siguiente…
Fuutarou no había visto a Yotsuba desde el viaje escolar. Había faltado dos días completos a clase, y cuando regresó el miércoles, se había ido directo con el club de voleibol ya que ese día tenían su primer partido oficial. Por mucho que le hubiera gustado ir a apoyarla, tenía no sólo que estudiar sino también preparar sus sesiones de tutoría.
Las demás hermanas Nakano le aconsejaron que mejor no tratara de abordarla todavía, ya que lo más probable era que saliera corriendo en cuanto ella lo viera. Sin embargo, él señaló que, independientemente de sus problemas, tenían que seguir estudiando ya que pronto vendrían los exámenes de mitad de trimestre, y Yotsuba se estaba quedando atrás. Hoy particularmente, cuando entregó sus deberes se podía ver que no le había ido del todo bien.
– ¿Tan mal estuvo? – le preguntó a Ichika.
– Prácticamente entregó los deberes en blanco. – dijo ella. – Y justo cuando parecía que empezaba a mejorar.
Fuutarou suspiró. Empezaba a arrepentirse de haber elegido ese momento para confrontarla. Quizás debió al menos haber esperado hasta después de los exámenes, ya que no podía evitar pensar que fue culpa suya que ahora estuviese tan desenfocada.
Tras ese pensamiento se quiso dar un golpe en la cabeza. ¿Por qué le preocupaban los estudios, cuando debería más bien preocuparse porque ella se encontrase bien? Pero en ese momento no se le ocurría nada para resolverlo.
– Si está tan mal como dices, puede que tenga que darle algunas clases extra. – declaró Fuutarou. – El problema es que en este momento no quiere verme.
– No creo que sea que no quiere verte. – dijo Ichika. – Sólo que ahora mismo es muy difícil para ella, después de todo lo que sucedió.
Difícil era quedarse corto. En retrospectiva, no sólo le falló el tiempo que eligió para confrontar a Yotsuba, sino que además en ese momento se dejó llevar por su enojo al punto que debió haberla asustado. A menudo, su hermanita decía en broma que él tenía una cara de villano por estar siempre tan enfurruñado, y si se imaginaba cómo estaba en el momento que fue a confrontar a Yotsuba, aunado a lo enojado que debió sonar cuando se lo dijo, quizás no era tan sorprendente haberla espantado.
Dejando eso de lado, una parte de él quería decirle que lo sentía, que no había sido su intención intimidarla o regañarla, y que sólo quería que pudieran sentarse a aclarar las cosas como personas civilizadas… como amigos. Y siendo sincero, también extrañaba que ella estuviera allí para alegrarle los días como de costumbre. Si antes no le gustaba verla deprimida o molesta, ahora menos considerando que él en parte había tenido la culpa de su estado actual.
– Creo que en este momento no hay nada más que podamos hacer. – dijo Ichika con resignación. – Por ahora, concéntrate en tu propio rol como tutor, y prepara nuestras clases extras.
– ¿Nuestras? – preguntó el chico algo extrañado. – Tú y las demás lo están haciendo bien, no necesitan…
– Si Yotsuba está teniendo dificultades ahora, es obvio que tenemos que ayudarla. Si nos das clases de refuerzo al resto de nosotras, podremos retransmitirlo todo a Yotsuba para evitar que se quede atrás.
Fuutarou no estaba seguro de qué tan efectivo sería ese método, pero en vista de que se estaba quedando sin opciones, parecía lo mejor que podían hacer en ese momento. Además, si Yotsuba no estaba dispuesta a verlo sola, tal vez delante del resto de sus hermanas pudiera al menos tolerar un poco más su presencia.
– No la van a obligar a que hable conmigo, ¿verdad?
– No toquemos ese tema. – dijo Ichika. – Tú sólo has lo mismo de siempre, y déjanos el resto a nosotras. En este momento, creo que lo único que Yotsuba necesita es un pequeño empujón en la dirección correcta.
– Si tú lo dices. – El chico miró el reloj de su teléfono. – Ya casi es hora de la siguiente clase, mejor volvamos al salón.
Ichika asintió, y los dos comenzaron a caminar. Por los pasillos del tercer año, ambos atrajeron algunas miradas curiosas y extrañas mientras iban hacia el salón de clases. Quizás se debía a que casi todos en su año sabían de su relación, y se habían enterado de su ruptura, por lo que probablemente les parecía muy extraño que caminaran juntos. La diferencia más sutil era que cuando estaban saliendo Ichika frecuentemente lo agarraba del brazo, como para "marcar territorio", pero ahora no.
El chico creía que era un poco molesto, pero de nuevo, casi nadie sabía realmente por qué habían roto, únicamente los de su círculo cercano como Maeda y Takeda. Él agradecía que podían seguir conversando de manera civilizada, y tampoco era muy difícil ignorar las miradas que le lanzaban, y los comentarios se iban apagando poco a poco. Sería sólo cuestión de tiempo antes de que finalmente todos se olvidaran de ello.
Fuera de eso, la ausencia de Yotsuba estaba teniendo su efecto en la atmósfera del salón de clase. La energía de la chica ciertamente se echaba en falta, pero nadie lo sentía más que el propio Fuutarou.
– Ahora que recuerdo, mañana tiene otro partido de voleibol, ¿no? – preguntó Fuutarou tratando de desviar un poco la atención. – ¿Crees que esté bien que vaya así como está?
– Bueno, dijo que ganaron el de ayer fácilmente, pero no nos dio muchos detalles. – dijo Ichika. – Supongo que al menos debe estar lo suficientemente concentrada en eso.
– Espero que tengas razón.
Tal vez hacer algo de deporte le ayudase a ventilar un poco la tensión. Golpear un balón serviría para liberar el estrés, y quizás después de eso estaría más dispuesta a hablar. Sin embargo, el hecho de que no hubiera hablado al respecto le daba al chico sus dudas.
Quizás luego debería ir al club de voleibol a preguntar sobre eso, si tenía algo de tiempo.
En el transcurso de la semana…
Las cosas no mejoraron para Yotsuba con el pasar de los días. Para empezar, estaba tan agobiada con todo lo que había pasado, que apenas lograba dormir por la noche, así que en la mañana ya no tenía su energía usual. Y su rendimiento diario comenzó a verse mermado en prácticamente todo lo que hacía.
El siguiente partido de voleibol fue igual o incluso peor que el anterior. Tras un inicio medianamente decente (todavía MUY por debajo de lo que era capaz de dar) de nuevo comenzó a cometer errores uno tras otro que le complicaron las cosas al equipo de Asahiyama, e igual que en el juego anterior, el rendimiento general del equipo mejoró notablemente una vez que la sacaron de la cancha. La entrenadora Kitano no la sermoneó ni le dijo nada, pero estaba muy claro que ni ella ni el resto de sus compañeras estaban felices por ese pobre despliegue suyo, ante un equipo que debería haber sido mucho más fácil de vencer de lo que fue.
Y no sólo su rendimiento físico se había visto afectado. Aparte de que terminó entregando su tarea en blanco, ella fue quien sacó la nota más baja en el examen relámpago que hicieron a mitad de la semana. Esto fue una señal de alerta ya que, de haber sido un examen importante, su calificación final se habría visto amenazada, junto con sus posibilidades de graduarse con las demás. Los fantasmas de su pasado estaban volviendo a atormentarla de nuevo, cuando finalmente creyó que los había superado.
No, nunca los superó. Simplemente pudo ignorarlos por un tiempo y olvidarse de ellos, hasta ahora.
Y cuando ya no pudieron seguir aplazándolo más, reanudaron las sesiones de estudio el fin de semana. El ambiente estaba bastante tenso, mucho más de lo que estaba al principio incluso cuando Fuutarou sólo estaba tratando de enseñarle a ella. Era como si se hubiese convertido de pronto en un profesor diez años mayor, estaba mucho más serio y frío. En cierto punto hasta le recordó a su padre, y no sabía que pensar de eso.
El lado positivo fue que, de alguna manera, lograba entender mejor las cosas cuando Fuutarou se las volvía a explicar, y poco a poco los conocimientos que había perdido empezaban a retornar. Sin embargo, aunque el chico actuaba como si no hubiera sucedido nada, a Yotsuba no se le escapó que parecía evitar hacer contacto visual o dirigirse a ella directamente a menos que fuese absolutamente necesario.
– "Me odia… seguramente me odia por lo que hice. Y lo peor es que no puedo culparlo."
Se sintió agradecida de que sus hermanas evitaban a toda costa dejarla a solas con él. Si llegaban a quedarse los dos solos, no quería ni imaginarse lo que podría suceder, o qué otra tontería ella sería capaz de hacer. Ya había hecho más que suficiente para causarles problemas.
– ¿Uesugi-kun? – dijo de repente Itsuki. – ¿Me explicas de nuevo el problema número 7?
– A ver… – dijo él, acercándose a la hermana menor, que en ese momento se había puesto sus gafas y miraba el libro muy concentrada. – De acuerdo, es más fácil si utilizas este método, así puedes simplificar los términos.
Mientras Fuutarou le explicaba a su hermana, Yotsuba discretamente ponía atención a lo que decía para intentar resolver el mismo problema, evitando mirarlo. Era muy incómodo estar así, pero lo mejor que podía hacer era, al menos, tratar de no quedarse rezagada con los deberes, especialmente luego de haberse puesto en riesgo con el último examen relámpago.
Al poco rato, Nino decidió traer una bandeja de bocadillos para todos, colocándola en el centro de la mesa mientras seguían estudiando para reponer algo de energía. En pocos minutos la habían vaciado, y cuando sólo quedaba uno, Yotsuba alargó la mano para cogerlo.
Pero no fue la única: otra mano también había tratado de agarrar el último bocadillo. Y no era de Itsuki, o de alguna de sus otras hermanas. Era una mano masculina.
Yotsuba se quedó congelada. Tuvo que usar toda su fuerza para evitar ponerse a temblar cuando, por puro reflejo, levantó la mirada para encontrarse con los ojos ambarinos de Fuutarou. La expresión de él permanecía indescifrable, salvo por un poco de sorpresa y confusión. Era evidente que él tampoco se esperaba tocarle la mano de esa forma.
El silencio mortal se mantuvo por unos segundos que se hicieron eternos. Yotsuba ni siquiera se atrevió a ver por la esquina del ojo las expresiones de sus hermanas, pero no era como que realmente lo necesitara. Se las podía imaginar muy claras en su cabeza.
– Ah, disculpa, ¿querías el último? – dijo él, retirando su mano. – Puedes tomarlo.
– ¿Eh? No, no, está bien, tú lo agarraste primero. – dijo ella, tratando con mucha fuerza de no descontrolarse. ¿Y por qué de pronto se sentía mal luego de que él quitó la mano?
– Estoy bien, ya comí bastantes. – aseguró él. – Mejor volvamos a estudiar, ¿quieres?
Yotsuba no dijo nada más. El corazón se le había acelerado de golpe, y sólo se le calmó una vez que Fuutarou reanudó su papel como profesor. No, eso no estaba bien. No tenía derecho a haber disfrutado del toque de su mano.
El resto de la sesión continuó sin ninguna otra eventualidad. Cuando llegó la hora de irse, Fuutarou les dejó algo de tarea adicional, e Ichika decidió acompañarlo hasta la puerta. Sin embargo, antes de marcharse Yotsuba notó que se detuvieron a hablar por un momento, en voz muy baja por lo que no alcanzó a escuchar lo que decían, pero sí vio que ambos dirigían sus miradas brevemente hacia donde estaba ella.
Le sorprendía un poco que pudieran seguir hablando y llevándose bien incluso después de haber roto. Era quizás el único consuelo que tenía por haber provocado dicha ruptura.
Después que Fuutarou se fue, todas se sentaron para revisar la tarea adicional que les dejó. Ahora que ya no estaba Yotsuba se sentía un poco más tranquila, y de alguna manera logró entender lo que tenía que hacer, aunque fuese sólo un poco. Parecía que de a poco podría recuperar el ritmo.
…
Entretanto, al llegar a la planta baja y salir del edificio, Fuutarou exhaló un suspiro que estuvo reprimiendo durante todo el descenso en el elevador. Realmente no supo cómo fue que mantuvo la compostura durante toda la sesión.
Aunque en apariencia las cosas estaban regresando a la normalidad, él todavía no podía sacudirse de encima lo que estaba faltando. Específicamente, seguía sin poder ver a Yotsuba de frente, cuando estaba tan taciturna y deprimida, en lugar de alegre y vivaz como estaba acostumbrado. No se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba que ella esparciera su energía, ya que ahora él mismo también sentía los efectos de dicha ausencia.
Y luego estuvo ese momento cuando se tocaron las manos brevemente. Fue como si una chispa enviara una pequeña corriente por su brazo, y fue la primera vez que se miraron a los ojos en varios días. En aquel momento él quiso decir algo, pero las palabras se le ahogaron en la garganta, así que simplemente fingió apartar la mano para cubrir apariencias.
Aunque Fuutarou no podía leer las mentes, una parte de él estaba seguro de lo que debía pasar por la mente de Yotsuba en ese instante. Seguro ella pensaba que él la odiaba por lo que hizo, y por eso intencionalmente trataba de evitarlo. Él quería decirle que no era así, que si bien estuvo enojado con ella en el momento, había tenido tiempo de calmarse y sólo quería que pudieran hablar para entender por qué había hecho lo que hizo. Pero no sabía cómo, y en ese momento tenía miedo de empeorar las cosas y alejarla todavía más.
– Diablos… – murmuró sin hablar con nadie en particular. Afortunadamente no había transeúntes cerca que pudieran oírlo. – ¿Qué se supone que debo hacer?
Antes de marcharse, habló con Ichika para decirle que las cosas no podían seguir así, y que se estaba cansando de esperar. La hermana mayor le dijo que si era necesario ella le daría otro empujón a Yotsuba, que por favor le diera sólo un poco más de tiempo. ¿Pero cuánto sería "un poco más"? ¿Dos, tres días, o una semana? ¿Un mes o más? Ya no estaba seguro de si podría seguir con la espera.
En eso sonó su teléfono. El identificador le reveló que era su padre, y con algo de resignación contestó a la llamada.
– ¿Hola?
– ¿Qué hay de nuevo, hijo? – saludó Isanari. – ¿Aun trabajando duro como tutor?
– No, de hecho… justo ahora acababa de terminar por hoy. Ya voy de regreso. – respondió Fuutarou.
– Vaya, ¿tan temprano? Parece que por fin estás aprendiendo a relajarte un poco. – La voz de Isanari sonaba muy orgullosa al decirlo. Fuutarou rodó los ojos.
– No te burles de mí.
– Oye, no me estoy burlando. Has estado muy deprimido desde que volviste del viaje escolar, y todavía no me cuentas todo lo que pasó. ¿Es que no confías en mí?
– No es eso, es sólo que… esto es mi problema, papá. No quiero agobiarlos a ti, a mamá y a Raiha con eso.
– Fuutarou, la familia está para apoyarse. No tienes por qué avergonzarte de venir a nosotros si necesitas ayuda.
Fuutarou no respondió. En realidad, apreciaba las palabras de su padre, pero no sabía cómo decirle que no era para él para quien buscaba la ayuda en ese momento. Le había prometido a Ichika que no iba a decirle a nadie fuera de su círculo lo que había pasado hasta que Yotsuba estuviera lista para hablar. Y eso parecía cada vez más lejano.
– Tal vez necesitas un cambio de ritmo. – continuó Isanari luego de un momento de silencio. – ¿Por qué no intentas hacer algo, salir por allí, divertirte? Siempre trabajas muy duro, seguro puedes permitirte uno o dos días de descanso, y ya casi es fin de semana.
– Un descanso… quizás tengas razón. – dijo Fuutarou, pensando profundamente. Mañana Yotsuba tendría otro partido de voleibol. No había podido asistir a los anteriores, pero mañana tendría la tarde libre.
Posiblemente podría ir para ofrecerle algo de apoyo, aunque fuera en silencio. Después de todo, él no era de los que les gustaba gritar como locos en eventos deportivos.
– Bien, mientras piensas en ello, mejor date prisa. Tu madre ya empezó a preparar la cena y si no llegas en una hora, Raiha y yo nos comeremos tu porción.
– Oye, que ni se les ocurra. – se quejó Fuutarou. Aunque hubiese comido bocadillos en casa de las quintillizas, no quería perderse la cena preparada por su mamá de ninguna manera.
– ¡Pues entonces date prisa, hijo! ¡Adiós, te veo luego!
Y dicho eso, terminó la llamada. Fuutarou apuró el paso para ir a la parada de autobús, y afortunadamente llegó justo a tiempo para que pudiera abordarlo. No creía que realmente fueran a comerse su porción de la cena, pero igual no iba a arriesgarse.
Mientras el vehículo se ponía en marcha, Fuutarou miró por la ventana. Todavía se podía ver el edificio Pentagon desde allí, y no pudo evitar preguntarse cómo estarían las hermanas luego de que él se fue. Después de todo, no era el único al que le estaba afectando el humor actual de Yotsuba.
Tal vez si la animaba en el partido de mañana la haría sentirse mejor, y eso le daría el empujón para resolver las cosas.
Al día siguiente, por la tarde…
Fue muy extraño lo lento que pasó la mañana, y más extraño aún la poca atención que puso Fuutarou durante las clases. Parecía que lo único que le importaba en ese momento era ver el reloj y desear que las manecillas se movieran más rápido. Una de las desventajas de haber terminado sus deberes de manera anticipada fue que se quedó sin nada que hacer para matar el tiempo, y la espera se le estaba haciendo eterna.
En cuanto sonó la campana de salida, Fuutarou se apresuró a recoger todas sus cosas lo más rápido posible. A estas alturas, Yotsuba ya se habría ido en el autobús del equipo de voleibol, por lo que tenía que darse prisa para llegar a tiempo a su partido. Estaba tan absorto en esto que no se percató cuando Maeda y Takeda se le habían acercado, sino hasta que había metido la última libreta en su mochila.
– Al fin das señales de vida, Uesugi. – dijo Maeda. – Casi creí que te habían reemplazado con una estatua o algo.
– Parecías estar esperando a que sonara la campana. – agregó Takeda. – ¿Acaso tienes planes para hoy?
– ¿Por qué la pregunta? – replicó él, esperando no sonar muy duro. – ¿Ustedes los tienen?
– Iremos a ver el partido del club de voleibol. No he podido ver a Matsui en días, así que pensé que podría ir a animarla un poco. – dijo Maeda, para luego darle un codazo a Takeda. – Aunque éste de aquí dice que tal vez no sea buena idea.
– No es por mí, sino por lo que dijo mi prima. – replicó el aludido. – Según me contó, no les ha estado yendo tan bien como esperaban.
Esto sorprendió a Fuutarou. Por lo que vio en el partido de práctica, no deberían tener muchas complicaciones en las primeras rondas. Especialmente si contaban con Yotsuba.
– ¿A qué te refieres con que no les está yendo bien? – preguntó Fuutarou. – ¿No se supone que ganaron sus primeros partidos?
– Sí, pero por lo que me contó, fue más difícil de lo que pensaron. – dijo el niño bonito. – Una de las suyas no estaba del todo concentrada en el juego, y sus oponentes explotaron eso. Y se suponía que eran equipos que no deberían haber sido pieza para ellas.
Escuchar eso dejó a Fuutarou intrigado. En efecto, él sabía que el club de voleibol había ganado sus dos primeros partidos, pero Ichika y las demás dijeron que Yotsuba se había negado a dar detalles al respecto, así que ninguna de ellas tenía idea de los resultados o cómo fueron las cosas. De pronto, la imagen de una Yotsuba que estaba cometiendo errores en la cancha no se le hacía tan irreal, considerando que no había estado concentrada en las clases en los últimos días.
¿Acaso todo el asunto desde el viaje a Kioto también estaba afectando su rendimiento atlético? Eso sonaba a malas noticias con M mayúscula.
– Por casualidad, la integrante que no está concentrada… ¿no será…?
– Sip, es exactamente quien estás pensando. – dijo Maeda. – Matsui me dijo que Yotsuba-san ha estado cometiendo muchos errores, y no pudo terminar ninguno de los dos partidos. Afortunadamente pudieron ganar sin ella, pero ni el equipo ni la entrenadora están satisfechas con esos resultados.
– Parece que ha estado así desde que volvió del viaje a Kioto. ¿Habrá sucedido algo? – se preguntó Takeda. – Tal vez también tenga que ver con el porqué no asistió a clases dos días.
Fuutarou se preguntaba si debería decirles lo que sucedió. En parte él tenía la culpa, por haber elegido un mal momento para confrontarla, y no se le ocurrió que las cosas iban a escalarse de esta manera. Ahora por su falta de tacto, parecía que el desastre se había propagado a todos los aspectos de la vida de Yotsuba, y él nunca quiso que fuera así.
– Iré al partido con ustedes. – les dijo. Por supuesto, ya era su plan original hacerlo, pero si ellos también iban a hacerlo, tanto mejor para él. – Tal vez pueda animarla un poco.
Al menos eso era lo que esperaba. No sabía si su presencia afectaría para bien o para mal, pero en ese momento ya no se sentía con ganas de seguir permaneciendo al margen. Eso y que también necesitaba verla, aunque no lo admitiría de dientes para afuera.
Más tarde, en el domo deportivo…
Tras tomar el autobús, los tres llegaron al lugar justo a tiempo para el inicio del partido. El día de hoy Asahiyama se enfrentaría a la preparatoria Tendouji, que a diferencia de los rivales anteriores estaba en un mejor nivel regionalmente, ya que habían podido clasificar en años anteriores a las nacionales. Eran un equipo de cuidado.
Cuando la comentarista anunció a las titulares, se alegró de ver a Yotsuba entre ellas. Sin embargo, notó que, a diferencia del partido de práctica, no la colocaron en la posición inicial para hacer el saque, sino que estaba en la línea frontal. Al parecer el equipo apostaba por otra estrategia para abrir el juego, y colocaron como zaguera a Rin Tanokura.
– ¡Tú puedes, Matsui! ¡Enséñales quién manda! – gritaba Maeda.
– ¡Muestra una digna defensa, prima! – agregó Takeda, que luego se volvió hacia Fuutarou. – Uesugi-kun, ¿no vas a apoyarlas?
– ¿Eh? Ah, sí, sí, claro. ¡Yotsuba, pelea!
Fuutarou alcanzó a oír algunos comentarios de "qué forma tan patética de animar" de parte de Maeda, pero no le prestó atención. Se fijó en Yotsuba, que ni siquiera volteó a ver hacia ellos. Aunque de nuevo, ninguna de las jugadoras de Asahiyama, ni Matsui ni la prima de Takeda voltearon a ver hacia donde estaban. Los gritos que daban se estaban ahogando en medio de todos los demás, pues el domo deportivo estaba bastante repleto ese día.
El partido comenzó con saque para Asahiyama. Tanokura logró hacer un as en la primera jugada usando su servicio especial (el flotante que luego caía violentamente hacia el suelo) dándoles el primer punto al equipo, y aunque las adversarias lograron tomarle el ritmo en la siguiente jugada, un remate de Nanase con finta sirvió para anotar el segundo punto y seguir ampliando la ventaja. En la tercera jugada, esta vez el balón le tocó a Yotsuba, que remató con fuerza suficiente para casi romper el bloqueo de su oponente, elevando mucho el balón y forzando a una de las zagueras a hacer una salvada desesperada, pero que salió desviada hacia afuera, y resultó en otro punto para Asahiyama.
– ¡Sí! – vitoreó Yotsuba. Parecía muy satisfecha con el resultado, y las demás la felicitaron. Fuutarou no pudo evitar sonreír al ver eso. Tal vez se estaba preocupando por nada. Con un buen inicio seguramente recuperaría el ritmo en poco tiempo.
Pero no fue así. Aunque Asahiyama logró tomar una ventaja temprana de cinco puntos, el siguiente remate de Yotsuba no salió tan bien como el primero. Esta vez la bloqueadora enemiga midió bien el momento en que tenía que saltar, no sólo deteniendo el remate sino plantando el balón en la cancha de Asahiyama. La sonrisa que Yotsuba tenía en ese momento se apagó ligeramente, pero sin perder su aplomo se preparó para defender. Un punto no era nada después de todo, pensaba Fuutarou.
Un punto no era nada, dos tampoco. Podían lidiar con tres… pero ya al cuarto comenzaba a preocuparse. Y fue a partir del punto del empate que todo comenzó a irse cuesta abajo para el equipo de Asahiyama. Los errores comenzaron a apilarse uno tras otro, perdiendo oportunidades muy obvias, y dejando a las adversarias muchas oportunidades para anotar. El juego de Yotsuba se volvió cada vez más precipitado y torpe. Golpeaba el balón con demasiada fuerza mandándolo fuera de la cancha, como si intentara compensar de alguna manera, y en una ocasión terminó entorpeciendo a su propia compañera al lanzarse por una pelota que claramente no era para ella.
Las adversarias notaron esto e intencionalmente comenzaron a dirigir todos sus ataques hacia ella. Claramente vieron que era el eslabón débil del equipo en ese momento y que dejaba un enorme hueco que podían explotar en su defensa, y en pocos minutos habían remontado el marcador quedándose 5-10 a favor de Tendouji.
– Por todos los cielos, ¡las están volviendo puré, reaccionen! – gritaba Maeda. – ¡Uesugi, ayúdame aquí, ¿quieres?!
– ¿De qué serviría? – preguntó él. – No parece que puedan oírnos de todos modos.
Y tenía la extraña sensación de que si Yotsuba lo escuchaba, empeoraría las cosas. Bueno, podría tal vez motivarla como pasó en el partido de basquetbol, pero ese escenario ahora parecía un 50/50, o quizás 60/40 si intentaba dar una mejor estimación.
– ¡Tiempo fuera pedido por Asahiyama! ¡Habrá cambio de jugadoras! ¡La número 4 sale por la número 11!
Fuutarou vio que Yotsuba se quedaba tiesa por un momento antes de reaccionar y abandonar la cancha, dejando que su compañera entrara en su lugar. Incluso a esa distancia, pudo ver cómo la Nakano se sentaba en su silla y hundía la cabeza entre sus manos. Probablemente en un vano intento de ocultar su vergüenza ante ese juego tan mediocre que había demostrado.
¿Valdría la pena seguir viéndolo?
…
El único consuelo que tuvo Fuutarou en el resto del partido fue que una vez que Yotsuba salió de la cancha, y pese a que perdieron el primer set, el equipo de Asahiyama recuperó el ritmo, y lento pero seguro lograron remontar en los dos siguientes y alzarse con la victoria. Sin embargo, a pesar de que habían ganado, Fuutarou no sentía ganas de vitorear o celebrar de alguna manera. Después de haber visto ese desempeño tan pobre, se sentía muy, muy decepcionado.
¿Dónde estaba la chica que vio en el partido de práctica? ¿Aquella que con su espíritu y energía inspiraba al resto y se convertía en el alma del equipo y la principal anotadora? Esta no era la Yotsuba que él conocía, aquella que le inspiraba admiración (y envidia) por su gran capacidad atlética.
No quiso quedarse a ver los partidos siguientes, así excusándose con Maeda y Takeda, que se dispuso a abandonar el gimnasio para tratar de interceptar a Yotsuba. No sabía exactamente lo que quería hacer cuando la viera, pero quería al menos hablar con ella.
Sin embargo, de camino a la entrada pasó por el corredor que daba hacia los vestidores para los equipos, y le pareció escuchar algunas voces familiares hablando. Se detuvo abruptamente al reconocer una de ellas como Yotsuba, y pegándose a la pared aguzó el oído.
– Una vez es casualidad, dos es coincidencia. Pero ya es la tercera vez, Nakano-kun. Estoy empezando a sentirme muy decepcionada de tu rendimiento.
– De verdad lo siento mucho, entrenadora. Le prometo que no volverá a suceder, yo sólo…
– Eso dijiste la última vez. – la interrumpió la entrenadora. – Y sin embargo, tu actuación de hoy fue menos que estelar. De nuevo tuvimos suerte de ganar una vez que dejaron de explotarte como nuestro punto débil.
Fuutarou no podía ver lo que pasaba, pero en ese momento no se le hacía difícil imaginarse la expresión que debía de tener Yotsuba luego de recibir esas palabras. Que la señalaran como el punto débil del equipo no debía ser nada agradable en absoluto.
– No puedo permitir que juegues los siguientes partidos si vas a continuar siendo una carga para el equipo. – dijo la entrenadora muy enfática. – Voy a tener que suspenderte.
– ¡¿Qué?! ¡Entrenadora, por favor, se lo suplico, no me eche del equipo! ¡Le juro que voy a mejorar, ya no voy a seguir haciendo tonterías! Sólo necesito…
– Yotsuba, guarda silencio. – Esta vez fue la voz de Matsui quien habló. – Nadie te está echando. Sabemos que eres una gran jugadora, y una pieza fundamental. Pero está claro que en este momento tu mente no está aquí. Y como capitana, también es mi deber pensar en lo mejor para el equipo en general.
»Así que por ahora, tendremos que valernos sin ti. No sé qué problemas tengas en este momento, pero hasta que no los resuelvas, no podemos seguir arriesgándonos. Siento mucho decir esto, pero estoy de acuerdo con la decisión de la entrenadora Kitano de suspenderte hasta nuevo aviso.
Hubo un silencio de muerte después de eso. Seguramente Yotsuba, igual que él, se estaba tomando su tiempo de asimilar lo que le estaban diciendo. Hasta a él le dolieron esas palabras, y eso que no iban dirigidas hacia él. No podía imaginarse cómo debía estar sintiéndose ella al recibirlas de frente.
Pasaron unos minutos, y vio que la entrenadora y el resto del equipo iban saliendo del corredor hacia la entrada. Él se quedó a un lado mientras pasaban para evitar meterse en su camino, pero ninguna se fijó en él. Y entretanto, también notó que Yotsuba no estaba entre ellas.
– ¡Ay! – Alguien de pronto lo chocó por detrás. – Lo siento, no me fijé por donde… ¡ah, Uesugi-san!
– ¿Yotsuba? – Hablando de ella, seguramente iba caminando cabizbaja y por eso no lo vio.
– Así que… viniste a ver el partido. – dijo tras unos momentos de silencio. – Supongo que… habrás escuchado toda la conversación, ¿verdad?
No tenía sentido negarlo, así que asintió. Vio que Yotsuba forzaba una sonrisa dentuda, que a diferencia de la habitual, no era nada alegre.
– Cielos, que vergüenza, que me hayas visto jugar tan mal. – dijo la Nakano. – Bueno, no tiene sentido lamentarse, es lo que me saco por ser tan torpe. ¡Bueno, adiós!
– Oye, espera. – Involuntariamente, la agarró de la manga del uniforme cuando intentó salir corriendo. No le dio un tirón fuerte ni nada, pero ella aun así se detuvo. – No te vayas todavía. Por favor, sólo quiero hablar.
No se dio cuenta hasta después de decirlo que su voz sonó más como una súplica. Pero eso era. No quería que ella se fuera sin al menos decirle algo, aunque no estaba del todo seguro de qué debería decirle. En ese momento, lo más probable era que terminara empeorándolo todo.
La chica suavemente le quitó la mano que sujetaba su manga, pero no se fue. Al menos se dignó mirarlo a los ojos, así que tenía que decir algo. Aunque fuese para mantenerla allí.
– Yotsuba, yo… no quería que las cosas llegaran a esto. – dijo cuando finalmente logró exprimir algunas palabras de su garganta. – Lo que te dije en Kioto, te aseguro que…
– Ja, ¿era eso? ¡No, qué va! – dijo ella. – No es tu culpa. Ahora ya ni los músculos me sirven. Qué ironía, ¿no?
Parecía que estaba forzándose a bromear con lo que le sucedía. Y eso tampoco le agradó. Quería ayudarla, hacerla sentir mejor de alguna manera, pero no sabía qué decir. Los libros académicos no tenían nada sobre cómo lidiar con este tipo de situaciones, y francamente dudaba que algún libro existiera que pudiese ayudarlo con eso.
Lo único que sabía era que no podía soportar verla forzándose a ocultar su dolor bajo una sonrisa falsa.
– Si estoy en esto es sólo por mi culpa. De nadie más. – le dijo, en una voz tan baja que casi parecía que hablaba más consigo misma que con él. – Siempre ha sido así. Todo lo que he hecho me ha salido mal, no importa cuánto me esfuerce. No hago más que empeorarlo todo para los demás, y para mí misma.
– Eso no es verdad. Sólo… estás teniendo una mala racha. A todos nos pasa.
– No, no es así. Nuestras acciones siempre se nos devuelven. Esto son sólo las consecuencias por todos mis errores.
– ¿Tus errores? Mira, si estás hablando sobre la campana y el…
– No, no se trata de eso. – lo interrumpió ella. – Y descuida, no te voy a importunar con mis problemas. Esto lo arreglaré por mi cuenta.
Se giró para marcharse, pero él preventivamente se puso enfrente de ella bloqueándole el paso. Trató de irse por la izquierda, pero de nuevo se interpuso. Siguieron así por un rato, pero él no la dejaba pasar.
– Hazte a un lado, por favor, me tengo que ir. – pidió ella, aunque sonaba al borde de ser una orden y no una petición.
– No hasta que me digas lo que pasa. ¿A qué te refieres con tus "errores"? ¿Qué es lo que no me estás contando?
– No es nada. Nada que deba preocuparte. – insistió ella, alzando ligeramente la voz. – Ahora por favor, déjame ir.
De nuevo se negó, y continuaron haciendo el mismo baile de lado a lado. La chica claramente empezaba a desesperarse, pero él estaba decidido a no dejarla irse sin que hablara. Ya estaba harto de todo esto.
– Uesugi-san… perdóname por esto. – dijo poniendo las manos en posición de súplica.
– ¿Qué? ¡AAARRGH!
Todo pasó demasiado rápido. Vio cómo Yotsuba levantaba la pierna y luego bajaba violentamente su pie sobre el de él. Su zapato hizo muy poco para amortiguarle el pisotón, por lo que ella pudo salir corriendo por el otro lado, y debido a estar sujetándose el pie adolorido por reflejo no pudo perseguirla a tiempo. Para cuando el dolor se apagó lo suficiente, ella ya se había escapado, y al salir del domo deportivo la había perdido por completo de vista.
– Diablos, debí tomarme más en serio el entrenar con ella.
Por frustración, golpeó la pared a su lado. De nuevo se le había escapado, lo cual no debería ser una sorpresa dada su falta de condición física. Pero eso era el menor de sus problemas en ese momento. Ahora tenía muchas más preguntas dándole vueltas en la cabeza, y la sensación de que había mucho más detrás de los problemas de Yotsuba de lo que parecía.
¿A qué se refería con "errores"? Énfasis en el plural, porque que él supiera, ella no había hecho nada más fuera del beso debajo de la campana. Por lo menos, no a él, no desde que se conocieron el año pasado. Seguro, era una chica con serias dificultades académicas, pero nunca hizo nada para entorpecerlo en su trabajo ni nada de eso, y siempre fue amable y atenta con él. No se le ocurría qué podría haber hecho que la hiciera tomar esa actitud.
Eso quería decir que había hecho otras cosas, cosas que seguramente le avergonzaban tanto que no quería decírselas. ¿Debería insistir en ello? Tal vez la respuesta no le gustaría, si Yotsuba se esforzaba tanto por guardarla de ese modo.
Esta historia continuará…
Notas del autor:
Uff, hasta que por fin logré terminarlo. Un mes más tarde de lo que habría querido, pero por lo menos no dejé que el año se fuera sin actualizar esta historia. La terapia en mis manos ha ayudado, pero igual debo ir a un ritmo más lento de lo que me gustaría, especialmente con todos los pendientes que tengo, y no quisiera sufrir una recaída que me vuelva a dejar sin poder volver a escribir por un largo tiempo.
Pero bueno, creo que ya logré sortear el capítulo más difícil que he tenido que escribir en esta historia, más que nada porque estuve muy atascado con los eventos y los diálogos de los personajes. No sé si les haya pasado, que tiene uno la idea general en la cabeza, pero los detalles parecen no fluir de forma natural, si eso tiene algún sentido. Pero al menos ya logré mi objetivo, de mostrar las consecuencias de lo que sucedió en el viaje escolar, y cómo se propagaron a todo lo demás en la vida de Yotsuba, y ahora también al propio Fuutarou que no puede evitar sentir que fue por su culpa que ella esté así ahora. Como curiosidad, originalmente iba a terminar este capítulo con una escena más para darle algo de protagonismo a Ichika, pero al ver que se estaba alargando mucho, y en vista de que quería actualizar, decidí recortarla y ponerla en el siguiente. Sin dar mucho spoiler, quería darle a Yotsuba un empujón (bastante fuerte) para que finalmente decida afrontar sus problemas en lugar de huir de ellos. Así que bueno, en el próximo será cuando las cosas comenzarán a arreglarse, porque es obvio que no van a volver a la normalidad así nada más, pero los pondrá en el camino correcto.
Ya, eso es todo. Gracias por los reviews a Likework, AGGSS8 y AndyKurosaki98, y también a Shadechu Nightray por su continuo trabajo de beta. Me despido de esta historia por este año, y espero poder volver a una publicación regular el próximo, ya que le dedicaré los días que restan a mis otros trabajos. Hasta la próxima, que pasen una feliz Navidad, y sayonara.
