Capítulo 5

Estaba siendo una semana de locos, con un montón de reuniones y apenas tiempo para descansar entre una y otra. Aunque ya debería estar acostumbrada, porque su trabajo consistía básicamente en papeleo y reuniones.

Mientras se comía un sándwich y revisaba la documentación para la siguiente reunión, le sonó el móvil. Casi se atragantó cuando vio el número de teléfono del colegio. Tragó con rapidez y contestó.

-¿Sí?

-¿Señora Strauss? Soy la enfermera Howard, del colegio de sus hijos, la llamo por Olivia.

-¿Está bien? ¿Le ha pasado algo? -preguntó con preocupación.

-Olivia lleva un rato vomitando, y tiene fiebre. Tiene que venir a buscarla.

Erin miró el reloj: tenía cuarenta y cinco minutos antes de que comenzara la reunión, y tardaba algo más de media hora en llegar al colegio. Y eso sólo en el viaje de ida. No le daba tiempo ni de broma.

-Está bien, voy enseguida.

Colgó con un suspiro. Recogió sus cosas y salió de la oficina. Lisa, su secretaria, había salido a comer, aunque volvería en unos veinte minutos. Le dejó una nota en la pantalla del ordenador, con la orden urgente que la llamara en cuanto llegara.

Estaba cerca del colegio cuando la llamó. Le pidió que retrasara la reunión con el director a un par de horas más tarde, que le había surgido un problema personal y había tenido que salir. Sabía que al director Steel no le gustaría, habían reprogramado la reunión ya dos veces, pero antes que el trabajo, estaban sus hijos (aunque había tardado tiempo en darse cuenta de eso. Había sido necesario la infidelidad de su marido para darse cuenta de ello).

Cuando entró en la enfermería, se le encogió el corazón. Olivia estaba acostada en la camilla, pálida y despeinada. Las perfectas trenzas que la niña llevaba hacía unas horas al salir de casa, estaban prácticamente desechas. La camisa del uniforme se le salía en la cintura de la falda, y estaba acostada en posición fetal sujetándose la tripa.

-Ha vomitado un par de veces, es el virus estomacal que circula por el colegio desde hace unos días. Le he dado un poco de jarabe para la fiebre -informó la enfermera Howard detrás de ella.

Erin asintió, cogió a la niña y salió. Olivia se apoyó contra ella, que posó su mano en su frente para comprobar si estaba caliente. Sin duda, tenía fiebre.

Faltaban un par de horas para que terminaran las clases y Nora y Jasper salieran. Nora solía quedarse con sus hermanos, a regañadientes, pero lo hacía. No iba a dejar a la niña sola en casa estando enferma, aunque solamente fueran un par de horas. Tenía doce años y le gustaba pensar que era mayor, pero ella no era tan imprudente como para hacerlo.

No tenía ya una niñera fija, y con tan poco tiempo, sería imposible conseguir una. Pasó por su cabeza que tal vez podría llamar a Mark, pero sabía que eso sería casi peor que dejar sola a la niña.

Así que sabía que su única solución era llevársela a la oficina. Dejaría a Olivia acostada en el sofá descansando, y al terminar la reunión, se irían a casa.

Olivia ni siquiera protestó cuando su madre la ayudó a salir del coche en el aparcamiento del edificio del FBI. Abrazó a la niña en el ascensor, que apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos. Erin sabía que lo único que quería su hija era acostarse, así que la condujo lo más rápido que pudo a su oficina. Lisa entró detrás de ellas.

-El director está muy enfadado por el cambio de hora, debería ser puntual. Muy puntual -puntualizó la chica.

-Lo sé, Lisa. Lo haré, gracias por todo.

-¿Necesita algo más? -vio como su jefa se arrodillaba frente a la niña.

-No. Puedes retirarte -besó la frente de Olivia y le susurró que pronto se irían a casa. La niña asintió en silencio con los ojos cerrados.

Entró en su baño privado y mojó una toalla en agua fría. Se la colocó en la frente para que no le subiera más la fiebre. Esperaba que con eso y el jarabe que le había dado la enfermera, la niña aguantara hasta llegar a casa. Si empeoraba, tendría que llevarla al hospital.

Miró el reloj en su muñeca. Le faltaban quince minutos para la reunión, y quería llegar antes de tiempo. Sabía que tendría que soportar la furia del director y esperaba poder aplacarla un poco.

-Erin, te traigo… -el agente Hotchner se paró en seco al ver a Olivia en el sofá-. ¿Se encuentra bien?

-Está enferma, y yo tengo que irme ya -respondió levantándose y dirigiéndose a su mesa-. Trae eso, luego le echo un vistazo.

Estiró la mano para coger el informe que Hotch llevaba en la mano, mientras reunía los informes para la reunión con el director, sin mirarlo a la cara. Hotch pudo decir que estaba estresada.

-Puedo quedarme con ella, si quieres -Erin lo miró sorprendida-. Puedo trabajar desde aquí, y vigilarla. Así no se queda sola.

Ella lo pensó un momento. Iba a pedirle a Lisa que entrara de vez en cuando y la vigilara, pero si Aaron se quedara con ella…

-De acuerdo. Te debo una.

Se acercó a la niña y le susurró que se tenía que ir, que se quedaba con su amigo Aaron. Olivia miró por encima de su hombro hacia él y asintió. Besó su frente para despedirse y se marchó corriendo.

Dos horas y media después, volvió a entrar en su oficina. Olivia estaba despierta, aunque seguía acostada, y Aaron trabajaba concentrado en la mesa grande. Le sonrió levemente cuando la vio entrar.

-¿Qué tal la reunión? Nosotros por aquí muy bien, ¿verdad, Olivia?

La niña asintió y Erin pudo notar el cansancio en su cara. Tocó su frente para comprobar que no tuviese fiebre.

-Bien, levántate Liv, nos vamos a casa.

Metió unos archivos en el maletín para seguir trabajando desde casa. Hotch aprovechó para recoger sus cosas también.

-Espero que se recupere pronto. Avísame si necesitas algo ¿vale? -ofreció él antes de marcharse.

-Muchas gracias por todo, Aaron. Te agradezco mucho lo de esta tarde.

-No ha sido nada. Nos vemos mañana.

Hotch se despidió de Olivia, y unos minutos después, madre e hija iban también camino a casa.


Erin suspiró mientras se sentaba pesadamente en el sofá. Aunque parecía que se encontraba mejor, Olivia había vuelto a vomitar antes de acostarse. Cuando estaba enferma se volvía más pegajosa, así que se había quedado con ella hasta que se había dormido.

Nora estaba histérica por un examen, y Jasper se había enfadado al recibir un mensaje de su padre diciendo que no podrían verse el fin de semana, así que se había acostado sin cenar.

Y ella había llamado a su ex marido para preguntarle cuál era su excusa esta vez para decepcionar una vez más a sus hijos, y habían terminado discutiendo a gritos. Estaba completamente agotada de todo.

Se estaba quedando dormida cuando sonó el timbre. Por un instante, pensó en no abrir, pero cuando volvió a sonar, se levantó. No quería que despertaran a los niños.

Se sorprendió al abrir la puerta, pero una sonrisa se formó en su cara.

-¿Aaron? ¿Qué haces aquí?

-Perdona si es un poco tarde. Te he llamado, pero tienes el teléfono apagado. Quería saber cómo está Olivia.

-Ha vuelto a vomitar, pero al menos ya no tiene fiebre. Mañana no irá al colegio.

-Me alegro que se encuentre un poco mejor. Los virus estomacales son así de imprevisibles.

-¿Te apetece un café? Ya que has venido hasta aquí.

-Si, muchas gracias.

Se hizo a un lado para que pasara, y él esperó hasta que cerrara la puerta. Luego la siguió a la cocina. Se fijó en la decoración de la casa, y pudo decir que era tal y como era ella. Todo ordenado, serio pero acogedor. Como había descubierto que era ella.

Se quedaron en la cocina, hablando de cosas sin demasiada importancia pero con gran comodidad entre ambos. Cerca de una hora después, Hotch se despidió.

Erin se aseguró que todo estuviera recogido y limpio antes de acostarse. Mientras subía las escaleras con lentitud, se dio cuenta de que hacía algún tiempo que no sentía la carga de que toda su vida se había desmoronado por su culpa. Y eso se lo debía a Aaron.

Continuará…