Capítulo 7
Él la cogió y la giro hacia la cama, se sentó a los pies de la cama, con ella sentada en su regazo. A tientas busco el cierre del sujetador, cosa que le costó bastante, haciendo reír a la chica, casi estuvo a punto de gritar cuando consiguió abrir el cierre.
Mel intento taparse en cuanto sintió que le quitaba el sujetador, aunque estuviera todavía con la camiseta puesta, pero aun así se sentía desnuda. Él se lo impido agarrándola de sus muñecas con una de sus manos y con la mano libre la volvió a meter debajo de la camiseta y acaricio su vientre, fue subiendo poco a poco las manos hasta que llego a los pechos, donde se paró a acariciarlos.
Mel empezó a gemir descontroladamente, mientras miraba hacia otro lado avergonzada.
-mírame – ordeno él mientras la mordía la barbilla.
Ella lo miro con vergüenza mientras se estremecía. Él sonrió y la mordió el cuello, ella al sentirlo arqueo la espalda.
-eres hermosa -susurro George antes de quitarle la camiseta y dejarla desnuda por la parte de arriba para deleite de él -muy hermosa.
Ella intento soltarse parar taparse, pero él se volvió a impedir mientras bajaba su boca hacia uno de sus pechos, a la ver que con la mano libre acariciaba el otro pecho.
Mel no paraba de gemir, sintió vergüenza al oírse gemir tan alto que se mordió el labio inferior para acallarlos, cosa que molesto a George, quien con la boca cogió un pezón con los labios y lo mordió, provocando que Mel soltara un grito de placer, bajo la mirada hacia él y lo miro sorprendida.
-me gusta oírte gemir, no calles tus gritos, disfrútalo -susurro George antes de besarla con desesperación, la soltó y se giró dejando a Mel tumbada en la cama con él encima.
Mel se olvido de todo y se abrazo a George por la espalda para acercarlo a ella, solo quería sentirlo a él. Él con ayuda de ella, quito la ropa que a ambos les quedaba, cuando estuvieron totalmente desnudos, George se pegó a ella, haciéndolos gemir a ambos. La chica acaricio el cuerpo de él totalmente hipnotizada, él la miro y cuando la vio levantar la mirada hacia él, la beso con desenfreno, era adicto a su boca y a su piel.
El beso se volvió mas apasionado, mas desesperado, cuando George noto que ella estaba preparada, la penetro, Mel gimió fuertemente cuando lo noto por fin dentro suyo, se sintió por fin entera, lo abrazo por el cuello y lo pego más a ella, quería sentirlo más cerca de ella.
George empezó a moverse lentamente, ella se empezó a mover a la par que él, ella no paraba de gemir volviendo loco a George que aumentaba los movimientos.
Hicieron el amor de forma lenta y profunda, cuando alcanzaron el clímax juntos, se acurrucaron juntos recuperando la respiración.
-me podría acostumbrar a esto -susurro George mientras pegaba a Mel más a su cuerpo.
Mel sonrió tímidamente, ella también se podía acostumbrar a eso, le gustaba la sensación de seguridad que encontraba entre los brazos de él. Se estaba empezando a sentir querida, cosa que nunca se había sentido así, salvo cuando era muy pequeña.
-¿en que piensas? -pregunto George mirándola con una sonrisa, le gustaba verla tan relajada.
-en lo bien que me siento en tus brazos -soltó ella sin darse cuenta, haciendo sonreír a George.
Mel en cuanto se dio cuenta de lo que había dicho y se dio la vuelta avergonzada, George se rio y la abrazo por la espalda haciendo estremecer a Mel, el chico la beso en la nuca antes de hablar.
-me gusta mucho oír eso -susurro el chico en su oído para después besarla en el cuello, ella se estremeció y le dio un codazo flojo en el estómago.
El chico se rio y le dio la vuelta, haciendo que lo mirara, ella tenia la cara totalmente roja de vergüenza, él la acaricio la mejilla con las yemas de los dedos.
-no te avergüences, es bonito, un poco cursi si, pero me gusta que en mis brazos te sientas segura -dijo él sonriendo para después besarla, ella respondió gustosa, el beso poco a poco se empezó a tornar cada vez más apasionado.
Él sin romper el beso, se tumbo de espaldas y la puso encima suyo, mientras el beso se intensificaba.
-tenemos que levantarnos, aunque sea el Domingo, hay que hacer cosas -susurro ella entre besos, mientras el la acariciaba la espalda.
Se quedaron un rato más, hasta que decidieron que era hora de levantarse, fueron a desayunar y después se pusieron a limpiar un poco la casa, se encontraba limpiando el salón cuando llamaron a la puerta.
-¿Quién será? -pregunto Mel mirando hacia la puerta extrañada, ya que nadie sabía que vivían allí y los que lo sabían no podían ir.
-no tengo ni idea, pero ponte detrás de mi -dijo George mientras la ponía detrás suya, para después sacar la varita.
-George hijo, somos nosotros, ¿estáis despiertos? -pregunto la voz de su madre detrás de la puerta.
George suspiro extrañado mirando a Mel que lo miro seria y abrió la puerta encontrándose con su madre.
-¿Qué hacéis aquí? -pregunto su hijo mientras se dirigían hacia el salón.
Cuando ya estuvieron todos dentro del salón, vieron que los demás miembros de la familia que sonreían sin acercarse.
-pues venir a verte, ¿hay algún problema? -dijo la mujer sonriendo.
-pero…. -George fue interrumpido por un discreto golpe e la espalda que le dio Mel, él la miro y ella le sonrió de forma extraña.
-os vamos a traer una taza de té frio -dijo Mel mientras empujaba a George discretamente hacia la cocina.
-gracias, hija, tengo mucha sed -dijo la mujer sonriendo mientras se sentaba. George miro extrañado a su madre, ya que a ella no le gustaba el té frio, pero se mantuvo callado.
Cuando llegaron a la cocina, George miro extrañado a Mel que estaba seria.
-¿Qué pasa? -pregunto él mirándola, ella se acerco para susurrarle al oído.
-pasa que esa, no es tu familia, creo que son Mortifagos -susurro Mel para que solo él la oyera.
-claro que son… -George volvió a ser interrumpido por la chica.
-tu madre odia el té frio y por lo que la conozco no se soltaría una orden directa de McGonnagall, y si le diera por venir avisaría y vendría por la chimenea, cosa que seria lo mas normal, pero ellos han llamado a la puerta y me ha parecido oír un ruido antes de que llamaran -termino Mel cogiendo la garrafa de té y sirviéndolo en varias tazas.
-¿Qué hacemos? -pregunto él preocupado mirándola.
-no lo sé, pero tenemos que ser precavidos -soltó ella mientras ponía las tazas en una bandeja.
-chicos, ¿pasa algo?, tardáis mucho -dijo la mujer asomándose a la puerta de la cocina, los chicos sonrieron y salieron de la cocina cargando las tazas de té frio.
