Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.


Capítulo 1

—Pobre cosita bella.

El primer tutor guardián de Bella Swan se cernía sobre la cuna en la que ella se encontraba, durmiendo al fin. La mujer acarició la mejilla llena de lágrimas y pasó sus dedos por su cabello, sin saber qué más hacer con la pobre niña. Ella había llorado hasta que su voz quedó ronca, llamando a gritos a su mami y papi.

¿Cómo le explicaba alguien a un bebé de quince meses que su mami y su papi no vendrían a buscarla? La mujer deslizó su dedo gentilmente por el raspón en la barbilla de la pequeña—la única evidencia del horrible accidente del que ella había sido rescatada. Este bebé no comprendía que era un milagro que estuviera viva, que los paramédicos la habían desenterrado del metal torcido de tres coches distintos y de alguna manera la habían encontrado ilesa.

Todo lo que ella sabía era que había estado rodeada de extraños por dos días ya. Ella quería su propia cuna y sus propios juguetes. Quería a su mami. Quería a su papi. Quería todas las cosas que hacían bueno su mundo.

Su madre de acogida apartó el cabello de sus ojos, notando que la pequeña Bella se veía miserable incluso durmiendo.

Pobrecita —dijo con un chasquido de su lengua—. Tu abuela Marie no está en condiciones de cuidar un bebé, pero se va a asegurar que los asuntos de tu papi y tu mami estén en orden para ti. Vamos a tratar de encontrar a tu tía, bebé.

La mujer suspiró. Ella sabía cómo terminaba esta historia. Tía joven y voluble. Incluso si la encontraban, era dudoso que ella quisiera una bebé, si la madre de acogida lo entendía correctamente, ella ni siquiera la había conocido.

—Pero, sabes, niñita bonita, eres una bebé tan preciosa. Si tu tía no viene, estoy segura que serás adoptada de inmediato. Eres una niña tan hermosa.

Ella salió hacia el pasillo y regresó con una representación bellamente tallada de un ángel.

—Toma. Esto es tuyo ahora, bebé. Lo que sea que pase, debe haber una razón para todo esto. Nadie debía salir vivo de ese accidente, mija. Nadie. Y mírate. Escasamente un rasguño. Le agradas a alguien de allí arriba, pequeña. —Colocó la escultura sobre un estante frente a la cuna—. Nunca lo olvides, hermosa Bella. Los ángeles están cuidándote.

~FAH~

—Ella no era tu obligación para vigilar.

El ángel guerrero se arrodilló frente al Comité de Juicio, y se inclinó en señal de remordimiento.

—Explícate.

El director del comité era uno de los pocos ángeles con nombres. Había dos tipos de ángeles que llevaban identificación que los separaban de los otros: aquellos, como Carlisle, que habían ganado su individualidad y aquellos que llevaban sus nombres con vergüenza como castigo.

El ángel guardián se enderezó.

—Salvé mi obligación, así como me ordenaron. Yo...

—Sí, protegiste al humano dejado a tu cargo, pero también a la niña. No cambies de tema. —Un trueno retumbó por el lugar, enfatizando las palabras de Carlisle y su ira—. Sabes lo que está en juego aquí. Las muertes de los humanos están predichas. Escritas. Tu obligación necesitaba tu protección para asegurar su supervivencia, pero la chica... Ella debía morir.

El ángel guerrero se encogió.

—Era demasiado desperdicio.

—Los humanos mueren. Todos mueren. Algunos antes que otros.

—No podía permitir que se muriera —soltó el ángel guerrero—. No puedo explicarlo. Simplemente no podía.

—El deseo de protegerla es, al menos, un poco comprensible. Los ángeles están destinados a proteger a los humanos. Pero tú sacrificaste una vida para hacerlo.

El ángel guerrero agachó la cabeza de nuevo.

Él ni siquiera había pensado en lo que estaba haciendo antes de hacerlo. Fue un accidente automovilístico. Uno horrible. Su obligación había quedado atrapado en el medio, y era su trabajo asegurar que su humano saliera con vida. Él lo había hecho, pero había visto a uno de los pasajeros en el otro coche—una hermosa bebita. No había manera que ella saliera con vida así como transcurrían las cosas, así que había actuado por instinto. Había empujado uno de los coches, y el coche del bebé se abolló a su alrededor en vez de encima de ella.

Otro trueno retumbó cuando Carlisle suspiró.

—Hay consecuencias para tus acciones. La vida de la niña es un misterio, no está escrita en absoluto.

Ninguna vida humana estaba completamente escrita, pero algunos puntos estaban fijos, algunos eventos predichos. Los ángeles, como los humanos, también tenían libre albedrío. Cometían errores y tomaban decisiones. La bebé no era la única anomalía en existencia. Era una preocupación. Las anomalías podían interferir con eventos predichos, provocando un efecto dominó.

—Y está la preocupación por el ser humano cuya vida desperdiciaste sin pensarlo.

—Las vidas humanas son fugaces, un instante —dijo el guerrero—. Y él volverá a nacer. Al final, ¿qué importa una vida?

Carlisle inclinó la cabeza con incredulidad. Los demás en el comité se sentaban con rostros llenos de crítica silenciosa.

—Las vidas humanas son un suspiro, y eso es lo que las hace valiosas. Tengo que creer, ya que salvaste a la niña, que eres consciente del valor de la vida humana. Pero me aseguraré de ello.

Cuando volvió a hablar, su voz sonó con un doble timbre de condena y magia. Esta era la sentencia del guerrero.

—Por la presente, quedas despojado de tu rango y posición. Servirás tu sentencia por la duración de una vida humana. La niña, Isabella Swan, es tu única obligación. La cuidarás.

El guerrero mantuvo su cabeza agachada. Su sentimiento previo, que una vida humana era un abrir y cerrar de ojos, instantáneamente resultó ser una tontería. Saber que él sería rebajado a vigilar la vida de la niña... hacía que el tiempo fuera demasiado largo. Le había llevado un milenio alcanzar el rango de guerrero, y no podía comenzar de nuevo hasta que su sentencia hubiera sido cumplida.

—Y...

La cabeza del guerrero se levantó con sorpresa y horror.

—Te concedo el nombre de la vida que robaste, el hombre cuyos años negaste. Su nombre era Edward Cullen, y de aquí en adelante, será el tuyo.

El aire tenía un tono de finalidad, y así fue que, el ángel que llegó como un poderoso guerrero, se fue como Edward, un vigilante.


¡Bienvenidas a una nueva traducción!

Como verán es algo diferente a lo que suelo traer, pero espero que les guste este angelward.

Les cuento que esta historia tiene 28 capítulos y obvio que final feliz ;) Espero que nuevamente me acompañen, recuerden que subo adelantos en mi grupo.

Abrazos,

Pali