—Hola, soy Harry Potter, nos conocimos ayer por la mañana… —la voz de Harry sonó áspera, y titubeante—, estoy aquí con la intención de ofrecerte una disculpa, no fue mi intención ser grosero
Al terminar de hablar, Harry sonrió tanto cómo le fue posible pero segundos después fue borrando dicha expresión en su rostro.
—Esto es absurdo —dijo Harry sintiéndose patético.
Era una pérdida de tiempo estar ensayando frente al espejo de su habitación lo qué le diría al chico del mostrador para resarcir su error. Harry era consciente qué al no conocerlo la reacción contraria podría resultar ser negativa, además él mismo provocó toda esa situación qué si bien no fue tan grave, él sentía que sí.
¿Pero por qué?. No tenía motivos para crear una tormenta en un vaso de agua, todo era simple culpabilidad, ¿Acaso debía preocuparse tanto por eso?. Seguir el consejo de Sirius no le serviría de nada, lo mejor era no disculparse y fingir demencia cada vez qué pisara la cafetería de la universidad.
Harry se dejó caer de espaldas sobre el colchón de su cama, sus pies quedaron ligeramente separados del suelo, nada le hacía sentir mejor y ya se estaba preocupando, así qué optó por tomar una ducha de agua fría tal vez eso le bajaría los pies a la tierra.
El café número diez si no se equivocaba, estuvo a punto de derramarse sobre su mano, lo cuál le habría dejado una grave quemadura debido a la alta temperatura en la qué fue vertido dentro del vaso cartón. Le estaba costando horrores adaptarse al nuevo empleo en la cafetería de la universidad central de Londres, servir un simple café americano era mucho más difícil de lo qué alguna vez imaginó. Por la mente de Draco jamás pasó tener qué enfrentarse a lo dura qué era la vida sin ayuda, siempre tuvo lujos, asistía a una de las universidades más prestigiosas y ricas de la ciudad qué prácticamente le fue imposible llegar a creer lo contrario y dichos pensamientos quedaron grabados en su memoria gracias a esa absurda idea que, le nadie le quitaría su poder pasara lo que pasara y de lo qué claramente su padre era responsable desde qué tuvo uso de razón, la vida daba muchas vueltas y ahora se daba cuenta lo equivocado qué estaba.
Afortunadamente contaba con Ginny, una chica cómo pocas en esa nueva universidad, al menos para él. No podía asegurar qué ya eran amigos pero si buenos compañeros de trabajo y qué a pesar de no tener conocimiento en cuanto al funcionamiento de la máquina de café logró aprender lo básico en cuestión de minutos, por lo qué el servicio en la mañana fue un poco más lento de lo normal, además ese día Hermione había pedido permiso al dueño para ausentarse durante su turno.
Hermione Granger no sólo era su compañera de clase, también era su roomie y mejor amiga. Ese día, Hermione le hizo el enorme favor de comprar unos libros qué necesitaría para empezar el año y qué no había adquirido por falta de estabilidad y tiempo. Hermione fue un ángel caído del cielo para Draco desde qué la conoció. La situación a la qué enfrentaba en ese momento no era fácil para él, por qué no sólo ya no vivía en la gran Mansión Malfoy ni dormía en su amplia habitación, sobre el colchón más suave, cubierto por las sábanas más cálidas y refinadas, sin tener qué preocuparse por acomodarlas al despertar, pues de todos esos detalles se encargaban los múltiples sirvientes de la mansión. Ahora se alojaba en un departamento compartido, únicamente para estudiantes universitarios y gracias a qué conoció a Hermione un año atrás en un albergue de animales (gatos y perros para ser específicos y alguna qué otra ave con la necesidad de construir un hogar). Draco siempre tuvo la intención de ayudar cómo le fuera posible a los animales en situación de calle (principalmente por abandono) y brindarles un hogar a aquellas mascotas recién nacidas y qué sus dueños por cualquier razón no pudieran mantener.
El albergue había resultado ser el lugar especial a dónde iba cuando no soportaba más a su padre y durante largos periodos de tiempo se sentía querido y abrazado por aquellos seres de compañía, además de las señoras qué laboraban en dicho lugar, acompañadas de voluntarias cómo Hermione Granger y Luna Lovegood, una chica rubia qué estudiaba veterinaria en la misma universidad qué Hermione. Draco por su parte daba grandes donaciones, si tenía tanto dinero al menos quería qué fuera destinado para el bien de los animalitos.
Pero en su nueva realidad, contaba con el problema de continuar sus estudios en una escuela de gran prestigio como había estado acostumbrado. Draco confiaba en Hermione como pocas personas en su vida y fue en ella la persona qué lo ayudó en el momento más vulnerable de su vida y le estaría eternamente agradecido. No obstante, la castaña no había sido la única en brindarle una mano. Fue Luna quién siendo la hija del rector de la universidad central de Londres, le apoyó en su ingreso a dicha institución, brindando facilidades al momento de inscribirse y la oportunidad de obtener una beca en un corto plazo, al conseguir las calificaciones establecidas por la universidad, la chica también resultó ser muy buena amiga, ahora se arrepentía de haber tratado mal a cualquier persona qué se cruzara en su camino, nunca pensó llegar a necesitar la ayuda de nadie.
Al principio creyó ser víctima de la más grande las humillaciones, él era lo suficientemente millonario cómo para carecer de algo material, hasta qué sucedió algo qué cambió completamente su vida y qué recordaba diariamente a pesar de tener la intención de mejorar su vida, además había un pequeño detalle qué no le favorecía; por dentro era el mismo, nadie cambiaba de la noche a la mañana y mucho menos se acostumbraba a una vida sin lujos, una dónde los Malfoy no tenían dinero, pero él era un Malfoy Black, mantenido por su padre, con todas las comodidades qué alguién podría soñar. Draco Malfoy no estaba ni cerca de imaginar qué algún día tendría que valerse por sí mismo, generando ingresos por sus propios medios, sin una fortuna heredada, completamente en ceros y una carrera sin culminar. Quizá exageraba un poco con la parte de no tener dinero, Draco poseía una cuenta de ahorros qué su padre no logró arrebatarle después de haberlo echado de casa en muy malos términos, y no le era grato de recordarlo pero no podía evitarlo, esa nueva realidad sería su pesadilla por un largo tiempo.
Llegó puntual a la cafetería, digitó su número de empleado en la pequeña máquina de acceso al personal qué se encontraba a un costado de la entrada principal, enseguida la puerta se abrió, contaba con un par de segundos para entrar antes de qué la puerta bloqueara el acceso y tuviera qué teclear el número de nuevo. El pasillo para llegar a los lockers se encontraba vacío, aún era muy temprano, eso lo sabía, simplemente no logró quedarse más tiempo en la cama con un mar de pensamientos, Draco no sólo debía ponerse al corriente con un par de tareas, ahora tenía la responsabilidad de integrarse a alguna actividad extra curricular para cumplir con los créditos de la carrera, cosa qué en su anterior universidad de niños ricos no tuvo qué pasar, pero ahora todo pintaba mucho más difícil, además el dinero no era para siempre y si no trabajaba se las vería muy mal, su reciente plan era pagar la colegiatura semestral con sus ahorros, y con el trabajo el resto de sus gastos.
Su primer día no fue tan espantoso cómo creyó, Ginny era paciente con él, además de ser la qué mejor conocimiento tenía en cuanto al funcionamiento de la cafetería, y admitía su admiración por la chica, Draco apenas lograba preparar cafés en la máquina a pesar de tener toda su atención en su trabajo, y fue hasta qué escuchó un comentario peculiar de alguna persona formada en la fila qué obtuvo su primer quemadura de café en la mano, al haber prestado la atención suficiente al despectivo comentario.
—La gente nueva que contratan debería tener la noción de lo que hace —expresó un chico formado en la fila en tono hostil.
¿Quién era ese idiota y quién se creía para expresarse así de él?. Draco estaba por abrir la boca y mandarlo a la mierda, pero Ginny se adelantó al momento de hablar.
—Harry, si tanto te molesta esperar, ven a servirte tú mismo el café —le respondió Ginny con severidad.
Lo dicho por la pelirroja le hizo sonreír malicioso, más no se iba a limitar de poner a ese imbécil en su lugar.
—No creo que tenga la más mínima noción de cómo es qué funciona una máquina de café industrial, la arruinaría —expresó el rubio cruzando su mirada gris con la verde de Harry por una fracción de segundo, antes de continuar en lo suyo.
Draco logró escuchar un par de comentarios del resto de personas esperando su café al igual que ese sujeto, sobre lo mal qué se había expresado de su persona, al menos algo bueno sucedió y eso para el pequeño ego de Draco le hizo sentir satisfecho.
Atendieron a los clientes de manera rápida y sin hacerles esperar demasiado, todo con el fin de cerrarle la boca a ese cuatro ojos qué se había atrevido a insultar su trabajo, e ignoró las ligeras quemaduras de café en su piel.
—¿Lo de siempre? —preguntó Ginny tomando la orden, claramente molesta.
—Sí, un latte de vainilla y un capuchino —confirmó el chico pelirrojo.
Si Draco no se equivocaba, había cierta similitud entre el chico ojiazul de lado contrario del mostrador y Ginny, sobre todo en el tono del cabello, aunque Ginny lo conservaba mucho más cuidado.
La pelirroja asintió, registró el pedido en la computadora, realizó el cobro e imprimió el ticket para entregárselo a Draco quién tomó la orden y no tardó más de cinco minutos en entregarles el café sin dedicarles al menos una mirada, ninguno merecía su atención.
Draco sintió alivio cuando los vió salir. Ginny le miró comprensiva en cuanto se fueron.
—Qué no te quite el buen humor —ánimo la pelirroja.
Draco sonrió de lado antes de volver su atención al siguiente pedido.
Horas más tarde ambos compañeros de trabajo y colegio se encontraban en el área de lockers recogiendo sus pertenencias antes de tomar camino a su primera clase del día; Administración. La cual ambos compartían a pesar de ir en carreras distintas, Ginny estudiaba Ciencias Ambientales, Draco cursaba la licenciatura en una de las siete bellas artes: Música, y Hermione literatura.
No era un secreto qué Lucius Malfoy se negaba rotundamente a qué su hijo estudiara una carrera qué según sus ideas no era digna de un Malfoy y sobre todo para hombres, él deseaba ver a Draco cómo un gran abogado y así encargarse de la parte legal de la empresa de la familia Malfoy - Black dedicada al sector financiero. Sin embargo a pesar de las intenciones de su padre y las futuras ganancias siendo un socio más de las empresas, Draco no se visualizaba trabajando en un lugar qué no le apasionara, siendo esta la principal razón de qué Narcisa Malfoy, madre del rubio, sugiriera fingir qué Draco era un estudiante de derecho en la universidad qué su padre había elegido para él. Sin embargo la madre del rubio lo apoyó para estudiar Música, la carrera qué su hijo tanto amaba, ambos Malfoy eran conscientes qué tarde o temprano la verdad saldría a la luz, sin embargo lograron engañar al "jefe de la familia Malfoy", cosa qué nadie conseguia, sin embargo ellos tenían la ventaja de conocerlo tan bien cómo para hacerle caer en una mentira de tal magnitud durante más de dos años, hasta qué un día Lucius acudió a la universidad más prestigiosa de Oxford (después de un suceso qué marcó la vida del rubio y su familia) para dar de baja a su hijo y ahí mismo fue dónde se enteró qué Draco nunca estuvo inscrito, la rabia qué sintió su padre no logró explicarla, fue tanta la ira qué no detuvo sus instintos salvajes y golpeó a Draco y a su hermana Pansy por tratar de defenderlo, pero no sirvió de nada pues esa misma noche el rubio fue obligado a abandonar su hogar, las suplicas de Narcisa con Lucius para hacerlo recapacitar fueron inútiles, el hombre se negó más de las veces qué ella intentó negocear con él, por lo qué Draco no tuvo más remedio qué irse, y aunque el resto de su familia deseaba abandonar la casa junto a él, Draco no quiso ver a su familia en esas condiciones, por consiguiente él se fue prometiendo hacerles saber su paradero en cuanto le fuera posible, desde entonces tuvo qué dormir en hoteles baratos y en malas condiciones hasta qué decidió pedirle ayuda a Hermione quién no dudó en brindarsela y llevarlo a vivir con ella, ahora pagaban renta en un lugar mejor, se dividían los gastos a la mitad, y a pesar de no tener la vida a la qué estaba acostumbrado, le reconfortaba el hecho de vivir en libertad.
—Draco, te quedaste pensativo, ¿Qué ocurre? —preguntó la pelirroja colocando el candado al locker.
El rubio meneó la cabeza saliendo de su trance, se había quedado con la puerta de metal abierta, recordando todo lo qué le había llevado hasta ahí y cómo cada vez qué sucedía, se sentía miserable por ello.
—Recordé al chico qué me insultó en la mañana —mintió.
Draco cerró el locker y se colgó la mochila sin mirar a la pelirroja.
Ginny soltó un suspiro ante eso.
—Discúlpalos, normalmente Harry no es así, y por Ron te aseguro qué tampoco le pareció cómo se expresó de ti, además él es mi hermano —respondió Ginny.
Ahora confirmaba sus sospechas, por un momento pensó en ser adivino o algo parecido ante sus grandes dotes.
—Se parecen mucho —afirmó Draco.
—Un poco, aunque yo soy más bonita —ambos soltaron pequeñas risas para luego avanzar del lugar dónde se encontraban.
—Claro —coincidió el rubio—. ¿Y su amigo es así de idiota?
Ginny volvió a reír.
—Algo —bromeó la chica—, pero no en ese sentido, suele ser bastante amable con todos, a menos qué esté pasando por un mal momento y tuvimos la mala suerte de estar en el blanco para desquitar su ira
—No es justificación —farfulló Draco.
—Claro qué no, sólo evaluó las posibles causas —dijo Ginny, encogiéndose de hombros—, y no te sorprendas si después te quiere pedir disculpas
Draco analizó las palabras de Ginny mientras salían de la cafetería, si ese tal Harry volvía a cruzarse en su camino y no fuera para pedirle un café dentro del local lo iba a conocer, más le valía no hacerlo.
—¡Chicos! —llamó Hermione, apareciendo de pronto frente a ellos en el pasillo central qué unía al resto de edificios.
—Herm, creímos qué volverías antes, el día estuvo pesado —respondió Ginny en cuanto Hermione se unió a su caminata.
—Lo sé, pero la fila en la única librería dónde vendían el libro era enorme y tampoco era la única chica tratando de conseguirlo, afortunadamente se agotaron después de comprarlos —suspiró con agobió al terminar de hablar.
—Eres un sol Hermione —dijo el rubio con sinceridad.
Hermione sonrió.
—Gracias
Poco antes de tomar camino a sus respectivas aulas Hermione le entregó su libro a Draco recibiendo un cálido abrazo cómo recompensa y una promesa de comprar algo delicioso para comer ese fin de semana.
A unos cuantos metros de distancia un chico los observaba con alto detenimiento, sabía su objetivo así cómo sus próximos planes para obtener lo qué tanto deseaba; a Draco. —quiero decir, sus disculpas—, se corrigió mentalmente.
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¡Hola! ¿Cómo están? espero qué muy bien, estamos un viernes más y es qué ya extrañaba publicar los viernes, me urgía regresar 3
Ahora sí, ¿Cómo ven la historia de Draco?, todavía hay un misterio por resolver y tal vez tengan alguna idea o conforme avancen los capítulos las podrán hacer mejor, lo qué es una realidad es qué se resolverá un poco mejor este misterio próximamente, y el drama tardará un poco más jaja así qué hagan sus apuestas 3
pd: ¿Creen qué Draco perdone a Harry?
Muchas gracias por leer, los tqm 3 Nos leemos en la próxima 3
Ale 3
