Capítulo XXI
Irradia luz
Los residentes del palacio estaban estupefactos, algunos incluso habían sucumbido ante el temor y se habían desmayado o caído en la histeria, otros cuantos se acercaban curiosos a observar y muy pocos se atrevieron a tocar. Los alrededores del palacio estaban repletos de criaturas míticas y escamosas, que escupían fuego y que jamás pensaron conocer.
Gerda corría despavorida, con kai tras ella, en dirección a la reina una vez la divisó, ignorando completamente el peligro que podría sognificar tales enormes criaturas para un desconocedor de ellas, una vez al lado de Anna, la abrazo como una madre que no havia visto asu hijo.
- Mi niña Anna... Su magestad - la miraba con anhelo sin soltarle las manos - ¿Está bien usted?
- Gerda, tranquila, yo estoy bien - la calmó, luego cambio su semblante - Kristoff necesita un médico - solicitó, kai que había llegado donde ella se fue rápidamente en busca de uno y de ayuda para cargar al Rey
Una vez dentro del palacio, los recién llegados fueron atendidos con diligencia por los sirvientes del palacio, guiados a un salón donde les sirvieron pequeños aperitivos, por otra parte Kristoff fue llevado a su recamara en espera del medico real, Anna, Olaf y ahora Sven lo acompañaban, gran Pabbie estaba junto a ellos poniendo al dia a la reina y tratando de ayudar con su magia.
- ¿Entonces nada ha sucedido en Arendelle? - preguntó sorprendida, los acontecimientos previos no le permitan creerlo
- Nada su joven Reina - respondió mientras con sus manos hacia movimiento extraños, una estela violeta las cubría - incluso en el bosque encantado las cosas están bien, la niebla continúa, aunque Gale ha estado ayudado a la gente a salir y entrar
- Ya veo - comentó aliviada por alguna buena noticia - y ¿Nokk? - el sabio troll negó
- No ha vuelto
- Me lo temía - susurró poniendo su mano en su pecho
- No hay ni una magia en Kristoff - anuncio una vez terminó - necesita descansar, recuperarse, su cabeza fue muy lastimada en su travesía
- Muchas gracias gran Pabbie - Anna lo abrazo con cariño
- Te lo dije Anna, todo iba a estar bien, Kristoff tiene un cráneo grueso - celebró Olaf
- Si Olaf, tenías toda la razón - concordó con lágrimas traicioneras asomándose
Los caminos a seguir eran incierto, nadie tenía idea de cómo avanzar o dónde empezar, las posibles pistas que podían jactarse fueron tomadas junto con la esperanza. Anna se sentía desolada, sentía que una parte de su alma fue arrebatada y la realidad no estaba tan distante de la ficción.
Desde el día del ataque, la reina, se había sumido en una distimia tan insignificativa que había pasado por alto para los demás, pero en ella continuaba ahondando la sensación melancólica, se habían salvado por un pelo, Kristoff había quedado herido de gravedad, Patapez habia muerto y Elsa ya no estaba. Anna sentía que ahogaba en un pozo sin fin ni salida.
- Anna - una débil voz la sacó de sus cabilaciones
- ¡Kristoff! - exclamó entre susurros - amor, ¿Estás bien?
- Si, si, creo - respondió entre pausas - ¿Qué sucedió?
Ya varias veces había preguntado lo mismo al despertar, la curandera de Berk había mencionado que la perdida parcial de memoria era esperable en lesiones de esa índole, aún así Anna se ponía nerviosa ante su confusión.
- Necesitas descansar, amor - le pidió - luego hablaremos de eso
Sven, que se había acercado a la cama luego de escuchar la voz de su rubio amigo, hizo un pequeño sonido para captar la atención de Kristoff.
- Hola amigo - lo saludó acariciando su cabeza, Sven se prendó a esta queriendo sentir aún más el tacto - todo está bien, aquí estoy
- Ha estado muy preocupado por ti - se acercó Olaf - como todos
Kristoff les dedicó una mirada, luego se sobó la cabeza.
- Todo me da vueltas - comentó
- Si, eso pasará un tiempo más - le dijo Anna - te diste un fuerte golpe en la cabeza
- Si, ya lo creo
El grupo habían acordado darle unos días al rey para reponerse, eso les daría tiempo también a los demás para poner en orden algunas cosas. Rapunzel y Eugene dieron aviso a su Reino del retraso que tendría su estadía en Arendelle, al fin y al cabo no se comunicaban con los antiguos reyes de Corona desde el año anterior, una respuesta no tardó en llegar a los días después, mientras tanto ambos se embarcaron en busca de ayuda de unas brujas, algo que no habían ahondando demasiado. Por otro lado Mérida le solicitó ayuda a Hiccup para viajar hasta sus tierras, su madre seguramente tendría más que una cosa para decirle y esperaba que el enorme reptil hiciese su trabajo haciendo a la reina del clan Dunbroch olvidara alguna de las reprimendas que seguramente tenía preparadas para su hija, en el peor de los casos el líder de Berk podría funcionar como segunda opción.
El palacio se le hacia enorme a Jack sin nadie más con quién compartir, todos se habían ido a hacer sus deberes, incluído el peculiar muñeco de nieve tenía algo por hacer, pero él seguía ahí, pendiente de una responsabilidad autoimpuesta en vez de preocuparse realmente del invierno, por una parte le parecia lo mas loable, pero por otro lado estaba esa inseguridad de porque el hombre de la luna no se habia manifestado ante su negacion en llevar el invierno, tambien persistia la duda de porque el guardian del asombro no le decia nada por ello. Tampoco podía ya divertirse con su trampillas, los empleados del castillo ya se habían acostumbrado a sus triquiñuelas dejando se asustarse o molestarse por estás, al guardian ya no le causaba gracia congelar las cañerías si podían vertir agua caliente por ellas, o escarchar la ropa colgada porque la entraban a tomar vapor. Ya nada le causaba ese gusto dulce en la boca.
También estaba la sensación de escozor que le causaba pensar en Elsa. Jack podía recordar los paseos que daban por el palacio y las charlas en los balcones mirando las estrellas, era la razón principal para olvidar sus deberes con el invierno, ¿Cómo podía concentrarse en crear el invierno si el invierno lo podía crear alguien más? Pasando por alto el carácter amargo de la reina de las nieves en un principio, en Jack siempre perduró la curiosidad por su magia, y después de verla en acción y entender que no era todo de lo que era capaz, decidió inconscientemente quedarse hasta ver el potencial real, luego algunas cosas más lo convencieron que no era tan mala idea estar un poco más ahí, ahora no quería marcharse hasta verla otra vez.
Mientras tanto en las lejanas de Arendelle, en la espesura de un bosque se erigía el castillo de piedra del clan Dunbroch, una estructura enorme y rústica, rodeada por muros enormes del mismo material. El cabello rizado y rojo chocaba en el rostro lechoso de la princesa, montaba sobre Tormenta, Hiccup iba a su lado sobre Chimuelo.
- Hay reglas - Mérida comenzó a hablar, habían guardado un cómodo silencio durante el viaje
- ¿Reglas? - preguntó no muy convencido y algo divertido
Entre Hiccup y Mérida había nacido una especie de amistad los días previos, resulta que habían quedado emparejados en las guardias después del ataque e Hiccup se había visto vulnerable ante ella los primeros días después de la muerte de su mejor amigo, inevitablemente la confidencia nació y con ello una pequeña relación crecía.
- Mi madre es muy aprensiva - soltó sin agregar nada más
- Eso no suena a una regla - rió mientras se acercaban al castillo
- Solo no digas nada sobre las pesadillas o que Elsa desapareció
- Bien, no hay problema
- Y mi padre es algo... Eh... Él es papá, mientras no seas un idiota todo resultará, ¿Puedes no ser un idiota? - ambos descendían sobre una de las torres más amplias del castillo, a lo lejos se escuchaban los guardias subir
- Me ofende tu petición - actuó herido - ¿Acaso no se nota mi vikingues bruta? - Mérida rodó los ojos
- Si, claro, lo que digas - negó mientras se acercaba a la puerta de la torre para abrirla a los recién llegados
- ¡Alto ahí... - uno de los guardias había salido dispuesto a rebajar la amenaza, viéndose empequeñesido por la majestuosidad de las criaturas - De... De... Demo... Demonios - tartamudeaba queriendo alarmar a sus compañeros
- Tranquilo, vienen conmigo - le informó la princesa que había aparecido dentro del campo visual de los guardias
Después de unos minutos recomponiendose, los guardias se retiraron dando paso a los recién llegados hasta el salón con los reyes. Ambos los seguían de cerca.
- Tercera regla - comentó una vez más
- Ah, faltaban - rió en silencio
- Mis hermanos...
- ¿Por qué es que tú familia son reglas? - interrumpió
- No me interrumpas - se quejó - solo escucha. Mis hermanos son unos demonios, cuídate de ellos - advirtió
- ¿Son reglas o me estás dando un manual de sobrevivencia?
- Solo sigue las reglas - respondió antes de entrar al salón - ¡Mamá, papá! Tanto tiempo sin verlos
Los reyes se levantaron a recibir a la princesa sin preambulos, los tres se fundieron en un gran y largo abrazo, sin decirlo, era todo lo que la princesa necesitaba.
Después de la calidad bienvenida, y luego de presentar al líder de Berk con los reyes, la princesa fue severamente reprendida por la reina como habia previsto, para luego ser defendida por su padre. Y eso no fue todo, la noticia de que se marcharia nuevamente junto a Hiccup no les sentó nada bien a la reina del clan. Aún así el resto del día había transcurrido con alegría por las historias del líder de Berk, quién había compatibilizado inmediatamente con Fergus. Incluso los dragones fueron participe del asombro del rey, quien los había conocido con la misma imprudencia que su hija.
- ¿Piensas irte a una aventura a no sé dónde con un desconocido? ¿Varón? ¿Sola? - le reprochaba su madre una vez a solas
- Si, mamá, si entiendo - respondía con monotonía - una princesa no debería...
- ¡Olvida eso! Es peligroso, cariño - dijo mientras la abrazaba, Mérida se había quedado congelada en su lugar
- ¿Qué? - susurró atónita aún
- ¿Crees que no lo puedo notar? Sé que hay algo más allá, puedo verlo, soy tu madre
- No pasa nada, mamá - mintió
- Shuuu - la calló con cariño - sé que pasa algo, hay dragones en mi techo - Mérida rió
- Uno perdió a su madre... - ambas guardaron silencio, la experiencia que habían vivido juntas las había unido más de lo que creían, Elinor pudo sentir la pena de su hija - y ahora me eligió... - también su anhelo
- Yo entiendo todo eso, mi niña - respondió alejando su rostro de ella - tendrás que convencer a tu padre - le susurró luego para besar su nariz - aunque no creo que se oponga - dijo luego alejándose de ella - le agrado bastante ese líder vikingo que trajiste, quiere una pierna como la que él tiene, sería un buen partido - agregó buscando picar algo en su soltera hija
- Ya. - respondió gesticulando una línea en sus labios - ¿Y Harris, Hubert y Hamish? - preguntó desviando el tema, la reina rió
- Runa los llevó de campamento - informó divertida, para luego salir de la habitación - considera lo que te dije - dijo por último
Mérida había vuelto a casa por consuelo, había vuelto por un beso de sus padres y su seguridad, aún sin decirles palabras, aún sin explicarles que le sucedía, ellos estarían ahí para ella y eso era lo que necesitaba en ese momento. También necesitaba buscar sus armas, no se sentía cómoda con el arco que su amiga, la reina de las nieves, le había entregado en su visita, pensaba por un lado llevar a sus hermanos, jóvenes vikingos en pleno desarrollo, seguramente forjaría su caracter, pero su ausencia la orilló a desechar la idea.
Al día siguiente se preparaban para volver a las tierras frías de Arendelle, ahora con la princesa de Dunbroch recargada. Mientras tanto en las tierras a las cuales querían llegar, dos reyes ya estaban llegando de su viaje, una de ellas con un profundo nuevo cambio.
Anna recibió a Rapunzel y Eugene con los brazos extendidos, hasta que reconoció los cabellos dorados de su prima.
- Punzie... - la llamó una vez a su lado mientras observaba el cabello algo crecido de su prima
- ¿Te gusta? - preguntó emocionada
Los oscuros y cortos cabellos de la castaña habían cambiado, ahora eran dorados, como años atrás, a tes de conocer a su prima, y también había crecido rápidamente hasta sus omoplatos.
- Pero ¿Cómo? - preguntó impactada mientras entraban al palacio
- Si, gracias, un placer volverte a ver Eugene - ironizo Flynn
Anna sonrió apenada mientras se dirigían al salón principal, dónde ya estaban Kristoff y Jack esperándolos.
Kristoff ya se había recuperado bastante rápido de su profundo sueño, todo gracias a los brebajes que le había dejado gran Pabbie, mantenía ligeros dolores de cabeza a veces, pero fuera de eso no habia mayor secuelas.
Poco después de que los recién llegados se saludarán, se unieron Mérida e Hiccup, que habían vuelto de su visita a las tierras del clan Dunbroch.
- ¿Qué le pasó a tu cabello, mujer? - preguntó Mérida una vez reparó en Rapunzel
- Oh, es una historia muy simple - sonrió mientras tocaba sus hebras cada vez más largas
- ¿Podrías instruirnos? - la instó con sarcasmo
- Una bruja me dió de beber una flor mágica para recuperar mis poderes - sonrió nuevamente, los demás cada vez entendían menos
- Ay, mi vida - reía Flynn mientras negaba con su cabeza
- ¿Tenías poderes? - preguntó Anna - ¿Acaso todos tienen y no lo sé? ¿Qué hay de ti? - apuntó a Mérida, quien negó divertida - ¿Y tú? - apuntó a Hiccup - ¿Hay algo con tu pierna?
- Tranquila, Anna, solo es una coincidencia - la calmó Kristoff
- No había querido contarlo antes, pero la razón por la cual me robaron de bebé fue porque poseía poderes. - introdujo en primero lugar - mi madre estuvo muy enferma durante el embarazo, mi padre con los aldeanos del pueblo comenzaron a buscar una flor mágica, se decía que poseía el poder de sanar y así fué. Cuando nací mi cabello era tan dorado como ahora, crecí con este rubio y mi cabello era muchísimo más largo - hizo un ademan con la mano queriendo demostrar la extención de este
- No se imagina lo largo que era - sonrió Eugene mientras abrazaba a su esposa - podíamos bajar fácilmente de torres enormes
- Si - rió Rapunzel - también mi cabello, mágico irradiaba luz cuando cantaba - volvió a acariciar su cabello
- Sanó mi mano - dijo Flynn mientras la levantaba - y no quedó ni una cicatriz, lo cual es genial - todos los miraron inmediatamente ante la gran revelación
- Si, eso también - confirmo Rapunzel sonrojada
- ¿Cómo lo perdiste? - preguntó Jack, todos volvieron su atención a Rapunzel
- Si lo cortas pierde su color y poder... También deja de crecer - una sonrisa melancólica se semblo en sus labios
- Pero eso no pasará ahora - apuntó Flynn, aferrando su agarre queriendo trasmitir calma a su esposa
- Un talento así es sorprendente - alabo Hiccup - ¿Cómo lo recuperaste entonces?
- Oh, si verdad - recordó - fuimos en busca de las brujas del bosque oscuro, ellas protegen a Seraphina, la creadora de la flor, ella concedió devolverme mis poderes y ademas - buscó entre sus ropas - me dio este brebaje, dijo que serviría solamente una vez y debe tomarse por completo- informó, los demas le dedicaron una mirada escrutadora buscando algo más - esta hecha a base de la flor- los demás continuaban esperando algo más
- Te revive, por decirlo así - interrumpió Flynn que ya había entendido
- ¡Ahhhhh! - exclamaron todos entendiendo
- ¿Jack, has sabido algo de Norte? - le interrogó Hiccup cambiando la conversacion
- Nada por su lado, Thoot ha buscado por las suyas y nada, no hay señal de Pitch
- No puede habérselo tragado la tierra o ¿Si? - preguntó una ansiosa Anna
- No, claro que no, a no ser que... - y los ojos azules de Jack se abrieron con rapidez - se esconda debajo de una cama - susurró - pero que torpe - se maldijo golpeando su frente con su palma
- ¿Qué? ¿Qué hay con eso? - interrogó la rubia, ahora, Punzie
- ¡El Coco vive debajo de una cama! - repitió pero ahora más convencido y euforico
- Seguimos sin entender, Jack - le notifico Anna
- Ni un otro guardian más la conoce - informaba mientras caminaba de un lado al otro despeinandose el cabello de la emoción, sus palabras eran rápidas - porque estaba solo, la hadita estaba conmigo, pero Thoot me hubiese dicho algo - aún nadie entendía
- Amigo, cálmate - lo paro Hiccup algo divertido por la reacción de Jack
- La guarida del Pitch, yo sé dónde queda - soltó
- ¿Y no dijiste nada antes? - Exclamó Anna molesta
- No lo recordaba - admitió apenado, su cabeza era en un lío hace días - pero eso no importa ya, ahora tenemos algo
- ¿Estás seguro? Y si está en Ahtohallan... - Jack le interrumpió
- No está ahí, ya fui - admitió - el primer día en que volvimos - agregó luego
- Cielos - susurró Anna, ya tensa por la idea de descender directo a la cueva del lobo, una sensación ahogante se precipitó por su esófago - disculpen - se escusó antes de salir del salon
- Lleva con náuseas unos días - mencionó Kristoff - es por, ya saben, Elsa. Volverá
- ¿Debo felicitarte, amigo? - preguntó divertido Eugene
- ¿Qué? - preguntó confundido mientras contemplaba la expresión del castaño, hasta caer en cuenta de sus palabras - ¡Qué! No, no, no, no - negó repetidas veces - imposible
- ¿Seguro? Porqué los accidentes pasan y...
- Completamente seguro - afirmaba Kristoff interrumpiendo a Hiccup que se había sumado a la treta - lo sabríamos - agregó luego ahora dudando de sus palabras
- ¿Y cómo lo sabrías si no te lo ha dicho? - picó Jack siendo participe - quizás está recién enterándose - dejó flotando
- No tengo idea de lo que hablan - dijo Olaf que los observaba curioso
- Alguien puso en práctica lo de la abejita y la flor - bromeó Jack explicándole a Olaf
- ¿La abeja y la ... Oh, santo cielos - exclamó al caer en cuenta - ¡Kristoff!
- ¿Pero qué pensabas? - se defendió - ¿Qué dicen todos? - les reprochó luego - Claro que lo sabe y no ha dicho nada por qué no hay nada que decir
- Y entonces ¿Por qué es que todas están tan calladas? - preguntó Eugene
- Ah, no nos miren, no tenemos idea de nada, ¿No, Mer? - se defendió Rapunzel
- Nada de nada - negó Mérida que se columpiaba en una silla - aunque mencionó algo de que no caía en su vestido hace unos días - rememoró
- ¿En serio? - volteo Punzie a mirarla curiosa
- ¿De qué hablan? - preguntó Anna que había vuelto, los demás voltearon a verla divertidos mientras Kristoff había perdido el color del rostro
- De bebés - respondió Eugene aguantando una carcajada, Rapunzel le pegó un codazo en las costillas
- ¿Bebés? ¿Estás embarazada? - le pregunto a su prima
- No, no - rió nerviosa - no es momento
- Anna ¿Estás embarazada? - preguntó Olaf directamente, Kristoff seguía en trance y Eugene se atoró con su saliva por la impresión
- ¿Embarazada? - rió a carcajadas - no, lo sabría si fuese así - continuo riendo
- Se los dije - pudo hablar por fin Kristoff aliviado - solo son los nervios
Anna asintió acompañándolo en sus carcajadas, Olaf también aliviado rió, porque para Anna toda esa idea era una locura, no estaba lista, no se sentía lista, apenas podía llevar el reino en sus manos y no lo estaba haciendo de maravilla esos días. Llevaba ya dos meses con el malestar y no le convencía del todo la idea de un resfriado más, quizás su esposo tenía razón, estaba muy ansiosa desde ataque, estaba nerviosa cuando Elsa corrió al fuego, también estuvo nerviosa cuando llegaron los guardianes, podría ser que todos sus malestares fueran tan solo los nervios.
Solo eran los nervios
¿No?
