Loonatics Unleashed no me pertenece, y esto es un pobre intento de Fanfic.

La estrella caída (Primera Misión)

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Capitulo 6

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Lexi trató de no sentirse culpable de entrar aquella tienda abandonada y buscar algo de ropa para cambiarse, pero sintió que no tuvo más opción, ya que el frío estaba siendo insoportable y su pelaje era demasiado fino para esas temperaturas. Aun así, no pudo evitar sentir que estaba robando, a pesar de que sean los únicos que se encontraban en aquel lugar. Habían podido moverse con un poco más de facilidad, entre las oscuras calles de la ciudad, ya que Daniel había conseguido unas linternas, pero estas apenas le permitían ver algo, por lo que al final no lo pensó demasiado y escogió una sudadera con capucha color fucsia y unas calzas térmicas negras, demasiado llamativo para su gusto, porque marcaba su figura, pero más abrigado que su vestido de gimnasia.

—¿Crees que podamos encontrar algo de comer? No sé porque, pero muero de hambre— Daniel estaba desparramado en una de las butacas que había repartidas en la tienda. Se veía bastante desanimado por el hambre, pero al menos se había cambiado la ropa, usando una sudadera anaranjada y unos pantalones de chándal negro. A pesar de haber estado en un tanque de agua, con solo cambiarse de ropa, pudo recuperar el calor de su cuerpo. Ventajas de sus plumas impermeables, supuso la coneja para sus adentros.

—Hay una tienda a unos cuantos metros de aquí, aunque dudo que convenga comer algo refrigerado— Lexi conocía muy bien ese parte de la ciudad, porque era el camino que tomaba para ir hacia el metro y llegar a casa. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que perdieron el conocimiento y se preguntaba como estaban sus hermanos, cruzando sus dedos, esperando que no destruyan el departamento que compartían en su ausencia.

—Que molestia, cuando hay un apagón es como si todo estuviera paralizado ¿Qué haremos hasta que amanezca?— Las quejas de Daniel eran fundadas, pero no había mucho más que pudieran hacer hasta que salga el sol. Lexi levantó sus hombros con cierta resignación, su dolor de cabeza y su estómago vacío no le permitían pensar claramente.

—Por ahora, me gustaría comer algo y tal vez tomar una aspirina, mi dolor de cabeza volvió— Lexi no pudo evitar masajear su sien. Por suerte, la voz de Daniel la mantenía más centrada y el sonido ambiental había dejado de abrumarla.

Su otra habilidad, en cambio, estaba siendo un poco más problemática.

—¿El dolor estará relacionado con tu superoído?— El pato dijo esto demasiado interesado para su gusto. Tal vez debían hablar de esto, porque sus cuerpos han hecho cosas extrañas, pero la coneja estaba cansada y no estaba segura que pueda dormir esa noche.

—Deja de decirle superoído, solo es…— Ella negó levemente, lista para protestar, pero se quedó callada por unos instantes. Un sonido que no había escuchado hasta entonces, hizo que sus orejas se irguieran. Una rara sensación de peligro le invadió, y debía admitir que estaba muy asustada. No podía ver nada en la oscuridad a pesar de las linternas con las que contaban, y no podía calcular que tan lejos estaba la fuente de aquel ruido, pero era consciente que no se escuchaba como los pasos de ellos dos —…Hay alguien más aquí—

—¿Alguien? ¿Crees que podamos pedirle ayuda?— Daniel estaba un poco esperanzado de encontrarse con más personas, a pesar de que Lexi le advirtió que por ahora solo eran ellos dos, ya que no podía escuchar a nadie más.

—Dame un momento, creo que está diciendo algo— Lexi trató de concentrarse y notó que Daniel se tapó el pico para evitar decir algo. Agradecida por el gesto, cerró los ojos y trató de seguir el sonido de aquella voz. Sonaba un poco chillona, como si alguien estuviera rasguñando una pizarra. Entender lo que el extraño que no podían ver estaba diciendo era todo un reto, porque su voz era muy desagradable.

—…Las lecturas indican que los mutantes andan sueltos por este lugar, pero está tan oscuro que no puedo ver nada ¿Es necesario que los capture ya?...—

—¿Qué está pasando?— Daniel ya se estaba impacientando, queriendo salir del local para ver al recién llegado. Sin embargo, Lexi lo detuvo al entender por completo el resto del extraño dialogo.

—Buscar y destruir, entiendo... No te desesperes, soy el mejor de los tres... matar a un par de terrícolas no es nada para mi—

La coneja palideció de un momento a otro, y sujetó el pico de Daniel, moviendo su cabeza lentamente para negar, y hacer una señal con su dedo índice para que guarde silencio. Con cuidado le soltó, y le indicó que apague su linterna al apagar la suya. Un poco confundido y a regañadientes, el pato apagó el aparato, quedando los dos en plena oscuridad.

De inmediato, Lexi sujetó al pato para ocultarlo debajo del recibidor de la tienda, y aguantó la respiración. Daniel la imitó, y justo en ese momento, un enorme sujeto provisto de un casco con pequeñas luces rojas, pasó delante de la tienda, proyectando un haz de luz sobre las paredes a su alrededor. Si tenía visión nocturna, evitar que los vea era muy difícil, la coneja no tenía más opción que confiar en su oído para detectar su posición.

A su lado, Daniel se estremeció. Las aves tenían mejor vista que los mamíferos, así que debió notar que el sujeto no era normal. Casi se le escapa un grito por la impresión, pero lo ahogó en su garganta. Esperaron por unos tortuosos segundos, que parecían horas, hasta que el extraño se marchó de allí. Lexi espero no sentir sus pasos más allá del punto donde se encontraban, y cuando dejo de escucharlo, suspiró al notar que estaba demasiado lejos, volviendo a respirar normal.

—Nos está buscando, y por alguna razón, quieren eliminarnos— Ella murmuró aterrada, por lo que Daniel tragó saliva con cierto nerviosismo.

—Deberíamos decirle que somos inofensivos— El pato parecía estar esperanzado en razonar con la criatura, pero Lexi descartó la idea enseguida. Es más, de seguro el sujeto contaba con que fueran inofensivos.

—Dudo que eso le importe, Danny—

Jugar a las escondidas con aquel extraño, que buscaba eliminarlos, iba a ser todo un reto, más si debían trasladarse en medio de la oscuridad hasta el amanecer. Debía estar muy atenta a cualquier señal de su presencia.

Y para colmo, su migraña regresó.

—Vamos a buscar algo de comer, si llego a escucharlo de nuevo, nos ocultaremos— El hambre que le invadió era bastante anormal. Estaba segura que su nueva habilidad demandaba más energía de la que su cuerpo tenía disponible. Daniel parecía estar en el mismo estado que ella, pero no parecía tener deseos de moverse.

Ella no sabe lo que vio, pero no debió ser agradable.

—Desearía quedarme aquí escondido, pero puede que el alienígena vuelva para revisar— El pato estaba temblando de miedo, y Lexi no lo culpaba, ella también estaba muy asustada —Lo mejor será movernos y evitarlo—

La idea no era mala, pero debían ser cuidadosos, ellos no contaban con visión nocturna. Ambos salieron silenciosamente del local, yendo calle abajo, evitando que sus linternas los delate. Lexi estaba segura de que no podía escuchar a la criatura caminar cerca de ellos, pero por si las dudas, trato de enfocarse en cualquier sonido que pueda delatarla.

Sin embargo, a pocos metros de aquel lugar, la extraña criatura delgada, alta y de piel azul, se elevó hacia los cielos para buscar con mayor facilidad.

—No escaparan de mí, asquerosas alimañas— Escupió aquel horrible ser con frialdad.

(...)

Al llegar a la central eléctrica de Acmetropolis, Susan sintió que su buen humor regresaba. A su lado, Vash parecía estar un poco taciturno al observar la enorme instalación, en medio de la oscuridad. De seguro no tenía idea como se veía la fuente de suministros energético de la ciudad, pero a ella no le pareció extraño. Siempre le resultó curioso como todos damos por sentando las cosas y nunca nos molestamos en saber de dónde provienen, hasta que desaparecen por completo.

Susan suspiró resignada. Debía concentrarse, y dejar de deprimirse. Encender de nuevo la planta eléctrica no era imposible, y puede que con la ayuda de Vash, le lleve menos horas. Aun así, iba ser complicado, así que la tarea merecía toda su atención.

Luego de terminar con esto, sin que nadie la viera, podría revolcarse en su miseria.

La enorme estructura que alimentaba con energía eléctrica a la mayor parte de la ciudad, ocupaba varias hectáreas, donde los transformadores, cables y generadores, se repartían en diferentes secciones. Cada una de estas, alimentaba una parte de la megaciudad, la cual estaba dividida en este, oeste, norte y sur, siendo el lado norte la que más consume energía, donde se encontraba la mayor parte de la gente de alto poder adquisitivo y los grandes centros de financieros. Activar el lugar por completo iba a ser imposible, pero si se centraba en activar la zona de mayor consumo, las demás serían más fáciles de encender por el efecto cascada.

Pensando detenidamente como resolver esto, Susan notó que su compañero improvisto le miraba con cierta preocupación. Era probable que no haya hablado mucho, no al menos lo suficiente como para parecer normal, así que trató de abrir la boca para comenzar una conversación que fuera socialmente aceptada.

El conejo la detiene, mirándola con vehemencia con su ojo bueno.

—Si sientes que no tienes nada que decirme, no te fuerces— El extraño conejo parecía que estaba tranquilo con su silencio. No lo culpaba, ella era una persona insoportable.

—...— Susan subió los hombros restándole importancia, tomó la laptop que llevaba en el asiento trasero del auto, la cual estaba conectada a la cabeza del robot-alienígena que había conseguido adquirir, abrió la puerta del auto, y salió de este para pisar la grava que cubría la entrada de la planta energética. Sus pantuflas desentonaban un poco con el ambiente de aquella misión en la que se había embarcado, pero no planeaba hacer más que jugar videojuegos cuando termine, así que no vio sentido calzar algo más sofisticado.

—Tengo un plan para encender todo esto de nuevo— Ella hace una pantomima hacia la planta que lucía completamente inactiva, agitando su mano libre como si estuviera haciendo unos pases mágicos.

Vash salió del auto, acomodó las mangas de su haori, y revisó los alrededores de aquel lugar con su linterna. Ella dudaba que encuentre a alguien rondando por allí, porque los robots ya habían cumplido con su misión, dejando la zona completamente desierta. El viejo conejo frunció el ceño por unos instantes, después de asegurarse que nadie los seguía, y asintió levemente.

—Te escucho—

Al parecer, ella tenía una audiencia cautiva. Eso era agradable para variar.

—Bien, por los planos que memoricé, el encendido manual está justo en el centro de la planta, así que el objetivo es, romper la banda de seguridad y bajar la palanca que alimenta el lado Norte de la ciudad— Señaló Susan con cierto pragmatismo, mostrándole desde su computadora hasta donde debían llegar.

—Entonces solo hay que llegar al centro de la planta y bajar una palanca…— Vash dijo esto un poco apresurado, pero ella negó levemente para corregirlo.

—No solo es bajar esa palanca, son cuatro en total las que hay que activar, pero tenemos que esperar unos veinte minutos para accionarlas, así evitaremos que los transformadores se sobrecalienten por el arranque— Ella hizo un cálculo bastante rápido y obvio, al menos desde su punto de vista —Tardaremos un poco más de una hora en restaurar toda la energía-

—Está bien...— Vash le miró con desconfianza —¿Algo más?—

—Ah, sí— Susan recordó un detalle que le faltaba, porque no podían ir a oscuras por toda la planta eléctrica. Toco una tecla para enseñarle el otro mapa, y el esquema de un generador —Necesitamos encender los generadores auxiliares para poder alimentar los sistemas y calibrar el reinicio de la planta—

—Y ¿Pensabas hacer todo esto sola?— El conejo le habló con total incredulidad, pero Susan subió los hombros restándole importancia. Se sorprendería de las cosas que era capaz de hacer cuando se aburria, y ahora mismo, estaba muy aburrida.

—Calculo que me hubiera llevado unas cinco horas en hacer todo, pero con tu ayuda, concretaré esta tarea más rápido— Ella extrajo del bolsillo de su largo abrigo negro su smartphone, el cual estaba encendido, pero sin conexión a internet, sonriéndole finalmente ante la posibilidad de conseguir su objetivo —A tiempo para comprar mis personajes promocionales—

Vash la miró por unos instantes, al parecer sin saber cómo reaccionar, y en vez de regañarla, decidió enfocarse en el tema. El sujeto tenía la concentración de un rayo láser, Susan envidiaba muchísimo aquella capacidad.

—Entonces el primer paso es encender el generador auxiliar para movernos por el establecimiento— Vash le entendió, haciéndole sonreír con satisfacción. Esto era bueno, porque deseaba empezar cuanto antes. Susan comenzó a caminar hacía la entrada de la planta, lista para comenzar con el allanamiento.

Iba a poner sus garras en el sistema operativo que controlaba toda la energía de Acmetropolis. Esto sería divertido, hasta debería hacerse selfies para enviárselas a su hijo cuando todo vuelva a la normalidad.

—Solo tenemos que allanar el lugar y…— La coyote se detuvo, cuando las luces de la entrada se encendieron, cegándola levemente.

Mierda.

—¿Quién se atreve a perturbar mi base de operaciones?— Un alarido que trataba de entonar sus palabras, como si fuera una canción, los interrumpió por completo. Susan no reaccionó al ataque de luz, pero Vash la quitó del camino tirando de su brazo para mover su cuerpo hacía atrás, esquivando a dura penas un rayo láser que provenía del extraño teclado que llevaba encima el recién llegado.

—¿Quién es ese sujeto?— El viejo conejo protestó por lo bajo, y Susan comprendió porque nadie pudo activar la energía de la ciudad. Los invasores habían tomado aquel lugar apenas llegaron a la Tierra, así que el sujeto que estaba a cargo de ellos no era un completo incompetente.

Sin embargo, sus subordinados dejaban mucho que desear.

—¿Qué quién soy? Tu falta de cultura me ofende, sucia alimaña subdesarrollada—

El extraño sujeto que se dirigió a ellos, descendió desde las alturas, usando una especie de plataforma flotante. Tenía apariencia humana (aburrido), cabellos cenicientos pero peinado con mucho gel para formar picos (mal gusto) y unas gafas delgadas que apenas le cubrían los ojos (cliché). Era alto y desgarbado, y llevaba un traje ajustado color violeta. El teclado que llevaba, hizo unos sonidos desafinados debajo de los delgados y paliduchos dedos, finalmente tomó aire y se presentó:

—Soy el gran Rupes Oberon, el mejor músico de este lado del universo, y tu futuro soberano…—

Las puertas de la planta de energía se abrieron, y un grupo de robots parecido a los que intentaron capturarlos, comenzaron a caminar hacia ellos, apuntando sus cañones láser hacia ellos. Susan odiaba como estaban diseñados, esos cuerpos desproporcionados y sus estúpidas cabezas brillantes, le exasperaban.

—…Entréguense y obedezcan mis ordenes, asquerosos terrícolas— Exclamó el tal Rupes, después de desprender unas horribles tonadas desde su teclado.

Al parecer, solo quería capturarlos. Que necio.

El sujeto no entendía nada acerca del intento asesino, porque Vash apestaba a muerte, e iba a por su cabeza. Susan decidió advertirle antes, y pedirle que retroceda, como señal de cortesía terrícola.

—Apenas soporto a las autoridades de este planeta, y ¿Quieres que te obedezca? Que molesto eres ¿No puedes irte de aquí por las buenas y ahorrarnos los problemas?— Susan fue demasiado irrespetuosa, pero la situación lo ameritaba. Sacó su smartphone, conectándolo a la cabeza del robot que llevaba bajo su brazo derecho y comenzó a iniciar las aplicaciones que había estado programando hace poco. A su lado, Vash desenvainó su katana y le apuntó al recién llegado, listo para lanzarse encima en la menor oportunidad.

—Te recomiendo que te apartes de nuestro camino, si no quieres morir— Vash fue más concreto, pero la amenaza en la frase era demasiado real, y el intento asesino era palpable. Era fácil para un depredador como ella detectarlo, y ese conejo había matado más que suficiente como para que la intención asesina fuera tan fría como el acero.

Vash era un sujeto desagradable, mejor mantenerse en su lado bueno.

—P-pero ¿Qué les pasa par de locos? Está es la parte en la que gritan asustados y ruegan por piedad— El humanoide entró en pánico al ver que ninguno de los dos retrocedió ante su amenaza.

Susan debía admitir que estaba decepcionada con el nivel intelectual de aquel sujeto, y esperó a que la aplicación de su smartphone cargara. Sin embargo, Rupes se inclinó hacia ellos, teatralmente para gritarles y recuperar el control de la situación:

—¡¿Qué no ven que están rodeados por los mejores robots soldado de Freleng?!—

Que molesto. Era curioso cuando un humano no puede detectar a la muerte acecharle. Ella no iba a detener a Vash, es más, planeaba dejarle el camino libre desde el principio. Esta persona no le importaba para nada.

—Es curioso que hables de tus robots con tanto orgullo ¿Sabes que el programa que usaron para controlarlos funciona con chips de mando?— Susan activó su aplicación pirata, usando la cabeza del robot como una antena de transmisión —Siguen las ordenes de su dueño, y es obvio que tú no lo eres, tu nombre no coincide el que encontré en el registro—

—¿Q-qué? No puede ser, él me prometió que seguirían mis ordenes— Rupes al parecer fue engañado. Vaya sorpresa.

—Puede ser, pero solo debo borrar esa orden y crear una diferente— Susan presionó un botón, y los robots se giraron, apuntaron al extraño aparato que ayudaba a Rupes a flotar en el aire, y dispararon sus cañones. El melenudo cayó al suelo desparramado, gritó lleno de frustración y trató de levantarse para usar su extraño teclado en contra de ella.

—Estás muerta, pulgosa— Rupes estaba listo para atacarla, al parecer, se sentía muy estúpido por haber sido burlado por un simple coyote. Pero ella hizo trampa, como siempre, y el alienígena con forma humana había caído redondo en esta.

Por el rabillo del ojo, vio el haori de Vash ondear suavemente, dejando ver la suave tela de su yukata debajo de este. El ojo sano del conejo brilló con el ligero tono rojizo que caracterizaba a los conejos blancos. Su enorme cuerpo se adelantó a una velocidad infernal hacia donde se encontraba Rupes, y de un solo corte de su katana, hizo rodar la cabeza del hombre en la grava, dejando un cadáver decapitado en el medio del camino.

La vida de aquel hombre de otro mundo, terminó en el instante que decidió no retroceder. Curioso, cuanto menos.

—Le ordenaré a los robots que dispongan del cadáver y luego, a desactivarlos— Susan se dio cuenta que habló con facilidad después de todo. No había nada anormal en aquel escenario, solo dos antropomorfos matando a un humano que, a pesar de venir de otro mundo, no generaba ningún sentimiento de culpa en su interior.

—¿No planeabas hacer cosas ilegales con los robots?— Vash comentó esto con cierta calma, mientras sacaba un pañuelo, y limpiaba la sangre de la katana, al mismo tiempo que los robots incineraban el cuerpo sin vida de Rupes.

—Nah, tienen una programación demasiado fácil de vulnerar y no es conveniente tenerlos cerca, lo mejor sería desmantelarlos— Por ahora, Susan no necesitaba un ejército privado. Cuando termine con este trabajo, simplemente iba a jugar videojuegos hasta freír su mente.

—Supongo que deberíamos buscar el encendido manual— Vash lanzó el pañuelo manchado de sangre al fuego que estaban provocando los robots, guardo su katana y comenzó a caminar hacia el interior de la planta de electricidad.

—Seh, espérame un momento— Susan dejó la computadora conectada al casco sobre la grava, y programa a los robots para que se autodestruyan. Al menos esa orden era fácil de programar para ella, debido a su naturaleza —Antes de bajar las palancas, voy a calibrar los transformadores—

Vash tarareo levemente como si estuviera de acuerdo. Estaba muy tranquilo a pesar de haber asesinado a alguien hace unos instantes, confirmando sus sospechas de que había matado mucho antes de conocerse. Susan no vaciló a pesar de esto, y caminó a su lado para entrar al edificio.

La emoción al ver el panel del control de la planta de electricidad, obligó a Susan a corretear entusiasmada, para poner sus manos en aquellos programas pertenecientes a la corporación que controlaba la electricidad de toda la ciudad. Tal vez su sonrisa llena de satisfacción y un poco maniaca, o los movimientos frenéticos de su cola, provocaron que Vash refunfuñara por lo bajo, pero ¿Cómo explicarle a un asesino la sensación de piratear el sistema que controla toda la energía de Acmetropolis? Era como el sueño de cualquier hacker hecho realidad.

Sus dedos se movieron frenéticos por unos largos segundos, en el teclado mecánico que formaba la mayor parte del panel. Las pantallas desplegaron el código fuente que componía las entrañas del control de aquella planta, y finalmente, comenzó a calibrar los transformadores para activar la energía eléctrica nuevamente. La coyote era feliz en ese instante, podía sentir como la serotonina diluía la eterna sensación de vacío en su interior, pero pronto acabaría y solo quedarían sus juegos, su compañía y las esporádicas charlas con su hijo.

Cierto, estuvo callada demasiado tiempo trasteando con los códigos. Susan recordó que debía hablar con Vash, pero este no parecía estar preocupado por su raro comportamiento. Debía acostumbrarse que este conejo no era muy exigente con las palabras como el resto de las personas.

—Ya podemos activar la palanca del lado Norte— La coyote le hace una señal a aprobación con su pulgar hacia arriba, y Vash simplemente asintió.

—Y luego esperar veinte minutos para activar la siguiente ¿Te molesta si fumo hasta entonces?— El conejo le enseño una bonita pipa labrada, y ella subió los hombros hacia arriba. Su olfato era sensible, pero podía soportar el olor a tabaco.

—No me molesta, solo no me lances el humo a la cara— Ella no entendió porque Vash parecía estar molesto por lo que dijo. El conejo protestó por lo bajo diciendo algo sobre no ser "un facineroso", lo cual la dejo confundida. Susan decidió ignorarlo mientras caminaba hacia donde se encontraba el encendido manual.

Vash rompió la banda de seguridad, que protegía el encendido manual, con un golpe de su katana, y entre los dos, bajaron la primera palanca. Los transformadores comenzaron a trabajar y se podía escuchar como la sección de la parte norte empezó a zumbar, dejando que la electricidad sea transmitida a los cables de alimentación nuevamente.

—Y se hizo la luz— Murmuró Susan con fascinación, mientras Vash se sentaba en la primera silla que encontró y encendió su pipa para fumar con calma.

(…)

Ace se había levantado al baño sin poder evitarlo, ya que los nervios apenas le permitieron dormir un poco. Tratando de guiarse por la luz de la linterna que tenía disponible, intentó regresar a la habitación que estaba ocupando, pasando por la sala principal que daba a un enorme ventanal hacia la calle. Al ver hacia afuera, algo captó su atención, y se acercó para verlo mejor. Notó que una parte de la ciudad se iluminó de repente, desafiando la oscuridad con sus brillantes carteles de publicidad y las señales de tráfico intermitentes.

—La energía regresó— Ace murmuró esto asombrado. Solo la parte norte de la ciudad estaba iluminada y no sabía cómo había pasado, pero rápidamente comenzó a correr por todo el departamento para avisarle a los demás —¡Todos despierten! ¡Ha vuelto la energía a la ciudad!—

Entro a la habitación de Zadavia, y la pobre parecía estar saltando de la cama, lista para pelear. Ace se alegraba de traerle buenas noticias, al menos para variar. Todos se habían ido a descansar pensando que no iban a poder hacer nada más hasta el amanecer, pero parecía que tendrían la oportunidad de seguir activos.

—Zadavia, la ciudad recuperó parte de la energía, podremos continuar buscando el meteorito— El conejo sonrió animado. Realmente prefería seguir moviéndose que estar acostado en una cama, esperando que los alienígenas hagan su siguiente jugada.

Al parecer, Zadavia era de la misma opinión, porque parecía estar lista para salir de allí cuanto antes.

—Eso es una gran noticia, voy decirles a Rev y Tech— Ella se encontraba dispuesta a buscar a la pareja, pero Ace negó levemente y salió de la habitación trotando.

—Ve a despertar a Slam, yo busco a los cerebritos de la operación— El conejo no quería admitirlo, pero estaba seguro de que esos dos tramaban algo. Ahora que tenían acceso a la energía eléctrica, de seguro podrían idear un plan para comenzar a abarcar más terreno en esas horas muertas, y finalmente encontrar el origen de esta catástrofe.

—Jeje, Deja de llamarlos así, se van a molestar— La risa cristalina de Zadavia le levantó un poco más la moral. Ace sentía que finalmente podrían resolver esta terrible situación y regresar a sus vidas. Tenía muchas ganas de ver a su maestro y contarle todo lo que había pasado, de seguro iba a enloquecer cuando le muestre su visión laser.

El conejo se dirigió a toda velocidad hacía la habitación donde estaba Rev, muy entusiasmado por informarle de la buena noticia, tanto que abrió la puerta para despertar al correcaminos de improvisto.

Craso error.

—Rev, no vas a creer esto, la energía volvió... ¡Aah, lo siento!— Ace comenzó hablar apenas entró al cuarto, pero se calló cuando vio a Tech caerse del sofá que estaba compartiendo con Rev, debido a su sorpresiva intromisión. Estaban durmiendo muy juntos, pero el conejo tuvo la suerte de que los dos estuvieran vestidos en ese momento.

—Auch, mi cabeza— El coyote había caído de cabeza al suelo, y le estaba mirando desde una posición muy extraña, con cierta molestia por la intromisión, a pesar de que no se veía nada avergonzado. Rev en cambio, parecía que estaba a punto de hiperventilarse, tratando de taparse con la manta, con sus mejillas rojas como un tomate maduro.

Estaban demasiado juntos. Bajó la misma manta ¿Debería asumir que son novios y simplemente se reconciliaron, o hacer como que nada pasó? ¿Qué haría el maestro Vash en este momento? ¡Esto nunca formó parte de su entrenamiento!

—¡Tech la energía volvió!— Gracias al cielo, Rev se dio cuenta de lo más importante, al menos para todos ellos en ese momento, al ver hacia el ventanal de su habitación las brillantes luces del lado norte de la ciudad. Era genial que cambiara de tema, porque Ace no tenía ni la más remota idea de cómo salir por su cuenta de esta situación.

—Eso venía a decirles, por ahora solo volvió la energía de la parte norte, pero ¿Qué deberíamos hacer si vuelve luz en toda la ciudad?— El conejo estaba seguro que la pareja querrían continuar con la búsqueda, y al parecer no se equivocó.

Por un corto período de tiempo, Rev y Tech compartieron una mirada contemplativa, y finalmente se dirigieron a él, para hablarle.

—Entonces, debemos ir de inmediato a buscar el fragmento del meteorito que cayó— Declaró Rev con urgencia.

—Tenemos una explicación de porque creemos que debemos apresurarnos, pero es mejor discutirlo todos juntos— Tech habló a continuación, como si los dos estuvieran compartiendo el mismo pensamiento. Ace estaba familiarizado con esto y no le resultaba nada extraño. Su maestro le explicó que, en el campo de batalla, había hombres capaces de poder leerse entre sí, sin necesidad de intercambiar palabras.

—¿Es por las personas desaparecidas?— Ace recordó la conversación que tuvo con Tech antes. Supuso que consiguió hablar con Rev para ordenar sus ideas y tomar una decisión.

—Si, y otros asuntos— El coyote dijo esto mientras trataba de levantarse del suelo, acomodando las arrugas de su chándal. El correcaminos ya estaba acomodando con cuidado la manta que ocuparon, acomodando su ropa y descubriendo para su diversión, una mancha de baba de Tech sobre su hombro izquierdo.

Ace quería burlarse de esto, pero el coyote los interrumpe, con una expresión un tanto amargada.

—Debemos hablar con Zadavia de algo importante, y necesito que nos apoyes— Tech hizo una mueca de aprensión, la cual Ace interpretó como algo que el coyote no quería hacer. Antes de que pudiera preguntarle acerca de ese asunto, Zadavia y Slam estaban en la puerta de la habitación.

—¿De qué quieren hablar?— Zadavia parecía estar un poco preocupada por cómo se expresó el coyote, pero este no parecía estar apenado al respecto. La joven alienígena lucía como una adolescente que estaba lista para terminar el instituto, era muy alta, pero sus facciones eran demasiado juveniles. Una expresión de desasosiego apareció en su rostro, pero se mantuvo firme cuando Tech finalmente habló.

—Creo que es hora de que nos hables de lo que pasó en tu planeta, antes de que intentaran matarte— El coyote estaba muy serio al respecto, pero se notaba que trataba de aparentar firmeza. Ace era consciente de lo sobreprotector que era con Zadavia, y de seguro, verla tan triste y abrumada lo estaba matando.

—Es difícil— El labio de la joven tembló levemente, como si algo horrible estuviera atormentándola, se abrazó a sí misma y retrocedió un par de pasos, como si deseara escapar de allí —N-no sé por dónde empezar—

Rev se acercó a Zadavia, y le abrazó cuando comenzó a estremecerse, tratando de consolarla. Ella se aferró al correcaminos, cerrando sus ojos con fuerza por el miedo.

—Estás segura con nosotros, somos tus amigos y este es un espacio seguro— Rev acarició con suavidad la cabeza de la joven, que parecía a punto de sollozar por la pena. Ella se quedó un par de segundos callada, pero después de unos instantes tomó una decisión.

—Necesito un poco de tiempo para pensar a solas, quiero ordenar mis ideas— La joven salió de la habitación y se encerró en el cuarto que estaba ocupando.

—(Demasiada tristeza)— Slam estaba un tanto preocupado por la reacción de Zadavia, y Ace no le culpaba. A pesar de haber salvado al planeta entero, evitando que se convierta en polvo espacial, junto con ellos, la pobre muchacha debía estar abrumada por toda la carga que llevaba encima.

—Ella lo superará y nos contará cuando esté lista— Tech dijo esto con total seguridad —Es la única manera que entendamos como solucionar esta situación, debemos confiar en Zadavia—

(…)

El regreso de la energía a la parte de la ciudad donde se encontraban, sorprendió a Daniel y Lexi saliendo de la tienda con provisiones. Tenían intenciones de escapar de la ciudad cuanto antes, por lo que se habían provisto de agua y comida que no necesite refrigeración. El pato no estaba cómodo caminando por la calle, sabiendo que había una criatura horrible que los acechaba, pero debía confiar en el buen oído de su compañera, y avanzar.

Las luces de los carteles de publicidad, de los edificios y tiendas, junto con los carteles brillantes de neón, cambiaba por completo su situación. Estaban expuestos, ahora podían ver por dónde iban, pero la criatura podría localizarlos mientras escapaban con más facilidad. Lexi estaba sufriendo por la interferencia acústica, con los nuevos sonidos de las máquinas y aparatos alimentados por la electricidad, así que su oído estaba teniendo problemas para detectar a la criatura.

Daniel se sentía abrumado por la extraña sensación de sentirse perseguido y cazado. No era agradable. Preferiría enfrentar al sujeto por su cuenta y pedirle a Lexi que se marche, pero ella no quería dejarlo solo. Era un desperdicio que se arriesgara tanto, además, era su oportunidad de ser un héroe...

—Danny, a tus manos están brillando— Lexi le miró a su lado un poco confundida. El pato se detuvo, levantó sus manos y vio que estaban en llamas. Entró en pánico.

—¡Qué demonios!— Grito desesperado, agitando sus brazos y notando que no se apagaban.

—¡Danny! ¡Te estas quemando! ¡Agua, necesitamos agua!— La pobre coneja estaba tan asustada como él, mirando en todas direcciones, buscando una fuente de agua para extinguir el fuego, para luego buscar en su mochila la botella de agua que llevaba consigo. Sin embargo, las llamas de sus manos no le estaban quemando.

—Espera, creo que no me está haciendo daño— Daniel se extendió su mano delante de ella, la luz de las llamas hacía que las facciones de Lexi lucieran más preocupada y asustada de lo que estaba. Ella acercó la mano, y la retiró de inmediato, colocando su dedo índice en su boca, para chupar la quemadura.

—Auch, creo que a solo a ti no te hace daño— Lexi miró con curiosidad la palma de su mano, y señaló algo en particular —Parece que se formó una esfera—

—Si, y tiene algo adentro, pesa un poco— Daniel estaba moviendo su esfera, y sin dudarlo, lo lanza hacia la pared de un edificio. La esfera estalló en la pared, y un montón en alquitrán se escurrió en está —¿Es alquitrán?—

—Yuk, huele horrible— Lexi se tapa la nariz, pero parecía estar divertida al respecto, y comienza a burlarse —¿Son huevos sorpresa flameante? ¿Ahora pones huevos, patito?—

—No lo llames así— Daniel se sonrojó ante la burla, y algo molesto, empujó a la coneja, sonriendo un poco al contagiarse por la suave risa que salía de sus labios. Aclaró su garganta, antes de pararse derecho, sacando pecho como un valiente caballero —Voy a ponerle un nombre a mi superpoder, porque los grandes héroes siempre nombran sus ataques—

Lexi no aguantó más, y comenzó a reírse con ganas. Parecía que quería decir algo más, pero de repente sus orejas se levantaron, lo cual era un poco extraño porque siempre estaban bajas, para evitar que los ruidos la molesten.

—Ahí viene— Ella dijo esto, y sin dudarlo, se lanzó para quitarlo del camino mientras un enorme sujeto de color azul, se estrellaba justo donde él se encontraba. Por el impacto que produjo, no solo hizo un cráter en el suelo, sino que los empujó a los dos hacia al otro lado.

Daniel levantó la mirada hacia el sujeto que los estaba persiguiendo. Sin el casco para ver en la oscuridad, y gracias a las luces de los alrededores, notó que llevaba una armadura negra que cubría su delgado, pero larguirucho cuerpo. Su cabeza era enorme, particularmente se frente, su mirada estaba cargada de una cierta locura, junto con su orejas puntiagudas y piel azul, lucía como un horrible alienígena venido del espacio.

—Al fin los encontré, asquerosas bestias— Escupió con cierto veneno el alienígena. Daniel estaba muy asustado, tal así que su cuerpo se había paralizado, pero sintió algo extraño pasaba alrededor aquel extraño ser. Los objetos, desde trozos de escombro, basura y papel comenzaron a levitar a su alrededor, como si estuviera siendo afectados por una habilidad telequinética —Voy a matarlos sin que se den cuenta, así que no se resistan—

—Danny, cuando te diga ya, corre— Lexi dijo esto al darse cuenta que estaba siendo levitada por la misma fuerza que los objetos a su alrededor. Daniel sintió aquella sensación, como si una enorme mano invisible sujetara su cuerpo. La sensación era desagradable, y al ver a la coneja presionada en su pecho por aquel extraño poder, una extraña rabia lo invadió.

—¡Hey! ¡Suéltala ya, maldito asqueroso!— El pato gritó lleno de indignación. Eso provocó que la criatura se concentre en él, dándole espacio a Lexi para hacer lo que sea que pensara hacer.

Una brillante luz rosa captó la atención de Daniel, y notó que provenía desde la frente de Lexi. Una especie de rayo salió disparado hacia la criatura, y esta fue empujada lejos de ellos, liberándolos de su agarre, haciéndoles caer al suelo.

—¡Ya! ¡Corre!— La coneja se levantó, seguida por el pato, y ambos comenzaron a correr en dirección contraria al horrible sujeto.

—¿Disparas un rayo psíquico?— Preguntó Daniel histérico, al ver que Lexi le seguía el paso, para escapar de allí.

—No lo llames así— Ella dijo esto sin pensarlo —Tenemos que escondernos, rápido—

Daniel notó que estaban llegando a la parte de la ciudad que se encontraba a oscuras, porque la energía no había sido reestablecida en aquel sitio. Tal vez puedan esconderse allí, pero no sabía cuánto tiempo iban a poder escaparse de aquel extraño sujeto.

Llegaron a una tienda de electrónica, y se ocultaron detrás de los aparadores. Daniel no tenía un superoído como Lexi, pero escuchó su respiración estaba muy agitada, no solo por el cansancio de la carrera, sino por el miedo que le generó ese sujeto. Al pato no le gustó para nada como había sujetado a la coneja, estaba seguro de que hizo algo extraño con su poder.

—No vamos a poder escapar para siempre— Dijo Lexi de repente.

—Lo sé, parece que tu habilidad le afecta mucho, pero no me gusta la idea de que intente usar su habilidad contigo de nuevo— Daniel pensó por un momento, y terminó tomando una decisión —Le vamos a tender una trampa, pero evitaremos que te vuelva a ver—

—¿Y no tienes miedo que te haga daño? No sabemos qué tan fuerte son sus habilidades—

Daniel lo sopeso por unos segundos, y miró su mano pensando cómo solucionar aquella situación. Debía practicar su habilidad de teletransportación, y de alguna forma, combinarla con su nuevo poder de usar su ataque de llamas sorpresa.

—Puede que sí, pero tengo una idea— Dijo el pato, y comenzó a explicarle a Lexi como atacarían a la criatura.

Pasado un par de minutos, mientras Daniel revelaba su plan, las luces de esa parte de la ciudad se encendieron, y la energía estaba alimentando nuevamente las máquinas y los aparatos de aquel sitio.

Daniel tan solo esperaba que su plan funcione, aprovechando el regreso de la electricidad en aquella parte de la ciudad.

(…)

Susan estaba llena de emoción al ver como la siguiente palanca de la parte oeste de la ciudad era activada, y no era para menos. Si todo salía bien, Vash estaba seguro de que, dentro de cuarenta minutos, Acmetropolis en su totalidad, contaría con su suministro eléctrico.

Jamás se hubiera imaginado que podría solucionar este problema por su propia cuenta. Se había quejado de lo oscuro que estaba todo, pero nunca se planteó que solo debía activar la energía de nuevo y asunto resuelto. Le costaba trabajo admitir que la solución fuera tan obvia y que, sin Susan, no habría imaginado hacer algo semejante.

La mente de la hembra funcionaba de manera muy distinta a los demás, lo cual era impresionante.

Mientras fumaba, meditando sobre la naturaleza de la coyote, quien volvió a caer en esos largos periodos de silencio donde simplemente parecía vagar dentro su mente, analizó con cuidado la situación de su compañera. Le costaba mucho trabajo creer que no quiera ver a su hijo en persona, más en un momento tan terrible como este. No era un iluso, no estaba dando por sentado que por ser madre debía amar a su hijo incondicionalmente. Él mismo lidió con la madre biológica de Ace, la cual era una mujer despreciable y violenta, por lo que estaba al tanto de matriarcas sin una pizca de instinto materno.

Pero Susan era distinta, cuando hablaba de su hijo se llenaba de orgullo y de alegría, estaba seguro que lo extrañaba y que todo esto lo hizo solo para poder comunicarse con él, cuando quiera y donde quiera. La fachada de que solo quiere jugar todo el tiempo y olvidarse de todo, era para tapar algo más que le dolía, y probablemente sea la ausencia de su marido.

No parecía ser una mujer que disimule su duelo, al menos no usando aquel abrigo negro que siquiera le pertenecía (Era demasiado grande y demasiado masculino). Era muy obvio que su esposo había muerto, y ella no lo había superado. Era un poco extraña su actitud, los coyotes son criaturas curiosamente monogámicas, pero no tienen problemas en buscarse otra pareja en determinadas circunstancias.

Así que Susan debía ser la excepción a la regla, estando atrapada en el bucle infinito de la depresión por duelo.

Vash caló su pipa con cierta calma, dibujando con cierto cuidado unos suaves aros de humo en el aire. Podría dejarla en paz y que siga con su duelo, pero algo le decía que ella iba arrepentirse de no ver a su hijo y su depresión solo empeoraría. Supuso que debía arrastrarla con él para buscar a Ace y a su cachorro, pero iba a ser difícil, no podía engañarla ni mucho menos tratar de ser más listo.

Simplemente tendría que ser sincero.

—Susan ¿Qué piensas hacer cuando termines de activar la energía de Acmetropolis?— Vash decidió romper el silencio, sabiendo que la respuesta que le esperaba iba a ser desconcertante. Susan vivía en un mundo aparte a los demás, y seguro que no iba a entender lo que sea que tuviera planeado hacer.

—Supongo que volver a casa y jugar videojuegos, tengo mis personajes promocionales y quiero probarlos, hacer mis excels y maximizar sus estadísticas, subir rankeds…— Ella estaba en su mundo, tratando de evadirse nuevamente. Vash tuvo que pensar sus palabras, porque no quería que la mujer se encerrara en sí misma.

—¿Quieres saber cómo conocí a Ace?— Vash comenzó hablar de sí mismo, para poder llamar la atención de la Susan. La coyote parecía estar concentrada en él, pero vaya saber que cosas pasaban en su cabeza —En ese entonces, estuve huyendo de la Yakuza porque no deseaba seguir trabajando como un sicario, y en mi huida, llegue al vecindario donde vivía esa pequeña cría con su madre—

—Y te enamoraste de su madre y ahora te sientes responsable de su hijo, es muy típico…— Susan dejó de hablar cuando la miró con cierta dureza ante la interrupción. Vash no tenía ningún aprecio por la madre de Ace, y no iba a dudar en expresar su desagrado.

—No, lo único que merece esa maldita bruja es que su cabeza ruede por el suelo—

—Oh— La coyote se calló por unos momentos, pero al final, negó levemente —No te interrumpo más, continua—

—Ace era un conejito muy pequeño para su edad, estaba en los huesos cuando lo conocí, usaba ropa sucia y vieja, provocándole muchos problemas con acosadores en la escuela— Vash suspiró recordando esos días, el pobre niño olía fatal debido al abandono total de su madre, ya que no había tenido una higiene decente en años, sumada a la clara desnutrición que sufría —Me ofrecí a enseñarle a pelear, y el niño siguió visitándome día tras día para aprender, así que aproveché alimentarlo y enseñarle a higienizarse…—

Susan se veía muy molesta al respecto de la situación de Ace, porque su cara impasible mostró una expresión llena de rabia. Vash debía admitir que la madre del chico era una persona horrible, pero se le erizó el pelaje de la nuca al darse cuenta que la coyote estaba sedienta de sangre. Las hembras eran todo un misterio para él.

—Dame el nombre de la desgraciada, y su vida está acabada— Susan dijo esto rechinando sus afilados dientes, pero Vash negó levemente. Eso ya no era necesario.

—Ella está en prisión Susan, de por vida—

—¿Cómo? ¿Fue gracias a ti?— Ella asumió demasiado rápido que tuvo que ver con esto, pero supuso que era inevitable que lo hiciera, ya que estaba contando esta historia desde su punto de vista.

—En efecto, fui yo el que la entrego a la justicia— Vash trató de ser lo más reservado posible, pero de seguro la coyote terminaría uniendo los puntos por su cuenta —Por suerte, Ace solo sabe que ella mató a su padre, nunca supo cómo, ni donde había escondido su cuerpo…—

—Santa mierda— Susan tembló de la impresión, concibiendo lo terrorífico del relato, pero una vez más, leyó entre líneas —El niño convivio con el cadáver de su padre sin darse cuenta—

Vash gruño por lo bajo. Encontrar el cadáver del padre de Ace en la misma casa donde vivía, fue horrible. La coneja lo había dejado al otro lado del armario que usaba para encerrar y castigar al niño. Tuvo que respirar con suavidad para serenarse y continuar.

—Un asesino reconoce a otro, pero esa mujer era un monstruo— Vash había lidiado con muchos asesinos en su vida, pero la crueldad de aquella coneja lo dejó atónito. Ace era un luchador, y había sobrevivido a su maltrato mucho más tiempo de lo que un niño normal soportaría, pero sus ojos pagaron el precio.

—Desde que Ace quedó a mi cargo, decidí que iba a enseñarle y cuidarlo hasta que pueda valerse por sí mismo— El conejo miró a Susan con intensidad cuando dijo esto, porque noto que ella se sentía incomoda con aquella declaración —Yo confío en él, realmente creo que puede estar bien por su cuenta, pero esta situación es muy compleja, y puede que no lo pueda superar solo—

—Al igual que pasa con Tech, me preocupa mucho, pero confió que saldrá adelante— Susan suspiró derrotada, y finalmente decidió hablar de sí misma —Fui un desastre como madre y no me voy a escusar, el chico era muy curioso e inquieto, sufría cada accidente que te puedas imaginar y estuvo al borde de la muerte tantas veces, que me sorprende hasta el día de hoy que servicios infantiles no me lo haya quitado—

—Las autoridades humanas son muy laxas con el cuidado de las crías de antropomorfos, lo comprobé cuando pedí la custodia de Ace— Vash parecía un tanto abrumado, pero elevó sus hombros con calma, al recordar como terminó siendo tutor legal de Ace —Casi me tiran los documentos a la cara para que me encargue de él, a pesar de mis antecedentes—

Susan asintió, y decidió seguir hablando para su sorpresa.

—Realmente deseaba ser la mejor madre posible, así que apele a darle autonomía a Tech, enseñarle a que se valiera por sí mismo y que aprenda a levantarse solo— Ella se quedó muda por unos instantes, jugando con sus dedos, como si dudara de continuar hablando —Sin embargo, a veces paso por su departamento a ver como se encuentra, si comió adecuadamente, si está tomando sus medicinas ¿Por qué no puedo dejarlo en paz?—

—Eres su madre, es normal que te preocupes y quieras cuidarlo— Vash no entendía porque Susan veía como algo malo cuidar de su propio hijo, pero se alegraba que, a pesar de sus creencias, lo haya hecho.

—Tal vez, pero si sigo interfiriendo en su vida, él no podrá avanzar, debo confiar en que Tech puede solucionar las cosas por su cuenta— Susan tenía una concepción extraña de la maternidad, cosa que Vash no entendía del todo, pero no quería discutir sobre eso.

—Y puedes seguir apelando a esa confianza, pero ahora mismo, estamos en una situación que amerita que lo apoyes— El conejo trató de hablar del tema que estaba interesado, la coyote necesitaba ver a su hijo en persona, por si llegara a suceder lo peor.

—Él parecía estar bien, no creo que me necesite— Murmuró con cierta parsimonia Susan, cruzando sus brazos en señal de negarse a cambiar de opinión.

—Susan, lo único que aprendí cuando tomé la decisión de cuidar de Ace, es que uno debe hacer lo posible por llevar una vida sin arrepentimientos— Vash no sabía si esto podría hacerle cambiar de opinión, pero se percató que la coyote reaccionó a sus palabras.

—Yo… sinceramente, no quisiera arrepentirme de nada— Susan bajó sus orejas, aplastándolas sobre su cráneo como si estuviera abrumada. La alarma de su smartphone indicó que era hora de bajar la siguiente palanca, para activar el lado sur de la ciudad, pero ninguno de los dos se movió del lugar donde estaban —¿Puedo acompañarte cuando terminemos con esto? Quiero ver a mi hijo, al menos para cerciorarme de que sus cicatrices desaparecieron por completo—

—Claro, apenas acabemos aquí, iremos a buscarlos— Vash estaba seguro de que Susan estaría insoportable cuando se aburra durante la búsqueda, pero al menos, no habría ningún arrepentimiento en su corazón si encuentra a su hijo.

Quien sabe, tal vez hasta pueda ayudarlo si está en problemas.

(…)

TBC

N/A: Hola, termine el capitulo, pero estoy media tocada todavia por la gripe, espero que haya quedado bien, pero me da la sensación que le falta otra revisión.

Subiré el capitulo, y puede que arregle los errores durante la semana.

Saludos y disfruten.