ADVERTENCIA IMPORTANTE: Capítulo largo, perturbador y oscuro. Explicaciones respecto al origen de esto, al final. Pero favor tomen en cuenta la advertencia, porque si alguno de ustedes tiene algún problema en descripciones explícitas de temas sensibles y perturbadores, pueden saltarse este capítulo completo, sin temor a quedar colgados, dado que en el siguiente capítulo incorporaré un breve resumen de contexto, para que sepan lo que ocurrió, sin tener que pasar por la experiencia de leerlo. El resto de ustedes, los que soportaron sin problema "Canción de Fuego y Hielo (Game of thrones)", en la versión de los libros (es peor que la serie, créanme), encontrarán aquí una buena dosis de catarsis. O eso espero.


PS: A TODOS LOS QUE ME ESCRIBEN COMENTARIOS, VEAN EN SUS BANDEJAS DE RESPUESTA, PORQUE LOS RESPONDO TODOS, JUNTO A MIS AGRADECIMIENTOS. A AQUELLOS QUE ME ESCRIBEN COMO "GUEST", NO PUEDO RESPONDERLES POR LA PLATAFORMA, PERO SI ME DAN ALGUNA PISTA DE SUS CORREOS INTENTARÉ HACIERLO... E IGUALMENTE AGRADEZCO TANTO TANTO SUS COMENTARIOS, COMO NO SABEN. GRACIAS.


Capítulo 23: RECUERDOS. PARTE XVI

"La venganza puede convertirnos en monstruos, incluso cuando creemos tener razón".

El conde de Montecristo. Alexandre Dumas

Peter Pettigrew regresó al día siguiente con algunas raciones de alimento. Si era parte del trato que los mortífagos daban a sus prisioneros o un gesto de bondad por parte de Colagusano, Hermione no estaba segura. Sin embargo, la forma en que blandía su varita en dirección a ellos, exigiendo que se apartaran de la puerta antes de entrar con la comida, no transmitía odio, sino más bien miedo. Ella no estaba segura si ese miedo era por su propia seguridad o la de ellos.

De lo que sí tenía certeza era del extraño modo en que los temerosos ojos del hombre se posaron en Draco. Fue un instante demasiado prolongado para ser casualidad, como si esperara alguna palabra o acción por parte de éste. Pero el rubio permaneció imperturbable, como lo había hecho desde su regreso al calabozo, con una actitud fría y reflexiva, resistiendo miradas y palabras.

"Deberías comer algo, Luna", insistió Ron, cuando la chica rechazó la tostada que le ofrecía. "No sabemos si seguirán alimentándonos y es mejor aprovechar mientras lo hagan".

"Gracias, Ron", sonrió la joven, dirigiendo una mirada de soslayo al alimento, antes de regresar sus ojos al espejo que insistentemente observaba. "Intentaré hacerlo más tarde".

"Luna…", insistió el pelirrojo. Hermione no estaba segura si su preocupación por la comida era una forma de evadir la situación en la que estaban, o era algún tipo de penitencia por lo que había provocado.

"Weasley", lo llamó Draco, en su primera intervención en horas. "Déjala en paz".

Ron apretó los labios y entrecerró los ojos, claramente molesto, pero contrario a lo que Hermione esperaba, ningún insulto salió de su boca, sino una pregunta.

"¿Tú tampoco piensas comer?" El rubio se limitó a ignorarlo, lo que pareció despertar una preocupante sospecha en Ron. "¿Crees que esté envenenada?"

El resoplido burlón de Draco dejó claro que no era eso lo que pensaba.

"Considerando que te devoraste toda la porquería que Colagusano trajo ayer y sigues vivo, no creo que esté envenenada".

"Entonces, ¿por qué no comes?"

Malfoy inspiró sonoramente, como si buscara armarse de paciencia para responder a un niño idiota.

"¿Has visto las condiciones del único inodoro disponible?"

Hermione no pudo evitar mirar este, al igual que Ron. Era un retrete maloliente que, aunque cumplía su función, parecía no haber sido limpiado en años. Si bien sabía que ella y Ron ya habían compartido situaciones embarazosas mientras huían junto a Harry, no estaba segura de querer estar presente cuando cualquiera de ellos necesitara utilizarlo para algo distinto a orinar."

Aunque esto no parecía una preocupación para el pelirrojo.

"¿Realmente te preocupa defecar frente a nosotros?"

Malfoy arrugó la nariz y frunció los labios por reflejo, en una clara expresión de desagrado ante lo que Ron explicitaba.

"Veo que a ti claramente no", respondió con molestia, "pero pretendo conservar lo que me queda de dignidad por el tiempo que pueda".

Hermione habría querido decirse a sí misma que también haría todo lo posible por preservar su dignidad, pero disponer de azúcar para pensar en algún modo de salir vivos de ese lugar, le pareció prioritario, por lo que aceptó el poco atractivo tazón de gachas que Ron extendió hacia ella.

"Debe haber algún modo", dejó escapar unos minutos después, sin percatarse de que lo había dicho en voz alta hasta que Ron la miró expectante. "Debe existir alguna forma de salir de aquí que no estamos considerando."

"Granger", la llamó Draco, pero cualquier esperanza de que él pudiera aportar con una idea, murió al ver la expresión enrabiada de su rostro. "No lo hagas".

"¿Qué cosa?"

"Hacer planes para salir de aquí".

"Y ¿qué quieres que haga? ¿Que me quede de brazos cruzados?"

Malfoy mordió el extremo inferior de su labio, sin cambiar su expresión. "La estúpida valentía gryffindor arruinó mi último plan", una mirada fugaz cargada de desprecio, fue dirigida a Ron, antes de seguir. "¿Podrías simplemente no hacer nada por una vez?"

Hermione se detuvo a observarlo por unos instantes. De pie, a poca distancia de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza inclinada, no parecía particularmente preocupado para alguien que tenía prometida una macabra tortura por parte de su tía psicópata.

"¿Tienes un plan?", preguntó.

Pero el ruido de pasos acercándose impidió que hubiera una respuesta.

"¡Atrás!", gritó Peter Petigrew, con la varita temblando entre sus dedos, mientras abría la reja.

Malfoy pareció replegarse lentamente contra el muro, a espaldas del hombre, y de la segunda figura a la que éste abría paso. Era una mujer fornida, pero no más alta que Peter, ni más joven tampoco. Tenía el cabello rojizo peinado hacia atrás en un moño y ojos que reflejaban una crueldad infinita.

"¿Cuál de estas es la sangre sucia?", preguntó a Peter, con su voz aguda y fría, mientras su mirada danzaba entre Luna y ella. "¡Olvídalo!", agregó, avanzando en su dirección. "Hasta aquí me llega su olor", expuso, soltando una risa ahogada que hizo a Hermione retroceder por instinto.

"Ni te atrevas a…", intentó gritar Ron, dando un paso hacia ella, pero un movimiento de la varita de la bruja fue suficiente para arrojarlo al piso envuelto en cuerdas y amordazado, dirigiendo luego un segundo rayo para lograr el mismo efecto con Luna. La rubia cayó con un leve quejido al suelo, sus ojos de plata extrañamente aterrados en dirección a Hermione, que no sabía hacer más que retroceder y rogar porque Malfoy, que seguía inmóvil detrás de ellos, tuviera algún mágico plan que los ayudara a escapar de la bruja.

Aunque no veía de qué modo eso era posible.

"Debo decir que eres bastante menos fea de lo que esperaba", sonrió la mujer, haciendo marcarse los hoyuelos de su rostro. Hermione apretó sus manos en un puño a cada lado de su cuerpo, mientras alzaba el mentón para enfrentarla. "Eso hará el espectáculo mucho más divertido", su risa ahogada volvió a inundar la habitación, mientras alzaba la varita en dirección a ella.

"Alecto", vibró la voz de Malfoy a espaldas de la bruja, haciendo que esta se girara extrañamente sorprendida, con la varita apretada entre sus gordos dedos.

"¡No puedo creerlo!", susurró la mujer. "Sabía que te estaban guardando para Bella, pero no creí que te hicieran compartir celda con esta inmundicia".

Malfoy se limitó a inclinar su rostro de lado, sin despegar sus ojos de la bruja, mientras Hermione calculaba las opciones de atacarla por la espalda y hacerse con la varita, antes de que Colagusano la hechizara. Pero, al menor intento de dar un paso hacia la bruja, los pequeños ojos de Peter Pettegrew se abrieron de un modo impensable y un imperceptible movimiento de su cabeza, más que de su varita, parecía advertir que no debía moverse.

"Aunque", siguió Alecto, avanzando otro paso en dirección a Draco, " supongo que un traidor es un traidor, ¿no? Apenas puedo imaginar lo que Bellatrix tiene pensado hacer contigo. Y el señor oscuro está de acuerdo, ¿sabes? Se debe hacer contigo un ejemplo para cualquier otro que quiera traicionar a su sangre", avanzó otro paso, alejándose de Hermione y acercándose al rubio. "Pero ¡qué desperdicio será eso!", dijo en un tono similar a la lástima.

Hermione dió otro paso hacia la bruja, pero Pettigrew volvió a negar con la cabeza, esta vez con más vehemencia.

"¿Alguna opción de que intercedas por mí?", sonó lo voz de Draco. Y lo que asombró a Hermione no fue la risita ahogada de Alecto Carrow, sino la coquetería implícita en la pregunta del rubio. El tono juguetón que había utilizado, era el mismo que usó tantas veces con ella en las discusiones que compartieron durante su encierro, y contra toda lógica, y dejando de lado las circunstancias, Hermione se sintió traicionada.

" ¿Interceder por ti? ¿Ante la desquiciada de tu tía? ¡Ja!", se burló la mujer, echando la cabeza atrás y negando con la cabeza. "¿Por qué habría yo de hacer una cosa tan estúpida?"

" Porque podrías obtener algo a cambio", esta vez sus palabras sonaron distintas. Eran lentas, frías y calculadas. "¿Qué quieres de mí por interceder con ella?"

Un resoplido escapó por los labios de Carrow. Pero no había burla en su expresión, sino recelo.

"Colagusano", llamó al hombre, sin despegar sus ojos de Malfoy. "Ata a esa mugrosa antes que intente saltarme encima estúpidamente".

Aunque los reflejos de Hermione la ayudaron a esquivar el primer rayo, no se libró del segundo, y colapsó contra el piso, inmovilizada por ataduras mágicas.

"La puedo levitar hasta…", sugirió Peter, con la cabeza agachada, siendo interrumpido por Alecto.

"Nada de eso. Solo vete".

"Pero…", la confusión era palpable en el rostro de Peter, y al mirar a Hermione, también el miedo.

"El espectáculo de esa mugrosa puede esperar, idiota. Solo vete. Yo te haré llamar cuando te necesite".

"Peter, por favor", suplicó Hermione, sin saber qué más hacer aparte de apelar a cualquier atisbo de arrepentimiento que pudiera haber en Pettigrew. Sin embargo, esto solo provocó que Carrow se volviera rápidamente a ella, haciendo aparecer una mordaza en su boca antes de instar a Peter a retirarse, y luego retomar su conversación con Malfoy.

"¿Por qué ahora?", preguntó al rubio una vez que la puerta estuvo cerrada y los pasos de Peter parecieron lo suficientemente distantes. "Nunca antes habías querido negociar".

" Soy un cobarde, Alecto. No quiero morir". Su respuesta parecía sincera, pero Hermione dudaba que lo fuera. "Y sé que Bella estará dispuesta a oírte".

" Sí. Puedo hacer que me oiga".

Mentira, quería gritar Hermione, pero ninguna palabra salía a través de la mordaza para advertir a Malfoy que la bruja debía estar mintiendo, que solo le estaba siguiendo el juego. Pero él era demasiado astuto para no verlo.

No puede ser tan iluso, pensó.

"Aunque los traidores merecen un castigo", siguió la bruja. "Tú deberías saber mejor que nadie que no hay lugar para la compasión en nuestro camino hacia la grandeza", dio otro paso hacia él. "Y aún así, sé que puedo convencer a Bella de que te mantenga vivo. Puedo hacerle ver que la sangre limpia es nuestra herencia sagrada, y que sería un desperdicio no aprovechar lo que queda bueno de ti".

Malfoy apenas pestañeaba, con sus ojos grises fijos en la mujer, la cabeza ladeada y las manos en los bolsillos con los pulgares hacia fuera. Su cabello cubría parcialmente sus ojos, y sus labios entreabiertos parecían invitar, a la vez que advertían. Hermione sintió una profunda repulsión al comprender lo que se estaba negociando, pero sin importar cuánto se agitó entre las cuerdas, estas no cedieron.

El rubio dio un paso hacia la bruja, logrando que la luz le diera en el rostro. Una imagen bella y a la vez macabra, que parecía emerger de las sombras.

"Ah, ah, ah", advirtió la mujer, alzando la varita en su dirección. " Manos hacia delante. No soy precisamente confiada con los traidores".

Draco se sonrió de lado, arqueando una ceja, mientras extendía lentamente sus muñecas hacia ella en un modo que en cualquier otra circunstancia, podría haber resultado atractivo. Pero no entonces. Menos cuando las mágicas cuerdas envolvieron su piel y él apenas contuvo una mueca de dolor que daba cuenta de lo apretadas que estaban, algo que pareció complacer a la bruja.

Alecto caminó en torno a él, como si estuviera rodeando a su presa. Sin dejar de apuntarlo con su varita, con un brusco movimiento, llevó mágicamente las muñecas de Draco por encima de su cabeza, obligándolo a retroceder hasta que la espalda del rubio golpeó contra la pared.

Si bien aquello debió doler, su rostro se mantuvo imperturbable, con una sonrisa juguetona bailando en sus labios, mientras la bruja caminaba en dirección a él.

Hermione comenzaba a pensar que cualquier plan que Draco pudiera tener quedaba anulado al quedar apresado de esa forma y a merced de la bruja.

" Bien. Ahora sí que podemos negociar", sonrió la mujer, quedando justo frente a él "¿Qué tan dispuesto estarías a ser más… colaborador con mis deseos?", un grueso dedo recorrió el rostro del rubio, con una mezcla de fascinación y desprecio, hasta posaste en su mentón y alzarlo a ella, sin que hubiera resistencia por parte de Draco.

"Tan dispuesto como quieras".

Alecto dejó escapar una risa entrecortada, incrédula, pero entusiasta.

" Curioso. ¿Recuerdas lo que me dijiste la última vez que hablamos?"

" Lo recuerdo"

El rostro de la bruja pasó de la franca fascinación, a la ira en un segundo.

" Que te daba asco", escupió con rabia, apretando el mentón del rubio con fuerza.

"No fue lo único que dije".

"Es verdad", rió la mujer, soltando su rostro y contemplándolo con burla. "También dijiste que…", su gordo índice delineó lentamente el perfil de su víctima, "la próxima vez que te tocara…", su dedo siguió su recorrido por su pecho y más abajo de su cintura, "me matarías".

Una sádica sonrisa se dibujó en su rostro, formando hoyuelos en sus mejillas al conseguir, con el apriete de sus manos, una exhalación dolorosa por parte de él, que cerró sus párpados con fuerza.

"No estamos tan mojigatos ahora, ¿no?", se burló, mientras su mano seguía entretenida en juguetear por encima de su pantalón.

Hermione se retorcía entre las cuerdas, desesperada, pero no lograba captar siquiera la atención de la bruja. Al mirar a Ron, notó su expresión incómoda, con los ojos cerrados como si evitara mirar a una de las gigantescas arañas que tanto temía. Luna, por otro lado, clavó sus ojos plateados en ella, transmitiendo una desesperación compartida, ante la incapacidad de hacer o decir algo para detener aquello.

"Las palabras exactas…", dijo Draco de pronto, con la voz mortalmente fría, " fueron que, si me volvias a tocar, te rajaría el puto cuello", la mujer debió apretarlo con más fuerza en desquite a sus palabras por el modo en que una nueva exhalación dolorosa escapó de él.

" Espero que la amenaza de una muerte espantosa haya cambiado tu deseo".

"¿Tú qué crees?", aún a través de los tres metros que los separaban, Hermione pudo distinguir los ojos grises de Malfoy brillando en un modo extraño, ilegible y a la vez intenso, que ella no habría podido interpretar, aunque daba miedo. Sin embargo, Alecto no pareció censar el peligro, pues acercó su cabeza a la de él hasta hacer que sus labios contactaran con los suyos.

Primero fue un beso tentativo, apenas un roce, tras el cual Alecto retrocedió como por instinto, indagando en sus ojos con insistencia, antes de sonreír complacida. Luego, los dedos que sujetaban su varita, con esta aún asida, se enredaron entre los cabellos de Draco, con la otra mano puesta por detrás de su nuca, hasta atraerlo a ella y atacar su boca, esta vez con una brusquedad que daba cuenta de su convencimiento de tener al rubio a su merced.

Por largos segundos, Hermione mantuvo sus párpados apretados, deseando tener manos conque evitar los sonidos que llegaban a sus oídos. Los gemidos daban cuenta de la satisfacción de Alecto Carrow, mientras profundiza el beso, en un modo impúdico y descarado que de haber sido voluntario ya habría sido incómodo, pero la situación en que estaba Draco, hacía que todo fuera repugnante.

Fue el amortiguado quejido de dolor de Draco el que hizo a Hermione alzar la cabeza, intentando matar a la bruja con su mirada cargada de odio. Pero en lugar de eso, apenas pudo mirar inmóvil desde el piso, como Alecto Carrow se separaba del rubio para contemplar mejor la marca que sus dientes habían dejado en su labio roto.

" Así está mejor", susurró la pelirroja satisfecha. "Aunque no creerás que un beso baste para hablar por ti ante Bellatrix, ¿no?"

Mentirosa, quería gritar Hermione. También quería alejarla de él, golpearla y arañarla y clamar por auxilio, y que Harry o alguien la oyera y viniera mágicamente a rescatarlos.

"¿Sabes lo que arriesgo por solo mencionar tu nombre?", siguió, moviendo sus pestañas con fascinación.

"Lo sé", oyó responder a Draco, con su voz desprovista de cualquier emoción.

"Una intervención así necesitará sutiliza para hacerle ver a Bella el valor de tu sangre, y como deberíamos preservar tu linaje", inclinó su rostro de lado, divertida en la contemplación que hacía de él. "Con mejores padres, seguro que evitaremos que un vástago tuyo siga el camino de la traición".

Draco no dijo nada, aunque por la larga pausa que tomó la bruja, parecía esperar que lo hiciera.

"Si", dejó escapar la bruja al fin. "Yo creo que Bellatrix podrá entender mis motivos. Pero aun así, el riesgo de que me mate al intentarlo es grande. ¿Estás seguro que puedes compensarme eso?"

" Vamos a un lugar más privado, y puedo hacer que valga la pena para ti". No había miedo en su voz. Tampoco interés. Como si hablara de un tema que lo aburriera, en lugar de trazar los límites, o ausencia de estos, de su propio sometimiento.

"¿Un lugar privado?", rió Carrow. "¿Te molesta que miren? ¡Vamos! No tenías tanto pudor con la chica Parkinson".

"La odio tanto, Draco…", las palabras del recuerdo de Pansy retumbaron en su memoria, cobrando sentido por primera vez y Hermione pensó que vomitaría en cualquier momento.

" Tengo ese recuerdo en mi propio pensadero, ¿sabes?", siguió la bruja, su dedo jugueteando con los botones de su camisa. "Y recurro a él cada vez que me aburro. El modo en que esa idiota se contoneaba, como chillaba cuando la recorrias con tu boca y como se movía tu trasero mientras la cogías".

Alecto lamió sus labios de un modo obsceno, mientras buscaba alguna reacción en él, que no dejaba traslucir nada.

" Con ella ni siquiera era yo mismo, Alecto", dijo Draco tras varios segundos. " Siendo yo mismo puedo hacerlo mejor. Libera mis manos y lo haré infinitamente mejor para ti".

" ¿Tan desesperado estás?"

" Ante la idea de una muerte lenta y dolorosa? Sí. lo estoy". Una risita por parte de ella secundó su confesión.

" ¿Y para qué liberar tus manos, si solo necesito tu boca?", el dedo de la bruja viajó hasta los labios de él, recorriendo estos con su índice. Draco no necesitó mayor aclaración para entender la implicancia de sus palabras.

"¿Quieres que te lama como un puto perro o quieres que te haga sentir como a Pansy? Para eso necesito mis manos"

"¿Por qué?"

"¡Vamos Alecto!, seguro que sabes de qué hablo", la retó. " Dudo que no te hayas tocado pensando en mí"

El ruido de la bofetada tronó contra las paredes del calabozo, mientras Hermione se preguntaba si la insistencia de Malfoy porque la bruja liberara sus manos iba o no asociado a algún plan de escape. Porque si no era así, solo esperaba que Colagusano apareciera en cualquier momento a interrumpir aquello.

"¿Dónde pondrías tu lengua?", siguió la bruja, mientras la marca de sus dedos iban coloreando de rojo la mejilla del rubio.

" Donde tú quieras que la ponga".

Hermione intentó gritar nuevamente, sin lograr que ningún ruido fuera lo suficientemente fuerte para interrumpir nada de aquello, al tiempo que una risa nerviosa escapaba de los labios de Alecto. Era una risa que no concordaba con la sádica bruja que era, sino que parecía más bien la de una chiquilla entusiasmada.

" Realmente estás desesperado", susurró Carrow.

" Y eso parece excitarte", una segunda bofetada, esta vez con más fuerza, le giró el rostro de golpe, aumentando el rojo en su piel normalmente blanca.

" Mira quien habla de estar excitado", siguió la bruja, con su risa ahogada y su mano recorriendo la parte delantera del pantalón de él. "¿Y todo esto por mi?", se burló, antes de agarrar nuevamente su cabeza y besarlo, casi con la misma brusquedad de antes. Gimiendo en un modo obsceno que tenía a Hermione conteniendo el vómito, hasta que la bruja se separó de él para tomar aire.

" Pero esto tendrá que esperar", dijo, poniéndose en puntillas y jalando de los cabellos de él hasta hacer que su oído quedara a la altura de ella. "Lo que quiero es…", susurró, tan cerca de su oído, que Hermione no pudo oír lo que fuera que pidiera, pero lo adivinaba.

Alecto ni aún esperó una respuesta por parte del rubio, cuando se alejó lo suficiente para enarbolar su varita en su dirección, bajo la fría mirada de Draco.

" Si intentas hacer algo, lo que sea…", lo advirtió.

" ¿Que podría hacer, Alecto? Me tendrás de rodillas, y tu tendrás la varita".

" Es verdad. Yo tendré la varita, y tú no serás más que mi puto. Un precioso juguete para mi satisfacción personal", rió, antes de alzar su varita en dirección a él. "DIMITTIS".

Draco se tomó unos momentos para tocar sus muñecas, claramente adoloridas, lo que pareció fastidiar a la mujer.

"¿Qué esperas? De rodillas", ordenó.

Poco a poco, él obedeció. Si lograba sentir o no los gritos amortiguados de Hermione, su rostro no dio cuenta de ello, o tal vez ella no pudo apreciarlo a través de las lágrimas de impotencia que empapaban sus ojos, mientras se restregaba contra las cuerdas que la contenían, impidiéndole hacer nada.

Alecto se acercó a él, con la varita asida entre sus dedos, mirándolo con expresión satisfecha.

"¿Y bien?", lo retó. "Pon a trabajar esa boca".

Hermione apretó los párpados, sin poder resistir más, rogando porque Pettigrew o Lestrange, o alguien interrumpiera aquello y evitara que una degradación más se sumara a la muerte que de todos modos parecía inevitable.

Y cuando los gemidos extasiados y obscenos de la bruja inundaron el calabozo, Hermione maldijo a Draco por haberse expuesto voluntariamente a aquella humillación, sin comprender aún con qué objeto.

Hasta que el grito de Alecto reemplazó cualquier otro sonido, seguido del ruido sordo de su cuerpo al caer.

Al abrir los ojos nuevamente, Hermione vio a la bruja de espaldas contra el piso, con las piernas descubiertas y la negra falda de su vestido alzada hasta más arriba de la cintura. Un cúmulo de algo rugoso y brillante, en partes rosado y en partes rojo, escapaba por su abdomen, y no fue hasta que el olor a mierda y a sangre le llegó a las narices, que comprendió que debían ser sus intestinos, escapando de su cuerpo.

En un solo movimiento, el rubio se hizo de la varita de la bruja, que en la conmoción, parecía incapaz de pensar en nada más que en apretar su abdomen intentando contener la mortal apertura.

"SILENTIO", susurró Draco en dirección a Alecto, y ningún nuevo grito, por ahogado que fuera, escapó de la bruja, cuyos labios parecieron fusionarse mágicamente uno con otro, mientras lo observaba a él, con la incredulidad dando paso al odio.

Malfoy la miraba con la varita de la bruja en una mano, y un plateado cuchillo teñido de sangre, empuñado en la otra, con una expresión fría y distante, como si no estuviera realmente presente, como si no acabara de herir mortalmente a una persona.

En un acto desesperado, Alecto se giró sobre su abdomen, gateando sobre un charco de sangre que la hacía resbalar una y otra vez, intentando escapar de él, como si realmente existiera una salida.

Draco se tomó aún unos segundos en caminar lentamente hasta donde la bruja logró llegar, cogiéndo su cabeza por los cabellos con la mano con que cogía la varita.

"Te lo advertí, Alecto", susurró, arrodillándose junto a ella y tirando de la redonda cabeza de la mujer hasta dejar su oído a la altura de sus labios. "No debiste volver a tocarme".

La daga que sostenía en su otra mano, hizo un corte perfecto sobre el corto cuello de la mujer, haciendo que la sangre brotara de este impulsada con cada pálpito de su corazón. Y Draco se mantuvo ahí, con la mirada perdida en algún punto muerto, la cabeza de la bruja agarrada del cabello, mientras los cortos brazos de Alecto lanzaban manotazos hacia atrás, buscando herirlo o liberarse, pero logrando apenas teñir de rojo su rubio cabello o parte de su rostro, sin que él se moviera siquiera para esquivarla.

Alecto siguió luchando y atragantándose con su propia sangre por unos segundos. Hermione incluso pudo distinguir el momento exacto en que la comprensión se pintó en el rostro de la bruja. El instante en que tomó cuenta de lo inevitable de su muerte, dando paso a un aleteo aún más intenso que antes. Y luego, poco a poco, dejó de moverse.

Draco no la soltó inmediatamente. Permaneció ahí, arrodillado sobre el piso, al lado del cuerpo que se desangraba, con la mirada vacía. La varita en una mano, mientras con la otra se aferraba a una daga que Hermione se preguntaba de dónde diablos había salido.

El primero en liberarse fue Ron.

Alecto está muerta. Comprendió Hermione, a sabiendas que solo así podía acabar el efecto del hechizo que lo había contenido hasta entonces.

Luna, cerca de ella, se terminaba de quitar las cuerdas que iban desapareciendo poco a poco, mientras el pelirrojo ayudaba a Hermione a liberarse de sus propias ataduras, las que no desaparecerían por sí solas, por ser producto de un hechizo distinto.

"Draco", llamó Luna al rubio, que lucía aún sumido en un transe.

Hermione terminó por quitarse la mordaza con ayuda de Ron y caminó hasta el rubio.

"Draco", insistió también, cuidando de no tocarlo, por miedo a su reacción.

Malfoy pareció responder a su voz, alzando su mirada vacía en dirección a ella, antes de girarse bruscamente en la dirección contraria y vomitar contra el piso. Estaba aún de rodillas, ahora con las palmas de sus manos apoyadas para sostenerse, mientras tosía por reflejo, liberando el escaso contenido que podía haber en su estómago.

"Debemos irnos", apuró Ron. Pero el rubio no parecía compartir su urgencia, mientras contenía con dificultad una nueva arcada. "Si no nos vamos ahora…"

"Te invito a irte por tu cuenta, Weasley", oyó decir a Malfoy, que se detuvo a limpiar sus labios con la manga de su camisa, antes de ponerse de pie. "Con suerte te perderás y no volveremos a verte", rió de mala gana, dando una nueva mirada al cuerpo de la bruja que yacía a sus pies, al tiempo que retomaba su expresión de odio.

Hermione no estaba segura de que existiera algo que pudiera decir en ese momento, por lo que no dijo nada, mientras el rubio caminaba en dirección a la reja que hacía de puerta y apuntaba a la cerradura con la varita de Alecto Carrow, haciendo que esta cediera al instante.

"Weasley", llamó Draco, provocando la sorpresa de todos mientras giraba su rostro manchado de sangre por encima de su hombro en dirección al pelirrojo. "¿Crees que podrás mantener la boca cerrada y simplemente seguirme hasta que te diga que puedes hacer otra cosa?"

Ron frunció el ceño y le dirigió una mirada de pocos amigos, pero pese a la prepotencia en la pregunta de Malfoy, pareció entender la necesidad de que obedeciera por una vez, y se mantuvo en silencio.

"Lo hará", respondió Hermione por él. "Todos lo haremos".

Los grises ojos de Draco se posaron en ella unos segundos, con una expresión distante, pero no falta de intensidad, y más por reflejo que porque realmente pensara en hacerlo, la mano de Hermione buscó la de él.

Y pese a la sangre que se secaba en ella, Hermione entrelazó sus dedos a los de Draco con fuerza.

Él no retiró su mano, pero tampoco cambió su expresión, limitándose a apretar de vuelta fugazmente, para luego echar a andar, por los oscuros pasillos de piedra, sin hacer ningún intento de soltarla.

-Fin del Capítulo 23-

Maldiciones y comentarios son siempre bienvenidos. Agradecimientos especiales a ustedes que me siguen siempre, y que comentan cada frase ayudándome a mejorar esto. Cada una de sus palabras me hace sentir que se aprecia lo que escribo. Si bien escribo por necesidad, actualizo más rápido motivada por ustedes.

Alex.


Aclaraciones importantes: Lo crean o no, este capítulo se inspiró en una película de Disney… En la escena en que Jasmine distrae a Jafar besándolo, para que Aladin pudiera tomar la lámpara. Un día de agosto me di cuenta que, por repulsiva y perturbadora que fuera la inclusión de una escena así en una película para niños, era un acto realmente valiente el hacer lo que fuera por salvar a quienes amamos, y me pregunté si yo estaría dispuesta a hacer algo extremo en una situación extrema. No conseguí una respuesta para mí, pero de pronto asomó la idea: "Seguro que alguien como Draco Malfoy sí que estaría dispuesto a hacer lo que fuera por sobrevivir", y he aquí el resultado, en su versión más oscura, por pura necesidad de catarsis de su autora.