Capítulo 10
Las cosas no iban para nada bien para John Watson.
Realmente la partida de Sherlock lo había perjudicado demasiado.
A todos se les hizo realmente raro la partida de Sherlock. Se les hacía raro ver a John sin la compañía de su amigo Sherlock.
John descuidó su imagen, y su rendimiento en el rugby bajó al igual que en sus clases.
Habría caído más bajo de no ser por Molly y Greg que trataban de estar al pendiente de él.
Ellos no habían tenido noticias detalladas de Sherlock, solo sabían que se encontraba bien. Y solo sabían muy a penas de ello porque era Mycroft quien le informaba a veces, a petición de Greg. Por más que Greg trataba de indagar más sobre el paradero de Sherlock su hermano no daba más información.
Por más que Molly y Greg trataron de sacar información a John, él no tenía idea del por qué Sherlock se fue sin decir nada.
Lo extrañaba demasiado, lo seguía amando, y cada tiempo sin él era una tortura.
¿Por qué se fue?
Era una pregunta que se hacía siempre. Se suponía que su relación iba bien, estaba más que perfecto. Se amaban.
¿Qué había pasado?¿Por qué Sherlock se había deshecho de sus regalos?
John estaba acostado en su cama viendo aquellos regalos, el furby, las cartas que le había escrito, las tarjetas y otros obsequios.
«¿Y si Sherlock se enteró de la apuesta?» No. Lo dudaba. Si eso hubiera pasado Sherlock le hubiera ido a reclamar ¿no?
Su mente estaba mal, esas preguntas siempre estaban ahí bombardeándolo a todas horas.
John ahora traía ojeras. Por aquellas noches cuando se desvelaba llorando por Sherlock. ¿Qué más podía hacer? La estaba pasando realmente mal, lo extrañaba como nunca imaginó extrañar a alguien.
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Tenía varias semanas sin salir a distraerse. Era fin de semana. Sábado para ser exactos. La gente salía a divertirse, a pasar el rato con amigos. Así que ese día por fin John decidió irse a distraer.
Después de merodear un rato por los alrededores, John terminó en un bar al que nunca había ido antes.
Con determinación, fue a la barra y pidió lo más fuerte que tenían.
Así pasaron varios minutos donde solo se hundía más y más en la bebida. Y solo lo hacía para olvidar el dolor permanente que sentía desde la partida de su Sherlock.
Pasó un rato y John quiso levantarse del asiento, se encontraba en esos asientos frente a la barra, pero al ponerse de pie todo su alrededor dio vueltas.
Se detuvo como pudo de la barra e intentó caminar de nuevo. Pero su cuerpo chocó contra un hombre mayor que él.
—¡Tu niño, cuidado! —advirtió el hombre—. Niños queriendo creerse hombres y no aguantan —se burló el hombre.
John al escucharlo de inmediato se detuvo, y dio la vuelta para enfrentar al hombre.
—Y tu eres un viejo creyéndose joven por aquí —expresó John ebrio y molesto por el comentario.
—¿Qué dijiste? –El hombre se le acercó a él.
El hombre se acompañaba de otros 2 hombres más jóvenes que él, casi de la edad de John.
—Que eres un viejo —el alcohol en su cuerpo le hacía soltar la lengua de más— Creyéndose joven, e intentando levantarse a estudiantes… Solo se ve como un viejo rabo verde.
—¿Quieres que este sea tu última noche de tu vida idiota? –el hombre amenazó a John acercándose a él.
—¿Me harías el favor? —John respondió con amargura John con una leve risa—. Mi vida no vale nada desde que él se fue…
—Estúpido niño borracho –el hombre trató de ignorar las palabras de John y dejarlo pasar, se dio la vuelta para seguir su camino pero a los segundos sintió un golpe. John le había aventado una botella a la cabeza.
Aquel hombre de inmediato respondió y tomó a John por la camisa y lo estrelló contra una mesa.
La gente que estaba en el bar ya miraba aquella escena, nadie se atrevía a meterse, pero el chico que atendía la barra trató de intervenir.
—Discúlpalo, ¿no ves que está borracho? —trató de ayudar a John—. No sabe lo que dice, y más estos chicos que son estudiantes que no saben controlarse con las bebidas —trataba de excusar el comportamiento de John, mientras intentaba levantarlo de donde había aterrizado.
John se encontraba adolorido por caer de espaldas en la mesa, se había lastimado un poco el costado.
—Deberían prohibir la entrada a estos niñatos —comentó molesto el hombre tratando de seguir de nuevo su camino.
—Ja… lanzas como una niña pequeña…¿Qué no tienes fuerza? —se burló con dificultad John.
Y antes de que alguien interviniera, el hombre empujó a John, quien respondió con un puñetazo a la cara.
—Ahora si hijo de… —El hombre respondió a la provocación de John, golpeándolo por todo su cuerpo. El chico trataba de defenderse pero llevaba las de perder.
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Greg y Molly venían caminando por la calle, cuando vieron unas compañeras de Molly salir asustadas de un bar.
—Molly… ¡Tienes que ayudarlo! —pidió una de ellas, realmente aterrada.
—¿Qué? —Molly miró confundida a la chica, ni sabía de lo que hablaba su compañera.
—John. John Watson. Es tu amigo ¿no? Lo están golpeando dentro de ese bar. ¡Lo van a matar!
Greg y Molly corrieron para ayudar a John de inmediato.
Dentro del bar vieron la escena.
John estaba siendo golpeado por alguien mayor que él. Su ropa estaba manchada de sangre al igual que su cara.
— Greg, haz algo…—Molly tomó el brazo de Greg suplicándole que interviniera al ver a John en ese estado.
Greg enseguida fue a meterse entre el hombre y John, y sacó su identificación de policía.
—Él empezó. Ese niño es a quién deberían arrestar —se excusó el hombre.
—Sí, sí ya me haré cargo —Greg se apresuró para tomar a John de un brazo y saliendo de ahí casi cargándolo.
—Vayamos a mi casa —informó Greg a Molly—. ¿Lo cuidarías un momento? Voy por el auto.
Molly pasó su brazo por la cintura de John y su brazo encima de ella, realmente estaba pesado. ¿Qué habría pasado?
—John… ¿Qué hiciste? —limpió una parte de su cara— Oh John…
—Hm… ¿Estoy muerto? —preguntó muy a penas John, casi sin voz.
—Lo estarías si Greg no hubiera intervenido tonto, vayamos a limpiarte y curarte John —trató de consolar a John mirando como Greg detenía el auto enfrente suyo.
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La brisa refrescaba aquel sitio, era un ambiente agradable la que se vivía en esos momentos en la playa.
Y para sorpresa del misml Sherlock estaba ahí, conviviendo con algunas personas y se la estaba pasando bien.
Se encontraba teniendo una charla agradable con William y Victor.
Era una fiesta en la playa, que al principio se había negado a ir, pero al final cedió y ahí estaba.
Las estrellas iluminaban el cielo de aquella noche, y una fogata que estaba algo avivada por el viento estaba cerca de él.
Había algunos faros en la orilla de la playa, dándole un aspecto de postal.
Las personas jugaban con una pelota en una parte de la playa, otros estaban sentados y platicando por ahí y había una mesa con comida de la cuál se podían servir en un lugar algo retirado bajo una especie de carpa.
—Regreso ahorita, voy por más comida —comentó William levantándose de un tronco donde estaba sentado en compañía de Sherlock y Victor—.¿Quieren algo?
—Un refresco —pidió Sherlock.
—Una cerveza —respondió Victor.
William se alejó para ir por lo que habían pedido.
—¿Te la estas pasando bien? —preguntó Victor acercándose un poco más a Sherlock.
—Realmente sí. Gracias por convencerme.
—Pues no fue difícil ¿Sabes? —sonrió Victor—. Deberíamos tomarnos una foto.
—¿Para qué? —Sherlock lo miraba confundido.
—¿Cómo que para qué? Es obvio, para tener un recuerdo de este momento —Victor sacó su celular de su bolsillo.
Victor se acercó aún más a Sherlock y le pasó un brazo sobre los hombros del chico, atrayéndolo a su cuerpo. Sherlock sonrió algo avergonzado, se sentía extrañamente a gusto. Y sonrió hacia el celular que el maestro sostenía.
La foto salió realmente bien, ambos sonriendo con confianza y familiaridad entre ellos.
—¿Sabes? Te ves diferente —comentó Victor viendo la foto recien tomada.
—¿A qué te refieres?
—Cuando te conocí, tenías otro look —dijo mirándole—. Estabas muy delgado y tu cabello muy diferente, pero a parte, tu mirada lucía triste.
Sherlock cambió de semblante, recordando el por qué se encontraba en esa universidad.
—Ah… Sí, supongo… —Sherlock trató de bajar la mirada.
—Y de nuevo, volvió esa mirada triste… ¿Recuerdas algo o a alguien? —Victor lo tomó de la barbilla e hizo que le mirase a los ojos— No quiero ver esa mirada cuando estés conmigo. Quiero que estés tranquilo y te diviertas. Quiero que estés feliz.
Las mejillas de Sherlock se sonrojaron. Estaba a centímetros del rostro de Victor, quien tenía su mirada clavada en él.
Era extraño que un maestro se comportara así con su alumno ¿no?, pero Sherlock no retrocedió su cuerpo, solo se quedó ahí. Comenzando a escuchar como su corazón se aceleraba cuando escucharon la voz de William acercarse quien gritaba algo con otra persona, fue cuando Victor se alejó de Sherlock.
—Aquí tienen —dijo acercando las bebidas correspondientes a cada uno—. Traje algo de botana también.
Unas chicas se acercaron a ellos y comenzaron a platicar de cosas banales.
—Oigan, ya pronto serán los fuegos artificiales —avisó una de las chicas emocionada—. Vamos Sherlock – sujetó el brazo del chico para que la siguiera.
—¿A dónde vamos? —Sherlock estaba algo confundido— ¿No se puede ver desde aquí?
Victor lo miraba con cariño mientras se acercaba a la chica y a él.
—Vamos para allá —Victor se acercó a Sherlock— Yo lo guío, puedes avisarle a las demás personas —sugirió Victor.
La chica con una sonrisa se retiró del lado de Sherlock para seguir avisando a los demás.
—Vamos a caminar un poco, para tener mejor vista —comentó el maestro comenzando a caminar. Sherlock y William que lo empezaron a seguir.
Caminaron un poco por la playa y se situaron donde estaba la gran mayoría de la gente ya reunida.
Era en una colina en la playa.
No esperaron mucho tiempo, los cohetes empezaron a sonar en el cielo y las luces en el cielo de los fuegos artificiales comenzaban a iluminar el cielo oscuro.
Sherlock miraba los fuegos artificiales, su mirada estaba clavada en esas luces de diferentes colores que iluminaban ese lugar. Nunca se imaginó estar en una fiesta así y sobre todo, habérsela pasado muy bien.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió un brazo sobre él, se sobresaltó pues no se lo esperaba. Al dirigir su mirada hacia un lado vio a Victor, quien estaba con su mirada fija en el cielo, pero era quien lo abrazaba.
Sintió sus mejillas sonrojarse y trató de ignorar esa sensación tratando de regresar su vista al cielo.
Realmente estaba disfrutando esos momentos.
