NI GLEE NI SUS PERSONAJES ME PERTENECE, SOLO ESTA HISTORIA.

ADVERTENCIA RACHEL G!P

Viernes 22 de mayo del 2015.

— ¿Cuántas armas nos faltan Annie? — pregunto la oficial López antes de revisar el arma que le había dado la celadora.

— Solo nos falta una, jefa, la de Sue Sylvester — dijo mirando la enorme caja — Pero está limpia, ya cambié todos lo cartuchos, y me aseguré de guardar los nuestros.

— No quiero fallas Annie, si algo sale mal, nos arrepentiremos toda la vida, y ya suficiente tengo con la carga del caso de mi esposa, no quiero agregarle más a la maleta.

— No se preocupe oficial, este plan no va a salir mal, al contrario, si tiene suerte hasta volverá a casarse — la celadora sintió que hablaba de más, ya esperaba el castigo de su oficial, pero nunca llegó.

— Eso sería el broche de oro ¿Sabes? — sonrió y contagio a la otra chica — por cierto ¿Sabes dónde está Fabray? Se supone que estaría aquí con nosotras.

— Fueron a la clínica de la doctora — respondió.

— ¿A la clínica? ¿Por qué o para qué? — se preocupó Santana.

— Al parecer la doctora quería hacerle un examen médico a la subdirectora, después de lo ocurrido el martes quiere saber si la señorita Fabray puede ser parte del plan.

Santana soltó una ligera carcajada.

—Que ingenuidad la de Emma — Annie la miró interrogante — creer que puede sacar a Quinn del plan, créeme, Quinn estará ahí así sea en una maldita silla de ruedas, lo digo en serio — volvió a reír — espera — adiós risa — ¿Cómo es que tú tienes esa información y yo no?

— Ah sí, es que ayer me lo comentó Em — soltó así sin más.

Esta vez la carcajada de Santana se hizo resonar en la bodega, la celadora parecía un tomate.

— Emma, quiero decir, la doctora Emma — aclaró cuando se dió cuenta de su error.

— ¡Oh vamos Annie! A nadie engañas, es muy obvio que te gusta la doctora Pillsbury — dijo maliciosa.

Annie supo que estaba perdida.

— No lo sé, bueno, eso creo — balbuceó — es complicado.

— ¿Eso crees? Annie dime una cosa — Santana se puso sería — yo tengo una duda desde hace mucho tiempo, ¿sabes? Y como ahora, estás en este tipo de coqueteo con Emma, me parece prudente que yo resuelva mi duda.

— claro, dime — Annie se puso nerviosa, ya presentía hacia donde iba la conversación.

— Yo creo que también le gustas a Emma, lo hemos visto en sus ojos Quinn y yo, y por eso mismo creo que tenemos que cuidarla, aunque es la mayor de las tres, es la que menos tiene experiencia en el amor, de hecho solo ha tenido una relación seria, y le rompieron el corazón — la miró fijamente — después de eso no la habíamos vuelto a ver así , como ahora.

— Puedes preguntarme lo que sea — respondió tratando de recordar cómo respirar.

— Cuando tú enviaste tu currículum, me quedé sorprendida, eres una mujer sumamente preparada, y creo que estás en el lugar incorrecto, y ni hablar de tu puesto, tú deberías estar más arriba, pero ahora veo cuál es la razón por la que estás aquí, sin embargo, había otra cosa que llamó mi atención — cerró el baúl de las armas y se sentó en el — tu estado civil — dijo sin más — luego entraste unos meses después y noté que eras una persona muy reservada en cuanto a su vida personal, y no te juzgo, sabes que soy igual — agregó para bajar la tensión — pero de un día para otro tu semblante cambió, te volviste ruda, no hablabas a menos que te lo pidiera, y de repente metiste un permiso personal para ausentarte durante quince días, que después se volvió un mes, si te soy sincera, llegué a pensar que no volverías — su mirada se torno dura — ¿Debo preocuparme por esa situación o inclusive por Emma?

— No Santana, esa situación ya está resuelta, por eso me ausenté un mes — respondió firme y sin bajar la cabeza, Santana se sintió más tranquila.

— Realmente espero que así sea mujer, porque no me gustaría que Fabray tuviera que pedir el cambió de alguna de las dos — lo soltó como amenaza, o así lo sintió la celadora — ¿Te doy un consejo? Vive el momento, si algo te gusta disfrútalo, no dejes que tu miedo o la inseguridad acabe con eso que ahora sientes o puedes acabar sola, mírate en mi espejo — suspiró.

— Es lo que más quiero Jefa — respondió — pero no sé cómo hacerlo — comenzó a mover sus manos nerviosa — cuando estoy con ella, dice y hace cosas que me hacen pensar que realmente le gusto, pero cuando se da cuenta de la situación, trata de cambiar su postura, y eso me da escalofríos — cerró sus ojos — ya estuve enamorada una vez, y no sé si ahora mismo lo estoy pero, no quiero volver a sentirme tan jodida como aquella vez — se recostó en la pared, su cabeza era un lío, y la pelirroja no ayudaba a resolverlo.

— Annie, desde el primer día que te conocí, supe que eras una mujer clara, que no se andaba por las ramas y que siempre ibas directo al grano, quizás por eso es que congeniamos, así que es momento de que vayas directo al grano con esa mujer, dile sin rodeos lo que sientes y lo que quieres, y si ella te corresponde, ni Quinn ni yo nos opondremos, aunque deberíamos por el reglamento, pero esta vez, simplemente lo dejaremos ser.

— Gracias oficial — sonrió emocionada, por supuesto que lo haría.

Clínica Central

Sorbito tras sorbito bajaba ese líquido naranja que hasta el momento no le había provocado náuseas, cómo casi todo lo hacía.

Quinn chocaba los pies contra la mesa nerviosa por la situación en la que se encontraba.

Apenas díez minutos antes había tenido una revisión a profundidad por parte de su amiga y compañera, la doctora también le había pedido que se descubriera el brazo para sacar una muestra de sangre, ya que sentía que tenía que estar segura de la salud de Quinn.

Después de quedarse sola en el consultorio de Emma, una enfermera llegó con un jugo, había sido enviado por órdenes de Emma, para que se recuperara un poco.

Habían transcurrido tan solo unos minutos que para Quinn se sentían como horas.

Estaba nerviosa, aunque ya sabía lo que pasaría, nunca se imagino esa situación, una cosa eran sus sospechas, y otra muy diferente era los resultados médicos.

— Tienes que tomarte todo el jugo Quinn, te sentará bien — la rubia sacudió su cabeza, no escuchó entrar a la doctora — solo espero que no termines vomitandolo cómo todo lo que has estado comiendo.

— Al parecer mi estómago no está tan sensible — se puso nerviosa — me pregunto que me habrá caído mal — se preguntó a sí misma para no levantar sospechas.

— Quinn.. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste tu periodo menstrual? — sonaba como toda una profesional.

— Creo que — suspiró — no lo sé realmente — respondió al fin.

— ¿Segura? — volvió a cuestionar — porque siento que me estás ocultando algo o más bien que estás omitiendo algo ¿Qué es Quinn?

— Emma yo … — la rubia guardó silencio cuando una enfermera se asomó un poco, la doctora la hizo seguir.

— Doctora aquí tiene todos los resultados que estaba esperando — le entregó unos cuantos papeles.

— Vaya, eso fué rápido — susurró la rubia pero fue escuchada por la enfermera.

— ventajas de ser amiga de la Doctora Pillsbury — Bromeó la chica, Quinn trató de devolverle la sonrisa, pero en ese momento odiaba esa ventaja.

Emma por su parte, estaba ajena a los comentarios de la enfermera, revisaba los resultados que segundos antes le habían entregado.

La rubia giró a ver a su amiga cuando la enfermera abandonó el consultorio, Emma leía pero no se le notaba ningún gesto.

— Quinn — habló la peliroja — tu… estás embarazada — soltó titubeando.

— Lo sé Emma — su voz parecía quebrarse y la cara de su amiga era un poema — Lo sé desde hace días.

Claro que lo sabía, y no, no por las veinte pruebas caseras que se había estado haciendo las últimas semanas.

Lo supo cuando hizo el amor con Rachel.

Esa noche se sintió diferente a muchas más.

Ella había tenido amoríos en el pasado, cosas de una sola noche, y unas cuantas que pasaron a otro nivel, y aunque en casi todas las ocaciones se cuidó, la primera vez que tuvo sexo con Rachel no se sintió igual que con las otras personas.

A decir verdad, ya no se volvió a sentir igual.

— ¿Desde cuándo Quinn? — cuestionó con una seriedad que hizo achicarse a la rubia.

— Creo que lo supe desde el primer día Emma — dijo y su voz no pudo quebrarse más — No sé cómo explicarlo, pero en ese momento supe que algo había pasado, o iba a pasar.

Emma asentía lentamente.

— ¿Lo tendrás? — la doctora hizo una pregunta que jamás había pasado por su cabeza — Porque sabes lo que implica ¿Cierto? — no, la rubia no lo sabía.

— Emma yo, estoy tan confundida y abrumada, además me siento tan agotada con todo lo que está pasando, y lo que me está pasando ahora mismo, que no he podido pensar en nada.

— Dime por favor que no es de Rachel Berry — el rostro de la doctora no mostraba ninguna emoción.

La sorpresa en Quinn era grande.

— ¿Creíste que no lo sabía? ¿Que no me daría cuenta? — La molestia se persibia en cada cuestionamiento.

— Emma, por favor, antes de que me juzgues, necesito que entiendas que no pude evitarlo — la rubia comenzó a llorar — me enamoré de Rachel y pasaron cosas que no pudimos evitar.

— Quizás ella no, pero tú si pudiste Quinn, ¿acaso ya olvidaste que es menor de edad? — el llanto de la rubia se intensificó y solo negó con la cabeza — sabes que irás a prisión por esto Fabray, abusaste de tu poder y es un delito grave en tu posición.

— Lo sé, y estoy dispuesta a pagar por ello, presentaré mi renuncia en su momento y entregaré mis delitos a los altos mandos — Emma la miró fijamente — pero no ahora, no quiero que mi bebé viva lo que Rachel vivió o lo que yo viviré en su momento.

— Quinn…

— Se que lo que te pediré va en contra de todo lo que eres Emma, pero por favor, deja que nazca mi bebé, y luego me entregaré, te lo prometo — sonó firme.

— ¿Y Rachel que opina de todo esto? — la rubia se quebró de nuevo — No lo sabe, ¡por dios Quinn!

— Se lo diré en cuanto quede libre, no quiero que se preocupe, no ahora que estamos tan cerca del final.

— Esperemos que todo salga bien entonces — suspiró mientras escribía — toma, a partir de ahora debes tomar esto, tu y el bebé lo necesitarán, y por favor, trata de comer, aunque no tengas apetito — la rubia tomó la receta con una ligera sonrisa — ahora vayamos al reclusorio, ya deben estar esperándonos.

El viaje al reclusorio no fue incómodo, a pesar de la conversación que tuvieron, la doctora le iba haciendo recomendaciones para el bien de bebé, y aunque el tema la ponía algo tensa, agradecía la intención de su amiga.

Santana le había escrito minutos antes, tanto Annie como ella ya las esperaban en su oficina.

— Hola chicas — las saludó Emma, Santana notó el rostro de Quinn y se preocupó — espero que haya buenas noticias.

— ¿Estás bien Quinn? — preguntó la latina.

— Si, al parecer solo se trata de una infección que Emma ya está controlando — miró a la doctora pidiendo su complicidad.

— Así es Santana, tranquila, ya le receté algo para que se sienta mejor — Santana no se tragó la mentira.

— ¿Cómo va todo por acá? — preguntó Quinn.

— Annie y yo ya nos encargamos de la carga de las armas, seguridad ya está enterada de que ninguna celadora saldrá este fin de semana, sin excepciones — comentó Santana.

— Supongo que Rachel ya está enterada del plan — Quinn no había visto a la pequeña morena.

— Si subdirectora, Danielle ya se encargó de las chicas, hasta el momento todo marcha según lo planeado — aseguró Annie.

— Bueno, entonces ahora mismo me encargo de enviar todos los expedientes de las reclusas procesadas por ese miserable al juez, esperemos que todas puedan ser ayudadas.

— Entonces no se diga más, todos vayamos a hacer la parte que nos toca — dijo la doctora — Quinn si necesitas algo me llamas y vengo enseguida — la rubia asintió.

— Santana — la detuvo antes de que saliera — ¿Crees que podamos cenar está noche las tres juntas? Necesito hablar con ustedes.

Santana la miró fijamente y no pudo evitar preocuparse.

— Claro, le avisaré a Britt — se acercó a ella — ¿segura que estás bien? — la tomó del brazo.

— Realmente no Santana, por eso necesito hablar con ustedes.

— Ahí estaremos rubia — dijo y salió de la oficina.

Santana caminaba de un lugar a otro, los nervios se habían apoderado de ella.

— Santana, me estás mareando, puedes quedarte quieta por favor — Brittany no dejaba de verla.

— No puedo Britt, esta noche pasarán tantas cosas, que no puedo solo quedarme quieta — miró a la otra rubia que estaba en silencio — ¿Y que pasá contigo Quinn? ¿De qué querías hablar? No dijiste nada durante la cena, que claramente no comiste nada.

— Nadie lo hizo Santi — respondió su ex esposa — ¿Qué pasa Quinn? — también miró a una callada rubia.

— Esta noche pasarán tantas cosas, que me siento aterrada, tengo miedo de que algo falle, y Rachel no pueda salir — dijo mirando hacia la nada.

— Todo saldrá bien, rubia, pero estoy segura que no es eso lo que querías decirnos.

Se paró y caminó hacia la ventana que daba al jardín de la casa de Brittany dándoles la espalda.

— Antes de que me juzguen, permítanme hablar, decir todo lo que necesito, y después me odian — las chicas la miraban de una rara manera, sin entender nada — Estoy embarazada.

Brittany sonrió pero su sonrisa se borró enseguida.

Santana, ella solo se sentó y tomó su cabeza entre las manos.

— Lo sé — respondió Santana y Brittany se sorprendió.

— ¿Lo sabes? — preguntaron las rubias.

— Quinn, viví el embarazo de Brittany ¿Lo recuerdas? — dijo como si fuera lo más obvio — los primeros meses de Britt fueron así, perdió el apetito, las náuseas y los mareos no la dejaban para nada, a pesar de eso, no perdió peso, todo lo contrario, comenzó a ganar kilos, como tu ahora.

— Rachel no lo sabe aún — dijo algo triste la rubia.

— No Brittany, no me he animado a contarle.

— Quinn ¿Te das cuenta del problemón que tenemos ahora? — la latina se preocupó más.

— Es mi problemón Santana — le dijo.

— De ninguna manera Quinn, yo pude haber evitado todo esto, y no lo hice, me agradó tanto ver a la Quinn enamorada, que no pensé en las consecuencias.

— Yo no veo un problemón, quizás Rachel en unos días sea libre y podrán criar al bebé juntas — una chispa de esperanza brotó en Brittany.

— No es así de fácil cariño — Santana sonrió con dulzura — Quisiera poder protegerte de lo que se avecina Quinn pero no sé si pueda — la miró con angustia.

— Lo sé, y te amo por eso Santana — sollozó — pero sabía en lo que me metía, y ahora pagaré las consecuencias — se limpió las lágrimas — solo espero que me entiendan, lo que hice no fue mal intencionado, solo, yo solo me enamoré como una estúpida de un pequeño ángel que llegó a salvarme, nunca quise hacerle daño, ni aprovecharme de ella.

— Lo sabemos Quinn — se acercó a ella — ¿Tan grave es? — preguntó con miedo.

— Estamos hablando de más de 5 años Britt, si todo sale bien — respondió Santana por ella.

— Pero, y si no dices nada, estoy segura que Rachel tocó lo hará — buscaba opciones desesperadas.

— Yo no podría vivir con eso Britt, no podría — se acercó a Brittany, la tomó de la mano y la llevó cerca de Santana, juntas las tres y siguió hablando — necesito pedirles un favor.

— Por supuesto rubia, dinos.

— Quiero que en su momento, cuiden del bebé como yo cuidé de Susan — Santana comenzó a llorar — si Rachel acepta estar con el bebé, necesitaría de ustedes, por favor, no la dejen sola.

— ¿Por qué tiene que ser así Quinn? — Brittany no quería escuchar nada de eso.

— Porque cometí un delito Britt, cruce una línea que no debía, abusé de mi poder y lo que pasó con Rachel, un jurado jamás lo verá bien, menos en mi posición — respiró profundo — esperaré a tener al bebé para entregar mi cargo y declarar.

— Quinn no — Britt comenzó a llorar.

— Siempre he respetado la rectitud e integridad con la que vives, pero justamente hoy la estoy odiando rubia, aún así, quédate tranquila, que nosotras ayudaremos a la enana con el bebé, lo prometemos ¿Verdad Britt? — preguntó.

La rubia solo asintió sin dejar de llorar.

— Se que serán las mejores tías para mí bebé — las abrazó lo más fuerte que pudo.

Quizás ese podría ser su último abrazo.