16/05/24

DISCLAIMER: Los personajes de The Loud House y Spider-Man no me pertenecen. Son propiedad de sus respectivos dueños y cualquier uso que se les dé aquí no busca remuneración alguna. Esta historia está escrita con fines lúdicos.:

J0nas Nagera: Hay futuros capítulos que serán largos, pero este en particular quise que tuviera esta extensión por aquello de los recuerdos de Lincoln. Considere que la idea de la Iglesia iba a estar muy repetida, aunque confieso que mi idea original era hacer algo similar a spider-man 3 (Lincoln bailando con Stella enfrente de Ronnie como una especie de venganza y al conseguir lastimarla, el chico reflexionaría en lo que hizo para después quitarse el simbionte). Debo admitir también que a medida que he avanzado escribiendo al personaje de Stella, le he tomado más aprecio a este, pero construir una especie de triángulo amoroso entre los tres ha hecho que me dé de topetones en la cabeza.

Capítulo 26: El nacimiento de una villana

- ¡Fíjate por dónde vas niña rara! - me respondió un chico, el cual me observaba con desprecio, para después continuar su camino, sin siquiera disculparse por chocar conmigo.

Ya no me importa, sé que si ellos notaran que sus insultos me afectaban ganarían y no pienso darles ese gusto otra vez. Papá había insistido la noche anterior en que no podíamos perdernos nuestro primer día de clases y que además nos ayudaría a distraernos, ¿en serio cree que viniendo a la escuela podremos olvidar la muerte de Pop-Pop?, ¡en fin!, nunca he entendido cómo trabaja el cerebro de los hombres. Sin muchos ánimos, mis hermanas y yo nos preparamos para venir a la cárcel conocida como colegio. Siempre me ha resultado difícil prestar atención a los profesores, sentarme en una silla y escuchar a unos viejitos que se creen súper sabios y que piensan que sus alumnos somos una bola de burros, por más de siete horas, ¡no es algo que me emocione demasiado! Aunque, con tanto en la cabeza las clases se me pasaron más rápido de lo habitual. Por increíble que les parezca nadie me gritó que no molestara, nadie me empujó o puso el pie para que me cayera mientras caminaba por los pasillos, había decidido almorzar en la biblioteca, donde La Paz siempre reina y podía evitar cualquier contacto humano molesto. Cuando terminó la escuela, regresé a casa caminando en lugar de regresar con mi familia en Camionzilla, el viaje sería más tardado, pero me ayudaría a planear mejor mi venganza, ya que en casa eso era casi imposible.

La cena había sido muy silenciosa aquella noche, papá no estaba de ánimo para cocinar, por lo que ordenó unas hamburguesas. Jamás había visto a mis hermanas comer con tan pocos ánimos aquel manjar, aunque sinceramente no las culpo, yo apenas y probé mi hamburguesa, solo para después marcharme a mi habitación antes que nadie, no quería hablar con ninguna de mis hermanas o padres y en especial con cierto peli blanco que quería volverse a llamarse mi hermano después de repudiarnos a todos. El resto de las chicas podían perdonar a ese tonto, pero yo no sería tan ingenua para caer en su manipulación, simplemente debía fingir que todo estaba bien entre nosotros para no levantar sospechas. Me coloqué mi pijama e intenté dormir, pero…. ¡oh sorpresa!, no lo logré. Hubiera querido despedirme de él, ¡necesitaba escucharlo al menos una vez más!, estoy segura que mamá y todas mis hermanas hubieran dado lo que fuera por tener esa oportunidad, pero como aprendí en mis clases de Historia, "él hubiera no existe", la única persona entre nosotros que tuvo la dicha de convivir por última vez con Pop-Pop se comportó como un cretino con él y estoy segura que eso lo mato, ¿qué abuelo podría soportar que su nieto lo insultara cuando solo intentaba darle un consejo? Cada vez que recuerdo eso aprieto mis puños y dientes, ¡prometo que vas a pagar Lincoln Loud!, no permitiré que la muerte de mi abuelo quede impune. El solo quería ayudarte y tú lo despreciaste, tal vez los demás te crean un niño bueno, pero yo conozco quién eres en realidad.

En ese momento escuché que alguien ingresó a la habitación, una de las muchas molestias de vivir en una familia de 13 integrantes es que solo uno de ellos puede tener el privilegio de tener su propia habitación, por desgracia, yo no soy esa integrante. Mi hermana cerró la puerta tras de sí con un gran suspiro cargado de cansancio, ella al igual que casi todos en la casa, estábamos destruidos emocionalmente. El eslabón más fuerte de la familia se había roto y sin él, las cosas nunca volverían a ser iguales nunca más. Ella apagó las luces y se dirigió a su cama, estaba mirando hacia la pared cuando sentí que ella se sentó a lado de mi:

-Por favor, ¡háblame! - me suplicó ella en voz baja.

Yo solo continué mirando hacia la pared ignorándola de manera fría:

-Tú no eres la única que está mal hermanita. Yo también me estoy desmoronando. Y verte así, ¡no eres así! Ese silencio, esa indiferencia, perdí a mi abuelito, no quiero perder también a mi amiga, a mi confidente, ¡por favor! -

Ella era mi hermana más cercana y podía escuchar en cada palabra que salía de su boca la profunda tristeza que albergaba su corazón. En verdad quería levantarme, abrazarla y llorar junto a ella. Consolarnos mutuamente como siempre y cargar nuestros problemas como un equipo. Sin embargo, mi cuerpo no reaccionó y me faltó valor para hacerlo, solo seguí mirando a la pared sin parpadear, intentando no pensar en nada, tratando de callar esa molesta voz que me decía que no tenía por qué sufrir sola. Sentí como mi hermanita colocaba su mano en mi hombro en forma de súplica para que la volteara a ver, me pedía un abrazo y un hombro sobre el cual llorar. Y eso se lo podía dar, pero también me estaba pidiendo que volviera a ser La Niña fastidiosa de antes y ella había muerto y no volvería jamás. Moví mi mano para colocarla sobre la de mi compañera de cuarto y la presioné delicadamente, ella levantó su mirada y de reojo vi cómo me dirigía una pequeña sonrisa, creyendo que quizá había conseguido su propósito, pero yo solo me limité a retirar su mano de mi hombro, ¡ambas sentimos un vacío en el corazón!

-Está bien, si así lo quieres, te daré tu espacio- susurro ella, dolida por verme así- comprendo que está debe ser tu manera de lidiar con todo esto. Siempre que me necesites, estaré aquí para apoyarte.

Con cuidado, ella se levantó y fue a su cama. Poco después ya estaba dormida, por lo que de la forma más sutil posible salí de nuestra habitación para dirigirme a la sala, el pasillo jamás se me había hecho tan largo como últimamente se me figuraba. Con cada paso, podía escuchar llantos en cada una de las habitaciones de mis hermanas.

-No se preocupen, yo acabaré con la causa de nuestro sufrimiento muy pronto- susurraba mientras bajaba las escaleras.

-Estoy resfriado, un poquito resfriado, ¿tengo la nariz roja?, oh si esta roja- decía el abuelo Albert en tono gracioso y con una nariz roja de payaso en un intento por animar a sus seis nietos, que estaban enfermos de varicela.

Al principio los seis solo lo veíamos con caras tristes, pero después de unos segundos, Lincoln comenzó a reír y su risa nos contagió a todas, por lo que comenzamos a arremedar a nuestro abuelo. Luego mamá apareció con un guante de plástico sobre su cabeza y comenzó a hacernos cosquillas en nuestras pancitas. Papa solo reía mientras grababa la escena con una cámara, los últimos días no habían sido nada fáciles, Lincoln era un bebé muy enfermizo y las deudas del hogar no dejaban de crecer, pero era un gran alivio saber que Pop-Pop siempre nos apoyaría, no solo económicamente, sino también emocionalmente.

Al menos, eso creíamos. Todos sabíamos que el abuelo Albert no sería eterno, pero aún no debía irse, ¡era muy pronto!, por lo menos debió ver a Lori graduada y poder jugar con sus bisnietos. Pero no, todo gracias a las hormonas de un puerto malhumorado que no supo controlar su carácter. Pause el televisor, no toleraba ver más aquellos recuerdos en forma de videos sin comenzar a llorar y no quería que nadie me descubriera, por lo que ahogue mis sollozos con una almohada hasta que pude tranquilizarme, lo molesto era que mis labios no dejaban de temblar. Guarde el disco de la grabación en la caja etiquetada como "nuestros recuerdos de Pop-pop", ¡ya era demasiado!, estaban a punto de dar las seis de la mañana y si alguien bajara, no sabría cómo explicarle que me pase toda la noche observando videos antiguos sobre el abuelo en la televisión.

Guarde en un lugar seguro aquella caja llena de discos, ¡mi tesoro más valioso!, de alguna forma, aquellas grabaciones mantenían vivo a Albert y no permitiría que les pasara algo. Comencé a subir las escaleras de la casa para poder fingir que toda la noche permanecí en mi alcoba, aunque primero fui a la de cierto chico que era el causante de esta desgracia. Con mucho sigilo abrí su puerta, la cual no tenía ninguna especie de seguro o candado y ahí estaba él, dormido como un pequeño angelito caído del cielo. Me senté a su lado y comencé a deslizar un pequeño pero afilado cuchillo sobre su indefenso cuello. Lincoln continuaba muy débil después de expulsarnos de él, por lo que tenía el sueño muy pesado.

- ¡Una apuñalada! -

Una simple apuñalada sería más que suficiente para acabar con la vida de aquel a quien tanto odiamos. Sin embargo, eso sería bastante simple para lo que queríamos y aquello no sería idóneo para mí, no sería suficiente castigo, ¡no!, queremos despedazarlo pieza por pieza. La venganza es un truco humano que disfrutamos y realizaremos nuestra venganza lenta y dolorosamente.

Guarde el cuchillo en mi bolsa y después le di un tierno beso en la frente a mi ex hermano, luego lo cobije y finalmente me marché de su habitación cerrando la puerta tras de mí con la mayor sutileza posible para no despertarlo:

-Rechazaste la simbiosis, ¡solo quería hacerte un mejor héroe!, bueno, sorpresa, sorpresa, ahora somos uno solo y ¡vas a pagar! - en ese momento el simbionte cubre por completo el cuerpo de la chica- ¡DE AHORA EN ADELANTE TE VAMOS A ENVENENAR SPIDER-KID!, por eso nos llamamos ¡VENOM!

Continuará...