El tren avanzaba a través del paisaje, llevándose a Candy hacia una ciudad llena de recuerdos y posibilidades. Chicago, con sus altos edificios y bulliciosas calles, la esperaba con una mezcla de emoción y nostalgia. Candy había sido invitada a una conferencia sobre nuevas técnicas de enfermería y estaba ansiosa por aprender y compartir sus conocimientos.
Al llegar a la estación, fue recibida por Patty, quien ahora trabajaba como enfermera en uno de los hospitales más prestigiosos de la ciudad. Las dos amigas se abrazaron con alegría y comenzaron a ponerse al día mientras caminaban por las concurridas calles de Chicago.
—Patty, no puedo creer cuánto ha cambiado esta ciudad desde la última vez que estuve aquí —comentó Candy, mirando a su alrededor.
—Sí, está en constante cambio y crecimiento —respondió Patty—. Pero sigue siendo un lugar lleno de recuerdos, ¿verdad?
Candy asintió, sintiendo una ligera punzada en el corazón al pensar en los momentos que había vivido allí. Sin embargo, decidió enfocarse en el presente y en las oportunidades que la conferencia le ofrecería.
Después de un día lleno de charlas y talleres, Patty sugirió que fueran a ver una obra de teatro que estaba causando sensación en la ciudad.
—He oído que es fantástica y pensé que te gustaría relajarte un poco después de un día tan intenso —dijo Patty con una sonrisa.
Candy aceptó la invitación con entusiasmo, sin saber que aquella noche marcaría un giro inesperado en su vida.
El teatro estaba lleno de espectadores ansiosos por ver la actuación. Candy y Patty tomaron sus asientos y esperaron a que comenzara la función. Cuando las luces se apagaron y el telón se levantó, Candy sintió un escalofrío recorrerle la espalda. En el escenario, bajo la luz de los reflectores, estaba Terry.
Candy se quedó inmóvil, su corazón latiendo con fuerza. No había esperado verlo, y mucho menos en esas circunstancias. Mientras Terry interpretaba su papel con la pasión y el talento que siempre había admirado, Candy no pudo evitar sentirse abrumada por una ola de emociones.
Al final de la obra, los aplausos llenaron el teatro. Patty, sin notar la agitación de Candy, aplaudía entusiasmada.
—¡Fue increíble! —exclamó Patty—. ¿No te parece?
Candy asintió débilmente, todavía en estado de shock. Decidió que lo mejor sería salir rápidamente del teatro antes de que Terry tuviera la oportunidad de verla. Sin embargo, el destino tenía otros planes.
Mientras salían del teatro, Candy y Patty se encontraron con una multitud de personas. De repente, Candy sintió una mirada intensa sobre ella. Levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Terry. El tiempo pareció detenerse. Durante unos segundos eternos, ambos se miraron, incapaces de moverse o de decir una palabra.
Terry notó la presencia de Candy y, aunque miles de pensamientos cruzaron su mente, no pudo articular ninguno. El dolor de la pérdida de Susana y la culpa que sentía lo habían mantenido alejado de Candy. Pero ahora, viéndola frente a él, todos esos sentimientos se agolparon en su corazón.
Candy, por su parte, sintió una mezcla de amor, tristeza y confusión. Había tratado de evitar este momento, temiendo que reabriría viejas heridas. Pero ahora, frente a Terry, se daba cuenta de que los sentimientos no resueltos seguían allí, esperando a ser confrontados.
Sin decir una palabra, ambos continuaron su camino, mudos y llenos de emociones no resueltas. Candy sintió que el aire se hacía pesado mientras se alejaba del teatro, sabiendo que Terry también estaba caminando hacia su propio destino, cargando con el peso de su pasado.
Esa noche, en la habitación del hotel, Candy no pudo conciliar el sueño. Los recuerdos de su tiempo con Terry, mezclados con la realidad de su reencuentro, la mantenían despierta. Se preguntaba qué había sido de él, si había encontrado la felicidad.
Lo que Candy no sabía era que Terry, ahora solo, también se encontraba atrapado en sus propios pensamientos. Susana ya no formaba parte de su vida. Había fallecido en un trágico accidente de auto en el que Terry iba manejando. La culpa y el dolor lo habían perseguido desde entonces, impidiéndole buscar a Candy y tratar de recuperar lo que habían perdido.
Terry había decidido no buscar a Candy, sintiendo que no podía ser feliz mientras la sombra de Susana aún lo seguía. Pero ahora, después de verla, se daba cuenta de que los sentimientos que tenía por ella no habían desaparecido. Estaban allí, esperando a ser redescubiertos.
