Capítulo 6: La promesa de Candy

Las hojas de otoño caían suavemente sobre el jardín del hospital, mientras un aire de desesperanza se cernía sobre el ambiente. Dentro de una habitación, la figura frágil de Annie yacía en la cama, su rostro pálido contrastaba con las sombras profundas de su enfermedad. Candy estaba a su lado, sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía la de su amiga.

—Candy... —susurró Annie, su voz apenas un murmullo—. Por favor, cuida de Archie y de nuestro bebé.

Candy sintió cómo las lágrimas rodaban por sus mejillas, su corazón se quebraba ante la solicitud de Annie. No quería pensar en un mundo sin su amiga, pero la realidad era ineludible.

—Annie, no digas eso... —respondió con voz entrecortada—. Todo saldrá bien.

Annie negó con la cabeza, sabiendo que el final estaba cerca. Su mirada se posó en Archie, que estaba de pie junto a la cama, con los ojos llenos de una tristeza insondable.

—Archie, mi amor... —dijo Annie, extendiendo una mano hacia él—. Prométeme que cuidarás de nuestro hijo. Y que aceptarás la ayuda de Candy. Ella es la única en quien confío para esto.

Archie tomó la mano de Annie, apretándola con una fuerza que reflejaba su desesperación.

—Lo prometo, Annie. Haré todo lo que me pidas —respondió, su voz quebrada por la emoción.

Annie asintió débilmente y volvió su mirada hacia Candy.

—Candy, tú y yo hemos compartido tanto... te necesito ahora más que nunca. Prométeme que estarás allí para Archie y para mi bebé. Prométeme que los cuidarás como si fueran tuyos.

Candy sintió que su corazón se desgarraba con cada palabra de Annie. Pero, sabiendo lo importante que era esta promesa para su amiga, asintió con determinación.

—Te lo prometo, Annie. Estaré allí para ellos. Los cuidaré con todo mi corazón —dijo, su voz firme a pesar de las lágrimas.

Annie dejó escapar un suspiro de alivio y cerró los ojos, sintiendo una paz momentánea. Pero su cuerpo debilitado no podría soportar mucho más. Mientras el dolor aumentaba, su respiración se volvía más entrecortada.

Los médicos entraron a la habitación, preparando a Annie para el parto. La tensión en el aire era palpable, y Archie y Candy fueron llevados fuera mientras los doctores trabajaban frenéticamente. Candy podía escuchar los gritos de Annie, cada uno de ellos una daga en su corazón.

Finalmente, el llanto de un bebé llenó el aire, un sonido dulce y amargo a la vez. Candy y Archie fueron llamados de nuevo a la habitación. Annie estaba pálida, su respiración apenas un susurro. En sus brazos, sostenía a su bebé con una ternura infinita.

—Archie, Candy... aquí está nuestro hijo —dijo Annie con una sonrisa débil—. Cuídenlo bien... cuídense el uno al otro.

Archie se arrodilló junto a la cama, sus lágrimas caían sobre la mano de Annie.

—Te lo prometo, Annie. Te lo prometemos —dijo, su voz rota por el dolor.

Candy asintió, incapaz de hablar mientras las lágrimas corrían por su rostro. Tomó la mano de Annie, apretándola con fuerza.

Annie miró a su bebé una última vez, una paz serena en sus ojos.

—Gracias... —susurró antes de cerrar los ojos para siempre.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Archie se desplomó junto a la cama, abrazando el cuerpo sin vida de su esposa, mientras Candy sostenía al bebé, tratando de consolarlo con suaves mecedoras. El peso de la promesa que había hecho a Annie la abrumaba, pero sabía que debía ser fuerte.

Los días siguientes fueron un torbellino de dolor y decisiones difíciles. Archie estaba devastado, su mundo hecho pedazos. Pero con la ayuda de Candy, comenzaron a adaptarse a su nueva realidad, enfrentando el dolor juntos. Candy, fiel a su promesa, estuvo a su lado en cada momento, ayudando a cuidar del bebé y apoyando a Archie en su duelo.

La promesa que había hecho a Annie la guiaba, una luz en medio de la oscuridad. Pero en su corazón, Candy sabía que el camino que tenía por delante no sería fácil. La sombra de su amor por Terry seguía acechando en su mente, complicando aún más sus sentimientos hacia Archie.

A medida que el invierno se acercaba, Candy y Archie comenzaron a construir una nueva vida juntos, unidos por el amor y la pérdida que compartían. La promesa de Candy a Annie se convirtió en su ancla, un recordatorio constante del deber y el sacrificio. Pero en lo profundo de su corazón, la lucha por reconciliar su amor por Terry con su compromiso con Archie continuaba, una batalla silenciosa que solo el tiempo y la fortaleza podrían resolver.