Capítulo 7: La propuesta de matrimonio
La primavera llegaba lentamente, trayendo consigo un aire de renovación y esperanza. Sin embargo, para Candy y Archie, cada día seguía siendo una lucha para encontrar la normalidad en medio del dolor. La ausencia de Annie era una sombra constante, y aunque el bebé traía momentos de alegría, también recordaba lo que habían perdido.
Candy se encontraba en el jardín, arrullando al bebé en sus brazos mientras el sol ponía una cálida caricia sobre su rostro. Sus pensamientos vagaban entre el presente y el pasado, cada risa del bebé una punzada de alegría y tristeza.
Archie la observaba desde la distancia, su corazón cargado de gratitud y pesar. Sabía que Annie había confiado en Candy para cuidar de él y su hijo, y esa promesa lo mantenía a flote. Pero también sabía que era hora de honrar el último deseo de su amada esposa.
—Candy, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Archie, acercándose con una expresión seria pero amable.
Candy levantó la vista, notando la determinación en sus ojos.
—Claro, Archie —respondió, ajustando al bebé en su regazo.
Archie se sentó a su lado, tomando una profunda respiración mientras buscaba las palabras adecuadas.
—Candy, no hay un día que pase sin que piense en Annie y en su último deseo. Ella quería que nosotros estuviéramos juntos, para cuidar de nuestro hijo y para que ninguno de nosotros estuviera solo.
Candy asintió, sintiendo el peso de sus palabras y el compromiso que había hecho.
—Lo sé, Archie. Es una promesa que llevo en mi corazón cada día.
Archie tomó su mano, su mirada era intensa y sincera.
—Candy, sé que esto no es fácil para ninguno de los dos. Pero creo que es lo correcto. Quiero que te cases conmigo. No solo por la promesa que le hicimos a Annie, sino porque tú eres la persona en quien más confío. Juntos, podemos criar a este niño y encontrar una manera de seguir adelante.
Candy sintió un nudo en la garganta. Sabía que Archie hablaba desde el corazón, pero también sabía que su propio corazón seguía anclado en el pasado, en un amor que nunca había podido olvidar.
—Archie... —susurró, su voz temblorosa—. Esto es muy difícil. Por ahora no puedo amarte, siempre te he visto como un amigo. Pero también sé lo que le prometimos a Annie. Quiero hacer lo correcto por ti y por el bebé.
Archie asintió, comprendiendo el conflicto interno de Candy.
—No espero que me ames ahora, Candy. Puesto que yo nunca olvidaré a Annie. Pero creo que podemos encontrar una manera de honrar su memoria juntos. Podemos aprender a amar esta nueva vida que estamos construyendo.
Candy cerró los ojos por un momento, dejando que sus emociones se calmaran. Sabía que aceptar la propuesta de Archie era un sacrificio, una renuncia a su propio deseo de estar con Terry. Pero también sabía que era un acto de amor y devoción hacia Annie y hacia el bebé.
—Sí, Archie. Acepto casarme contigo. Lo haré por Annie, por el bebé y por nosotros. —dijo finalmente, abriendo los ojos para encontrar la mirada de Archie.
Archie la abrazó con ternura, agradecido y aliviado. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba decidido a honrar la memoria de Annie y construir una nueva vida junto a Candy.
La noticia de su compromiso se extendió rápidamente entre sus amigos y familiares, y aunque algunos se mostraron sorprendidos, la mayoría entendió la profundidad de su decisión. La boda se planeó para el verano, un símbolo de nuevos comienzos en medio del ciclo continuo de la vida y la muerte.
Candy se encontraba sola en su habitación esa noche, mirando por la ventana hacia el cielo estrellado. Su mente viajaba a los días pasados con Terry, a los momentos de amor y dolor que compartieron. Sabía que su corazón siempre llevaría su amor por él, pero también sabía que había tomado la decisión correcta.
La promesa que había hecho a Annie guiaba su camino, y aunque su futuro con Archie estaba lleno de incertidumbres, estaba decidida a cumplir con su deber y encontrar una forma de amar la vida que estaban construyendo juntos. Y así, mientras el amanecer se asomaba por el horizonte, Candy se preparó para enfrentar el nuevo día con esperanza y resolución, sabiendo que el amor y el deber a veces requerían sacrificios que solo el tiempo podría sanar.
