Capítulo 8: Terry recibe noticias

Las luces de Broadway brillaban intensamente mientras la ciudad de Nueva York nunca dormía. En medio del bullicio, Terry estaba en su camerino, preparándose para su actuación nocturna. Sus pensamientos estaban dispersos, atrapados entre el presente y los recuerdos de Candy. El amor que sentía por ella era un peso constante en su corazón, a pesar de su compromiso con Susana.

De repente, un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos.

—Terry, hay una carta para ti —dijo el asistente, entregándole un sobre sellado.

Terry tomó la carta, reconociendo la letra de su viejo amigo Albert. Con manos temblorosas, abrió el sobre y comenzó a leer:

_"Querido Terry,

Espero que esta carta te encuentre bien. Lamento ser yo quien te traiga esta noticia, pero sentí que debías saberlo. Candy y Archie han decidido casarse. Es una decisión tomada por el bien del hijo de Annie, pero quería que lo supieras antes de que te llegara por otros medios._

Cuida de ti mismo,

Albert"

Terry sintió como si el aire hubiera sido succionado de la habitación. Se dejó caer en la silla, incapaz de procesar lo que acababa de leer. Candy, su querida Candy, se casaba con Archie. Un torbellino de emociones lo invadió: tristeza, celos, confusión y, sobre todo, un profundo sentido de pérdida.

En ese momento, Susana entró al camerino, notando la expresión desolada de Terry.

—¿Qué sucede, Terry? ¿Qué dice la carta? —preguntó, acercándose con preocupación.

Terry levantó la vista, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y confusión.

—Es... es Candy. Se va a casar con Archie —dijo, su voz quebrada.

Susana se quedó en silencio por un momento, tratando de procesar la información. Sabía lo mucho que Terry amaba a Candy, pero también sabía que este podría ser el momento que ella había temido y esperado a partes iguales.

—Terry... —comenzó Susana, su voz suave pero firme—. Quizás esto es lo mejor. Candy ha tomado su decisión, y tú tienes que aceptar la realidad. Estamos comprometidos, y necesitamos concentrarnos en nuestro futuro.

Terry se levantó abruptamente, la carta aún en su mano.

—¿Nuestro futuro? Susana, ¿cómo esperas que construya un futuro cuando mi corazón pertenece a otra persona? —exclamó, el dolor evidente en su voz.

Susana se acercó, tomando sus manos entre las suyas.

—Terry, te amo. Y sé que, en el fondo, también me amas. Candy ha elegido su camino, y ahora debes elegir el tuyo. Estoy aquí para ti, y no quiero perderte —dijo, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.

Terry miró a Susana, su mente atrapada en una batalla entre el deber y el deseo. Sabía que Susana tenía razón en muchos aspectos, pero su corazón seguía tirando hacia Candy, hacia los recuerdos y promesas no cumplidas.

—Susana... —susurró, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. No quiero lastimarte. Pero también necesito ser honesto conmigo mismo. Siempre amaré a Candy, y eso no cambiará. Pero te prometo que intentaré seguir adelante y ser el hombre que mereces.

Susana lo abrazó, aferrándose a la esperanza de que el tiempo y el amor pudieran sanar las heridas de Terry. Sin embargo, en su corazón, sabía que el fantasma de Candy siempre estaría presente, una sombra en su relación.

Los días siguientes fueron un torbellino para Terry. En el escenario, ponía todo su empeño en su actuación, utilizando el dolor como combustible para su arte. Pero fuera de las luces, su mente seguía vagando hacia Candy, imaginando cómo sería su vida con Archie, cómo sería verlos juntos, criando al hijo de Annie.

Cada carta de Albert o cualquier otro amigo de Chicago era un recordatorio constante de la vida que había dejado atrás. Las palabras de Susana resonaban en su mente, pero el conflicto interno continuaba desgarrándolo.

Finalmente, una noche, después de una actuación especialmente emotiva, Terry se encontró solo en su camerino, mirando su reflejo en el espejo.

—Candy... —susurró, una lágrima solitaria rodando por su mejilla—. Dondequiera que estés, espero que seas feliz. Haré todo lo posible por encontrar mi camino, pero siempre te llevaré en mi corazón.

Con esa promesa silenciosa, Terry decidió que, aunque el dolor de perder a Candy nunca desaparecería por completo, debía intentar seguir adelante. La vida seguía, y él debía encontrar la manera de vivirla plenamente, honrando el amor que alguna vez compartieron sin dejar que lo destruyera.

Y así, mientras el telón caía sobre otro día en Nueva York, Terry tomó una decisión: abrazar su presente con Susana, y aunque su amor por Candy siempre sería una parte de él, debía darle una oportunidad al futuro que tenía ante él.