Capítulo 13: Confesiones

Los días siguientes al reencuentro con Terry fueron una agonía para Candy. Cada mañana, al salir de la casa, lo veía esperando frente al hospital donde trabajaba. Su presencia constante era un recordatorio doloroso de todo lo que habían compartido y de los sentimientos que aún albergaba en su corazón.

Finalmente, incapaz de soportar más la tensión, Candy decidió que era hora de hablar con él nuevamente. Sabía que debía enfrentar sus sentimientos y las decisiones que los habían llevado a este punto. Necesitaba que Terry entendiera su posición, aunque eso implicara un dolor aún mayor para ambos.

Una tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse, Candy se acercó a Terry en la pequeña plaza cerca del hospital. Él la vio venir y su corazón se aceleró. A pesar de todo, la visión de Candy siempre lograba provocar en él una mezcla de esperanza y desesperación.

—Terry —dijo Candy suavemente, intentando mantener la calma—. Necesitamos hablar.

—Lo sé, Candy —respondió él, con una voz cargada de emoción—. No puedo seguir así, necesito entender lo que está pasando.

Se sentaron en un banco, el ambiente cargado de una tensión palpable. Candy tomó aire, sabiendo que las palabras que estaba a punto de decir cambiarían todo.

—Terry, sé que es difícil de entender, pero hice lo que hice porque era lo correcto. Annie me pidió que cuidara de Archie y de su bebé. No podía negarme, no después de todo lo que ella significaba para mí.

—¿Y qué hay de tus propios sentimientos, Candy? —preguntó Terry, su voz quebrándose—. ¿Dónde queda tu felicidad en todo esto?

Candy bajó la mirada, sintiendo una punzada de dolor.

—Estoy intentando ser feliz con Archie. Él ha sido un caballero, intentando ganarse mi amor cada día. No puedo decirle que no, no después de la promesa que le hice a Annie.

—Candy, no puedes obligarte a amar a alguien —dijo Terry con desesperación—. No quiero que cometas el mismo error que yo cometí. Acepté estar con Susana por un sentido del deber y ha sido el peor error de mi vida. No quiero que tú vivas esa misma infelicidad.

Las palabras de Terry resonaron en el corazón de Candy, pero sabía que debía mantenerse firme.

—Terry, estoy casada con Archie ahora. Debes dejarme ser feliz a mi manera. Vuelve con Susana, ella te necesita. Estoy segura de que está sola y desamparada sin ti.

Terry negó con la cabeza, sus ojos llenos de tristeza.

—No puedo, Candy. No puedo seguir viviendo una mentira. Te amo y no puedo olvidarte.

Candy sintió que su corazón se rompía un poco más. Quería decirle que ella también lo amaba, que no había un solo día en que no pensara en él. Pero sabía que debía alejarlo para protegerlo, para proteger a todos los involucrados.

—Terry, te equivocaste al venir aquí. No puedo cambiar lo que soy ahora. Por favor, olvídame. Es lo mejor para todos.

Terry la miró con incredulidad, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.

—¿De verdad no te importa, Candy? Ya me olvidaste? —preguntó con una voz temblorosa.

Candy apretó los labios, luchando contra las lágrimas.

— Si, Terry. No te amo. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos encontramos, de aquella despedida. Yo seguí mi vida y ahora intento enamorarme de Archie, no puedo mentirte diciéndote que si lo amo, pero estoy intentando reconstruir mi vida y amarlo como se lo merece, por el bien de todos, por el deber que tengo con ellos. Por favor, debes irte y seguir con tu vida.

Las palabras salieron de sus labios con dificultad, cada una de ellas arrancándole un pedazo de su alma. Terry, devastado, se levantó y se alejó sin mirar atrás, sus lágrimas mezclándose con la lluvia que comenzaba a caer.

Candy lo vio irse, sintiendo que su mundo se desmoronaba. Sabía que había hecho lo correcto, pero el dolor de perder a Terry nuevamente era casi insoportable. Se quedó allí, bajo la lluvia, sintiendo que su corazón se rompía en mil pedazos.