Algunos días habían pasado desde que su reputación había caído por los suelos con ese escándalo, la verdad es que ya no recibía papeles significativos para obras teatrales importantes. Ahora se resignaba a divagar en cualquier teatro donde se apiadaran de él, ofreciendole lo mínimo que imaginaría recibir, sin embargo no desistía, tenía que resistir. Nunca volvería con Susana, así ella arruinara su vida por completo, su decisión estaba tomada. En realidad nunca se había sentido tan libre y desahogado como ahora lo hacía, a pesar de las peripecias que había tenido que pasar. Sin esperarlo, esas peripecias lo habían hecho volver a Chicago, y ahora se encontraba ahí, temeroso de saber que Candy estaba en alguna parte de la ciudad viviendo con Archie. Aún no podía creer que ella no lo amará, sus ojos revelaban lo contrario.
Chicago estaba envuelta en una bruma fría aquella tarde, como si la ciudad misma presagiara el encuentro inevitable que estaba por ocurrir. Terry, cuya reputación había sido devastada por el escándalo provocado por Susana, caminaba con paso firme hacia su hotel tras una modesta puesta en escena. A pesar de todo, un pequeño grupo de fieles seguidores lo esperaba a la salida del teatro, ofreciéndole ánimos y apoyo incondicional.
Mientras tanto, Archie había decidido pasar a buscar a Candy después del trabajo para dar un paseo y hablar, intentando reconstruir lo que quedaba de su relación. Con el bebé en casa con su cuidadora, este era el momento perfecto para intentar arreglar las cosas.
—Candy, sé que todo ha sido difícil, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a esperarte el tiempo que sea necesario —dijo Archie con una voz suave, tratando de ocultar la tensión que sentía en su interior.
Candy asintió, agradeciendo el esfuerzo de Archie, aunque su corazón seguía dividido. Mientras caminaban, se encontraban con una figura familiar. Terry, con su abrigo largo y su rostro marcado por la tristeza y la determinación, apareció de repente ante ellos.
El aire se llenó de una tensión palpable. Los tres se quedaron paralizados por un momento, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Fue Terry quien rompió el silencio.
—Candy... Archie... —su voz era un susurro lleno de emociones reprimidas.
Archie estrechó los puños, su mirada fija en Terry.
—¿Qué haces aquí, Terry? —preguntó con un tono que apenas disimulaba su enojo.
Terry levantó la mirada, enfrentando a Archie con decisión.
—He venido a trabajar. Pero más que eso, he venido a resolver esto de una vez por todas.
Candy miró a Terry, su corazón latiendo con fuerza. Las emociones estaban a flor de piel, y era evidente que este encuentro no sería fácil para ninguno de los tres.
—Terry, ya no hay nada que resolver. Estoy casada con Archie —dijo Candy, aunque sus palabras sonaban vacías incluso para ella misma.
Terry dio un paso adelante, su mirada llena de tristeza.
—Candy, sé que aún me amas. Lo vi en tus ojos la última vez que hablamos. ¿Por qué te aferras a un matrimonio que no te hace feliz?
Archie dio un paso adelante, colocando una mano protectora sobre el hombro de Candy.
—Ella está intentando ser feliz conmigo, Terry. Tú la abandonaste primero. Si realmente la amas, deberías respetar su decisión.
Candy se sintió atrapada entre los dos hombres, ambos luchando por su amor de maneras tan diferentes.
—¡Basta! —exclamó, sus ojos llenos de lágrimas—. No puedo seguir así, entre ustedes dos. Necesito tiempo para pensar, para entender mis propios sentimientos.
Archie miró a Candy, su rostro una mezcla de dolor y comprensión.
—Candy, yo te amo. Siempre lo haré. Pero no puedo obligarte a amarme a mí. Si tu corazón pertenece a Terry, quiero que seas feliz, aunque eso signifique perderte.
Terry, con el corazón en la mano, dio un paso atrás.
—Candy, nunca dejaré de amarte. Si decides que tu lugar es con Archie, lo respetaré. Pero tenía que decirte la verdad.
Candy miró a los dos hombres, su mente y su corazón en un torbellino de emociones. Finalmente, con lágrimas corriendo por sus mejillas, habló.
—Necesito estar sola. No puedo tomar una decisión ahora. Por favor, entiendan que necesito tiempo y espacio.
Sin decir más, Candy se dio la vuelta y corrió, dejando atrás a Archie y Terry, ambos con el corazón roto y las emociones a flor de piel. Sabían que cualquier decisión que tomara Candy cambiaría sus vidas para siempre, pero por ahora, lo único que podían hacer era esperar y respetar su deseo de estar sola.
El silencio entre Archie y Terry era pesado, lleno de palabras no dichas y emociones reprimidas. Ambos sabían que el destino de sus corazones dependía de la decisión que Candy tomaría, y aunque sus caminos eran diferentes, ambos compartían el mismo dolor y la misma esperanza.
