Cuando Rapunzel notó la presencia de Elsa, su sonrisa inmediatamente se borró. En efecto era su hermana, pero su mirada no era para nada amigable, si su memoria no fallaba, era tan igual que cuando pudo presenciar aquella noche que se enojó el día de su coronación, cuando congeló todo el salón. Su cuerpo helaba del frío. Pudo notarla molesta, muy molesta.

- Hola Elsa soy…

Intentando romper el ambiente tenso que las rodeaba, le regaló una cálida sonrisa seguida de su mano estrechada, pero Elsa seguía taciturna, sin responderle el saludo.

- Sí, ya sé quién eres – la cortó inmediatamente con mirada gélida

- Ah… - En ese instante se retractó, ella no era de aminorarse, pero aquello la hizo flaquear, se veía tan imponente que fue algo inevitable. – Bueno…

- ¿Anna está adentro cierto? – preguntó con el mismo semblante.

- Si… pero ella está…

- No importa, yo me encargaré de ella ahora – dijo con voz recta.

Ya tenía conocimiento de que Rapunzel iba a ser la nueva monarca y todo lo demás, pero al llegar y ver todo el numerito, de la castaña llevándola a rastras, a su hermana riendo junto a ella, y luego al verla salir con esa "risita" en particular, ardió en celos.

No supo porque, pero en ese momento se olvidó por completo de la corona, de que ni siquiera estaba en Arendelle, que no era su reino, se olvidó de todo.

Sus celos le ganaron.

- Como gustes…

"Que genio" pensó, para luego dejarla a solas. Ella no era de armar bronca, claro… a no ser que la hicieran llegar a su límite, esperaba que fuera simplemente un mal momento.

Cuando Elsa finalmente estuvo sola, ingresó, abrió la puerta con cuidado, pero no vio a su hermana en la cama. Contrario a eso, la vio apoyada a duras penas en la ventana con el cuerpo tambaleante, eso debido a los efectos del alcohol.

Mantenía la mirada perdida, al vacío, como si añorara algo. En definitiva estaba cumpliendo su palabra, no podía dormir. Su mano libre sostenía aquel Whisky, aquel licor que Rapunzel le había dicho que dejara de tomar. Pero Anna era terca, muy terca..

Lo tomaba a pausas, a pico, sin dejar de mirar el horizonte que marcaba el umbral de su ventana.

Elsa quiso pasar desapercibida, pero al cerrar la puerta y verla de ese modo, su corazón le latió con violencia infinita. Pudo notar lo que estaba haciendo y, como volviendo al inicio, sus poderes la delataron, helando la habitación, haciendo nevar todo con pequeños copos, poniéndose nerviosa.

"Mierda".

- ¿Qué haces aquí? – preguntó la menor rompiendo el silencio al percatarse. Estaba tomada, pero dentro de su poca cordura pudo reconocer aquello tan familiar. Sus ojos no la miraban, seguían perdidos en aquel horizonte y aquel Whisky amenazaba con tocar nuevamente su paladar.

- Anna yo…- Estaba comenzando a trabarse – Tomé el primer barco a Corona y…

- ¿Y Honey? – volvió a cortarla - ¿Te dio permiso de venir? – Sus palabras salían firmes, aún sin girar el rostro, sentía que si lo hacía flaquearía. No podía hacerlo con todos esos sentimientos latentes en su pecho.

- Ella no...

- ¿Qué pasa? – preguntó - ¿Ya te diste cuenta que no sabe ni como tocarte? – Soltó una vez más, eso último lo dijo con una confianza inminente. - ¿Qué no sabe ni cómo hacerte el amor?

- Anna…

- Solo te pedí un minuto – dijo sin más – Solo un minuto, pero tu…

- Lo sé – Ahora fue su turno de interrumpirle también, era consciente de su error, pero tuvo la necesidad de soltarlo, de que ella lo supiera – Pero enloquecí Anna – dijo finalmente, aguantando toda esa presión en su pecho, soltando ligeramente su sentir, sabiendo que quizá, la que no sería escuchada esta vez, sería ella. – Cuando te vi con Kristoff yo creí que… - En ese momento bajó la mirada y sus ojos se humedecieron, sintiendo sus piernas fallarle – Creí que te irías con él… no sabía que…

- Si claro irme con él – volvió a tomar otro sorbo – Ay Elsa…

"Si supieras".

- Sé que debí escucharte yo…

- Pero no lo hiciste – la cortó nuevamente, girando el rostro y viéndola directo a los ojos.

Cuando Elsa se percató, se dio cuenta de todo lo que ellos transmitían. Pudo ver su resentimiento, su molestia, su dolor, pero, sobre todo, ese amor que intentaba ocultar, ese amor que contenía en sus entrañas y que no quería dar a notar como ella lo había hecho al inicio.

- Anna escucha…

- Necesito descansar – pidió – Ahora no estoy en condiciones para hablar de esto. – habló dentro de la poca cordura que le quedaba, estaba por caer – Dentro de poco se llevará a cabo la exposición del tratado y necesito concentrarme.

- Entiendo… - Parte de ella quiso explayarse, pero entendía perfectamente, no podía pedirle más explicaciones, aunque parte de su corazón quisiera, sabía que no estaba en condiciones.

A paso flojo se movió hasta su lado de la cama y se acurrucó en ella, dándole por completo la espalda y ocultando su rostro. No quería ser notada de ese modo, en aquella faceta tan vulnerable, en donde sacaba su corazón al desnudo. Era algo que el alcohol sacaba de ella irremediablemente, y más, al tener a Elsa a su lado.

Cuando Elsa la vio desplomarse por completo en la cama, sus manos la arroparon y, al verla por completo dormida, se acercó para besarla suavemente en los labios, sintiendo aquel sabor a licor impregnado en ellos, aquel sabor que tanto había extrañado.

Se echó a su lado y la abrazó por atrás, sintiendo su calidez, aunque no fuese correspondida, extrañandola el doble, añorando su sonrisa, sintiéndose fatal.

Antes de cerrar sus orbes, sus labios se abrieron para decir una última frase, aquello, con la esperanza de que en sus sueños o inconsciencia pudiera escucharla:

- Te amo Anna.

-o-o-o-

A la mañana siguiente la primera en despertarse fue Anna, tenía un pésimo dolor de cabeza y apenas podía moverse, cuando giró su cuerpo se dio cuenta de quien estaba a su lado, y en su vaga memoria recordó todo.

¿Cómo la abordaría? ¿Qué le diría? ¿Cómo tocarían el tema? Era algo que sin duda Elsa iba a querer hablar tarde o temprano, además de eso estaba el tema de la corona, aquello que la tenía estresadisima.

Cuando quiso darle vueltas al asunto, sintió algo en su estómago removerse. Algo que la incomodaba y que venía entre pausas.

Aquello no podía ser cierto, no podía estarle pasando, no en reino ajeno, esperaba que fuera solamente su imaginación.

Se paró sin más y por instinto buscó a su prima, necesitaba ayuda, no era su castillo después de todo, y aquel estrago de anoche con aquel Whisky le había caído demasiado fatal.

Con paso poco firme fue a su encuentro, y cuando llegó, pudo verla en aquello que supuso sería el comedor, agradeció enormemente que se hallara sola, no quería hacer un numerito frente a su marido o alguien más.

- ¡Buen día! ¿Qué tal dormiste? – preguntó animosa girando su rostro para verla, cuando vislumbró sus facciones, una sonrisa burlona se acentuó, era demasiado para ella – Dios mío esa cara.

- Cállate.

- Jajajaja.

- Ya Rapunzel. – Articuló seguido de un ligero mohín, sintió morirse de la pena – No debí aceptarte esa salida

- ¿Y luego yo soy la aburrida? Oh no – en ese instante se incorporó para ayudarla, verla caminar con ese poco equilibrio era algo que podía con ella – No no no, yo solo te ofrecí unas copitas, tú te excediste, es tradición, tenía que pasar

- Vaya tradición – su cuerpo nuevamente volvió a ganarle, sintiendo aquella molestia otra vez – Oh cielos…

- ¿Qué tienes?

- Yo… - Cuando la castaña notó sus gestos, entendió perfectamente, sabía lo que necesitaba.

- Ven, ven, aguanta aguanta aguanta – literal la jaló y la llevó a la primera litera que encontró.

Cuando llegaron, Anna finalmente pudo desplomarse y, apoyándose en el retrete, pudo votar todo el revoltijo que llevaba dentro.

Mientras lo hacía, Rapunzel solo la miraba divertida, aguantándose la carcajada que llevaba encima, arrimándole el cabello para que lo hiciera correctamente.

- Tranqui… suele pasar – la animó, pero en sus labios no desaparecía aquella sonrisa tan típica de ella, fue el doble de icónico ver así a su prima, votando los estragos de su primera borrachera en Corona.

Cuando finalmente terminaron la ayudó a pararse y a acicalarse.

- ¿Mejor?

- Qué vergüenza – aquello no podía ser peor.

- Ya, no pasa nada…

- Calla, sigo apenada – soltó totalmente sonrojadisima.

- Jajajaja.

- ¡Rapunzel!

- Ya ya, no dije nada – se aguantó de nuevo la carcajada

- ¿También es parte de tu tradición conducir a tus visitas a hacer este tipo de cosas?

- Solo con las que se exceden con el trago o – recalcó viéndola directamente – aquellas que no saben tomar.

- Que mala influencia eres.

- Pues gracias, es lo que hago – dijo confiada y totalmente orgullosa acentuando su sonrisa.

Ante eso la pelirroja rió sin querer, sin duda su prima era todo un personaje. Si ella era chispeante, ella lo era el doble. Una parte de ella se arrepintió de tomar así por lo acontecido anoche, sin embargo, la otra lo disfrutó, hacía un buen tiempo que no se dejaba llevar de ese modo.

Se dejó guiar por ella al comedor y, al tocar la silla, sintió desplomarse nuevamente. Aún mantenía la cruda.

- Gracias por esto Rapunzel – dijo con calidez en sus palabras – Me hacía verdadera falta y…

- Dime Punzi – la cortó sutilmente – Y no, no tienes que agradecer, para eso estamos – sus ojos se cruzaron – Quizá no nos hemos visto en años, pero… – de sus orbes se desprendió calidez – Somos familia después de todo – le regaló una de sus tantas sonrisas - Cuando estés lista y quieras contarme lo que sea que tengas, ahí estaré para ti ¿sí?

- Gracias…

Escuchar eso fue reconfortante. En definitiva tenia tantas cosas que soltar, pero al darse cuenta de la magnitud del asunto, se percató que sería un suicidio, no le podía contar lo de Elsa y ella, lo de ellas era de lejos normal. Tampoco podía decirle por todo lo que había pasado, o porque ahora estaban como estaban, ella no podría entenderlo. No, no lo entendería, sin contar que probablemente rechazaría la corona si se enterara de su verdad, de la verdadera razón.

Aquello no podía suceder ni en mil vidas.

- Lo tendré en cuenta – le dio otra de sus cálidas sonrisas ocultando lo obvio.

Estuvieron unos segundos en esa posición y, cuando Anna levantó la mirada, vio a su hermana parada en el marco del comedor. Pudo notar que en sus manos llevaba una compresa hecha a base de su poder. Supuso que tenía la intención de quitarle la cruda. Aquello se deshizo cuando las vió así de juntas y con miradas cómplices. Sus orbes gélidos volvieron a acentuarse y con ello, su poder, logrando que el salón se congelara en parte.

Si su intuición de la pelirroja no fallaba apostaba que todo eso, era más por Rapunzel que por ella. No tenía ni la más mínima idea de cuánto tiempo había estado parada allí.

- Buen día Elsa ¿Todo bien? – Saludó la castaña intentando romper por segunda vez el hielo y, sobre todo, preocupada por lo que acababa de ver.

- No tan bien como tú por lo visto – arremetió

- ¿Cómo?

- Elsa. – Anna la vió con aprehensión.

Al notar la misma actitud de ayer y que las cosas se estaban subiendo de tono, la castaña respiró hondo, intentando mantener su paz interna, calmándose por segunda vez – Saldré un momento – dijo suavemente y, luego de darle un beso acentuado en la mejilla a Anna, caminó lento hacia la salida.

Antes de perderse le dirigió una última mirada a la pelirroja – Iré a mi habitación un momento, luego te prepararé algo para que se te baje el dolor de cabeza ¿sí? – acotó – A ver si luego salimos a dar una vuelta por el pueblo.

- Gracias Punzi – dijo manteniendo el semblante serio, pero este mas era para Elsa – Y no no es necesario, la verdad no quiero incomodarte – no tenía cara, no después del numerito que Elsa acababa de hacer, fue más bien ella quien se sintió en deuda.

- Descuida, se te tiene que bajar la cruda antes de salir, vienes a mi habitación si gustas – dijo en un tono casual y divertido, aligerando un poco el ambiente, fue algo que Elsa notó perfectamente

- Ahí estaré.

- Ok te veo en un rato.

Cuando Rapunzel salió de la estancia y finalmente las dejó solas, Elsa soltó lo siguiente sin poder evitarlo.

- ¿Punzi? – la vió directo a los ojos - ¿Desde cuándo eres tan cercana a ella?

- Desde que llegué – dijo tranquilamente y con una mirada notoria de molestia.

No le apetecía hablar de eso, aquello no tenía ni de lejos sentido. El hecho de que hiciera tal desaire con la castaña ameritaba mucho, y ella no podía dar mala imagen.

No sabía que tenía Elsa en su cabeza, pero ahora no podía permitirse tales cosas, eso era por un lado y, por el otro, Rapunzel había sido realmente buena anfitriona, muy amable con su persona. Habían desarrollado una conexión muy bonita y no era algo que quisiera romper tan rápido.

Su ser aún mantenía la rencilla de lo de ayer, de lo de meses atrás, y si en algo tuvo la intención de hablar con ella, aquello se le había quitado en un santiamén al ver su actitud con la castaña, totalmente.

- Claro… como si no fuera obvio ¿Cierto? – volvió a soltar, a escupir sin poder ocultar sus celos.

- ¿Qué? – Anna no podía creerlo - Solo está siendo amable Elsa, no seas descortés, creo que te estas olvidando que no es tu reino.

- Si claro como si…

- ¿Sabes qué? – la cortó agarrándose la sien – En pocos días tengo la exposición y quiero distraerme, honestamente no quiero hablar de esto. – se paró y se dirigió a la salida, necesitaba enormemente salir de toda esa situación.

- ¿A dónde vas? – la detuvo del brazo.

- A ver a Punzi y de paso ver que necesita.

- ¡¿Ah, sí?! – escupió nuevamente – ¡¿Qué más?! ¡¿La llenarás de detalles en su habitación?! – bramó con esos celos y esa cruz que la estaban matando, la risita casual de Rapunzel había sido la detonante. Pudo sentir el cuerpo temblarle - ¡¿Ahora eres toda atenta con ella?! – volvió a arremeter.

- Pues sí soy atenta con ella y ya deja de exaltarte por favor – cruzó miradas con ella dándole a entender el porqué. – Si a eso vamos tu también deberías hacer lo mismo

- ¡No voy a participar de eso! – gritó enojada ante tal petición - ¡No soy estúpida para tragarme ese cuento!

- Pues que pena que pienses eso

- ¿Por qué?

- Porque no será la primera vez.