laneta: Io7
Localización: Paramos de Neo Belfast
Fecha: 9 de septiembre del 2283
Hora: 1:49 p.m.
Momentos antes del asalto al Qliphoth.
Danny observaba hacia el enorme árbol que se posaba en el horizonte, tenía dudas de si este plan funcionará, era un 90% de coordinación y un 10% de suerte sino que más, todo dependería de si el Juez del inframundo se mantendría al margen cosa que dudaba enormemente, los jueces del
Inframundo nunca o casi nunca se quedaban al margen esperando a que las guerras finalizarán, siempre actuaban activamente.
Nunca dejaban espacio para descansar o para que pudieran respirar, siempre estaban planeando su siguiente movimiento, el siguiente ataque la siguiente estrategia que dejaría al santuario y a los caballeros Athenienses en Jaque y ella debía estar siempre dos o tres pasos adelante de todos… El problema era que al estar varios pasos delante, significaba que debía estar varios pasos delante de sus compañeros, utilizarlos como si fueran herramientas.
Algo que le incomodaba pues, no podía hacer eso, ver a sus amigos como herramientas o como simples piezas para sus fines, era algo que ella no quería hacer, pero ¿era realmente necesario? Aún si ellos estaban de acuerdo con esto, ¿era moral o ético utilizarlos en este juego psicótico?
Ella no quería, de hecho no estaba segura de querer hacer nada de esto pero, al ver cada uno de los posibles finales, al pensar detenidamente cada tangente, cada acción decisión y final…
Solo podía esperar a que todo saliese como ella lo había planificado, por que de pasar al plan de emergencia… lo único que esperaba era que todos actuaran según sus lineamientos, de lo contrario no solo ella iba a morir, John, Ben, Sein, Mary, Shin, incluso Kiva… todos morirían si algo en ese plan tan rebuscado y maquiavélico fallaba, no necesitaban recordarle lo que estaba en juego.
Y por supuesto que no necesitaba decirle cuánto se iba a sacrificar si esto no salía según lo planeado.
Se estaba jugando más que su propia vida en esta misión, estaba jugando con las vidas de sus compañeros, y si el peor de los escenarios ocurría solo esperaba que fuese ella y no nadie más quien tuviera que pagar el precio por sus acciones y decisiones.
―¿Sucede algo?― Una voz a sus espaldas la tomó por sorpresa, estaba tan distraída que había perdido por segundos la noción del tiempo… por suerte era un aliado y no un enemigo quien la había tomado por sorpresa.
― ¿Uh?―Aunque el tono de su voz era inconfundible, tuvo que mirar a sus espaldas en especial por que se trataba de su querido primo Johnathan.
―John… no es nada…―Dijo apartando la mirada dirigiendo sus ojos hacia el Qliphoth, el cual como siempre parecía retarla, a ella y su capacidad de maquinar un plan efectivo contra él.
―Bueno es que estás más callada de lo que acostumbras, al menos después de que nos contaste tu plan.― Dijo el caballero del Fénix cruzándose de brazos, observando al árbol de la muerte a la distancia… él sabía que algo le ocurría a su prima, la conocía demasiado bien.
―Oh sí, eso…― Murmuró ella suspirando pesadamente, no quería hablar de esto con John pero… en verdad no tenía a nadie más para contarles de este asunto en particular.
―¿Quieres hablar al respecto?― Interrogó colocando una de sus manos sobre el hombro de su querida prima.
―No, bueno sí… bueno… ah, no lo sé en realidad…― Murmuró desviando su mirada, en verdad no quería hablar de esto con nadie, pero… sabía que si no lo hacía la duda la carcomerá y más de no aplicarlo en batalla donde cualquier cosa podría suceder.
―Es solo que, ¿recuerdas que dije que el plan era salvar primero a los civiles y después destruir las raíces? ―Preguntó haciendo que johnathan la volteará a ver con interés.
―Sí…― Murmuró desviando sus ojos azules al suelo, ya sabía él que algo la estaba preocupando, ella no siempre articulaba sus pensamientos cuando algo la preocupaba, pero cuando lo hacía sabía que era un tema serio y complejo al que trataba de evitar.
―No creo que vaya a terminar funcionando sin una intervención del Juez… siempre que miro los resultados, porcentajes, hay un mínimo porcentaje que me hace pensar que seremos indudablemente derrotados.― Al decir eso, el caballero del Fénix observó a su prima, quien mantenía su mirada enfocada en el suelo, ella había calculado todas las probabilidades, al menos uno o dos de ellos terminaban muertos sino que la mayoría… todos a manos del Juez… lo que obligaría a una retirada estratégica si es que podían conseguirlo a tiempo.
―¿Y eso? Tu dijiste que esto funcionará con un 100% de efectividad, sin fisuras.― Mencionó el santo de cabello oscuro, quien no comprendía como ella había cambiado de parecer de un instante al otro.
―Eso dije sí, pero dependerá de varios factores, uno de ellos es suerte y otro es como reaccionan nuestros amigos, cómo actúan y… en un todo, si logro hacer que actúen de la forma que yo espero que lo hagan, básicamente jugar con sus mentes.― Al decir eso la santa de Andrómeda pareció sentirse asqueada de sus palabras, cosa que confundió enormemente al guardián del Fénix a su lado.
―No sé si te sigo.― Murmuró confundido por las palabras de Danny, ella siempre parecía tener un plan, pero incluso ella sabía que los mismos dependían de una pizca de suerte, otra de coordinación y una más de trabajo en equipo, pero la verdad era que al efectuarlo, cada quien debía hacer su parte para sobrevivir.
―Sí, escucha en este plan super complicado que yo me inventé siempre hay una tangente donde perdemos, ya sea por una acción, por una decisión o por un simple cambio de posición a último momento, nunca es seguro que sea un Jaque Mate Definitivo, a menos que manipule el resultado a nuestro favor.― Danny explicó, rememorando los resultados de sus anteriores misiones y combates con esta, comparando los resultados… no había forma de ganar, a menos no si ella no cambiaba el resultado.
―Cuando me refiero a jugar con sus mentes, contarles a unos partes de un plan y a otros no, para que actúen de la forma que espero que lo hagan y así… tomen acciones que terminen beneficiandonos a todos.― Ella conocía a sus compañeros, sabía que harían caso a cualquier cosa que ella dijera, incluso si iba en contra de sus ideologías, confiaban en ella quizá demasiado lo cual era una bendición así como una maldición, pues ella podía controlarlos como le placiera si eso significaba ganar.
―Pero esto sería como engañarlos, jugar con ellos a expensas de su salúd o de sus vidas… si todo sale mal, yo sé que no puedo controlar cada aspecto de lo que ocurra en batalla pero…― Al pensarlo detenidamente, aún si hacía esto las probabilidades no terminaban de jugar a su favor, pero el porcentaje de victoria aumentaba exponencialmente.
―Siento que si no hago esto, tanto los civiles como nuestros amigos pueden morir…
―Y las probabilidades de que fallemos si no lo haces, ¿de cuanto son?― Preguntó el Santo de Fénix preocupado por la respuesta, él no quería saberlo en realidad, pero tenía que hacerlo… debía saber cuales serían sus probabilidades de salir de allí vivo, no por él, sino por ellos, sus amigos y por su querida prima.
―Hablando realisticamente… de un 78%― Danny al decir eso, un largo y pesado suspiro salió de Johnathan… sabía que las probabilidades estaban en contra de ellos desde el comienzo pero, jamás imaginó que tanto.
―Es más alto que el índice de victoria.― Murmuró el guardián de cabello oscuro cubriéndose la boca.
―Sí… además de que no hay garantías de que funcione, pero… pensandolo muy fríamente, si lo hago ese índice se reduce a un 55%― Sus cálculos eran precisos y exactos, parte de ella temía que se equivocará, pero al procesarlos correctamente dentro de su mente casi podía simular esa situación, la victoria dependerá enormemente de las decisiones que ella tomará aquí y ahora con todos sus compañeros.
―Osea que las probabilidades juegan a nuestro favor y en nuestra contra, por lo que deberemos de contar con mucha suerte de nuestro lado.― Por supuesto que eso también dependía de la suerte, pero… la suerte en este caso era un factor irrelevante pero al mismo tiempo tan relevante como todos los demás factores en juego.
―¿Suerte? Nosotros fabricamos nuestra suerte.― Respondió John observando a Danny quien parecía aún más enfocada, aún ahora podía decir que su mente estaba planificando cada paso una vez que el plan se pusiera en marcha, viendo cada tangente con detenimiento para determinar si una acción o decisión ofrecerían un mejor resultado.
―Sí, lo sé pero… piensalo de la forma que yo, estamos acorralados, en un punto del combate deberemos tomar decisiones drásticas, deberemos poner nuestra fé en que nuestros compañeros hagan lo correcto y hay una enorme posibilidad de que no lo hagan… de que se rehúsan a seguir el plan y que debamos obligarlos a mantenerse en línea…― La palabra "Obligar"hizo temblar levemente a la joven, ella no era una persona que obligaba a otros a seguir sus dictámenes, odiaba sentirse como una maestra de las cuerdas que guiaba todo a su conveniencia, sobre todo si se trataba de sus amigos… pero en esta ocasión parecía ser lo justo y necesario.
―Es una situación que si la piensas detenidamente, deberíamos contar con suficiente suerte de nuestro lado… o aplicar una manipulación tan sutil que nadie se de cuenta de ella, al menos no del todo.― Danny sintió otro revoltijo en el estómago, la palabra manipulación no parecía ser parte de su vocabulario a pesar de que eso era exactamente lo que iba a hacer.
― Hacer que hagan lo que nosotros queramos, hacer que actúen de la forma que nosotros lo digamos, es jugar con sus mentes como digo, pero más allá de eso con sus sentimientos…― Sabía que para ganar era necesario sacrificar algo, pero aún si ella estaba dispuesta a sacrificar él como sus compañeros la verían de ahora en más, no estaba segura si sus compañeros también lo estarían.
―Obligarlos a tomar acciones…― Murmuró Johnathan, causando que un pequeño escalofrío se apodera de la espalda de Andrómeda.
―Sí y temo mucho… que al hacerlo, estemos haciendo justo lo que el ejército hace con nosotros.― Dijo ella sin aderezar sus palabras, era literalmente lo que querían que fueran, convertirlos en armas vivientes sin personalidad o individualidad, utilizar a sus amigos de la misma forma que el ejército pretendía era algo que en verdad le revolvía las entrañas.
―Utilizarnos como… simples herramientas para la guerra, a los que pueden utilizar y manipular a conveniencia.
―Hazlo…― La respuesta certera y sin rodeos hizo que Andrómeda observará al fénix con sorpresa, el… no se veía molesto,más bien enfocado, firme en su decisión.
―¿Qué?― La joven de ojos esmeraldas interrogó fijando su mirada sobre él.
―Ya viste como es ese bastardo de Romanov, él no nos tomará en serio a menos que nos tomemos este juego en serio.― Explicó Johnathan contundente, él sabía que los sacrificios eran necesarios para ganar y si iban a apostar iban a apostarlo todo para demostrarles a todos quienes eran en realidad.
―Viste como te observaban, con dudas, como si ellos supieran algo que tu no, cosa que si lo hicieran no habrían tenido que optar por ti.― Era obvio que ninguno de esos militares a parte de Martín tenían fé en ellos solo por ser niños, pero no eran solo niños, eran guerreros y ya se habían curtido en batalla.
―Ellos no juegan limpio, nadie lo hace, juegan de la forma más sucia y rastrera posible, por eso no sienten nada al utilizarnos como juguetes o marionetas.― Al decir eso Danny bajó la mirada, pero si ella lo hacía entonces no sería mejor que ellos, no sería… mucho mejor que aquellos
―Pero… no estamos hablando de simples soldados, o Soldados de Acero, ellos siguen órdenes… nosotros… ―Danny trató de decir algo pero al pensarlo bien sería reconocer que no eran especiales, ni para el ejército o para el santuario.
―Nosotros también.― Johnathan lo confirmó, pero aún así Danny creía que era completamente diferente a lo que la realidad le quería decir, era admitir que… en realidad, solo eran perros de guerra instrumentos para una causa aún más grande que ellos.
―Sí pero es diferente…― Ella trató de contraargumentar, pero en este punto no sabía si terminaría dándole la razón o no.
―No realmente, hemos estado siguiendo órdenes desde hace tiempo, solo que ahora nos estamos tomando las cosas más en serio.― Antes no parecía que estuvieran siguiendo órdenes, pero Johnathan tenía los pies sobre la tierra desde hace tiempo, ellos siempre habían seguido órdenes, si no era del ejército era del santuario, si no era del santuario era de palestra, si no era de alguien más de un rango más arriba que ellos.
―No utilicen sus armaduras fuera de palestra, no usen sus cosmos, no protejan a la gente aunque las estén masacrando frente a sus narices, no hagan esto, no hagan aquello, no tenemos control de nada de lo que pasa, solo estamos aquí para seguir órdenes y cumplir el objetivo…―No mentía, siempre desde que obtuvieron sus armaduras alguien más estuvo en control de sus acciones, ahora tenían la oportunidad de tomar las decisiones bajo sus manos.
―Lo único de lo que hemos tenido control es en destruir estas cosas y hasta eso ha sido porque alguien más no lo ordenó…
―Danny, cuando lo pones así… tienes razón, pero, utilizar a nuestros compañeros, utilizarte a tí como simples piezas de ajedrez, eso va en contra de todo lo que hemos aprendido, de todo lo que nos han enseñado, somos un equipo.― Danny respondió, ellos podían utilizarlos como herramientas, pero ella no era así… Ella no podía simplemente ver a sus amigos, a John, como una herramienta más para un fin, esa no era la persona que ella era.
―Y por ende entenderán por qué debe ser así. ―Respondió John con total seguridad, aún si se percataron de la manipulación, aún si lograban ver a través de las mentiras, aún si en el remoto caso de que pudieran entender y apreciar todo el plan de acción con las mismas capas de profundidad que ella, podría entender sus motivaciones, ella no los estaba utilizando como herramientas para un fin, ella haría todo menos eso.
―Ellos quieren que seamos soldados, que nos comportemos y nos callemos a la hora de que un imbécil con mayor rango nos diga que hacer y como, ahora tu tienes la oportunidad de hacer eso con mayor efectividad de lo que cualquiera de esos idiotas podría.― Añadió señalando a la tienda de campaña donde Romanov y sus lamebotas se encontraban, ninguno de ellos tenía fé en ellos, pero John reconocía que Danny era la única en todo este campamento que podría tener una respuesta a la crisis en progreso, mucho mejor que cualquier I.A. Estratega.
―No me importa que me utilices como una pieza para tu juego, porque sé que eres mejor que cualquiera de ellos.
―¿Pero y si fracasamos por mi culpa?― Interrogó desviando la mirada, lo último que Danny deseaba era hacer que John o cualquiera de sus amigos terminará muerto por su culpa…
―Yo te conozco… a ellos no, tu eres la persona que siempre piensa en la supervivencia de los demás antes que en la tuya.― El Fénix reconocía que Danny sentía una sensación de culpa que carcomía por dentro a su prima, pero no hacía falta que ella empezará a dudar de sí misma… no cuando ella era la única en todo este campamento que podría lograr todo lo que se proponía, gracias a su prodigiosa mente.
―No vamos a fallar porque tu eres nuestra guía, cuando no sabemos que hacer tu solo ideas un plan y como si hicieras magia este se cumple al pie de la letra.― Si no fuera por ella, ninguno de ellos se encontraría en el punto que se encontraban ahora, Danny siempre tenía un plan, incluso si involucra hacer cosas terribles por el bien mayor.
―Claro hay algunos fallos y tropiezos en el camino, pero a la hora de la verdad, cuando es hora de actuar tus palabras son las que nos guían a la victoria.― Él sabía que nadie del equipo podría decir nada en contra de sus palabras, cualquiera que haya seguido los planes de Danny podía estar de acuerdo en que ella los llevaría siempre hacia la victoria.
―No recuerdo si alguna vez hemos perdido por un plan tuyo pero, hasta donde yo sé, cada vez que hemos ganado ha sido gracias a tí y a ese maravilloso cerebro tuyo.
―Tienes razón Johnny, pero…
―No hace falta que dudes de tí… no ahora… ―Le pidió el caballero de Fénix, sabía que ella sentía mucho el papel que se le había sido impuesto, ser el cerebro del equipo nunca debía ser fácil, con tanto que perder y mucho más por que ganar, nunca era fácil mirar el panorama con la mente fría, sobre todo teniendo un vínculo estrecho con la gente que ella guiaría hacia una muerte segura.
―Estoy a tu lado y lo sabes, siempre lo estaré.― Puso su mano sobre su hombro y le sonrió ante todo él quería que ella supiese eso, siempre la iba a procurar, aún si eso significaba tener que morir por ella.
―Ya escuchaste al Sargento Martín, ¿quieres que nos dejen de tratar como niños? Pues demuestrales a todos esos arrogantes hijos de puta… digo, disculpa mi lenguaje pero… así es.
―Rebajarnos a jugar en sus reglas… sigo teniendo mis dudas al respecto.― Murmuró arrugando su expresión, no le gustaba la idea pero… parecía ser la respuesta correcta en esta situación.
―Pues juega bajo sus reglas.― Aseguró el caballero del ave de fuego, sin quitar sus ojos de ella, quien se notaba decidido a seguir sus órdenes sin importar su resultado.
―Demuestrales, que con Dannyela Shune no se jode.― Aún si ellos fracasaban, tenía su confianza totalmente apostada en ella, se lo merecía, por que ella era la persona que los guiaría a la victoria, no sería él y probablemente tampoco Seinma sino ella.
―¿Entonces harás todo lo que te diga?― Interrogó Danny con una expresión de inseguridad.
―Sí…― Asintió John con fé total sobre ella, la persona que más quería y admiraba.
―¿Incluso si eso significa si debes dejarme morir?― La pregunta de Andrómeda hizo que la expresión del caballero del Fénix se ensombreciera, apartando sus ojos de ella.
―Sabes que no puedo hacer eso…― Murmuró él desviando su mirada, aunque en ese momento sintió una mano sobre su mejilla que lo obligó a dirigir su semblante de vuelta a su prima.
―Pero lo harás… tu lo dijiste, debemos jugar bajo sus reglas y si vamos a apostar apostaremos todo.― Dijo la joven guardiana con total determinación, ella se iba a asegurar de que sus compañeros sobrevivieron aún si significaba morir en su lugar.
―No sé si me gusta como suena eso…― John estaba de acuerdo en tener que apostar todo, pero…. él no estaba dispuesto a apostar la vida de Danny, porque eso significa apostar lo único que realmente le daba sentido a su existencia.
―Pero lo harás, por que si el plan sale como yo espero… entonces deberemos confiar en nuestros amigos, apostarlo todo a ellos incluso nuestras vidas de ser necesario, pero necesito saber si puedo contar contigo en esto…― Ella lo miró a los ojos, él sabía que su mente ya había encontrado la respuesta, pero necesitaba la de él… para poder proseguir con su plan.
―Sí… ―Murmuró suspirando pesadamente, esto no era algo que él deseará hacer pero sabía que la confianza de su prima debía ser correspondida de la misma forma, con la misma devoción que él la depositó sobre ella.
―¿Entonces lo harás…?― Interrogó Danny sin apartar sus ojos de los de Johnathan, esto era un voto de confianza que debían sellar, aún si les doliera en el alma el tener que concretar.
―Yo…― Él dudó al tratar de contestar, pero al ver esos ojos, tan llenos de determinación y vida… Ella no se iba a dejar morir, iba a luchar y a pelear con uñas y dientes por sobrevivir, aún si tenía que sacrificarlo todo para lograr ese objetivo.
―Sí, lo haré…― Respondió, una parte de él dolía por tener que afrontar dicha verdad, pero otra sabía que si no hacía esto ella no podría llevar a cabo su plan, justo como ella lo había idealizado con la meta de que no solo ella sino que todo el equipo sobreviviera.
―Tranquilo, no moriré… aún tengo una larga vida por delante pero… debo confiar en tu palabra.― Pedía Danny fijando sus ojos esmeraldas sobre su querido primo, él no sabía cuánto pero ella lo quería, lo quería tanto y no podría soportar vivir en un mundo sin él.
―Sí, confía en mí… no te defraudare.― Dijo el fénix sintiendo lo mismo que ella, este universo no valía la pena si ella no se encontraba allí, aunque le costará admitirlo ella era su mundo entero y no iba a permitirse perderla
―Lo sé.― Dijo Danny rodeando a su primo con sus brazos, abrazándolo fuertemente, esto iba a ser difícil para ambos… pero tenía fé en que esto saldría bien, todo iba a salir según lo planeado, solo debían apostar en ello, poner su fé en ello, iba a ser complicado y el riesgo de morir nunca iba a apartarse… pero era algo que debían hacer, un voto de confianza incorruptible que debían honrar.
―Te amo Johnny…― Dijo sintiendo como una lágrima se desprendía de sus ojos.
―Yo también pequeña…― John por poco pudo sentir cómo su corazón se partía a la mitad por decir eso, algo dentro de él le rogaba en negarse rotundamente, pero otra le pedía que debía confiar en ella, nunca habían fallado gracias a su juicio… Este no sería el momento en el que empezarían a hacerlo.
―Muy bien, entonces le contaré las partes del plan a los demás, tú quédate aquí y espera para nuestro despegue.― Pidió la muchachita de cabello anaranjado, limpiándose los ojos, ahora que habían cerrado el trato era hora de poner el plan en acción.
―Espera, ¿y qué haré yo en todo esto?― Interrogó el guardián de cabello oscuro confundido por las palabras de Danny, aún no le había dicho cuál era su papel en todo este nuevo plan.
―Tu parte se mantiene pero… en caso de que yo no pueda hacer el remate, tú serás la punta de nuestra lanza, asegurate de hacer el Jaque Mate contra el árbol.― Le pidió, esperando que él en verdad honrará su palabra, él no podía comenzar a dudar, ahora después de tantos retos y pruebas no podía darse ese lujo.
―Muy bien, eso haré.―Asintió John con total seguridad, no la iba a defraudar, por mucho que esto le doliera.
―Y John… Gracias, por todo.― Dijo Danny sonriéndole por última vez, antes de confrontar al destino para engañar a sus amigos, alejándose lentamente de él, mientras que John sólo pudo alzar su mano a ella anhelando jamás dejarla ir.
―Siempre…― Dijo observándola marcharse, sintiendo que esta sería tal vez la última vez que la vería, pero no sería así, él se aseguraría de que no fuese así… la iba a proteger, porque ella merecía vivir, mucho más que él.
―La punta de la lanza ¿eh?― Murmuró Mirando hacia el Qliphoth… observando la larga sombra que se posaba alrededor de él, iba a perforar el corazón de la oscuridad y traería la luz de la esperanza una vez más a este mundo cubierto de hielo y nieve.
―Será mejor que valga la pena…― Finalizó dándole la espalda dirigiéndose hacia la nave donde sus compañeros lo estaban esperando para comenzar la operación: Fantasmas de Bronce.
Caballeros del Zodiaco: Guardianes del Universo.
Libro 2: El Reino de Hades.
Capítulo 26.4: La liberación de Ío 7; El Primer Juez del Inframundo: Talon de Grifon.
Fecha: Desconocida…
Hora: Desconocida…
Planeta: Desconocido…
Lugar: Desconocido… En algún punto del Pasado…
Una pequeña marioneta, se movía con gracia y torpeza en un escenario improvisado, siendo manipulada por hilos que dictaban cada una de sus acciones y decisiones en ese pequeño escenario,
actuando para una pequeña persona que la observaba haciendo mil y una ocurrencias.
Bailando, saltando y cayendo torpemente en ese pequeño escenario, diseñado especialmente para ella.
―¿Lo ves? Aunque sufra es felíz, no necesita pensar, no necesita comer, solo necesita que tú la veas bailar, él te hará sentir segura siempre que te sientas asustada.― Un muchacho hablaba con una jovencita, quien observaba maravillada al pequeño ser hecho de Madera y tela.
―¿De verdad?― Interrogó observando a la marioneta bailando para ella, a través de sus cabellos de plata, sus ojos carmesíes se fijaban en la pequeña marioneta, que bailaba para ella, a pesar de que se encontrarán en una casa en decadencia, en la que apenas había agua, electricidad o comida… estos pequeños momentos de felicidad hacían que valiera la pena la vida.
―Sí, él siempre bailará para tí, porque tu eres la que le da sentido a su vida. ―Respondió el chico, manipulando los hilos de la marioneta, haciéndola moverse con gracia frente a ella,
―¿Cómo se llama?― Interrogó alzando su mirada inocente hacia su hermano, quien le dedicaba este mismo espectáculo solo a ella.
―Um… se llama, ¡Mike! Mike Lupin.― Respondió el muchacho sonriéndole a su pequeña Hermana, quien alegremente tomó a la adorable marioneta entre sus brazos, abrazándola fuertemente.
―¡Amo a Mike Lupin!― Exclamó la niña con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
―Sí, sí él siempre te mantendrá segura, siempre que yo no pueda hacerlo él te protegerá… te mantendrá a salvo y…
―¡Niño! ¡Niño! ¿¡Donde Carajos estás!?― Una voz áspera y grave se hizo presente en toda la casa, llamando la atención de ambos niños, quienes no pudieron evitar arquear una expresión de temor ante dicha voz.
―No… está aquí…― Murmuró la jovencita aferrando sus brazos a la marioneta, aunque al observar como su hermano se levantaba lo detuvo, aferrando su pequeña mano a su brazo.
―Hermanito no vayas, no me dejes sola.― Le rogaba temerosa, pidiéndole que no se fuera, no quería estar sola con… él…
―Tranquila, aférrate a Lupin, volveré pronto lo prometo, solo… solo cierra bien la puerta y no abras hasta que yo regrese.― Le pidió levantando el títere hacia ella, aunque sabía que eso no podría protegerla por mucho, podría mantenerla tranquila, al menos hasta que él pudiera complacer los deseos de su padre.
―¡NIÑO!― Otra exclamación llamó al jovencito, con aún más molestia y más ira en su tono.
―Hermanito…― Ella murmuró atemorizada, ella no quería que golpeará más a su querido hermano pero, si no apaciguaba la ira de su padre, él los castigaría a ambos, de la peor forma posible.
―Tranquila, tranquila… volveré, te lo prometo.― Dijo sonriendo levemente, entregando el muñeco, observando como ella lo abrazaba fuertemente, justo la imagen que necesitaba para salir a encarar a ese hombre.
―Él cuidará de tí… ― Dijo comenzando a caminar fuera del cuarto, su pequeña hermana comenzó a seguirlo, pero al instante que él cerró la puerta ella puso el seguro, con la esperanza de que no viniera por ella después.
―Ah… ahí estás, niño…― Escuchó la voz del hombre mayor de la casa, a través de la puerta.
―Padre…― Escuchó la voz de su hermano, con el mismo tono manso y tranquilo de siempre.
―¿En qué puedo ayudarte pa…? ¡Ah…!― De un instante a otro un fuerte golpe se escuchó por toda la casa, seguido de otro y otro.
―¿Qué hacías? ¿Eh?― Interrogó azotando fuertemente a su hijo, utilizando su herramienta de tortura favoritra: su cinturón de cuero.
―Solo estaba… estaba ayudando a mi hermana con sus tareas, déjala está dormida…― Rogaba por que él no subiera las escaleras hacia el cuarto de su hermana, él aceptaba todas las palizas que le daba su padre, pero cuando tocaba a su hermana, era cuando él desesperadamente buscaba que todos los castigos que a ese hombre se le ocurrieran fueran dedicados únicamente a él.
―Esa niña estúpida no hace nada más que dormir todos los días… ¡y tú no haces más que perder el tiempo!― Exclamó azotandolo nuevamente, una y otra vez, se alegraba de que esta vez no fueran sus puños, pero aún así dol´pia como el infierno al hacer contacto con sus moretones.
―¿¡Que te dije!?― Exclamaba furioso, mientras que la pequeña solo podía aferrarse a su marioneta, tratando de acallar la voz y los golpes de su padre hacia su hermano.
―¡Ah! ¡Por favor padre no…!― Pedía, con cada impacto su piel se volvía más y más roja, hasta volverse de un color violeta oscuro.
―¡Padre basta! ¡Ahhh!― Era terrible, sobre todo por que estaba utilizando el lado de la hebilla, con el que más dolor le aplicaba a su cuerpo.
―Te dije que cuando regresará quería una cerveza bien fría y la comida, ¡¿dónde está?!― Exclamó azotandolo de nuevo, la pequeña no podía hacer más que abrazar al muñeco entre sus brazos y llorar, esperando a que esto se terminará.
―Padre lo siento yo no quise… ¡Ah!― Uno tras otro los golpes seguían viniendo, causándole más dolor al joven.
―Eres un inutil pedazo de basura, ¡perdiendo el puto tiempo con esas malditas marionetas!― Le recriminaba, sin dejar de azotarlo como si fuera un animal.
―Lo siento… no lo volveré a hacer, ¡lo prometo! ¡AH!― Él se encontraba arrodillado en el suelo, cubriéndose la cabeza, tratando de evitar ser golpeado, pero aunque se encontraba así su padre ya estaba harto de él
―¡No más excusas!― Exclamó Agarrandolo del cabello, levantandolo del suelo y arrastrándolo por toda la sala hasta el exterior.
―¡Ahhh!― Exclamó sintiendo como lo lanzaban al frío suelo de concreto, aterrizando sobre su espalda.
―Sal ahí afuera y consigue dinero maldito ingrato, ¡más te vale conseguirlo o no volverás a entrar a esta casa!― Gritó cerrando fuertemente la puerta, dejando al muchacho solo en la nieve, él trató de levantarse lentamente, aún sintiéndose miserable, todo el cuerpo le dolía y si no hacía lo que le ordenaban probablemente su hermana sería la siguiente.
―Sí… padre…― Murmuró él levantándose del suelo, tambaleando mientras trataba de reincorporarse, su vida era una constante de tormento y sufrimiento y solo iría a peor.
― Ah… ¡auch…!― Se quejó sintiendo cada uno de los moretones que ese hombre le había causado anteriormente y hoy.
―Vamos, vamos, levántate, tienes que hacer eso…― Se dijo a sí mismo, tratando de avanzar, tratando de seguir adelante, no por él, sino por ella, la única persona que lo impulsaba a seguir adelante.
―Vamos, debes seguir adelante… tú puedes, tienes que hacerlo… no por él, sino para mantenerla a salvo a ella.― Se decía dando un paso frente al otro aunque era tan difícil… tan tortuoso e imposible tratar de continuar, con esta vida tan miserable que le había tocado
―Eso es, sigue adelante y no te detengas, no hasta… que esta pesadilla termine, debes luchar por tus sueños… Tai…― Se decía, caminando hacia las oscuras calles de su ciudad, cubiertas de nieve y basura, tratando de dar la cara por su familia…
Después de que su madre los hubiera abandonado y que su padre no dejará de abusar de ellos, lo único que le quedaba era seguir adelante, solo, sin nadie que pudiera reconfortarlo en esta fría nevada.
Allí estaba él observandose, observando su pasado, quien fue en algun momento, sin poder hacer nada, solo podía observar, tratando de despertar de esta pesadilla, intentando de alejarse de esta tortura que observaba en timpo real.
Mientras que a sus espaldas se encontraba el caballero del fénix, con el dedo índice de su brazo derecho apuntando hacia la nada.
quería enfrentarse a él en su prime, quería hacerlo sufrir, pero aún no estaba a su altura, a su nivel, por lo que esto debía contenerlo… al menos por unos instantes.
―Ah… ahhh… no sé qué clase de pesadilla estás teniendo… pero espero que sea algo que te duela en lo profundo de tu alma.― Murmuró Johnathan jadeando pesadamente, para entonces sujetarse el brazo izquierdo, el cual estaba completamente destrozado, su marioneta cósmica había logrado alcanzarlo, pero no por mucho… aún así le dolía, preguntando por qué no esquivó antes de que él le partiera el brazo en 8 partes.
―Eso es por ella, maldita cosa no muerta…―Dijo apretando fuertemente los dientes.
*John… me escuchas?* Al escuchar la voz de Seinma se percató de que las comunicaciones estaban mejorando, gracias a la caída de la barrera de Hades.
―Fuerte y claro Sein…― Respondió Fénix colocando su dedo índice y medio en su oído derecho.
*Bien, ya voy a entrar al corazón del Qliphoth… te esperaré en la cima.* El caballero de Pegaso respondió desde el cielo, preparandose para adentrarse al Qliphoth, debían ser rápidos y precisos para escapar de allí antes de que el árbol se viniera abajo.
―Entendido, cambio y fuera…― Respondió el muchacho de cabello oscuro finalizando comunicaciones, para entonces voltear hacia el espectro que había logrado inmovilizar.
― Te dejaría ardiendo bajo tus peores pesadillas, pero no voy a desperdiciar la oportunidad de hacerte arder en verdad.― Dijo haciendo arder su puño derecho, elevando su cosmos al máximo.
― ¡AVE FÉNIX!― Exclamó cubriendo el suelo de llamas, bañando al espectro con las mismas, cubriendo su cuerpo con la esperanza de que se incineró hasta las cenizas, esperando a que eso fuera suficiente para matarlo, pues ya no tenía tiempo que perder, debía esperar a que ese fuera el resultado.
Sin más, cubrió su cuerpo entero de llamas, preparándose para saltar hacia el Qliphoth, donde su compañero lo estaba esperando.
Mientras que en la mente del Espectro, las memorias seguían fluyendo, revelando un pasado que él deseaba olvidar, escenas de un pasado que ya no le corresponden, de una vida que ya no existía más, pero aún así allí estaban recordando su pasado como humano un pasado que había sido enterrado junto con todo lo demás, pero ahora volvía, con más fuerza que nunca, recordando quién fue, quién había sido y en quien pudo haberse convertido de no ser por que las cartas nunca estuvieron a su favor.
Pues incluso si terminaba hecho un desastre, nunca tendrían piedad con él, ni en casa ni en la institución que se suponía que debían enseñarle los valores que en casa jamás aprendería.
―Niño… Niño…― Una voz lo llamó desde la oscuridad, tratando de captar su atención.
―¡Tai!―Exclamó despertando de una larga siesta sobre su pupitre, él levantó su mirada solo para ver a su maestro, el cual lo observaba con decepción en los ojos
―Disculpa… Me quedé dormido…― Respondió el muchacho de cabello rojo y ojos azules, tallandose los ojos para tratar de recuperar la conciencia.
―Deberías irte a descansar si te sientes tan cansado… si sigues así tus calificaciones bajarán aún más, estás a punto de reprobar, lo sabes ¿verdad?― Preguntó severamente, observando sin quitarle los ojos de encima.
―No puedo, mi padre no me lo permite…― Dijo el joven albino, desviando su mirada, era imposible no notar los moretones en su piel, pero aún así no era excusa para descuidar sus estudios, era su futuro y si no lo tomaba en serio no sería nadie.
―Ya veo, aún así deberías poner más atención en clases, de lo contrario evita presentarte.― Pidió el profesor dandose media vuelta y retirandose dejando al muchacho solo.
―Lo intentaré…― Murmuró el jovencito desviando sus ojos carmesíes al suelo, tomando su mochila y levantándose, debía volver a casa, para encontrarse de nuevo con su hermanita, esperando a que ella estuviera bien.
En los pasillos, no podía evitar sentir las miradas de rechazo de sus demás compañeros,, junto con esos murmullos, que siempre hablaban mal de él, que lo despreciaban, que decían todas esas cosas que él detestaba de sí mismo, de su condición, de la forma que le tocó vivir, lo humillaban constantemente.
Rememorando lo que no tenía, lo que odiaba de sí mismo, lo que odiaba de los demás, que no le permitieran tener un respiro de la horrible realidad en la que le tocó vivir, solo por ser diferente, por no ser igual a los demás, por no tener las mismas oportunidades que ellos.
Por ser pequeño y débil, por las marcas morada en su piel, por el dolor que demostraba todos los días y noches… por ese dolor que nadie veía, solo juzgaban en voz alta, sin siquiera ponerse a pensar en el daño que le estaban haciendo.
―Ja ja ja ¿que pasa perdedor? ¿Todo bien en casa?
―Dicen que su madre era una zorra que los abandonó por un hombre más adinerado.
―Yo escuché que su padre trabaja en la planta y lo golpea todos los días.
―¡Huele a basura, que asco!
― De seguro no se ha bañado en años.
―Y sigue hablando solo con esos muñecos, de seguro es un rarito…
Todos siempre se burlaban de él, no importaba quienes fueran, hombres o mujeres todos iban tras él, atacando a la yugular como lobos en manada, atacando a su cuello, sin misericordia, esa era su vida, esa era la forma en la que pasaba sus días, con insultos hacia él, hacia la familia que le tocó, hacia el padre que lo despreciaba…
Y hacia su arte, el arte que lo mantenía cuerdo en esta realidad en blanco y nergo que no le permitía ser felíz, no había lugar para personas como él en este mundo triste y deprimente.
Lo único real que tenía era… soledad y su hermana menor.
―No importa… nada de lo que me digan importa, lo único que me importa es ella… ―Se decía avanzando, con su mano metida en su mochila, sintiendo algo dentro de ella, estaba ansioso por mostrarle lo que había hecho en la clase de carpintería.
―Debo regresar a casa pronto, para mostrarle mi nueva marioneta…― Murmur´+o sacandola de su mochila, observandola detendiamente, con su lindo cabello castaño, sus ojos negros que simulaban ser azules gracias a los cuarzos que había encontrado… su lindo vestido de colores… y su sonrisa perfecta, era todo lo que él había deseado hacer, un regalo que debía llevar felicidad a la única persona que le importaba.
―¡Oye estupido!― Escuchó a alguien a su lado, pero antes de que sus ojos se posarán sobre él sintió algo duro y húmedo golpeado su rostro, él cayó al suelo, aturdido, con el rostro lleno de lodo, había una piedra dentro de esa bola… haciendo que su frente comenzará a sangrar.
―¿Que es esto? ¿Aún juegas con juguetes?― Preguntó acercándose al muchacho en el suelo, levantando la pequeña muñequita que había soltado por accidente.
―No, suéltala.― Pedía tratando de evitar que se la llevarán o la destruyeran, justo como lo habían hecho con tantas otras.
―O que, ¿vas a llorar con tu mami? Oh es verdad no tienes.― Dijo observando al joven levantarse a prisa, tratando de detenerlos, solo para recibir un puñetazo en el rostro que lo hizo caer de rodillas.
―Por favor, les daré lo que quieran, solo no la rompan.― Rogaba alzando su mirada a sus castigadores, quienes solo se reían de él y de su expresión, observandolo sin ningún ápice de pena o misericordia.
―Vamos, arrodillate y ruega por ella.― Decía el Líder del equipo, levantando la muñeca, divirtiendose con el sufrimiento del muchacho albino.
―Por favor, se los ruego… trabajé mucho en ella, por favor no la rompan, no de nuevo.― Pedía solo para ser golpeado de nuevo, esta vez, recibiendo una fuerte patada en el estómago.
―Yo creo que es un pequeño pervertido, te exitas con estas cosas, ¿verdad?― Preguntó observando detenidamente su atuendo, burlándose de los detalles del lindo vestido que tenía la muñeca, preguntando que traería debajo de ese vestidito que tanto le había costado cocer.
―Vamos a ver si tiene algo debajo de la falda.― Otro de los chicos, dijo levantando su faldita, lascivamente, esperando a ver algo con lo que pudieran confirmar las parafilias del muchacho en el suelo, lo que solo causó que se pusiera más a la defensiva, alzándose ante ellos para detenerlos.
―¡No, alto!― Rogó Tai, levantándose del suelo, solo para ser golpeado y pateado una y otra vez.
―¡Ah…!― Las heridas provocadas anteriormente por su padre ardían, los golpes dolían más por esa misma razón, aunque quisiera levantarse solo podía mantenerse en posición fetal recibiendo los ataques, tratando de cubrirse sus partes nobles y la nuca con sus manos.
―Ja ja ja, eres un pedazo de mierda débil.― Dijo el líder del grupito de 5 abusando físicamente del chico más débil, pateandolo inmisericordemente, riendo mientras lo hacía.
―¡Vamos imbécil, levantate!― Exclamó arremetiendo una y otra vez, sin dejar de golpear, sin dejar de arremeter, sin dejar de insultar, observando como poco a poco el muchacho de cabellos de plata parecía dejar de moverse.
―¡Pelea!― Le gritó observando, dejando de patearlo junto a sus compañeros, no era divertido si no se resistía…
―Lo sabía, solo eres una pequeña perra.― Sin más dejó caer la muñeca al suelo, Tai la observó caer al lodo impotentemente, solo para ver como la pisaban dañando su estructura y su bonito vestido de colores.
―Vamos larguemonos de aquí…― Al decír eso el grupo se retiró sin más, dejando al chico solo, entre el lodo y la nieve, tratando de alcanzar al la linda muñequita, el regalo que tanto le había costado realizar y que tanto quiso regalarle a su hermana.
―No… no…― Murmuró alzando su mano, tratando de levantarla, como había sospechado, estaba dañada, su vestido estaba roto y había perdido uno de sus ojos, ella era un reflejo de su vida…rota maltratada y sucia, su vida era miserable, él era miserable.
―¿Por qué son tan crueles conmigo…? ¿Yo que les hice…?― Se preguntaba juntando el pequeño objeto de madera y tela hacia su pecho, llorando por lo que le habían hecho, no a él sino al regalo de su querida hermanita.
―¿Por qué… me tratan así…?― Se volvió a preguntar sintiendo un poderoso odio creciendo en su interior, su via era una constante de dolor y sufrimiento, una vida sin sentido… que solo se mantenía a flote por una sola razón… y esa razón era la única que le permitía continuar, sin ella…. él no tendría ninguna razón para vivir y habría optado por el camino fácil hace mucho tiempo ya.
Si tan solo tuviera el poder, si tan solo tuviera la fuerza para castigarlos de la misma forma que ellos a él, si tan solo…. pudiera demostrarles lo que se siente ser herido, lo que se siente ser lastimado…
Lo que era sentirse como… una simple marioneta sin voluntad o fuerza para luchar de regreso, quería demostrarles lo que alguien con poder podía hacerles, para hacerlos arrepentirse de cada insulto y cada golpe que le habían dado… quería demostrarles lo que era el dolor verdadero.
―Si yo tuviera el poder…― Sus ojos rojos tenían un poderoso odio, con el cual quería hacer arder este mundo, con todos en él.
―Los asesinaría a todos… a todos y cada uno de ellos…― Dijo finalmente levantándose de las frías calles, caminando a la sucia choza a la que llamaba hogar.
Al llegar, abrió la puerta con cuidado, esperando a que nadie estuviera en casa aún, aunque claro… alguien ya se encontraba en casa, esperaba que fuera su padre para variar, esperaba que al menos estuviera dormido… por que lo peor de que solo ella estuviera en cada era… tener que verlo así…
―¡Hermanito!― Ella apareció desde su cuarto, mostrándose felíz, pero él no se veía bien… estaba herido, triste y enojado por todo lo que había ocurrido ese día.
―¿Estás bien? Que tienes?― Ella preguntó preocupada, viendo en su expresión un rastro de tristeza innegable, aunque quería hacerse fuerte no podía hacerlo.
―No pasa nada… no te preocupes por mí.― Él respondió sonriendo falsamente, tratando de tranquilizarla, pero incluso él sabía que todo era una farsa, nada estaba bien… nada podía estarlo, no después de lo que le ocurrió.
―Mira te traje un regalo.― Dijo en un intento de alegrarla, sacando la pequeña muñequita de su mochila, mostrando la, sucia y con el vestido rasgado, ella la miró por unos instantes y sonrió, pese a su estado demacrado era tan linda para sus ojos.
―Es hermosa…― Dijo la niña sonriendo enormemente, pero él… no podía sonreír de la misma forma, él quería darle una muñequita que no estuviera manchada, rota y magullada, un regalo lindo para la única persona que le daba sentido a su vida… y ni siquiera eso podía conseguir.
―Disculpa que esté sucia y un poco magullada, pero… yo…― Él trató de decir algo más, pero las lágrimas fueron incapaces de ser contenidas por más tiempo, él solo quería darle algo lindo… solo eso, algo hermoso y perfecto como ella… pero no podía, por que su vida al igual que todo lo demás era una basura que nunca salía bien
―¿Qué tienes…?― La pequeña interrogó observando como su hermano comenzaba a llorar, por qué todo era tan injusto, ¿por qué en los momentos que se suponía debía estar felíz simplemente no podía hacerlo?
―Yo… no es nada… ― Le dijo tratando de tranquilizarla, pero aún siendo tan pequeña ella podía entender que las cosas no estaban bien… nada de lo que él estaba pasando podía estar bien, por que él… simple y sencillamente no podía ser felíz.
―No llores hermanito…― Le pidió la jovencita caminando a él, abrazándolo con toda su fuerza, ella quien… nunca lo había insultado o maltratado, pero aún así… él no podía darle más que regalos rotos y muy poca comida, estaba desnutrida y… apenas podía levantarse sola, a veces era un milagro que siguiera viva.
―Es un lindo regalo… ― Trató de convencerlo, trató de hacerlo comprender que esto era lo mejor que nadie había hecho por ella y aún así, él sabía que no era suficiente.
―Perdón yo solo…― trataba de no llorar, él de verdad se esforzaba por no llorar pero… como no hacerlo, cuando esto era todo lo que en verdad podía hacer por ella?
―Te quiero, hermanito…― Susurró, en un intento por alegrarlo, tal vez la vida no había sido justa con ninguno de ellos dos… pero… al menos se seguían teniendo el uno al otro.
―Yo también Amelia…― Susurró Tai rodeándola con sus brazos, tratando de reconfortarla, esta vida… era todo menos agradable… pero ella… ella siempre estaría aquí, para otorgarle ese hermoso haz de luz, al final del largo y oscuro túnel.
Mientras tanto en el Cielo…
Seinma sabía que pronto las cosas iban a subir de intensidad, al observar como las naves de asalto cubrían el suelo de plasma, causando que el suelo debajo ardiera en llamas furiosas, podía sentir el calor ascendiendo a él, lo suficientemente fuerte como para hacer que se sintiera abrazado por las mismas, pero aún con el plasma ardiendo a su alrededor sabía que tenía que ser rápido, llegar a la cima no fue problema gracias a sus alas, mientras ascendía observaba al Qliphoth, apreciando los miles de rostros que se encontraban distribuídos por todo el cuerpo del árbol, volando raudo hacia la cima, donde el brillo era casi enceguecedor.
Allí estaba el túnel, apenas llegó cerró sus alas él descendió hacia la madera petrificada del árbol.
Gracias a todas esas lecciones de vuelo había logrado controlarlas casi a la perfección, aún tenía problemas para aterrizar pero ya se las estaba apañando para hacerlo más sencillo, apenas logró tocar suelo se dirigió al interior del árbol, allí finalmente se encontraba frente a frente con el corazón del Qliphoth, pero ahora que se encontraba frente a él…. no sabía que hacer.
Claro lo que podía hacer fácilmente sería canalizar el poder de la luz hacia el campo de fuerza del corazón, el problema principal era que no tenía a nadie que le ayudará a canalizar dicha luz…
Anteriormente tenía a Danny y en esta ocasión no habría sido la excepción, el problema radicaba en que ella estaba fuera de juego, no podía ayudarlo.
Aquél que se suponía lo ayudaría a completar esta misión sería John pero el problema era que e´l tampoco se encontraba cerca, lo cual solo causaba que el caballero de Pegaso se sintiera nervioso, esto era algo que él solo no podía conseguir, podía intentarlo Pero Aria tampoco sabía si funcionaría, todas sus experiencias se basan en eventos previos destruyendo los pilares de la oscuridad al lado de Koga y sus compañeros…
Y no tenía ninguna experiencia destruyendo uno por cuenta propia, aún si eso significaba utilizar el poder de Seinma… no podía canalizar su luz con más luz… estaba completamente segura de que no funcionaba de esa forma.
― ¿Que tenemos aquí…? ¿Un intruso?― Seinma se puso en alerta al escuchar la voz de alguien cerca, la voz de una persona, una mujer joven cuya apariencia le era desconocida, pues al mirar en todas direcciones no podía encontrarla.
―¿Como llegaste a la cima del Qliphoth?― Allí estaba esa voz otra vez, se sentía cerca pero a la vez lejos, aún así por qué no podía detectar ningún cosmos?
―¿Que?― Preguntó observando todos los lugares posibles, había mucha luz pero a la vez una infinidad de sombras donde esa presencia podía ocultarse, sin duda estaba cerca pero… allí estaba el problema de nuevo, no podía sentir su presencia, su cosmos… no era por que estuviera cerca del corazón del Qliphoth, era por que en verdad no podía sentirla, incluso las criaturas más pequeñas tenían un rastro de cosmos, pero ella no dejaba nada.
― Quién está allí, ¡muéstrate!― Exclamó listo para pelear de ser necesario, estaba aquí lo sabía pero… ¿quien?
― Así que eres un caballero, ¿eh?― Preguntó de forma curiosa, acercándose sin que él se percatará, incluso sus afinados sentidos de combate no podían percibir, ¿que era? ¿Quién? ¿Cómo podía estar lejos pero a la vez cerca?
― Hola.― Un rostro frente al suyo lo hizo saltar hacia atrás para tomar distancia segura, colocándose en posición defensiva.
―¡Kgh!― ¿Cómo no la había visto venir? Al observarla con detenimiento se percató de que era una chica joven de no más de 14 o 15 años, cabello totalmente blanco y piel oscura, lo que resaltaba de ella eran sus ojos amarillos y que llevaba un sapuri que dejaba expuesto su torso hasta su vientre, cubriendo evidentemente sus rasgos femeninos.
Y aún así, aún teniéndola en frente no podía percibir su cosmos, podía verla y podía jurar que podía tocarla pero… su cosmos, no había ningún cosmos agresivo o pasivo proviniendo de ella.
― Oh, qué pasa, ¿te asuste? Disculpa no fue mi intención.― Decía la joven espectro de forma casi inocente, se veía despreocupada, incluso curiosa de ver al caballero pegaso en la Cima del Qliphoth, preguntando muchas cosas, una de ellas el ¿cómo había llegado hasta allí?
"¿Cómo es posible? no pude sentir su presencia o su cosmos… Es como si ella no estuviera aquí en realidad" Pensó Seinma nervioso, ¿cuando era que un espectro escondía su cosmos? Más cuando se suponía que iban a enfrentarse en un duelo a muerte
―Dime ¿viniste a destruír el Qliphoth?― Preguntó la espectro de ojos amarillos, observandolo con curiosidad, no era feo, pero tampoco era su tipo de chico.
―Sí, ¿por qué, tú me vas a detener?― Interrogó atento a sus movimientos y reacciones, enn verdad no parecía peligrosa pero de nuevo, era una espectro, incluso si su cosmos estaba oculto, podía presentir que ella era una posible amenaza para él.
― Yo, oh no, no te confundas yo sería inca´paz de detenerte.― Nefertari Habló de forma tranquila y juguetona, en verdad ella no parecía una amenaza pero… no comprendía por qué estaba aquí si no iba a detenerlo.
― A diferencia de tí soy una pobre debilucha…― Hizo un ademán con sus manos, demostrando que ella no tendría posibilidad de derrotar a Seinma, no comprendía que se traía entre manos pero… ella en verdad no parecía querer enfrentarse a él.
"No parece ser una amenaza pero… es una espectro, no puedo bajar la guardia contra ella, menos aquí." Seinma imaginó que ella solo sería algo así como, una vigilante, alguien que solo estaba allí para cuidar del corazón o dar aviso a un ser más poderoso, aún así no podía bajar la guardia contra ella debía mantenerse atenta a cualquier movimiento que ella hiciera.
―Muy bien, ¿qué es lo que quieres?― Preguntó cauteloso, ella podría ser o no una amenaza, pero si no representaba realmente un daño para él o sus amigos, ¿entonces qué hacía aquí?
―Solo tengo curiosidad de como vas a destruir el Qliphoth… Además, me gustaría saber el nombre de la persona que se convertirá en un objetivo a asesinar de ahora en adelante.― eso lo dejaba claro, seguía siendo una enemiga y cualquiera que representará una amenaza para él era una amenaza para sus amigos.
― ¡No tengo por qué responderte!― Exclamó el caballero pegaso, formando la constelación de su armadura con sus manos, ocasionando que su cosmos se elevará, canalizando todo su poder sobre su brazo derecho.
―¡Meteoros de Pegaso!― Exclamó lanzando una lluvia de puñetazos a la velocidad del sonido, alcanzando a la espectro quien al instante pareció desaparecer ante la rafaga incesante de su cosmos furioso, una vez el ataque culminó él observó hacia el punto donde ella se había encontrado, sin rastro de que ella hubiera estado allí.
― ¿Le di?― preguntó confundido, ella no parecía ser fuerte pero… tampoco se esperó que fuera tan sencillo.
― Eso estuvo cerca, casi me matas. ― Nefrtari habló desde el lado derecho de Seinma, causando un sobresalto de su parte.
― ¿Que?― Interrogó el pegaso sorprendido de su velocidad, nunca la vio moverse y él era el guerrero más rápido de todos los guardianes, siendo igualado solo por John pero… que ella hubiera podido esquivarlo, no solo eso, aparecer a su lado sin que él pudiera percatarse era… algo aterrador.
― ¡Rah!― Exclamó lanzando otro puñetazo, con la finalidad de alcanzarla.
― Je jeh, eres muy rápido.― Ella volvió a moverse sin que Seinma se diera cuenta ella ya estaba a su izquierda sonriendo picaramente.
― ¡Yah! ―Dió una poderosa patada, pero ella ya no se encontraba allí, se encontraba en otro lugar muy cerca de él casi como si todo esto fuese un juego para ella, un juego que solo ella sabía jugar, teniendolo atrapado entre sus garras.
"Como, no siento que esté atacando a la nada… pero tampoco que estoy atacando a un objetivo…" Atacaba una y otra vez, pero cuando lo hacía ella solo se movía, no comprendía como lo hacía, aún no sentía ningún cosmos pero ella, solo se movía, como si fuese llevada por el viento.
"Ella se mueve muy rápido, demasiado… es como si estuviera atacando a una sombra."
― Que brazos tan fuertes, me pregunto si podrán cargar mucho peso.― Interrogó tocando el brazo derecho de Seinma, sintiendo su fuerza, sus músculos, no era un chico ordinario, podía notarlo en como se veía y atacaba, estaba más allá de lo común para un simple caballero de bronce.
― ¿Como haces eso?― Interrogó observándola, aunque al instante ella apareció de nuevo a sus espaldas, flotando despreocupada.
― ¿Hacer que?― Dijo Nefertari inocentemente, jugueteando en el aire, recostada en una cama imaginaria.
― Eso, ¿¡como te mueves tan rápido!?― Exclamó Seinma impotente, no comprendía como lo hacía o por que, ella simplemente se movía de un lado a otro sin siquiera utilizar su cosmos.
― ¿Oh hacer esto?― Preguntó encima de él, ocasionando que Seinma alzara la mirada, ara observar flotando encima suyo.
― Es fácil, me sale natural, como tu al respirar, no sé nada mejor.― Añadió al lado suyo, causando que Seinma instintivamente volteó a esa dirección en concreto, ¿como era que hacía eso?
― Puedo moverme como me plazca, cuando me plazca, el problema es que al moverme de esta forma no puedo atacar o defenderme, pero no importa, por que sé que al hacerlo mis enemigos tampoco pueden tocarme.― Al decir eso Seinma instintivamente volteó a la derecha, observándola flotando, como si esto solo fuese un pequeño juego.
― Pero… no es muy divertido, ¿sabes? Me gusta más cuando puedo… Entonces ella apareció de nuevo frente a él, posando su mano sobre su mejilla…
―Tocar.― Él no dudó ni un segundo en hacerse para atrás, pudo sentirla… maldición de verdad pudo sentirla… su combinación de… "velocidad" y de poder volverse tangible o intangible la hacían aún más peligrosa de lo que por sí ya era.
―¡Kgh! ―Seinma se sintió, abrumado, el que alguien pudieran combinar algo tan peligroso como una movilidad ilimitada con la imprevisibilidad era algo que podían aterrar hasta al guerrero más experimentado en combate… lo cual decía mucho de ella.
"Esta chica… sin duda hay algo mal con ella, no puedo predecir dónde está o a donde va… pero si lo que dice es verdad… ¡Aria!" No había otra forma, debía recurrir a ella o ambos iban a morir…
*¡Sí!* Ella respondió amplificando los sentidos de Seinma, añadiendo los suyos propios para darle una ventaja en esta batalla.
― Oh… así que, lo destruirás, ¿sabes que cuando lo haces nos causan mucho dolor?― Preguntó Nefertari sonriéndole al caballero pegaso, aunque en su voz podía notarse una evidente ira apenas contenible
―¿Como el que ustedes le causan al mundo? ― Exclamó Seinma con furia, ninguna excusa sería válida para todo el sufrimiento que estaban causando en el universo, nada de lo que ellos dijeran podrían hacer que todo esto que estaban ocasionando estuviera bien de ninguna forma.
―Sí, de la misma forma que ustedes, viles humanos nos lo causaron a nosotros. ―Ella respondió tranquila, pero podía notar en su voz una evidente molestia… algo que podía notar entre su tono tranquilo y desinteresado.
Finalmente un cambio en la forma que ella se expresaba, después de eso Nefertari desapareció de la vista de Seinma obligándolo a ponerse en guardia.
―¿Pero qué sabrán ustedes los caballeros? Ustedes no sufren como nosotros, no lloran como nosotros, no anhelan como nosotros, solo les importan ustedes… y su querida diosa Athena.― Dijo desde las cercanías, obligando al caballero del corcel alado a ponerse en guardia, sintiendo todo, observando todo… amplificando sus sentidos con ayuda de Aria.
― ¿Pero qué pasa con aquellos que Athena no escucha? ¿Qué pasa con esas almas descarriadas que son abandonadas por los dioses? ¿Cuál es el destino de aquellos que no siguen a la diosa de la guerra? Pues… existen otros dioses dispuestos a escuchar… y a otorgarnos nuestra anhelada.― Ella estaba detrás de él, lista para atacar.
―¡Venganza!
*¡Ahora!* Finalmente hubo un cambio, al fin pudieron sentir el cosmos del espectro, por lo que Seinma respondió con rapidez.
―¡Rahhh!― Exclamó dándose vuelta, atacando con ferocidad y fuerza arremetiendo contra Nefertari quien ante la agresiva respuesta tuvo que retirarse, no sin antes sentir algo caliente rozando su costado.
―¿Que?― Ella como apareció desapareció de la vista de Seinma obligándolo a tomar de nuevo posición defensiva.
―¡Fallaste!― Exclamó atacando desde otra dirección, su cosmos aparecía tan raído como ella desaparecía, sin duda era muy rápida y peligrosa, causándole una herida en la mejilla a Seinma.
Al intentar contraatacar o desarmarla solo podía sentir como ella aparecía y desaparecía de su vista, era impredecible podía aparecer donde se le diera la gana y eso la hacía muy peligrosa, más de lo que imaginó en un momento.
"¡Kgh! Es muy rápida, no puedo predecir sus movimientos" Seinma pensó tratando de idear un plan o una estrategia para atraparla, el problema es que, para empezar ella era demasiado rápida para él, además que lo suyo no era planificar, era improvisar sobre la marcha.
*Tampoco yo, ¿qué haremos…?* Aria dijo tratando de anticiparse pero era imposible, cuando pensaba que podía atraparla ella solo reapareció en otro punto, era casi como… si estuvieran atacando a una sombra.
"Lo que sé hacer mejor, ¡Improvisar!" Seinma respondió; eso siempre le había salido bien independientemente del resultado, era su mejor estrategia y así también su mayor habilidad.
―¡Estrella Fugaz de Pegaso! ― Se lanzó agresivamente hacia ella como un rayo de luz que atravesó en un segundo un largo tramo de Qliphoth.
― ¡Ja ja ja ja ja! ¡No me atrapas!― Reía esquivando el ataque, sintiendo como él atacaba otra vez, evitando la arremetida, riendose de él en su cara, causando que el caballero tuviera que cambiar rápido su estrategia.
― ¿Ya te estás cansando? ― Interrogó observando como llenaba de aún más luz el enorme árbol ocasionando que los espacios donde las sombras dominaban se volverían más reducidos.
― ¿Que?― Se preguntó percatandose de que él no parecía estar atacandola más. más bien… estaba atacando a la nada, ocasionando que las sombras fueran de un lado a otro, ocasionando que Nefertari apenas pudiera proyectarse adecuadamente.
―¡Meteoros de Pegaso!― Exclamó imbuyendo ambos puños de luz, convirtiendo su técnica predilecta en algo que haría que ella no pudiera ocultarse más.
―¡Técnica mejorada, rafaga doble!― Lanzó el ataque hacia la espectro de Cait Sith, quien sin ningún tapujo logró esquivarlo… pero había algo raro… Los meteoros en lugar de estrellarse contra las paredes o el techo se mantuvieron estáticos, alumbrando a su alrededor, causando que las sombras ya no fueran posibles de ser utilizadas a su ventaja.
― ¡Cometa Pegaso!― Exclamó, no había terminado de lanzar su ataque y ya estaba lanzando otro aún más fuerte, este chico era impresionante, ella por un instante se sintió en peligro, pero una vez lo lanzó ella logró evitarlo, encontrando una sombra justo a tiempo.
―Tantos golpes y ninguno acerto…― murmuró detrás de él de nuevo, lista para arremeter, era su turno de mostrarle su mejor ataque.
― Eso es lo que tu crees…― Dijo observando sobre su hombro, Nefertari no entendió al instante a lo que él se refirió, cuando… una leve herida se formó en su mejilla, comenzando a sangrar, obligándola a retroceder.
―¿Uh?― Ella se sentía nerviosa, era la primera vez en años que sentía dolor… más aún… era la primera vez que sentía que algo le provocaba pánico y temor… ¿él había descubierto como funcionaba su técnica?
―¿Cómo, cómo es que tú…?― Se cubrió la mejilla, tratando de evitar que él se percatará de lo evidente, ese ataque le había hecho daño…
― Descubrí cómo funciona tu técnica, las sombras te dan fuerza, poder, puedes mimetizarte con ellas, si no hay sombras no puedes moverte con libertad y si la luz puede alcanzarte.― Dice el caballero de cabello castaño, apretando fuertemente su puño… desafiandola.
― También puede lastimarte.―Dijo con un semblante lleno de determinación, puede que al inicio no lo entendiera, pero se le hizo raro que siempre que ella se movía lo hacía hacia donde se encontraba su sombra… o la sombra que el corazón del Qliphoth proyectaba sobre las paredes de su pecho, eso además de su facilidad para moverse y flotar la hacían parecer un fantasma… pero dicho truco no funcionaría más con él.
Ella no comprendía cómo pudo haberlo descifrado tan fácil, su técnica de moverse dimensionalmente a través de las sombras, convirtiéndose en una, proyectandose… encontrando siempre un espacio para esconderse… pero si la luz no le permitía mimetizarse, esconderse o mínimamente viajar entre ellas, simple y sencillo quedaría expuesta ante el ataque del enemigo…
Eso… y su habilidad para moverse igual de rápido que el relámpago sino que más… la pondría en serios aprietos y ella no era buena peleando.
― Ya veo que eres muy fuerte, sin duda no podré enfrentarte…― Dijo limpiándose la sangre, para que al instante su herida se cerrará, , sin duda este tipo era un genio en combate, subestimarlo sería incluso estupido considerando que había descifrado sus dos habilidades, Alfa y Omega en un instante.
―Pero… no puedo derrotarte, como dije, mi poder está muy debajo del tuyo, tu serías capaz de derrotarme en un instante si lo quisieras.― Dijo comenzando a sonreír de nuevo, su error principalmente fue confiarse, creer que sus habilidades serían suficientes como para derrotarlo sin más pero debía ser más cautelosa, cobre todo lidiando con él.
― El problema es que no puedo permitirte ganar, no puedo dejar que destruyas el Qliphoth…― Dijo observandolo de forma amenazante, afinando sus ojos felinos, lista para atacar.
―Pues que lastima, ¡por que lo voy a hacer!― Dijo el caballero de Pegaso preparando su puño para arremeter contra la barrera del corazón.
―¡Cheshire!― Exclamó haciendo que Seinma por alguna razón dejará de sentir su cuerpo… por alguna razón se sentía más ligero… y por alguna razón, podía ver a través de su piel, podía ver sus músculos, sus huesos… como si de alguna forma… su cuerpo se hubiera desvanecido, convirtiéndose en humo… o niebla.
―Ahora veamos… ¿que ocultas dentro de tu corazón de bronce?― Murmuró acercándose a él, ahora él se encontraba en su dimensión de sombras… y aquí ella era la reina…
― ¡Kgh… no!― Exclamó tratando de atacarla… pero ahora él era el que no podía tocar nada ni a nadie, en cambio ella… podía hacer lo que se le antojará en su reino de maravillas siniestras.
― Je je jeh… esto se acabó.― Dijo mientras acercaba su mano hacia el corazón del caballero pegaso, sin duda había sido un buen combate, pero como sempre decían… todo lo bueno siempre debía llegar a su fin.
― ¡Ave Fénix!― Nuevamente una sensación familiar, conocida… una sensación que detestó al momento de morir, las llamas comenzaron a rodearla, obligándola a retirarse, arrebatándole la intangibilidad al pegaso, para apoderarse de ella nuevamente, lamentablemente para poder realizar dicha técnica… ella debía perder su mayor ventaja.
― ¿Llegue tarde?― Preguntó John aterrizando al lado de Seinma quien nuevamente pudo sentir su cuerpo, cayendo de rodillas al suelo.
― Para nada, justo a tiempo…― Murmuró sintiendo nuevamente el peso, la gravedad incluso su cosmos… lo que sea que ella le hubiera hecho, no podía hacerlo sin perder su mayor arma.
― Las cosas se complicaron, ¿eh?― Se dijo Nefertari al ver al caballero recién llegado, el cual portaba el poder de las llamas una habilidad que… por supuesto ella detestaba mucho, pero… al verlo supo que tal vez, si los dejaban solos ella podría jugar con mayor facilidad con él que con el pegaso.
― Dos contra una es más de lo que puedo lidiar, ganaron esta vez pero no tendrán mucha suerte la próxima, Guardianes.― DIjo desvaneciendo entre el humo del fuego y las sombras provocadas por el mismo.
― ¿Quién era ella?― Preguntó el caballero Fénix apreciando como ella se desvanecía sin dejar rastros.
― ¿Quien sabe? ¿Que le pasó a tu brazo John?― Interrogó Seinma observando como el brazo de su compañero colgaba sin fuerza de su hombro, cubierto de sangre y…. quemaduras para cauterizar la herida, aparentemente se veía más tranquilo de que ella desapareciera, aunque no fue un combate si que lo puso en aprietos, sobre todo por esa técnica de ella.
Pero ver a su compañero herido se preocupó por él.
― Nada importante, vamos destruyamos esta maldita cosa.― Dijo el caballero del ave eterna observando el corazón, era la primera vez que veía el corazón del Qliphoth de cerca… y era, totalmente diferente a todo lo que había visto con anterioridad.
― Sí…― Dijo comenzando a elevar su cosmos, listo para convertir el cuerpo de John en el Inhibidor… que dispersaba la última barrera que protegía el corazón del Qliphoth.
― ¿Listo?― Dijo sintiendo como la energía de luz comenzaba a cubrir su cuerpo por completo.
― ¡Sí!― Exclamó John comenzando a elevar su cosmos también, con las llamas alzándose alrededor de su cuerpo.
"Ahora es tu turno Aria" Pensó el caballero del corcel alado, llamando a su compañera, para que hiciera su trabajo y por ende, abriera el paso para destruir el Qliphoth.
*Entendido Sein…* Respondió ella dentro de su mente, canalizando toda su energía a través de su cuerpo pero más específicamente hacia el cuerpo de Johnathan, quien solo podía sentir como su cosmos se amplificaba.
―¡John!― Exclamó el caballero pegaso, otorgándole el poder para hacer que la barrera cayera.
―¡Lo tengo!― Dijo el Fénix, cubriendo la barrera con sus llamas, comenzando a incinerarlas poco a poco, aunque eran fuertes el poder de ambos combinados lo era aún más, con él sin lugar a dudas iban a destruir el corazón y por ende el Qliphoth… Una vez apuñalaran el corazón debían encontrar una forma de escapar una vez se cayera a pedazos…
Pero esos ya eran detalles, si en algo se especializaban era en encontrar siempre una forma de sobrevivir, aunque tuvieran que arrastrarse por el suelo, correr como el viento, volar por el cielo… o mantenerse ocultos en las sombras.
Por una razón esta misión se les había sido otorgada, un caballero dorado podría ser poderoso, pero cualquiera podría sentirlo a metros de distancia, uno de plata podía causar un enorme alboroto y sería increíblemente difícil de aniquilar…
Pero nadie esperaba a un caballero de bronce.
Y ese menosprecio… era lo que les daba la ventaja, subestimar a los caballeros de bronce era un error titánico, pues una vez golpeaban, no dejaban a ningún enemigo de pie fueran a donde fueran, ellos siempre se aseguraban de guiar el camino hacia la victoria.
En el pasado…
Tai permanecía en el suelo, inmovil… observando al suelo en un callejón olvidado por la mano de dios muchos pensarían que un chico solitario recostado medio del la nieve ya estaría muerto pero él, seguia vivo, después de una tremenda paliza, solo estaba reposando.
Observando algo allí, en medio de la nieve, sintiendo dolor, hambre y cansancio.
una pequeña marioneta… de nuevo lo habían golpeado por este gusto tan particular suyo, aún siendo un pasatiempo que no hería a nadie… que no hacía daño a ningúna persona que él conociera… al menos a ninguna que él no quisiera lastimar directamente, por que la gente de este mundo solo lo hería, lo lastimaba y perjudicaban sin ningúna razón aparente… solo lo molestaban y violentaban, no entendía por qué… él nunca fue una mala persona, nunca le hizo daño a nadie, al menos que recordará… solo tuvo la mala suerte de nacer en un lugar violento, lleno de gente intolerante y despreciable.
La única persona que valía la pena en este mundo frío y decadente era su querida hermana menor… su querida Amelia…
Pero ella también sufría en este desquiciado mundo, donde los fuertes sobrevivían y los débiles eran aplastados, él quería darle el futuro que el bastardo de su padre jamás le otorgaría pero… ¿como hacerlo?
Era solo un niño abandonado en la nieve, un niño que trataba de sobrevivir a este cruel mundo en el que había nacido… este cruel mundo que le había arrebatado su felicidad… pero no la de su hermana, debía al menos proteger esa sonrisa… debía proteger esa dulce sonrisa de la crueldad del mundo en el que vivían.
Trató de levantarse pero su cuerpo le pesaba… su boca aún sabía a sangre, todo el cuerpo le dolía… pero debía seguir adelante, su destino era seguir….
Hasta que pudiera encontrar la luz en esta infinita oscuridad.
Mientras tanto… en el cielo.
Las unidades de caza miraban el entorno con atención, todos los blancos habían sido eliminados, ese había sido un desempeño increíble tanto del equipo de tierra como el de cielo, consiguiendo completar las partes más importantes de la misión en tiempo récord.
Sin duda le iban a agradecer a esa niña una vez que terminará esta misión como lo merecía.
Tal vez no le darían una medalla por esto, pero sin duda la iban a dejar de tratar como una cría.
― Todos los blancos fueron eliminados, buen trabajo equipo, dejen que los muchachos se encarguen del núcleo, lo destrozamos y enviamos a la caballería…― La comandante del equipo habló por el intercomunicador, todo había salido bien, tal vez demasiado bien.
―¿Capitana V, recibe esto?― Preguntó su segundo al mando del asalto, observando su pantalla con atención, percatandose de una enorme señal de energía que había en su radar.
―¿Que es, Leroy?― Preguntó la capitana al mando, tratando de captar lo mismo que ellos, observando la misma señal de energía que ellos le pedían ver en su propio radar, una señal de energía que causaba que sus radares de energía se volvieran locos.
―Un pico de energía elevado a 200 metros de profundidad.― señaló apuntando hacia el suelo donde ella podía notar también una extraña energía proveniente del suelo.
―¿Un pico de energía elevado?― Preguntó la capitana V, observando el origen de la señal, estaba cerca, podía sentirlo podía incluso apreciar que había algo allí.
―¿Tenemos Visual?― Preguntó esperando a que la señal satelital y de las demás naves se alinearán para poder observar que tenían debajo.
― Sí es un…― Al observar la pantalla que presentaba visuales pudieron ver a un hombre de armadura oscura, cabello plateado y alas enormes que permanecía completamente inerte en el suelo.
―Espectro… y no se mueve, parece que está en una especie de trance, así inmovil es… un blanco fácil…― Al decir eso ella sintió que esta era una oportunidad que no podían dejar ir… una en un millón, la oportunidad que necesitaban para demostrar el verdadero poder de la humanidad.
―¡Cambio de planes equipo, nuevo objetivo destruir al espectro!― Dijo dando media vuelta, apuntando su cañón Wyvern al objetivo que tenían debajo.
―¡Denle de comer Plasma!― Dijo comenzando a disparar fuego nuevamente, esta vez con la intención de acabar con ese enemigo en concreto.
El Demonio de Griffon observaba dentro de su mente esas memorias, observando ese mundo lejos de su alcance, ese mundo que él había abandonado del que se había deslindado, esa vida llena de dolor y sufrimiento que prefería haber enterrado en el olvido, un olvido que jamás deseó volver…
un olvido que debió permanecer así…
Dentro de un cofre enterrado dentro de su mente… donde jamás debieron salir.
―Tu eres Tai, ¿no?― Habló una voz a su lado, despertando del sueño que tenía, nuevamente se había quedado dormido en clases, probablemente se había perdido una clase importante, cosa por la que luego lo reprenderían pero… ya no le importaba mucho a decir verdad. Al mirar a la derecha se encontró con una chica hermosa, de cabello verde, ojos azules y sonrisa encantadora.
―Oh, sí disculpa…― Se disculpó, desviando la mirada, lo iban a reprender saliendo de la escuela, eso si no terminaban golpeándolo como siempre lo hacían… sobre todo su padre.
―¿Por qué te disculpas?― Preguntó observando confundida, ocasionando que él se viera… apenado.
―No lo sé.― Respondió ladeando la cabeza… siempre se disculpaba por todo pero a veces no sabía por qué lo hacía… ¿Qué tan dañado realmente estaba?
―Es solo que es un poco raro, la gente siempre me mira… pero nunca me observan como soy… solo me juzgan.― Dice de forma triste, frente a ella quien observa al muchacho completamente destrozado, decaído y… golpeado.
―Eres el chico que se sienta detrás de mí en clase de Artes, el que se la pasa haciendo muñequitos.― Decía observando un pequeño titere entre sus brazos, el cual ocultó por miedo a que lo rompieran como siempre lo hacían con cada cosa que él creaba.
―Ah, sí… soy yo…― Respondió sonriendo levemente, observandola con atención sin duda era una chica… Linda, muy linda, ¿que hacía alguien como ella hablandole a un perdedor exilidado de la sociedad escolar como él?
―¿Tu eres?― Preguntó confuso, aunque la había visto varias veces en los pasillos de la escuela… esta era la primera vez que tenían una conversación directa y formal, ni siquiera sabía su nombre.
―Llamame Marisa, solo Marisa.― DIjo sonriendole al muchacho albino con confianza.
―¡Ah! Sí te recuerdo.― Dijo sonriendole, en verdad no podía comprender por que una chica tan linda como ella estuviera hablando con un don nadie como él comenzando a especular cosas.
―¿Estás bien? Hueles un poco mal.― Mencionó notando su aroma, olía a basura, ¿por eso nadie se acercaba a él?
―Oh sí, lo siento… es solo que en casa apenas hay agua, tenemos que ahorrarla… sino mi papá nos golpea.― Dijo con pena, era era la verdad en la que él y su hermana estaban condenados a vivir, una realidad que él detestaba, pues esa vida era todo menos vida.
―¿Tu padre?― Preguntó curiosa, ladeando su cabeza ante la respuesta inesperada de Tai.
―Sí… es un hombre, violento… me trata mal a mí y a mi hermana.―
Reveló tratando de ocultar las cicatrices de su rostro, al igual que los moretones que le habían propiciado las palizas de su padre, por suerte él había sido el único en recibir dichas… odiaría que su hermana también sufriera la misma tortura fisica y mental que él.―Trato de darle lo mejor que puedo pero mi padre… siempre me golpea.― Decía refiriéndose evidentemente a Amelia… ella era la única constante positiva de su vida que no quería que fuera mancillada por la cruel mano paternal.
―¿Por eso te ves tan magullado?― Tai no quería aceptarlo pero… asintió levemente reconociendo la triste verdad de su día a día.
―¿Hace eso todos los días?
―Sí…― Eso además de que sus abusadores no paraban de utilizarlo como una pelota de Futbol humana, su vida no tenía muchas alegrías… en verdad había muy pocas cosas que lo hacían sentir pleno y vivo.
―Creo que tus cicatrices y moretones son… muy sexys.― Reveló de repente llamando toda la atención de Tai a ella, sintiendo como sus mejillas se enrojecen.
― ¿En serio?― Preguntó el muchacho albino con una sonrisa leve, sintiéndose… bien… Era la primera vez que una chica se fijaba en él, sobre todo una tan linda como ella.
―Sí y tu cabello albino hace resaltar tus ojos.― Comentó jugueteando levemente con su cabello blanco, sonriéndole dulcemente haciendo que su bochorno se hiciera más grande.
En verdad era la primera vez que alguien lo hacía sentir tan… real, tan vivo… no solo ser una bolsa de basura a la que patear.
―Ah, gracias…― Dijo sonriendo con gratitud.
―Oye me harías una marioneta a mí, ¿solo para mí?― La petición se le hizo, extraña, muchas personas observaban su arte y se burlaban de él pero esta chica… por alguna razón tenía un enorme interés en él… comenzando a hacerlo preguntarse: ¿Por qué?
―No lo sé, me encantaría pero no tengo muchos materiales… y el maestro siempre me regaña por utilizar los de la clase.― Respondió Tai mirando su pequeña marioneta entre sus manos, aunque en verdad era algo que le gustaba hacer… era un vínculo sagrado que él tenía solo con su hermana.
―No te preocupes, no se tiene que enterar.― Dijo Sonriéndole de forma casi coqueta, tratando de convencerlo en hacer lo que ella quería.
―Será, nuestro secreto, ¿ok?― Dijo firmando el trato dándole un leve toquecito en la naríz con la punta de su dedo índice.
―¡Ok!― Eso sin duda lo hizo caer en su telaraña… no sabía si estaba jugando con él o si esto iba en serio pero… en verdad quería hacer felíz a esta chica, quería… tener a otra persona en su vida que lo hiciera sentir especial y único.
Estaba desesperado en creer que tal vez ella sería esa persona aunque… pronto sus ilusiones caerían nuevamente.
¿Por qué siempre me utilizan? Todos ustedes solo me utilizan… como un peón para sus juegos retorcidos… Los odio, me dan asco…
Todos ustedes me dan asco… espero que se mueran, todos ustedes, ¡espero que todos ustedes sean asesinados!
Espero que todos ustedes se mueran… espero… que conozcan el mismo dolor que yo…
¡Basuras!
―El mismo dolor que Yo… Basuras…― Susurró el cuerpo de Talon… con ira, apenas siendo capaz de mover sus dedos… Pero consiguiendo despertar poco a poco de la ilusión a la que había sido sometido su cerebro.
―¿Qué demonios es esto?― La comandante observaba sus pantallas apreciando el objetivo debajo, cuyo poder sólo seguía en aumento… más aún que después de recibir tantos impactos de plasma pesado aún no habían sido capaces de abatir por completo.
―¿Qué sucede?―En la radio Lerroy hizo la pregunta del millón, ocasionando que la capitana del escuadrón tomará medidas más arriesgadas.
―¡Aunque le disparemos no ocurre nada! ―Exclamó la capitana V con desesperación, no era posible que un solo hombre fuese capaz de soportar tantos disparos de Plasma pesado sin haber recibido un daño significativo.
―¿Cómo es posible?― Interrogó uno de los pilotos al mando de la Capitana del escuadrón Beowulf, quienes tampoco podían creer que el objetivo siguiera de pie como si nada, sin heridas de fuego o con pedazos de piel esparcidas por el suelo… más aún que ni siquiera fueran capaces de penetrar su Sapuri.
― ¡Disparen hasta que lo incineramos por completo!― Dijo V, concentrando todo el fuego de su camón de plasma sobre el cuerpo del enemigo, no se iban a detener hasta convertirlo en cenizas.
―¡Entendido capitana!― Exclamó Leroy volviendo a apuntar su cañón de plasma hacia el enemigo.
Debían destruirlo, debían probarles a todos que no solo eran los segundones sino que solo iban a ser carne de cañón, que podían lidiar con estos seres no muertos y que podían darles batalla, incluso derrotarlos, tenían el equipo de combate más poderoso de todos.
Tenían el poder para enfrentarse a una armada completa, podían desafiar a los dioses ellos también e iban a demostrarlo dándole a ese espectro una probada del verdadero poder de la humanidad.
El poder de desafiar a seres hechos de dios y Abismo.
Tai… Tai… ¡Tai!
Abrió los ojos, encontrándose de nuevo en ese apestoso pupitre que había aprendido a detestar, observando sus brazos, ¿por qué seguía aquí? ¿Por qué no podía despertar? ¿POR QUÉ?
Al mirar hacia adelante observo a ese hombre… su susodicho maestro, quien era más una excusa de lo mismo que un maestro en sí, lo detestaba… por qué seguía vivo, él lo mató…
Lo hizo pedazos al igual que todos sus enemigos, pero aún seguia aquí… De frente ante él.
Causando que su ira se elevará.
―No… por qué sigo aquí… ¿¡Por qué sigo atrapado aquí!?― Preguntó apretando fuertemente los dientes, observando con desagrado a ese hombre.
―¿Por qué aún no puedo despertar? ¿¡Que fue lo que ese malnacido me hizo!?― Exclamó golpeando el escritorio con sus puños, esto debía ser obra de ese chico… el Fénix, por alguna razón estaba recuperando su conciencia pero no completamente y eso lo desesperaba.
―¿De que hablas niño? largo de aquí, ya has perdido 5 clases.―Dijo severamente reprendiendolo, pero a Talon no le importaba nada eso, solo quería irse de aquí, retirarse para jamás volver.
―¡Vete a la mierda! ¡Tú y todos vayanse a la mierda!― Exclamó levantándose, con rabia, comenzando a retirarse justo como él quería, estaba molesto, ¿por qué aún no había encontrado la forma de escapar de esta pesadilla?
―Están muertos, ¿por qué están aquí, por qué regresaron, quieren venganza? ¡Pues yo les daré venganza!― Exclamaba iracundo, listo para destruir todo y a todos una vez más, iba a destruírlos a todos una vez más.
―¿De qué demonios hablas niño? Vas a irte a la dirección si sigues comportándote como un…― No pudo continuar, cuando Talon le dió un poderoso golpe en el rostro con una tabla que se encontraba cerca, haciéndolo caer duramente al suelo, manchando el suelo de sangre.
―¡Vete a la mierda!― Le Gritó sin vacilación, dejándolo en el suelo sin la voluntad suficiente para asegurarse de que estaba muerto o no, debía encontrar una forma de escapar, incluso una técnica que se adentraba a los rincones más oscuros de su cerebro debía tener una forma de romperla, esa era la mejor opción que tenía.
―Debo irme, debo… debo irme de aquí… ―Por que de no poder escapar, ese día iba a repetirse de nuevo… ese momento que tanto anheló olvidar…. ese momento que deseó bloquear de su memoria para bien pero ahora regresaba para torturarlo, para recordarle lo que alguna vez fue.
―Encontrar una salida, una forma de escapar… lo que sea… lo que…― Aunque al mirar el calendario electronico cercano a él se percató de la fecha: 5 de Octubre del 2258.
―¿Qué día es…? ―Al mirar esa fecha, lo recordó todo… este fue el día… el día en que que su vida dejó de tener sentido, el día que su mundo fue destruído por completo… el día que todo lo que amó se le fue arrebatado de las manos.
―Oh No… no No, No… ¡Amelia!― Exclamó corriendo hacia donde quiera que se encontrará la salida… tratando de encontrar una forma de escapar, tratando de evitar lo que iba a ocurrir ese mismo día.
"Sé que esto no es real… sé que esto es solo un sueño… una cruel y despiadada pesadilla pero…. si tan solo puedo evitarlo… si tan solo puedo evitarlo… entonces, entonces yo…."
Trató de correr, trató de ir a casa, pero por más que lo intentaba los pasillos de esta horrible escuela parecían extenderse hasta el infinito, ¿donde estaba la salida, donde estaba la coherencia, donde estaba la realidad? ¿Por qué estaba recordando este día en específico? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿POR QUÉ?
Solo quería escapar e ir con ella… antes de que él llegase a ella primero.
Al conseguir escapar de esa maldita escuela, una luz lo encegueció, siendo recibido por un fuerte golpe en el rostro, que lo hizo caer al suelo aturdido.
―¡Ja ja ja ja ja! ¿Te olvidas de algo estupido?― Preguntó el Cretino que siempre lo molestaba, con esa sonrisa engreída que siempre llevaba en el rostro.
―¿Qué?― Preguntó tratando de levantarse, tratando de pelear de regreso pero… su cuerpo era débil, era el cuerpo de ese niño débil que no pudo hacer nada ese día para evitar lo que ocurrió.
―¡Ugh! Hijo de puta…― Murmuró tratando de levantarse, tratando de reincorporarse, debía recordar que esto solo era un sueño… sólo eso un simple sueño y debía retomar el control del mismo.
―¿Que dijiste idiota?― Preguntó el líder de los Bullies, molesto, listo para golpearlo una vez más, para que aprendiera a no insultarlo de nuevo.
― Me escuchaste, eres un hijo de pu…― No pudo continuar cuando sintió un golpe en el estomago que lo hizo caer de rodillas al suelo nuevamente, esto solo era un sueño pero… dolía como si fuera real, como si aún estuviera atrapado en ese pasado doloroso que hubiera preferido jamás recordar.
―¡Ah…! No tengo poder, no puedo hacer nada… solo ver esta maldita pesadilla ocurrir una y otra vez…― Dijo tratando de levantarse, pero era inutil… su cuerpo era débil… su alma aún más, no podía hacer nada para evitar eso… solo ser testigo de la crueldad de la que ni en sus sueños más profundos podría escapar.
―Espero que hayas aprendido a no faltarme al respeto.― Dijo pateandolo en el suelo, observando como se retorcía de dolor, un dolor que le gustaba causar a él, especialmente a él, no había una razón real del porqué lo hacía solo le gustaba hacerlo.
―Kgh…― Tai miró al suelo, observando algo que llamó su atención, era una pequeña marioneta de cabello verduzco… la misma que le había fabricado a aquella chica… aquella que ahora lo observaba con repudio y rechazo.
―Ya déjalo, es un pobre tarado que no sabe su lugar.― Al alzar la mirada la observó, sintiendo un poderoso Odio apoderandose de su ser, al mismo tiempo que una ira asesina dominaba su corazón, sabía que no podía haber confiado en ella, menos algo que para él era tan sagrado.
―Eres una maldita mentirosa… ¿cómo pudiste hacerme esto?― Interrogó furioso, tratanjdo de levantarse, solo para recibir otra patada en la cara, haciendolo escupir sangre y un diente.
―¡Por qué me hiciste esto Marisa!― Exclamó molesto, recibiendo otro golpe como respuesta.
―Jah, como si alguien de verdad quisiera pasar tiempo contigo, eres asqueroso y horrible.― Dijo ella con total desprecio hacia el muchacho albino, el cual solo seguia siendo golpeado y pateado en el suelo como un animal.
―Apestas a mierda perdedor.
―Ten, ¡toma tu porquería idiota!― Dijo otro de los chicos, lanzandole el muñeco, haciendo que este se rompierá al encontrar en contacto con su piel, Tai lo opbservó y solo pudo sentir… una poderosa Rabia apoderandose de su ser, los iba a hacer pagar por lo que habían hecho, a todos y cada uno de ellos.
―Los mataré…. los voy a matar a todos ustedes desgraciados, ¿me escucharon?― Amenazó Tai, observandolos a todos, a ese grupo de malnacidos que habían convertido su ya dolorosa vida en un infierno, los iba a hacer pagar a todos, así fuera lo último que hicierá en esta vida.
―Todos ustedes van a morir, ¡malditos pedazos de mierda!
―¡Callate imbécil!― Exclamó el lider de la pandilla, pateandolo nuevamenyte, haciendo que él se sujetará la nuca, los iba a destruir… sin duda los iba a destruír otra vez… y disfrutaría del proceso justo como lop hico en el pasado.
―Supongo que quieres que te demos una lección, ¡a él!― Con la orden, todos los demás se lanzaron sobre de Tai, pateandolo como a un animal, con el simple y mero objetivo de hacerlo sufrir.
Únicamente por que les gustaba verlo sometido ante su fuerza y poder… por que ellos no eran personas, eran animales…
E iba a asesinarlos como Animales, una vez más iba a destruírlos, tanto dentro como por fuera, pero esta vez los iba a destruír hasta que desaparecieran definitivamente de su memoria.
―Los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, los mataré, ¡los mataré!― Tai repetía una y otra vez mientras la paliza continuaba, mientras su joven corazón se envenenaba más y más de odio, mientras su alma se sumergía en la oscuridad de su ser, mientras su cuerpo se convertía en un recipiente de vació y muerte, la misma muerte que repartiría sin reservas sobre este triste y decadente mundo, una ira que iba a desatar sobre todo y todos… por que ese día… la bestia del Grifón despertaría, para hacer pedazos este mundo con sus propias manos.
―Los mataré. ¡A TODOS!― Exclamó con ira, elevando su condena hacia el cielo, todos iban a pagar por esto, todos y cada uno de ellos iban a arrepentirse de si quiera haber nacido.
Después de haber recibido una paliza brutal, Tai miraba al suelo con detenimiento, aún respiraba…. aunque él hubiera deseado ya no hacerlo, quería morir… quería que este dolor finalizará, quería que toda la agonía cesará por completo, pero… aún no… aún no podía darse ellujo de morir… debía llegar a casa y evitar que "Eso" Pasara… debía evitarlo a toda costa, a sí tal ve… podría salvar su alma.
Así por lo menos podría enterrar para siempre esta maldita memoría… y tal vez encontraría paz calma, después de todo lo que esta dolorosa memoría solo le hacía rememorar.
―Debo… apurarme…― Murmuró el muchacho de ojos Carmesies, levantandose del suelo con pesadez… le habían roto varias costillas… probablemente estaba sangrando tanto por dentro como por fuera… pero no le importaba, lo que le importaba ahora era regresar a casa.
―Debo… debo seguir adelante, debo ir con Amelia, debo… debo protegerla, debo… debo protegerla…― Se decía tratando de resistir el dolor, utilizando toda su fuerza restante para levantarse y continuar, solo eso, debía levantarse y regresar a su hogar, donde su amada Amelia lo esperaba.
―Esperame…. por favor, hermanita, ¡ESPERAME!
Tai corrió lo más rápido que pudo pese a esat herido tanto por dentro como por fuera, debía llegar a casa y evitar la tragedia, debía alcanzar primero ese horrento sitio que llamaba hogar, llevarse de allí a su hermana y nunca más volver.
Solo debía llegar antes que ese hombre… Solo debía llegar y tal vez….
Solo tal vez…. su mas grande tragedia no ocurriría…tal vez… solo tal vez…
No perdería su humanidad…. tal vez…. tan solo tal vez…. una vez en la vida podría volver a ser un niño inocente y puro, antes de que esa tragedia sucedierá.,.
Tal vez… solo era un tal vez, pero… las cosas no siempre son como queremos.
Tai logró llegar a casa, pero… alguien ya se le había adelantado, alguien que… estaba al otro lado de la puerta, sentado en ese mismo sillón viejo y desgastado.
Se veía cansado desgastado… borracho y… tenía algo en los puños…
Algo de color… Rojo….
―Tu, padre….― Preguntó observandolo con confusión, el no tenía por qué estar allí… aún faltaban un par de horas para que él saliera de trabajar, ¿por qué se encontraba allí? Y… ¿por qué sus puños estaban cubiertos de sangre?
―¿Que haces aquí tan temprano…?― Interrogó sintiendo una sensación terrible apoderandose de su cuerpo.
―Salí temprano de trabajar.― Respondió el adulto cansado, más cansado que otras ocasiones.
―¿Dónde está Amelia, dónde está, qué le hiciste?― Prguntó solo siendo capáz de observar sus puños llenos de Sangre, siendo testigo de como los nervios comenzaban a devorar su alma.
―¿¡Qué le hiciste!?―Exclamó desesperado a punto de sufrir una crisis nerviosa.
―Ah sí, esa niña irrespetuosa, ya me encargué de ella.― Respondió sin ningún apice de remordimiento, causando que Tai solo observar a su padre en Shock.
―Creyó que podía faltarme al respeto y luego escapar… solo defendiéndose con uno de esos estúpidos muñecos tuyos.― Al decír eso los ojos de Tai se abrieron en sorpresa, observandolo con desprecio… él no pudo ser capáz… no pudo.
―Ya aprenderá a no meterse conmigo.
―No… no, no, no, ¡no!― Exclamó corriendo raudo hacia el cuarto de Amelia, esperando poder encontrarla allí, como siempre lo había hecho, ella estaría en su cuarto, esperandolo con una sonrisa.
―¡Amelia!―Exclamó de nuevo llamandola, esperando a que respondiera, al entrar a su cuarto no la vio, no estaba allí.
―¡Amelia…!― La llamó de nuevo, buscandola escaleras arriba, no había ningun rastro de ella, causando aún más discordia dentro de él.
―¡Ame…!― Hasta que al dirigirse hacia el baño vio algo que hizo que su corazón se detuviera por un instante, había un rastro de sangre que dirigía a él.
―No…― Poco a poco comenzó a acercarse al baño, temiendo lo que encontraría dentro, quería alejarse, quería escapar, quería evitar encontrar lo que sea que hubiera dentro de ese lúgar, irse lejos y nunca regresar, quería despertar de esta pesadilla, estaba tan desesperado por evitar ver la horrible verdad que yacía en ese lúgar pero…
Tenía que ver esto con sus propios ojos, aunque en el proceso perdiera su propia humanidad.
Una humanidad de la que se había desligado, una humanidad a la que había renunciado este mismo día, pero aún así… debía saber el último destino de su hermana.
Abrió la puerta y lo que encontró fue… una escena desgarradora.
Alli en el centro del baño yacía el cuerpo de una pequeña niña en posición fetal, su cabello albino estaba completamente cubierto de su propia sangre, mientras que sus pequeños brazos y piernas poseían heridas de color morado y rojo, pero lo que más le causó shock era que en sus últimos momentos ella aferró sus manos a algo…
A un pequeño muñeco hecho de madera y trapo, con la esperanza de que él pudiera protegerla… con la esperanza de que alguienb viniera a salvarla, hasta el último segundo.
Cayó derodillas a su lado, sujetando su cabeza, sus ojos se habían cerrado… para nunca volver a abrirse.
―¿Amelia…? Amelia responde, no me hagas esto… no me hagas esto bebita…― La levantó levemente para ver su rostro, ella ya no estaba respirando, ya no tenía pulso… ella, relamente se había ido.
―Por favor no te vayas, no me dejes, quédate conmigo…. ¡no me dejes!― Exclamó sujetando el cuerpo de su hermana, abrazandolo con fuerza, ella no podía haber muerto, ella no podía estar muerta por que si lo hizo… si en verdad había muerto, su vida entonces ya no tenía sentido.
―¡AHHHHHHHH! ¡DETENTE, DETENTE, DETENTE POR FAVOR! ¡NUNCA ME DISTE NADA, JAMÁS TUVISTE MISERICORDIA DE MÍ ¿Y AHORA ME ARREBATAS A MI HERMANITA?! ¡DETENTE! ¡REGRESAMELA!― Exclamó al cielo desesperado, llorando con gran amargura, habían destruído por completo su mundo, habían destruído todo lo que amaba y no pudo hacer nada para poder evitarlo… bada para poder evitar perder su mundo entero.
―Regresamela… Regresamela por favor… Te lo suplico, si no lo haces, los mataré… ¡Mataré a todos en este maldito universo! ¡Y Después Te Asesinaré A Tí!― Amenazó a los dioses, amenazó a todo aquél que lo estuviera escuchando, esto era lo más importante que tenía y se lo habían arrebatado de las manos de la forma más rastrera y desalmada posible, solo que para sus ruegos elk dolor llegará como respuesta, siendo su padre el que lo cayó de un golpe.
―¡Callate ya mocoso!― Exclamó golpeandolo en la cabeza, haciendolo caer al suelo, golpeandolo una y otra y otra vez.
―¡Deja de gritar como un puto animal!― Decía con odio, haciendo que cayerá al suelo sin soltar a la pequeña entre sus brazos.
―¿Quieren llorar? ¡Pues vayan a hacerlo afuera!― Dijo molesto, observando los cuerpos de ambos niños inertes en el suelo, para él no era más que un berrinche de ambos, pero la verdad era que… los había matado a ambos, tanto metaforica como literal, comenzando a retirarse para volver a beber.
Tai miró en el suelo a Amelia, aún sujetandola entre sus brazos… le habían quitado todo, su alma, su razón para vivir, su razón para existir, ya no tenía nada… solo un cadaver… y una tristeza que le pedía… que le rogaba, morir a su lado.
Esta pequeña niña había sido su razón de ser… ahora sin ella, esta vida ya no valía nada.
―Amelia…― Murmuró observandola, ella no le había hecho daño a nadie, ella merecía vivir, ella merecía algo mejor que esto y aún así le habían arrebatado la vida de la forma mas cruel posible, ella merecía haber vivido… no como todos aquellos que merecieron morir y seguian vivos.
―Amelia… ―Ella era la única persona que valía la pena en este mundo, el único ser que justificaba la existencia de la humanidad y se había ido…
Tai quedó en el suelo, observándola, ¿por qué no tenía la fuerza, por que no tenía el poder… por que no podía hacer nada? ¿Por qué no pudo salvarla? Se suponía que ella era su mundo, su razon para seguir adelante, para vivir…
¿Por qué no tenía la fuerza? ¿Por qué no tenía el poder, por qué su destino era ver como el mundo lo maltrataba, mientras le arrebataban todo lo que él había amado?
Este mundo le había quitado todo… todo, ahora él…. le arrebataría todo al mundo.
―¿Por qué pasó eso…? ¿por qué…? Lo único que quería, era hacerte felíz… ¿por qué?― Le preguntó al cadaver de su hermana, quien ya era libre del sufrimiento, pero aún así, ¿por qué el mundo no le permitía morir? Solo quería morir, sin nada que lo alentara a continuar, ¿por qué continuar su existencia miserable?
―¿Por qué…? Nunca me diste nada… nunca me diste… ni una sola cosa, me la diste a ella… y ahora… ¿me la arrebatas?― Preguntó comenzando a levantarse del suelo, sin dejar de mirarla, su único deseo era morir a su lado pero… tenía algo de lo que encargarse primero.
―¿Por qué?― Preguntó con una ira asesina, apoderandose de su cuerpo… de su mente y de su alma, liberando una bestia que yacía dormida en su interior.
Una bestia que lo único que buscaba era, cubrir este universo con la sangre de la misma humanidad que le había arrebatado su felicidad.
La cruel… y despiadada humanidad, de la que finalmente se había despojado, a las ataduras del dolor, la soledad, y la tristeza.
Aceptando el camino de la crueldad y la violencia.
―Eres…. un maldito monstruo…― El Padre de Tai escuchó a alguien a sus espaldas.
―¿Eh? ― Pero lo único que pudo ver antes de que su mundo se tornará en completa oscuridad fue un cuchillo que le atravezó el cuello, una y otra y otra vez.
―¡MUERE!― Exclamó dejando el arma punzocortante sobre su cuello, observando como la vida se le scapaba de las manos a ese desgraciado.
Tai lo miró sintiendo una enorme satisfacción, pero… nuevamente se sintió vacío, esto era lo que tanto quería…
Y aún así se sentía vacío, por que, no existía nada por lo que él debiera sentirse felíz o orgulloso, solo se sentía vacío… Por que esa era su vida, un interminnable vacío sin ningún objetivo o meta que alcanzar, ninguna razón para ser mejor, no había sentido, solo dolor, miseria y más dolor…
Un dolor que jamás cesaría.
Se sintió bien al tomar el queroseno de la cocina, pero vacío al igual que el recipiente cuando lo vació por completo.
Se sintió bien al ver el cuerpo de su maldito padre ardiendo en llamas, pero vacío al nortar que no era suficiente para quemar a ese bastardo hasta los cimientos.
Se sintió bien… al utilizar sus marionetas que había hecho con tanto amor y esmero para su hermana, para alimentar el fuego… pero vacío ya que, de ahora en más no le quedaría ningún recuerdo de ella.
Se sintió bien por un instante, pero de nuevo se sintió vacío, se sintió bien cuando tomó a su hermana entre sus brazos de nuevo pero vacío al saber que ella se había ido.
Se sintió bien al ver esa horrible casa ardiendo, quemandose hasta las cenizas, observando como toda su vida ardía frente a sus ojos….
Pero a la vez vacío, por que… ya no habría ningún lúgar al que volver, aunque pensandolo bien nunca lo tuvo.
Se sintió bien por un instante, pero de nuevo se sintió vacío, cuando comenzó a caminar hacia ningúna dirección en concreto, sin mirar atrás, sin arrepentimientos…. Sin nada más que él y su dolor.
Se sintió bien cuando tomó a su hermana entre sus brazos de nuevo pero vacío al saber que ella se había ido.
Caminó sintiendose vacío, solo, siendo acompañado únicamente de esta ira que iba en contra este mundo, este mundo que él odiaba… que le había arrebatado todo y aún así no le otorgaba la dulce satisfacción de la muerte…
Finalmente comenzó a nevar, una extraña combinación de nieve y cenizas, las cuales caían a su alrededor.
"Está frío… este mundo, es frío…" Pensaba Tai, observando como la nieve caía a su alrededor, sujetando el cuerpo de su hermana cuyo dolor ya se había desvanecido, pero el suyo persistía sufriendo en completo silencio, en este mundo frío y gelido del que ningúna alma había logrado escapar.
"Esta es nuestra vida… frío, soledad, dolor… pero tú, tú no tenías por qué morir, no tenías por qué sufrir y aún así… aún así te apartaron de mí." Pensaba sintiendo como con cada paso que daba más debil se sentía comenzando a perder fuerzas, comenzando a perder la conciencia gracias al frío, sus heridas y por el dolor de haber perdido todo lo que era importante para él.
"Si querían torturar a alguien, lo hubieran hecho solo conmigo…. si querían matar a alguien, me hubieran matado a mí… ¿pero por que ella?" Trató de seguir adelante, encontrar un lindo lugar de descanso para ella y para él, pero al final sus rodillas cedieron, haciendolo caer al suelo sin soltar el pequeno cuerpo entre sus brazos.
"¿Por qué? ¿Por qué?" Ni siquiera podía darse el lujo de tener una muerte digna… ¿su destino era morir así? ¿como un perro entre la tierra? ¿Su destino era este, morir como un sucio animal?
"Esto… no debió haber sucedido…" Intentó levantarse, en verdad lo intentó, pero ya no tenía fuerzas para seguir, para luchar, lo único que le quedaba era morir… este mundo era frío… e inmisericorde, donde las almas solo esperaban a una condena injusta, a un final que siempre llegaba de forma dolorosa y triste, sin redención, sin piedad, condenados a vivir solos y a morir olvidados.
"No tengo fuerzas para protegerte, mucho menos para salvar mi vida… si tan solo pudiera… tener el poder para salvarte… yo… yo…" Sus ojos comenzaron a cerrarse, siendo lo único que vió el rostro de su amada hermana menor…
Después todo fue frío… y oscuridad…
―¿Quieres poder Niño?― Un par de voces gemelas lo llamaron en medio de su desesperación, ofreciendole consuelo en esta profunda oscuridad.
―¿El poder para destruir a tus enemigos? ¿El poder para acabar con los sueños y esperanzas de otros? ― La voz de un hombre habló, siendo representada por una estrella negrade 5 puntas.
―¿El poder… para matar a aquellos que te hicieron esto?― Preguntó otra voz, una femenina, representada a su vez por una estrella de un tono aún más cláro.
―Sí… sí… lo quiero…― Respondió Tai observando ambas estrellas, las cuales brillaban en la profunda oscuridad.
―Entonces, hagamos un trato.― Habló la estrella oscura, comenzando a envolver el alma del chico entre las tinieblas.
―Te daremos lo que anhelas… a cambio, muestranos lo que podrás hacer con él.― La estrella clara, pidió fluyendo sobre el cuerpo del chico de una fuerza que jamás había sentido antes, dandole fuerza… y poder más allá de los límites.
―Muéstranos… un hermoso Show.― Ambos pidieron, invocando a una de sus bestias divinas, aquella que sería capáz de darles el placer visual y auditivo que buscaban, una bestioa que compartía el mismo anhelo que el muchacho… el anhelo… de destruír este mundo y convertirlo en un escenario, un escenario digno de un espectaculo siniestro justo comno ellos querían.
―¿Que quieren que haga?― Preguntó Tai, dejando que la bestia tomara posesión de todo su cuerpo, menbte y acciones, permitiendole ofrecerle la dulce venganza que él tanto anhelaba.
La venganza que destruiría este mundo y todos los mundos,, el poder de las cuerdas, el poder de controlar destinos… el poder del marionetista.
―Muéstranos.― Dijo Somnium.
―Enséñanos.― Siguió Mortem.
―Otorga a tus nuevos amos, un show macabro, lleno de dolor y agonía.― Pedía ambos observando como la Figura de un ser mitad aguila, mitad león se levantaba de las tinieblas, dando un poderoso rugido, tomando posesión del alma del muchacho, quien aceptó el regalo de la violencia en su corazón, con el único proposito de destruír a aquellos que tanto daño le habían hecho.
―Toma las cuerdas y muéstranos… qué puede hacer un verdadero maestro de las marionetas.―
Así él nuevanmente abrió los ojos, con una misión clára en frente: Hacer que ellos sintieran el mismo dolor que él.
Mientras tanto el grupo de abusadores observaban en un celular holografico el colo golpeaban al muchacho Albino, riendo mientras observaban como este trataba inutilmente de defenderse de la golpiza que le propinaron.
Esto sin duda iba a volverse viral en redes sociales, ya estaban pensando mil y un títulos para esta humillación publica, si después de esto Tai no se suicidaba, entonces tendrían que esforzarse más para manchar aún más su ya desgastada reputación.
No entendían por qué lo hacían, simplemente les gustaba destruír a una persona que no tenía nada.
Esa era la verdadera razón por la que lo hacían, para ver cuanto podían hundir más a alguien hasta que ya no pudieran romperla más.
Pues sabían que jamás tendría el poder para responder o defenderse.
― Ja ja, vaya tarado…― Se reía el líder del Grupo con jocosidad, no importaba cuantas veces lo viera, patear a ese idiota era gratificante.
―Mira eso, ¡ja ja jah! Esto se va a volver viral en poco tiempo.― Dijo uno de sus compañeros sin dejar de ver la pantalla holografica, no esperaba por ver cuantos Likes, Reproducciones y Compartidos este video tendría… pero al observar el holograma detenidamente pudo apreciar a alguién frente a ellos… una silueta familiar.
―¿Eh?― El líder del Grupo también lo vio y al alzar su vista se perctaró de que Tai, se encontraba frente a ellos, con los ojos cubiertos por su largo cabello blanco, mientras sujetaba algo que ellos no podían ver en su mano derecha.
―¿Que quieres estupido? ¿Quieres que te golpeemos más Ja jah?― Preguntó sin percatarse de que un aura siniestra estaba envolviendo el cuerpo del muchacho que tanto le había gustado molestar y golpear, no lo sabía… pero estaba caminando directamente a su muerte.
―Vamos, ruega por que me detenga imbécil, por qué no me detendré hasta que me canse.― Levantó su puño listo para golpearlo en el rostro pero… cuando lo hizo algo… lo detuvo.
Por alguna razón, no podía mover su brazo, de hecho… No podía mover nada.
―¿Qué?
―¡¿Que sucede amigo? Rompele la cara! Ja ja jah… jah…― Sus amigos lo alentaban a darle una paliza, pero antes de que pudieran darse cuenta, el Líder de su pequeña pandilla había perdido control total de su cuerpo… pasando a ser del muchacho Albino, quien lo observaba sin ningúna expresión en el rostro.
―¿Eh?
―¿Que pasa? ¿No ibas a golpearme hasta cansarte?― Preguntó Tai, observandolo con un vació en sus palabras… aquél chico que tanto se había divertido golpeandolo, ahora era incapáz de mover un solo dedo por voluntad propia.
―¿Por qué, no puedo moverme? ― Interrogó confundido y aterrorizado, sintiendo como sus brazos no le respondían por más que lo intentará,
―Ahora, tu no eres más que una débil y frágil marioneta.― Podía ver su temor, su desesperación, él ya no tenía ningún poder sobre él.
―¿Dime que hacías cuando yo te pedía que pararas? Cuando rompías mis marionetas… ah sí… ya recuerdo, hacías algo como… ¿esto?― Pero Tai sí que lo tenía, con un simple movimiento de sus dedos comenzando a torcerlo y retorcerlo lentamente, moviendo el brazo que tanto lo había golpeado en el pasado, comenzando a torcerlo, hasta que este tomó una forma antinatural, para que finalmente este se resquebrajar por completo.
―¡Ahhhh! Dios mío mi brazo, ¡mi brazo!― Exclamó sintiendo un dolor penetrante que paralizaba su cuerpo, si aún pudiera tener control del mismo, habría caído al suelo ujetandose su extremidad, pero como no… solo podía ver con horror como su brazo se convertía en una maza deforme de musculos y huesos deformados hasta el punto de lo irreconocible.
―¡Ayuda! Ayudenme.― Pidió a sus amigos, esperando a que ellos hicieran algo por ayudarlo.
―¿Qué? ― Preguntó uno de los chicos, sorprendido y asustado, nadie comprendía como el brazo de su compañero se había desquebrajado de aquella forma tan horrible y no estaban dispuestos a averiguarlo.
―¿Cómo hizo eso?―Añadió comenzando a retroceder lentamente incapaces de hacerle frente a Tai.
―Vamos, hace unos instantes estabas hablando toda esa mierda de herirme y romperme, y entonces te destrocé el puto brazo.― Decía el muchacho albino con total desprecio, observandolo como un objeto vacío de sentimientos y significado, de la misma forma que ellos lo habían tratado por tanto tiempo.
―Vamos, ¡riete, golpéame, haz pedazos mis sueños!― Lo amenazaba, sabiendo que él ya no podía responder más, ahora era su turno para demostrarle lo que ocurría cuando se metían con alguien más fuerte que ellos.
―O mejor aún… ¿por qué no te hago pedazos a tí?― Preguntó levantando otro dedo, comenzando a retorcer su otro brazo, no se iba a detener hasta romper todos y cada uno de los huesos de su cuerpo.
―Por favor…. Por favor Tai ten piedad, déjame ir, lo lamento, lo siento.― Rogaba llorando por piedad, por el dolor que doblegaba su mente y espiritu, destrozando su cuerpo y ser.
―¿Ahora lo sientes verdad?― Preguntó observando sus ojos, llenos de dolor y arrepentimiento, cubiertos por una sensación de agonía que lo consumían hasta el último nervio de su cuerpó, rompiendo al que alguna vez fue un chico fuerte y despreocupado.
―Sí, ahora lo sientes de verdad… ahora que tu eres quien está del otro lado quieres que me detenga…. quieres que te suelte, quieres escapar de lo que te voy a hacer…― Pero ahora que se habían invertido los papeles y ahora que era él quien se encontraba del otro lado de la tortura fisica y mental, iba a sentirlo y a experimentarlo todo, hasta las últimas consecuencias.
―El problema es que no lo voy a hacer… no, hasta romperte todos y cada uno de tus asquerosos huesos.― Se cosechaba lo que se sembraba y él estaba a punto de descubrirlo de la peor forma posible.
―¡Corran!― Los seguidores del Bravucón más grande trataron de huir al ver a su líder herido e indefenso ante el chico del que tanto habían abusado por tanto tiempo, ahora convirtiéndose en el juez, jurado y verdugo de todos.
―¿A donde creen que van?―Exclamó moviendo su brazo izquierdo, para que solo con un movimiento de sus dedos ellos se detuvieran, estando bajo su poder una vez más.
―Esto no se ha terminado…― Dijo sonriendo perversamente, haciendo que sus ojos rojos tomaran una tonalidad aún más oscura y siniestra.
―No, hasta que todos sufran como yo.― Hablaba sonriente, listo para hacerlos pagar a todos y cada uno de ellos por sus transgresiones.
―Por… por favor, no… déjame ír te lo suplico.― Rogaban por piedad… una piedad que no iba allegar jamás.
―Ah… no, no creo que lo haré.― Dijo observándolos, ahora él tenía el poder… y no se iba a detener hasta que todos sintieran en carne propia su dolor.
―Por favor, déjame ir…. no quiero morir… por favor no me mates.― Pedía la única chica del grupo, llorando, esperando a que él los liberará, el problema era que… no lo iba a hacer y lo siguiente que sentirían sería el dolor de sus huesos rompiéndose uno por uno.
―Ahora sí lo sientes, ¿no es verdad?― Preguntó observandolos con satisfacción, a ella quien había hecho la pregunta, esa vil traidora que osó jugar con sus sentimientos, esa era la respuesta que tanto quería escuchar de ellos, la sumisión, los ruegos por piedad… la rendición, todo eso, era como música para sus oídos, ahora que él tenía el poder y podía hacer lo que quisiera con ellos, les iba a mostrar como jugaba un verdadero titiritero.
―Ahora sientes por qué me temes, temes de mí y de mi poder…. temes de lo que puedo hacer, cuando antes te reías y me apuñalaste por la espalda.― Dijo sonriendo moviendo sus dedos, para hacer que sus marionetas bailaran por él.
―Ahora permitanme mostrarles… el poder de un verdadero maestro de los hilos.― Finalizó cerrando su puño con violencia.
Ella pudo observarlo todo, como los brazos y piernas de sus amigos se retorcían en ángulos y formas imposibles, anti naturales, inhumanos…
Los convirtió a todos en pedazos de carne deformes, sanguinolentos, todos habían sido destrozados tanto dentro como por fuera, se tomó su tiempo para hacerlos sufrir, riendo mientras lo hacía, descargando toda su ira, su odio su rencor a ellos.
Saboreó cada uno de sus gritos de agonía hasta el final, hasta que del grupo de 7 solo quedó una, una chica que temblaba y lloraba por las atrocidades que había visto ser cometidas hacia los pedazos de carne que alguna vez pudo llamar amigos.
―Lo siento, lo siento pero por favor… ya no más.― Rogaba Marisa, llorando desconsolada, con sus brazos y piernas aún apresados, aterrada de las cosas que él estaría preparando para ella.
―Tranquila, descuida, no te haré daño...― Respondió el joven albino, después de haber observado lo que le había hecho a sus abusadores, quienes no eran más que basura ahora, ellos habían tenido muertes lentas y horribles… pero ella no iba a morir, no por que aún tuviera estima o sentimientos a ella… sino porque le esperaba algo peor… algo que estaba esperando mostrarle.
―Pero haré que seas testigo de mi obra más grande.― Dijo mostrando su sonrisa tétrica a ella, mientras acariciaba su mejilla con cuidado, sonriendo tranquilo pues… en verdad existían peores destinos que la muerte.
―¿Qué es lo que harás?― Preguntó siendo incapaz de imaginarse los horrores en los que la pondría, pero ella… jamás esperó que sus planes fueran aún más sadicos.
―Voy a hacer que todos sientan mi dolor…. que sientan mi agonía…― Dijo haciendo que ella mirará, ella jamás volvería a hacer nada más que mirar y lo primero que vería sería a él, reduciendo esa escuela, ese pueblo y a toda la gente que vivía allí, en un espectaculo para su propio entretenimiento y el de los dioses.
―Voy a hacer que todos…. lo sientan de verdad….― Dijo comenzando a alzarse del suelo, observando este mundo cubriéndose de fuego y cenizas, cubriendo al mundo de dolor y desesperación como la que él sintió por tanto tiempo.
Comenzando a ser cubierto por una armadura oscura, hecha de gemas del Abismo, miles de personas habían muerto ese día… pero solo dos fueron claves para el nacimiento de el monstruo marionetista…
Una pequeña niña… y el humano conocido como Tai… los cuales dieron el nacimiento de un demonio poderoso y terrible.
Conocido como Talon de Grifon: La Estrella Divina de la Nobleza.
El Maestro de las Marionetas.
―Haré… que todos sientan Mi Dolor ...― Murmuró el Juez del inframundo finalmente comenzando a despertar de su pesadilla, había sido larga y un viaje a lo profundo de sus recuerdos cuando aún era humano…
El problema era que él ya no era humano… e iba a cumplir con dicha amenaza al pie de la letra y tenía ya a quienes iba a hacer pagar por ese dolor que le habían causado hacía tanto tiempo.
Iba a hacer que este mundo y todos los mundos sintierán su dolor…
El dolor… De un niño golpeado y olvidado, el universo entero iba a pagar por los pecados de aquellos que le hicieron mal.
Un niño que gritó por ayuda pero que nadie jamás escuchó, pero ahora con este poder ellos gritarían por ayuda y se aseguraría de que nadie jamás viniera a socorrerlos.
Nadie jamás volvería a sentirse Seguro, no mientras él estuviera en el mismo universo que ellos.
Mientras tanto… En otro Sitio.
Una nave descendía a unos metros del campamento, de allí 3 caballeros dorados salieron, eran fáciles de identificar y diferenciar, ya que todos llevaban una armadura que representaban sus constelaciones guardianas.
Siendo estos los caballeros de Libra, cáncer y Escorpio Respectivamente, habían tardado un poco en llegar, pero gracias a la ayuda del Patriarca junto al caballero de Aries habían llegado en un instante al planeta donde les esperaba su misión, una misión tan importante que había requerido la presencia de 3 Santos dorados.
Cualquiera llamaría a esto una medida desesperada.
Pero al rememorar quienes o mejor dicho, quien estaba en esta batalla y cuya vida peligraba gracias a la presencia de un juez del inframundo, era más que entendible las acciones del sumo pontífice del Santuario.
Ningún padre debía enterrar a sus hijos, ninguno…
Era algo que… en palabras cortas… se definía como ir en contra de las reglas del Universo.
Por más común que en estos día eso ocurriera.
―Quédense aquí y vean como lo hace un profesional.― Jacko dijo sonriendo con una enorme confianza en sí mismo, comenzando su marcha hacia el Qliphoth, donde podía sentir la presencia de un ser poderoso y terrible.
―Jack nos enviaron juntos por una razón, debemos mantenernos juntos es un Juez del inframundo de quien hablamos.― Genki respondió con cautela, aunque fuera uno de los caballeros dorados más fuertes del santuario no podía tomar esto a la ligera.
―Jeh. ¿Y?― Preguntó el escorpión sin ningún rastro de miedo, o duda, iba a dirigirse a la batalla con la frente en alto, nadie podía realmente enfrentarse a él esperando verdaderamente ganar, fisicamente era uno de los más fuertes, rápidos y resistentes de todo el santuario, así que quien quisiera detenerlo debía ser o muy valiente o muy estúpido. Pero quería verlos intentar, solo para ver que tan lejos podían llegar.
―Como que. ¿Y? ― Interrogó como respuesta el tigre dorado, este no era ningún juego, ya se había enfrentado a este hombre antes, de no ser por que fue más rápido, fuerte y por su estrategia que lo pudo derrotar y hacer retroceder, en cambio otros lo habían intentado y habían fracasado miserablemente.
―Yo me enfrente a uno y pude contenerlo… al menos hasta que decidió escapar.― Dijo rememorando ese momento de la batalla, la estrategia que utuilizó le salvo la vida de ser convertido en menos que carne desfigurada y despedazada.
―Alexander y Sora pelearon juntos sobrevivieron a duras penas, Zobek utilizó todo su poder y apenas sobrevivió al encuentro, Yuri peleó contra uno y fue derrotado por su lugarteniente… ¿que esperanzas tendrás tú solo? ― Jacko era fuerte eso lo admitía y no tenía dudas que daría una buena pelea, pero si incluso a él que era considerado uno de los más fuertes del santuario casi muere en manos de un juez, como lograría enfrentarse Jacko a uno con ese nivel de poder y brutalidad?
―Sí, si les da miedo quedense atrás, vean como lo hacen los profesionales.― Dijo el caballero de cabello oscuro, sonriendoles, mostrando una sonrisa engreída que molestaba a ambos por igual, aunque, a Genki le preocupaba enormemente, ese exceso de confianza y arrogancia serían su fin algún día.
―Es en serio Jack… si te vas solo no podremos apoyarte.― Advirtió Genki, el patriarca los había enviado aquí por una razón, para luchar juntos contra el Juez del inframundo y con suerte derrotarlo para obtener ventaja estratégica sobre esta zona y sobre la guerra santa en sí.
―¿Y quien les pidió ayuda?― Cuestionó mirando a sus espaldas, mostrando una sonrisa arrogante que denotaba una confianza absoluta en sí mismo.
Tal vez en verdad estaba siendo engreído, tal vez su exceso de confianza lo estaban llevando a pecar de arrogancia, pero… su mente y corazón estaban decididos a demostrar su valía, por mucho tiempo permaneció estático, viendo las peleas de otros, ahora era su turno de ír al frente y demostrar de lo que estaba hecho el Escorpión de Oro.
Sin más él se retiró hacia el campo de batalla, donde su enemigo lo esperaba, contaba con que estuviera preparado para su llegada, por que de no estarlo, esta pelea se volvería aburrida muy rápidamente.
―¡Jacko! Ah carajo…― Murmuró Genki, molesto por la actitud despreocupada del caballero de Escorpio, incluso él debía aceptar que la situación podía fácilmente superarlo, pero él no parecía temerle a nada o a Nadie, su confianza sobre sí mismo era absoluta.
―Dejalo, se siente en lo alto solo porque el patriarca le soltó la correa.― Comentaba Lubofico, observando al caballero de Escorpión que se alejaba de ellos dos sin mirar atrás, observando únicamente hacia el frente fijando su mirada hacia el enemigo.
―Solo espera a que se tope con la pared y va a venir rogando por ayuda.― Jack debía admitir que esta misión estaba lejos de los parámetros de una convencional de búsqueda y ejecución, aunque sería interesante ver lo que era un Jacko desatado.
―Esto no es un juego Lubo… debemos tomarnos en serio esto…― Genki pidió con la esperanza de que al menos él se tomará la misión en serio, pero también parecía despreocupado.
―Me lo estoy tomando en serio, ¿ves esto? Es mi cara de serio.― Responde el caballero de Cancel haciendo una expresión graciosa, causando una molestia evidente por parte del caballero de Libra.
―Claro…― Murmuró el caballero de ojos Lila desviando sus ojos de él, suspirando levemente, si fuera una misión normal tal vez estaría más tranquilo, aunque cláro, cuando se enviaban a tres caballeros dorados ni más ni menos, no podía ser una misión sencilla en lo absoluto.
―Pero aún así, no puedo evitar preocuparme…― Finalizó suspirando pesadamente.
―Lo sé…― Dijo el caballero de cabello plateado sonriendo tranquilo, aunque al mirar hacia Jacko también podía sentir un cierto temor, pero a su vez… se sentía confiado, aun si Jacko no pudiera contrarrestar la fuerza del Juez… aquí estaban ellos dos para servirle de apoyo.
― Pero descuida, pese a todo ese imbécil es el cabrón más resistente que he conocido en mi vida.― Al decí eso sonrió, incluso si Jack no era capaz de derrotarlo, esto serviría para demostrarle que no era infalible y que la falta de lucha en su vida sin dua lo había oxidado terriblemente… pero si lo conseguía, tan solo por un poco, demostraría lo que se contaba sobre él en el santuario.
― Incluso si no logra derrotarlo al menos le dará una buena pelea.― Sin duda estaba ansioso de ver el resultado de esa pelea, una pelea que sería recordada por la historia entre un espectro tan ruin y un caballero tan despiadado como lo era Jacko.
Había un secreto a voces, del que nadie dudaba que era real… un secreto que se contaba desde el primero hasta el último templo del Zodiaco.
El Alumno del Patriarca, el primer entrenado por la voluntad de Shun, era conocido como un Guerrero Invencible, nadie lo había visto perder un solo combate desde que obtuvo la armadura dorada, ni una sola batalla había quedado en una derrota o en una victoria pírrica.
Todo habían sido victorias aplastantes del lado del escorpión de oro.
Quien quiera que se atreviera a enfrentarse a él, debía enfrentarse primero a la picadura de su aguijón escarlata, historias se contaban sobre el dolor que era capaz de infligir a quienes recibían su picadura.
Pero una cosa era verdad, podía lanzarle cualquier cosa, un meteorito, una ráfaga de flechas incandescentes, podían destruir la realidad cuántica y aún así ese maldito aguijón lograría ganar contra todo pronóstico.
Los escorpiones eran ciegos por naturaleza, pero este… oh, este Escorpión, una vez te tenía en la mira, era imposible que te dejará escapar.
Era la mejor carta del patriarca y su mejor carta no debía ser utilizada a la ligera, solo en una ocasión verdaderamente especial, pero… esta era una excepción, su hija estaba en peligro y utilizará todas las cartas a disposición si con eso se aseguraría de proteger a Danny.
Si eso no era devoción y amor absoluto hacia su hija, no estaban seguros de que era en realidad.
Mientras tanto… En la cima del Qliphoth…
John y Seinma continuaban fusionando sus cosmos para destruir la barrera de oscuridad, ya estaban cerca, después de todo las tinieblas que cubrían el corazón del Qliphoth estaban desvaneciendo poco a poco, solo debían seguir inyectando Luz al corazón de las tinieblas.
Para así apuñalarlo y salvar este mundo.
Así como a su gente, pero para ello debían seguir focalizando sus cosmos para deteriorar la barrera de sombras, la misma que parecía resistirse, pero hasta ellos comprendían que pronto las llamas harían que las sombras cedieran dejando completamente descubierto al corazón, que temía por ser apuñalado al igual que el de su hermano.
―Ya casi lo logramos John solo un poco más…― Pedía el caballero Pegaso, dándole todo su poder de Luz a su compañero de Fénix, quien permanecía elevando su cosmos contra la barrera de Oscuridad.
―Eso intento, hacer esto con un solo brazo es difícil…― En otro contexto esto sería pan comido, pero gracias al dolor y la pérdida de sangre, esto le era mucho más difícil de lo que en algún punto pareció.
―Solo un poco más John…― El caballero del corcel alado trataba de focalizar toda la energía de Aria a través del cuerpo de John, era más complicado que con Danny especialmente porque ella había tenido la facilidad de distribuír todo su cosmos alrededor de la barrera gracias a sus cadenas, pero con John era complicado no solo por que estaba manifestando su cosmos a través de su único brazo, sino porque específicamente él tenía que debilitar la barrera expandiendo sus llamas por todo el escudo, haciendo más difícil la tarea de debilitarlo como debería.
―Solo un poco más…― Podía observar como cada vez menos de la barrera se resistía a su poder combinado, hasta que finalmente las llamas pudieron incinerar por completo la barrera, haciéndola caer al instante.
―¡Lo tenemos!― Exclamó Seinma observando el corazón transparente expuesto ante ellos y el fruto que crecía debajo igual de incompleto que el primer Qliphoth que habían logrado derribar.
―Se quedó sin escudo, ahora solo debemos atacar con todo nuestro poder.― Dijo el caballero Fénix, preparándose para apuñalarlo con uno solo de sus ataques.
Seinma estaba completamente seguro de que un simple ataque sería más que suficiente como para destruir el Corazón del Qliphoth, era la parte más débil de todo el árbol a diferencia de su exterior, John podría destruirlo tan fácil como mover uno de sus dedos, pero allí estaba la parte engañosa.
Una vez lo hicieran, debían escapar a toda prisa antes de que tanto el corazón como el árbol estallaran y causarán que este se desmoronará al suelo, debían estar preparados para golpear y correr o ninguno iba a poder regresar a la base para confirmar el éxito de la misión con sus compañeros o el puesto de mando.
― ¡Espera!― Seinma lo detuvo, antes de que siquiera pudiera alzar su puño, Seinma se apresuró a detenerlo, podían destruir el árbol de una vez, sí… el problema era que, debían tener un buen plan de escape antes de que todo comenzará a ír en cuenta regresiva.
― Debemos hacerlo desde una distancia segura en la que podamos escapar con facilidad, ¿recuerdas el primer Qliphoth que destruímos?―Pidió rememorando lo que ocurrió la primera vez, Mary, Danny y Él apenas habían salido con vida de esa situación.
―Sí… ―Dijo asintiendo con seguridad, si… ese evento había sido desafortunado por decir lo menos.
―Estalló unos segundos después de que Danny lo atacó, lo mismo ocurrirá aquí si no tenemos cuidado.― Dijo el Pegaso rememorando el poco tiempo que habían tenido para correr, demasiado corto como para reaccionar, de no haber sido por Aria ninguno de ellos estaría aquí ahora.
―Tomemos distancia y aseguremos la vía de escape, así podremos salir apenas lo ataquemos.
―Tiene sentido para mí.― Murmuró Observando el órgano transparente, que bombeaba sangre al fruto, convirtiendo el liquido carmesí en energía para lo que John solo podía asumir que era una especie de Núcleo…
No tenía mucho sentido pero allí estaba el detalle, no debía tener sentido para la mente humana, los Dioses hacían que cosas como estas tuvieran sentido, por más retorcido que este fuera.
―Bien ahora solo…
*¡Mayday! Mayday, Aquí Beowulf uno en todos los canales aliados.* Ambos escucharon una voz en la radio, interrumpiendo al caballero Pegaso mientras hablaba, ahora que la barrera se había ido, nada podía interferir con las comunicaciones, dando paso a un canal abierto donde podían escuchar lo que ocurría fuera.
*¡Mayday, mayday estamos bajo ataque! ¡Repito estamos bajo ataque, un espectro nos está acorralando!* Al escuchar eso ambos creyeron que era un espectro de rango bajo pero… ninguno haría que el equipo beowulf se viera en aprietos, menos… cuando casi ninguno podía volar.
*Solicito apoyo de inmediato, está destruyendo nuestras naves de asalto, solicitamos apoyo de inmediato, oh no… ¡AHHH!* Esa llamada de auxilio solo dejó una cosa clara, lo que sea que los estuviera atacando, estaba causando una masacre fuera.
―¿Que demonios?― Preguntó Seinma confundido, la misión estaba saliendo bien, ¿como demonios fue que ahora Beowulf estaba en necesidad de ayuda?
―¿Como es posible?― Creía que no habría nadie que pudiera derrotar al equipo beowulf, a excepción de…
―Ese es Talon, es imposible, le lancé mi Puño Fantasma, no debería estarse moviendo aún.― Comentó John, incluso un juez del inframundo no pudo ser inmune al golpe fantasma, pero si su mente fue lo suficientemente fuerte o alguna ayuda externo lo ayudó a salir de su trance, eso significaba que ahora el equipo Beowulf esta en el lado sur de lo jodido.
―¡Al parecer su mente es más fuerte de lo que pensábamos!― Dijo Seinma ignorando los hechos de fuera, él era el único que podía volar, John… también podía hacerlo, pero más que volar lo que hacía era convertir su cuerpo en un meteoro, tanto metafórica como literal dando un salto poderoso impulsandose con sus flamas para caer al la tierra como una auténtica roca venida del espacio.
―Maldición… ¡Ocúpate del corazón! ¡Yo intentaré ayudar a los muchachos!― Dijo el caballero Pegaso comenzando a correr hacia la salida del Qliphoth.
―Entendido, ¡buena suerte Sein!― Exclamó el caballero fénix, corriendo hacia la salida del árbol.
―Igualmente John…― Dijo el Caballero del corcel alado, abriendo las alas de su armadura, pero antes de retirarse tuvo que decirle algo a su amigo.
―Y cuidado… esa chica Espectro puede seguir al acecho…― Pidió el santo de Bronce, esperando a que esa chica en verdad se hubiera retirado a otro sitio lejano, por que de enfrentarse John y Nefertari mutuamente, no estaba seguro de quien ganaría la batalla.
―¡Entendido!― Respondió observando como Seinma se alejaba, alzando el buelo gracias a las alas de su armadura, para entonces dirigir sus ojos al Corazón del Qliphoth.
―Arde… ¡Mi Cosmos!― Exclamó bañando su propio cuerpo de flamas agresivas e imperecederas.
―Haz que valga la Pena….― Dijo observando directamente al corazón, este sería… tal vez, su úlimo ataque.
Mientras tanto en el cielo se desenvolvía una batalla bestial al menos 10 naves de casa contra un objetivo pequeño y veloz, cualquiera diría que las naves tenían todas las de ganar con su apuntado inteligente y su facilidad de maniobrar, sin contar la resistencia a las fuerzas G.
El mayor problema era que… ese malnacido se movía mucho más rápido de lo que sus máquinas voladoras podían hacerlo, poniendolos en serios aprietos.
Por más que dispararán plasma, balas cineticas, o arremetieran con un disparo sobrecargado era inutil, ese desgraciado se movía más rápido que ellos, solo parpadeaban por un isntante y este ya se había ido de sus vistas.
―Lo tengo detrás de mí. ― Habló uno de los pilotos tratando de perderlo, pero él le pisaba los talones y antes de que se diera cuenta ya estaba frente a él obligandolo a tomar acciones evasivas.
―¡A todas las unidades en el aire, abran fuego de Gatling!― Exclamó la Capitana de Beowulf, disparando rondas pesadas de cineticas, tratando de abatir a ese malnacido, pero sin importar cuantas descargarán ninguna daba en el blanco.
―¡No puedo quitarmelo de encima!― Preguntó el piloto que era perseguido por el juez del inframundo.
―¿Eh donde está a donde fue?―Solo para que al mirar hacia arriba este se encontrara con él, embistiendo con su puño, despedazando la cabina y al piloto al instante, destruyendo la nave en el proceso.
―¡Floyd!― Exclamó Vi, observando como los signos vitales de su compañero y los sistemas internos de la nave desaparecían de su pantalla de control de un segundo a otro.
―¡Maldito!― Exclamó disparando rondas de balas furiosas, apretando los controles con fuerza tratando de matar a ese malnacido.
Sus disparos no acertaban por más que su auto apuntado y su puntería normal fueran perfectas, él era más rápido, más agresivo, no necesitaba armas para atacar o defenderse, él era el Arma e iba a utilizar sus propias manos para hacerlos pedazos a todos.
Pero a ella no le importaba eso, solo quería matar al demonio que ya se había llevado a dos de sus compañeros de equipo, pero apenas desapareció de su vista sus radares dejaron de detectarlo.
―¿A dónde fue? ― Se preguntó buscando frenéticamente por todas partes, sin percatarse de que él se encontraba justo encima suyo.
―¡V, lo tienes encima!― Advirtió Leroy tratando de quitárselo de encima, pero si disparaba le daría a su capitana, el espectro aprovechó esa debilidad para comenzar a destruir la nave, la amada Johanna de la capitana, observando cómo cada uno de los componentes de su querida nave, tanto externos como internos comenzaban a fallar uno por uno, hasta el punto de que su única escapatoria fue tratar de eyectarse de la nave.
Pero a penas lo hizo, este tomó el asiento y con un solo movimiento la separó a ella de su única salvación, sería divertido escucharla gritar de terror mientras la rompía pieza a pieza, pero ya estaba harto de juegos, lo único que quería era matar, lanzandola al vacío, hacia una muerte desesperante, cruel y horrible.
―¡No, no, no, no, no! ― Exclamaba aterrorizada, viendo toda su vida pasar frente a sus ojos, ella no era indiferente a la muerte, en este trabajo estaba lista para morir en cualquier instante.
Siempre esperó que fuera rápido, un disparo certero y su cabina se cubriría de llamas… tal vez su traje sufriría de una despresurización, muriendo de forma cruel sofocandose hasta el final… incluso creyó que un meteorito le atravesaría el pecho mientras volaba por la oscuridad, tan rápido e invisible que sus radares o escudos serían incapaces de evitarlo.
Jamás imaginó que su causa de muerte sería gracias a la maldita gravedad.
Pero fue justo en su dilema de afrontar una muerte que no sería rápida y menos agradable… que una voz la llamó, acudiendo a ella a toda velocidad.
―¡Capitana! ― Exclamó el caballero de Pegaso, volando directamente hacia ella descendiendo a toda velocidad para atraparla.
―¡Muchacho!― Por un instante el terror que la había dominado desapareció, siendo intercambiada por una sensación de alivio y felicidad, él había llegado justo a tiempo para rescatarla.
―¡Te tengo, te tengo, te tengo, te tengo!― Exclamab Seinma alzando su mano a ella, en un intento de acercarse, estaban cada vez más cerca uno del otro, así como el suelo, pero él no se iba a rendir, iba a salvarla, hasta que de un impulso logró atraparla, cargándola entre sus brazos.
―¡Te Tengo!― Dijo comenzando a disminuir la velocidad, sintiendo como los brazos de la mujer se aferraban a su cuello.
descendiendo finalmente en el suelo, donde estarían seguros… por ahora, él la miró mientras aún se aferraba a él, dando una leve ojeada al suelo para acto seguido suspirar de alivio.
―Vaya muchacho, de verdad me salvaste el pellejo… en verdad creí que iba a morir.― Dijo la capitana V, tranquila, para entonces desviar su mirada hacía él, sin duda le había enseñado bien y estaba aprendiendo a aterrizar correctamente.
― Esas clases de vuelo que te dí funcionaron de maravilla, ¿verdad?― Preguntó posando su mano sobre la mejilla del muchacho, de no ser menor de edad tal vez ahora le estaría dando un beso como gratitud, además aún tenía su casco de piloto puesto.
―Sí y que lo digas,¿te sientes bien capitana?― Preguntó bajando al suelo, para que ella pudiera sentir tierra firme con sus propios pies.
―Soy más resistente de lo que parezco chico, no te preocupes.― Respondió la Capitana V, suspirando levemente, quitandose su casco para respirar aire limpio y puro, recuperando la compostura en el proceso, ella por poco creyó que de verdad iba a morir, pero él no la iba a dejar morir.
Antes de que Seinma pudiera hacer su siguiente pregunta, ambos escucharon un grito gutural, poderoso y desgarrador, lo suficientemente grave y fuerte como para hacer que la tierra comenzará a temblar.
Al alzar sus miradas se dieron cuenta de que lo que había causado ese ruido había sido el Qliphoth, el cual lloraba de dolor ante el apuñalamiento de su último órgano vital
―El Qliphoth… ¡John lo consiguió!― Seima dijo sonriendo, aunque ahora John debía retirarse de allí de inmediato o quedaría atrapado en la explosión.
―¿Es mision cumplida entonces?― Le preguntó a la capitana quien asintió, aunque al mirar al cielo pudo apreciar que el juez gritaba de dolor, era extraño, ningún disparo lo había hecho retroceder o retorcerse, pero ahora estaba gritando de agonía…
―Eso parece aunque aún tenemos otro problema…― Señaló V, apuntando al Juez del inframundo el cual parecía retorcerse de dolor en el cielo, mientras gritaba de dolor,
―Sí, ese Juez… ¿Cómo lo vamos a abatir? ¿Eh?― Preguntó Seinma, observando al espectro quien sin previo aviso, comenzó a volar hacia la cima del Qliphoth, con la intención de asesinar a aquel que le había causado esta sensación de dolor en todo su ser.
―¿A dónde se dirige?― La pregunta de V hizo que el caballero pegaso sintiera un terrible presagio, un escalofrío se apoderó de su cuerpo al observar su trayectoria, se estaba dirigiendo al Qliphoth, donde John aún se encontraba.
Esto era malo, el Qliphoth estaba a punto de explotar, John solo tenía unos segundos para escapar y ese malnacido lo iba a atrapar, debía darle el aviso para que corriera, su brazo roto era prueba más que suficiente de que el espectro estaba en un nivel más allá del de John o de Seinma.
No podrían enfrentarlo aún peleando los dos juntos, nada les aseguraba que si los demás los apoyaban lograrían vencer.
Danny pudo contenerlo por un tiempo gracias a su plan, a su habilidad combativa y un poco de suerte de su lado, pero él… él sin duda podría matarlos si se proponía.
Debía avisar a su compañero para evitar que ese malnacido lo emboscara y tal vez darle tiempo para escapar a su amigo.
―John…― Murmuró Seinma observando con preocupación la cima del qliphoth, llevando su dedo índice y medio hacia su oreja, tratando de comunicarse con su compañero de Fénix.
―¿John, me escuchas? ¡sal del Qliphoth ahora mismo! ¡Talon va a por tí! ¿John? ¡John!― Exclamó al no recibir respuesta inmediata de su compañero.
*¡John responde, JOHN!* El caballero Fénix escuchaba en su oído la voz de su compañero de Pegaso, pero no podía responder, ese malnacido se había adelantado, ahora lo tenía sometido con su mano sobre su cuello, levantando en el aire incapaz de correr o contraatacar.
―Sabes que lo que acabas de hacer te costará la vida, ¿verdad?― Preguntó Talon observando al caballero de Bronce en su mano, pensando en todas las formas posibles para torturarlo.
―¡Agh! ¡Kgh!―Se quejó John sintiendo como sus cuerdas vocales eran aplastadas, aún utilizando todo su poder y manifestado en su brazo derecho era inutil escapar de su poderoso Agarre… sin duda esto era todo, iba a morir… pero no le iba a dar la satisfacción de acabar con él así como así.
―¡Pudrete!
―Ya me cansé de Juegos… es hora de que mueras.― Comentó el espectro de Grifón, observando al Fénix severamente, iba a hacerlo desear jamás haber nacido.
―Has lo peor que puedas… ¡Ganamos y tú perdiste!― Exclamó John totalmente seguro, aunque él muriera habían asegurado la victoria, tenían la victoria en la bolsa, vivir después de esta victoria sería solo una recompensa extra.
―No importa lo que me hagas, logramos ganar terreno, eso significa que Hades estará furioso contigo ¿verdad?― Después de todo, John sabía que tal vez no todos llegarían ver el final de esta guerra, pero mientras él fuera el único en caer y no sus amigos o su querida hermana, el sacrificio valdrá completamente la pena.
―Apuesto que te quitarán tu rango como Juez del Inframundo… ¿Verdad?― Decía burlandose de él, sintiendo como la presión en su cuello aumentaba más y más.
―Crees que Ganaste? Crees que me humillaste niño? ¿Crees que con ese pequeño ataque me hiciste ver mis peores miedos y debilidades?― Interroga Talon sin dejar de observar con ira, quería destruirlo, romperlo hasta el último miserable hueso de su cuerpo pero había algo más que quería hacer con él, quería hacerlo sufrir, hacerlo gritar por piedad… y sabía que aunque lo rompiera hasta el último átomo sería inutil, por que a John no le preocupaba su vida.
―Pues déjame decirte un secreto, eso no hizo más que reafirmar mi desprecio por la humanidad.― Añadió observando con ira a John, no, aunque rompiera cada uno de sus miserables huesos él no gritaría de dolor, pero… sabía que había algo que él apreciaba más que su vida, algo que él daría por proteger hasta el amargo final.
― Anteriormente dijiste algo sobre esa niña… ¿no es verdad? Dime qué significa algo para tí?― La pregunta hizo que John mirara hacia Talon con sorpresa e ira, ocasionando curiosidad en el espectro, reafirmando lo que ya venía especulando.
―¡Kgh!― Murmuró el Fénix con Odio en sus ojos, si él se atrevía a tocarla de nuevo, ni siquiera el mismísimo infierno sería capaz de contener su inconmensurable ira, si había algo que él detestaba más allá de cualquier otra cosa, eso era que intentarán dañar a su querida Hermana.
―Esa expresión lo dice todo.― Respondió Talon sonriendo levemente, en verdad quería hacerlo pagar por todo lo que hizo, pero… por ahora solo se conformaría con él viéndolo desde el infierno.
―Créeme, me encantaría ver tu reacción mientras la hago pedazos frente a tus ojos, pero creo que tengo un mejor plan para tí.― No se iba a ir sin hacerlo pagar por su atrevimiento primero, con un Qliphoth destruído y bajo su comando, los dioses sin duda estarían muy molestos con él, pero… no se iriá al infierno sin antes llevarse a todos lo que pudiera consigo.
― No importa lo que me hagas, ¡ya perdiste y te jodiste! ― Johnathan Exclamó, sin demostrar temor o miedo, si iba a morir iba a hacerlo siendo el último en reír, aunque muriera, nada lo iba a detener de proteger a su querida Danny.
―Lo mismo se podría decir de tí…― Dijo Observando con intenciones letales, John esperó a un ataque, un golpe, incluso una técnica como la que había sentido anteriormente, la cual despedazó su brazo izquierdo casi por completo.
Pero al mirar al fondo de la estructura del Qliphoth se percató de algo, el resplandor del Corazón que había conseguido apuñalar, estaba brillando con una luz errática, misteriosa… pero sobre todo, letal… lo suficiente como para estallar en cualquier momento liberando una cantidad de energía incalculable que sería capaz de aniquilar todo en su rango de alcance…
Incluyéndose… a ellos dos.
―Oh… ¡MIERD…!
Seinma en tierra trataba de comunicarse con su compañero, deseando que aún no fuera tan tarde, que John aún tuviera una vía de escape plausible., pero esa esperanza se fue desvaneciendo poco a poco.
―¡John Responde, John!― Pedía Seinma esperando respuesta, pero la única que llegó fue el poderoso y sobrecogedor estruendo causado por el fallecimiento del Qliphoth el cual, a su vez llegó con la terrible noticia de cómo el cosmos del caballero Fénix se apagó en un instante.
―No… su cosmos… él no pudo… no es cierto, estás de joda…― Era la primera vez que lo sentía, una sensación de pérdida sin igual, sentir como la vida de un compañero, más que eso, un amigo se extingía, un instante estaba allí… y al siguiente, se había desvanecido por completo…
―¡JOHN!― Exclamó en un shock total, él no pudo haber muerto, no podía ser verdad.
Él era el caballero de Bronce más Poderoso de su Equipo y aún así… este sentimiento de impotencia que lo dominaba, esta tristeza que lo embargaba… esta sensación de dolor y perdida por un ser querido, era… real, tan real que… solo podía gritar de desesperación por su amigo perdido en acción.
Pero Seinma no fue el único que sintió dicha pérdida, a lo lejos, a punto de llegar a Base, los demás guardianes habían sentido como el Ardiente cosmos de John, el alma del poderoso fénix, aquella que sólo podía ser comparada con un fuego salvaje e imperecedero se había extinguido en un solo instante por completo, dejando a todos… es un evidente Shock.
Él era… uno de los caballeros de Bronce más poderosos conocidos, su fuerza y habilidades casi estaban a la par de un autentico santo dorado, su fuerza sin lugar a dudas era capáz de doblegar el acero a su propia voluntad…
Y aún así había sido asesinado… por el maldito demonio que era Talon de Grifon.
―No pudo… él, no pudo, ¿verdad?― Shinryu preguntó, aún en shock, John… él no pudo, no pudo caer ante él… en verdad que no pudo… por que de haber caido… entonces, él… él… simplemente había desaparecido.
―¡Kgh!― Benjamín apretó fuertemente los Puños, sintiendo como la ira recorría su ser, aún sí quería pérmanecer frío e indiferente ante la situación, ¿como podría? Acababa de perder a un amigao, Yuri probablemente lo reprendería por que los caballeros de Hielo no debían mostrar emociones… pero en este momento esa idea le daba completamente igual.
―¡Maldita sea!― Exclamó Golpando una de las paredes de la nave, justo cuando él creyó que nadie más moriría este día…
*¿Qué es lo que pasa, que sucedió con Johnathan?* Interrogó Hayley a travez de su I.A, preocupada pues aunque ella no pudiera sentir el cosmos sabía que algo malo había sucedido al caballero Fénix.
―Si lo que sentimos fue real entonces él… Murió…― Mary Susurró, aunque su relación no fuera la mejor, ella también podía sentir el pesar de lo que era perder a una persona, no cualquier persona, a alguien que significaba el mundo para su querida Amiga Danny, alguienquien atesoraba… como lo más importante de su vida, ni siquiera sabía como decirselo una vez despertará… creo que nadie podría saber las palabras exactas para decirle sobre su querido primo.
*¿Qué?* Hayley no comprendía que había ocurrido, pero había algo que le molestaba, ¿John había sido asesinado? ¿Como pudo ocurrir? ¿Qué clase de mounstro pudo haber logrado algo así? Aunque sus pensamientos fueron interrumpidos en el momento que Su I.A. comenzó a hablar.
*Lamento interrumpirlos en su momento de duelo muchachos, pero tengo noticias, ¡El Qliphoth ha sido derribado!* Notificó a todos los presentes al igual que las demás I.A's estrategas y analiticas confirmaron la caída del Qliphoth, eso debía ser un eventi digno de celebración pero… la perdida de su compañero, era algo que no podían permitirles celebrar la vicytoria.
―¡Kgh! Ganamos… ¿pero a qué costo?― Preguntó Benjamín apretando fuertemente los puños, escuchando el ritmo cardiaco de Danny por las maquinas que monitoreaban su estado de salúd.
―Johnny…― La joven guardiana de andromeda sususrró, aún entre la inconciencia, ella pudo sentirlo… como el cosmos de su querido John se había desvanecido por completo.
De Vuelta en Tierra…
―¡Maldita sea John, responde, responde!― Seinma seguía tratando de comunidarse con su compáñero, lider y amigo, pero todo era inutil, no podía enviar ni recibir nada, en verdad él… él había.
―No pudiste haberte muerto… no pudiste, ¡maldito Idiota!― Seinma cayó de rodillas, golpeando el suelo con fuerza, sintiendo… un poderoso Odio que dominaba su alma.
―Te dije que salieras de allí lo más pronto posible… y ahora, tú…― Él decía apretando sus dientes, comenzando a sentir como sus encias comenmzaban a sangrar, él no pudo… no pudo en verdad, aunque sus pensamientos fueron interrumpidos ante la llegada de alguien.
―Lamento interrumpirte niño.― Habló el espectrop de Grifón frente a él, negandole la posibilidad de lamentarse por su compañero.
―Pero creo que esa cosa es mía.― Añadió señalando a la capitana V, quien solo veía al espectro asustada y sorprendida, ¿cuando fue que él apareció?
―¡Kgh…!― Seinma se levantó, preparado para luchar contra él, no importaba lo que él hiciera, no permitiría que matará a alguien más ante su presencia.
―¡No dejaré que le pongas un dedo encima!― Advirtió el caballero, prerarado para pelear contra él.
―¿Y cómo lo harás? Si no tienes control sobre tu propio cuerpo…― Dijo el espectro alzando su mano derecha, aprisionando el cuerpo de pegaso con sus hilos invisibles.
―¡Ahhh! ¡Maldito…! ― El caballero de Pegaso trató de moverse, pero le fue inutil, sus brazos y piernas habían dejado de responder a él, pasando a ser propiedad del Espectro de Grifon.
―Ahora, ¿en que estábamos?― Preguntó el Albino observando el cuerpo del caballero Pegaso, desviando poco a poco su mirada, pero antes de posar su mirada sobre la capitana V, ella desenfundó su pistola de plasma disparandole en la cabeza, solo para percatarse para su infortunio que no le había hecho nada.
― Ah sí, tú debiste morir, ¿no es así mujer?― Ella siguió disparando tratando de matarlo, disparandole a la cabeza, al pecho de su armadura donde se encontraba su corazón, a todo punto vital que mataría a un humano normal, pero ella no lo comprendía aún… "eso" había dejado de ser un humano hacía años.
―Inutil, inutil, inutil…― Murmuraba con cada disparo que conectaba contra su cuerpo, porsupuesto que eso le hacía daño pero… sus heridas se regeneraban más rápido de lo que sus balas lograban atravesarlo.
―¡Capitana, corra!― Pedía Seinma tratando de liberarse, pero era inutil, su cuerpo no respondía aunque luchará con todas sus fuerzas, él lo tenía a su merced… y lo haría ver todo lo que su depravada mente tuviera aguardado a ella.
―Vamos a ver cuantos huesos te puedo romper antes de que dejes de gritar. ―Mencionó alzando su mano, a ella quien, seguia sujetando su pistola de plasma con fuerza, este era el fin, ella lo sabía, aún así, no quería irse de este mundo sin dar una última pelea… Apretó nuevamente el gatillo apuntando hacia su pecho pese a que sabía que eso no funcionaría…
Solo para que un poderoso rayo de energía rojo le atravezará el pecho, empujandolo violentamente lejos de ella y Seinma, quien cayó al suelo, sujetándose adolorido por el sometimiento al que lo había puesto el Espectro de Grifón.
Talon lo había soltado y eso lo tranquilizaba pero enojaba por partes iguales, ante su poder él no era nada, lo cual lo hacía sorprenderse aún más de la capacidad de las armas humanas de poder abatir espectros… aunque esa idea se fue inmediatamente al Garete cuando vió a un hombre vestido en una armadura dorada, con una larga uña roja y afilada sobresaliendo de su dedo indice.
―¡Aguja Escarlata!― Exclamó Jacko caminando en dirección del caballero pegaso y la capitana del Escuadrón beowulf quienes, estaban sorprendidos como aliviados de ver aun caballero de oro acudir a su rescate.
―Parece ser que llegué un poco tarde… ¿niño estás bien?― Preguntó el santo de Escorpio, desviando su mirada al joven caballero de bronce en el suelo.
―¿Un caballero dorado? No… eres tú, Jacko de Escorpio.― Dijo reconociendolo casi al instante, de no ser por su cabello y por esa aguja, lo habría confundido por otro de los 12 santos, rayos incluso pudo haberlo confundido con su hermano mayor.
―¿Puedes levantarte? ¿Caminar?― Interrogó el caballero del Escorpión de Oro, observandolo por unos instantes antes de devolver su mirada hacia el punto donde el espectro había caído.
―Eso creo…― Murmuró Seinma, intentando levantarse del suelo, siendo asistido por la capitana V, dandole soporte para que pudiera reincorporarse de nuevo.
―Bien, entonces toma a esa mujer y larguense de aquí.― Dijo el caballero de Oro, levantando su aguja escarlata al nivel de su rostro, anhelando hacelo gritar de dolor por su insolencia.
―Voy a cazar a ese hijo de Puta como a un maldito conejo.― Añadió con ira palpable en su voz, él también había sentido el fallecimiento del caballero Fénix, y eso era algo que jampas iba a perdonar.
―Maestro Jacko, ese espectro… él… mató a John.― Dijo Seinma con una poderosa sensación de Ira apoderandose de su ser, el solo pensar como John murió, hacía que su sangre hirviera de rabia e importencia.
―Lo sé… y pagará muy caro por eso.― Dijo el escorpión de oro comenzando a caminar en dirección de Talon, lo iba a desollar como a un maldito pescado.
―¿Quién se atreve a interrumpirme?― Preguntó el espectro intentando levantarse del suelo, pero al hacerlo sintió un dolor punzante atravezando su cuerpo, solo para percatarse de un pequeño agujero en su sapuri, lo sufiientemente grande como para que su dedo indice pudiera entrar, una herida tan pequeña pero a la vez, tan dolorosa que hacía que cada nervio de su cuerpo gritará de dolor.
―¿Ah… ¿Qué es esto? Duele… duele mucho… ¡ah!― Murmuaba sintiendo una poderosa presencia de fuego acercarse a su posición, la misma que estaba causandole este dolor.
―Algunos me llaman el cazador de cazadores, el destello escarlata, el escorpión dorado, el asesino de Traidores.― Hablaba el caballero dorado, acercanose amenazante, listo para comenzar la pelea contra este malnacido que había osado matar a uno de los niños del patriarca, sin duda tendría que dar la cara por este enorme inconveniente, tanto con su maestro… como con su hermano.
―Pero tú puedes llamarme… Muerte.― Añadió mostrandose como era, poderoso, fuerte irrefrenable un ser recubierto de ira y odio, un escorpión cuya picadura era tan dolorosa como letal.
―Hijo de perra…― Murmuró Talon reincorporandose sobre sus pies, preparado para pelear contra alguien que tal vez podría superarlo en poder y fuerza a diferencia de esos caballeros de bronce debiles e incompetentes.
―Vamos, no vine hasta aquí para que te rindieras así como así solo por una aguja.― Dijo el caballero de Escorpio un tanto decepcionado, esperaba más de un juez, quería una pelea de verdad y si no se la daba, haría que sus últimos momentos en la tierra fueran los más dolorosos posibles, incluso para un no muerto como él.
―Al menos da una buena pelea ¿quieres?― Dijo alzando su mano derecha, tornando su uña del dedo indice en una afilada aguja roja, la cual, emitía un calor incompresible, ocasionando que la nieve a su alrededor comenzará a derretirse al instante.
―Este aguijón está pulsando de ira… y tú serás quien lo calme ¡con tu muerte!
―Entonces ven escoria dorada… ¡Atacame con todo lo que tengas!― Clamób el espectro de Grifón, desplegando sus alas, causando un poderoso torbellino a su alrededor, no sabía quien era él… pero sin duda lo iba a matar por su insolencia.
―¡Esa es la Idea imbécil!― Exclamó Jacko, listo para volver a atacar con toda su ira haciendo arder su cosmos al máximo.
―¡Onda Gigante de Plumas!― Exclamó invocando un huracan con sus alas.
―¡Aguja Escarlata!― Gritó de ira manifestando su poderigneo a través de su aguja.
Esta sin duda, sería una batalla sangrienta y violenta.
La fuerza de un huracan contra la de una llama eterna e imparable.
Dos fuerzas iguales pero opuestas, luchando para obtener venganza del otro.
Un Duelo entre dos fuerzas antagonicas, que lo único que buscaban era, destruír al enemigo frente a ellos.
Así, una vez más, dos compositores se preparaban para entonar, la serenata al odio, la canción que era el himno de esta guerra cruel y sin cuartel.
un himno, que solo podía ser entonado correctamente con destrucción, muerte y violencia.
Continuará…
Ya no me importa más, basta de sonrisas falsas, salvaje voy, lo probé pero no me quedaba así que encontré un mejor par de zapatos para caminar.
Incluso en la derrota, mantengo mi orgullo nunca voy a hablar, mejor aún, mi boca está sellada como la de James Bond.
Tu creiste que me viste, pero al segundo siguiente me fui, no quiero ningun trono, soy un autónomo, lo hago por Benjamines, pero no soy ningún gangster.
(Muéstrame lo que tienes)
Si lo tienes todo porque lucho no sólo verbalmente, yo soy un hombre volátil, tengo un juego que jugar, pensé que podría gustarte la forma en que destruyo cada lugar donde pongo mis manos.
Estoy enfermo hasta el hueso, desde la parte superior de la cúpula a la punta de mi dedo del pie, Yo llamo a los disparos, el líder llama a la caída, no vas a ír a ninguna parte si lo que quieres es tomar mi lugar así.
Mírame corriendo, corriendo, corriendo lejos de las expresiones de las sombras opacas, así que es hora de comerlas y cocinarlas como un filete de carne.
Oh nena tengo toda un equipo conmigo que puede relacionarse con esta destrucción masiva, ¡solo vuelvete loca!
Esto no es ningún defecto, fresco, sin ninguna decadencia.
No es un juego de niños, viviendo este momento, no necesito una repetición.
Ardiendo mi temor, muchos días me equivoqué, demasiadas sombras siguieron empujándome.
Fui arrastrado a los baches que intentaron lavarme el cerebro, hasta el fondo de los desagües, pero no hay nadie que pueda encadenar mi cerebro.
¿Hacer o morir? hice lo que hice, no hay límite hasta que la muerte venga a visitarme.
Tan perversa esta vida es pero la vivo, si debo destruirme en masa, puedo hacerlo en un minuto.
La ira despierta del miedo late fuerte, enfrenta la realidad, nunca seas caritativo.
El enemigo contra el que luchas, cubre a toda la sociedad, ¡Maldita sea!
Mamá no está aquí, tengo que luchar, toda la noche.
Justo aquí Sombra, dirección de las 10, aprovecha el momento destruyen la nación.
Tu rima es a cámara lenta, ¡dame motivación!
Enloquecido ahora y Muerto al llegar.
Redondea alrededor escupe por todas partes, rima como una piedra rodante, viene una multitud
Cuidado que se mueven, te hacen ruido, adivina que es este sonido, bombardea todo el suelo, ¡Así que redondea!
No aflojes el paso, porque el enemigo es brutal.
El momento de la verdad, no hay tregua y tú eres el único, un mundo, un amor.
Pero la batalla continúa, ¡Sombras de Destrucción Masiva!
Y finalmente llegamos al penultimo episodio de esta pequeña saga de la Batalla de Ío, ha sido un camino largo pero ya casi estamos en la recta final con la batalla entre Jacko y Talon.
No tengo mucho que decír al respecto, solo que tanto Jack como el espectro de Grifon les espera un doloroso enfrentamiento.
Pero más que nada será una santa arrastrada.
Pero hasta este momento creo que elnivel de poder entre caballeros dorados y espectros ya ha quedado más que cláro.
Pero ahora que la batalla del escorpión de oro contra el Espectro del Grifón se acerca, solo puedo esperar poder plasmarla con el la imponenica y poder que merecen.
Ya que terminé este episodio… solo queda esperar al siguiente que saldrá… no sé cuando.
Ojalá pronto… por lo mientras intentaré actualizar más rápido pese a que el Trabajo me estpá chupando el alma.
Este tren no tiene frenos, pero debe descansar de vez en cuando, espero que cuando termine este episodio ya pueda concentrarme en los Pecados del Padre, que también me gustaría contar los años que Seiya y Seika pasaron juntos.
Se lo merecen.
Mientras que también me gustaría profundizar más en el entrenamiento de Vuelo de Seinma.
Pero eso tal vez será para después…. Por ahora, no lo descarto pero no sacaré conclusiones precipitadas aún.
Así que solo queda esperar y ver.
Un grand merci à ma fidèle lectrice Shaina Cobra pour avoir toujours suivi cette histoire de près, c'est vraiment un privilège d'avoir votre soutien et votre aide toujours fidèle. Vos opinions ont rendu l'écriture de cette saga de moins en moins difficile.
C'est devenu compliqué à faire mais le désir de voir la fin avec vous tous ne peut même pas être battu hors de moi.
Mais peut-être qu'une petite pause s'impose, même si cet arc doit d'abord être terminé.
En tout cas, j'espère que vous avez beaucoup apprécié, je vous embrasse.
Para mi lectora Princesa del Tikal, espero de antemano que también te haya gustado mucho.
Es un honor para mí ser tu amigo y poer seguir narrando esta historia para tí, sé lo mucho que te gusta y por eso trataré de seguir adelante pese a que cada día parece volverse más complicado.
Pero si las cosas fueran sencillas es que no serían divertidas, ¿verdad?
Ojalá pueda terminar esto pronto para poder contar el episodio de Seika Y Seiya como merece.
Un saludo y un fuerte abrazo.
Y para todos los que llegaron aquí, solo les digo, gracias, muchas gracias por su atención y paciencia.
Tengan una linda semana, un bonito mes y nos vemos a la próxima.
Puntuen y comenten que eso me ayuda.
Yo soy Eddy B y nos vemos hasta la proxima.
Hasta siempre.
