Buen día, tarde o noche a quien lea esto.

Ya se, de nuevo a poner uno de estos mensajes cansinos, pero hay algo que debo aclarar sobre este capitulo, dos cosas de hecho.

Para empezar debo mencionar que este capitulo es más extenso de lo normal, pero no se debe a nada especial, por el contrario se debe a una pequeña muestra de desinterés de mi parte. De la misma forma que ocurrió con el Cap 02 y 03 o el 04 y 05, o inclusos los Cap 14, 15 y 16, esté Cap estaba pensado para ser corto y en partes.

Aunque estaba planeado para ser un Díptico, la verdad no me di a la tarea de dividir el Cap porque me pareció que funcionaba bien como unidad, pero no es nada especial ni tampoco aporta demasiado a la trama. Consideren este como un Cap estándar, ya que si planeo algunas cosas especiales para esta historia, pero este Cap no en una de ellas.

En segunda instancia, mencionare que antes de este Cap esta ubicado otro pero que no estoy convencido de publicar debido a que considero daría demasiado spoiler, y la verdad no quiero modificarlo, por ello voy a no publicarlo simplemente, pero como un dato curioso, ese Cap sin publicar estará relacionado con el Cap 22. Apreciado lector, toma eso en cuenta pues por ello el Cap 22 dará por sentadas algunas cosas dichas en el Cap no publicado, pero no me daré el tiempo de explicarlas ni referenciarlas. Pero, si te interesa, puedes preguntar y con gusto responderé.

Eso es todo lo que necesitaba decir.

Cyberz Fuera.


Al salir por la puerta y estar finalmente en la calle, Lincoln pudo confirmar que Anna estaba ahí, esperando por él en su auto. Ella se veía feliz y la mayor constancia de ello era el ruido que se escuchaba dentro del auto, tenía música puesta a un volumen alto, quizá el suficiente para conseguir que algunos vecinos la consideraran molesta, pero en cuanto él subiera al asiento del copiloto se irían y los problemas serian mínimos.

I want to go wrong, if we do it
We can stop the time tonight
Bring all the bad ones
You know you got it wrong
It means we got it right

A penas abrió la puerta del auto, Lincoln pudo ver como Anna volteaba a verlo mientras cantaba con emoción aquella canción, la cual había reconocido desde antes, y tuvo que aguantar escucharla recitar el coro completo antes de que se decidiera a detenerse para así saludarlo. Había estado algo molesto los últimos dos días, y escuchar justamente esa canción le ponía de aún mas mal humor. Pero era Anna quien la estaba cantando, bien podría ser que lo hacía a propósito para molestarlo, o bien podría ser que simplemente estaba feliz de la visita que harían y era esa su forma de expresarlo.

—Parece que estas de buen humor— comentó Lincoln, terminando de acomodar su cinturón de seguridad mientras Anna avanzaba aún feliz con la música de fondo.

—Claro que lo estoy. Son cuatro días de paseo con mamá y papá, como en los viejos tiempos. ¿Tú no estás feliz?

—Claro que lo estoy, es solo que también estoy algo estresado.

—Es por pensar demasiado en todo.

—¿A qué te refieres?

—Vamos, Lincoln, te conozco bien. No sé qué problema tengas entre manos ahora, pero estoy segura de que es alguna nimiedad que estas desproporcionando por sobre pensarla. Es eso, o un problema increíblemente grande que está fuera de tus capacidades. Y lo más probable es que sea el primer caso.

—Si, creo que tienes razón, es un mal habito, supongo.

—¿Quieres hablar sobre eso?

—Para nada.

—Bien, entonces solo déjalo ir. No quiero que arruines nuestras vacaciones con mamá y papá. Ellos no se merecen eso.

—Si, lo sé. Trataré de no dar problemas.

—¿No te gusta la música?— preguntó ella después de un rato de silencio.

—Si, mucho.

—Lo digo porque quitaste el disco.

—Lo hice sin pensar, si tu quieres lo pongo.

—Si quiero.

—Basta, Anna. Sabes bien porque quité esa música. ¿Puedo poner al menos algo diferente?

—Aguafiestas. Pero está bien, solo pon algo de música.

—¿Qué hay de mamá y papá?— preguntó Lincoln, mientras con cuidado buscaba en aquella aplicación por algo de música diferente.

—Ellos están bien, sabes que están allá desde hace más de una semana. No entiendo cual es la intención de hacer eso cada año.

—Exactamente la misma razón por la que nos siguen invitando a salir con ellos cada año, Anna. Es solo para tenernos a todos unidos.

—Pero no hace falta, ¿o sí?

—No, tampoco creo que haga falta, pero es agradable verlos intentar mejorar las cosas, aun cuando nada haya empeorado o vaya mal.

—Lo sé, mamá y papá son adorables. No sé que voy a hacer cuando ellos se vayan.

—No pienses en eso ahora, o serás tu la que arruine el paseo con ellos.

—¿Hablas en serio? ¿Yo, arruinando un paseo? Eso es imposible, eres tú el que siempre está arruinando todo con tus planes y con tu necesidad de que todo esté en orden.

—Estoy bastante seguro de que mis planes son justo los que nos hacen pasar buenos ratos, es tu forma de ser la que arruina todo por ser tan impulsiva y descuidada.

—Soy espontánea, Lincoln. Un alma libre y un corazón indomable, eso es lo que soy. No puedes esperar que haga lo que un itinerario dice.

—En primer lugar eres ya demasiado mayor para decir esas cosas…

—¡Oye!— exclamó Anna con molestia, sintiendo aquello como un ataque personal.

—En segundo lugar— continuó Lincoln, rodando los ojos de manera molesta y haciendo oídos sordos a la queja de la mujer—, si mis planes fueran malos, mamá y papá no me pedirían en cada viaje que sea yo quien se los organice. Te recuerdo que el paseo que ellos tuvieron y este al que vamos fueron organizados por mí.

—Ñi, ñi, ñi. "Soy el hombre del plan y todo me sale bien". ¿Qué hay de esa vez que planeaste el viaje a la feria y resultó ser un fiasco total? Estuvimos en el hotel todo el día sin poder hacer nada.

—Una tormenta cayo sin aviso, ¿Cómo se supone que yo iba a poder prever eso, o a cambiarlo?

—No lo sé, tú dímelo, eres el hombre del plan.

—Bien, entonces ¿qué me dices de la vez que le dije a papá que cambiara el sistema de cobro del restaurante y administrara de manera digital los sueldos y propinas? Eso fue genial, y debes de admitirlo.

—¿Qué me dices entonces de aquel cumpleaños que organizaste para papá? Sé que arruinaste varios, pero hablo del cumpleaños donde contrataste un show de entretenimiento para fiestas de adultos y resulto ser un show de striptease.

—Admito que ese fue un error descomunal, pero al final todos se divirtieron y fue divertido ver como mamá perdía el aliento con aquel baile.

—Ok, te doy esa victoria, fue gracioso ver a mamá así, pero después de eso los vecinos se volvieron bastante distantes con nosotros.

—Jamás te cayeron bien los vecinos de todas formas. Pero, ¿Qué hay de esa vez cuando organicé el viaje a países bajos para el aniversario de mamá y papá.

—¿Te refieres al viaje en que por un error tuyo al reservar, terminaron hospedados en un hostal de baja categoría y no en el hotel de cuatro estrellas que acordamos?

—No fue tan malo, ellos disfrutaron ese viaje. Les pareció pintoresco ese hostal.

—¿Qué más podrían decirte además de eso? Seguro que no quisieron hacerte sentir mal, eso es todo.

—Bien, entonces dime, ¿Qué tan malo fue el plan para cambiar el ambiente del restaurante? No me negaras que el ambiente más hogareño atrajo muchos más clientes, ¿o sí?

—Rayos, Lincoln. Entonces dime tú, ¿Qué tal salió todo aquella vez que me llevaste al hotel?— la risa en el rostro de Anna era burlona, y sin dudas provocadora— Eso no salió nada bien— recordando aquello, la mujer rio de forma algo exagerada.

—Quería hacer algo romántico por ti. Además solo era un niño, y no tenía ningún tipo de experiencia en esas cosas, no me puedes echar eso en cara.

—¡Claro que puedo! Pero admito que fue adorable de tu parte hacer eso.

—Bien, entonces ¿qué me dices del plan de inversión que le sugerí a papá para poder comprar el segundo piso de aquel edificio?

—Ese plan hubiera sido un fracaso de no ser porque papá y yo estuvimos pendientes de pulirlo y hacer arreglos al momento de ejecutarlo.

—De cualquier forma fue mi plan, y fue un éxito.

—Contrario a lo que fue tu plan para recibir la entrega de la lavadora nueva, ¿cierto? Aquella vez nos quedamos fuera de casa, sin llaves ni dinero y a la hora más inconveniente posible. Y lo peor es que no pudimos recibir la lavadora.

—Eso fue culpa tuya.

—¡Jamás! Yo hice todo bien esa vez.

—Por supuesto que no, hiciste justo todo lo que te dije que no hicieras. Por eso ese perro callejero terminó por orinar tus zapatos.

—Asco, no me hagas recordar eso.

—Puede que no todos mis planes salgan bien, pero si la mayoría de ellos.

—Yo diría que es justo lo opuesto, la mayoría de ellos salen mal.

—Bien, como sea. Los planes más importantes salieron bien, y eso es lo que cuenta.

—De nuevo la salida fácil, eres débil pequeño Lincoln.

—Supongo que lo dices por tu experiencia acumulada a lo largo de muchos, muchos, muchos años.

—Eso fue un golpe bajo. Me dan ganas de lanzarte del auto justo ahora.

—No lo harías— en ese momento Lincoln escuchó el seguro de la puerta ser retirado, por lo que con cierto recelo volteó a ver a Anna y continuó hablando—… Estamos en la autopista y vas a al límite de velocidad, ¿lo notaste?

El ruido del seguro de la puerta se escuchó una vez más, haciendo notar que las puertas estaban bloqueadas de nuevo, permitiendo que Lincoln suspirara de alivio. Cuando Anna hacia ese tipo de cosas, muy dentro de él estaba la duda de si realmente haría lo que decía que haría, pues siempre eran cosas malas las que proponía en aquel tipo de situaciones.

Al final, la discusión continuó sin ir a ningún lado, pero ahora con ambos más relajados después de que Anna se riera del miedo expresado por Lincoln. Ella amaba eso de él, pues a pesar de los años y las experiencias, Lincoln seguía siendo un pequeño niño que se asustaba con las cosas más estúpidas e inverosímiles. Fue entonces que una pregunta rondó su mente, respecto a la ciudad que estaban dejando a tras, y no hacia la que se dirigían.

—Oye, Lincoln. ¿A quién dejaste a cargo del restaurante?

—Pues a cargo de todo está Leonore, aunque no pareció muy animada con el hecho de dejar la tranquilidad de su oficina. Y en la cocina está, por supuesto, Joseph.

—¿No es muy joven para eso?

—Es el más capacitado para eso, te lo aseguro.

—No lo dudo, pero el chico tiene problemas para verse como una figura de autoridad.

—Estará bien. Estaremos fuera menos de una semana y estoy seguro que Leonore tendrá todo en orden. Dejar a Joseph a cargo de la cocina es solo para darle algo de experiencia, pero en realidad Leonore también tomará postura ahí.

—Ese chico es bastante lindo.

—¿Joseph?

—Si, una lástima que sea tan joven. Si fuera algunos años mayor lo invitaría a salir.

—¿De verdad crees que el aceptaría salir contigo?

—¿Por qué no lo haría?— preguntó molesta Anna.

—Nada en especial— respondió Lincoln, soltando una risilla increíblemente baja pero que Anna consiguió escuchar.

—Vamos, Lincoln. Solo mírame, soy hermosa, no hay forma de que se negara a mis encantos.

—Claro, ese rostro demacrado por la fatiga es atractivo para cualquiera.

—¡Dijiste que a ti te gustaba!

—Pues, si. Pero eso no significa que lo que a mí me gusta le guste a todos. Hay días que en lugar de parecer cansada, pareces enferma. ¿Crees que un chico de su edad quiere salir con alguien que se ve así?

—Como sea. Da igual si me veo un poco cansada, igual tengo a mis gemelas y unas piernas atractivas, sería fácil atraerlo con eso.

—Oh. Ya entendí, te referías a algo casual. Pensé que hablabas de algo más serio.

—No hay forma de que busque algo serio con ese chico. Es de buen ver, pero su actitud no me gusta del todo. Me da la impresión de ser un pequeño gigoló narcisista e inmaduro.

—Tienes razón en dos de esas tres cosas. Pero sobre todo es bueno en lo que hace.

—Si es tan bueno, ¿Por qué lo tienes junto a ti en la cocina? ¿No sería más útil ayudando a Leonore o algo así?

—No, haciendo algo así seguramente sería un desperdicio. No hay forma de que él tenga la capacidad para hacer un trabajo así. Pero en la cocina me sirve bastante. Si algo tiene ese chico es que es incluso más organizado que yo, así que siempre está listo para cualquier eventualidad.

—Mientras lo tengas a raya me basta. Ese chico me da mala espina, es un poco raro. No tanto como tú, pero me entiendes, ¿verdad?

—¿Te refieres a la forma en que el mira a las meseras y a las ayudantes?

—Si, es bastante descarado con eso.

—Relájate. Eso no es para tanto, te lo aseguro. Eso está bajo control.

—Lo he visto poner esa mirada rara sobre Lily, ¿sabes? Miraba su pecho en esas ocasiones.

—No lo dudo, pero te aseguro que él no es un problema ni una amenaza para nadie.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Vamos, incluso papá ha dicho que está bien si él trabaja en el restaurante. Es cosa de… ¿hombres?

—No me digas que es alguna de esas estupideces sobre códigos de hombres y estupideces así.

—No, nada de eso. Pero hablo en serio, Anna. Confía en mí, él no le hará nada a nadie, mucho menos a Lily. Por cierto, ¿Cómo le esta yendo ahora a ella? Cuando la llevo a casa me cuenta solo cosas buenas, pero tengo la sensación de que es porque esconde todas las malas.

—No te preocupes por ella. Los primeros dos o tres días parecía tener problemas simples, pero ya está totalmente aclimatada. Me llegó a comentar hace tiempo que no es muy buena con eso de socializar y estar con mucha gente, pero yo veo que le va de maravilla.

—Si, algo parecido me contó. Creo que se refiere a que estar con muchas personas le produce algo de cansancio, y no a ser mala con eso.

—¿Cansancio?

—Si, ya sabes, como cuando no tienes ganas de seguir hablando o de estar en un lugar. Cosas así.

—Cosas de raritos, supongo. Después de todo dijo que le gusta leer comics.

—¿Qué tiene eso de raro?

—Pues me contó que le gusta hacer eso en ropa interior.

—¿Y cuál es el problema con eso?

—Pues que está en ropa interior.

—Pero lo hace en su casa, ¿no? No es como si saliera al parque a leer en ropa interior.

—Si, tienes razón. Es solo que me parece algo extraño. ¿Cómo llega alguien a tener un hábito tan… específico?

—Ahora que lo mencionas, tampoco tengo mucha idea. De hecho juraría que yo hacía eso mismo de niño.

—¿En serio?— rió la mujer— daría lo que fuera por verte así. Un pequeño Lincoln en calzoncillos leyendo sus comics recostado boca abajo sobre su cama, con sus pies alzados, como adolecente de Sitcom noventera.

—Si, escuchando esa descripción creo que hasta yo daría lo que fuera por verme así. A pesar de todo aquella época tuvo sus cosas buenas.

—Oye, Lincoln, ahora que tomamos el tema, hay algo que me gustaría preguntarte.

—Te escucho— aclaró Lincoln, confiando en que el rostro serio de Anna implicaba que la conversación seria sobre algo serio y no una broma suya.

—Aquel día en el baño, me quedé con la duda. Sé que lo has dicho un montón de veces, pero, ¿Qué tan a fondo has pensado sobre ello? Me refiero a lo que harías si te toparas con tú— ella se corrigió antes de cometer un traspié—, si te encontraras con los Loud?

—También he pensado mucho sobre eso, pero la verdad no estoy seguro de nada aún. Algunas veces me pone triste pensar en cómo me fui y me hace querer disculparme con ellos. En otras ocasiones me pone furioso y de verdad me hace sentir que lo primero que haría sería darles con el puño en la cara. También hay veces que me arrepiento por dejar a las más pequeñas, ellas no tenían la culpa de nada, y estoy seguro que de alguna forma por lo que hice ellas sienten ahora que si fue culpa de ellas.

—Entonces… ¿hay una posibilidad de que vuelvas con ellos después de que todos se pidan perdón?

—No, para nada. Ni en mis fantasías más locas o en mis arrebatos más salvajes ha venido esa idea a mi mente. En serio, no hay manera de que vuelva con ellos. No tiene ningún caso a estas alturas.

—¿Por qué lo dices?

—En primer lugar, no creo topármelos nunca más. Fuiste tú quien dijo eso, ¿recuerdas? Pero aun si me los encontrase, estoy seguro de que no podríamos reconocernos, al menos yo no podría reconocerlos, con excepción de, ya sabes. Quizá también a mis padres… a sus padres, suponiendo que sigan vivos. Pero si yo me encontrara con ellos, sus padres, no podría hablar con ellos, a pesar de todo el tiempo que pasó, no creo que pueda perdonarlos, no ahora, no aun después de mi muerte. Lo mismo va para mis hermanas mayores, excepto Leni. Da igual lo que me digan o lo que hagan, no creo jamás tomar en serio sus disculpas y tampoco hay nada que puedan hacer para que me sienta cómodo aceptándolas.

»Sobre las pequeñas y Leni, creo que con ellas seria yo el que debería disculparse. Sé que por ser pequeñas terminaron por solo imitar a las otras, pero con el tiempo me di cuenta de que eran muy pequeñas para realmente sentirse de la misma forma que las otras. Creo que con ellas pude haber arreglado las cosas de no ser por todo el lio del abuelo, pero el punto es que me fui y las dejé, las abandoné. Pese a todo ellas me veían como su hermano mayor y quizá si me querían después de todo.

—Esa chica, Leni, debió ser la que más sufrió con todo eso.

—Si, también creo eso.

—¿No te da miedo que ella este con el resto?

—¿Leni?

—Si, ya sabes, si ellas te hicieron eso, quien sabe que podrían haberle hecho a ella.

—No creo que le hagan nada, es imposible pensar en hacerle algo malo a Leni. Además Lori la cuidaba mucho, nunca dejó de hacerlo hasta donde recuerdo. Cuando me fui de ahí, también temí por eso, o por Lily, pero la verdad es que era solo a mí a quien trataban de esa forma. Veo difícil que alguna de ellas haya tomado mi lugar, y puede que hasta se hayan detenido por completo después de eso.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé, es solo que me gusta pensar que ese es el caso. Si todo eso hubiera continuado y ahora otra de mis hermanas tuviera que ser la víctima, jamás me lo perdonaría.

—No es como si fuera tu culpa que algo así pasara.

—Claro que sí, yo me fui de la casa. Si eso continuó con otra de mis hermanas, estoy seguro de que se pudo evitar de haberme quedado.

—Bueno, sabemos que al menos algunas de ellas están en buenas condiciones. Y no parece que haya escándalos alrededor de ellas.

—Si, eso es bueno. Seguramente todo se arregló para ellas cuando me fui. Al final supongo que si fue la mejor decisión. El abuelo era alguien sabio después de todo.

—Cuéntame más sobre él. Me has contado muchas cosas sobre Leni, y algunas cuantas del resto, pero de tu abuelo has hablado muy poco.

—No hay mucho que decir, era un anciano regordete y con una vitalidad envidiable para cualquiera de su edad.

—¿Eso es todo? ¿No dijiste que él te ayudó a escapar?

—Si, algo así. También fue gracias a él que me di cuenta de lo mucho que me odiaban mis hermanas. De no ser por él seguramente seguiría en ese pueblo siendo miserable.

—¿Cómo lo hizo? ¿Cómo te hizo darte cuenta de que la loca de tu hermana te odiaba?

—Ya no recuerdo que edad tenia, pero aun era un niño. El abuelo fue de visita a la casa por una semana o algo así. Recuerdo que el mencionó algo sobre una fuga de gas en la residencia en que estaba, y mientras arreglaban eso debía evacuarse el edificio. Fue durante esa semana que el abuelo notó la forma en que todas me trataban, creo que incluso habló con Rita y Lynn sobre eso, pero incluso ellos estaban ya algo ensañados conmigo.

—¿Cómo es que terminaron siendo tan malas personas contigo?— Anna, molesta, apretó con fuerza el volante del auto.

—Pues, ellos siempre me trataron diferente, pero nunca fue nada malo realmente. Si tuviera que decirlo, todo comenzó con un partido de beisbol, o futbol, o ¿cricket? La verdad no recuerdo bien, Lenna siempre practicó muchos deportes.

—Oh. Ella… no me sorprende. Es la que te acusó de mala suerte, ¿cierto?

—Así es. Cuando eso pasó, todo se salió de control muy rápido, en menos de una semana me habían convencido de que lo mejor era dormir afuera para evitar mi mala suerte. Pero así de rápido como empezó esa tontería, terminó. Solo tuvimos que escuchar a Lisa dando sus argumentos sobre como las creencias y la histeria colectiva funcionaba. Aunque el plan era hacerme dormir en el patio de la casa, al final no pasó eso porque Lisa nos dijo todo eso sobre la suerte y la estadística.

—Ya veo. Recuerdo que mencionaste eso. Pero no fue para tanto, ¿o sí? Fue bastante peor después.

—Sí. Después de ese incidente es que todo comenzó a ponerse raro en esa casa. ¿Recuerdas todo lo que te conté sobre Lori y las juntas de hermanas?— Anna asintió a la pregunta— Pues eso, después del incidente de la mala suerte fue como si a todas ellas les hubieran activado un interruptor. Lo demás ya lo sabes.

—¿Y cómo fue que tu abuelo te ayudó a escapar?

—En realidad el no me ayudó a escapar, él solo me dio la idea. Cuando el abuelo sufrió un infarto, todos nos preocupamos por su salud, pero él estaba seguro de que era su final, y nadie lo dudaba, había perdido toda la vitalidad que tenia después de eso. Ir a visitarlo al hospital era algo que hacía mucho, no solo por querer ver al abuelo sino también porque me permitía estar fuera de casa. En esas visitas el escucho de mi algunas de las cosas que la familia me hacía y eso lo molestó.

—Por supuesto que se molestó, solo una persona estúpida y despiadada no sentiría empatía por lo que esos idiotas te hacían.

—Él habló con ellos, pero de nada sirvió. Cuando me contó sobre lo que habló con ellos, me sentí bastante mal. Ya no recuerdo con claridad todo lo que me dijo, pero en pocas palabras parecía que mi abuelo estaba decepcionado, su hija estaba convencida de que no era nada malo lo que me hacían, y Lynn, bueno, el abuelo jamás sintió que él fuera un verdadero hombre, podía esperar de ese sujeto ese tipo de conductas.

—Debió ser un tipo mediocre y lamentable.

—El abuelo trató de pedir ayuda a conocidos suyos, quería presentar un juicio para que me alejaran de la familia y todo eso. Pero no había forma de que eso saliera bien.

—No tenias mas familia, ¿cierto?

—En realidad, lo que preocupaba al abuelo sobre ese tema era que, por muy mal que me trataran a mí, a mis hermanas seguían cuidándolas y atendiéndolas. Si un juicio así daba pie, entonces era seguro que no solo yo sería alejado de esa familia. El abuelo tenía miedo de que las más pequeñas terminaran en un orfanato o en alguna casa de acogida, donde no sabría si estarían bien o no.

—Creo que cualquier lugar hubiera sido mejor para tus hermanas menores. Estar expuestas a ese ambiente toxico no pudo ser nada bueno para ellas.

—El abuelo también tenía miedo a morir. Un juicio así es lento y por la cantidad de hijos, sería difícil que el abuelo aguantara hasta el final. Por eso me dio la idea de escapar.

—Pero, esa idea fue una estupidez. ¿Por qué te sugeriría algo así de arriesgado y tonto?

—Él quería que fuera en busca de un conocido suyo, me dijo que estando con el podría empezar de nuevo sin pensar en la familia. Me pidió que poco a poco sacara el dinero de su cuenta bancaria y el día que murió yo también estaba convencido de que escapar era lo único que me quedaba. El día del sepelio simplemente me fui, nunca encontré al tipo que el abuelo me mencionó, pero por estar vagando tanto tiempo, al final seguí haciéndolo, caminaba por todos lados hasta cansarme y el resto de la historia lo conoces bien.

—Le debo mucho a ese viejo.

—¿Qué quieres decir?— preguntó confundido Lincoln.

—Bueno, si él no te hubiera convencido de hacer esa estupidez, jamás te habría conocido.

Lincoln sonrió al escuchar eso y con calma miro el paisaje a través de la ventana del auto, poniendo atención a cómo es que dejaban atrás la autopista, mientras el horizonte permanecía estático.

»Hace tiempo— continuó Anna, atenta a la vista en su parabrisas—, aún estaba en el proceso de tesis para la carrera, me surgió una duda, ¿sabes? Investigué ese lugar donde vivías, y hasta ahora jamás habías mencionado que era en Michigan. ¿Cómo viajaste tanta distancia? Son más de ochocientas millas.

—No tengo la menor idea. Supongo que fue por el miedo o algo así. En realidad yo debía ir a Wisconsin, pero a pesar de tener dinero del abuelo me perdí con mucha facilidad y antes de darme cuenta simplemente estaba vagando sin mucho rumbo.

—¿Cómo fue eso? ¿Podrías contarme esa parte?

—Cuando el abuelo murió, la intención era hacer un sepelio corto. Ellos no eran religiosos, así que pretendían mantener su cuerpo un par de días, para que recibiera visitas y después lo cremarían para tenerlo en una urna en casa. El primer día que lo tuvieron a vista de las personas fue cuando me preparé. Al regresar a casa tome las pocas cosas importantes que tenía y esa misma noche me fui. El abuelo ya me había dicho como llegar a Wisconsin y como encontrar el Centro de Veteranos de ese estado, ahí podría preguntar por su amigo, ya no recuerdo su nombre.

»Tomé el dinero que estaba escondiendo y simplemente me fui. Aunque no estaba interesado en hacerlo, dejé una nota corta y salí de casa por la madrugada, o por la noche. No recuerdo muy bien ese tipo de detalles. Hice exactamente lo que el abuelo me dijo para llegar hasta Wisconsin, pero no fue tan fácil como creía. Durante toda una semana estuve asustado por culpa de la estación de autobuses de Haseltucky.

—¿Por qué?

—Era la ciudad grande más cercana, así que obviamente fui ahí con la intención de tomar un autobús que me llevara lo más cerca de Indiana. Después de eso haría el viaje a Wisconsin. Pero a penas llegué a Haseltucky, ya se había dado el reporte de mi desaparición. Y con mi cabello fue muy fácil reconocerme. Tuve que escapar de aquella estación de autobuses. Dejé atrás mi mochila y la mayoría de mi dinero, y estuve escondido en las calles por varios días.

—¿Así comenzó eso?

—Si… y también ahí comenzó mi apariencia asquerosa, al menos para ti. Aunque tenía algo de dinero conmigo, no me atreví a rentar una habitación en un hotel. Para empezar sabia que sería sospechoso, además tenía miedo de que me reconocieran por mi cabello, pero a los días me di cuenta de que simplemente debía deshacerme de ese rasgo distintivo y podría pasar más desapercibido.

—Odio a tu familia por privarte de tu bonito cabello blanco.

—Fue difícil, compre ropa nueva y en una tienda de conveniencia compre un par de rastrillos para rasurar mi cabeza. Lo hice en un baño público y la verdad esa primera vez no fue tan visceral como pensé que sería. Cuando vi mi cabello en el lavabo no me importó mucho, aunque si me sentí muy raro al verme calvo frente al espejo, no me parecía a mí mismo. Al final me dio miedo viajar en autobús o en auto a cualquier lugar, así que empecé a caminar a través de las ciudades pensando en cómo llegar hasta donde debería, pero cuando se me acabó el dinero, todo empeoró.

—¿Fue cuando terminaste así?

—Si… fue humillante, no quisiera hablar mucho de eso, pero al final terminé de alguna forma en Dakota del Norte. Sabrás ya en qué ciudad y por cual época sucedió eso.

—¿Cuánto tiempo estuviste en la ciudad antes de empezar a dormir en el callejón?

—Un par de días, no estoy muy seguro, pero fue poco tiempo. Y también fueron pocos días los que pude dormir en el callejón.

—Papá me conto sobre eso, fue años después, cuando te conocí no sabía que ellos te hacían eso. Lamento haber sido tan dura contigo en esa época.

—No te puedo culpar de nada, eran ellos los que me trataban así, además tu papá…

—¡Hey!

—Cuando papá vio los videos de la cámara fue muy amable conmigo. Siempre lo fue, recuerdo que cuando el tipo obeso que me molestaba y me pedía dinero a cambio de dejarme dormir ahí fue descubierto, papá lo despidió. Lloré ese día.

—¿Por qué?

—No tengo idea, solo fue que cuando papá me invitó a entrar y me dio comida caliente mientras me decía que despidió a esos idiotas, me sentí aliviado. Hacía mucho tiempo que nadie hacia algo bueno por mí, y papá… fue reconfortante saber que aún había personas que podían preocuparse por mí. Sé que el tenia sus manos llenas en aquel momento, así que todo lo que hizo por mi desde ese momento es algo por lo que le estaré agradecido toda mi vida.

—¿Te encuentras bien?— preguntó Anna, en aparente preocupación.

—Si, no te preocupes, no me gusta mucho hablar sobre eso, pero tampoco es que me haga sentir muy mal…

—Entonces conduce tú, ya no me siento de humor para seguir manejando…

Lincoln no respondió a eso, dejó que Anna desacelerara el auto mientras se orillaba en la acotación de la autopista. Al bajar del auto, planeaba ir directamente al asiento del piloto y comenzar a conducir, pero Anna no se lo permitió, lo interceptó frente al auto y lo mantuvo abrazado con mucha intensidad, dejando salir profundos suspiros mientras su respiración se entrecortaba al paso del tiempo. Aquello no fue suficiente, Lincoln debió mantener ese abrazo mientras ambos subían al asiento trasero del auto para permitirle a Anna llorar sin muchos miramientos.

Ella rodeo a Lincoln con sus brazos y lo sujeto con mucha fuerza, sabía que nada de eso estuvo en sus manos, pero aún le frustraba escuchar sobre todo lo que Lincoln alguna vez tuvo que sufrir por culpa de su familia. Él era el amor de su vida, y aunque no estaba dispuesta a formar una familia con él, tampoco estaba dispuesta a dejarlo ir nunca, así como también le era fácil molestarse cuando sabía que algo o alguien lo lastimaba. Con vergüenza, Anna debió continuar el viaje como copiloto, escuchando a Lincoln reírse de ella por ser una llorona a pesar de siempre quererse ver como alguien despreocupada.