Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
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Noches de lluvia, días de sol
16
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Temía parpadear y verse de nuevo en medio del campo de batalla, luchando por sobrevivir en un ciclo eterno de asesinar o ser asesinado. Todo lo que deseaba era hundirse en los bonitos ojos azules de Naruto y volver a estar en sus brazos. Quería finalmente conocer a su hija, dejar de ser un extraño y ocupar el lugar que le correspondía.
Entonces, ¿por qué tenía tanto miedo? ¿Por qué no podía calmar el alocado ritmo de su corazón?
El breve destello de luz en el cielo, seguido del sonido de un trueno, lo hizo suspirar y resignarse. Quedarse ahí, con la despiadada tormenta encima de él, no valía la pena. Y estaba agotado. Probablemente podría dormir por días sin parar. Así que, decidido, levantó el brazo derecho y dio unos toques en la puerta, esperando que fueran lo suficientemente fuertes como para que Naruto pudiera escucharlos.
O tal vez no. Era tarde, era probable que el rubio ya estuviera en cama. Tal vez debería buscar algún sitio donde…
La puerta se abrió.
Bueno, solo un poco. Lo suficiente para que una cabeza rubia se asomara desde el interior.
El dueño vestía apenas unos pantalones y una camisa de pijama, pero se había puesto una bata encima para ir a atender la puerta. Se notaba que debía haber estado ya en cama, pero no lucía somnoliento.
Sus ojos azules se posaron en él, su ceño levemente fruncido. Vio cómo parpadeaba, como si inicialmente fuera incapaz de registrar quién era. Entonces, sus facciones se suavizaron, cambiando a una expresión de estupefacción. Sus ojos comenzaron a brillar, señal de las lágrimas que se acumulaban en ellos.
—¿Sa-Sasuke? —la voz le temblaba, y tuvo que aferrarse con fuerza a la orilla de la puerta para poder mantenerse en pie.
¿Y si era solo producto de su imaginación?
No sería la primera vez, a su mente le gustaba hacerle jugarretas de vez en cuando, pero…
—Estoy en casa, Naruto.
Con un sollozo, la puerta fue abierta completamente con rudeza y Sasuke se encontró a sí mismo prisionero de los cálidos brazos de su omega, que se aferraban a su cuello con fuerza, sin importar el agua de la lluvia ni lo empapado que estuviera su cuerpo.
Cerró los ojos, dejando escapar el aire que mantenía en sus pulmones y apretando a Naruto contra sí, enterrando la nariz en su cuello y respirando su familiar aroma por primera vez en mucho tiempo. Su cuerpo temblaba con pequeños espasmos y pronto se dio cuenta que el rubio no era el único que estaba llorando.
Se quedaron así, abrazados, por varios minutos. La mera idea de separarse parecía dolorosa cuando finalmente estaban juntos otra vez. O al menos así era hasta que un viento azotó en su dirección y Naruto estornudó involuntariamente. Sasuke entonces lo separó un poco de su cuerpo para buscar su mirada.
—Enfermarás —murmuró, instándolo a regresar al interior.
El rubio se quedó viéndolo unos segundos antes de reaccionar.
—¡Joder! Estás empapado, eres tú quien va a enfermarse.
Fue guiado dentro de la casa casi a la fuerza, la puerta siendo cerrada tras ellos. Sasuke dejó que la maleta que traía consigo, donde guardaba sus pocas pertenencias, cayera al suelo junto a la entrada sin preocuparse por ella en lo más mínimo.
Naruto volvió a abrazarlo, llorando en su oído, y Sasuke se limitó a rodear su cuerpo y apretarlo contra él, hundiendo su nariz en el cuello de su omega y respirando su intenso aroma, grabándolo a fuego de nuevo en su mente.
—Has vuelto. Has vuelto —repetía el rubio una y otra vez, enredando sus dedos entre los cortos cabellos negros de su esposo. —Estás vivo y estás aquí. Regresaste a mí…
Apartándose un poco pero manteniendo las manos en sus hombros, Naruto inspeccionó su rostro, como si con ello pudiera asegurarse de que Sasuke en verdad estaba sano y salvo, en sus brazos otra vez.
—Tenía tanto miedo de perderte… —murmuró con voz apenas audible, y luego cerró los ojos cuanto una mano acunó su mejilla y una boca cubrió la suya.
Fue un beso intenso y algo desesperado, el primero en más de dos años. Sus labios se acoplaron al instante, como si a pesar del tiempo todavía conservaran esa familiaridad y ese sentido de pertenencia. Los labios de Sasuke estaban secos y algo toscos, pero lo acogieron con una dulzura que hubiera podido derribarlo ahí mismo si no hubiera estado fuertemente sujetado a su cuello. Era un beso con sabor a hogar, a añoranza. Un beso de reconocimiento y promesa.
—Lo sé —susurró Sasuke contra sus labios cuando se separaron para recuperar el aliento.
—¿Qué pasó contigo? Recibí un telegrama, dijeron que estabas desaparecido en combate. Pasaron meses y no volví a saber nada más… Pensé- Pensé que tú…
Sasuke lo calló con un beso, más corto esta vez.
—Estoy aquí, estoy bien —le prometió. —Cuando me encontraron y regresé al cuartel, lo primero que hice fue escribirte una carta, pero me dijeron que me enviarían directo a casa y que la carta tomaría mucho más en llegar de lo que duraría mi viaje, así que me limité a tomar mis cosas y marcharme.
Naruto dejó salir un suspiro tembloroso y deslizó sus manos por los brazos de Sasuke para centrarse y sentir su calor. No obstante, cuando su mano derecha se encontró tocando una manga vacía, no pudo refrenar el jadeo de sorpresa que se le escapó.
—¡Mierda, Sasuke! Tu brazo… ¿Q-Qué? ¿Cómo? —tomó dos pasos hacia atrás y observó con los ojos bien abiertos que, efectivamente, la manga izquierda de Sasuke caía floja e inútil, el lugar donde anteriormente se encontraba su brazo totalmente vacío. Ni siquiera lo había notado al principio, con lo ocupado que estaba pensando que Sasuke estaba aquí otra vez.
El pelinegro suspiró.
—Fue el precio que tuve que pagar para poder volver aquí, contigo.
—P-Pero…
—Naruto, no importa. No me hubiera importado perder ambos brazos y ambas piernas con tal de poder volver a casa.
Pudo haber perdido mucho más que eso. Pudo haber muerto allá, solo, en medio de agonía y miseria. En cambio, con sacrificar un solo brazo, había ganado su libertad y un boleto directo de regreso a casa con su familia. Su muñón aún dolía como el infierno, los cientos de cicatrices todavía quemaban su piel, pero todos esos malestares se reducían a nada solo con la reconfortante presencia de su esposo.
—Que no te importa, dices… ¡Imbécil! —aunque sus palabras fueron algo duras, las manos acariciando sus hombros eran gentiles.
Sasuke no pudo evitar la pequeña sonrisa que se asomó en sus labios ante su actitud.
Oh, cómo lo había extrañado.
—Naruto —lo llamó, distrayendo su atención de la manga que colgaba libremente de lo que quedaba de su brazo izquierdo.
—¿Huh?
—Quiero conocer a mi hija.
Los ojos del rubio brillaron al instante.
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N/A: Bueno, este capítulo ya lo tenía escrito desde hace más de un año, así que pensé que no tenía sentido esperar más para publicarlo.
¡Nos vemos pronto¡ (Espero xd)
