Hooola? Alguien por aquí? Perdón por la demora a quienes siguen esta historia. Dos meses tardé en actualizar. No tengo excusa. Aunque estoy compensando con un capítulo un poco largo, prometo no tardar en subir el otro. Espero se estén encariñando con los personajes, como yo lo hago. Hay personajes nuevos que estoy agregando aunque nuestros protagonistas son lo más importante. Espero que les guste como se está llevando la historia. Recibo cualquier comentario. Gracias por esperar y por leer. Sin más que decir, aquí está este capítulo. Las quiero mil.


CAPÍTULO XV

Nueve años atrás…

La luz del sol que apenas penetraba por las cortinas oscuras, le molestaba cuando intentaba abrir los ojos. No quería despertar, solo quería dormir y no tener que abrir sus pupilas, pues cada que lo hacía las lágrimas volvían una y otra vez sin control. Estaba cansada de llorar, pero era algo que no podía evitar. El mundo no entendía que ella lo único que quería era dormir, cerrar los ojos y no despertar. Dolor, solo eso era lo que en su pecho sentía. Un dolor del alma.

-¿Jandi? Voy a entrar…- Escuchaba la voz de Junpyo, pero solo quería que se fuera, se envolvió en la sábana. No quería enfrentarlo, odiaba que la viera de ese modo, no es lo que hubiera querido. Sintió como su peso se hundía en el colchón y le quitaba la tela de encima con suavidad. No quería escuchar nada que le viniera a decir.

- Amor, te aviso que ya está todo listo. Creo que… es tiempo de que salgas de estas cuatro paredes, es tiempo de que dejes de evitarlo y lo conozcas. Los invitados llegarán pronto, tienes tiempo de arreglarte- un calor invadió su cuerpo, el dolor se convirtió en odio, que fácil fue para él sustituir al verdadero hijo de ambos. ¿Cómo podía hacerle eso? No tuvo un funeral, no le dejaron siquiera despedirse como es debido, tocar por última vez su frágil cuerpecito. No sabía dónde lo habían puesto, donde había acabado. A nadie le importaba, solo a ella. Nadie sabía lo que era haber sentido sus latidos, sus pequeñas piernitas golpeando las paredes de su vientre. La ilusión que día a día despertaba en ella, el poder palpar al fin sus manitos, su rostro, conocer sus facciones. Y que después.. en un segundo, todo eso se viniera abajo, saber que no podría tomarlo entre sus brazos, alimentarlo, acariciar su rostro. Otra vez sintió ese dolor insoportable de la impotencia y el desasosiego, nuevas lágrimas empezaban a salir trazando el mismo camino que las anteriores.

- El no es mi Hijo- contesto con los dientes apretados. Junpyo cerró y abrió los ojos con cansancio.

-Jandi, está cumpliendo un año. ¿Puedes hacer un esfuerzo?-

-¿Cómo puedes pedirme que celebre una fiesta, cuando hoy se cumple un año de la muerte de mi hijo!!?- Le dijo alzando la voz entrecortada por el llanto y el enojo.

-Jandi…-

-¡No! No me pidas eso. No vuelvas a mencionarme nada de ese Niño. Eres tan insensible como tu Madre-

-¡Nunca voy a olvidar a nuestro hijo!, pero la vida sigue Jandi. Nos tenemos el uno al otro y ahora tenemos la oportunidad de cuidar a otro ser humano inocente. No estoy sustituyéndolo. Solo… quería que el dolor fuera menos para ti-

- ¿Trayendo a un usurpador?. Creo que en realidad no me conoces. Yo tenía que superar el dolor de la pérdida, pero… ¿Cómo puedo hacerlo?, si veo que a nadie le importa, que anda otro suplantandolo, tratando de borrar su recuerdo, ¿Hacer como si él nunca hubiera existido?-

-¡A mi también me duele Jandi! Pero te has encerrado en tu dolor- La tomó de las manos, endureció la mandíbula y bajo la cabeza para disimular las lagrimas. -Me haces falta. No puedo superar esto yo solo, sin ti. No puedo ver como te consumes día con día. Te estás matando y me estás matando a mi- Le besó las manos con ternura, y luego las pasó por su mejilla.

-Regresa mi amor. Regresa conmigo, Te necesito- Ella lo miraba acongojada, le acarició la cabeza que él ahora mantenía en su regazo. ¿De verdad estaba compartiendo su dolor?

-¿Por qué lo trajiste?- Junpyo levantó la mirada y volvió a besar sus manos.

- Mi madre y mi hermana pensaron que era buena idea adoptar un bebé, para superar mejor la pérdida. Yo no quise reemplazar a nuestro hijo Jandi, nunca lo haré, pero tal vez, el ocuparnos en la crianza de otro bebé, nos ayude a no consumirnos por el dolor. Podremos superar esto juntos Jandi. Pero te necesito en esto. El niño no tiene culpa de nada. ¡Ya está aquí!-Jandi lo miraba aún dudosa. – Piensa que nosotros perdimos a nuestro Niño, pero él fue abandonado por sus Padres, necesita amor, cariño. Algo que no pudimos darle al nuestro - . Jandi se soltó de su agarre y cruzó los brazos.

- Está bien- Haré lo que me pides. Pero no te prometo mucho-

-¡Gracias!- le respondió con una sonrisa y se acercó a ella para besar su mejilla. Después salió más animado. Junpyo tenía razón, pensó, ese Niño no tenía culpa de nada y estaba desamparado, ella no concebía la idea de que alguien dejara a un bebé a su suerte. Trataría de conocerlo y acercarse, pero de lo que estaba segura, es de que él, jamás sería su hijo. Había decidido ir al jardín donde se llevaba a cabo la fiesta. Junpyo tenía cargado al bebé y le daba besos en la mejilla. Estaban tomándose fotografías en la mesa del pastel. Las pequeñas manitas tocaban los rizos de su Padre adoptivo, mientras todos aplaudían.

- Se ven bien los dos, ¿no crees?- Jandy sintió escalofríos al reconocer la voz tan cerca de su oído-

-Creo que no te necesitan. Se supone que serías tú quien le daría un heredero, pero tu vientre está podrido. Tuvo que buscarlo por él mismo, no has sido la esposa que mi hijo necesitaba- Jandi se giró para verla con el odio llenando sus venas. Le picaban los ojos por las lágrimas que amenazaban con salir.

- Siempre supe que no eras adecuada, solo has sido una carga en su vida. Tenías que haberte ido cuando te lo pedí- y con una mirada de suficiencia y altanería se giró para enfrentar su mirada.

-Jandi- escuchó que la llamaron. Pero ella solo se giró para irse de ahí. Escuchaba como alguien seguía sus pasos, llegó hasta otro jardín apartado de la fiesta. Su rostro ya estaba bañado en lágrimas. ¿Para qué salió? Tenía que haberse quedado encerrada, se arrodilló sobre la loza helada y se tapó el rostro con las manos dejando fluir libremente su llanto. Alguien la tomó de los hombros por la espalda. Sintió como la giraron con delicadeza para apoyarla en un pecho mientras la abrazaban para consolarla.

- Es bueno que llores, como también es bueno que hayas decidido salir. No te asustes, es normal después de tanto tiempo de no hablar con nadie- La voz de su bombero siempre lograba reconfortarla. ¿Hace cuanto tiempo que no lo escuchaba? ¿Cuánto tiempo había necesitado su voz? Se abrazó a él y lloró con más ímpetu. Sacando su dolor. Él le brindaba consuelo sin preguntar, sin saber el motivo de su dolor. Solo era un Hombro para llorar, para reconfortar. Cuando sintió que se estaba calmando, él la separó un poco y sacó un pañuelo para limpiarle las lágrimas.

- Es bueno verte de nuevo. Aunque me hubiera gustado que no fuera así. Algo te está lastimando y se que no vas a decírmelo. Pero siempre puedo ofrecer mi hombro cuando lo necesites- Le Sonrió de medio lado y le levantó el rostro por la barbilla.

-¿Quién te hace daño Nutria? ¿Por qué no estás con Junpyo y tu bebé?- Al escuchar nombrar al bebé, cambió su llanto por molestia.

-¿Te gusta?-

-¿Cómo dices?-

-¿Tu amas al niño?-

-¿Por qué no lo haría? Es un niño maravilloso, Además es hijo de ustedes y soy su padrino- Jandi le regresó el pañuelo y se alejó de él sin decir nada.

-¿Qué pasa? ¿A dónde vas?- Jihoo corrió hacia ella para darle alcance, cuando estuvo lo suficientemente cerca la tomó del brazo y la giró hacia él.

-¿A dónde vas? ¿Por qué te alejas así?- Jandi ya no lloraba pero tenía el rostro endurecido.

-No quiero que vuelvas a acercarte a Mi-

-¿Y puedes decirme por qué?-

-Porque eres igual a ellos. Nunca viniste a verme. ¿Sabias siquiera si estaba bien? Te conformas solo con lo que ves.-

-¿A qué vienen esos reclamos?-

-A qué la vida de ensueño de Junpyo se debe a ese Niño que ustedes adoran. Pero no les importa que yo no esté presente. ¿Por qué hasta ahora ofreces tu consuelo? ¿Dónde estuviste todo este año? ¡Tú también me dejaste!- Jihoo intento acercarse, pero Jandi retrocedía a Cada paso que El daba hacía ella.

-Te dije que no te acercaras más- Jihoo se detuvo mirándola contrariado. Ella estaba muy mal. El no había estado presente en el nacimiento de Doyun por estar fuera del país, cuando regresó, le dijeron que no podría ver al niño debido a un problema congénito, tendrían que esperar. Sin embargo, cuando pudo conocerlo, solo Junpyo y su familia, eran quienes estaban en los alrededores. Y cada vez que preguntaba por ella, le decían que estaba descansando. Algo más pasaba y eso podía notarlo ahora. Debió insistir más en verla, pues algo dentro de él lo inquietaba, ese presentimiento de que algo iba mal. Lo que alguna vez llamo, "La campana de Emergencia", y al parecer había estado sonando. Intento acercarse nuevamente.

-Jandi… no entiendo qué es lo que te tiene así. Y te pido perdón por no haber estado todo este tiempo. Pero siempre preguntaba por ti y me decían que no podía verte, que estabas descansando o con jaqueca- Jandi arrugó el entrecejo extrañada.

-No sé si a los demás les decían lo mismo- continuó diciendo Jihoo. – Pero… mi campana seguía sonando y yo seguía regresando… sólo que nunca pude verte-Jandi bajo la cabeza y comenzó a llorar nuevamentente. El no sabía nada, nadie sabía nada. ¿Por qué? Junpyo no les dijo nada a sus amigos, estaba sola.

-¿Jandi?- volvió a llamarla.

-Vete Jihoo. No puedes ayudarme-

-Si me dijeras que te pasa, podría…;

-¡No quiero tu ayuda! ¡No quiero verte! ¡No quiero que ninguno de ustedes esté aquí!- Jihoo apretó la mandíbula.

-Está bien, me iré, pero siempre estaré viniendo a ver a Doyun, a Junpyo y a ti. Eres mi amiga, y me preocupo por tu bienestar y sé que algo te está lastimando. Cuando cambies de opinión, siempre puedes acudir a mi. Nos vemos Jandi- hizo una reverencia y se dió la vuelta para irse. Jandi lo veía con ojos tristes. Avanzó unos pasos en un intento de perseguirlo y detenerlo. Pero se detuvo. No podía decirle lo que estaba pasando, primero tendría que hablar con Junpyo. ¿Por qué les oculto algo tan importante como la muerte de su hijo y el estado de depresión en el que ella ha estado viviendo? ¿Por qué no les dijo que el niño que estaba con ellos era adoptado? Era muy extraño. Se dió la la vuelta y encontró al esposo de Jun Hee apoyando en una columna con los brazos cruzados. Estaba mirándola con una sonrisa de suficiencia.

-¿Siempre te gustó ese tipo no?-

-¿Qué?- le contestó medio enojada. Lim Wong descruzo los brazos y se acercó a ella.

-Mi suegra siempre ha dicho que eres una ramera… creo que tiene razón – le dijo mirándola de pies a cabeza. Jandi sintió un calor recorrerle el cuerpo, la ira se apoderó de ella. Esa mujer nunca la dejaría en paz, levantó su mano y estrelló su palma en el rostro de ese idiota.

-No vuelvas a llamarme así- le gritó. El Hombre le regresó la mirada con ira, al tiempo que se sobaba la mejilla donde había recibido la bofetada.

-¿Así es como agradeces la ayuda que les hemos brindado? Solo los plebeyos son tan vulgares para hacer estas cosas-

-¡Callate! ¡Alejate de Mi! ¡Alejense de mí todos!-

-Más bien tú deberías irte. Este nunca ha sido tu lugar, ¿entiendes Lavandera?, Solo Mira quien debería ser la señora de Gu- La jaló de la mano fuertemente y la llevó al lugar de la fiesta nuevamente. Jandi apretaba los ojos al sentir la presión de su mano siendo torturada por su captor, ya no sentía los dedos. Pero todo esto lo olvido en el momento en que sus ojos veían con incredulidad la tierna escena que se estaba presentando. El dolor en su pecho se hizo más evidente cuando vio ahí como un retrato familiar, a su antigua amiga y rival,Ha Jae Kyung, quien cargaba al bebé como si de una madre se tratara, y junto a ellos, Junpyo sonreía por las muestras de cariño entre ambos, lo veía posar con gusto para las fotografías. El bebé curvaba sus labios en una amplia sonrisa con un solo diente, debido a las caras graciosas que la mujer que lo tenía entre sus brazos le hacía, como respuesta la abrazaba del cuello, al tiempo que Jae Kyung le daba besos en sus mejillas redondas. Pronto se les unieron los demas F4. Un poco más rezagado estaba su Alma Gemela. Tenía las manos en los bolsillos de su pantalón, y sonreía a medias. Sin embargo, el bebé volteó hacia ellos y logró verlo, tiró de su cuerpo para soltarse y extendió sus bracitos hacia él. Jihoo sacó sus manos de los bolsillos y se apresuró a tomarlo en brazos para que no cayera. El bebé le rodeó el cuello y él le devolvió el gesto besándole la coronilla. No entendía por qué, pero ésta escena le dolió aún más. Ahí estaba quien había jurado protegerla, compartiendo la felicidad que a ella la estaba matando. Sus ojos ardían de las lágrimas que salían sin control.

-¿Lo ves? No eres más que un estorbo. Así es como debio ser siempre- Junpyo y Jaekyung se acercaron a Jihoo, ella tomó el brazo de Jihoo y se pegó a él para seguir haciendo muecas al bebé, a lo que él sonreía y después con una mano le rodeó la espalda mientras con la otra sostenía al niño. Junpyo se puso a lado de su amigo para posar juntos en las fotografias. Jandi ya no soportó más y salió corriendo para regresar a su habitación, a su jaula de oro, a su único refugio. Entró a la habitación colocando el seguro del picaporte. Buscó su frasco de pastillas para dormir. Quería recostarse y no despertar en mucho tiempo, para olvidar todo, para no sentir nada. Empezaba a odiar su vida, y todo lo que la rodeaba.

-Llévame a los sueños- pronunció antes de tomarse varias pastillas al mismo tiempo. Solo unos minutos bastaron para que empezara a sentir los párpados pesados, su cuerpo dejó de responder, su mente se estaba yendo a la inconsciencia. Escucho a lo lejos una voz débil llamándola por su nombre y unos golpes en la puerta. Pero ya no podía responder, de repente todo se había puesto negro…


Presente

Insistió una y otra vez pero nadie respondía. Los nudillos se estaban poniendo blancos por la fuerza con la que golpeaba la puerta.

-¿Te aviso Sunbae si iba a salir?- le preguntó su acompañante.

-¡No! De hecho, me dijo ayer que cancelaría todos sus compromisos para estar con Doyun. Por eso nos invitó a desayunar. Woobin ya no debe tardar, él también iba a venir- chasqueó la lengua

-Esto es muy extraño, voy a llamar a Woobin- sacó su celular del bolsillo del pantalón, y en el momento en que iba a marcar, la puerta se abrió. Casi tira el aparato de la impresión de ver a Jihoo con una bolsa de hielo en la cabeza.

-¡Sunbae!- se apresuró a decir Gaul corriendo hacia el. - ¿Qué sucedió?- Le preguntó llegando hasta él y tratando de sostenerle la bolsa.

-¡No es nada Gaul!-

-¿Cómo que no es nada?- le replicó Yi Young. – estás sangrando- Gaul lo sostuvo del brazo para sentarlo en la sala de estar. Jihoo se dejó arrastrar, aún se sentía un poco mareado. Yi Young inspeccionó el lugar y se detuvo cuando sus lujosos zapatos aplastaron varios trozos de vidrio.

-¿Pero qué diablos pasó aquí?- preguntó alarmado. Gaul había ido al sanitario a buscar algunas gasas para limpiar la sangre. Se tapó la boca al ver los vidrios que señalaba su esposo. Jihoo miraba los vidrios recordando el por qué estaban ahí. Pero no pensaba delatar a Jandi. Realmente ella no confesó nada, pero tampoco lo negó. Más, por el bien de Doyun, guardaría silencio. Tenía que localizarla y la haría hablar, preguntarle, ¿Por qué?, vaciló su mirada y se mordió los labios. Luego decidió mentirles. – ¡Oh, si! Perdonen el desastre, me tome unas copas y deje caer la botella sin querer. No quise encender las luces y me golpeé con alféizar del bar, por querer recoger los pedazos de vidrio. ¡Soy un tonto!- Terminó diciendo con una risita falsa. Yi Yeong lo miraba dudoso. Jihoo esperaba que si por lo menos no creía su versión, se conformara, y no pidiera más explicaciones. No le sostuvo la mirada porque podría ver que estaba mintiendo, cambió el tema Rápidamente.

-¿Me prestas las gasas Gaul?- Ella se sobresalto, pues igual que su esposo, estaba asimilando el extraño relato de Jihoo sobre lo que sucedió realmente. Se apresuró a entregarle lo que le había pedido.

-¡Perdón, Sunbae! ¡Aquí tienes!- Yi Yeong metió una mano en el bolsillo de su pantalón y dejó de mirar a Jihoo, volvió su vista nuevamente a los vidrios en el suelo.

-¿Por qué no llamaste a la servidumbre para recoger esto?- Jihoo hizo una mueca desapercibida, Yi Yeong no se había tragado el cuento tan fácil. Tomó las gasas y empezó a pasárselas por donde estaba la herida, trató de tranquilizarse para seguir con la farsa.

-Iba a hacerlo, pero escuché que tocaban- Yi Yeong asintió con la cabeza, al parecer ya no tenía tantas dudas o al menos lo dejaría ahí.

-¿Bebiste toda la noche? Creo que fue un poco irresponsable teniendo a un menor de edad a tu cargo- volvió a abordarlo. Jihoo ya se estaba hartando de su interrogatorio.

-¡Solo fue una copa! Estaba inquieto y decidí bajar a tomar algo para tranquilizarme- le contestó con fastidio, aunque en parte, era cierto. Yi Yeong ya no hizo más preguntas para el alivio de Jihoo. Gaul carraspeó, sabía que su esposo aún tenía dudas, pero se notaba que su amigo no iba a decir más de lo que les había dicho. Decidió cambiar el tema para aligerar el ambiente que se estaba poniendo tenso.

-¡Sunbae! ¿Habrán llegado ya los cocineros? Quiero prepararle algo a Doyun. Se que le gustan los panqueques-

-Puedes ir si gustas, tal vez ya estén ahí- le contestó con agradecimiento por su oportuna intervención. Ella le sonrió levemente e inclinó la cabeza a modo de despedida. Jihoo vio que YiYeong seguía mirando alrededor, así que tocó la campanilla y a los pocos minutos apareció su Mayordomo.

-¡Buenos días Amo!, ¿Qué necesita?- le habló el secretario Park sin hacer preguntas.

-¡Buen día! ¿Puedes enviar a limpiar este desastre?-

-Como usted diga amo- y haciendo una reverencia se retiro de ahí. Yi Yeong volvió a meter las manos en los bolsillos de su pantalón, se dio la vuelta y fue hacia el bar. En donde habían dos copas a medio beber. Jihoo cerró los ojos, golpeándose mentalmente al darse cuenta de su descuido. Observó cómo su amigo levantaba una de las copas y movía el poco líquido que le quedaba. Volvió a dejarla en la barra, pero no dijo nada. En esos momentos entro la servidumbre y comenzó a limpiar todo, incluyendo las copas medio vacías. Por fin se alejó para dejar que ellos hicieran su trabajo, después se acercó a Jihoo. Este bajó la bolsa de hielo y dejó las gasas en la mesa para que fueran recogidas.

-¿Te sientes mejor?- Le preguntó sentándose donde antes había estado Gaul.

-Si, ya estoy mejor- Ninguno de los dos decía nada. Jihoo sabía que Yi Yeong no había creído una sola palabra de lo que había dicho. Pero no quería tocar el tema. Si lo hacían, quizás tendrían que hablar de Jandi y era lo que menos quería. El ahora solo necesitaba encontrarla, y no quería a nadie más involucrado.

-Me comentaste que viajarías a Europa. ¿Qué harás con Doyun?-

-Viajaré esta noche. Doyun debe regresar al internado. Pero solo será por unos días. Pienso darlo de baja-

-Y… ¿Jandi está de acuerdo?- Le pregunto levantando una ceja. Ya está. Lo hizo. Tenía que sacar el nombre de Jandi. Y buscó la manera de empezar a hablar de ella. Más sin embargo, Jihoo tenía que contestar algo sumamente creíble para no profundizar en el tema, y no llegar hasta lo sucedido esa madrugada. Suspiró profundo antes de responder.

-No está muy de acuerdo. Pero yo tengo la tutela de Doyun, y puedo decidir sobre su futuro en esa escuela. No puede hacer nada, aunque quisiera- Yi Yeong aún insistía con la mirada. Aún no estaba satisfecho con sus repuestas.

-Me alegra saberlo. Por cierto, ¿Jandi no está contigo? Se supone que son esposos ahora- Jihoo se dio cuenta a donde quería llevar la conversación. Tenía que terminar y no hablar más, Woobin llegaría pronto y seguramente empezaría un nuevo interrogatorio. Por lo que decidió ser tajante para dar por finalizado ese tema.

-Ella… tenía asuntos pendientes de Shinwa. La veré a mi regreso- Se puso de pie para dar a entender que no hablaría más.

-Doyun despertará pronto, ¿quieres verlo?- Le preguntó señalando las escaleras que llevaban a la habitación del niño, como una invitación a que él también se pusiera de pie y dejar atrás lo sucedido. Yi Yeong lo miro unos segundos, para después cambiar su semblante haciendo una mueca, en un intento de sonrisa. Golpeó sus rodillas un poco fuerte y suspiró antes de levantarse del sillón.

-¡De acuerdo! Vamos-


Caminaba entre la gente, tratando de pasar desapercibida. Cubría su rostro con la capucha del suéter que había conseguido en casa de su esposo. Que aunque era blanco, lograba su cometido. Su bolsillo empezó a vibrar, por lo que se detuvo en un callejón solitario para sacar el aparato y contestar la llamada.

-¿Dónde estas? Está comenzando a llover. ¿No te sigue nadie? ¡Bien!- Jandi colgó la llamada y guardó nuevamente el celular en el bolsillo de la sudadera. Cruzo los brazos para darse un poco de calor, pues aunque la prenda era dos veces más grande que su talla, la tela era muy delgada, y las gotas de lluvia empezaban a humedecerla, haciendo que el frío empezara a calarle los huesos haciéndola titiritar. Un auto negro se estacionó justo frente a ella. De inmediato abordó la parte trasera del mismo, sopló sus manos con alivio de estar en un lugar cálido, sin embargo no se quitó la sudadera húmeda. Inconscientemente quería sentirlo cerca, la ropa aún conservaba el olor a canela y a libros viejos. Algo que definitivamente le recordaba a quien pertenecía. Recordó el momento en el que quedó tendido en el piso inconsciente y con sangre manchando la alfombra. Se preguntaba si estaría bien, si alguien lo había encontrado, si su hijo se habría asustado al verlo. Pero no podía quedarse, ella tenía que salir de ahí. Él la orilló a eso, haciendo esa pregunta que la comprometía. No podía revelarle lo que había estado haciendo. Esperaba que no dijera nada, sobre todo a los otros F4, pues entonces seguramente, todo su plan se vendría abajo.

-Hay ropa seca en el cajón debajo de tu asiento- Escucho que le decía quien iba manejando. Ella asintió con la cabeza pero no hizo por buscar la ropa.

-¿Piensas quedarte así?- la reprendió su interlocutor. – Te vas a resfriar. No querrás enfermarte precisamente ahora, ¿verdad?- Ella sólo miraba por la ventana del auto a los transeúntes, sin importarle realmente lo que veía. Sus pensamientos la consumían. Sin voltear a verlo le contestó con fastidio.

-¡Solo conduce Man-Shink! Lo que menos me importa en estos momentos, es tener una gripe-

-¿Pelea de enamorados? ¿Ya tuvieron su primera discusión de esposos? Creo que eso no nos conviene hermosa- Jandi dejo de ver la ventana y le envió una dura mirada por el retrovisor.

-¡Callate! No tienes derecho a preguntar nada y hablar sobre mi matrimonio- El hombre levantó una ceja y sonrió irónicamente. Llegaron a una zona rural, la lujosa camioneta contrastaba con el camino de tierra y el verde follaje que se alzaba a ambos lados. Al final del camino podía verse un gran edificio colonial de la época de Joseon. Se asemejaba a un antiguo palacio del emperador. Podía verse gente yendo y viniendo en bicicletas o a pie. El auto se estacionó y de la puerta principal salieron varíos hombres y mujeres vestidos con atuendos oscuros. Jandi salió de prisa y fue cubierta por un paraguas y una toalla para protegerla de la lluvia. La llevaron a una habitación para que se aseara y se cambiara la ropa húmeda. Deslizaba el peine una y otra vez por su largo cabello, mirándose fijamente en el espejo del tocador. Nuevamente vestía de negro, pero no llevaba velo. Un hombre entró descaradamente sin tocar y se puso detrás de ella. Le puso las manos en sus hombros desnudos y le acarició el cuello.

-Tenías varios días sin visitarme. Me tienes muy abandonado- Le decía mientras la veía por el reflejo del espejo. Era un Hombre alto, de cabello negro corto peinado pulcramente, barba y bigote finos para delinear sus rasgos masculinos. Vestía de forma casual pero elegante y sofisticada. Su origen japonés le daba una presencia imponente y sensual. Ella detuvo su labor y también lo miraba. Siempre le había gustado admirar la belleza que lo caracterizaba. Se giró para encararlo y él la tomó sin pudor del rostro para besarla de forma apasionada. Sin embargo, las imágenes recientes de un beso ardiente en un armario, llegaron a su mente, y poco a poco bajó la intensidad del beso hasta detenerlo. Takeshi Kaneshiro arrugó el entrecejo al ver cómo ella interrumpía el momento y bajaba la cabeza. Hizo una media sonrisa y se irguió para recuperar su orgullo.

-¡Man-Shik me comentó que estabas distraída durante el trayecto! ¿Es por tu reciente estado civil?- Jandi le dió la espalda y volvió a su labor de cepillarse el cabello.

-No estaba distraída, solo cansada y además tenía frío. Tu chofer tardó mucho en el llegar- El cruzó los brazos detrás de su espalda y asintió satisfecho con la respuesta. Comenzó a caminar por la habitación y observó la sudadera blanca colgada en la pared.

-Olvidaste entregar esa prenda al servicio. ¿Quieres que la lleve para que la desechen como las demás?- un escalofrío le recorrió la espalda, ante la mención de deshacerse de lo único que la mantenía cerca de él. Miraba por el espejo como se acercaba para descolgar el suéter. Tragó saliva, y antes de que la tocara, habló con voz fuerte;

-¡Voy a conservarla!- Vio como detenía la dirección de su mano y la bajaba lentamente arrugando el entrecejo. Por lo que habló de nuevo. – La ropa blanca hace que pase desapercibida- El metió una mano en el bolsillo del pantalón y regresó con ella. La tomó con ambas manos del cuello y empezó a acariciarlo, después comenzó a presionarlo un poco. Jandi sentía como poco a poco se cerraba su garganta, sentía como se le dificultaba respirar. El bajó su cabeza acercando sus labios a su oído susurrándole;

-El Senador Yoon tiene los días contados. Creo que es estupido tener sentimientos hacia él. Recuerda que hay mucho en juego mi amor, hay que seguir con lo pactado, si quieres conservar Shinwa y a su único heredero- habiendo dicho esto, aflojó su agarre y le dió un beso corto en los labios. Jandi respiró hondo llenando de aire nuevamente sus pulmones. Se tomó el cuello para sobarlo y aminorar el dolor doblándose un poco y encontrar de nuevo su voz para hablarle. Con voz ronca le dijo;

-Quedamos en que si se lograba el objetivo, no sería necesario eliminarlo- El hombre sacó un cigarrillo, aspiró el humo y le contestó con tranquilidad.

-Eso era antes de que metiera sus narices en nuestros asuntos. Él y sus amigos tienen secuestrado a nuestro mediador y, además, no me gusta que me sigan los pasos. ¿O es que acaso…? ¿Te preocupa que le pase algo? ¿Le tienes estima?- Jandi se incorporó. Sentía un calor recorrerle el cuerpo. De pronto el odio hacia ese hombre la invadió ¿Cómo pudo ser tan tonta y tan ciega de pensar que él la estaría ayudando desinteresadamente. Ella pensó que había encontrado un consuelo por el abandono y posterior muerte de Junpyo. Un apoyo para La Empresa que dejó su esposo, una protección para ella y Doyun. ¡Que equivocada estaba! Pero tenía una debilidad, Yoon Jihoo le causaba temor, de eso estaba segura, por eso no quería que ella se involucrara sentimentalmente con él, y quería eliminarlo. Sabía que en cualquier momento, Jihoo llegaría a él, y cuando eso sucediera, el que tendría los días contados, sería él. Sonrió para sus adentros, seguiría siendo lo que él deseara, no podía hacer que desconfiara de ella. Necesitaba credibilidad y confianza de su parte. Estaba segura de que él había tenido algo que ver en la muerte de Junpyo, pero necesitaba más tiempo para comprobarlo, aunque eso significara que ella estuviera en el ojo del huracán y que la señalaran directamente como la responsable absoluta. Había aprendido a guardar sus emociones ante los demás, nadie podía saber exactamente qué estaba pensando o sintiendo. Excepto él, sólo su Bombero había podido deshacer esa barrera y hacer que sus emociones se manifestaran sin control, eso era algo que nadie había podido lograr, ni siquiera Junpyo. Se miro al espejo y soltó un suspiro, era hora de mostrar nuevamente su máscara de frialdad y egoísmo.

-El No me Interesa, puedes matarlo ahora mismo si quieres, pero creo que si lo haces, no obtendremos nada para recuperar Shinwa y poder infiltrarnos en el gabinete. Sabes que si él llega a la presidencia, tendrás más poder al tenerlo a tu Merced- con total indiferencia se puso de pie para ir hacia el armario y buscar su abrigo. El hombre le tomó el brazo con fuerza, ella volteó hacia él desafiante. Él le sostuvo la mirada y luego sonrió forzadamente.

-Me alegra saber que tienes claro que tu matrimonio es solo por conveniencia. No niego que quisiera acabar con él, por el simple hecho de que duerme en tu misma cama. Pero confío en que continuarás con lo planeado- de un tirón la jalo hacia él para hablarle en un susurro, sus rostros casi se tocaban.

-No me gustan las traiciones, Florecita, cuida mucho tus pasos, y recuerda que tú me perteneces, no lo olvides- Terminó de acercarse y volvió a besarla apasionadamente. Después salió de la habitación. Jandi se limpió los labios con la mano y después fue a mojarse el rostro en el cuarto de aseo. Antes, un beso de él, era un alivio, un gusto, un sentimiento de poder para lograr cualquier cosa. Pero ahora, solo podía sentir repulsión. Ya no anhelaba sus besos para no sentirse vacía y triste. Los empezaba a odiar. Cerró los ojos y recordó nuevamente el beso de su esposo. Se mordió el labio inferior, deseaba ahora más que nunca su cercanía, su preocupación, su atención. Sus ojos se humedecieron pero ninguna lágrima salió de ellos. Él, en estos momentos, seguramente pensaba que era ella la causante de todo el mal que les sucedía, posiblemente la poca confianza que le había demostrado, ya se había ido por la borda. Estaba perdida, él nunca podría amarla ahora. Pero eso no importaba, ya estaba acostumbrada al dolor. Su gran amor yacía muerto, no deseaba que su primer amor, su alma gemela, tuviera el mismo destino. Cuando hubo terminado de arreglarse se encaminó hacia su destino, ya la esperaban hombres armados para escoltarla. Caminando con altanería y suficiencia, escondió todos sus temores, y con determinación, se dirigió a ellos sin titubear;

-¡Vamos!- Les dijo.


Doyun iba en silencio en el automóvil, mientras su tío manejaba concentrado en la carretera. Habían pasado un día increíble. Su Tia Gaul le había llevado su postre favorito y le había preparado panqueques para desayunar. Se le hizo extraño no ver a Mamá, ya que la noche anterior ella había cenado con ellos y tenía por entendido que se había a quedado a dormir. Cuando preguntó por su paradero, su Tío le contesto que había tenido asuntos importantes que atender en Shinwa. No quiso preguntar más, pero de algún modo, estaba acostumbrado a no ser la prioridad de su Madre, los negocios siempre eran más importantes. Aunque hubiera sido más gratificante pasar el día con ella. Sus Tíos, Woobin y Yi Yeong, eran muy divertidos, fueron a jugar Gotcha, en donde él hacía equipo con su Tío Jihoo, estaba en duda si empezar a llamarlo Papá, pero tal vez, él se sentiría incómodo. El juego se puso reñido, pero salieron victoriosos. Al terminar, su Tía Gaul ya los esperaba con pizzas y sodas, le parecía increíble como podía caminar y hacer cosas con esa enorme barriga. Ya esperaba que naciera el bebé, sería como el hermano que siempre quiso tener. Aún extrañaba a su Papá, siempre lo llevaba a las pistas de carrera, decía que a los Gu nadie les ganaba como pilotos, y él tenía que continuar con ese legado. Ser intrépido era algo que le llamaba mucho la atención, pero también le gustaba mucho la música y los caballos, que su Tío Jihoo se encargó de mostrarle. Sabía que no eran hermanos de sangre, pero era como si lo fueran y él hubiera heredado los gustos de ambos. De su Madre quizás había heredado su temperamento y el sentido de justicia, nunca dejaba que nadie pasara por encima de él o que agredieran a un inocente, aún recordaba la riña que había tenido hace unos meses, se sorprendió de que su Madre no lo castigara, pensó qué tal vez solicitaría un aislamiento a la escuela o que no comiera por una semana. En cambio, fue muy pasiva y hasta benevolente, es como si le hubiera agradado lo que él había hecho. El camino empezó a tornarse solitario y lleno de árboles. La tristeza nuevamente lo invadió, fue tan poco tiempo lo que pudo disfrutar, ojalá el día se hubiera congelado. Estaba a pocos minutos de regresar a su prision de oro. En donde no había ratos de ocio y al mínimo detalle, te imponían un castigo. Habían tres tipos de castigo;

-La píldora blanca; consistía en tomar una pastilla que te quitaba el hambre por días, pero al mismo tiempo sentías malestar general, náuseas, migrañas, dolores musculares, etc.

- Correctivo libre; como su nombre lo indica, el adulto podía corregir de la manera que considerara más adecuada, y esto incluía, humillaciones en público, golpes y cortes de cabello a rape.

- El congelador ; este era el peor de todos, pues los chicos que sufrían este castigo eran llevados a un Area aislada del edificio, no sabía a ciencia cierta que era lo que pasaba allí, pero muchos de ellos al regresar después de varios días, estaban siempre asustados, más delgados y demacrados, no hablaban y la mayoría intentaba quitarse la vida de alguna forma.

Él había luchado por no llegar al último y al más severo de los castigos, pero ya varias veces había recibido la píldora, quizás ayudaba la posición de su Madre, aunque estaba seguro de que ella no sabía de estos "Métodos de Disciplina". Estaba claro, que si alguno de ellos le decía a sus padres lo que sucedía, era seguro que llegarían al "congelador", y era lo que todos querían evitar a toda costa. Su pesadilla se vislumbraba ya muy cerca de ellos, el imponente edificio se alzaba frente a sus ojos. El auto comenzó a disminuir su velocidad, Doyun se hundió en su asiento, quería que los minutos fueran eternos. Jihoo lo miró preocupado una o dos veces, antes de continuar el Viaje. Se detuvo a pocos metros del edificio. Doyun no se movía. Pudo sentir como su Tío le quitaba el cinto de seguridad.

-Se que no quieres estar aquí. Yo mismo no quería traerte. Pero tengo que hacer un viaje. A mi regreso te prometo que te sacaré de aquí- Al escuchar eso, Doyun levantó la vista y lo miro con ojos esperanzadores.

- ¿Estás seguro Tío? ¿Puedes hacer eso-

Jihoo le sonrió y le revolvió el cabello.

-¡Claro que puedo! Vendrás conmigo. Ahora yo soy tu protector. Tu Madre ya no debe preocuparse por eso-

-¿Mamá está de acuerdo?- Jihoo se puso serio.

-Aunque ella no esté de acuerdo, yo voy a sacarte de aquí. Tenlo por seguro- Doyun entristeció su mirada.

-Mami me quiere tener ahí. Nunca ha sentido afecto por Mi. En el colegio, los maestros dicen, que si estamos ahí, es porque somos un estorbo para nuestros familiares, y que somos no deseados-

Jihoo sintió que le hervía la sangre, ¿Cómo podían dañar a los niños de esa forma? ¿Qué derecho tenían de humillarlos y hacerlos ver como basura? Estaba tan molesto por el estupido método de enseñanza, pero más con Jandi por mantener a su hijo en ese horrible sitio. Apretó los labios y se bajó con rapidez del auto. Abrió la puerta del copiloto para que Doyun pudiera bajar. Tomó su mochila y le agarró la manita.

-¡Vamos adentro! Voy a decirle unas cuantas cosas a tu director- Doyun abrió los ojos horrorizado. No quería ir al congelador, así que le halo el brazo a Jihoo para detenerlo.

-¡No! ¡Tío! ¡Por favor! No le reclames. Yo te esperaré. ¿Dijiste que me sacarías de aquí, no?- El asintió con algo de duda.

-Entonces, no digas nada. Está bien. Esas cosas no me afectan. Yo sé que si tengo gente que me quiere, ¿Tu me quieres no?-Jihoo soltó la mochila, y se puso en cuclillas a su altura y lo abrazo con fuerza.

-¡Claro que te quiero! Eres como un hijo para mi. Por eso me preocupo por ti y no quiero que nadie te haga el más mínimo daño. ¡Nadie! Tiene derecho a humillarte de ese Modo- , Doyun lo abrazó de vuelta y unas lágrimas silenciosas salieron de sus ojitos.

-¡Gracias Tío! Con eso me basta para estar bien. Sólo… no tardes mucho, ¿si?- le dijo suplicante.

-¡No lo haré! ¡Te lo prometo! – le respondió besándole la coronilla. -¡Aggg! Odio tener que dejarte aquí, pero no será por mucho tiempo- dijo más para sí mismo, que para Doyun. Volvió a tomarlo de la mano, poniendo la mochila en su hombro, y lo encaminó hacia el imponente Colegio.


Habían llegado a un barrio viejo, el olor a podredumbre le daba náuseas. Iba con su habitual traje negro y un velo cubriéndole el rostro. Ya sabía hacia donde se dirigía, las personas a las que vería no esperaban su llegada. La gente del lugar, al verlos corrían despavoridas. "La viuda negra", murmuraban. Sabían que había llegado a ajustar cuentas con alguien. Las mujeres tomaban a sus hijos y se encerraban en sus casas. No entendía por qué hacían eso, ella jamás le haría daño a un infante, podría estar llena de odio, pero tenía escrúpulos. Se detuvo frente a una casa que tenía un portón viejo. Con un movimiento de su cabeza, los hombres que la acompañaban abrieron el candado de un tiro y entraron. Los hombres comenzaron a apuntar con sus armas a todos los que allí se encontraban. Habían mujeres, niños y ancianos. La persona a la que buscaba no estaba a la vista. En Perfecto japonés les pidió que le dijeran dónde estaba. Nadie quería responder a su pregunta. Empezaba a frustrarse, tenía órdenes de asesinar a todo el que no quisiera cooperar con ella, y los hombres que estaban ahí lo sabían.

¡Demonios! Desde que empezó a involucrarse, no había matado a nadie y no quería hacerlo. No era una asesina.

-¿Les disparamos?- le preguntó el hombre más cercano.

-¡No! Déjame hacer una llamada. Salió de ahí. A un lugar en la parte trasera de la casa. No vio a nadie y se pegó a la pared. Se sentía aturdida. ¿Qué demonios estaba haciendo. Sentía miedo y angustia de ser un verdugo para estas personas. Ella no quería lastimar a nadie. Solo quería desenmascarar a ese idiota, pero no era fácil. Se resbaló lentamente por la pared y escondió el rostro entre las manos. De pronto, escuchó disparos. Se incorporó de inmediato,

- pero… ¿Qué rayos?- dijo en voz alta. ¿Por qué empezaron a disparar? Cuando tenían órdenes de no hacerlo. Se asomo y lo que vio la dejó estupefacta. Una Mujer vestida igual a ella y con un velo cubriéndole el rostro, sostenía un arma y apuntaba a cualquiera que se pusiera frente a ella. Pero, ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era esa mujer? La Mujer, después de dispararle a un anciano, giro sobre si misma y se dirigió a la salida para irse, los demás hombres la siguieron. Se subieron a los vehículos y arrancaron a toda velocidad. Jandi salió de su escondite y solo pudo ver los cuerpos sin vida tendidos en el piso. Tenía que salir de ahí, pero con lo que llevaba puesto iba a ser casi imposible pasar desapercibida. Se escuchó una sirena, ¡Demonios! La policía estaba en camino. No le quedó más remedio que tomar un arma y salir a la callejuela, apuntó a la primera persona que vio y le pidió que la llevara a su casa. Un joven temeroso, la llevó a su casa que estaba a pocos metros de ahí. Jandi soltó el aire que estaba conteniendo. El joven estaba asustado, detrás de él salió una anciana y una niña. Jandi levantó las manos en señal de paz y puso el arma en el piso.

-No les voy a hacer nada, lo prometo!-les dijo – solo quisiera un poco de ropa para cambiarme, ¿Por favor?- La anciana asintió y fue hacia el armario, el joven quiso detenerla, pero ella lo tranquilizó con unas palmaditas en el brazo. Sacó unos jeans y una blusa ajustada. Era raro que tuviera una indumentaria como esa, pero la niña contestó sus dudas sin que preguntara.

- Es de Mi madre, ella está trabajando- Jandi agradeció y fue al sanitario para cambiarse de ropa. Al salir se encontró con la pequeña niña, que al verla abrió grande los ojos. Sostenía un gorro en sus manos.

- Tu… no eres como la otra señora, ella es cruel- , Le mostró la gorra y una gafas oscuras, - Mi hermano dice que no querrás que te reconozcan, aunque eres muy bonita, no tienes por qué esconder tu rostro-

-¡Gracias!- Le respondió Jandi. ¿Cómo.. saben ustedes que somos dos?-

La niña subió y bajo los hombros. Ya antes había venido una señora vestida de negro, pero ella odia a los niños. Se los lleva solo para hacerles daño, no tiene piedad de nadie. Tu entraste aquí y no nos hiciste nada, además, mi hermano vio cuando te fuiste atrás de la casa. Dice que habías dicho que nadie disparara, se le hizo extraño que salieras por el otro lado con un arma y empezaras a dispararle a los niños. Él se quedó un rato viendo hasta que se fueron, para ver si quedaba alguien vivo y pudiera ayudar, pero no había nadie con vida. Entonces te vio salir- Jandi escucho con atención. Entonces había otra "Viuda Negra", pero ¿Quién era? Y al parecer su trabajo era hacer que Jandi se viera como cruel y despiadada.

-Tienes razón, yo no soy como ella. Estoy en deuda con ustedes. Voy a agradecerles cómo es debido cuando tenga la oportunidad. ¿Cómo te llamas?- Le pregunto sonriéndole.

-Min-Hi- contestó la niña

-Tienes un lindo nombre. No te olvidaré, tampoco a tu hermano y a tu abuela. Han sido muy amables- Se puso la gorra y la gafas y tomó de la mano a la niña para salir a la sala. La abuela le dio una mochila.

-Aquí puedes guardar tu ropa, adentro te puse algo de comida y agua. Seguro deberás caminar mucho-

-Muchas gracias – Jandi no podía creer la amabilidad de esa gente.

-Mi abuela piensa que tú podrás hacer que la otra mujer no regrese- Jandi apretó los labios.

-Haré lo que pueda- Tomó la mochila y metió la ropa oscura y el velo. Incluso sus zapatillas, la familia le había dado también calzado más cómodo. Salió con la mochila al hombro, nadie la siguió. No sabía cómo regresar a su casa. Caminaba sin rumbo, decidió tomar un taxi cuando llegó a un lugar más urbanizado. No quería llegar a casa aún, necesitaba un desahogo, pensar un poco en lo que estaba haciendo. Esto cambiaba totalmente las cosas, tenía que saber quien era esa mujer. Eso podría arruinar sus planes y poner en peligro a Doyun y a Jihoo. Jihoo, pensar en él hacía que le doliera el corazón. Si él llegara a saber lo que esa mujer hizo, la repudiaría. La alejaría de su vida para siempre, y ahora más que nunca, la acusaría de la muerte de Junpyo. El taxi ingresó en un lujoso cementerio, el camino empedrado con campos abiertos de pasto, lo hacían ver majestuoso. Llegaron a una sección que tenía un arco de piedra con letras incrustadas en oro que rezaba "Grupo Shinwa". El auto siguió avanzando y se detuvo en un área lejana. Le pago al chofer y bajó del vehículo.

-¿Quiere que la espere señorita?- Le pregunto el Hombre.

-¡No! Puede irse, yo estaré aquí un tiempo-.

- No me molestaría esperarla, el viento está frío y parece que se avecina una tormenta- dijo mirando las nubes negras que empezaban a cubrir el cielo marrón del atardecer. Jandi también volvió su vista hacia arriba, el taxista tenía razón, además de que faltaba poco para el anochecer, pero en estos momentos, eso era lo que menos le preocupaba.

-No se preocupe, váyase tranquilo y ¡Gracias!-

-Bueno, tenga por favor. En caso de que necesite mis servicios, puede llamar a ese número y yo podré venir a recogerla- insistió el hombre dándole una pequeña tarjeta, donde venía anotado un número de teléfono. Jandi hizo una reverencia en agradecimiento y se giró para ir hacia una lápida en particular, guardando la tarjetita en el bolsillo de su remera. No tardó mucho en llegar hacia la misma. Miraba una y otra vez lo que estaba escrito.

"Las Flores pueden marchitarse, las lágrimas secarse, pero tu aroma permanecerá"

"Un gran amigo, Hermano, Padre, hijo, esposo"

Aquí yace quien en vida fue líder de los F4. Único y Auténtico Heredero de Shinwa.

"Gu Jun Pyo"

(1993-2021)

Una lágrima solitaria salió sin pensarlo. Miles de recuerdos se arremolinaban en su mente. El día que lo conoció, siendo un niño arrogante y caprichoso. Los constantes enfrentamientos en la escuela secundaria, los viajes a los que la llevó en donde poco a poco fue enamorándose de él. Cuando le regaló el dije de la luna y la estrella, cuando fingió no amarla por protegerla, cuando se casaron. Hubieron momentos tristes, pero también muchos momentos felices. Sin embargo, nada fue duradero, todo empezó a desmoronarse, muy poco tiempo disfrutó de un matrimonio feliz. El duro golpe de perder a su primer hijo, el distanciamiento de él junto con las peleas y los gritos, hizo que todo se volviera insoportable.

-No fuiste el esposo que esperaba, pero agradezco tu esfuerzo- Habló por fin. – Se que había amor entre nosotros, pero también mucho orgullo, no supimos manejarlo. Te alejaste de mí y estuviste solo, con tus temores. ¿Por qué no confiaste en Mi ni en los tuyos? Me dejaste con ese niño para que lo amara, sabiendo que ¡no puedo hacerlo! ¡Te extraño pedazo de imbecil! Y también te odio por lo que me dejaste; tu empresa, tu familia y el niño. Aún así, voy a cuidarlos en la medida que yo pueda. Ahora mismo, me siento vulnerable, perdida, sola- se arrodillo en el pasto. La lluvia empezaba a caer, las gotas comenzaron a mojar su cabello y la ropa, el frío aumentó.

-Me casé de nuevo, ¿sabes?, Con tu Mejor amigo. Pero él no me ama, ¿sabes lo humillante que es eso? Lo peor de todo es que él si me importa. Y siento que lo estoy poniendo en peligro. Tengo miedo de que algo le pase- Ahora las lágrimas salían descontroladas- No quiero perderlo, me duele mucho saber que no siente lo mismo que yo, pero me dolería más si sale lastimado- enterró el rostro entre las manos sollozando más fuerte cada vez.

-¡Me arrepiento de haberme casado con él! ¡Eres un egoísta! ¿Por qué no me llevaste contigo? ¡¿Por qué me dejaste?!- Gritó fuerte rompiendo el silencio de la noche. La lluvia ya caía fuertemente, estaba totalmente empapada, el frío le penetraba la piel. Sentía helado su cuerpo como también su corazón. Lloraba desconsoladamente. De repente, dejó de sentir las gotas de lluvia sobre su cabeza y algo cálido le cubrió la espalda y los brazos. Levantó la mirada y se encontró con él. Su cabello pulcramente peinado empezaba a humedecerse al quedar expuesto al diluvio de la noche. Extendió la mano frente a ella invitándola a ponerse de pie. ¿Acaso había escuchado la confesión que acababa de hacerle a la tumba de su difunto esposo?, pensaba nerviosamente. El sonrió de medio lado y sacó un pañuelo de su bolsillo, con el que empezó a secarle las lágrimas del rostro con una mano, mientras que con la otra sostenía el paraguas.

-Sé que te gusta el agua Nutria, pero esta vez, es demasiada y te vas a enfermar- Jandi lo miraba anonadada. ¿No estaba enojado? Es decir, apenas esa mañana lo dejo noqueado. ¿Y la Policía? Miro a los alrededores para saber dónde estaba el truco. Pero no había nada, solo ella y él. Se levantó lentamente, iba a decir algo pero él le cubrió los labios con los dedos.

-¡Vamos a casa!- le dijo, la guió hacia el automóvil blanco que estaba estacionado frente a ellos. Parecía un Sueño, cerró los ojos, pensando que si era un sueño, no quería despertar. Una vez más, su caballero blanco había ido en su rescate. Yoon Jihoo había atendido el llamado de emergencia.