NI GLEE NI SUS PERSONAJES ME PERTENECE… SOLO ESTA HISTORIA.
(ADVERTENCIA RACHEL G!P)
Capítulo 24 (Primera Parte)
— ¡Lo sabía! — gritó Danny demasiado molesta — yo sabía perfectamente que esto iba a terminar muy mal, y te lo dije — le apuntó.
— Lo siento Danielle, te juro que no creí que acabaría así.
— Esto está mal Annie — se acercó a los barrotes y se recargó en ellos — Muy mal.
— Ve el lado bueno Danny — Danielle la miró enseguida — estando ahí adentro, no corre ningún peligro.
— ¿Peligro? Annie, tu mejor que nadie sabe la locura que hay en ese lugar.
— Lo sé Saunders, pero mientras ella esté ahí, nuestra misión está a salvo — Annie se arrepintió enseguida de lo que dijo.
— ¡Tu misión Annie! — dijo con violencia aproximándose a la celadora — a ti solo te importa tu caso, tu operación, pero Rachel, Rachel es mi misión, y no voy a permitir que nada le pase se lo prometí a — calló.
— ¿A quien Saunders? Porque no me dices la verdad, porque sé que hay algo más.
Danny suspiró.
— Rachel es mi prima Annie, y no me importa a quien me lleve por enfrente con tal de sacarla de este lugar, sé que a ti lo único que te importa es tu caso, así que no te preocupes, ni ella ni yo nos vamos a interponer — Annie la miró preocupada — Tu misión sigue en pie, pero ya no cuentas conmigo, llamaré a mi abogado para que te de tu último cheque, y después serás libre de mi — la chica no se esperaba tal cosa
— Saunders creí que teníamos un trato — la tomó del brazo — no puedes dejar todo así.
— Había un trato, pero desde el principio te dije que Rachel Berry y toda su familia, mi familia, era mi prioridad — resopló — se nota que nuestras prioridades son diferentes.
— No puedes solo abandonarme ahora, si lo haces, todo se vendrá abajo, pero sin mi ayuda, no lograrás nada.
— Eso me suena a amenaza oficial — la tranquilidad con la que hablaba, asustó a Annie — Soy Danielle Saunders, no, corrijo , soy Danielle Berry Saunders — hizo énfasis en el apellido paterno — y no necesito la ayuda de nadie, y me parece increíble tu amenaza, después de que fui yo, quien te sacó del hoyo, y fui yo, quien te hizo lo que eres ahora.
La celadora bajó su cabeza visiblemente avergonzada y muy arrepentida.
— Jamás te amenazaría, perdón si sonó así, sé que lo haces por tu nueva familia, pero, ¿Qué hay de la mía? Sabes que yo también hago esto por ellos — la mirada fría y retadora de Danny se ablandó un poco — A ti te debo no solo lo que soy Saunders, también te debo la vida, sino hubiera sido por ti yo...
— No lo digas — la detuvo
— Estoy a tus órdenes como siempre, si te interesa claro — dijo muy triste mirando de nuevo a los ojos de Danny — buscaré la forma de solucionar lo de Rachel.
Danny sintió su dolor, y también culpa.
— Necesito verla, asegurarme de que está bien.
— Por primera vez, en todo el tiempo que tenemos de conocernos y trabajar juntas, no podré complacerte — Annie sabía que perdería puntos con Danielle — solo hay dos juegos de llaves, uno lo tiene López y el otro lo tiene la subdirectora, y dudo mucho que alguna me las quiera prestar, así que, creo, que lo mejor será que hables con tu abogado y apresure las cosas, porque si Rachel no tiene un representante aquí adentro, estará expuesta a cualquier cosa, y no podrá siquiera defenderse.
— ¿A qué te refieres?
— Pues si Rachel tuviera un abogado, hubiera evitado el castigo.
— ¿O sea que el aún puede hacer algo?
— Si le ceden el caso de Rachel mañana mismo, solo pasaría esta noche en esa celda.
— De acuerdo, hablaré con él ahora mismo, tiene que hacer algo para ayudarnos.
— Espero que el si pueda, yo debo ir a revisión, cualquier cosa me avisas , si quieres digo —
— Gracias Annie, buenas noches.
Día siguiente...
El claxon sonó por tercera ocasión, con desesperación y molestia dejó la mano pegada para después dejar caer la cabeza sobre el volante.
— Maldición Santana! Date prisa quieres, no tenemos todo el día — gritó la rubia desde su auto — ¡Si no te das prisa me largo! — volvió a sonar el claxon.
Santana salió de su casa con una cara de fastidio.
— Por dios Quinn ¿no desayunaste nada? — preguntó molesta la oficial mientras se montaba en el auto — Andas de un humor — la retó.
Normalmente era Santana la que tenía que esperar por qué la rubia saliera de su casa, pero ese día y como cada que tenía guardia, Quinn llevaba su auto ya que tenía que regresar sola.
Santana se quedaba una vez a la semana, a cubrir un turno nocturno, el cual le servía para tener al día todo el tedioso papeleo.
Pero tras lo ocurrido el día anterior en el comedor del reclusorio, tenía muchos emails que enviar a los abogados de cada una de las reclusas que estuvieron involucradas en la pelea.
Y solo ella podía hacerlo.
Lanzó su maletín al asiento trasero y notó que la rubia llevaba una montaña de cosas, pero por el golpe, supo que se trataba de ropa.
La miró interrogativa y Quinn sintió su mirada.
— ¿Qué pasa? — preguntó la rubia.
— ¿Que llevas allá atrás? — Quinn se movió incómoda en el asiento — Parece ropa.
— He, si, es ropa , planeaba pasar a la lavandería saliendo del trabajo — agregó al ver la mirada curiosa de la latina — ya sabes que cuando te quedas de guardia no me gusta salir tarde, entonces aprovecharé para pasar a dejar la ropa.
— Tu tienes un cuarto de lavado en casa Quinn — su mirada era acusadora — no necesitas una lavandería — la rubia se sonrojó, sintiéndose descubierta.
— Si lo sé, es solo que, desde que estoy a cargo del penal, no me queda mucho tiempo — miró de reojo a Santana y supo que no le estaba creyendo nada — Además, mi madre me avisó anoche que vendrían a pasarse unos días conmigo, y ya sabes cómo son de delicados con ciertas cosas — miró a su amiga y vió que su semblante se había relajado ¿le había creído? Esperaba que si.
Lo cierto era que la rubia no mentía, su madre, Judy, le había marcado por la noche para avisarle que querían verla y que irían a pasar unos días con ella.
Quinn no supo si eso era buena idea, por todo lo que estaba pasando en su vida, pero amaba a sus padres y los extrañaba mucho más.
— Así que el viejo decrépito de Russell vendrá a verte — la rubia rodó los ojos, su padre y su mejor amiga se la vivían peleando y retandose uno al otro, y no era que le molestara no, por el contrario, le gustaba mucho la relación que tenían sus padres con sus amigos, pero alguien tenía que ser el maduro en la familia ¿No?.
— Si, vendrán, y por lo que más quieras latina estúpida, no quiero que se hable del trabajo.
— ¿Por qué no? Siempre hablamos de ello, es lo primero que nos preguntan.
— Si lo sé — resopló un poco desesperada, hundiéndose en el asiento — más bien, no quiero que saques el tema de Rachel, por favor.
— tranquila rubia, no lo haré.
— Gracias.
Santana la miró de nuevo.
— ¿Levantarás el castigo de Berry? — Quinn dejó de mirar la carretera, para enfrentar a su amiga — Digo, ambas sabemos que fue exagerada la decisión que tomaste, es la primera vez que Rachel comete una falta.
— Lo sé Santana, pero, a esta hora ya todas deben de saber dónde está Rachel, y si le retiro el castigo así como si nada, lo más probable es que hablen con sus abogados y les cuenten, eso no me conviene.
— Pero tampoco es justo para ella Quinn — la rubia no la miró, no podía dejar que su amiga se diera cuenta que estaba al borde del llanto — sé que lo de ustedes ya terminó pero, ya de por sí está pagando una condena que no le corresponde, estuvo a punto de morir hace unos meses, y ahora esto, es demasiado para una niña.
— ¿Ya tienes el borrador de lo que vas a enviar a los abogados? — cuestionó la rubia tratando de cambiar el tema esperando que su amiga lo entendiera, y así fue, la otra solo asintió — quiero que quede todo claro, sé que después de lo de ayer, el teléfono sonará todo el día, así que quiero que esté en orden para cualquier pregunta o aclaración.
— Tranquila rubia, ya tengo todo bajo control, ayer mismo lo hice con ayuda de Annie, ella fue la que me puso al tanto de todo.
El trayecto al penal fue silencioso, ninguna habló, solo se podía escuchar de fondo sus respiraciones y la radio encendida.
Pero Quinn no prestaba atención a nada, su mente estaba en otro lugar.
El auto negro de la rubia se estacionó en el enorme aparcamiento del penal.
Bajó con cuidado para no caer en algún charco ocasionado por las lluvias que comenzaron días atrás.
Santana hizo lo mismo y espero a que la rubia llegará hasta ella para entrar juntas, como era costumbre.
— Supongo que comeremos en mi oficina ¿Cierto? — preguntó Quinn cuando llegaron a la torre.
— Si rubia, hay mucho trabajo así que hoy no me puedo dar mis dos horas de comida — respondió con fastidio — Pero si a ti te apetece salir a comer por ahí, no hay problema.
— Sabes que odio comer sola Santana — la latina sonrió, claro que lo sabía — así que te espero en mi oficina más tarde — besó la mejilla de Santana en forma de despedida y se retiró.
Santana ingresó a la torre y comenzó a trabajar.
— Fui a buscarte a tu celda, creí que seguías dormida — Era Annie la que aparecía en las regaderas encontrándose a una Danielle completamente desnuda, que no se inmutó al escuchar la voz de la celadora
— Estaba en la celda de Mercedes hablando con ella y con Brittany — sonrió al darse cuenta que la chica no dejaba de mirar su cuerpo — tenía que contarles lo que pasó con Berry ¿Para que soy buena? — preguntó pero Annie no la escuchó, seguía perdida en el cuerpo bien trabajado de la reclusa — ¿Annie?
La celadora no supo cuánto tiempo estuvo mirando la desnuda figura de su ex socia, pero cuando subió la mirada sin pudor alguno y chocó con los ojos de Danny, se sonrojó y el nerviosismo se apoderó de ella.
Carraspeó y trató de concentrarse, pero la sonrisa coqueta de la otra lo empeoraba todo.
— Perdón ¿Qué dijiste?
— ¿Qué para qué soy buena? — Danielle estaba disfrutando mucho el momento, le parecía divertido ver a la oficial en aquel estado, ya que juraba que no le iban las mujeres, a pesar del trabajo sucio y rudo que tenía en el penal, Annie era muy femenina fuera de éste, incluso le había conocido a uno que otro galán.
Pero tampoco podía negar lo linda que era, y más con sus mejillas sonrojadas.
— Pues yo, quería saber si habías hablado con tu abogado — desvío su vista cuando Danielle salió de la regadera con la toalla en mano, pero sin intención de cubrirse.
— Si, lo hice, pero no podrá sacar a Rachel de ahí.
— ¿Por qué? ¿No le cedieron el cambio?
— Si, pero tarda de cinco a siete días para que sea oficial y aparezca en el sistema, mientras no puede intervenir en su caso.
— Pero tú tienes un gran poder, ¿no puedes hacer algo más?
— Ya lo hizo, y sólo pudieron reducirlo a tres días, pero de igual forma de nada serviría, para cuando se haga oficial, Rachel ya no tendría castigo.
— El debió haber pedido el cambio desde hace mucho — suspiró.
— Creeme que lo hizo, pero el caso de Berry estaba "perdido" — dijo haciendo señas con sus dedos — ese miserable hizo muy bien su trabajo, dejó a Rachel totalmente indefensa.
— Lamento todo esto Danny, de verdad creí que se podía hacer algo — bajó su cabeza.
— No te preocupes, confiaré en el carácter que tiene mi prima para salir adelante, más bien creo que te debo una disculpa — la celadora la miró en seguida, y de la misma manera esquivó la vista frente a ella — Ayer te culpé de todo, fui muy dura Contigo cuando tú no tuviste nada que ver, solo quisiste ayudarnos, y en vez de agradecerte, te traté mal, nada de lo que pasó fue tu culpa Annie.
— Te juro que no pensé que las cosas terminarían así, de haberlo sabido, nunca las habría expuesto.
— Lo sé, por eso me disculpo ahora, y quiero que sepas que nada va a cambiar, seguiremos juntas en esto Annie.
Annie se acercó y la abrazó sintiéndose aliviada.
Danielle sonrió sintiendo las manos de la celadora vagar por su espalda, la oficial se dió cuenta de lo que hacía y se apartó de inmediato.
Sonriéndole en agradecimiento dejó las regaderas casi corriendo.
El estado en el que se encontraba la presa la hacía sentir incómoda, incluso la hacía dudar de su heterosexualidad.
Santana López estaba teniendo una mañana complicada, no había apartado la vista del computador desde que ingresó a la torre.
Necesitaba su dosis diaria de café.
Para su mala suerte la cafetera que tenía en la oficina y qué era para ella y sus compañeras no estaba calentando, así que no tuvo más opción que ir a la cocina del penal a pedir un café.
Pudo haber ido a la oficina de su jefa, que solo estaba a una cuantas de la torre, pero no, quería despejar su mente y su vista.
Escuchó que alguien la llamó a lo lejos y se detuvo, cuando vio de quién se trataba siguió caminando ignorando a la persona.
— Oficial espere — la latina no se detuvo.
— Es la hora de sus labores reclusa, vaya a trabajar — habló pero sin detenerse.
— Espere por favor — se detuvo bruscamente al sentir el agarre en su brazo.
Se giró con violencia y superioridad, levantó su mentón y quitó el agarre con altanería.
— ¿Qué demonios le pasa reclusa? ¿No sabe que está prohibido el contacto? — dijo en tono molesto.
— Perdón oficial, solo quería preguntarle algo.
— ¿De qué se trata Pierce? Habla ya — pidió ante el mutismo de la rubia.
— Quería saber si ya le llevó el desayuno a Rachel.
Santana la miró de mala manera.
— Las reclusas que son aisladas en una celda de castigo solo tienen permitido recibir un alimento al día, y es el de la tarde, así que no, aún no ha recibido su comida.
— Oh, eso es genial, entonces ¿Podría llevarle esto? — Brittany extendió su mano mostrando una fruta.
López alzó su ceja y volvió a caminar.
Brittany la alcanzó y se puso frente a ella, evitando que siguiera su camino.
De nuevo le ofreció la fruta.
— Eso no está permitido reclusa, a ella le prepararán la comida más tarde.
— Dios, si la comida que nos dan en el comedor es mala, no me puedo ni imaginar lo que le darán a Rachel, por favor, quiero que por lo menos tenga un buen sabor de boca — sus ojos eran suplicantes — Por favor.
— De acuerdo, pero solo esta vez — dijo arrebatándole el fruto — ahora vete a trabajar.
No necesitó decirlo dos veces, la vió irse dando pequeños brincos cual niña de preescolar.
Miró el fruto que tenía en la mano, y sonrió, recordando tantas cosas.
Siempre le pasaba cuando veía aquello, a pesar de odiar su sabor.
Quinn miraba el reloj que tenía en la pared frente a su escritorio, sentía que los minutos pasaban demasiado lentos.
Se preguntó si aquel aparato estaría descompuesto, la respuesta llegó al observar su móvil por cuarta ocasión, descubriendo que no, el reloj no tenía ningún problema.
El problema era ella, ella y sus nervios que la volvían tonta, ella y la ansiedad que se apoderaba de su cuerpo.
Resignada, se dejó caer en la silla, expulsando todo el aire que había retenido por la desesperación.
Miró de nuevo el reloj solo para cerciorarse que solo había pasado un mísero minuto.
Tampoco era como que la rubia estuviera esperando una hora concreta, puesto que ni ella sabía en qué momento llevaría a cabo su plan.
Pero estaba segura que sería después de las dieciocho horas, ya que se despidiera de su mejor amiga.
No estaba segura si lo que quería hacer fuera una buena idea, incluso ya había desistido en varias ocasiones.
Pero no era momento para replantearse las cosas, ni mucho menos de echarse para atrás.
Al contrario, tenía que ir por todo, aunque perdiera en el intento.
Solo tenía que asegurarse de no ser descubierta — pensó la rubia.
Su rostro palideció de solo imaginar lo que pasaría si su mejor amiga o cualquier persona la descubriera.
Sabía que Santana la iba a detener, justo como quiso hacerlo la noche anterior, cuando Quinn se negaba abandonar el penal sin antes hablar con Rachel y disculparse.
FLASHBACK
Después de unos largos minutos donde la rubia no hizo otra cosa que llorar en el hombro de su amiga, comenzó a negar y a divagar cosas sin sentido.
Santana la veía intrigada.
La rubia se puso de pie y caminó hasta su escritorio, abrió uno de sus cojones y sacó un juego de llaves que Santana reconoció en seguida y se interpuso en su camino.
— Wou Wou ¿A dónde crees que vas Quinn? — la detuvo por los hombros sin ejercer fuerza alguna.
— Iré por ella Santana — sentenció la rubia con un pequeño hipo, producto del llanto.
— ¿Acaso te estás escuchando rubia? — por más que le doliera a Santana ver a su amiga así, no dejaría que siguiera haciendo más locuras — ¡No puedes hacer eso!.
— ¿Por qué no puedo? — su voz se quebraba mientras seguía luchando por zafarse del agarre de Santana.
— Porque lo que menos quiere Berry en este momento es verte Quinn, por eso! Debe estar mal, le dijiste cosas feas ¿Crees que te recibirá con un abrazo y un beso? No Fabray — se respondió ella misma — ella al igual que tú, necesitan pensar, y descansar, mañana será otro día y tú mente estará más despejada.
— Tienes razón San, necesito pensar bien las cosas y mañana mismo hablaré con ell… — dejó de hablar cuando Santana negó con su dedo — ¿No qué?
— Tu no vas a hablar con nadie Quinn, no mañana, las cosas estarán muy tensas y ya sabemos la actitud que toma Berry en situaciones complicadas, solo, dale su espacio, que se le baje todo lo que trae encima, y ya después si quieres hablar con ella, pues lo haces, pero antes no, te lo prohibo Quinn.
— Pero Santana — hizo un puchero pero la latina no cedió.
— Y ni se te ocurra intentar entrar a esa celda rubia, porque te estaré vigilando.
Quinn se echó en el sillón y se cubrió el rostro con sus manos, solo para volver a llorar.
FIN FLASHBACK
— Oh claro que entraré ahí Santana — susurró la rubia — o dejo de llamarme Lucy Quinn Fabray.
¡Hola! Dejo acá el capítulo 24, siento que fue demasiado largo por eso decidí publicar una parte… la siguiente la subiré mañana por la tarde/noche así que no se desesperen.
Saludos!
