Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.


Capítulo 14

Bella estaba deprimida. Edward no necesitaba leer su mente para saberlo. Él podía sentirlo en el aire y verlo en la manera en que ella se movía.

Era feliz por momentos, en pequeños lapsos de tiempo. Cuando él la besaba, ella aún suspiraba contra su boca. Cuando él tomaba su mejilla y acariciaba su pulgar a lo largo de su mandíbula, sus ojos se suavizaban y se volvían soñadores. El atractivo de hablar sobre todo tipo de cosas geek podía traer de vuelta a la ella de antes. Ella se carcajeó con alegría cuando supo que, a pesar del objetivo principal de él, Edward no tenía manera de realmente entrar a la Comic Con.

—Mi geek bebé —dijo ella, y lo besó cariñosamente. Su sonrisa entonces se volvió nostálgica—. Uno simplemente no entra a la Comic Con —dijo en una voz que le decía que ella estaba haciendo referencia a algo.

Él frunció el ceño, analizando su base de datos interna, y ella puso los ojos en blanco, dándole unas palmadas cariñosas en la mejilla.

—¿En serio? ¿Ni siquiera El Señor de los Anillos? ¿Sean Bean? —preguntó—. Bueno, simplemente tendremos que añadirla a la lista.

Pero al final del día, la oscuridad siempre ganaba. La tristeza regresaba a su expresión, a su lenguaje corporal, y su mirada se volvía lejana mientras se mordía el labio.

Jasper también lo veía. Esa era parte de la razón por la que se unió a ellos para ver Supernatural. Estaba preocupado por ella, pero también sabía exactamente lo que ella había perdido. Como Bella, él también estaba afligido y frustrado. Eran incapaces de hacer algo, no tenían más opción que ver a sus seres queridos tomar decisiones que no podían terminar bien.

En sus pensamientos, Edward percibía un tipo de lealtad matizada. Para las personas que habían crecido como Bella y sus amigos, esas pocas personas constantes en sus vidas eran bienes preciosos a los que se aferraban a toda costa. La sensación de lealtad que surgía de eso a menudo era de violenta intensidad. Edward podía leer la mentalidad de "todos para uno y uno para todos" en los pensamientos de Jasper, verla aparecer una y otra vez mientras él lidiaba con la situación en conjunto.

Por supuesto, los pensamientos de Jasper regresaban repetidamente a su hermano de sangre.

Más de una vez, en sus siglos observando la humanidad, Edward se había maravillado con la tendencia humana a etiquetar al prójimo sin el beneficio de matiz. Una mala acción convertía a alguien en una mala persona. Le sorprendía a Edward porque no necesitaban mirar más allá de sí mismos para entender que las cosas malas rara vez ocurrían por sí mismas. Siempre había un contexto para considerar. Todos hacían cosas malas, y por lo tanto era importante notar que todos también hacían cosas buenas.

Jasper sabía que su hermano era un imbécil. Peter era abusivo, y su temperamento estaba fuera de control. Él estaba mucho más involucrado en la organización Scarpinato que los otros, y había estado allí por más tiempo.

En los recuerdos de Jasper, Edward vio un costado diferente del hombre.

No puedo aceptar esto —dijo Jasper, tratando de devolver lo que parecía ser mucho dinero a su hermano.

Los ojos de Peter se entrecerraron.

No seas tonto. Has estado volviéndote loco por tus facturas todo el mes. Paga las malditas cosas, y entonces invita a salir a esa chica, por Dios santo.

¿Qué chica? —preguntó Jasper, sus ojos completamente abiertos.

Oh, no seas así conmigo. ¿Crees que no he notado por qué estás obsesionado con ir a esa misma cafetería una y otra vez? —Peter resopló—. La camarera. La que tiene el cabello más corto que el tuyo y una sonrisa adorable. Carajo, niño. Necesitas echar un polvo. Toma ese dinero, y hazle pasar un buen rato a esa chica. Hazme sentir orgulloso.

Peter lo ayudaba mucho, y siempre, siempre le decía que no se lo contara a nadie. Como si fuera a dañar su imagen masculina al dejar que las personas supieran que amaba a su hermano. Él sí amaba a su hermano. Sí, Jasper pensaba, Peter lo había jodido mucho más de una vez, pero esa era parcialmente su culpa. Jasper sabía que no debía meterse en su camino cuando quería hacer algo. Eran en realidad esos otros bastardos, Felix y Demetri. Peter los idolatraba, y ahora, también lo hacía James. Victoria seguía a James. Laurent lo seguía a él. Siempre había sido así.

Fue Peter quien había mantenido a Jasper limpio, después de todo. Jasper hubiera seguido a su hermano, él no temía a una pelea. Él podría respaldar a Peter, pero su hermano se negaba a siquiera acercarse a la organización que tanto amaba.

Bella, por el otro lado... Bella siempre había sido diferente. Ella era leal, y hacía casi lo que fuera por sus amigos, su familia. Ella simplemente pensaba que los extremos a los que ellos llegaban eran exagerados. Ellos siempre creían que eran justos en sus acciones, y que aquellos contra los que arremetían se merecían su venganza. Al no seguir ese tipo de lealtad, Bella era y siempre había sido la oveja negra de su familia.

Edward frunció el ceño, observando otra oleada de recuerdos pasar por los pensamientos de Jasper, una conversación que él había tenido con Bella cuando todos estaban en la secundaria.

No sé por qué estás tan molesta, Bells. Esa chica fue una imbécil contigo. Fue cruel. Te hizo llorar, y James y Victoria le hicieron pagar por las cosas que dijo. —La calidad de sus pensamientos era confuso y frustrado—. Defender a tus amigos es algo bueno.

Bella lo miraba fijamente, una mirada insegura e incrédula en su rostro.

Esto no es normal. Sí, Lauren fue una imbécil, pero son palabras. Como si me importara una mierda al final del día sobre una idiota como ella. Eso no es excusa para que Victoria le dé una paliza y que James destroce su casillero. Ahora los dos están suspendidos, de nuevo, y en muchos problemas.

Por ti. Lo hicieron porque te aman.

No quiero que me amen así. No necesito eso. ¡Es una locura!

Bella no veía cómo ese tipo de cosas la colocaba en un pedestal, como si en el fondo creía que era mejor que el resto de ellos. Había destruido su relación con Laurent desde el principio, y ahora...

Ahora todo era un desastre. Jasper estaba preocupado. Él sabía que James se sentía traicionado, era el tipo de traición que los hombres como él no dejaban pasar sin una venganza. Su familia estaba en ruinas y, para empeorar las cosas, el nombre de Bella se encontraba en las bocas equivocadas. Jasper no sabía lo que estaba pasando, pero sabía que personas tenebrosas hablaban de ella.

—¡Por fin!

Edward y Jasper se sobresaltaron, ambos habían estado demasiado absortos en los recuerdos y las preocupaciones de Jasper para darse cuenta que el episodio había terminado.

—Las cosas están a punto de volverse interesantes —dijo Bella, contenta cuando comenzó el siguiente episodio. Entrelazó su brazo con el de Edward, jalándolo—. Temporada cuatro, episodio uno. Finalmente vas a conocer a Castiel.

—¿El ángel que amas? —dijo Edward, divertido con ese pensamiento.

—Sí —dijo ella, tan emocionada que chilló la palabra—. Oh, es un cretino al principio. Los ángeles son enormes imbéciles. Asnos. —Se rio de un chiste privado—. Pero Cas... —Ella volteó, su mano contra el pecho de él, y lo miró solemnemente—. Si resultas ser una de esas personas raras que odia a Cas, me temo que terminamos. No más besos para ti.

Él sonrió e inclinó su cabeza hacia adelante, sus labios tan cerca de los de ella que su voz vibró contra su piel cuando habló.

—Ya me agrada este tipo.

—El hijo de puta sabe cómo hacer una entrada —dijo Peter un momento después cuando Castiel finalmente hizo su aparición. En la pantalla, el cuarto tembló, las luces explotaron, y un hombre con un sobretodo entró caminando. Era inmune a las balas y la navaja especial para matar demonios del cazador.

—Y bien, ¿esta es la persona de la que dices que Dean está enamorado? —preguntó Edward.

—Dean y Cas es la historia de amor más épica que he visto en mi vida —dijo Bella con un suspiro.

—Dean lo apuñaló en el corazón en el momento que fueron presentados. No estoy seguro si apruebo tu versión de relación increíble.

—Shh. —Bella lo golpeó en el pecho—. Presta atención. Ya verás.

Edward observó, procesando, entre otras cosas, esta interpretación de los ángeles. Los mitos de la humanidad partieron de las personas que trataban de explicar verdades que no podían comprender. Los ángeles, evidentemente, existían. En toda la historia de la humanidad, era imposible que los humanos no detectaran una especie entera de seres. Sus suposiciones pasaron a formar parte del dogma religioso, entre otras cosas.

Los ángeles de Supernatural estaban en lo correcto en varias cosas, Edward meditó mientras veía a Castiel presumir las sombras de sus alas, prueba para un Dean incrédulo que él en efecto era un servidor del cielo. Edward movió sus propias alas, escondidas de forma segura de los ojos humanos en otra dimensión de la realidad.

—Bueno como discurso literario, ciertamente puedo ver la base de una potencial relación —dijo Edward cuando terminó el episodio.

—Oh, cielos. No la incentives —dijo Jasper, pero Edward lo ignoró.

—Dean, a pesar de su arrogancia y bravuconería, tiene baja autoestima. Y aquí viene este ser que literalmente lo rescató de las profundidades del infierno, y Dean no puede entender por qué. Cuando Castiel dijo esa parte, "¿Qué pasa? ¿No crees que mereces ser salvado?", la expresión en el rostro de Dean lo dijo todo. Ese ser llegó y comprendió las profundidades de su alma con una mirada.

—¡Sí! —Bella estaba tan emocionada que se subió a horcajadas sobre él, golpeando su pecho con porrazos entusiasmados—. Sí, sí, exactamente. Desde el primer segundo, Cas sabe exactamente lo que vale Dean. Oh, vaya. No puedo esperar a que veas el resto si lo miras desde esta perspectiva. —Ella rodeó su cuello con sus brazos—. Te amo —dijo y lo besó.

Edward llevó las manos a su cintura, intensificando su agarre mientras le devolvía el beso. Su corazón humano había comenzado a latir erráticamente, y algo poderoso se agitó en su pecho.

Ella lo amaba.

Lo dijo frívolamente. Él sabía que lo dijo porque estaba feliz de que él hubiera captado algo que era importante para ella y no descaradamente obvio para el espectador. Sabía que ella no quiso decir que lo amaba, y aún así, al escuchar esas palabras de sus labios, quería...

Bueno.

—Vaya, de acuerdo. —Jasper se rio—. Creo que esa es mi señal. —Se puso de pie.

Bella no se movió del regazo de Edward, pero sí miró a su amigo.

—¿Te vas?

—Sí, tengo cosas por hacer. —Le guiñó el ojo—. Creo que apreciarían un poco de privacidad, ¿hmm?

La sonrisa de Bella se volvió más traviesa cuando volvió a mirar a Edward.

—Hmm. Puede que tengas razón aquí.

Jasper resopló.

—Oh, no creo que sea yo. —Carraspeó. Miró a Edward—. Oye, amigo. Antes de dejarlos, ¿está bien si traigo a una amiga la próxima vez?

En su cabeza, Edward vio una mujer bonita y bajita con cabello negro. Sintió una corriente de calor por parte de Jasper que podía reconocer fácilmente ahora. Jasper tenía sentimientos por esta mujer, y estaba nervioso con la idea de presentarle a Bella.

Edward le sonrió al hombre mientras deslizaba un dedo a lo largo de la columna de Bella. La escuchó jadear, y su sonrisa se agrandó.

—Por supuesto que está bien. Mientras más seamos, mejor y todo eso —dijo haciendo un ademán con la mano, ahora ansioso de tener a Jasper muy lejos de aquí.

Jasper asintió.

—Gracias. Los veré mañana. A la misma hora. Por el mismo canal.

Ni bien la puerta se cerró, Edward intensificó su agarre en la cintura de Bella. Ella enredó los dedos en su cabello, y mientras sus labios entraban en contacto, abrió la boca para la suya. En segundos, esto no era suficiente. Edward presionó hacia adelante, recostándola en el sofá con su cuerpo acorralando el de ella. Mantuvo la mayor parte de su peso lejos de ella, apoyándose en un brazo, pero su cuerpo seguía presionado contra el suyo mientras se besaban.

Ella deslizó sus manos por toda su espalda para sujetar su trasero, jalándolo más fuerte contra ella.

Cuando ella estiró una mano entre ellos, sus manos rozando los jeans donde él más ardía, Edward rompió el beso. Tragó un gemido y sacudió la cabeza.

—Quiero saborearte —dijo él. Viviría por el resto de la humanidad, y estaba seguro que el sonido de su éxtasis sería lo mejor que él jamás escucharía.

Debajo de él, Bella estudió su rostro.

—Creo que te debo una o... cinco —dijo, la expresión en sus ojos era cautelosa aunque su tono de voz era coqueto—. Quiero hacerte sentir bien, cariño. Si quieres. Si estás listo.

Edward soltó un suspiro tembloroso, tratando de orientar sus pensamientos. Estaba bastante seguro de que ella podía sentir que al menos parte de él estaba más que dispuesto y listo para seguir. La culpa lo invadió, y deseaba que ella dejara de hacer lo que estaba haciendo. Sus dedos jugaban en su cadera, frotando con un movimiento circular que pretendía calmarlo. Como era frecuente, ella creía que él era inocente.

Lejos de ser inocente, no era su miedo a lo desconocido del sexo que lo ponía nervioso. Podría consolarse pensando que técnicamente estaba diciendo la verdad, él era virgen, pero eso solo profundizaría su sensación de culpa. Podría poner tantas excusas como quisiera sobre el bien común y que solo estaba aquí para salvar su vida. El hecho era que él la engañaba para hacerlo. Esto ya le costaría demasiado. Él no quería tomar algo más de ella, no incluso cuando era dado voluntariamente y con entusiasmo.

Se enderezó y la levantó con él. Quizás debería haberla dejado ir, pero en cambio, la acercó más a él, dejando sus piernas sobre su regazo mientras sujetaba su espalda con su brazo. Inclinó su frente contra la de ella.

—No... —Cerró los ojos y tragó fuerte, tratando de encontrar las palabras que ella pudiera entender—. Tengo mucha satisfacción al tocarte. —La besó, un beso suave y dulce—. Al saborearte. —Movió sus labios por su garganta y sonrió a pesar de sí mismo cuando su beso provocó un pequeño gemido—. Al escucharte.

Ella gimoteó e inclinó la cabeza hacia atrás mientras él succionaba suavemente un punto de pulso. Sus pulgares frotaron el espacio detrás de su oreja. Él pasó los dedos arriba y abajo por su espalda.

Cuando su boca inquisitiva comenzó a bajar, ella tomó su rostro entre sus manos y lo inclinó hacia arriba. El rostro de ella estaba sonrojado, sus labios separados por completo, y sus ojos llenos de lujuria.

—¿Te gusta escucharme?

—Mmhmm —dijo él, deslizando sus manos por los costados de su camiseta, haciéndole cosquillas así podía escuchar los sonidos jadeantes que ella soltaba.

Ella lo besó, provocando su lengua con la suya por un momento antes de apartarse.

—¿Dices que mi placer te da placer?

—Sí —susurró, siguiéndola en busca de otro beso.

Ella lo esquivó, su mirada fija en la de él.

—Es por eso que quiero tocarte. —Movió sus dedos por su cuello—. Tocarte. Escucharte. —Se movió para sentarse a horcajadas sobre él de nuevo y comenzó a mover sus caderas sobre las suyas—. ¿Puedo contarte un secreto? —preguntó, sus labios contra su oreja.

Su cuerpo, su cuerpo demasiado humano, no necesitaba la intervención de Edward. Mientras ella se movía sobre él, se levantó para alcanzarla. Intensificó sus brazos alrededor de ella.

—Dime —dijo, su garganta seca.

—Cuando pienso en tocarte, en escucharte, me pongo tan caliente que me toco.

Edward gimió y embistió sus caderas contra las de ella.

—Oh, diablos —dijo él en un susurro.

Bella siguió moviéndose sobre él, su ritmo dolorosamente lento.

—¿Quieres que me detenga?

Él intentó recordarse a sí mismo que era una entidad con años de antigüedad, un ángel con poderes y conocimiento que esta pequeña humana no podría comenzar a comprender. Podía decir que no. Debería hacerlo.

—No —dijo, olvidando en ese instante la verdadera pregunta que ella había hecho.

No. No, realmente no quería que se detuviera.

Ella lo besó, y sorprendentemente temblaba mientras le devolvía el beso. La cuestión era que Edward podía dominar el control de su cuerpo cuando lo deseaba. Lo había hecho antes cuando había estado con ella, teniendo su cuerpo caliente y retorciéndose en sus brazos. Él podía contener y sofocar los deseos de este cuerpo cuando lo quería.

—¿Te gusta esto? —Bella preguntó contra sus labios.

—Sí.

Ella deslizó la punta de sus dedos hacia abajo, alrededor de su ombligo bajo su camiseta.

—¿Te gusta esto?

—Sí. —Él tembló de placer con su caricia.

Ella rozó sus dedos por sus pantalones.

—¿Puedo tocarte? —Lo besó—. ¿Puedo sentirte?

Se lamió los labios. Él no podía rechazarla ahora mismo. Rechazarla ahora solo le haría daño, ¿y para qué? Y, oh señor, sí, sí, él la deseaba.

—Sí.

Ella se movió hacia atrás en su regazo y desabotonó su bragueta. Edward no pudo evitar cerrar los ojos. Se estremeció cuando sintió su mano en él. Por segundos, se aferró a su control sobrenatural en este cuerpo. Entonces, se dejó ir, permitiéndose sentir todo como un humano.

O quizás esto era diferente. Después de todo, un humano de su edad habría conocido el contacto, aunque fuera el suyo mismo. Hubiera conocido la sensación y la lujuria. Aunque él entendía todos esos procesos, Edward, el ángel, el ángel Edward, no tenía una base de conocimiento sobre cómo se sentían. No tenía ninguna base de conocimiento de los sentimientos.

Quizás eso era lo que hacía las caricias de ella tan poderosas. El placer recorrió la espalda de Edward con la violencia de una puñalada en la espalda, pura conmoción pero absolutamente ningún dolor. Su cuerpo se sacudió y Bella se rio.

—Vaya, tigre. Tranquilo. —Lo tomó firmemente con una mano y llevó la otra a su mejilla—. Cuidaré de ti.

Él abrió la boca, pero lo único que salió fue un gemido bajo y gutural. No tenía palabras. Ella no tenía idea de lo que le estaba haciendo. Antes de Bella, su mundo, su existencia tenía perfecto sentido. Ahora...

Ella presionó pequeños besos a lo largo de su oreja.

—¿Puedo saborearte?

Llegado a ese punto, él no era capaz de nada más que darle lo que quería. Diablos si él podía pensar en absoluto, a pesar de su ilimitada capacidad mental.

Ella se bajó de su regazo y se arrodilló. Lo llevó a su boca, y lo miró por debajo de sus largas pestañas mientras lamía y succionaba.

Edward había visto este universo, y mucho otros. Había visto planetas, supernovas, y agujeros negros.

Cuando Bella descansó la cabeza sobre su hombro y le preguntó si le había gustado, ella no tenía idea de lo profunda que era su respuesta.

—Vi las estrellas —dijo él, su voz incrédula.

Suspiró y cerró los ojos, descansando la cabeza contra la de ella y permitiéndose este momento de dicha pura.