Capítulo XXX

De las pesadillas a la realidad

Un dolor punzante y agudo le inundaba cada vez que trataba de respirar, el aire entraba por su boca ardiendo hasta llegar a sus pulmones, se sentía aturdida y desorientada, en sus oidos retumbaba una voz desesperada, tratando de hacerla reaccionar. Elsa intentó mover sus manos en vano, apenas sentía sus brazos y la mayoría era una sensación de desgarrador escozor, intentó decir algo pero solo pudo soltar un débil quejido, la luz la cegaba mientras unas suaves manos tocaron sus hombros quemandola con el calor del contacto, como si estas estuviesen echas de fuego.

Le dolía el calor.

Le dolía el frío.

Le dolía respirar.

Le dolía pensar.

Momentos atrás, Elsa, caía hacia la oscuridad, dispuesta a llegar hasta el fondo para encontrar a Nokk, dispuesta a sacrificarse para remendar su error; ahora sentía que mil agujas le clavaban tan fuerte la piel que podía sentirlas llegar hasta su alma.

Qué Nokk estuviese vivo hacia que todo valiera la pena.

Jack en cambio estaba desesperado, sus manos temblaban buscando ayudar a la rubia, quien en su desesperación por el espíritu del agua se había lanzado sin meditarlo directo hacia la perdision. Elsa se había congelado parcialmente en el pozo de la verdad, de dónde Jack a duras penas la había logrado sacar.

Si lejos vas, será el final.

Las palabras que le había dicho Elsa la primera vez resonaban en su memoria, como una agria broma de parte de su subconsciente, trató de disipar los pensamientos intrusivos para concentrarse en su helada compañera. Elsa lucia más pálida de lo usual, dando la apariencia de porcelana fría y violacea, sus manos y piernas estaban tan escarchados que sus dedos ya eran hielo puro, sus mejillas rosadas por el frío también estaban cubiertas por una fina capa de escarcha, por sus labios se escapaba el aliento de esta en forma de vapor, tan rápido como su pecho subía y bajaba. Jack intentó hablarle buscando una respuesta por parte de la otra, pero tan solo el ruido de las demás memorias inundaban el lugar, tomó a Elsa por los hombros escuchando un débil quejido escapar en forma de aliento por parte de ella, su piel estaba helada al contacto, incluso para Jack.

- ¡Elsa! - exclamó varias veces mientras la devolvía con delicadeza al frío suelo

Sus pensamientos iban tan rápido como estrellas fugaces por el cielo, intentó varias veces retroceder el hielo con su magia, pero el desconocimiento de como hacerlo y la falta de su cayado le impedían controlar sus poderes con presicion. Vio a Elsa cerrar sus ojos y volvió a sacudirla una vez más.

- No te duermas - le ordenó con brusquedad, su voz salió rasposa debido a la tensión - no te duermas - repitió con algo más de urgencia

Nuevamente volvió a concentrarse en hacer algo más, un sentimiento abrumador se acrecentaba a medida que transcurría cada segundo como si fuese una hora completa, hundiendo al guardian en un mar de incertidumbre y culpas, hasta que la suave risa de Elsa lo trajo de vuelta al silencio de sus pensamientos. Jack levantó la mirada para encontrarse con el recuerdo de ambos en uno de los balcones del palacio, compartiendo una taza de chocolate caliente mientras Jack le contaba alguna anécdota a Elsa, exagerando con sus gestos y manos, ambos sumidos en su propia burbuja, el brillo del recuerdo trajo algo más consigo para Jack.

Su centro.

Cerró una vez más sus ojos mientras tomaba a Elsa por los hombros, acomodándola entre sus brazos, luego una tibia sensación los cubrió mientras la escarcha retrocedía lentamente por la piel de Elsa, su respiración se pausaba y sus ojos volvian a brillar.

- Estás completamente loca - sonrió Jack mostrando sus dientes blancos en un gesto de alivio

Elsa intentó reír, pero de sus labios salió una especie de sonido inteligible, luego solo tocio algo ahogada.

- ¿Estás bien? - Elsa asintió con suavidad, en un movimiento casi imperceptible

Se mantuvieron en la misma posición por un par de minutos, en lo que la guardiana volvía a recomponerse de su baile con la muerte, si es que una existencia eterna en el hielo era equivalente a eso. El silencio fue participe del momento, siento perturbado por algunas cuantas memorias que estaban cerca de ambos, Elsa trataba de no tomarles atención, repasando en su cabeza el recuerdo de Nokk cayendo al océano, transformándose y cambiando en un intento de ocultar su naturaleza y poder; mientras Jack, quien estaba aún aturdido por sus recientes sentimientos, trataba de obviar las ansias que le causaba ahora el contacto con Elsa, buscando distraerse en las memorias que actuaban frente ellos.

Primero vio a una Elsa más joven estar sola en su habitación, sobre su cama habían un montón de guantes de diferentes tonalidades de azules y violetas, la pequeña platinada los observaba de brazos cruzados, buscando elegir alguno en especial, de pronto un golpeteo familiar para Jack la sobresaltó. Jack desvío la mirada, ver a Elsa le recordaba que la tenía con él en ese momento, acrecentando los revoloteos que sentía en sus entrañas, una vez más busco otra memoria en qué entretenerse, encontrando así la imagen de Thoothiana y Sandy urgueando en una de las "cajas" de recuerdos que cuidaba la guardiana, Jack frunció el entrecejo molesto tratando de tomar atención de las palabras de la hada, pero la apacible voz de Elsa le llamó desde sus brazos.

- Todo fue culpa mía - se lamentó abrazándose así misma, dejando ver lo perdida que se sentía - estaba dispuesta a traerlo hasta aquí ¿Pero qué estaba pensando? - Jack solo guardaba silencio, incapaz de interrumpir - puse en peligro a Nokk, al Ahtohallan, al bosque encantado, a los Northuldras, al reino, a Anna... A... A... - Elsa comenzaba a trastabillar con sus palabras que se agolpaban por sus labios buscando salir

Jack la atrajo más hacia si buscando tranquilizar la aflicción de la rubia, Elsa aprovechó de esconder su rostro entre el hombro de Jack y su cuello, reconociendo por primera vez la paz que eso le daba, aspiró profundamente el aroma de este que se mezclaba con el olor familiar del hielo y la nieve, destacando el intenso toque peculiar del guardian. Una ola de emociones la azotaron, haciendo que Elsa se sintiese más perdida que antes en lo que sentía.

Lo que le provocaba Jack.

Lágrimas se precipitaron por sus ojos, cayendo por su rostro en silencio hasta fundirse en la sudadera del guardian, mientras este acariciaba los cabellos de Elsa. El miedo le impedía ver lo obvio.

- Shuuu - le chucheó el peliblanco tratando de serenarla - tienes que calmarte - le dijo con cuidado

- ¿Cómo voy a estar calmada sabiendo que ayude a Pitch Black? - le preguntó dejando su zona segura - Incluso le ayudé a obtener devuelta sus poderes... Oh, por Dios, ¡Incluso le ayude a obtener devuelta sus poderes! - exclamó horrorizada - ¿Y Sandman? ¡Fue todo mi culpa!

- Si - dijo Jack secamente llamando la completa atención de Elsa, quien se alejó lentamente para mirarlo desconcertada

- ¿Qué? - le preguntó sin querer juzgar la respuesta de Jack, de todas formas le estaba dando la razón

- Que tienes razón, fue tu culpa - respondió con calma mientra la tomaba por los hombros - metiste la pata, hasta el fondo - argumentó rodando los ojos por el lugar - literalmente - agregó una vez vio la grieta haciento un gesto hacia esta

Elsa, quien ya estaba bastante molesta y abrumada por su propia imprudencia, no estaba preparada para aguantar el carácter despreocupado e infantil del guardian en ese momento, por lo que frunció el entrecejo molesta apretando los labios en una mueca.

- Esto no es un juego - se defendió

- Lo sé, ¿Qué harás al respecto? - le preguntó ahora él algo más serio

- ¿Cómo? - preguntó ahora confundida

- Por lo que entiendo, cuando uno mete la pata o se queda ahí lamentándose o hace algo por remediarlo, ¿Cómo fue que dijo la piedra esa? - comenzó a divagar tratando de rememorar - ¿Que hay que hacer lo que se hace? Lo que sea, ¿Qué harás tu?

- Solo hay que hacer lo que hay que hacer - susurró para si misma

- Exacto - la ánimo - ¿Entonces?

Elsa asintio para si misma, se puso en pie con algo de dificultad, siendo secundada por Jack.

- Hay que volver al bosque, con los Northuldras, sé dónde está Nokk - repuso con algo más de confianza - ahora sé todo lo que sucedió...

- Espera - la detuvo - ¿Entonces para qué saltaste al pozo? - Jack realmente quería mostrarse alegre por ella y sus memorias, pero una duda prevalecía sobre todo - te podrías haber congelado - le reprochó

- Necesitaba asegurarme que realmente fuese así - admitió

- ¡Podrías haber confirmado con algún recuerdo de aquí arriba! - exclamó - ¿Tienes la idea de lo difícil que fue para viento y para mí sacarte de esa tundra congelada o descongelarte siquiera? - aún sin quererlo un tono incriminatorio empapó levemente la pregunta

- ¡Claro que sí, estaba conciente! - exclamó - ¡Y para tu información no fuiste tu quien me descongelo! - reveló contundente antes de recapacitar sus propias palabras

- ¿Así? - dijo a la defensiva - ¿Y quién sino se puede saber? - refutó atosigado, molesto ya de la discusión sin sentido, impedido de terminar ante su tosudez

- ¿Quién más? ¡Yo mismas! - se jacto, sonriendo levemente ante la expresión de sorpresa del guardian, desbordando su propia emoción antes los hechos - es como dijo gran Pabbie, solo tenía que recordar lo que mueve mi magia - explicó olvidando la furia de hace un momento

- ¿Y qué es lo que mueve tu magia? - preguntó ahora curioso, también olvidando el enojo que había sentido previamente

- Eso... Eso no importa en este momento - se excusó avergonzada, recordando como la hizo sentir su cercanía con Jack, recordando la razón de su magia - ahora lo importante es ir por Nokk - sonrió ampliamente antes de tomar al otro por las manos, movida por una profunda emoción - ¡Jack, lo encontramos! - exclamó - ¡Encontramos a Nokk! - carcajeo de la alegría, el guardian rió junto a ella, contagiado de su risa

- Eres una persona bastante impredecible - admitió aún sin entender por completo todo

Jack no había visto más allá de Elsa cayendo al vacío y congelandose en él, los recuerdos que la guardiana buscaba observar pasaron por alto ante la atención del espíritu de la diversión, quien estaba mas preocupado de salvar a la rubia.

- Y tu una persona bastante confiable - le sonrió

Por fin las pesadillas se disipaban.

- Gracias Jack, - dijo Elsa buscando la mirada del guardian, parando las risas de este con sus palabras - gracias por salvarme

- Y-yo... - titubeó - No hay que agradecer -dijo al fin separándose rápidamente de esta, sintiendo una vez más el agradable pero abrumador calor que le brindaba la mirada de Elsa

Luego, en un acuerdo tácito, decidieron volver hacia la superficie del glaciar, debían ir en busca de Nokk, en especial ahora que sabían dónde estaba.

Pero aún habían muchas dudas que despejar.

Y situaciones que resolver.

Ahtohallan contenía la verdad absoluta del la humanidad, cada instante de la historia de encontraba en sus agua congeladas, guardando las memorias universales en una neutra verdad, como una reproducción insesante de aquellos momentos cruciales para cada uno. Elsa, siendo la quinto espíritu, aún no entendía la bastedad del alcance del poder del río de la verdad, aún sin entender la presicion de la naturaleza del glaciar, ni el poder que poseía sobre este.

Una flecha congelada cruzó delante de ellos, deteniendo su camino hacia la salida, era parte de una memoria, ni una amenaza real. Elsa posó sus celestes ojos en dirección de esta, viendo como una cristalina pesadilla sucumbia ante el impacto, luego devolvió la mirada hacia Mérida, quien había lanzado la flecha buscando defender a una Anna desplomada tras la colorina, Kristoff sosteniendo a la reina entre sus brazos con una expresión abatida solo provocó un vacío inmenso en la reina de las nieves.

No era una pesadilla, está no era la guarida de pitcha Black.

Elsa sabía que estaban en el Ahtohallan y esa era una memoria real.

Pero ¿Cuando?

Jack, que había vuelto a avanzar, volteó a mirar a Elsa que se había quedado atras, notando la expresión livida en ella, las piernas de esta flaquearon dejandola caer en la piso helado, tal cual una marioneta inerte. El guardian volvió hasta donde la rubia, prestando atención de la memoria que robaba la atención de esta, notando la razón de su comportamiento.

Lejos del glaciar la memoria se desarrollaba algo más adelantada a los hechos visto por los anteriores guardianes, en su lugar las pesadillas ya no estaban, el pánico era el centro de todas las emociones que los presentes sentían. Norte continuaba rondando los jardines junto a Eugene, vigilando que las pesadillas y dragones no volviesen a manifestarse, tras ellos estaba el caos. Rapunzel envolvía a la reina entre su cabello, manchando las hebras doradas con la sangre carmesí de Anna, quien respiraba superficialmente buscando aferrarse al aliento de su vida, Kristoff la sostenía entre sus brazos, sus ropas empapadas en sangre y su expresión errática les mostraba a los demás los mayores temores del rey de Arendelle.

- Kris... - susurró Anna, los ojos de su esposo se posaron en los azules de esta

- N-No digas na-nada - tartamudeo con la voz cortada - guarda energía - agregó después de recomponer su voz con un carraspeó

- T-te amo - suspiró en un susurró agonico

- ¡No! - gritó - Anna, espera, solo espera... también te amo - soltó en un lamento, tomando el rostro de su amada entre sus manos, manchando su piel pálida. Anna sonrió

- Está bien - musitó cerrando sus ojos

- Anna... - susurró Olaf tomando entre sus ramitas la mano de Anna, tan helada e inerte como parecía ella

- ¡Oh, cállense! - chilló Rapunzel que ya había terminado de envolver el vientre abierto de su prima - solo cállense por favor - rogó con la voz quebrada y con las manos temblorosas

Thoothiana volvía junto a Aster al grupo, el conejo de pascuas se adelantó hasta llegar junto a los reyes, ahogando una exclamación al notar el estado de la reina. Dentro de todo un agradable cariño le había tomado a la pequeña adulta, que a veces le recordaba a la ternura de un niño. Luego desvío la mirada para ver un poco más allá a Hiccup tan herido como Anna, aunque en mejor estado, a su lado la colorina presionaba sobre su vientre con fuerza. Ambos recién llegados quedaron petrificados.

Todo había comenzado en el salón, en retrospectiva ahora le parecía una estupidez a Bunny.

Aster había salido furioso de la habitación de Elsa, se habían confirmado sus dudas, la quinto espíritu no era de fiar. Si bien el conejo no había pensado en nada concreto, su desconfianza natural no le permitía abrazar completamente la idea de un nuevo guardian, el optimismo y aceptación de los demás no le caían en gracia y la extraña afinidad entre Jack y Elsa solo le provocaba más renuencia hacia esta última. Cuando el rey de Arendelle desveló las antiguas charlas solo inicio lo que sería una serie de sensaciones desagradables en el guardian de la esperanza, seguramente la quinto espíritu solo era aliada de Pitch Black.

Thoothiana y Norte lo habían seguido de cerca, reprochando su actuar previo en la habitación de Elsa, cuando solo se dedicó a favorecer y avivar la reacción colérica que había tomado Anna para contra su hermana, targiversando las reales palabras de Kristoff. Claramente no se dió a torcer, firme en su posición, provocando la exasperación de Norte que había resuelto dejarlo junto a la guardiana de las memorias.

Aster sintió que Norte le daba la espalda una vez más.

Y cuando este volvió con los demás no hizo más que reprochar sobre la reina de las nieves, sin tomar importancia a las palabras de los demás, testarudo en su percepción. Una vez más alejando a todos.

Se había quedado solo en palacio antes que la hada volviera por él, aterrada por la amenaza de Black, que había vuelto a atacar, ahora nada mas importaba.

Pero tarde se había dado cuenta de su actuar, por qué al llegar al lugar solo pudo encontrar un desastroso desenlace.

- ¿Qué sucedió? - exclamó hacia Norte que lo observaba a la distancia

- Pitch volvió por Elsa - dijo Thoothiana a sus espaldas - pero al ver cómo su magestad cambiaba las pesadillas por sueños... - susurró sin querer completar la frase

- La atacó como con Meme - completó Norte que ya había llegado junto a ellos

Un brillo cegador llamó la atención de todos los presentes, Rapunzel entonaba una suave canción con su melodiosa voz, ocultando el llanto que quería soltar desde hace varios minutos atrás.

Quita enfermedad

Y el destino cruel

Trae lo que perdí

Volviendo a lo que fue

A lo que fue

Pero la reina continuaba con sus heridas mortales sin sanar.

- ¡No funciona! - exclamó ya al borde de la desesperación - ¡Siempre funcionan! - chilló, Eugene la abrazo por los hombros queriendo contenerla

- ¡Hazlo otra vez! - le gritó Kristoff preso del miedo - ¡Inténtalo una vez más!

Pero por más que intentará nada volvía a ser como fue, Anna seguía con los ojos cerrados, respirando ya pausadamente, apuntó de soltar su último aliento.

El frío era parte de la cobriza al igual que de su hermana, se sentía tan helada como lo era Elsa naturalmente, solo que ahora no sentía frío, y ya nada le dolía, escuchaba las voces de los demás amortiguadas y lejanas, tan desesperadas que contrastaba ferozmente con la paz que inundaba a la reina en esos momentos. Una abrumadora sensación de sueño se extendió por ella, Anna quería bostezar pero por su boca no salía nada más que sus últimos alientos

- ¡La posion! - exclamó Olaf recordando la encantadora botella que había mostrado la rubia días atrás

Rapunzel busco rápidamente entre su pequeño bolso, sacando la botellita de cristal con el liquido dorado en su interior, la abrió con dificultad temiendo derramar algo en el intento, luego abrió la boca de Anna para verter la totalidad del contenido dentro de esta.

Un silencio seco inundó el ambiente, siendo cortado únicamente por la respiración agitada de Mérida que continuaba presionando la herida de Hiccup, rogando en su interior que la magia de Rapunzel si sirviese en él.

El cuerpo de la reina de Arendelle brillo una vez más, ahora con más fuerza que antes. En su vientre una esfera de energía comenzó a crecer, envolviendola por completo, su cuerpo flotó con levedad, siendo solamente anclado al piso por los brazos de Kristoff que no soltaban a su amada. De pronto todo rastro de luz fue apagado y Anna fue devuelta al suelo con suavidad, como una pluma cayendo, una larga inhalación por parte de ella los obligó a todos a aguantar la respiración.

- ¡Anna! - exclamó primero Kristoff, sin respuestas por parte de esta - ¡Amor, Anna! - la sarandeo con cuidado, buscando despertarla, pero una vez más solo se escuchaba su respiración

El rey de Arendelle se acercó al pecho de Anna posando su oído sobre este, buscando escuchar su corazón latir, luego comenzó a desenredar los cabellos de Rapunzel desesperado, buscando encontrar la herida en su lugar, encontrando la piel sana y blanca de su esposa al aire.

- Ay, Dios mío - musitó abrazándola con fuerza

- ¿Está viva, Kristoff? - preguntó Mérida en un jadeó

- ¡No despierta! - respondió aún en pánico

- ¿Está viva? - preguntó una vez más

- Si - respondió Eugene, sabiendo que Kristoff no estaba en condiciones de entender

- ¡Entonces qué esperan! - gritó - ¡Aún falta Hiccup! - informó al borde del llanto

Rapunzel corrió hasta su lado arrastrando sus cabellos, sentía que estaban más pesados debido a la sangre que lo empapaba. Al llegar al lado de la princesa de Dunbroch y el líder de Berk, comenzó inmediatamente a envolver a este último con sus cabellos, Mérida no se atrevía a retirar sus manos por lo que quedó envuelta en estos también.

Flor que da fulgor

Con tu brillo fiel

...

En esta ocasión, a diferencia que con Anna, la magia de Rapunzel funcionó, Hiccup se iluminó levemente gracias a los cabellos de la reina de Corona, para luego inhalar con fuerza y sentarse con rapidez, tan agitado como el segundo anterior de su ataque.

- Tranquilo - le sonrió Mérida tomándolo por los hombros - estás bien

Hiccup se tocó con ansias el vientre, despejando los cabellos de tono cobrizo debido a la sangre en ellos, manchando parte de la piel sana del vikingo. El castaño levantó la mirada hasta donde Mérida, buscando alguna otra respuesta ante las millones de dudas que lo asaltaban, esta solo estrechó su mano jalando de él para levantarlo.

- Anna aún no despierta - le dijo una vez el otro de pie

Hiccup tomó atención a Kristoff que aún permanecía con Anna en sus brazos, acuclillado, aferrando a su amada procurando protegerla de todo lo que no fue capaz de protegerla en un pasado. Un sollozo mudo se escapaba de sus labios.

Una vez se refugiaron dentro de palacio, el rubio mando a llamar a gran Pabbie, encerrandose después en su alcoba junto a su esposa, ni siquiera Olaf pudo entrar en aquel lugar. Solo el sabio de los trolls se le permitió aventurarse adentro una vez llegó.

Los demás se refugiaron en el salón principal, a excepción de Eugene y Rapunzel que se habían retirado para asear a la reina de Corona, en cambio los sobrantes se encobtraban inconscientemente esperando la llegada de los guardianes faltantes; Jack y Elsa. Colectivamente se sabía que la quinto espíritu tenía una sola debilidad, la noticia de su hermana no era algo que presisamente se peleaban por informar, Norte sintió la responsabilidad sobre sus hombros, sin saber que nunca iba a tener que dar la noticia al final.

Un estruendoso golpeteo les dió el aviso de la llegada de la reina de las nieves, un extraño escalofríos los invadió junto con la baja de temperatura que se manifestaba, los feroces pasos se abrían camino por los pasillos del palacio dejando ver la expresión de espanto de Elsa, quien al llegar al salón paseo su mirada por todos los presentes sin detenerse ni saludar, luego volteo con brusquedad sobre sus talones para salir en busca de su hermana, dejando a Jack junto a los demás.

Elsa subió por los escalones con apuro, con la elegancia que la caracterizaba, sin perder tiempo en saludar a quien sea que se le atravesase en el camino. Una vez frente las puertas de la habitación de su hermana las abrió sin preambulos, sobresaltando a todos los presentes.

Gran Pabbie estaba a los pies de la cama, sus manos se escondían tras sus espaldas y parecía dispuesto a marcharse, frente de él estaba Kristoff sentado en un costado de la cama, Anna estaba sobre sus brazos, sonreía llena de vida, en sus ojos aún perduraban algunas lágrimas traicioneras, pero en ellos solo había felicidad.

Elsa inhaló con violencia, había olvidado como respirar desde que había visto el umbral, luego soltó con calma el aire, soltando parte del miedo que la invadió momentos atrás.

- Anna... - dijo únicamente antes de romper en llanto, luego corrió dónde está a abrazarla

- Elsa... - musitó atónita, sin entender las emociones de su hermana, sin entender si es que sabía algo de lo que había pasado momentos atrás

- Pensé que te había perdido - anuncio entre lágrimas, con la voz tan cortada como sentía su corazón roto

- Oh, no, claro que no, aún tengo mucho que fastidiarte - bromeó

- Me alegro que estén reunidas nuevamente - les dijo el sabio troll

- Gracias abuelo Pabbie - sonrió Anna sin dejar de abrazar a Elsa

El trolls asintió en respuesta antes de dejarlos a solas, él sabía que tenían muchas cosas de qué hablar.

- ¿Cómo supiste? - le preguntó Anna una vez la puerta se cerró

- Estaba en el Ahtohallan cuando ví un momento del tiempo - susurró aún escondida entre el vientre de Anna - no fue mucho, Jack me sacó de ahí tan rápido como pudo

- ¿Quieres decir que lo que estaba pasando aquí lo viste por allá en... Directo? - preguntó Kristoff, Elsa asintió

- ¿Cómo es que estás viva? - le preguntó ahora a Anna

- Rapunzel me dió de la posion que trajo consigo del bosque oscuro

- ¿Qué? ¿Porqué? ¿Y su cabello? - Elsa tenía muchas dudas de una sola revelación

- No era suficiente

- ¡Oh, Anna! - exclamó separándose levemente de esta, tratando de mirar sus ojos y detallar cada parte en su memoria - ¿Tan mal estabas? - susurró como un ruego

- Estábamos... - musitó en un hilo de voz, sus ojos intensos miraban a Elsa que no entendía sus palabras

- ¿Quien más estaba herido? - preguntó apresuradamente - no entiendo, por qué no sanarlos de a uno - se preguntaba en voz alta

- Elsa, solo intentamos salvar a Anna - la detuvo su cuñado, tratando de soltar algo más sin ser completamente obvio

Anna tomó las manos de Elsa, llamando la atención de esta una vez más, Elsa estaba afligida, se le notaba en el rostro, en la voz y en sus manos tan heladas como el mismo hielo, aún así Anna no la soltaba, tratando de transmitirle la desbordante alegría que la azotaba a ella y su esposo.

- ¿Por qué me sonríen así? ¿No entienden la seriedad de todo esto? - les recriminó algo exasperada, necesitaba conocer los detalles con vehemencia - ¡Pitch te hirió de muerte!

- ¡Lo sé, es terrible! - exclamó desencajado más la expresión de su hermana - pero no puedo preocuparme de eso ahora, Elsa, no lo entiendes, pero estoy inmensamente feliz en este momento y antes de que digas nada - la calló al notar que la rubia iba a hablar - nada podrá arruinarnos este momento - culminó apoyándose sobre su esposo, queriendo estar más cerca de él

- ¡Pues explícame, porque no entiendo nada! - le rogó

- ¡Elsa! - exclamó como un reproche - ¿De verdad no lo entiendes? - negó divertida - serás tía - le reveló al fin

La expresión de Elsa paseo entre el profundo miedo hasta el extremo pánico, trató de disimular rápidamente esbozando una enorme sonrisa, sin que está pudiese llegar a sus ojos temerosos.

En su mente solo resonaba la risa de Pitch Black si se llegará a enterar de aquello.

- ¿Qué? - preguntó aun con su falsa sonrisa en el rostro

- ¡Serás tia! - exclamó una vez más

- ¿Cómo? - preguntó únicamente si pensar, buscando tan solo evitar el silencio

- Oh, Elsa, no creo que quieras hablar sobre eso - rió con nervios

- Gran Pabbie dice que lleva alrededor de doce semanas - interrumpió Kristoff avergonzado

- ¿Doce semanas? - repitió

- Seremos padres - sonrió una vez más Anna, dejando escapar una melodiosa risa repleta de genuina alegría

Kristoff la observaba con sincero amor, en su interior aún existía el mío de momentos atrás, siendo únicamente opacado por la alegría de verla viva una vez más entre sus brazos, ahora cargando el fruto de su amor. Jamás pensó perder amar a Anna más de lo que ya lo hacía, pero se equivocó, en ese momento descubrió que su amor por ella era aun mayor de lo que creía.

Elsa, en cambio, solo guardó silencio.