Capítulo 1: Clausura


Al finalizar el evento de intercambio de las escuelas hermanas, Gojo había convencido a Yaga para que los alumnos de Tokio acompañen a los de Kioto de regreso a su escuela, a modo de premio por haber ganado el intercambio y puedan disfrutar el inicio de sus vacaciones conociendo otro lugar.

El cierre oficial del evento era con una cena que habían decidido realizar cuando llegaran. La noticia de que Gojo se había ofrecido a pagar y los había invitado a un nuevo restaurante con karaoke para animar un poco más el ambiente, se esparció como un reguero de pólvora. Después de la cena, Tokio pasaría la noche en la escuela, mientras que los de Kioto regresaban a sus casas a pasar las vacaciones.

Se podía sentir la agitación en el ambiente, Yuji y Nobara no lo disimulaban pues eran los más emocionados, aunque no los únicos, ya que era la primera vez que una clausura del evento generaba tanta expectativa.

En sus cuartos, las chicas se preparaban para la cena, pues eran contadas las ocasiones que tenían para celebrar y disfrutar como las chicas normales de su edad. Incluso Mai y Momo se mostraban interesadas, estaban escogiendo lo que se iban a poner cuando tocaron la puerta. —Chicas ¿están aquí? Fui al cuarto de Mai, pero no contesta.

Momo se acercó a abrir y ahí estaba Miwa, con un jean negro, un polo sencillo, un cárdigan gris y unas zapatillas. Ambas la miraron de pies a cabeza y Mai la jaló dentro del cuarto. —¿Así vas a ir?

—¿Está mal? —Miwa se miró en el espejo y las vio a ellas. —Ustedes ¿Por qué se están arreglando tanto? Sólo es una cena.

Momo y Mai cruzaron miradas antes poner los ojos en blanco. —Miwa, no es sólo una cena. Es la cena. Satoru Gojo la va a pagar, no vamos a ir al mismo restaurante aburrido de siempre. Nos va a llevar a uno más elegante. —Dijo Momo.

—¿Va a invitar a todos? ¿No será mucho dinero? No podemos abusar de…

—Ese hombre se baña en dinero, es el líder del clan Gojo, tonta. —Miwa frunció el ceño ante el insulto. —Una cena es una propina para él, tenemos que aprovechar, una oportunidad de estas no se repite, así que anda cámbiate, pareces una pordiosera, qué vergüenza que vayas así.

—¡Mai! No digas eso, mi ropa está bien, está limpia y… —Miwa se vio al espejo nuevamente y se dio cuenta que Mai tenía razón. Comparada con ellas parecía que iba al parque a sacar al perro. —¿Tan mal se ve?

—Horrible. El jean no está mal, tenías buen trasero después de todo. Cámbiate el polo ese sí está espantoso.

Miwa se sonrojó al escucharla. Hizo un repaso mental de su ropa dándose cuenta que no había nada similar a lo que llevaban. —Mis polos son parecidos, no tengo ropa de noche.

—Eso es porque eres una tacaña. Iré a mi cuarto, creo que tengo unos zapatos negros de taco que puedes usar. —Miwa se vio los pies. —Sí, olvídate de las zapatillas.

Después de varias discusiones y cuando empezaban a llamarlos salieron de la habitación. Momo y Mai fastidiadas porque no habían podido quitarle el cárdigan para que luciera el cambio, pero al menos habían logrado hacerle una coleta alta y ponerle un poco de labial.

Miwa estaba incómoda. Mientras esperaban las tres camionetas que los llevarían al restaurante sentía las miradas furtivas de Inumaki que le hizo una seña con la mano, Kamo que a pesar de tener los ojos cerrados tenía el rostro hacia su lado y Todo que con un grito de emoción les dijo que estaban muy bien, aunque jamás podrían compararse a Takada-chan. Sus amigas no se habían equivocado, todos se habían esmerado para la ocasión, dejando en evidencia la necesidad de un poco de diversión, no importaba de quién viniera. El mundo en el que vivían les arrebataba estas oportunidades antes de poder disfrutarlas como cualquier persona normal.

Pasaban veinte minutos de las ocho y todos se veían un poco irritados por el hambre, cuando escucharon la voz de Gojo anunciando la llegada de los vehículos y lo vieron asomándose por la puerta para que lo siguieran. —Ahí está Satoru Gojo, aprovecha y quítate el cárdigan.

—¿Por qué? Me da pena, me han estado mirando raro. —Dijo apretando el cárdigan delgado, que, en lugar de cubrirla, le marcaba más la figura cuando lo jalaba.

Las chicas soltaron una risotada. —Y te van a ver más cuando te saques esa cosa. Vamos, es tu oportunidad para captar la atención de Gojo-san ¿Acaso no te gusta? —Le dijo Momo dándole con el codo.

—¿¡Qué!? Por qué dices eso, a mí no me… simplemente me agrada ¿A ustedes no? —dijo tratando de cambiar de tema.

—Mechamaru nos contó de la foto que te tomaste con él y te hemos visto dormir con el peluche rosado que nos trajo. Te gusta. Si tienes suerte quizás y hasta lo atrapas esta noche. —Soltó Mai en tono burlón y volvió a reírse con Momo.

A Miwa se le subieron los colores al rostro, ya arreglaría cuentas con Mechamaru por su indiscreción.


En el restaurante le tocó sentarse junto a Todo, pues nadie más quería estar a su lado. Los profesores estaban en un extremo de la mesa con Yaga a la cabeza. Gakuganji no había querido ir porque no lo consideraba una actividad apropiada.

Todos fueron haciendo sus pedidos de comidas y bebidas. Momo y Mai pidieron algunos de los platos más caros, pero ella se conformó con algo sencillo que le gustaba y un té helado. Por más que ellas insistieron en que aprovechara, se sentía incómoda gastando un dinero que no era el suyo. Además, su atención estaba en el lado de los profesores, donde estaba Satoru Gojo. Se veía tan guapo como siempre, con su camisa blanca y pantalón azul marino. El cabello le caía sobre los lentes oscuros y conversaba animado con Mei-san y el director Yaga ¡Qué suerte tenía Mei-san!

Mientras tanto, a su lado Todo hacía su pedido, aparte de varios platos, pidió un Highball bajo la mirada atónita de sus compañeros. —Mi hermosa Takada-chan es una mujer que sabe disfrutar de la bebida y necesita un hombre a su altura que la acompañe y la cuide.

Utahime desde su sitio trató de hacerlo desistir y estaba a punto de anular la orden cuando Todo alzó la voz. —¡Basta! ¡He dicho que no! ¡Si vuelven a ordenarme algo, los mato! —Utahime iba a seguir insistiendo, pero Gojo la detuvo.

—Déjalo Utahime, no es un niño. Estoy seguro que Tsukumo le daba más libertades de las que tiene ahora. Deja que se divierta, está con nosotros. ¿Qué dices Yaga? ¿Yaga? —Pero el director se había ido al baño oportunamente.

—¡Pero es menor de edad! ¡No puede tomar alcohol! Es…

—Utahime, Gojo tiene razón, no debería, pero no es un niño dócil que se deje mandar, además tiene dieciocho. Nosotros hacíamos lo mismo a su edad. —Lo defendió Shoko, sin embargo, Utahime no se iba a resignar tan fácilmente y cuando iba a replicar MeiMei la cortó.

—Relájate Utahime. Es mejor que lo haga con nosotros a que esté solo. Él gana suficientemente bien como para convencer a cualquiera de que le sirva lo que quiere.

Como no encontró el apoyo de nadie, a Utahime no le quedó más que resignarse viendo como Gojo levantaba las cejas y le sacaba la lengua en burla. —Es sólo sentido común Utahime, tienes que comprender a la gente joven, sé que te cuesta, porque ha pasado mucho tiempo desde tu juventud…

Ella empezó a gritar, pero Gojo la ignoró y llamó a Todo. —¡Hey, Todo! Ve con calma ¿sí? no quiero que me dejes en bancarrota. —Y le hizo una seña pasándose la mano por el cuello.

—¡Ja! No sabía que la chequera de Gojo-san tuviera un límite, pero lo intentaré.

Mai intervino para sacar provecho de la situación. —Yo acompaño a Todo a cuidar de Takada-chan, a los dos nos gusta mucho y vamos a sus conciertos ¿También puedo pedir un trago?

Gojo le dio una ojeada a Utahime que seguía entretenida con MeiMei y Shoko y le hizo una seña levantando tres dedos y luego moviendo las manos de lado a lado como diciendo "sólo tres, no más". Mai contenta no perdió tiempo y llamó al mozo para hacer un pedido más, escogiendo con Momo cuál iba a pedir para compartirlo entre las dos.

Gojo iba a voltear para conversar con MeiMei, pero vio un cabello celeste que le llamó la atención. Le recordó a la chica de la foto ¿Era Miwa? Se le veía muy bien con el cabello recogido, sus mechones sueltos y el cuello al aire, aunque estuviera envuelta en una chompa ploma. Ella conversaba con sus amigas, pero de rato en rato volteaba a verlo, hasta que él decidió saludarla. Ella miró a todos lados como si no pudiera creerlo. Él la señaló a ella, haciendo una cámara con las manos y ella se puso roja, pero lo saludó con una sonrisa agachando la cabeza ligeramente. Le gustó ver su reacción y comprobar que al menos alguien ahí apreciaba su encanto y nada menos que una chica linda.

Durante la cena todos se pusieron a lo suyo, Todo, Yuji, Kamo y Megumi discutían sobre mujeres y Takada-chan, mientras que Nobara, Maki, Panda y Toge parecían hacer una competencia para ver quién comía más, como poniendo a prueba los fondos de su maestro.

Ella trataba de comer, pero no podía evitar voltear a ver a Gojo-san. Él la había reconocido y su corazón había estallado de emoción; aunque no lo pudiera expresar, por dentro había dado mil vueltas mientras recordaba la foto que tenía en su celular, si tenía suerte quizás tuviera otra. Además, le causaba curiosidad que no se sacara los lentes de sol. Estaba pensando si tendría algún problema con la vista, cuando él volteó y le sonrió nuevamente poniendo la cabeza a un lado de forma juguetona. Ella casi se atora con la comida y desesperada agarró su vaso para poder pasar. Él la vio preocupado y le hizo una seña con las manos como diciendo "tranquila" y ella sólo sonrió apenada por no poder disimular sus nervios.

Durante la cena, había momentos en los que cruzaba miradas con Gojo-san y él le hacía diferentes caras, a veces burlándose de Utahime, otras imitando a Yaga y otras haciendo poses de paz y amor con las manos. Era como si los demás no existieran, una conversación donde sólo eran ellos dos. Para él era un juego inocente, una forma de distraerse de las conversaciones adultas, que poco a poco se transformaban en temas laborales. No tenía ni idea de los sentimientos que removían esos simples gestos.

Miwa sólo reía o le señalaba a sus amigas. A veces lograba escuchar pedazos de su conversación con los demás profesores… —Tú puedes llegar inmediatamente a cualquier lugar, por qué tenemos que gastar boletos de avión contigo. —decía Utahime, a la que las copas ya le estaban haciendo efecto. —La teletransportación, es más compleja, requiere más energía y concentración, así que sólo la uso en casos de emergencia….

Cada vez que él volteaba a verla, ella se sonrojaba. La emoción que inició como un cosquilleo en el estómago, ahora hacía que el salón girara y la cabeza le diera vueltas. Para bajar los nervios, trataba de disimular tomando de su bebida, aunque en lugar de refrescarla, parecía acalorarla más.

A él le gustaba verla sonrojada, le recordaba sus épocas de adolescente cuando fue a buscar a Amanai a su salón de música. Nunca más volvió a causar un revuelo así. Alguna mujer que buscaba una noche de placer se le quedaba viendo de forma sugestiva, pero las emociones de ese entonces no las había vuelto a ver hasta ahora. Además, le gustaba ese juego de miradas y gestos, era como una conversación secreta en medio de la bulla de los demás. Era inevitable no sacar ese lado juguetón. Quizás le diera cuerda un poco más, por la nostalgia de los buenos tiempos que le hacía recordar, donde era alguien deseado y no un estorbo al que esquivar.

De pronto, se acercó el mesero a tomar el pedido de Todo, una vez más. —Tráeme otro Highball, pero no como el que cambiaste que era sólo gaseosa. Lo quiero lo más puro posible.

El mesero se fue, dejando a Todo y Miwa viéndose, ella aun sorbiendo los restos de su bebida con el vaso y la pajilla en la boca que eran idénticos al que tenía Todo en las manos. Voltearon a la mesa y vieron el té helado sin tocar. El gigante esbozó una sonrisa y le puso una mano en el hombro para decirle solemnemente. —Estoy orgulloso de ti Miwa-san, vas a ser una gran mujer, aunque no tanto como mi Takada-chan.

Mai y Momo que habían estado atentas al intercambio, la vieron y empezaron a reír. —Vaya, que eres atrevida Miwa, con razón te la has pasado viendo a Gojo-san. —Ella casi se atora con el té abandonado que había agarrado.

—¿¡Qué!? No digas esas cosas Mai, te pueden escuchar. No ha sido a propósito, pero Todo tiene razón, parecía gaseosa. Mejor acompáñame al baño, necesito que me ayudes, por favor. Me está dando vueltas la cabeza.

Sus amigas la vieron con lástima y aunque les gustara verla hacer el ridículo, no iba a durar mucho si no la ayudaban. Así que se pararon las tres con Mai agarrándola de la mano y Momo cuidándoles la retaguardia para que no las vieran caminar.

Cuando llegaron al baño Miwa fue directo al lavabo a mojarse el rostro, mientras Mai y Momo hacían piedra, papel o tijera para ver quien le sujetaba el cabello cuando fuera al retrete. Pero eso no pasó. Ella parecía estar teniendo una ducha en el lavabo, mientras la escuchaban respirar profundo, se mojó la cabeza y el cuello y luego volteó a verlas. —Creo… que ya pasó lo peor.

Las chicas sonrieron aliviadas, eso era mucho mejor de lo que habían pensado. —¡Felicidades! ¡Quién iba a decir que tenías buena cabeza para el trago! ¿Cómo te sientes?

—Ya pasaron las vueltas, pero me siento un poco adormecida y muero de calor ¿Qué hago? Me siento rara.

Mai vio a Momo quien le devolvió la mirada de malicia. —Para empezar, sácate esa chompa, sino vas a empezar a apestar. Y segundo, ni se te ocurra dormirte porque si no nos van a sacar de acá y yo todavía tengo dos tragos por pedir, estoy harta de robarme el sake del viejo Naobito, quiero algo fino. Estaban diciendo para pasar a la pista de karaoke y baile, quizás ahí puedas dormir si nadie se da cuenta, por mientras toma bastante agua. Nosotras te vamos a cuidar.

Miwa se acercó y la abrazó, jalando a Momo en el camino. —Muchas gracias chicas, no sé qué haría sin ustedes, las quiero mucho. —Las aludidas se sonrojaron, a pesar de que sabían que era el alcohol hablando, se sintieron culpables ya que ella siempre era el blanco de sus burlas.

Cuando regresaron a la mesa, pidieron una botella de agua, mientras Mai le jalaba el cárdigan. Miwa vio a todos para asegurarse de que nadie la viera y pasar desapercibida, especialmente ante Gojo-san, pero apenas se sacó el cárdigan Kamo le dio un codazo a Yuji que la quedó viendo embobado.

La blusa lavanda que llevaba era de dos tiempos, un polo de tiras debajo y encima un segundo polo de encaje grueso con un corte en V. No era llamativo ni excesivamente escotado, incluso tenía manga corta, pero al ser de Momo, le quedaba pequeño y entallado.

—¡Vaya Miwa-san, esa blusa te queda muy bien! —exclamó Yuji, haciendo que Nobara se quejara porque a ella no le había dado ningún cumplido y Todo gritó ofendido porque nadie podía opacar a Takada-chan. Para salir del aprieto, Yuji le hizo la misma pregunta a los otros chicos que asintieron con emoción, sobre todo Inumaki que volvió a hacer gestos con la mano, ganándose una patada de Maki y Kamo que abrió uno de sus ojos usualmente cerrados. —¿Está de acuerdo Gojo-sensei? Miwa-san se ve muy bien. —Buscó ayuda en su maestro, pues Nobara ya estaba encima suyo ahorcándolo con la polera y Todo gritando sobre contarle a Jennifer Lawrence de su traición.

Gojo volteó para verla ya sin la chompa y el aire se le escapó haciendo que pasara con dificultad el postre que tenía en la boca. Ya no era sólo su rostro bonito, la palabra correcta ahora era guapa; con esa blusa que hacía juego con su cabello y acentuaba su figura dejando ver un poco de piel. Tuvo que recuperarse rápido del golpe para no llamar la atención. —¡Claro! Está muy guapa… como todas. —añadió al ver a Nobara ofendida. —¿Quiénes quieren pasar a la pista de karaoke?

—Lo bueno es que nadie te vio. —Le dijo Momo burlona a una Miwa abochornada. —Acabas de rescatar la dignidad de Kioto perdida en el torneo.


Yaga se despidió de ellos apenas terminó la comida. Utahime, Ijichi, Shoko, MeiMei y Gojo se quedaron en la mesa, Nanami se había unido al grupo después de terminar con una misión cercana y como buen bebedor se puso al corriente con los demás, mientras que los chicos pasaron a cantar.

Miwa tenía sueño y empezó a cabecear a pesar de los gritos de Nobara y Yuji. Mai notó la mirada de Megumi en ella y luego en el reloj. Aún era temprano, pero si notaban que Miwa estaba mal todo terminaría. Así que se acercó a Todo. —Oye Todo, ven. —El grandulón se acercó a ella sin dejar de aplaudir a su hermano. —¿Puedes pedir uno más de tus tragos? Necesito que Miwa se levante, tu vaso le dio sueño, pero si tomara un poco más se le va a pasar. Tú sabes, sólo un poquito más para que se anime. —El chico volteó a ver a Miwa y la vio luchando por mantener los ojos abiertos.

—Tengo dos entradas para un encuentro con Takada-chan la próxima semana y no tengo quién me acompañe…

Mai lo vio fastidiada, poniendo los ojos en blanco, pero aceptó. —Hecho.

—No tienes de qué avergonzarte, yo sé que en el fondo te gusta ¿Quién no querría a Takada-chan?

Miwa tomó obediente el segundo vaso después de llenarse de bocaditos. El calor y la emoción volvieron con fuerza. Sentía el cuerpo relajado y el corazón le latía a mil por hora convencido de lograr lo que deseara. La música le sentaba bien y sentía que podía bailar toda la noche. Yuji lo notó y la invitó a cantar con él, a pesar de la cara molesta de Nobara con la que había estado haciendo dúo. Antes de ir, Miwa abrazó fuerte a sus amigas agradeciéndoles su ayuda y fue a cantar con el chico.

En la otra sala, Gojo jugaba con los restos de su postre. La reunión ya no estaba tan animada sin los chicos. Para variar Utahime ya estaba ebria y hablando incoherencias con Ijichi, mientras que los otros tres que eran buenos bebedores empezaron a hablar de las misiones y los compañeros caídos en el último mes. Por más que intentó cambiar de tema no pudo y terminó por quedarse callado. No era que no le importara, pero estaba cansado: despertaba, comía y respiraba sobre el trabajo. Parecía un círculo vicioso de nunca acabar. Ni siquiera ahora se libraba de él. Sabía que era la maldición de ser el más fuerte, pero eso no hacía las cosas más fáciles.

De pronto una voz lo llamó. —Profe ¿No van a venir a cantar con nosotros? —Los demás vieron a Yuji y negaron con la cabeza.

—Vamos, es divertido y soltamos el estrés del trabajo. —dijo Gojo animado jalando a Nanami, pero éste movió su brazo para que lo suelte. —Bueno, yo sí me apunto ¡Vamos! —Dejó la mesa y siguió a Yuji a la sala de karaoke. —No sé si sabes, pero soy un muy buen cantan…

Se quedó con la frase a medias. Apenas entró, la vio a ella, bailando con Inumaki, al que le llevaba varios centímetros a pesar de que sus tacos no eran muy altos. Su mente se desconectó de la música y las luces al ver su figura esbelta que se marcaba con la blusa pegada que dejaba ver su cintura pequeña y sus curvas bien proporcionadas. Pasó saliva con dificultad y se arrepintió de tomarse a la ligera el juego de la mesa.

Yuji le trajo un micrófono informándole que cantarían con Miwa y Nobara, ya que nadie más se había animado. Cuando ella terminó de bailar con Inumaki, volteó a verlos y a él le pareció ver un brillo extraño en sus ojos, por lo que decidió dar por terminado su juego de miradas y señas, poniendo distancia para evitar el peligro que sentía como un cosquilleo en las manos.

Sin embargo, cuando empezaron a cantar fue inevitable terminar haciendo dúo con ella, pues Nobara no soltaba a Yuji y a veces se les sumaba Todo. Fue así que terminaron cantando canciones juntos, en las que parecían cruzar miradas y dio gracias de tener los lentes ya que en más de una ocasión los ojos se fueron a su escote. Al fin de cuentas era un hombre joven, viendo a una mujer igual de joven y bonita.

Ella se le pegaba disimuladamente a veces agarrando su brazo o su espalda. Quería salir de ahí, pero no quería volver a la conversación deprimente de los demás o quizás sólo era una excusa porque en realidad le gustaba su cercanía. Entre canción y canción se sentaba a descansar, mientras ella bailaba con alguno de los chicos. Inumaki era el más emocionado a pesar de los constantes golpes de Maki. Incluso Todo compartió una pieza con ella diciendo que si tuviera unos centímetros más podría estar a la altura de Takada-chan. Después de su último trago, Mai y Momo también se animaron a bailar, la pequeña se atrevió a sacarlo y él como un caballero no pudo negarse a pesar de las risas por la gran diferencia de estatura.

Sin embargo, pronto cambió la canción y vio como la rubia, jalaba a su amiga que bailaba con Inumaki, para hacer un cambio de pareja y en un abrir y cerrar de ojos tenía a Miwa delante de él. La nostalgia que había sentido en la mesa, dejó de ser un recuerdo para empezar a hacerse realidad. Volvía a sentirse como un chiquillo idiota, como cuando recién empezaba a comprender las indirectas de MeiMei. Por fuera sonrió como siempre siguiéndole el ritmo, aunque por dentro fuera un remolino de recuerdos y sensaciones que pensaba muertos hace mucho tiempo.

Ella estaba feliz, no dejaba de sonreír ilusionada. Una vez que Momo los juntó, ya no volvió a bailar con nadie más. Le gustaba bailar con él, pues era mucho más alto que ella y tenía buen ritmo, a diferencia de Inumaki del que sospechaba que la sacaba sólo para verle el escote. Alcanzó a ver a Mai, que con la ayuda de Yuji, habían sacado a bailar a Megumi, aunque este apenas se movía. Le pasó la voz a Gojo-san que sacó el celular para tomarle fotos y ambos rieron al revisarlas. Lo que inició con nerviosismo, se fue transformando en complicidad al ver las diferentes parejas y situaciones ridículas. Miwa pasaba la voz y él tomaba las fotos.

Iban a empezar una pieza más cuando la puerta se abrió y entró Utahime. —Ya son más de la una. —Dijo arrastrando las palabras y apoyándose en la pared para mantener el equilibrio. —Kamo, Mai, sus choferes los están esperando fuera. Tokio, su camioneta está lista. Los de Kioto que regresan a su casa, Ijichi los está esperando.

Se escucharon quejas y resoplidos, pero Utahime los apuró para salir del salón. Miwa volteó a ver a Gojo, frustrada de no poder pedirle una foto y le hizo una reverencia dándole las gracias antes de volver con Mai y Momo que soltaban improperios contra su profesora. —Debería dejarnos disfrutar para no hacer papelones como ella a su edad.

Mai se despidió dejando a Momo y Miwa con Todo, esperando a Ijichi para llevarlos a sus casas, pero el asistente seguía encerrado en el baño hacía más de quince minutos. Nanami que había ido a verlo se asomó y llamó a Gojo. —¿De quién diablos fue la idea de darle de tomar a Ijichi?

Gojo volteó a ver a Ijichi que estaba apoyado en Nanami, pálido y medio dormido. —Yo lo invité a que comiera con nosotros, no sé quién le habrá dado de tomar. —dijo con un tono inocente que no convenció a nadie. —Ya sé que no puede manejar así, pero yo lo reemplazo, ya sabes que no tomo. Voy a dejar la cuenta abierta, así que pidan lo que quieran hasta que yo vuelva.

—No, nosotros también nos vamos. Mañana tenemos misiones. Nuestro auto está fuera.

Tomó las llaves que le dio Nanami y salió del baño para cerrar la cuenta. —¿Quiénes son a los que tengo que llevar? Ijichi ha tenido un percance.


Notas:

Highball es una bebida alcohólica japonesa que es una mezcla de wisky, agua con gas y hielo, de color similar al té.

NO ME ARREPIENTO DE NADA. Son personajes ficticios de una historia x1000 más oscura y retorcida. Quien no haya hecho alguna de estas cosas que tire la primera piedra.

Descargo dado. Si aún así desean dejar algún comentario negativo, espero que hagan voluntariados y apoyen las causas por las que "luchan" en la VIDA REAL y no solo por personajes imaginarios.

Para quienes leen con amor, amor para ustedes también y gracias por pasar a leer :) 3

Sé que la situación es un poco trillada, pero necesitaba hacer mi versión y sacármela del sistema. Tengo tres capítulos terminados hace dos semanas y lo gracioso es que me salieron en una hora. Mientras releía antes de publicar de di cólera yo misma por no haber avanzado más.

Pd. Sigo traumada por el 261, pero mi fe se mantiene viva. Mis neuronas, alma y corazon se rehusan a perder la esperanza T_T