Capítulo 3: El préstamo


Abrió los ojos y vio como ambos aterrizaban en una playa tranquila. Él se agachó para que ella baje. No podía creer lo que tenía ante sí. Sintió el aroma salado del mar y supo que no era una ilusión. El ambiente era mucho más cálido y el mar tranquilo. Trató de dar un paso, pero los zapatos de taco se hundieron haciéndola perder el equilibrio; sin embargo, las manos fuertes de Satoru la sujetaron de la cintura. Ella se sacó los zapatos, impaciente, y los tiró a un lado. La casaca le pesaba y se la sacó para llevarla en las manos, pero él se la quitó y la tiró junto a los zapatos, para luego seguir el ejemplo de Kasumi y ambos quedaron descalzos.

Ella lo agarró de la mano y lo llevó hasta el borde del mar. Sintió la arena entre sus dedos y el mar mojándole los pies. Volteó a verlo y saltó para colgarse de su cuello con una sonrisa. —¡Usted es increíble! ¡Esto es hermoso! —Y lo besó de nuevo con un deseo que ni ella misma sabía que tenía. Tantos años de prudencia y compostura le estaban pasando factura, quizás Mai tenía razón cuando le decía que parecía una señora. El alcohol sólo había ayudado a destapar lo que guardaba para sí.

Una ola un poco más fuerte los trajo de vuelta a la realidad. Y él aprovechó para molestarla y de paso calmar la emoción que lo empezaba a inundar. —Ya te dije que no soy un viejo para que me trates de usted ¡Soy Satoru! —Y le salpicó un poco de agua, pero algo dentro de él se preguntaba si realmente era él o si era su versión adolescente reclamando el tiempo robado.

El grito de ella lo sobresaltó y la vio rebuscar en su chompa, pensó que quizás se le había pasado la mano con el agua, cuando la escuchó decir. —¡Me olvidé escribir a mi mamá! —Desbloqueó su teléfono y empezó a escribir. —Ya es muy tarde para ir casa, no quiero molestarla ¿Podría llevarme a la escuela después?

—Déjame pensarlo, quizás te cobre tarifa adicional por la hora, pero lo podemos arreglar. —Le dijo con una sonrisa traviesa.

Ella le dio su celular y él lo tomó extrañado. —¿Puede revisar si está bien escrito? No puedo leer bien.

Él corrigió algunas palabras y lo envió. Aprovechó y revisó el celular para añadir su número, pero se dio cuenta que ya lo tenía guardado con su nombre y una carita feliz. Él lo borró sólo para poner un corazón celeste con uno blanco. Entró al contacto y mandó un mensaje: "Soy Satoru Gojo, estoy en la playa". Y después se lo devolvió.

Ella envolvió el celular en su cárdigan y lo lanzó a la arena. —¿En qué estábamos? ¡Ah cierto! —Y le salpicó agua con las manos.

Corrieron por la playa riendo y besándose mientras jugaban con el agua. Por un momento tuvo un dejá vú, de él jugando con Riko en la playa, pero en ese entonces era él quién trataba de hacer feliz a la chica, mientras que ahora, era ella quién lo estaba haciendo feliz a él al recordarle los mejores momentos de su adolescencia.

Sólo por esta noche quería dejarse llevar por sus deseos y sentir lo que hubiera sido de su vida, si fuera un chico normal, sin la responsabilidad de cargar con el mundo, sin mujeres interesadas en su dinero o su apariencia. Le robaría un par de horas a la noche, por él y por ella, sólo por esta noche.

Cansados, se sentaron en la arena a ver el mar. Ella apoyó su cabeza y el la abrazó, acercándola a él. Estuvieron un rato en silencio hasta que ella habló. —Pensé que no habría nada mejor que la foto que le pedí aquella vez, pero esta es una noche tan hermosa, que parece un sueño. Debe ser un hombre muy ocupado y yo molestándolo con mis tonterías. —Volteó hacia él para abrazarlo y agarrando su rostro le dio un beso suave y lento en la mejilla. —Gracias por hacerme tan feliz.

Ni siquiera le había hablado en el oído y aun así sintió un cosquilleo en todo el cuerpo, sus palabras atravesando sus pensamientos, haciendo saltar sus alarmas nuevamente. Lo mejor sería ir poniendo distancia, ya era muy tarde y debían volver. —No son tonterías, al contrario, también lo he pasado muy bien contigo… —Pero ahí estaba su bocaza, acostumbrado a decir lo que pensaba ahora no podía ponerse un freno. Ella lo hacía decir cosas que no debía.

Los colores se le subieron al rostro, lo tenía entre sus brazos y se habían besuqueado como si no hubiera un mañana; sin embargo, eran esas palabras las que hacían que el corazón le latiera con fuerza y le dio el valor para pedirle una cosa más. —Disculpe que lo moleste, pero… quería saber si… es posible… es una tontería, si no quiere no hay problema… ¿Podríamos sacarnos una foto? Para saber que fue real.

Una foto no le pareció mala idea, no había nada comprometedor, a fin de cuentas, él la había llevado a su casa. —Pueden ser varias si quieres, para que puedas verme de diferentes ángulos. —Y empezó a poner caras ridículas como si fueran sexys.

Ella rió y puso su rostro cerca al suyo. —Uno, dos… —En el último momento él dejó de mirar a la cámara para plantarle un beso en la mejilla.

Fue un impulso, ni siquiera lo pensó. Podía enfrentarse a cualquier maldición sin que se le moviera un pelo, ver cuerpos destrozados y gente morir, pero una simple foto de ese tipo lo ponía nervioso. Después vería la forma de borrarla. —Podemos tomar varias y después elegimos la mejor ¿Qué dices?

Ella asintió, pero pensó que era una broma, así que para la siguiente foto fue ella quien repitió el gesto. A la segunda foto le siguió una tercera, una cuarta y varias más. —Ya, ahora si, en serio. Uno, dos… —Ambos voltearon al mismo tiempo, se vieron unos momentos, el ambiente era tan tenso que sólo había una forma de aliviarlo. El teléfono tomó una última foto antes de caer en la arena.

Kasumi volvió a abrazarlo con fuerza haciendo que cayeran en la arena y volvió a jugar con su cabello, era tan suave que era adictivo. Sintió la mano de él volviendo a su cintura metiéndose bajo la blusa, causándole ese cosquilleo extraño nuevamente. Los besos de él fueron bajando por su mentón y lo siguiente que sintió fue un giro que la puso a ella bajo él.

Él volvió a sus labios y metió su lengua para acariciar la suya; ella soltó un suspiro y le jaló del cabello con un poco más de fuerza mientras la otra mano se metía bajo su camisa para tocar su espalda dura. Él salió de su boca para seguir su camino de besos hacia su cuello, se tomó su tiempo lamiendo y besando su clavícula quedándose prendido de su piel, haciendo que soltara algunos suspiros trémulos. Ella luchaba por soltar algunos botones de su camisa, pero no podía, así que le agarró el rostro para besarlo y ponerse encima de él para así lograr su cometido.

Ella imitó las caricias y besos que él le dio, bajando por su cuello quizás con un poco más de intensidad mientras se acomodaba encima, iba por el tercer botón cuando nuevamente se encontró bajo él. Volvió a besarla, esta vez apretando una de sus piernas sobre el jean, mientras la otra mano subía bajo su ropa hasta colar sus dedos bajo el brasier y tocar la piel sensible de su pecho. Ella soltó un gemido bastante audible, pero no había nadie más que ellos. La ropa interior le empezó a molestar y para aliviarse empezó a moverse despacio sobre ella haciendo que gimiera su nombre.

Sin embargo, ese gesto en lugar de excitarlo más, fue como un recordatorio. Dejó de moverse y tocarla. Si tan sólo ella no hubiera tomado, no, aún si no hubiera tomado, eso no podía pasar. El respiró profundo entre sus pechos y juntó toda su fuerza de voluntad para sacar sus manos, no sin antes darle un beso en uno de ellos, haciéndola gemir una vez más. Y volvió a su boca para cerrar con un beso tranquilo.

Se echó a un costado respirando profundo para bajar su erección, pero ella parecía tener otros planes porque se dio la vuelta para meter una de sus manos en su camisa semi abierta, pero él la agarró y se la llevó a la boca para besarla dejándola sobre su corazón. La abrazó fuerte para que no intentara nada más.

Ella no entendía lo que había pasado ¿Había hecho algo mal? ¿Se dio cuenta que no tenía experiencia? ¿Lo había incomodado? Estaba tan eufórica que no le importaba entregarse a él ahí mismo ¿Por qué la había detenido? Se sentía mal.

Se quedaron viendo el cielo sin decir nada por un buen rato. Hasta que él se paró y la ayudó a levantarse. —Ya nos tenemos que ir, pronto va a amanecer.

Recogieron las cosas en silencio, sacudiendo todo lo mejor posible, acomodándose la ropa y el cabello. Él se hincó para que ella trepara en él, pero ella no se movió. —¿Por qué? ¿Qué hice? —Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas hasta que escapó una.

Él se levantó y la abrazó, no quería verla llorar. Ella le había dado las mejores horas que había tenido en años y él le pagaba con lágrimas. La había usado para sentirse bien. Escuchó la voz de Nanami, "Eres un egoísta" y el corazón se le encogió. —No, no, no es por ti. —Ella alzó la cabeza para verlo. —Bueno, si es por ti, pero también por mí. Mira, ahorita no estás bien. Aunque no se note o se te haya pasado, has tomado y no estás pensando con claridad. Yo me sentiría culpable si sucediera algo más. No quiero aprovecharme de ti.

La vio secarse algunas lágrimas, no sabía qué más decir para calmarla. —Quizás mañana no recuerdes algunas cosas y si yo me entregara a ti, me gustaría que me recuerdes. No quisiera ser un chico más en tu lista. —Le dijo con una sonrisa juguetona y el tono más alegre que pudo. Kasumi sonrió y asintió. Él la abrazó y le dio un beso suave en la frente mientras la balanceaba en sus brazos como tratando de arrullarla. —¿Estás lista?

Ella levantó la cabeza hacia él para un último beso, pero esta vez era un beso triste, lo podía sentir en el suave temblor de sus manos al acariciar su mejilla. Era un beso suplicante por la promesa de una noche más. Pero él no podía hacerlo, se había dicho que sería sólo por esa noche que ya estaba próxima a terminar y cuando se dio cuenta sintió un pesar en el pecho y su abrazo se hizo más fuerte. Él tampoco quería que eso terminara, quería perderse en su aroma y sus caricias una vez más, pero sus responsabilidades pesaban más que sus deseos. Siempre era así. Esta vez fue él quien le dejó besos por el rostro a ella como si fueran un recordatorio, pues estaba seguro de que en unas horas; después de dormir, ella lo olvidaría y aquello quedaría en un sueño.

Se quedaron abrazados por algunos minutos que parecieron eternos. Ella esperando por otra invitación y él dividido entre el deber y el deseo. Una parte esperando que ella le dijera algo que le sirviera de excusa para verla de nuevo y la otra parte juntando toda su fuerza de voluntad para hacer lo que debía. Al final, hincó una rodilla en la arena para que ella subiera y ambos desaparecieron de ahí como llegaron.

Vieron el carro de la escuela por unos segundos antes de que algunos focos de la calle se quemaran dejando todo a oscuras. Kasumi iba a bajar, pero él no la dejó. —Espera. Fui yo. No tengo muchas ganas de conducir y nos podemos topar con alguien ¿Te molestaría si nos teletransportamos una vez más?

Ella tenía el rostro sobre su hombro y con voz suave negó. —No, está bien. Debe estar cansado.

Él iba a corregirle una vez más que su nombre era Satoru y reclamarle por tratarlo de usted toda la noche; estaba abriendo la boca, cuando se dio cuenta del error y sólo movió la cabeza, frustrado consigo mismo.

Rodeó el auto con ella sobre él, dibujando en el suelo el conjuro para transportarlos a los tres. Ella quiso bajarse una vez más, pero se lo impidió, quería una excusa para tocarla y que lo tocara, sentir su calidez antes de despedirse por completo. —¿Crees que pueda hacer llegar el auto ya estacionado o llegaremos y tendré que hacerlo? ¿Qué dices?

Ella lo abrazó con un poco más de fuerza y se empujó para darle un beso en la mejilla. —Estará tan bien estacionado que le pedirán que haga horas extras como conductor.

Su aliento cálido lo traspasaba. Sintió sus palabras en el oído y su voz le recorrió la columna como electricidad nublándole el pensamiento. Juntó las palmas de las manos por tercera vez en esa noche, usando su poder para su beneficio y no para cumplir con sus tareas como solía hacerlo.

Aparecieron en el estacionamiento del colegio, con el auto perfectamente aparcado y ambos rieron en complicidad mientras ella lo llenaba de besos en la mejilla, aunque cuando se dio cuenta de que alguien los podía ver, se detuvo y bajó rápido de la espalda de Satoru.

Ambos caminaron despacio, lado a lado hasta llegar al recinto de los dormitorios donde se sacaron los zapatos. Ella iba delante de él. Las habitaciones de los alumnos estaban más cerca que la de los profesores, que se encontraban al fondo cruzando un pasillo.

Ella se detuvo ante una puerta y él supo que aquella noche llegaba a su fin. Así era mejor, así debía de ser. Kasumi la abrió y entró, se volteó hacia él y cuando estaba por hacer una reverencia sacó la cabeza hacia ambos lados y agarrándolo de las manos lo jaló hacia adentro con ella, cerrando la puerta con cuidado para evitar el ruido. Debió de verlo venir cuando ella aceptó el fin del viaje sin quejarse. Era obvio que para ella eso aún no había terminado.

—Quédate, quédate conmigo. —Le pidió entre susurros echando llave a la puerta y se lanzó hacia él para colgarse de su cuello y besarlo una vez más. La familiaridad con la que le habló le hizo olvidar todo de nuevo y se dejó llevar por el camino que ella le marcaba hasta tropezar con la cama y caer encima.

La caída lo trajo de vuelta a la realidad y se movió a un lado para quedar mirando al techo. No podía avanzar más. Cerró los ojos y la abrazó tal como hizo en la playa. Escuchó un resoplido y supo que estaba molesta. —Por lo que veo, no eres de las que se rinden fácilmente, es gracioso; aparentas ser mucho más tranquila.

La sintió esconderse entre el espacio de su pecho y su brazo. —Perdón, debe pensar que soy… que soy una...

Él le puso los dedos sobre los labios. —Una chica muy amable a la que le gusto y que me ha dejado un lindo recuerdo.

Ella salió de su escondite para darle un beso tranquilo en la mejilla y se quedó abrazada a él con la pierna encima, como para asegurarse de que no pudiera escapar.

¿Hace cuánto tiempo había compartido así con alguien? ¿Siquiera había vivido algo así? Porque si había sucedido, no lo podía recordar. No le incomodaba, pues era de las pocas personas a las que parecía agradarle de verdad. La ansiedad ya había pasado, convencido de que ella no recordaría nada después de dormir. Se quedó viendo al techo, perdido en sus pensamientos mientras trataba de recordar si alguna vez había pasado por algo así. Los ojos le empezaron a arder y la cabeza le empezó a latir. Se llevó la mano entre los ojos para masajearse la frente y la sintió levantarse y rebuscar algo.

—Disculpe, he sido muy egoísta con usted. —Le dijo mientras le ponía los lentes. —Me dejé llevar pensando solo en mí, cuando dijo que no le era indiferente. Usted debe estar cansado, lo siento. Debo parecer una niña caprichosa.

—También fue mi decisión,no fuiste tú sola, así que yo también sería un niño caprichoso.

—Me alegra que haya compartido un poco de su tiempo conmigo esta noche. No quería dejar pasar esta oportunidad. Para mí es una ilusión hecha realidad.

—Me haces sentir como un mujeriego. —Se rio suave y la jaló de la mano para abrazarla. — Para mí también ha sido algo diferente. Siendo honesto, creo que nunca he tenido una reunión como esta.

—¿Es por su trabajo?

—Hay cosas que sólo yo puedo hacer, es mi obligación asegurarme que las cosas marchen bien.

Ella quedó pensativa. Antes de ir a la playa había tenido la misma sensación que tenía ahora. Había algo extraño en su voz, era como si su energía se apagara para dar paso a una mezcla de resignación y melancolía cuando tocaban el tema ¿Cómo sería el camino del hechicero más fuerte? Ella lo había admirado por ello, pero ahora se daba cuenta que no era algo agradable para él y eso la hizo sentirse culpable. Parecía ser una gran carga y no algo de lo que sentirse orgulloso como cualquiera pensaría.

—No es su obligación. Es su decisión. Si usted no quisiera aceptar esa responsabilidad, nadie podría obligarlo a hacerlo. Es la bondad de su corazón lo que lo hace el más fuerte, no su poder.

El mundo pareció detenerse, por un momento olvidó hasta cómo respirar ¿Quién era esta persona que estaba a su lado? ¿Algún tipo de maldición bajo el disfraz de una joven inocente? No, sus seis ojos se lo hubieran revelado y su infinito la hubiera rechazado. Se sintió tan indefenso que vio necesario reforzar su armadura. —Es el mejor cumplido que me han hecho, espero que no estés intentando enamorarme para luego romperme el corazón.

Ella se acomodó entre sus brazos para tener más cerca su aroma y una mano se quedó acariciando su cabello mientras reía cansada. —Si tuviera su corazón, jamás podría hacer eso, yo sólo le estoy diciendo la verdad.


Notas: (va a ser largo de nuevo ptm)

Para empezar gracias a Wandd hermosa que siempre lee y me deja sus comentarios, tkm Wandd, solo por ti hare una excepción y añadiré una escena que no estaba contemplada en "La estrella en el Cielo", cuando llegue el momento (Dios mediante) lo pondré en las notas, aunque falta musho. Y si, lo del título saliendo de la boca de Gojo con esa historia ni yo me la esperaba, fue el destino.

Ironwolf amo tus comentarios XD siempre me hacen reir, 100/10 excelente compañia.

Pon-Ponn me encanta tu foto de perfil, es demasiado hermosa, esta para imprimir y colgar.

Reyna, tkm gracias por pasar a leer y comentar, por cierto, también amo tu foto de perfil 3

Sexto_Hokage, lo prometido es deuda :D espero te guste el nuevo cap :')

Y gracias a los nuevos seguidores Ivan, Alae, Satoru, Amatista y quienes dejaron sus estrellitas :D gracias por pasar a leer. Espero que les guste y cualquier sugerencia soy todo oidos, pero con amor porque sino lloro XD ok no.

Le estuve buscando una canción a esta historia y al final me quedé con "El préstamo" de Maluma jajajajaja XD No me funen, tengo mis motivos ok xD "La letra de "El Préstamo" cuenta la historia de un hombre que queda cautivado por una mujer y está dispuesto a darle todo lo que ella desee, refiriéndose metafóricamente al concepto de préstamo."

Dejando de lado el género, el cantante y media letra, me gustó el concepto de "prestar" lo más valioso que uno tiene y al final terminar siendo "robado", algo así como un ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón y también porque hay una estrofa/puente que me servirá :)

Siento que es algo que va con Gojo porque ya todos sabemos que canónicamente él no ha podido sincerarse con nadie hasta ahora (por las cargas y traumas que tiene). Y de presentarse una oportunidad como ésta, con alguien como Miwa, que canónicamente es la más bonita, confiable, con valores, pies en la tierra y corazón puro (si no me creen vayan al fanbook) lo máximo que haría Gojo sería "prestarle" su tiempo y su cariño un rato, sin pensar que Miwa realmente se lo puede robar permanentemente.

Y ojo, la palabra precisa es PRESTAR, porque sí está dando su tiempo y su cariño de forma sincera, pero no los terminar de entregar y se lo sigue guardando para sí mismo. Es muy distinto a "jugar", que es lo que más se usa, pero a mi no me gusta (en este caso) porque es muy frívolo tanto para Gojo, que es un necesitado de amor mal y por ende alguien que puede valorar más ese sentimiento si alguien se lo demuestra y para Miwa igual, porque es alguien que se preocupa y valora a los demás, sin miedo a demostrar sus sentimientos. Jugar sería más como fingir o ir con malas intenciones, pero este no es el caso para ninguno de los dos.

Además, quiero escribir ¿? un poco sobre la psicología de ambos o mejor dicho, las facetas que mostramos dependiendo de nuestro público (familia, amigos, pareja, trabajo). Una reprimida santurrona (en esos temas hormonales) pero mas familiarizada con sus sentimientos y un loco de atar que por el contrario esconde sus sentimientos bajo 7 llaves.

Bueno ya, me fui de letra. Para terminar, creo que a los hombres en general les gusta que los mimen y los traten bonito, sólo que irónicamente la sociedad que los juzga de cavernícolas, es la misma que no puede ver un gesto amable o cariñoso porque ya los hacen gays. Y con mimar no me refiero a las ñoñerías de decir "ay mi bebe" o tratarlos como tara2, sino mimar con cuidados y detalles. Y Gojo, siendo lo falto de amor que es no sería la excepción.

Hasta aquí mi reporte Joaquin.